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Con ocasión del distanciamiento social que a partir de marzo del año 2020 nos
impuso la emergencia sanitaria de carácter planetario, la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Sociales de la Universidad de Concepción, se planteó la alternativa de vincularse con
el medio a través de conferencias teniendo como soporte diversas plataformas
virtuales. Nos referiremos en especial al ciclo de conferencias "El Derecho del Trabajo
en la emergencia del COVID-19, alcances y problemas" que desarrolló el Programa de
Magíster en Derecho del Trabajo y Previsión Social y el Departamento de Derecho
Laboral de nuestra Facultad, el cual se propuso revisar aspectos de distinto alcance
que le ha tocado vivir al mundo del trabajo en el tiempo de esta pandemia sanitaria,
social y económica. Luego, la iniciativa del Programa de Magíster fue más ambiciosa y
buscó materializar en una publicación de carácter colectivo las reflexiones efectuadas
por los profesores de la Facultad, sumando a otros colaboradores del citado programa
e invitados especiales, los que fueron convocados para obtener un texto que facilitara el
estudio de esta relevante problemática y recogiera la opinión de sus autores en un
amplio enfoque, pues son todos de una trayectoria reconocida en el medio nacional e
internacional.
Los trabajos que presentamos reflejan un análisis riguroso y crítico, pero también
propositivo, respecto de la forma como han impactado estos eventos en el empleo y la
manera de enfrentarlos, conforme a la reglamentación disponible en el derecho del
trabajo, no solo acudiendo a la realidad chilena, sino contrastándolo con la experiencia
de las demás naciones.
Han dirigido y coordinado el presente libro, los profesores Diego Rosas Bertín y
Álvaro Domínguez Montoya, a quienes reconocemos y agradecemos el esfuerzo
desplegado.
Decano
1
RODRIGO PALOMO VÉLEZ*
RESUMEN: La crisis, y particularmente la crisis económica, acompaña al Derecho del Trabajo desde su
surgimiento, y lo ha golpeado con fuerza más de una vez. Pero la crisis pandémica no es una más.
Forzará una nueva reformulación de la disciplina con largo alcance, ya que en la reanudacio ´n de la
normalidad las cosas no sera´n como antes. En el caso chileno, esta crisis puso en evidencia las
falencias del Derecho Laboral neoliberal y la carencia de un Estado de Bienestar. En este ensayo se
postula que el escenario postpandemia puede ser un buen escenario para el Derecho del Trabajo en
Chile. Es hora de democratizar en serio las relaciones de trabajo.
Así las cosas, muchas veces se ha dicho que el Derecho del Trabajo es un derecho
3
en constante crisis . La crisis, y particularmente la crisis económica, acompaña a la
legislación laboral desde su surgimiento, y la ha golpeado con fuerza más de una vez.
Varias veces se ha llegado a diagnosticar su muerte. En los últimos tiempos, estos
vaticinios se han debido fundamentalmente a la arremetida flexibilizadora, en sus
distintas manifestaciones, y a una crisis de identidad, por el surgimiento de nuevas
zonas grises y demandas de fórmulas de protección eventualmente no laborales.
Lo cierto es que el Derecho del Trabajo sigue vigente, y sigue siendo indispensable
para todos sus actores. Unos más, otros menos, requieren de esta ordenación, aun
cuando cada cierto tiempo alguna crisis remece sus cimientos. Muy cierto es que "el
debilitamiento de una de las partes de un sistema laboral afecta en forma contundente
4
a las dema´s partes" . Ello, porque la razón de ser del Derecho del Trabajo, su función
histórica y duradera, es precisamente la búsqueda de un equilibrio estructural entre
5
intereses antagonistas .
Pero ésta no es una crisis más. La pandemia del coronavirus ha generado una crisis
sanitaria, social y económica sin precedentes. Además de su carácter global, su
intensidad y extensión todavía inciertas, del confinamiento y la paralización de
actividades; la crisis actual se superpone a otras, de arrastre. "El Derecho del Trabajo
6
ha llegado a una frontera entre un antes y un despues" .
El impacto de esta crisis en el trabajo y las relaciones laborales es enorme,
7
inconmensurable, al punto de erigirse como "la otra pandemia" . El extraordinario
impacto del COVID-19 en el desplome de la economi´a y en la pe´rdida de tejido
productivo y de empleo, no sera´ pasajero. Por lo mismo, la reformulación del Derecho
del Trabajo también debe pensarse con largo alcance, toda vez que en la reanudacio ´n
de la normalidad las cosas no sera´n como antes.
El mercado laboral heterogéneo y precario ya estaba ahí, pero ahora se nos presenta
con máxima crudeza, recordándonos la alta temporalidad contractual, la informalidad,
los débiles derechos colectivos y la limitada eficacia de derechos laborales.
La Ley Nº 21.227, mal llamada ley de protección del empleo, regula los efectos del
caso fortuito o fuerza mayor en materia de suspensión y terminación de contratos de
trabajos. En términos simples, habilita el acceso a fondos del seguro de cesantía en
determinados supuestos de suspensión contractual y de reducción de jornada.
Esta normativa es reflejo de una mala política pública levantada con una pésima
técnica legislativa, lo que se demuestra con los parches que se le han ido agregando y
el impacto que ha tenido esta ley en la realidad de las relaciones laborales,
generando un sinnúmero de problemas aplicativos y vaciando la protección frente al
desempleo.
Una ley que se construye esencialmente sobre el acuerdo de las partes para definir la
procedencia, condiciones y efectos del trabajo a distancia y teletrabajo, debería
considerar, como premisa básica, que ese acuerdo normalmente no se alcanzará en
situación de igualdad entre trabajador y empleador. Dicho de otra forma, cuando se
abre la puerta a la flexibilidad laboral, sin los debidos resguardos, puede ocurrir que los
trabajadores se vean forzados a pactar, no por voluntad libre, sino por necesidad de
mantener la fuente de ingresos. Las fórmulas de flexibilidad horaria o derechamente la
exclusión de la limitación a la jornada de trabajo, cuando se pacta trabajo a distancia o
teletrabajo, no quedan suficientemente contrapesadas con el reconocimiento, ahora
explícito, del derecho a la desconexión laboral.
Con el panorama descrito, no es de extran~ar que el futuro del Derecho del Trabajo
se encuentre nuevamente cuestionado y se aventuren —otra vez— distintas
premoniciones acerca de su probable evolucio´n. En efecto, junto a las tesis
inmovilistas, que entienden que el Derecho del Trabajo debe resistir inco´lume a los
embates ocasionados por cada crisis, existen posiciones proclives a su desaparicio´n,
que propugnan derechamente un "neocolonialismo" del Derecho Privado.
Sin embargo, el clima social que se ha ido formado durante esta última sacudida si
´smica es resultante de "una mezcla de apati´a, desconfianza, resignacio´n,
conformismo, miedo. Miedo, sobre todo. El de quien, expuesto al chantaje del
empleador, encuentra aceptable incluso un trabajo que implica una explotacio´n
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escandalosa" .
En la misma línea, Romagnoli —en lo que llama una "lección de modestia"— sostiene
que ha de llevarse al Derecho del Trabajo a sus dimensiones reales, "que son las
propias de un derecho que tiene poco que ver con la epicidad y mucho ma´s con la cro
´nica cotidiana, porque ha venido al mundo por ajustarlo un poco y no para rehacerlo de
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abajo a arriba" .
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Lo que es claro es que el Derecho del Trabajo no es el villano de la película . Muy por
16
el contrario, en épocas de crisis es cuando más hay que afirmar las tutelas laborales .
Lo peculiar, si se quiere, es que dichas tutelas no tienen por qué quedar limitadas al
trabajo subordinado, como ocurre en Chile y buena parte de los países de nuestro
entorno.
Si algo nos está enseñando esta crisis es que los seres humanos en el trabajo no
pueden ser reducidos a meros "recursos". Los trabajadores no son una "parte
interesada" cualquiera de la empresa: son su parte constitutiva. El trabajo no puede
reducirse a mera "mercancía". La crisis derivada de la pandemia demuestra que no
podemos dejar decisiones colectivas tan importantes en manos de los mecanismos del
17
mercado .
Urge, pues, repensar las normas laborales en clave democrática. En dicho contexto,
una verdadera reforma al Derecho Colectivo es la gran deuda pendiente. La
reformulación del Estado Social, en el marco del proceso constituyente, será también
decidora.
BIBLIOGRAFÍA
ARESE, César, "La búsqueda de vacuna eficaz contra la otra pandemia", Revista
Jurídica del Trabajo, 2020, número especial.
___________, "¿Qué está cambiando en el Derecho del Trabajo con la crisis del
COVID-19? Una reflexión de Francisco Trillo", 2020,
https://baylos.blogspot.com/2020/04/que-esta-cambiando-en-el-derecho-del.html.
CASAS, María Emilia, "El Derecho del Trabajo en la emergencia del COVID-19", 2020,
https://elpais.com/economia/2020/04/21/alternativas/1587464536_905491.html.
KAHN-FREUND, Otto, Trabajo y Derecho, Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, 1987.
PALOMEQUE, Manuel, "La función social y las transformaciones del Derecho del Trabajo",
Revista Jurídica del Trabajo, 2020, Nº 1.
PALOMO, Rodrigo, "Los principios del Derecho del Trabajo como cimientos de una
disciplina dinámica", Ignire, 2014, Vol. 5, Nºs. 1-2.
ROMAGNOLI, Umberto, "El derecho del trabajo después del seísmo global", 2016,
https://pasosalaizquierda.com/el-derecho-del-trabajo-despues-del-seismo-global/.
___________, "El futuro del Derecho del Trabajo no será el que una vez fue", Revista
de Administración Pública, 2016, Vol. 47.
2KAHN-FREUND, Otto, Trabajo y Derecho, Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, 1987, p. 65.
3 Entre nosotros, recientemente, GAMONAL, Sergio, "Derecho laboral, economía y pseudociencia", Derecho y Crítica Social, 2017, Nº 3-1, p. 3.
4RASO, Juan, "Salario, crisis, sistema", 2020, http://elblogdejuanraso.blogspot.com/2020/06/salario-crisis-sistema.html, consultada: 19 de junio 2020.
5PALOMEQUE, Manuel, "La función social y las transformaciones del Derecho del Trabajo", Revista Jurídica del Trabajo, 2020, Nº 1, pp. 4-5.
6ROMAGNOLI, Umberto, "El futuro del Derecho del Trabajo no será el que una vez fue", Revista de Administración Pública, 2016, Vol. 47, p. 157.
7ARESE, César, "La búsqueda de vacuna eficaz contra la otra pandemia", Revista Jurídica del Trabajo, 2020, número especial, p. 12.
8CASAS, María Emilia, "El Derecho del Trabajo en la emergencia del COVID-19", 2020,
https://elpais.com/economia/2020/04/21/alternativas/1587464536_905491.html, consultada: 20 de junio de 2020.
11PALOMO, Rodrigo, "Los principios del Derecho del Trabajo como cimientos de una disciplina dinámica", Ignire, 2014, Vol. 5, Nºs. 1-2, p. 11.
12ROMAGNOLI, Umberto, "El derecho del trabajo después del seísmo global", 2016, https://pasosalaizquierda.com/el-derecho-del-trabajo-despues-del-seismo
global/, consultada: 3 de julio de 2020.
