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1. EL DESARROLLO ECONÓMICO (PP.

13-20)
Este capítulo abordará el bienestar de la humanidad en perspectiva histórica,
prestando atención tanto a los avances realizados en las últimas décadas como a los
problemas que persisten, incluida la pobreza extrema que siguen padeciendo casi 1000
millones de seres humanos. En primer lugar, analizaremos el desarrollo económico
mundial y los factores que lo propician, examinaremos después el concepto más amplio
de desarrollo humano y, por último, nos centraremos en la Gran Recesión iniciada en el
2008, la más grave crisis económica que se ha producido en las últimas décadas.

1.1.-El desarrollo económico

En 1948, la Carta de las Naciones Unidas proclamó como objetivo común de todas las
naciones, por primera vez en la historia, el de promover niveles de vida más elevados,
trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo económico y social.
La cuestión que ahora abordaremos es en qué medida ha avanzado la humanidad en el
logro de esos objetivos, partiendo de la base de las dificultades, tanto estadísticas como
conceptuales, que plantea la medición del desarrollo económico y humano.

 1.1.1.-El desarrollo económico en perspectiva histórica


El instrumento más usado para valorar los logros económicos de un país es el PIB
(Producto Interior Bruto), es el valor monetario a precios de mercado de todos los bienes
y servicios producidos en un país, generalmente, durante un año. Se diferencia del PNB
(Producto Nacional Bruto), en que este, incluye también los ingresos obtenidos en otros
países por individuos y empresas del país en cuestión, y excluye los ingresos obtenidos en
ese país por individuos y empresas extranjeras.

Si el PIB se divide entre la población se obtiene el PIB por habitante, que es una
aproximación útil al nivel de vida medio de un país. Si se quiere medir el PIB a lo largo de
los años y hacer comparaciones internacionales, tenemos dos problemas: los precios se
modifican de año en año, normalmente suben, y los niveles de precios varían de país a
país, siendo más altos en los países más ricos. Así, para medir y comparar, hay que
recurrir a otros dos instrumentos estadísticos: IPC (Índice de Precios de Consumo) y la
PPA (Paridad de Poder Adquisitivo).

 En España, el INE (Instituto Nacional de Estadística) calcula mensualmente el


IPC, que mide los precios de un conjunto de bienes y servicios, ponderados según
su importancia en el gasto de los hogares que se conoce mediante encuestas
elaboradas trimestralmente. La inflación es el crecimiento de los precios que se
mide mediante el IPC. El IPC es solo una aproximación a la realidad, pero es muy
útil para calcular el crecimiento real de la economía durante un período. Para ello el
crecimiento nominal, es decir, medido mediante los precios de cada año, debe ser
corregido aplicándole un deflactor, es decir, eliminando el efecto de la inflación (que
hace que el crecimiento nominal sea mayor que el real). Esto permite elaborar

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series históricas a precios constantes, tomando como base los precios de un año
determinado.

 Un segundo problema, el de la diferencia del nivel de precios entre los diversos


países, se resuelve mediante la PPA (Paridad de Poder Adquisitivo), es el cálculo
de cuánto cuesta en cada país adquirir el mismo conjunto de bienes y servicios . Es
decir que, al calcular el valor del PIB de un país en dólares americanos según la
PPA, no se utiliza el tipo o tasa de cambio entre la moneda del ese país y el dólar,
sino que se estima lo que cuesta en Estados Unidos adquirir ese determinado
conjunto de bienes y servicios, en comparación con lo que cuesta en ese país.
Puesto que en los países más desarrollados los precios son más altos, este método
nos permite comprobar que la diferencia real entre su PIB y los de los menos
desarrollados es muy grande, pero no tanto como la que resulta si el cálculo se hace
mediante el tipo de cambio de las monedas.
El PIB mundial, medido a precios constantes y de acuerdo a PPA, en la segunda mitad del
siglo XX, ha creció del orden del 2,1% anual, puede parecer que no es mucho, pero
significa que cada año el PIB se multiplicó por 1,021, lo cual quiere decir que el mundo
producía en 2011 casi tres veces más bienes y servicios que en 1950. Es decir, un ritmo de
crecimiento sin precedentes históricos y dado que la población mundial se multiplicó en
ese período por 2,4, resulta que el gran crecimiento del PMB Producto Mundial Bruto ha
contribuido sobre todo, a mantener esa población incrementada, pero no se ha traducido
en un incremento del nivel de vida. Ya que el crecimiento no ha
sido uniforme en las distintas regiones del mundo; como puede
verse en la figura 1.1 Asia logró la tasa de crecimiento más
elevada, seguida de Europa Occidental, mientras la antigua
URSS y África apenas crecieron.

