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13-20)
Este capítulo abordará el bienestar de la humanidad en perspectiva histórica,
prestando atención tanto a los avances realizados en las últimas décadas como a los
problemas que persisten, incluida la pobreza extrema que siguen padeciendo casi 1000
millones de seres humanos. En primer lugar, analizaremos el desarrollo económico
mundial y los factores que lo propician, examinaremos después el concepto más amplio
de desarrollo humano y, por último, nos centraremos en la Gran Recesión iniciada en el
2008, la más grave crisis económica que se ha producido en las últimas décadas.
En 1948, la Carta de las Naciones Unidas proclamó como objetivo común de todas las
naciones, por primera vez en la historia, el de promover niveles de vida más elevados,
trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo económico y social.
La cuestión que ahora abordaremos es en qué medida ha avanzado la humanidad en el
logro de esos objetivos, partiendo de la base de las dificultades, tanto estadísticas como
conceptuales, que plantea la medición del desarrollo económico y humano.
Si el PIB se divide entre la población se obtiene el PIB por habitante, que es una
aproximación útil al nivel de vida medio de un país. Si se quiere medir el PIB a lo largo de
los años y hacer comparaciones internacionales, tenemos dos problemas: los precios se
modifican de año en año, normalmente suben, y los niveles de precios varían de país a
país, siendo más altos en los países más ricos. Así, para medir y comparar, hay que
recurrir a otros dos instrumentos estadísticos: IPC (Índice de Precios de Consumo) y la
PPA (Paridad de Poder Adquisitivo).
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series históricas a precios constantes, tomando como base los precios de un año
determinado.
NO LIBRO: Lo primero que se advierte es que en el conjunto del mundo las tasas de crecimiento fueron más
elevadas en las décadas de los 50/60 y se redujeron a partir de los 70 (crisis del petróleo), sobre todo en
Europa Occidental y no tan acusadamente en Asia, sin embargo, ha sido dramático el caso de África cuya
tasa de crecimiento en los 80 fue negativa. En cuanto la URSS, tuvo en los 80 un crecimiento mediocre y en
los noventa con su desmembración en 15 Estados tuvo un retroceso anual del PIB del 3,5%.
En cuanto a los primeros 12 años del siglo XXI, las tasas de crecimiento del PMB han sido, en general, más
elevadas que en las tres últimas décadas a pesar de la grave recesión de 2009. Por otra parte, es
particularmente importante el crecimiento de países de desarrollo medio y bajo (China, India, etc.) mientras
que los países de alto desarrollo (USA, Japón y Europa) crecen a un ritmo muy moderado. Esto supone que
las diferencias entre países se están reduciendo .
Según el Fondo Monetario internacional el país con mayor nivel de ingresos por habitante,
medidos conforme a la paridad de poder adquisitivo, era en el 2018 Qatar, una rica
monarquía petrolera árabe, con 130.475 dólares, y el de menores ingresos la República
centroafricana, con 712. Es decir, que el ciudadano medio catarí
tenía unos ingresos 183 veces mayores que el centroafricano.
La figura 1.2 permite comprobar las diferencias que existen
entre los cuatro grandes grupos de países según su desarrollo
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humano y que el grupo de desarrollo muy alto, en el que se engloba España, tiene unos
ingresos por habitante casi 16 veces mayores que el grupo de desarrollo bajo.
La desigualdad económica sigue siendo enorme, a pesar de que en los últimos años los
países de desarrollo medio y bajo estén teniendo un crecimiento mayor que los países
desarrollados. Por otro lado, a la desigualdad entre países se suma la desigualdad
interna de cada uno de ellos.
Para evaluar el bienestar global de la humanidad, son más importantes las cifras de
pobreza, en las que sí se puede constatar un progreso. Para calcularlo es necesario fijar
el límite de la pobreza en un determinado nivel de ingresos. (NO LIBRO: Si se fija en dos
dólares diarios por persona, el número total de pobres, de acuerdo a la PPA de 2005, ha descendido desde
2.585 millones en 1981 (casi el 70% de la población mundial), hasta 2.471 millones en 2008 (el 43% de la
población mundial). El avance ha sido espectacular en China, donde se ha reducido del 98 al 30% de la
población, pero muy modesto en África Subsahariana donde se ha reducido del 72 al 69%. ) Según un
estudio, el número de personas que viven en extrema pobreza, definidos como aquellas
cuyos ingresos se sitúan en menos de 1,90 dólares actuales por día, se ha reducido
sustancialmente. Por supuesto, las estimaciones respecto a las fechas más antiguas son
muy aproximadas, pero se supone que en 1820, cuando la población mundial rondaba en
torno a 1000 millones de habitantes, más de 900 millones vivían en la pobreza extrema. En
el 2000, la población mundial era ya de 6000 millones y el número de quienes vivían en
una extrema pobreza había aumentado hasta 1700 millones, lo que, sin embargo, suponía
un porcentaje bastante menor que en 1820. En los primeros años del siglo XXI, la
pobreza se ha reducido no solo en términos relativos, sino en términos absolutos
también. En el 2015, la población mundial era de 7300 millones, pero solo vivían en la
extrema pobreza 730, es decir, una persona de cada 10, lo que sigue representando uno
de los grandes problemas del mundo actual, pero implica que hay casi 1000 millones de
pobres extremos menos que a finales del siglo pasado.