13BAYLOS, Antonio, "¿Qué está cambiando en el Derecho del Trabajo con la crisis del COVID-19? Una reflexión de Francisco Trillo", 2020,
https://baylos.blogspot.com/2020/04/que-esta-cambiando-en-el-derecho-del.html, consultada: 12 de junio de 2020.
14ROMAGNOLI, Umberto, "Momentos de la historia de la cultura jurídica del trabajo", Revista de Derecho Social, 2016, Nº 73, p. 24.
19GOLDIN, Adrián, "Sobre la revisión de las normas laborales: conceptos, sentidos, orientaciones", Pensar en Derecho, 2017, Nº 11, pp. 43 y ss.
20DOMÍNGUEZ, Álvaro; MELLA, Patricio, "Trabajo y Derecho: un padre ausente, el conflicto social", Revista de Derecho Universidad Católica del Norte, 2015, Nº 1,
pp. 139-140.
RESUMEN: Uno de entre tantos otros problemas que se han presentado con la pandemia que ha
afectado a prácticamente todos los continentes, es la paralización de las actividades económicas con
las consecuencias que ello ha tenido para los trabajadores, especialmente respecto de aquellos que
se encuentran en situación de precariedad laboral y que no acceden a los remedios legislativos
aplicables a los trabajadores dependientes. La pandemia ha visibilizado el problema que existe detrás
del empleo informal, que con mayores dificultades puede acceder a las medidas que los gobiernos
han adoptado durante la emergencia. Existen los instrumentos que desde el derecho internacional
expresan ciertos consensos sobre las medidas legislativas y de política nacional que, reconociendo
relaciones laborales que deben considerarse como propias de la esfera de las relaciones
dependientes, hacen posible el efectivo ejercicio de derechos que a la fecha ha estado marginado de
la aplicación de las normas del derecho del trabajo y de la seguridad social.
PALABRAS CLAVES: Derechos laborales y de seguridad social, pandemia, relación de trabajo, formalidad
e informalidad laboral.
En efecto, se han aprobado diversas leyes que dicen relación con el trabajo y los
trabajadores. Dentro de estas identificamos la Ley Nº 20.220 que establece normas
relativas a la locación de la prestación de servicios, regulando la forma en la que se
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pueden proporcionar en un lugar distinto del establecimiento de la empresa ; también
las Leyes Nºs. 21.227 y 21.232, que consagran de pleno derecho la suspensión de los
efectos del contrato de trabajo o en virtud de convención, con motivo precisamente de
la peste que hace imposible su plena ejecución, o la disminución de la jornada pactada,
conectando con institutos de la legislación de la
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seguridad social, como es el caso del seguro de cesantía , al que por excepción puede
dársele aplicación agregándose en su caso, aporte fiscal para el caso de insuficiencia.
Otras normas legales dictadas, han cubierto necesidades de los sectores más
28 29
vulnerables como es el caso de las Leyes Nºs. 21.240 y 21.247 . Recientemente y
tras arduo debate, se aprobó una reforma constitucional que autoriza a los cotizantes
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del sistema privado de pensiones a retirar hasta un 10% de sus aportes .
También las modificaciones legales han tenido por objeto limitar los efectos
económicos negativos que la pandemia ha provocado con la paralización de las
actividades, modificando o constituyendo fondos determinados en ayuda de las micro y
pequeñas empresas31-32, ello, sin perjuicio de otras medidas de carácter administrativas,
dirigidas también a usuarios y consumidores.
Aunque han existido pronunciamientos judiciales que se orientan más bien por su
inclusión en el ámbito de las relaciones del trabajo dependiente, lo cierto es que no ha
existido reacción legislativa en esa misma línea.
Ello lleva necesariamente a colocar en el debate dos temas que han sido relevantes
en la actualización de la relación de trabajo como consecuencia de las nuevas formas
de producir, así como la necesidad de reconducir ciertas actividades productivas desde
la informalidad a la formalidad de la economía.
Útil resulta entonces recordar dos recomendaciones de la Organización Internacional
del Trabajo que señalan como expresión de voluntad tripartita
internacional, la conveniencia de que las legislaciones y políticas públicas asuman una
vocación tutelar en cuanto a estos procesos, tanto referidos a la relación laboral como a
esa necesaria transición hacia la formalidad de la economía, tanto legislativamente
como a través de las políticas públicas.
Un escenario laboral como el de hoy; con una alta tasa de desempleo, una fuerza de
trabajo incrementada por el alto número de trabajadores migrantes que llegaron desde
hace algunos años a nuestros país, la crisis social que paralizó varios centros
productivos, el cierre de empresas, etc.; ha provocado tanto la pérdida de puestos de
trabajo (desempleo) como la disminución en la calidad del empleo, resultando para
algunos atractiva y para otros indispensable la idea de huida hacia espacios de
informalidad laboral, que dejan a los trabajadores en situación de un trabajo precario,
sin estabilidad, bajas remuneraciones y marginados de la seguridad social.
Este llamado tiene un enfoque global, dialogante, respetuoso del contexto nacional,
pero también consciente de la necesaria correlación que debe existir entre los
miembros de un sistema de recíproca vinculación, en el que las diferencias normativas
laborales pueden transformarse en condiciones importantes de competencia desleal
entre los estados (dumping laboral), transformando la tutela laboral en cuestión de
costos más que de derechos.
La R198 establece que debe existir una amplia variedad de medios para la
determinación de la existencia de una relación laboral, la presunción legal cuando se
dan unos o varios indicios y determinar qué trabajadores deberían considerarse como
trabajadores asalariados o independientes.
Entre los elementos propios de los objetivos que se proponen, se encuentra la
necesaria definición de indicios específicos de existencia de una relación laboral, unos
asociados a la subordinación y otros a la dependencia o, estructurados según el modo
35
de prestación de los servicios o a las prestaciones causadas :
En tal sentido, y más que nunca, los indicios de laboralidad enunciados en la R198
son meramente ejemplificativos promoviéndose a los estados miembros a configurar
los mismos como orientaciones que permitan aplicar a los jueces la justicia a los casos
concretos.
39
Esta técnica revisada de indicios fue formalizada recientemente en la Ley AB5 del
Estado de California que, sin embargo, establece una amplia gama de excepciones
advirtiendo así que ella es como toda técnica de indicios, una técnica residual, aplicable
a aquellas zonas en las que existe dudas respecto a la dependencia o independencia
de una relación laboral.
Años después, en la 90ª Conferencia Internacional del Trabajo del año 2002, la OIT
reconocía que el problema de la informalidad laboral había dejado de mirarse como
algo "temporal o marginal" y su crecimiento y extensión, principalmente en países en
41
vías de desarrollo y en transición . El aumento del empleo en lo que denomina la
"economía informal", constituía un problema en la promoción del trabajo decente, pues
este tipo de empleo se caracteriza por la carencia o debilitamiento de derechos
42
laborales, tanto individuales como colectivos .
Asimismo, identificaba como uno de los factores de potenciación del empleo informal
el ajuste económico asociado a reformas o crisis económicas, como también la
43
pobreza, factores demográficos y a la globalización , todos ellos presentes en la actual
crisis sanitaria que nos afecta.
En general se caracterizan por ser relaciones laborales con menor o nula estabilidad,
bajos niveles de productividad, menores ingresos y ajenas a la protección de la
seguridad social.
En este sentido, la OIT se ha planteado una estrategia para que "en lo inmediato" se
reduzcan "los déficit de trabajo decente en la economía informal" y a "corto y mediano
plazo", se permita la transición de los trabajadores que se encuentran en la economía
45
informal hacia empleos formales .
Entiende la R204 que se refiere a todas las actividades económicas desarrolladas por
los trabajadores y las unidades económicas que están insuficientemente cubiertas por
46
sistemas formales .
Todo ello en el marco del diálogo social, consultándose a las organizaciones más
representativas de empleadores y de trabajadores y promover la participación activa de
dichas organizaciones, las que deberían incluir a las organizaciones representativas de
los trabajadores y las unidades económicas de la economía informal.
La R204 establece una serie de medidas de política que considera tanto aquellas de
gestión de políticas públicas generales como específicas, en el marco también de la
institucionalidad con reformas legales.
Las Recomendaciones que se analizan son claras en señalar los caminos hacia una
actualización de la relación de trabajo en vista de las nuevas formas de organización
empresarial. Se debe reforzar, atendidos los nuevos elementos, que es posible
identificar con la disrupción tecnológica, por una parte, así como la promoción de una
transición de la economía informal a la formal por la otra, que de nuevo aparece la
relación de trabajo en su centralidad.
BIBLIOGRAFÍA
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO. Conferencia Internacional del Trabajo 90ª reunión
2002. Informe VI. El trabajo decente y la economía informal. Disponible en:
https://www.ilo.org/public/spanish/standards/relm/ilc/ilc90/pdf/rep-vi.pdf.
OSSANDÓN, Víctor Andrés León, "El Trabajo Informal En Chile, ¿opción Voluntaria o
Condición Obligada?" Revista de Economía Laboral 15.2 (2018): 57-89.
PÉREZ DE LOS COBOS, Francisco, "El trabajo subordinado como tipo contractual",
Documentación Laboral, Nº 39, (1993).
SOMAVÍA, Juan, Trabajo decente. Memoria del Director General, 87ª Conferencia
Internacional del Trabajo, (Ginebra), (1999). Disponible en:
http://www.ilo.org/public/spanish/standards/relm/ilc/ilc87/rep-i.htm, (consultada 2 de
julio de 2020).
23** Profesora de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Vicedecana de la Facultad. Profesora invitada en Magíster en Derecho
del Trabajo y Previsión Social de la Universidad de Concepción.eds@uc.cl.
25 Esta ley se estaba tramitando con anterioridad a la legislación de emergencia, lo que la hizo más necesaria fue precisamente la imposibilidad de los
trabajadores de concurrir a trabajar atendidas las restricciones a la movilidad en las ciudades.
26 Opera de acuerdo a la Ley Nº 19.728 cuando ha terminado la relación laboral y se ha formado el fondo con aportes de las partes.
27 Durante la emergencia el Ministerio de Justicia y la Corte Suprema han constituido una comisión con la participación de servicios de la administración de
justicia, colegios de abogados y académicos, que ha tenido por objeto proponer medidas legislativas y de gestión judicial para la emergencia y para cuando
concluya en la justicia civil, de familia y laboral. Esta comisión analizó propuestas de organizaciones representativas de magistrados y funcionarios, entre otras. Por
ejemplo, la elaborada por una Comisión del Programa de Magíster Mención Laboral de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile,
formada por los magistrados Álvaro Flores Monardes, Paola Díaz Urtubia, y los académicos y litigantes Rodolfo Caballero Muñoz, Raimundo Opazo Mulack y
Sergio Fuica Gutiérrez, dirigida por uno de los autores de este trabajo quien formó parte de la Comisión.
29 Ley Nº 21.247 que establece beneficios para padres, madres y cuidadores de niños o niñas.
30 Ley Nº 21.248 que permite el retiro excepcional de los fondos acumulados de capitalización individual.
31 Ley Nº 21.225 que establece medidas para apoyar a las familias y a las micro, pequeñas y medianas empresas por el impacto de la enfermedad CIVID-19 en
Chile.