NO LIBRO: Lo primero que se advierte es que en el conjunto del mundo las tasas de crecimiento fueron más
elevadas en las décadas de los 50/60 y se redujeron a partir de los 70 (crisis del petróleo), sobre todo en
Europa Occidental y no tan acusadamente en Asia, sin embargo, ha sido dramático el caso de África cuya
tasa de crecimiento en los 80 fue negativa. En cuanto la URSS, tuvo en los 80 un crecimiento mediocre y en
los noventa con su desmembración en 15 Estados tuvo un retroceso anual del PIB del 3,5%.
En cuanto a los primeros 12 años del siglo XXI, las tasas de crecimiento del PMB han sido, en general, más
elevadas que en las tres últimas décadas a pesar de la grave recesión de 2009. Por otra parte, es
particularmente importante el crecimiento de países de desarrollo medio y bajo (China, India, etc.) mientras
que los países de alto desarrollo (USA, Japón y Europa) crecen a un ritmo muy moderado. Esto supone que
las diferencias entre países se están reduciendo .

 1.1.2.-La desigualdad económica en el mundo de hoy

Según el Fondo Monetario internacional el país con mayor nivel de ingresos por habitante,
medidos conforme a la paridad de poder adquisitivo, era en el 2018 Qatar, una rica
monarquía petrolera árabe, con 130.475 dólares, y el de menores ingresos la República
centroafricana, con 712. Es decir, que el ciudadano medio catarí
tenía unos ingresos 183 veces mayores que el centroafricano.
La figura 1.2 permite comprobar las diferencias que existen
entre los cuatro grandes grupos de países según su desarrollo

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humano y que el grupo de desarrollo muy alto, en el que se engloba España, tiene unos
ingresos por habitante casi 16 veces mayores que el grupo de desarrollo bajo.

La desigualdad económica sigue siendo enorme, a pesar de que en los últimos años los
países de desarrollo medio y bajo estén teniendo un crecimiento mayor que los países
desarrollados. Por otro lado, a la desigualdad entre países se suma la desigualdad
interna de cada uno de ellos.

El método estadístico para medir la desigualdad en la distribución es el coeficiente de


Gini, que es la expresión numérica de la curva de Lorenz, presenta valores que van de 0,
igualdad máxima, hasta 1, desigualdad máxima. Se realiza a través de encuestas en los
hogares de diversos países, sobre todo los más desarrollados es posible calcular el
coeficiente Gini de su desigualdad interna. En general, en los países de mayor Índice de
Desarrollo Humano (IDH) son más igualitarios que los menos desarrollados, en las
gráficas se ve cómo la línea de tendencia del coeficiente Gini asciende a la par que
desciende la del IDH. El coeficiente Gini se aplica también para calcular la desigualdad
entre los países, ya sea considerando cada país como una unidad, ya sea ponderando los
países en función de su población, que es lo más adecuado. Pero si se quiere evaluar la
desigualdad del mundo, lo mejor es combinar la desigualdad interna y externa y a partir de
ahí realizar series históricas que permitan ver si esta aumenta o disminuye. Para hacerlo
es necesario tener en cuenta numerosas cuestiones estadísticas, por lo que las
estimaciones de diferentes autores pueden no coincidir. Según un estudio, la desigualdad
global aumentó ligeramente entre 1988 y el 2005, situándose el coeficiente gini en esta
última fecha en 0,7.

Para evaluar el bienestar global de la humanidad, son más importantes las cifras de
pobreza, en las que sí se puede constatar un progreso. Para calcularlo es necesario fijar
el límite de la pobreza en un determinado nivel de ingresos. (NO LIBRO: Si se fija en dos
dólares diarios por persona, el número total de pobres, de acuerdo a la PPA de 2005, ha descendido desde
2.585 millones en 1981 (casi el 70% de la población mundial), hasta 2.471 millones en 2008 (el 43% de la
población mundial). El avance ha sido espectacular en China, donde se ha reducido del 98 al 30% de la
población, pero muy modesto en África Subsahariana donde se ha reducido del 72 al 69%. ) Según un
estudio, el número de personas que viven en extrema pobreza, definidos como aquellas
cuyos ingresos se sitúan en menos de 1,90 dólares actuales por día, se ha reducido
sustancialmente. Por supuesto, las estimaciones respecto a las fechas más antiguas son
muy aproximadas, pero se supone que en 1820, cuando la población mundial rondaba en
torno a 1000 millones de habitantes, más de 900 millones vivían en la pobreza extrema. En
el 2000, la población mundial era ya de 6000 millones y el número de quienes vivían en
una extrema pobreza había aumentado hasta 1700 millones, lo que, sin embargo, suponía
un porcentaje bastante menor que en 1820. En los primeros años del siglo XXI, la
pobreza se ha reducido no solo en términos relativos, sino en términos absolutos
también. En el 2015, la población mundial era de 7300 millones, pero solo vivían en la
extrema pobreza 730, es decir, una persona de cada 10, lo que sigue representando uno
de los grandes problemas del mundo actual, pero implica que hay casi 1000 millones de
pobres extremos menos que a finales del siglo pasado.