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1.1.3.-Los factores del desarrollo económico
El hecho de que 9 de los 15 países más desarrollados en 1815 los sigan siendo hoy en
día, sugiere que los orígenes de la desigualdad económica actual pueden ser bastante
remotos. Un estudio reciente sostiene que, las diferencias en el nivel tecnológico entre las
regiones del mundo en 1500, e incluso en el 1000 a. C. Inciden en las diferencias de
desarrollo de hoy en día, en parte porque la experiencia tecnológica facilita la capacidad de
adoptar nuevas tecnologías. Por ejemplo, el Próximo Oriente y China eran las
civilizaciones tecnológicamente más avanzadas en el 1000 a. C., por delante de India y
Europa, pero en 1500 Europa era ya la más avanzada seguida de las otras tres.
Conviene advertir que estas cuatro regiones fundamentales en los orígenes históricos del
desarrollo tecnológico (Europa, Próximo Oriente, India y China) ocupan una extensión
contigua en las latitudes medias del hemisferio norte en Eurasia, en un eje Este-Oeste,
ello ha representado una factor crucial en su desarrollo histórico, porque la similitud de
clima y la relativa facilidad de las comunicaciones han permitido la difusión de las
innovaciones agrícolas y ganaderas desde los tiempos más remotos. En cambio, América
y África están en un eje Norte-Sur, lo que genera una variedad climática que dificulta la
difusión de las plantas y el ganado. Su aislamiento geográfico respecto a los núcleos de
innovación euroasiáticos constituyó un obstáculo adicional. Por otra parte, la expansión
colonial europea se inició en el siglo XVI, permitió la ocupación de tierras templadas poco
pobladas de América y Oceanía, con resultados excelentes para los colonos: ese es el
origen de cuatro de los países más desarrollados del mundo de hoy: Estados Unidos,
Canadá Australia y Nueva Zelanda, Y también Argentina Chile y Uruguay.
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apenas deja duda acerca de la mayor capacidad de la economía de mercado para
generar desarrollo.
Las medidas liberalizadoras adoptadas por muchos gobiernos, a partir de los años 80, han
contribuido al avance de la globalización económica, que es la creciente interconexión
entre las economías nacionales de todo el mundo, a través del incremento del comercio, la
inversión extranjera y las migraciones. Pero el fenómeno de globalización tiene otros
factores, como la innovación tecnológica, sobre todo en las telecomunicaciones, y la
reducción de los costes del transporte.
Tanto el neoliberalismo, como la globalización tal y como se han producido, han sido
objeto de fuertes críticas por los sectores académicos y por los movimientos sociales. Los
críticos acusan a la globalización liberal de haber reforzado el poder de las grandes
instituciones internacionales y de las multinacionales, en perjuicio de las democracias
nacionales, y de haber perjudicado a los pobres. Respecto a lo primero, cuanto más se
globaliza el mundo, más decisiones pasan a ser tomadas a nivel supranacional, por lo que
se debilita la soberanía de las democracias nacionales, pero conviene recordar que si los
electores respaldan a los gobiernos que han impulsado medidas de apertura al exterior es
porque suponen que tales medidas les benefician. En cuanto a los ciudadanos más
pobres, la considerable reducción de la tasa de pobreza mundial a partir de los años
ochenta desmiente ese supuesto efecto negativo de la globalización. Pero está claro que
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ha generado perdedores: los empresarios y trabajadores de aquellos sectores cuyas
perspectivas se han deteriorado por la creciente competencia internacional.
Por último, cabe preguntarse si la desigualdad interna de los países tiene un efecto en
su desarrollo. Las investigaciones más recientes tienden a destacar los efectos negativos
de la desigualdad, no solo en el plano social, sino también en el económico. Diversos
estudios han establecido que la fuerte desigualdad genera una mayor tensión social y por
tanto mayor inestabilidad política; favorece la exigencia popular de una mayor
redistribución de la riqueza; e induce a la minoría rica a recurrir a la sanidad, a la
enseñanza e incluso a la seguridad privadas, y por tanto a no asumir el esfuerzo fiscal
necesario para que el Estado desarrolle esas funciones. Además, una desigualdad
acusada tiene efectos perjudiciales para la salud de la población, los logros educativos y la
tasa de criminalidad.