32 Ley Nº 21.229 que aumenta el capital del fondo de garantía de pequeños y medianos empresarios (FOGPE) y flexibiliza temporalmente sus requisitos.
34 Es lo que ocurre con la Ley Nº 21.243 que extiende y aumenta el ingreso familiar de emergencia.
35CARBALLO, César, "Indicios de la relación de trabajo y empresas digitales. Ensayo sobre la ceguera", Revista Trabajo y Dereco 65/2020 (2020), Nº 65 (Wolters
Kluwer):1-23, p. 4.
36PÉREZ DE LOS COBOS, Francisco, "El trabajo subordinado como tipo contractual", Documentación Laboral, Nº 39 (1993), p. 39.
37CARBALLO, César, "Indicios de la relación de trabajo y empresas digitales. Ensayo sobre la ceguera", op. cit., p. 5.
38DEKNATEL, Anna y HOFF-DOWNING, Laurie, "ABC on the books and in the Courts: an analysis of recent independent contractor and misclassification statues",
University of Pennsylvania Journal of Law and Social Change, (2015), Vol. 18, p. 65.
40SOMAVÍA, Juan, Trabajo decente. Memoria del Director General, 87ª Conferencia Internacional del Trabajo (Ginebra), (1999). 41O RGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL
TRABAJO. Conferencia Internacional del Trabajo 90ª reunión 2002. Informe VI. El trabajo decente y la economía informal, p. 1. 42Ibid., pp. 44, 62-66.
44OSSANDÓN, Víctor Andrés León, "El Trabajo Informal En Chile, ¿opción Voluntaria o Condición Obligada?", Revista de Economía Laboral 15.2 (2018): 57-89, p.
58.
45ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO. Conferencia Internacional del Trabajo 90ª reunión 2002. Informe VI. El trabajo decente y la economía informal, p. 5.
47 También en rango constitucional, en que es posible advertir declaraciones de derechos constitucionales que jamás se ejercerán, pero que dan prestigio y
votos a sus promotores. El lirismo legal es un problema serio en algunos de nuestros países en el continente, aunque el lirismo constitucional es mayor.
48OSSANDÓN, Víctor Andrés León, "El Trabajo Informal En Chile, ¿opción Voluntaria o Condición Obligada?", op. cit., pp. 60 y 87.
49JIMÉNEZ, Diana Marcela, "La Informalidad Laboral En América Latina: ¿explicación Estructuralista O Institucionalista?", Cuadernos de Economía (Santafé de
Bogotá) 31.58 (2012): 113-143, pp. 136 y 137.
50 Este es un tema que ya se discute en la facultad en la que se desempeñan los autores de esta obra.
51 Debería considerarse además a la seguridad social como un derecho fundamental en el trabajo, como derechos fundamentales entre los derechos.
52 Independientemente de la justificación que en los últimos años puedan tener algunas de las modificaciones legales aprobadas y del respaldo constitucional
que hayan podido tener, se ha hecho habitual legislar en el fondo y en la forma, de acuerdo a intereses muy secundarios y, en algunos casos, de dudosa
sustentación técnica, que podrían provocar, incluso, efectos contrarios con los que se han revestido las propuestas legislativas por sus autores.
ALGUNAS APLICACIONES DEL PRINCIPIO DE BUENA FE EN LA NORMATIVA LABORAL SOBRE EL
COVID-19
I. INTRODUCCIÓN
En relación con la LPE, puede decirse que parte importante de su objetivo es que,
frente a la crisis que puedan estar viviendo las empresas, se puedan conservar
puestos de trabajo mediante su reconducción a la figura de la suspensión de contrato
de trabajo, y evitar así el despido de los trabajadores. El autor español Mercader
Uguina sostiene que el fundamento de la suspensión se encuentra relacionado con el
principio de estabilidad en el empleo, ya que a través de este mecanismo se busca
"impedir que determinadas situaciones que imposibilitan coyunturalmente prestar
56
trabajo ocasionen la ruptura definitiva del contrato" .
En efecto, uno de los aspectos más novedosos que introduce dicha ley es la
regulación de la suspensión temporal de la relación laboral acompañada de la
posibilidad para el trabajador de acceder a las prestaciones del seguro de desempleo.
A través del presente trabajo no pretendemos analizar todos los aspectos de la LPE,
sino sólo ciertas cuestiones que nos parecen necesarias de enfocar a la luz del
principio de la buena fe, con miras a su correcta aplicación. En particular, trataremos
los siguientes temas: la suspensión del contrato frente a aquellos de trabajadores
contratados para prestar servicios desde su hogar; el deber de secreto empresarial
durante la suspensión del contrato; el ius variandi especial que puede operar durante la
vigencia de LPE; y, por último, haremos referencia al derecho de desconexión
contenido en la Ley Nº 21.220 antes mencionada.
Antecedentes
La Ley Nº 21.227 contempla dos tipos de suspensiones del contrato de trabajo; una,
que podríamos denominar "legal", y, otra, "convencional". La primera, opera de "pleno
derecho o por el sólo ministerio de la ley" (cfr. inc. 1º art. 3º art. LPE) como
consecuencia de un acto o declaración del Subsecretario de Hacienda (cfr. inc. 2º art.
1º LPE) que "establezca medidas sanitarias o de seguridad interior para el control de la
enfermedad denominada COVID-19, que impliquen la paralización de
actividades en todo o parte del territorio del país y que impida o prohíba totalmente la
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prestación de los servicios contratados", (inc. 1º art. 1º) . Como contrapartida de esta
suspensión, se permite a los trabajadores afiliados al seguro de desempleo de la Ley
Nº 19.728, que puedan acceder a las prestaciones de este régimen (inc. 1º art. 1º LPE),
según se detalla en el art. 2º de la LPE.
Así, si una empresa está comprendida dentro de este acto de autoridad, y no está
exceptuada, necesariamente tiene que paralizar sus actividades y, como consecuencia
de ello, se suspenden las relaciones laborales que mantiene con sus trabajadores.
Con todo, dicha suspensión no afecta a las que podríamos denominar empresas
esenciales, que se encuentran exceptuadas de la paralización de actividades por las
60
funciones de utilidad pública que cumplen para la población .
Sobre este punto, se incorporó un nuevo inc. 3º al art. 5º de la LPE, que contiene una
presunción de afectación parcial "cuando en el mes anterior a la suscripción del pacto
sus ingresos por ventas o servicios netos del Impuesto al Valor Agregado hayan
experimentado una caída igual o superior a un 20% respecto del mismo mes del año
62
anterior" . Lamentablemente la presunción sólo se pensó para el caso de una
afectación económica, y no se contempló el supuesto de una contingencia relativa a la
salud de los trabajadores. A pesar de ello, pensamos que la empresa también puede
verse afectada por problemas sanitarios, como consecuencia de un brote de la
infección en sus dependencias que amerite una suspensión convencional para evitar el
contagio del resto de los trabajadores.
a) Trabajadores que trabajen en sus domicilios: todos aquellos trabajadores que han
sido contratados precisamente para prestar sus servicios en sus domicilios, por
ejemplo, vía teletrabajo, quedarían excluido de esta clase de suspensión. Lo anterior,
debido a que no se estaría, en estricto rigor, en el supuesto de la ley para que se
produzca la suspensión legal. Recordemos que para ello se requieren dos requisitos
copulativos del acto de autoridad (Resolución del Ministerio de Hacienda): a) que
implique la paralización en todo o parte del territorio del país y; b) que impida o prohíba
totalmente la prestación de los servicios contratados" (inc. 1º art. 1º LPE). Ciertamente,
una persona que presta servicios desde su hogar vía teletrabajo, no cumple con el
requisito descrito en la letra b), toda vez que la paralización dictada para un territorio no
impide, en este caso, que pueda continuar realizando sus servicios.
Justamente, entre las manifestaciones concretas del deber del empleador derivadas
de la buena fe, se menciona el deber de dar la ocupación efectiva contratada al
66
trabajador . Esta obligación del empleador consiste en "brindar trabajo efectivo y
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adecuado a la categoría o función que cumple el trabajador" . Es necesario subrayar,
que tras el derecho del trabajador a ejecutar la "ocupación" para la cual fue contratado,
se encuentra no sólo una cuestión de índole económico, sino que la idea de que el
trabajo trasciende el aspecto únicamente económico. Consideraciones como las
expuestas se utilizan cuando el empleador no permite que el trabajador desarrolle su
tarea asignada en su contrato —aun cuando se siga pagando su remuneración—,
afirmándose así que "el contrato de trabajo tiene, además del económico, un profundo
contenido moral con manifestaciones jurídicas, y entre estas obligaciones ético-
jurídicas, de responsabilidad del empleador, cabe destacar, entre
otros, el deber de ocupación efectiva y adecuada y, en general, el de protección al
68
dependiente y respetar su honra y dignidad personal" .
Se sostiene que, como consecuencia del deber de ocupación, el empleador tiene que
adoptar todas las diligencias necesarias para posibilitar que el trabajador ejecute su
trabajo. En tal sentido, se indica que deberá ir adecuando las posibilidades de la
empresa a las circunstancias que "afecten su marcha e impidan la normal ejecución de
69
su labor por parte de los trabajadores" .
Como se sabe, no existe en el CdT una norma específica que establezca este deber
para el trabajador. En otros ordenamientos, como el argentino, se contempla
expresamente ese deber del trabajador en la legislación laboral. Así, la Ley Nº 20.744
de Contrato de Trabajo, en su artículo 85, titulado "Deber de Fidelidad", dispone: "El
trabajador debe observar todos aquellos deberes de fidelidad que deriven de la índole
de las tareas que tenga asignadas, guardando reserva o secreto de las informaciones a
72
que tenga acceso y que exijan tal comportamiento de su parte" .
Por otro lado, en España sucede algo similar a nuestra situación, ya que no existe
una norma en el Estatuto de los Trabajadores (en adelante ET) que contenga en
particular el deber de secreto. No obstante, como lo señalan Sala Franco y Todolí,
"doctrina y jurisprudencia coinciden unánimemente en reconducirlo al deber genérico
de buena fe contractual del trabajador" que se encontraría presente en diversas
73
disposiciones del ET . De esta suerte, se han calificado como contrarios a ese deber
"la obtención de información reservada a través de consultas al ordenador, revelar
secretos conocidos por razón del cargo o, en fin, comunicar información reservada de la
74
empresa" .
Nuestra doctrina nacional también mantiene ese criterio. En efecto, Thayer y Novoa
estiman que, en virtud del principio de buena fe, el trabajador tiene un deber de
fidelidad que lo obliga a no difundir "secretos industriales", que no sería una obligación
que integra la "naturaleza" del negocio jurídico, sino, más bien, parte de los deberes
75
esenciales y principales del contrato de trabajo . En esa línea, Irureta sostiene que en
virtud de la buena fe el trabajador debe cumplir con deberes de cooperacio´n para con
la empresa, entre los que se encuentran el deber de secreto, que obliga a guardar la
debida confidencialidad y discrecio´n sobre determinados asuntos o informaciones de
76
las cuales tome conocimiento el trabajador en razo´n de su cargo .