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 1.1.3.-Los factores del desarrollo económico

El hecho de que 9 de los 15 países más desarrollados en 1815 los sigan siendo hoy en
día, sugiere que los orígenes de la desigualdad económica actual pueden ser bastante
remotos. Un estudio reciente sostiene que, las diferencias en el nivel tecnológico entre las
regiones del mundo en 1500, e incluso en el 1000 a. C. Inciden en las diferencias de
desarrollo de hoy en día, en parte porque la experiencia tecnológica facilita la capacidad de
adoptar nuevas tecnologías. Por ejemplo, el Próximo Oriente y China eran las
civilizaciones tecnológicamente más avanzadas en el 1000 a. C., por delante de India y
Europa, pero en 1500 Europa era ya la más avanzada seguida de las otras tres.

Conviene advertir que estas cuatro regiones fundamentales en los orígenes históricos del
desarrollo tecnológico (Europa, Próximo Oriente, India y China) ocupan una extensión
contigua en las latitudes medias del hemisferio norte en Eurasia, en un eje Este-Oeste,
ello ha representado una factor crucial en su desarrollo histórico, porque la similitud de
clima y la relativa facilidad de las comunicaciones han permitido la difusión de las
innovaciones agrícolas y ganaderas desde los tiempos más remotos. En cambio, América
y África están en un eje Norte-Sur, lo que genera una variedad climática que dificulta la
difusión de las plantas y el ganado. Su aislamiento geográfico respecto a los núcleos de
innovación euroasiáticos constituyó un obstáculo adicional. Por otra parte, la expansión
colonial europea se inició en el siglo XVI, permitió la ocupación de tierras templadas poco
pobladas de América y Oceanía, con resultados excelentes para los colonos: ese es el
origen de cuatro de los países más desarrollados del mundo de hoy: Estados Unidos,
Canadá Australia y Nueva Zelanda, Y también Argentina Chile y Uruguay.

La geografía ha sido también un factor importante en el desarrollo económico. Entre los


factores geográficos más importantes está la distribución de los climas templados, la de las
lluvias y la de ciertas enfermedades infecciosas. El PIB medio de los países con más
lluvias casi triplicaba en 1990 al de los países más secos.

Ni la historia ni la geografía imponen a las naciones un destino inapelable. Los


economistas llevan décadas perfeccionando teorías acerca del desarrollo económico,
pero la variedad de factores implicados dificulta un consenso sobre este tema. No hay
duda de que la inversión y la adopción de innovaciones tecnológicas son dos variable
fundamentales para el desarrollo. El estadounidense ROBERT SOLOW, que recibió el
premio Nobel de Economía en 1987, sostuvo que a largo plazo el factor más importante es
el tecnológico y que la difusión de la tecnología tenderá a reducir las diferencias entre los
países. Sin embargo, la difusión tecnológica no resulta tan uniforme y la reducción de las
diferencias entre países no siempre se produce.

De hecho es llamativa la gran diferencia en su desarrollo de países vecinos y de


características similares, como por ejemplo, República Dominicana y Haití, los casos de los
que quedaron partidos en dos al inicio de la guerra fría como Alemania Occidental y Corea
del Sur se desarrollaron más que sus hermanos del Este y Norte, respectivamente. No hay
datos económicos sobre Corea del Norte, pero el dato de la esperanza de vida en el 2018
resulta revelador: es de 72 años frente a 82 en el sur. La experiencia del último medio siglo

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apenas deja duda acerca de la mayor capacidad de la economía de mercado para
generar desarrollo.

En los años ochenta, la confianza en la economía de mercado se tradujo en el apoyo a un


conjunto de medidas que se han dado en denominar consenso de Washington porque
recibieron el apoyo de dos instituciones internacionales con sede en Washington: el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial. De acuerdo con esta perspectiva, la política
adecuada para los países en desarrollo tiene que incluir medidas como las siguientes:
• Reducción del déficit público (diferencias entre los gastos y los ingresos del Estado).
• Concentración del gasto público en áreas esenciales como: infraestructuras, sanidad,
y educación.
• Creación de un sistema sólido de impuestos, que genere los ingresos necesarios para
sufragar el gasto público, pero sin perjudicar la actividad económica.
• Fijación de las tasas de interés por el mercado.
• Tasas de cambio moderada de la moneda nacional, para facilitar las exportaciones.
• Liberalización de la inversión extranjera directa.
• Privatización de las empresas públicas.
• Reducción de las disposiciones reguladoras que limiten la libre competencia, excepto
las necesarias para la protección de los consumidores y del medio ambiente.
• Supervisión del sistema financiero.
• Garantía legal de los derechos de propiedad.

