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2. EL DESARROLLO HUMANO (PP.

20-27)

1.2.-El desarrollo humano


El PIB por habitantes se obtiene dividiendo el PIB de un país entre su población y
representa una aproximación útil al nivel de bienestar medio del país, pero por sí mismo no
es un indicador suficientemente preciso, por ello, no se puede decir que crecimiento del
PIB y crecimiento del bienestar sean conceptos sinónimos. El economista y filósofo indio
AMARTYA SEN, que recibió el premio Nobel de Economía en 1998, realizó estudios
relevantes sobre este tema y un economista paquistaní, MAHBUB UL-HALQ, Concibió un
índice, que combinando los datos de ingresos, salud y conocimiento, ofreciera una visión
más real de los logros alcanzados en proporcionar una vida mejor a las personas. Surgió
así el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que fue adoptado por el Programa de
Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD). Desde 1990 el PNUD viene publicando
informes anuales que ofrecen los datos del IDH en los diferentes países del mundo, junto
con otras estadísticas relevantes.

 1.2.1.-Salud, educación y desarrollo humano en el mundo de hoy

El método para calcular el IDH se ha modificado en 2010. Desde entonces el Índice de


Desarrollo Humano representa la media geométrica de otros tres:
• La esperanza de vida (índice que representa lo que vivirá un recién nacido si se
mantienen las condiciones actuales).
• La educación (índice que combina los años promedio de escolarización, es decir los que
efectivamente han estudiado las personas de 25 años o más, con los años esperados de
escolarización, es decir los que tendrá un niño de 5 años si se mantienen las condiciones
actuales).
• Los ingresos (ya no se basa como en años anteriores en el PIB, sino en el ingreso
nacional bruto, el INB, que se calcula como el PNB, pero incluye también la ayuda exterior
que el país recibe, así incluye todas las rentas monetarias disponibles para ese país. Se
calcula según la PPA y de acuerdo con una escala logarítmica, refleja la diferencia que
supone que el aumento de los ingresos es menor cuanto mayor es el nivel de ingresos (la
diferencia entre ganar 100 euros/año y 200 euros/año es muy grande, la diferencia entre
ganar 20.100 y 20.200 es muy pequeña).

De acuerdo con su IDH, el PNUD divide a los países del mundo en cuatro cuadriles con el
mismo número de países cada uno: los de desarrollo muy alto, alto, medio y bajo.
-El grupo muy alto: Estados Unidos y Canadá, Europa Occidental y Central, Israel, Japón,
Corea del Sur, Chile y Argentina y Uruguay.
-El grupo alto: Rusia, Europa Oriental, Turquía, China y buena parte de América Latina.
-Desarrollo medio: Indonesia, India y Pakistán, Bangladés y otros países asiáticos, y
Sudáfrica.
-Desarrollo bajo: países del África subsahariana, junto con países en guerra como
Afganistán y Siria.
Los países árabes se distribuyen entre los cuatro grupos.

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En el cuadro 1.1 se representan los valores del IDH y de sus componentes para el mundo
en su conjunto y para los cuatro grupos de países según su desarrollo. Lo primero que
destaca en él es que existe una gran desigualdad entre los ingresos y una desigualdad
algo menor en la esperanza de vida y en los años de escolaridad. Los países del primer
grupo tienen unos ingresos por habitante veinte veces mayor que los del cuarto, pero la
diferencia de esperanza de vida es solo de 20 años. Japón y Hong Kong son los países de
mayor esperanza de vida (83 años) y la mínima se de en varios países del África
subsahariana. La brutal diferencia de las condiciones sanitarias de unos y otros países se
manifiesta también en la mortalidad de los niños menores de 5 años: en los países pobres
un niño de cada diez, muera antes de cumplir 5 años.