Sobre esta base, si el deber de secreto se mantiene con posterioridad al término del
contrato, con mayor razón éste sigue siendo exigible si el contrato continúa, aun
cuando se encuentre suspendido. A este respecto, la doctrina comparada considera
que, durante el período de suspensión, dada la permanencia del vínculo contractual,
empresario y trabajador siguen sometidos a las exigencias de buena fe, entre las
cuales se encuentra, como se ha señalado, el deber de secreto o reserva. Se concluye
así que la vigencia de estos deberes y obligaciones puede justificar la imposición de
sanciones disciplinarias e incluso el despido del trabajador durante los períodos de
83
suspensión de su contrato de trabajo .
Como se observa, las empresas que están facultadas para aplicar dicha norma son
aquellas que "deban continuar funcionando, conforme a la resolución a que se refiere el
inciso segundo del artículo 1º". Es decir, la facultad conferida por esta ley recae
exclusivamente en los empleadores cuyas empresas o establecimientos, al tenor de las
Resoluciones Exentas Nºs. 88 y 133 del Ministerio de Hacienda, deban continuar
desarrollando sus actividades por la importancia que representan para la utilidad
85
pública .
Bajo estas circunstancias, a la hora de determinar las nuevas labores que asumirá el
trabajador, la buena fe podría operar en su vertiente interpretativa de normas
89
jurídicas . A diferencia de la regulación general del artículo 12 del CdT, que autoriza al
empleador a alterar las funciones del trabajador a "condición de que se trate de labores
similares", el precepto que ahora comentamos no señala nada a este respecto.
Por último, cabe apuntar que el art. 20 LPE no prohíbe, en forma expresa, que el
cambio de funciones importe un "menoscabo", como sí sucede con el art. 12 CdT. Sin
embargo, pensamos que por la aplicación del principio de la buena fe, igualmente, no
resultaría posible que el ejercicio de la esta facultad pueda perjudicar al trabajador, ya
91
sea que se trate de un menoscabo económico, físico o moral . En efecto, una de las
manifestaciones de este principio implica excluir "todo acto que lleve la intención de
92
perjudicar al otro contratante" . Por consiguiente, la buena fe operaría como límite a un
93
eventual ius variandi in peius o abusivo . Aquí el acento estriba en el daño causado,
materializado en la idea de menoscabo. Este último sería todo hecho o circunstancia
que afecte negativamente al trabajador, "tales como mayores gastos, una mayor
relación de subordinación o dependencia, condiciones ambientales adversas,
94
disminución de ingresos" . El empleador, al evitar cualquier daño en el
uso de esta facultad, no se expondría a un eventual y legítimo derecho de resistencia
95
del trabajador , sobre todo si la decisión atenta contra la salud y vida de este último.
Sin embargo, en la actual era digital el criterio expuesto resulta de difícil aplicación
para los trabajadores. Y es que nos encontramos ante un fenómeno de hiperconexión
que no sólo está presente en el ámbito laboral, sino que permea en todos los
quehaceres de las personas en general, en especial a partir de la proliferación de los
teléfonos inteligentes o smartphones. En este contexto, se advierte que las nuevas
tecnologías están provocando que se desdibuje, y en ocasiones casi desaparezca, la
96
línea divisoria entre la vida personal y laboral del trabajador . Evidentemente, ello
importa un detrimento de los derechos de los trabajadores, que verán poblarse su
tiempo de descanso de compromisos laborales y obligaciones derivadas del contrato de
97
trabajo . Todo lo cual termina repercutiendo en la salud física y mental de quienes se
encuentra en esta situación.
En este escenario, es que la ley citada se hace cargo de este fenómeno en los
siguientes términos:
No concordamos con esta forma de reconocer este derecho, nos parece que lo
acertado hubiera sido contemplarlo para toda clase de trabajadores, sean o no
teletrabajadores —o trabajadores a distancia—, sea o no trabajadores excluidos de la
limitación de la jornada de trabajo.
Con todo, aunque se haya reconocido este derecho sólo para los teletrabajadores en
las circunstancias antes indicadas, esto no importa que el resto de los trabajadores sí
puedan verse afectados por comunicaciones (o requerimientos) provenientes de la
empresa, durante sus períodos de descansos.
De acuerdo con lo expuesto, para que sea realmente efectivo este derecho de
desconexión, se requeriría no sólo que no exista la obligación de no responder, sino
además de no enviar comunicaciones fuera de la jornada de los trabajadores. En
efecto, si hablamos de una intervención de la empresa en esta cuestión; primero, es
obvio que no puede obligar a sus trabajadores a responder comunicaciones del entorno
del trabajo; segundo, habría que procurar que tales comunicaciones no lleguen a
destino durante los tiempos de descanso.
BIBLIOGRAFÍA
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THAYER, William, y NOVOA, Patricio, Manual de Derecho del Trabajo, t. III, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 2007.
53* Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile. Doctor en Derecho por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor
titular de Derecho del Trabajo, Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes y profesor invitado en Magíster en Derecho del Trabajo y Previsión Social,
Universidad de Concepción.
**
Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile. Profesor asistente, Facultad de Derecho, Universidad de Chile. Profesor de
Historia del Derecho e Historia de las Instituciones de Chile, Facultad de Derecho, Universidad de los Andes, Chile. Este artículo también forma parte de la obra
colectiva "La buena fe en el derecho. Estudios en homenaje a los treinta años de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes (Chile) 1990-2020",
editada por Tirant lo Blanch.
54 En Chile, el desempleo a nivel nacional alcanzó un récord histórico de 8,2% para el trimestre enero-marzo 2020. Es el mayor en 10 años. Se espera que la
tasa se empine sobre los dos dígitos. Véase: https://www.cnnchile.com/economia/desempleo-chile-82-enero-marzo-2020_20200430/ , [consultado el 30 de mayo
de 2020].
56MERCADER UGUINA, Jesús, Lecciones de Derecho del Trabajo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2018, p. 554.
57CRUZ VILLALÓN, Jesús, Compendio de Derecho del Trabajo, Tecnos, Madrid, 2019, p. 210.
58PLÁ RODRÍGUEZ, Américo, Los Principios del Derecho del Trabajo, Fundación de Cultura Uruguaya, Montevideo, 2015, p. 340.
60 Véase inc. final art. 3º LPE. Asimismo, véase el art. 2º de las Resoluciones Exentas Nºs. 88 y 33 del Ministerio de Hacienda.
64DIE´GUEZ CUERVO, Gonzalo, Lecciones de Derecho del Trabajo, Marcial Pons, Madrid, 1995, p. 269.
65GRISOLÍA, Julio y HIERREZUELO, Ricardo, Derechos y Deberes en el Contrato de Trabajo, AbeledoPerrot, Buenos Aires, Argentina, 2010, p. 13. 66G RISOLÍA
y HIERREZUELO, op. cit., p. 20. En el mismo sentido, CONDE MARÍN, Emilia, La Buena Fe en el Contrato de Trabajo, La Ley, Madrid, 2007, p. 302. 67GRISOLÍA
y HIERREZUELO, op. cit., p. 263. CONDE MARÍN, Emilia, op. cit., p. 304.
68 Corte Suprema 30 noviembre de 2005, rol Nº 4125-2004. Normalmente se trata se casos donde el trabajador demanda su despido indirecto, pues el
empleador no le permite trabajar en lo que fue contratado con miras a forzar su renuncia.
69GRISOLÍA y HIERREZUELO, op. cit., p. 268.
70ROJAS, Irene, Derecho del Trabajo. Derecho Individual del Trabajo, Thomson Reuters, Santiago, 2015, p. 374.
73SALA FRANCO, Tomás, y TODOLÍ, Adrián, El deber de los trabajadores de no violar los secretos de la empresa y los acuerdos de confidencialidad, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2016, p. 37.
75THAYER, William, y NOVOA, Patricio, Manual de Derecho del Trabajo, T. III, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2007, p. 424. 76I RURETA,
Pedro: "Vigencia del principio de la buena fe en el Derecho del Trabajo chileno", Ius et Praxis 17, 2011, 2, p. 163. 77 Corte Suprema, 11 de
noviembre de 2009, rol Nº 6611-2009. En el mismo sentido, Corte Suprema 18 de octubre de 2012, rol Nº 821-2012. 78 Corte de Apelaciones
79SIERRA, Alfredo, "Las cláusulas de confidencialidad en el contrato de trabajo", Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2º
semestre, 2013, pp. 155 y ss.
81ALONSO, Manuel y CASAS, María Emilia: Derecho del Trabajo, Madrid, Civitas, 2006, p. 370.
84MOREIRA, Danilo. "Ius variandi (con especial énfasis en las tendencias jurisprudenciales)", Derecho del Trabajo, T. I, Fundación de Cultura Universitaria,
Montevideo, 2015, p. 353.
85 En el apartado segundo de ambas resoluciones, se indican las actividades que deben operar. Se encuentran agrupadas por rubros: i) salud, ii) emergencias,
iii) servicios de utilidad pública, iv) alimentos y comercio esencial, v) transportes, vi) seguridad, vii) prensa, viii) educación y ix) otros.
86 El CdT informa de otros casos de ius variandi especial. Así, el art. 89 referido a los trabajadores agrícolas; los artículos 117 y 118 sobre el contrato de
embarco; y el art. 152 ter D en el caso de los tripulantes de vuelo y cabina. Véase M ELIS, Christian y SÁEZ, Felipe, El contrato individual de trabajo en los dictámenes
de la Dirección del Trabajo, LegalPublishing, Santiago, 2009, p. 86.
88IRURETA, op. cit., p. 165; GARCÍA, Jordi. "La vigencia del principio de la buena fe en las relaciones laborales", en: Revista Chilena de Derecho del Trabajo y de la
Seguridad Social, Vol. 4, Nº 7, 2013, pp. 69-71 y 122.
89IRURETA, op. cit., pp. 143-154. GARCÍA, op. cit., pp. 63-68.
94 Dirección del Trabajo, Ord. Nº 4.428/173, de 22 de octubre de 2003. En sede judicial, Corte de Apelaciones de San Miguel, 8 de abril de 2016, rol Nº 49-
2016.
96AGUILERA, Raquel y CRISTÓBAL, Rosario: "Nuevas tecnologías y tiempo de trabajo: el derecho a la desconexión tecnológica", El futuro del trabajo que queremos.
Conferencia Nacional Tripartita, 28 de marzo de 2017, Iniciativa del Centenario de la OIT (1919-2019), 2017, Vol. 2, p. 333.
97MARTÍNEZ, Nora: El régimen jurídico de la disponibilidad horaria, Thomson Reuters, Cizur Menor Navarra, Pamplona, 2011, p. 29.
100REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua Española, 23ª edición, 2014, voz "desconectar", segunda acepción. Disponible en: http://dle.rae.es/?
id=GilsITP .
RESUMEN: En este artículo se pretende exponer de manera crítica y sistematizada los efectos previsionales que se producen
por aplicación de la Ley Nº 21.227, sea que se hayan expuesto o, incluso, buscado, de manera expresa en la ley o que sean
potenciales consecuencias de su aplicación. El objetivo final es determinar si las fórmulas establecidas en la referida ley para
enfrentar los efectos laborales de la pandemia, constituyen o no su solución desde el punto de vista de las respuestas que la
Seguridad Social debe otorgar, frente del acaecimiento de un verdadero riesgo social no previsto previamente en toda su
magnitud.