Es decir, una serie de medidas que impulsen la iniciativa individual y la competencia,


y que concentren la acción del Estado en las áreas que no puede cubrir la iniciativa
privada. Lo que algunos han denominado como políticas neoliberales, aunque esta
etiqueta la suelen usar más sus críticos que sus defensores.

Las medidas liberalizadoras adoptadas por muchos gobiernos, a partir de los años 80, han
contribuido al avance de la globalización económica, que es la creciente interconexión
entre las economías nacionales de todo el mundo, a través del incremento del comercio, la
inversión extranjera y las migraciones. Pero el fenómeno de globalización tiene otros
factores, como la innovación tecnológica, sobre todo en las telecomunicaciones, y la
reducción de los costes del transporte.

Tanto el neoliberalismo, como la globalización tal y como se han producido, han sido
objeto de fuertes críticas por los sectores académicos y por los movimientos sociales. Los
críticos acusan a la globalización liberal de haber reforzado el poder de las grandes
instituciones internacionales y de las multinacionales, en perjuicio de las democracias
nacionales, y de haber perjudicado a los pobres. Respecto a lo primero, cuanto más se
globaliza el mundo, más decisiones pasan a ser tomadas a nivel supranacional, por lo que
se debilita la soberanía de las democracias nacionales, pero conviene recordar que si los
electores respaldan a los gobiernos que han impulsado medidas de apertura al exterior es
porque suponen que tales medidas les benefician. En cuanto a los ciudadanos más
pobres, la considerable reducción de la tasa de pobreza mundial a partir de los años
ochenta desmiente ese supuesto efecto negativo de la globalización. Pero está claro que

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ha generado perdedores: los empresarios y trabajadores de aquellos sectores cuyas
perspectivas se han deteriorado por la creciente competencia internacional.

En principio cabría suponer que la globalización, al facilitar la difusión de las innovaciones


tecnológicas y de las mejoras en la política económica y en la gestión de las empresas,
debería facilitar el despegue de todos los países en desarrollo, pero el análisis empírico no
muestra un avance uniforme, sino una gran variedad de situaciones locales. la adopción de
las políticas recomendadas por el Consendo De Washington no siempre da resultado, no al
menos a corto plazo, y no hay consenso acerca de en qué medida el éxito reciente de
países como China o Taiwán se debe a la liberalización que, sin duda, han experimentado,
o al mantenimiento de cierto grado de control estatal, que también se ha dado. De hecho,
la enorme investigación empírica acerca de qué factores se correlacionan en mayor
medida con el desarrollo económico no ha conducido a conclusiones claras. Incluso los
países comunistas tuvieron décadas de desarrollo económico importante, como ocurrió en
la Unión Soviética en los años 50 y 60. Algunos estudiosos consideran que ciertas
prácticas institucionales muy condicionadas por el entorno social y cultural de cada país, y
por tanto difícilmente transferibles, pueden resultar cruciales para el desarrollo económico.

El economista británico PAUL COLLIER, en un influyente estudio sobre la situación de


1000 millones de personas que viven en los países menos desarrollados del mundo, en su
mayoría subsaharianos, no se ha centrado en los factores del desarrollo, sino en
obstáculos que impiden salir del atraso. Paul Collier sostiene que los países más pobres se
enfrentan a una o más de las siguientes situaciones que frenan su desarrollo:
• La frecuencia de los conflictos armados.
• La excesiva dependencia de recursos naturales fácilmente exportables, que a
menudo perjudica el desarrollo armonioso de la economía.
• El aislamiento respecto al comercio internacional de aquellos países sin acceso al
mar y a menudo rodeados de más países pobres.
• El mal gobierno.

Por último, cabe preguntarse si la desigualdad interna de los países tiene un efecto en
su desarrollo. Las investigaciones más recientes tienden a destacar los efectos negativos
de la desigualdad, no solo en el plano social, sino también en el económico. Diversos
estudios han establecido que la fuerte desigualdad genera una mayor tensión social y por
tanto mayor inestabilidad política; favorece la exigencia popular de una mayor
redistribución de la riqueza; e induce a la minoría rica a recurrir a la sanidad, a la
enseñanza e incluso a la seguridad privadas, y por tanto a no asumir el esfuerzo fiscal
necesario para que el Estado desarrolle esas funciones. Además, una desigualdad
acusada tiene efectos perjudiciales para la salud de la población, los logros educativos y la
tasa de criminalidad.

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