Las enfermedades- en los países menos desarrollados, las epidemias infecciosas siguen
siendo una gran amenaza. En las últimas décadas las epidemias infecciosas más letales
han sido la malaria y el sida. La malaria, ha desaparecido en el mundo desarrollado, pero
sigue teniendo una fuerte incidencia en el África subsahariana, donde mata cada año a una
persona de cada mil y es especialmente peligrosa para los niños.
En cuanto al sida, epidemia que se difundió en los años 80, su efecto se ha concentrado
sobre todo en África, donde el 2009 vivían 22 de los 33 millones de seropositivos del
mundo. En la actualidad, en los países del sur de África, la esperanza de vida se ha visto
reducida en torno al 20% como consecuencia del sida. En los países desarrollados, la
epidemia ha sido controlada y la tasa de seropositivos ronda el 0,1-0,2%.
Los factores de la elevada incidencia en el Sur de África han sido varios y algunos de ellos,
además polémicos. La reticencia al uso del condón por parte de los varones y su condena
por parte de la Iglesia han contribuido a ello, al igual que el elevado coste de los productos
farmacéuticos necesarios para combatir el sida o la actitud de algunos políticos, como
ejemplo, Thabo Mbeki, convencido de que el sida no era provocado por el VIH, frenó la
difusión de medidas sanitarias adecuadas en Sudáfrica, la epidemia de esta enfermedad
ha sido el factor fundamental por el cual, la esperanza de vida en el país, que era de 65
años en 1997, se ha reducido a 53 en 2012.

-El hambre: Para analizar el problema del hambre hay que distinguir entre la desnutrición,
que es la condición crónica de cientos de millones de personas en el mundo, y la
hambruna, que son situaciones coyunturales de empeoramiento de la alimentación en un
área geográfica. La hambruna ha sido un fenómeno frecuente a lo largo de la historia,
debido a que bastaba una mala cosecha local para generarla, hoy en día, los factores
puramente naturales, como las sequías, son menos importantes que los factores humanos,
como los conflictos armados o las decisiones de los gobiernos. A inicios de 2013, los 4
países más amenazados por el hambre según las NU eran: la República Democrática del
Congo, Malí, Siria y Sudán del Sur, todos ellos sufren los efectos de conflictos armados.

La sequía, la guerra y el mal gobierno, contribuyeron a la terrible hambruna de Etiopía


en 1984 y Somalia en 1992. De origen exclusivamente político fue la de Camboya de 1975,
en cuanto a la de Corea del Norte de 1994-1998, fue el resultado de varios factores: un
sistema económico comunista ineficiente que dependía de una ayuda soviética que
desapareció cuando la URSS se disolvió en 1991, el impacto de grandes inundaciones y
la incompetencia del sistema de socorro a los hambrientos, algo paliada por la ayuda

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internacional. Según las Naciones Unidas, en 2010 había en el mundo casi 900 millones de
personas desnutridas, frente a los mil millones que había 20 años antes. Como en esos
años la población mundial ha aumentado, el porcentaje de personas desnutridas se ha
reducido del 15 al 12%, pero sin duda este sigue siendo uno de los grandes males de la
humanidad. Además, la desnutrición se concentra en los países en desarrollo donde afecta
al 15% de la población, mientras que en los más desarrollados afecta al 1,4%. El África
subsahariana es la región del mundo con mayor incidencia, mientras que la mayor
obesidad se da en Estados Unidos, México, Venezuela, Sudáfrica y varios países árabes.
Algunos países se ven afectados de manera significativa por ambos problemas, la
desnutrición de algunos de sus habitantes y la obesidad de otros; caso de México,
Sudáfrica, Egipto, y varios Estados isleños del Pacífico.

La desigualdad en el campo educativo es también importante. Los años de


escolarización van desde los 4 en los países de desarrollo bajo a los casi 12 en los de
desarrollo muy alto. Las perspectivas para la nueva generación son mucho mejores. Se
esperan 16 años, en los muy desarrollados mientras subirá a 8 en los poco desarrollados.
Pero el nivel educativo de un país no puede medirse solo por los años que pasan en la
escuela, sino que hay que tener también en cuenta la calidad del aprendizaje. Al respecto,
la información más interesante la proporcionan las pruebas estandarizadas de lectura,
matemáticas, y ciencias para alumnos de 15 años que realiza el Programa Internacional
para la Evaluación de Estudiantes (PISA), que cubren casi exclusivamente a países de
desarrollo alto y muy alto.