PALABRAS CLAVES: Suspensión, reducción de jornada, seguro de desempleo.
INTRODUCCIÓN
102
La Ley Nº 21.227 se conoce, comúnmente, como ley de protección al empleo, pero en realidad se
trata de una ley que, como por lo demás lo indica su título, hace aplicables las prestaciones del seguro
social de desempleo a contingencias diferentes de aquellas para las cuales se creó; en este caso, para
situaciones de suspensión de contrato de trabajo, ya sea por orden o declaración de autoridad o por
acuerdo de las partes, y para el caso de disminución de la jornada de trabajo. Sin perjuicio de lo dicho,
eventualmente, podría significar una protección al empleo pues evita el despido inmediato del trabajador y
confiere la posibilidad de que, mientras dure la suspensión de los efectos del contrato de trabajo, se
conserve la fuente laboral permitiendo que se reasuman las funciones una vez terminada la emergencia.
El proyecto de ley de protección al empleo fue una iniciativa del Gobierno presentada al Senado el 6 de
enero de 2020, motivado no por la pandemia originada por los contagios de coronavirus, sino como
respuesta a los problemas laborales suscitados por el estallido social iniciado en octubre. Ese proyecto no
ha llegado a ser ley, tramitándose, en cambio, uno diferente, que concluyó con la dictación de la Ley Nº
103 104
21.227 , modificada por la Ley Nº 21.232 .
105
El proyecto iniciado en enero no ha continuado con su tramitación , habiéndose retirado la urgencia en
marzo pasado.
La Ley Nº 21.227, por su parte, constituye uno más de los intentos destinados a aminorar los nefastos
efectos y consecuencias que la pandemia provocada por el COVID-19 produce en el empleo,
específicamente en lo que dice relación con la situación de los contratos de trabajo, pero como se indicó,
se centra en conferir beneficios previsionales en los casos de suspensión de los efectos de los contratos de
trabajo o de disminución de jornada. No se trata de una ley que regule o reconozca la legitimidad del
derecho a suspender dichos efectos, sino a conferirles un efecto especial, por ser ello consecuencia de un
acto de autoridad o acuerdo entre las partes, pero motivado por la pandemia. Forma parte del denominado
Plan de Emergencia Económica impulsado por el Gobierno que, reconociendo la crisis profunda pero a la
vez temporal que implica la enfermedad, planteó tres ejes o pilares principales: (i) reforzar el presupuesto
del sistema de salud; (ii) proteger los ingresos familiares; y (iii) proteger los puestos de trabajo y a las
empresas que los generan, proponiendo medidas orientadas a proteger el empleo, estableciendo de forma
excepcional y transitoria propuestas que permitan
mantener las fuentes de empleo junto con otorgar las holguras suficientes para que las empresas puedan
106
recuperarse después de la crisis y los trabajadores conservar sus empleos .
En este contexto, la ley regula tres hipótesis que dan o pueden dar derecho a las prestaciones del seguro
de cesantía regulado por la Ley Nº 19.728. Cada una de estas opera bajo supuestos diversos, esto es: (i)
acceso extraordinario a prestaciones de cesantía por efecto de la declaración o acto de autoridad que
disponga la paralización total de actividades; (ii) pactos de suspensión de los efectos del contrato de trabajo
y; (iii) pactos de reducción temporal de las jornadas de trabajos.
En cada uno de los eventos señalados se permite el acceso, condicionado al cumplimiento de ciertos
requisitos, a las prestaciones reguladas en la Ley Nº 19.728 sobre seguro de desempleo.
I. ASPECTOS GENERALES
El sistema creado por la Ley Nº 21.227 autoriza a utilizar los fondos que se encuentran tanto en la cuenta
individual de cesantía, como en el Fondo de Cesantía Solidario. Este fondo, según lo indica la Ley Nº
19.728, se conforma con un aporte anual del Estado ascendente a 225.792 unidades tributarias mensuales,
las que se deben enterar en 12 cuotas mensuales de 18.816 unidades tributarias mensuales.
La Ley Nº 21.227, establece que para contribuir a la sustentabilidad del Fondo se comprometen recursos
fiscales en la cantidad necesaria para el financiamiento de las prestaciones, los que deben ser
determinados por la Dirección de Presupuesto, con base en un estudio actuarial, según se requiera, pero
en ningún caso excediendo de dos millones de dólares, siendo enterado en el equivalente a moneda
nacional. Pero estos fondos deben ser reintegrados al fisco en un plazo de no más de diez años contados
desde la fecha en que se ejecute cada uno de los retiros, hasta el tope indicado, así como también los
intereses según la tasa de endeudamiento fiscal. Esta obligación rige sólo cuando el valor del Fondo
sobrepase en 1,5 veces la magnitud que se indique en el estudio actuarial a que se hizo referencia. Los
mecanismos para efectuar los aportes y reintegros deben ser determinado por un decreto del Ministerio de
Hacienda.
Como se aprecia, con estas medidas se asegura el funcionamiento futuro del Fondo de Cesantía
Solidario, el que podrá seguir respondiendo a las prestaciones para las cuales fue originalmente creado.
Es decir, lo excepcional de la situación es que hacen aplicables las prestaciones originalmente creadas
para un riesgo social específico, esto es, el desempleo, a hipótesis diferentes a las establecidas en la ley,
bajo diversas exigencias, aun cuando, de igual forma, se trata de contingencias que pueden ser calificadas
de sociales y, por ende, deben ser satisfechas por alguno de los mecanismos propios de la Seguridad
Social.
Debe recordarse que un riesgo se califica de social por "la incidencia que su acontecer y sus efectos
producen en el orden y la paz social a través de la indisoluble y recíproca relación que tienen las personas
107
que integran la sociedad civil con el bien común de la misma" . Sin duda alguna, las consecuencias de la
pandemia ocasionada por el COVID-19 pueden ser catalogadas como propias de un riesgo social y, como
tal, la Seguridad Social debe desplegar sus acciones con el objetivo de solucionar los estados de
necesidad que ese riesgo provoca. Los riesgos sociales, por lo demás, pueden provenir de diversos
medios, esto es; del medio familiar, como lo sería la maternidad o el nacimiento de nuevos integrantes de la
familia; de la vida profesional, como es el caso de las enfermedades profesionales y de los accidentes del
trabajo; del medio social, como lo sería la cesantía, y también del medio físico; en el cual se puede
perfectamente encasillar a los contagios por COVID-
108
19 . Asimismo, podría ser considerado como una consecuencia derivada de la naturaleza misma de la
109
condición humana, como lo califica Hermes Ahumada .
Así entonces, cualquiera que sea la corriente que se siga, estamos frente a un riesgo que, sin duda,
puede ser calificado como social.
En el sistema creado por la Ley Nº 19.728, que estableció el seguro de desempleo, el artículo 15 confiere
el derecho a los afectados por la cesantía a efectuar giros con cargo a los fondos disponibles en la Cuenta
Individual de Cesantía, cuenta que se conforma con aportes del empleador en mayor medida y, también,
110
del propio trabajador afiliado . Son, normalmente, siete giros de montos decrecientes.
El artículo 25, por su parte, permite financiar prestaciones de montos mínimos y máximos, sujetas a la
condición general de haberse agotado los fondos de la Cuenta de Capitalización Individual y que su
contrato de trabajo no haya terminado por alguna de las causales denominadas de caducidad o que
obedecen a las potestades disciplinarias del empleador. En este caso, si el afiliado opta por acceder a los
recursos de este fondo, las prestaciones a obtener no son ya las que resulten de la aplicación del artículo
15 de la ley, sino que, por mandato del inciso quinto de la misma disposición, deben ajustarse a los montos
que se indican en el artículo 25, todas estas disposiciones, de la Ley Nº 19.728.
Asimismo, enuncia situaciones que quedan excluidas de la aplicación de la ley y, por ende, no permiten el
acceso a las prestaciones que aquella reconoce. Estas situaciones dependen, por un lado, de la calidad del
trabajador y, por el otro, de la situación o calidad de la empresa de que se trate.
Como exigencia general se establece que, para acceder a las prestaciones contempladas en la ley, debe
tratarse de afiliados al seguro de desempleo. Según la Ley Nº 19.728 están sujetos a dicho seguro los
trabajadores que inicien o reinicien actividades laborales con posterioridad al 1 de octubre de 2002, sin
perjuicio de poder incorporarse voluntariamente quienes hubieren iniciado su actual relación laboral con
anterioridad a esa fecha.
En consecuencia, esta exigencia deja fuera del amparo de la ley a trabajadores que, no obstante estar
afectados por las consecuencias de la pandemia, no están amparados por el seguro de desempleo.
La Ley Nº 19.728 excluye, asimismo, de su aplicación a los trabajadores menores de 18 años y a los
pensionados que continúan trabajado, salvo quienes lo sean por invalidez parcial y trabajan con sus
fuerzas residuales.
Según la Encuesta Nacional de Empleo elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas para el
trimestre febrero-abril de 2020, el total de ocupados en Chile era de 8.235.900 personas. Por otra parte, el
seguro de cesantía de la Ley Nº 19.728, a marzo de 2020 registraba 3.336.638 cuentas, contabilizándose
111
cotizaciones en marzo de 2020 en 2.110.379 de ellas, lo que puede dar una imagen general de la
cobertura del seguro de desempleo en Chile y, por consiguiente, a quienes va dirigida esta solución.
Debe considerarse, asimismo, que los amparados por el seguro de desempleo no son solamente los
trabajadores del sector privado, sino todos aquellos regidos por el Código del Trabajo, entre los cuales se
encuentran también trabajadores del sector público, tales como trabajadores de algunos cementerios
públicos, de la Corporación de Asistencia Judicial, por indicar algunos.
b) Quienes hayan celebrado un pacto de continuidad al momento de dictarse el acto de autoridad (Nº 88,
de 6 de abril y Nº 133 de 14 de mayo), durante la vigencia del evento, que implique continuar recibiendo
todo o parte de su remuneración mensual.
Evidentemente, en este caso, la continuidad de los servicios debe efectuarse en términos tales que no se
infrinjan las restricciones impuestas por la reglamentación respectiva, esto es, a través de fórmulas que
respeten las medidas, como por ejemplo las cuarentenas o cordones sanitarios, como podría ser a través
del trabajo a distancia o teletrabajo.
La ley establece una contraexcepción tratándose de quienes entre el 18 de marzo, fecha de declaración
del Estado de Catástrofe, y el 6 de abril, fecha de vigencia de la Ley Nº 21.227, paralizaron por mutuo
acuerdo, por el acto de autoridad o hayan pactado la continuidad de la prestación de servicios, quienes
podrán acceder a las prestaciones en estudio, una vez dictada la respectiva resolución o acto de autoridad.
Este impedimento rige sólo mientras se extienda el referido subsidio, es decir, a su término podrán
sujetarse a algunas de las hipótesis que contempla la ley, según sea el caso.
d) Trabajadores que gocen de fuero laboral, están impedidos de celebrar pactos de reducción de jornada.
Se trata de los fueros de cualquier naturaleza, es decir, de origen maternal, provenientes del derecho
colectivo o cualquier otro que pueda contemplar la ley.
e) Trabajadoras en goce de fuero maternal del artículo 201 del Código del Trabajo.
Estas trabajadoras están excluidas, además, de la aplicación de las normas del Título I de la ley, es decir,
no se les aplican las normas de suspensión ya sea por acto o declaración de autoridad o proveniente de un
pacto con su empleador, ni tampoco pueden celebrar acuerdos de disminución parcial de la jornada de
trabajo.
Se trata sólo de las trabajadoras sujetas a este fuero y no de los trabajadores que, según el artículo 201
del Código del Trabajo, eventualmente, también pueden gozar de fuero.
La ley no indica las consecuencias que siguen a esta exclusión. Es claro que no pueden celebrar pactos
voluntarios de suspensión, pero cabe preguntarse qué ocurre en los casos de suspensión de pleno de
derecho dispuesta por la autoridad, que implican la imposibilidad práctica de continuar trabajando. Si no se
suspende a su respecto los efectos del contrato de trabajo, implica la obligación de continuar pagando las
remuneraciones, pero no la de trabajar, pues la ley lo impediría expresamente. Se trataría, por tanto, de
una trabajadora que, estando en disposición de trabajar, se ve impedida de ello por causas que no le son
imputables.
No pueden acogerse a los beneficios y efectos de la ley los trabajadores cuyos servicios sean necesarios
para actividades excluidas de la paralización, salvo aquellos trabajadores cuyos servicios no sean
necesarios para la continuidad de dichas actividades, que pueden pactar voluntariamente la suspensión de
los efectos del contrato de trabajo.
Además, se les da la posibilidad a estas empresas para alterar la naturaleza de las funciones que deben
desempeñar sus trabajadores, resguardando sus derechos fundamentales.
d) Art. 30. Las sociedades anónimas que se acojan a la ley o que sean parte de un grupo empresarial
(art. 96 Ley Nº 18.045) en que alguna se ha acogido, no pueden repartir dividendos durante el ejercicio
comercial en que tengan contratos suspendidos.
e) No pueden acogerse las empresas controladas por sociedades que mantengan capitales o, empresas
relacionadas en territorios o jurisdicciones con régimen preferencial contemplado en el artículo 41 de la Ley
de Impuesto a la Renta.
f) No pueden percibir honorario o dieta, por el ejercicio del cargo de director, en aquellas sociedades
anónimas abiertas en que se hubiere acordado suspensión temporal, superior a los porcentajes
correspondientes al seguro de cesantía.
IV. EVENTUALIDADES ESTABLECIDAS EN LA LEY Nº 21.227 QUE DAN ACCESO A PRESTACIONES PREVISIONALES
Como ya se adelantó, son tres las hipótesis generales que se contemplan en la nueva ley.
Se trata de aquellas situaciones en que existe un acto o declaración de la autoridad que establece
medidas sanitarias o de seguridad interior para el control del COVID-19, y que implican la paralización
de actividades en todo o parte del territorio del país e impiden o prohíben totalmente la prestación de
servicios.
Esta declaración, según indica la ley, produce importantes efectos en la relación laboral, los cuales se
producen de pleno derecho, exceptuándose quienes hayan pactado continuidad laboral para tal evento.
Esta continuidad, eso sí, en ningún caso puede implicar la vulneración a la normativa establecida en el acto
o declaración de autoridad, es decir, debe continuar en alguna forma alternativa que permita a ambas
partes respetar la cuarentena, cierre del establecimiento respectivo o cualquier otra medida que haya
determinado la autoridad.
La ley alude a la suspensión de los contratos regidos por el Código del Trabajo, por lo que deben
entenderse incluidos tanto los contratos individuales como los colectivos.
Se suspenden las relaciones laborales de pleno derecho y por el solo ministerio de la ley, durante el
periodo comprendido en el mandato de la autoridad.
Cesa la obligación del empleador de pagar todas las sumas que constituyan remuneración y, también, las
asignaciones que no lo sean según lo dispone el artículo 41 del Código del Trabajo.
Esta obligación ha sufrido variaciones con la dictación de la ley. Normalmente, sólo procede el pago de
cotizaciones en la medida que se paguen remuneraciones, salvo contadas excepciones establecidas en la
ley. Sin embargo, en este caso y no obstante cesar la obligación remunerar, la ley mantiene ciertas
obligaciones previsionales del empleador y le impone otras nuevas en materias de la carga de
cotizaciones.
En general, los sistemas de financiamiento de los beneficios de previsión social descansan sobre la carga
de tres diferentes sectores. El primero de ellos, el propio trabajador. El segundo, el empleador y,
finalmente, el Estado. En nuestro sistema, las cotizaciones para pensiones así como la comisión por
depósito de cotizaciones, son de cargo del propio trabajador, como lo son también las cotizaciones de
salud y, en un pequeño porcentaje, las cotizaciones para financiar el seguro de desempleo. A su vez; la
cotización para el seguro de invalidez y sobrevivencia que debe depositarse en la AFP; la destinada a
financiar el seguro de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales (Ley Nº 16.744); la del seguro
de desempleo y la destinada a financiar el seguro para padres y madres trabajadores de niños y niñas
afectadas por enfermedades (Ley Nº 20.063), son de cargo del empleador.
La Ley Nº 21.227 modificó la situación anterior y estableció que, mientras esté vigente la suspensión,
serán todas ellas de cargo del empleador. Se exceptúa la cotización para la Ley Nº 16.744, que no debe
ser pagada.
La situación es diferente tratándose de las demás cotizaciones previsionales, esto es, las cotizaciones
para salud, seguro de desempleo y Seguro para el Acompañamiento de Niños y Niñas (Ley SANNA), las
que se determinan sobre la base de la última remuneración mensual percibida por el trabajador, antes de
acogerse a la suspensión de los efectos del contrato.
Como se aprecia, los montos a pagar al fondo de pensiones del trabajador serán inferiores a los que se
pagaban en tiempos normales, al determinarse sobre la base de las prestaciones que se paguen en
conformidad a esta nueva ley, situación diferente a lo que ocurre con las demás cotizaciones.
Específicamente, cabe preguntarse qué sucede con las cotizaciones de salud. La ley contempla la
obligación de su pago sin entrar en detalles a qué cotización se refiere. En su texto original, esto es, previo
a la dictación de la Ley Nº 21.232, no se hacía alusión de manera específica a las cotizaciones para salud,
aspecto que fue agregado por esta última ley, diferenciándose en las bases para su determinación como
una forma de mantener la cobertura en salud, de allí que se estableciera como piso de cálculo la última
remuneración mensual devengada.
Tratándose de afiliados a una Isapre, es posible que se pague una cotización por sobre el 7%, según lo
autoriza el artículo 84 del Decreto Ley Nº 3.500 y el artículo 171 del Decreto con Fuerza de Ley Nº 1, de
2006. Ambas disposiciones califican ese monto superior como cotización. El artículo 187 de este último
cuerpo legal, corrobora esta conclusión al declarar exentas de impuesto a la renta dichas cotizaciones
hasta cierto tope. Ello llevaría a concluir que el pago debe hacerse por el total que pagaba el trabajador a
su Isapre.
Si bien este punto no fue abordado en forma directa en el estudio de la ley en el Congreso, sí se reiteró la
idea de que se buscaba, mediante el pago de la cotización de salud con base en la remuneración completa
del trabajador, permitir mantener la cobertura anterior al acogerse a la suspensión de los efectos del
112
contrato .
113
La Superintendencia de Salud , informó frente a un determinado requerimiento que, en los casos de
suspensión, el empleador está obligado a pagar de forma completa las cotizaciones a la Isapre.
El artículo 28 de la ley, al parecer como una forma de facilitar tanto a los empleadores como a los
trabajadores el acceso a las prestaciones, indica que: "Para el cálculo de las cotizaciones a que se refieren
los artículos 2º y 11 de la presente ley, se considerarán como registradas las cotizaciones que el empleador
o la entidad pagadora de subsidio hubiere declarado conforme a lo dispuesto en los incisos quinto y sexto
del artículo 19 del Decreto Ley Nº 3.500, de 1980". La redacción de la norma lleva a entender que su
sentido es facilitar el cumplimiento de los requisitos habilitantes para acceder a las prestaciones. Sin
embargo, sólo la primera de estas normas se refiere a las cotizaciones exigidas como tales; la segunda, es
decir, el artículo 11, en cambio, se refiere a las cotizaciones que debe pagar el empleador durante la
vigencia del pacto de reducción de jornada. Todo lleva a pensar que la referencia correcta debió ser al
artículo 9º, pues esas pueden haber sido pagadas, eventualmente, por la entidad pagadora de subsidio.
Tampoco es clara la alusión a los incisos quinto y sexto del artículo 19 del Decreto Ley Nº 3.500, pues
estas normas dicen relación solamente con las cotizaciones a pagar en una AFP, lo que puede generar
dudas de cuáles son, en concreto, las cotizaciones que se exigen para acceder a las prestaciones en caso
de suspensión o de reducción de jornada. La conclusión lógica es que se trata de las cotizaciones al seguro
de desempleo, como por lo demás lo indica literalmente el artículo 9º. Así entonces, la referencia debió
efectuarse al artículo 10 de la Ley Nº 19.728.
Además, tratándose de las cotización para pensiones y adicional, se permite a los empleadores que,
dentro del plazo de seis meses contados desde la vigencia de la ley, si no las hubieren pagado dentro del
plazo legal, las paguen por parcialidades en un plazo que no supere los veinticuatro meses, eximiéndoles
del pago de intereses, reajustes y multas, aun cuando quedan obligados a enterar la reajustabilidad
nominal del promedio de los últimos 12 meses de todos los fondos —si esta fuere positiva—, que debe
determinarse calculando el promedio ponderado de la rentabilidad de todos ellos, de acuerdo a la
proporción que represente el valor total de las cuotas de cada uno, en relación con el valor de las cuotas de
todos los fondos del último día del mes anterior.
En este contexto, esta ley ha creado una forma de solucionar las contingencias sociales provocadas por
la pandemia que se está viviendo en nuestro país y que afectan a la sociedad en su conjunto, ya sea por
estar toda persona expuesta a sufrir la enfermedad o porque sus efectos alcanzan a toda la sociedad,
cuestión que resulta indiscutible.
Como cualquier prestación previsional, exige el cumplimiento de ciertos requisitos habilitantes para el
acceso a las mismas, las que se traducen en tiempo de cotizaciones en periodos previos a la contingencia
o solicitud de la prestación.
Los requisitos a cumplir son diferentes tratándose de las hipótesis de suspensión, en sus dos
modalidades, y de la de disminución de la jornada de trabajo.
1.3. Requisitos
En estos casos, es decir, en la suspensión de pleno derecho y en el pacto de suspensión temporal, la ley
permite a los trabajadores afiliados al seguro de desempleo acceder, en forma excepcional, a las
prestaciones de la Ley Nº 19.728, cumpliendo ciertas condiciones, adicionales a las de carácter general ya
analizadas. Para ello, el trabajador debe encontrarse en una de las siguientes situaciones: a) registrar tres
cotizaciones continuas en los últimos tres meses inmediatamente anteriores al acto o declaración de
autoridad que motiva la suspensión de los efectos del contrato; o b) registrar un mínimo de seis
cotizaciones mensuales continuas o discontinuas durante los últimos doce meses, siempre que a lo menos
registren las últimas dos cotizaciones con el mismo empleador en los dos meses inmediatamente
anteriores al acto o declaración de autoridad.