 1.2.2.-El desarrollo humano en perspectiva histórica

Aunque la desigualdad de desarrollo humano entre los distintos países del mundo sigue
siendo muy importante, hay que destacar lo mucho que se ha avanzado incluso en los
países más pobres. Los países más desarrollados de hace siglo y medio tenían una
esperanza de vida más baja que la de los países más pobres de hoy y solo algo más alta
que la de tiempos medievales. El progreso experimentado a partir de fines del siglo XIX ha
representado, pues, un cambio radical en la condición humana. En España, por ejemplo, la
esperanza de vida ha pasado de 34 años en 1870 a 42 en 1913, 64 en 1950, 73 en 1973 y
83 hoy.

Esa espectacular victoria contra la amenaza de una muerte temprana ha sido el


resultado de un gran número de factores interrelacionados, pero vinculados al desarrollo
económico y la innovación tecnológica, tales como el incremento de la productividad
agrícola, el abaratamiento de los transportes, la mejora en el alcantarillado y el suministro
de agua, la mayor higiene doméstica, el avance de la medicina y la creación de una red de
atención sanitaria. se trata de una victoria que a menudo queda olvidada: muy pocos
creerían que España avanzó mucho entre 1913 y 1950 y, sin embargo, un niño que nacía
en 1950 podía esperar una vida 22 años más larga que la de 1 nacido en 1913. Y eso
significa que a pesar de la guerra civil y de las penurias de los años 40 los españoles de
1950 estaban mejor alimentados, vivían en condiciones más salubres, tenían mejor
atención sanitaria y se enfrentaban con menos frecuencia al dolor de que 1 de sus hijos
muriera en la infancia.

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Respecto a lo ocurrido en la 2mXX, figura 1.5 (basada en estimaciones realizadas por el
economista británico NICOLÁS CRAFTS, muestra el notable crecimiento del IDH en una
selección de países, dispuestos de izquierda a derecha según su IDH en 1950). Puede
observarse que el crecimiento ha sido mucho mayor en los países menos desarrollados en
aquella fecha, lo que implica una reducción de la desigualdad y una convergencia hacia los
índices más elevados. Esto se debe a las innovaciones que se han difundido con relativa
facilidad de unos países a otros, de manera que los avances agrícolas e industriales, las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación, los nuevos medicamentos e
incluso prácticas muy sencillas de higiene personal o el convencimiento de la importancia
de la escolarización han ido extendiéndose. Además, existen motivos por los que los
países en desarrollo tienen un mayor potencial de crecimiento del IDH que los muy
desarrollados: la prolongación de la esperanza de vida tiene sus límites y el incremento de
los ingresos por habitantes.

Entre 1950 y 1999, por otro lado, la convergencia ha sido casi completa en el grupo de
cabeza, al que se han incorporado Japón y España, pero también se ha reducido la
distancia entre los extremos. El crecimiento de Rusia fue modesto, solo de 8 puntos,
debido al estancamiento de las últimas décadas del régimen comunista y a las dificultades
iniciales en la transición a la economía de mercado. España, en cambio, aumentó su idea
IDH en 28 puntos, mientras que el aumento más espectacular se dio en China, que avanzó
49, aunque hay que tener en cuenta que en 1950 no había empezado todavía a
recuperarse de los desastres de la Guerra Mundial y de la guerra civil, acabado un año
antes. Pero lo más significativo es que todos los países del gráfico que en 1950 no habían
alcanzado el índice 0,7 lo incrementaron en más de 20 puntos porcentuales, con las únicas
excepciones de Rusia y Malawi. Estos dos últimos países son representativos de las
dificultades experimentadas respectivamente por los países de Europa central y oriental,
que solo a partir de 1990 iniciaron la transición hacia la economía de mercado, y por los
países del África subsahariana que, a finales del siglo XX, no habían conseguido iniciar su
despegue económico. El crecimiento del IDH se ha mantenido en el siglo XXI y en conjunto
el crecimiento desde 1990 a nuestros días ha sido importante, como puede verse en el
cuadro 1.2.

Los años iniciales del siglo XXI han sido favorables al crecimiento de los países en vías de
desarrollo, incluidos los subsaharianos. La tasa de crecimiento más baja se ha dado en
cambio en los países más desarrollados, que han sido además los más afectados por la
recesión que se inició en 2008.

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