El tenor literal de la norma que establece esta última exigencia no es del todo claro, y cabe preguntarse si
las últimas dos cotizaciones deben haber sido hechas con el mismo empleador con el cual se celebra el
pacto o pueden haberlo sido con otro. Una primera impresión lleva a pensar que se debe tratar del mismo
empleador, con el fin de evitar posibles abusos mediante la simulación de relaciones laborales para
acceder a las prestaciones. Sin embargo, esta interpretación lleva a dejar al
margen de la protección a trabajadores que podrían cumplir con creces los requisitos exigidos por la ley,
pero que de manera previa a celebrar el pacto habían cambiado de empleador. Debe acotarse que,
tratándose del pacto de reducción temporal de la jornada, la ley exigió un requisito análogo, pero especificó
que las tres últimas cotizaciones que se exigen en ese caso, deben ser continuas con el mismo empleador,
es decir, para esta última situación, lo exigió de manera expresa.
Puede ser solicitado tanto por el empleador como por el propio trabajador. El empleador debe solicitarlo
ante la Sociedad Administradora de Fondo de Cesantía, preferentemente de forma electrónica,
presentando una declaración jurada simple que dé cuenta de que el o los trabajadores respecto de los
cuales se solicita la prestación; no se encuentren sujetos a un pacto de continuación de prestación de sus
servicios, percibiendo todo o parte de la remuneración mensual; o que no se encuentran en goce de
subsidio por incapacidad laboral. El empleador debe, además, adjuntar la información necesaria que
permita efectuar el pago a cada trabajador.
La Ley Nº 21.227, en cambio, establece que primero se utilizarán los fondos de la Cuenta Individual por
Cesantía, pero no sujetos a los montos máximos y mínimos que establece la ley sino utilizando los
porcentajes de remuneración imponible que establece el artículo 15 de la Ley Nº 19.728.
En efecto, el artículo 2º, inciso segundo, dispone que el trabajador tendrá derecho a los fondos de la
Cuenta Individual por Cesantía en los mismos porcentajes que establece la tabla del artículo 15 de la Ley
Nº 19.728, esto es, un 70%, 55%, 45%, 40% y 35% teniendo como base las remuneraciones del trabajador,
según concepto que se analizará más adelante. Una vez agotados los fondos de esa cuenta, se accede a
los recursos del Fondo de Cesantía Solidario, determinándose el monto de la prestación en consideración
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con los máximos contemplados en la Ley Nº 19.728 y los mínimos que contempla la Ley Nº 21.227 .
La ley estableció un concepto especial para considerar la base sobre la cual se determinarán las
prestaciones, constituida por el promedio de las remuneraciones imponibles devengadas en los últimos tres
meses en que se registren cotizaciones, anteriores al inicio del acto o declaración de autoridad. Se
excluyen de esta base las remuneraciones que pudiese haber recibido el trabajador en virtud de un pacto
previo celebrado con el empleador, los subsidios de incapacidad laboral, o la que hubiera estado
pagándose en virtud de la reducción temporal de jornada de trabajo.
Los efectos son los mismos que tratándose de la suspensión de pleno derecho por acto o declaración de
autoridad, tanto para el trabajador como para el empleador.
2.2. Prestaciones
En este caso, los efectos de la suspensión no se producen de pleno derecho como resultado de alguna
disposición de la autoridad, sino que responden a un pacto celebrado entre las partes, por lo que se impone
al empleador y al trabajador o a la asociación sindical, que lo represente la carga de entregar ante la
Administradora de Fondos de Cesantía, preferentemente de forma electrónica, una declaración jurada
simple en los mismos términos que en la situación anterior, esto es, dé cuenta de que el trabajador no se
encuentra sujeto a un pacto de continuación de prestación de sus servicios, percibiendo todo o parte de la
remuneración mensual, o que no se encuentra en goce de subsidio por incapacidad laboral. En este caso,
la declaración debe ser suscrita por ambas partes, las que son responsables de la veracidad de las
declaraciones del documento.
En este caso los efectos que se producen no son exactamente los mismos de los casos anteriores, pues
permitirá al trabajador obtener una prestación previsional, pero también continuar percibiendo parte de su
remuneración.
a) Los empleadores no pueden contratar nuevos trabajadores que realicen iguales o similares funciones a
las desarrolladas por aquellos que hubieren suscrito dichos pactos, obligación que rige solamente en
relación con el número de trabajadores que hubieren celebrado el pacto.
b) Si requiere contratar nuevos trabajadores para funciones diferentes, debe ofrecer, primero la vacante a
aquellos trabajadores con contrato vigente, en la medida que tengan similares capacidades, calificaciones e
idoneidad para desempeñarse en los cargos que se busca cubrir.
Cabe preguntarse, también en este caso, qué ocurre con la cotización para salud, específicamente la
adicional que pueda tener pactada el trabajador con la Isapre. La redacción de la norma no es la misma
que la utilizada al regular las situaciones anteriores, pues en este caso ordena pagar las que corresponden
a la nueva remuneración y, habitualmente, el monto que corresponde a la cotización adicional que se paga
a la Isapre no está establecido con base en la remuneración, sino que corresponde a una suma fija. En el
115
oficio ya indicado , la Superintendencia de Salud sostuvo que la norma en análisis (artículo 11) resulta
aplicable solamente a los planes que tengan pactado su precio en un porcentaje de la cotización legal para
salud, pues esas serían las únicas cotizaciones relacionadas con el monto de la remuneración respectiva.
Sin desconocer que el pago por sobre el siete por ciento puede resultar una carga excesiva para los
empleadores, no parece fácil comprender la diferenciación que efectúa la Superintendencia, incluso cuando
a ella lleva el tenor literal de la ley, pero deja sin respuesta qué ocurre con el pago de ese adicional, es
decir, si debería ser pagado directamente por el trabajador o qué otra posibilidad existe para mantener la
cobertura en salud que se tenía antes de celebrar el pacto.
Como se adelantó, esta hipótesis obedece a un pacto entre el trabajador afiliado al seguro de desempleo
de la Ley Nº 19.728 y el empleador, en cuya virtud se reduce temporalmente la jornada de trabajo en un
máximo de un 50%. Se exige consulta a la organización sindical a que estuviera afiliado el trabajador, si
fuere del caso.
En este escenario, los ingresos del trabajador tendrán dos componentes: la remuneración pagada por el
trabajador y el complemento pagado por la Administradora de Fondos de Cesantía.
Además, el trabajador tiene derecho a continuar percibiendo las remuneraciones o beneficios cuyo pago
corresponda efectuarse durante la vigencia del pacto, tales como aguinaldos, asignaciones, bonos y otros
conceptos excepcionales o esporádicos y cualquier otra contraprestación que no constituya remuneración
de acuerdo con lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 41 del Código del Trabajo, sin perjuicio de los
descuentos que correspondieren conforme a lo establecido en el artículo 58 del mismo Código.
3.3.2. Complemento
Se trata de una prestación a la que accede el trabajador con cargo a su Cuenta Individual por Cesantía y,
una vez agotado el saldo, con cargo al Fondo de Cesantía Solidario.
Para el cálculo del monto de este complemento hay que distinguir: (i) si la reducción es de un 50%, el
complemento asciende al 25% de la remuneración imponible calculada en la forma ya señalada (promedio
de los tres últimos meses anteriores al inicio del pacto); y, (ii) si la reducción es inferior al 50%, el
complemento se determina en forma proporcional.
El complemento tiene un límite máximo mensual de $ 225.000, por cada trabajador afecto a una jornada
ordinaria legal. Si la jornada ordinaria del trabajador es inferior a la legal, el monto máximo se reduce
proporcionalmente a la jornada. Finalmente, la ley ordena que, si algún pago es inferior a un mes, se paga
en forma proporcional.
Para acceder a estas prestaciones se exige también un periodo habilitante de pago de cotizaciones, que
diferencia entre el contrato indefinido o a plazo fijo o por obra o servicio determinado.
En el primer caso, se exige que registre diez cotizaciones mensuales en el Fondo de Cesantía (debe
entenderse que se refiere al seguro de desempleo) continuas o discontinuas y en el segundo, cinco
cotizaciones mensuales continuas o discontinuas. En ambos casos, el plazo se cuenta desde la afiliación al
seguro o desde que se devengó el último giro, si hubiere hecho uso del seguro.
Estas exigencias son para celebrar el pacto y acceder a la cuenta individual de cesantía, pero para
acceder al fondo de cesantía solidario se exige, además, que las cotizaciones hayan sido registradas en los
últimos 24 meses anteriores a la fecha de la celebración del pacto respectivo. En otras palabras, si no se
cumple con esta exigencia, de igual forma se tendrá derecho a una prestación previsional, pero financiada
solamente con cargo a la cuenta individual de cesantía del trabajador.
La ley indica que, adicionalmente, el trabajador debe registrar las tres últimas cotizaciones continuas con
el mismo empleador con quien suscriba el pacto de reducción temporal de jornada. No queda claro si esta
exigencia es adicional a aquella exigida para acceder a los recursos del Fondo de Cesantía Solidario o
también para aquellos provenientes de la Cuenta Individual de Cesantía. El tenor literal puede llevar a
concluir que solamente está formulada para acceder a la prestación solidaria, lo que se ve corroborado al
constituir ésta una norma análoga a la que contiene la Ley Nº 19.728 en su artículo 25 inciso primero letra
a), en que limita claramente la exigencia para este segundo caso.
Por otra parte, si el pacto de reducción de jornada ha sido celebrado por empleadores cuyas empresas,
establecimientos o faenas, han sido exceptuadas del acto o declaración de autoridad y que necesiten
reducir o redistribuir la jornada ordinaria de trabajo de sus trabajadores para poder mantener su continuidad
operacional o para proteger eficazmente su vida y salud, se hacen aplicables las mismas exigencias que se
indicaron para los casos de suspensión.
Esta categoría de trabajadores no está amparada por el seguro de desempleo, pues gozan de una
especial prestación en el caso de terminación de sus contratos de trabajo por cualquier causa, consistente
en una indemnización a todo evento, de cargo de una cuenta de ahorro de indemnización que se abre en la
AFP para ese especial efecto. En esta cuenta el empleador deposita mensualmente un monto equivalente
116
al 4.11% de la remuneración imponible del trabajador, con un tope de 90 unidades de fomento durante
11 años por cada empleo. Esos aportes se consideran cotizaciones
previsionales para todos los efectos legales y sólo pueden ser girados, según indica el Código del Trabajo,
cuando el trabajador acredite que ha dejado de prestar servicios para el empleador que efectúa los aportes.
Con ocasión de la pandemia, la Ley Nº 21.227 ha establecido la posibilidad que el contrato de estos
trabajadores se vea suspendido de pleno derecho por un acto o declaración de autoridad, que le va a
impedir continuar prestando sus servicios y, también, fuera de los periodos comprendidos en ese acto o
declaración y durante la vigencia de esta ley.
Los efectos del contrato se suspenden, por lo que no seguirá prestando servicios.
No se señala expresamente, pero se rige por las reglas generales, por lo que se suspende la obligación
de pagar las remuneraciones del trabajador, pero se contempla su obligación de continuar pagando las
cotizaciones previsionales y de seguridad social, tanto de su cargo como las del trabajador, según ya se
mencionó, para los casos de suspensión, incluyéndose en este caso la cotización destinada a su cuenta de
ahorro previsional. También se le da el derecho a pago parcializado de las cotizaciones en la forma que se
indicó.
La situación está regulada en el artículo 4º y la redacción de la norma no es totalmente clara, pues en sus
incisos primero y segundo se refiere al caso de suspensión de pleno derecho y en el inciso tercero al pacto
de suspensión. Luego, el inciso cuarto, que contempla la obligación de pago de cotizaciones comienza
señalando "En este caso...", lo que lleva a preguntarse si la obligación de pago de cotizaciones sólo rige en
el caso del pacto de suspensión o en ambas situaciones.
En cualquiera de las hipótesis señaladas, es decir, en caso de haberse suspendido de pleno derechos los
efectos de su contrato o de haberse celebrado un pacto en tal sentido con su empleador, el trabajador tiene
derecho a girar de su cuenta de ahorro de indemnización el 70% de su remuneración mensual imponible o
el saldo total si fuese inferior.
Si el acto de autoridad se extendiere por más de 30 días y el trabajador tuviere saldo en dicha cuenta,
tendrá derecho a giros mensuales equivalentes al 55%, 45%, 40% y 35% de la referida remuneración
imponible.
Como se aprecia en este caso, nuevamente se está haciendo uso de recursos que se establecieron con
un fin diferente, procurando solucionar, en parte, los estados de necesidad provocados por este verdadero
riesgo social constituido por la actual pandemia. El trabajador tiene derecho sólo a efectuar estos retiros
con cargo a fondos que son de su propiedad, lo que significa que su situación de cesantía futura pueda
verse afectada seriamente.
Si se trata de un pacto, en cambio, será el empleador y el trabajador quienes deberán presentar de forma
preferentemente electrónica, una declaración jurada simple suscrita por ambas partes, en la que deberá dar
cuenta de la celebración del pacto.
Para que se produzca tal efecto, es necesario que la licencia médica, sea cual sea su causa, origine el
derecho a subsidio, pues en caso contrario no se producirá la suspensión. Debe recordarse que es
perfectamente posible que una licencia médica sólo produzca el efecto de autorizar la ausencia al trabajo,
pero no necesariamente dé derecho a gozar de subsidio, pues ello dependerá, por un lado, de
su duración y, por otro, del cumplimiento de requisitos habilitantes relativos a afiliación y cotizaciones.
Nada se indica respecto del caso de otorgamiento de licencias médicas en el caso de la jornada parcial,
pero sin duda es perfectamente posible que el trabajador que, aun cuando en jornada reducida continúa
prestando servicios, se vea afectado por alguna incapacidad temporal, en cuyo caso se le deberá otorgar la
licencia médica. La pregunta es qué ocurre con la suspensión y la consecuente prestación. En principio,
para el pago del subsidio por incapacidad laboral temporal, se considera el promedio de las últimas tres
remuneraciones mensuales, por lo que su monto, especialmente en el primer mes, debería ser pagado en
consideración a la remuneración que el trabajador recibía antes del
pacto, por lo que se puede concluir que la prestación también debería verse suspendida, como ocurre en
los demás casos.
Se trata de determinar qué ocurrirá en el futuro con estas prestaciones, es decir, cómo se enfrentarán las
situaciones de cesantía que se produzcan ya sea durante la pandemia o posterior a ella.
La Ley Nº 19.728 limita el acceso a las prestaciones del Fondo de Cesantía Solidario a un máximo de
diez pagos de prestaciones financiadas parcial o totalmente por dicho fondo. Para estos efectos, no se
considerarán los meses en que se haga uso de las prestaciones establecidas en la Ley Nº 21.227.
Por otra parte, las cotizaciones que se deben efectuar por el empleador durante el tiempo en que se
acceda a estas últimas prestaciones, deben contabilizarse como requisito habilitante para acceder a las
prestaciones de cesantía contempladas en la Ley Nº 19.728.
Esta ley constituye una solución parcial para cierto grupo de trabajadores. Desde ya, debe tratarse de
trabajadores afiliados al seguro de desempleo, lo que deja al margen a un gran número de ellos. Es decir,
hay trabajadores a los cuales no se les da respuesta para solucionar el estado de necesidad
provocado por el que constituye un verdadero riesgo social, alejándose del principio de la universalidad
subjetiva que debiera acompañar a todo sistema previsional. En otras palabras, la solución al estado de
necesidad no alcanza a todos los habitantes del país.
Además, aun estando afiliados al seguro de desempleo, puede ser que no tengan derecho a acceder a
las prestaciones en el caso de suspensión de sus labores, ya sea de pleno derecho por un acto de
autoridad o ya sea por un pacto con su empleador, pues puede que no reúnan los montos mínimos que
exige la ley, esto es; 3 cotizaciones continuas en los últimos 3 meses o 6 cotizaciones mensuales,
continuas o discontinuas durante los últimos 12 meses, siempre que a lo menos registren las últimas 2
cotizaciones en los dos meses inmediatamente anteriores al acto o declaración de autoridad. Esta
conclusión, sin embargo, no lleva necesariamente a descartar su cercanía con los sistemas previsionales,
pues es propio de todos ellos la exigencia de periodos habilitantes previos.
Otro aspecto importante a considerar es que, aún en el caso de acceder a las prestaciones, debe
considerarse que se están utilizando, en primer lugar, los fondos de propiedad del mismo trabajador, lo que
implica una disminución en los montos de una futura prestación de desempleo, problema que se agudiza si
se tienen en consideración las altas tasas de desempleo existentes en el país y los oscuros pronósticos
existentes para el futuro. Cierto es que la ley ha evitado que el uso de los recursos afecte el cumplimiento
de futuros requisitos habilitantes, es decir, con él no se perjudica el acceso a las prestaciones de cesantía,
aunque sí se verá disminuido su monto, al haberse utilizado los fondos de la cuenta individual, pues incluso
conservando el derecho al seguro, deberá ser financiado solamente con el Fondo Solidario de Cesantía.
Digno de destacar es el punto relativo al pago de las cotizaciones, específicamente las de salud que,
como se sabe, son de cargo del trabajador, pero en los casos de suspensión, deben ser pagadas por el
empleador, suscitándose un serio problema en relación con los trabajadores afiliados a una Isapre que,
habitualmente, tienen pactada una cotización adicional. No está demás advertir que habría sido un
justificado momento de hacer valer el verdadero rol a que están llamadas a cumplir las Instituciones de
Salud Previsional, pues su carácter, en primer término, debería ser el que les impone su propia nominación.
Habría sido oportuno estudiar la posibilidad de que esa carga hubiera sido asumida directamente por estas
instituciones, evitando así recargar tan fuertemente a los empleadores, a quienes se les agregó una nueva
obligación que, en estos tiempos, puede resultarles de cumplimiento considerablemente complejo.
En efecto, la Ley Nº 21.227 constituye una respuesta a una situación excepcionalísima, que nos afecta a
todos y de la cual todos saldremos dañados en alguna medida. Esto tendrá costos serios tanto para
trabajadores como para empleadores. Creo que en relación con los trabajadores que puedan acceder a las
prestaciones, la situación será menos dura que para los demás, pero no pueden pretender que sean
iguales que a lo que ocurre en los tiempos normales, simplemente porque no estamos en tiempos
normales. Toda prestación de Seguridad Social está basada en el principio de la suficiencia, el que propone
la solución del estado de necesidad provocado por un riesgo social, pero en términos básicos y asegurando
la subsistencia en la forma más decorosa posible.
No solo los trabajadores se verán afectados, sino también los empleadores, pues si se ha llegado a esta
situación, implica que no pueden seguir desarrollando sus actividades, sin perjuicio de lo cual deben pagar
cotizaciones previsionales. Puede ser que una gran empresa esté en condiciones de enfrentar la situación
por algunos meses, pero las Pymes pueden llegar a verse expuestas a un problema serio, por el sólo
hecho de tener que continuar con los pagos, aun cuando ello puede significar mantener una importante
continuidad previsional.
BIBLIOGRAFÍA
BOWEN, Alfredo. Introducción a la Seguridad Social. Editorial Ediciones nueva Universidad, Universidad
Católica de Chile, Santiago, 1971.
AHUMADA, Hermes. Manual de la Seguridad Social, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1972.
DURAND, Paul. La Politique Contemporanie de Securitè Sociale. Editorial Dalloz, París, 1953.
Documentos consultados
Boletín Nº 13.175-13, proyecto de ley que protege el empleo y fortalece el seguro de cesantía.
http://www.senado.cl/appsenado/templates/tramitacion/index.php?boletin_ini=13175-13, consultada el 20
de junio de 2020.
Cada vez que en este artículo se haga alusión a una ley sin otra indicación, debe entenderse hecha a la Ley Nº 21.227. Asimismo, toda referencia a un artículo sin indicar mayor detalle, debe entenderse
que corresponde a la ley citada.
105 Boletín Nº 13.175-13, Proyecto de ley que protege el empleo y fortalece el seguro de cesantía. http://www.senado.cl/appsenado/templates/tramitacion/index.php?boletin_ini=13175-13 , consultada el
20 de junio de 2020.
107BOWEN, Alfredo, Introducción a la Seguridad Social. Editorial Ediciones Nueva Universidad, Universidad Católica de Chile, Santiago, 1971, p. 26.
108 Siguiendo la clasificación efectuada por DURAND, Paul, La Politique Contemporanie de Securitè Sociale. Editorial Dalloz, París, 1953, p. 14.
109AHUMADA, Hermes, Manual de la Seguridad Social, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1972, p. 13.
110 La Ley Nº 19.728 contempla un régimen de financiamiento tripartito, esto es, con aportes del empleador, trabajador y también del Estado. Se estructura con base en dos fondos. El primero de ellos
es el que corresponde a la Cuenta Individual por Cesantía, que pertenece a cada afiliado, y a la que accederá al momento de encontrarse en cesantía. Se conforma por las cotizaciones efectuadas por el
empleador y también del trabajador. Tratándose de contratos indefinidos, un 1,6% de la remuneración imponible es de cargo del empleador y un 0,6% es de cargo del trabajador. Si se trata de un contrato a
plazo fijo, por obra o servicio, las cotizaciones son sólo de cargo del empleador y equivalen a 2,8% de la remuneración imponible.
Al mismo tiempo, existe un Fondo de Cesantía Solidario que está conformado por aportes estatales y también del empleador, quien debe efectuar cotizaciones de su cargo equivalentes al 0,8% de la
remuneración imponible tratándose de un contrato de duración indefinido y, de un 0,2% en el caso de contratos a plazo o por obra o servicio determinado.
112 Historia de la Ley Nº 21.232, p. 35. En: https://www.bcn.cl/historiadelaley/nc/historia-de-la-ley/7754/, consultada: 23 de junio de 2020.
Meses
Porcentaje promedio
de remuneración
últimos 3 meses
Valor
superior
Valor
inferior
Primero
70%
$ 652.956
$ 225.000
Segundo
55%
$ 513.038
$ 225.000
Tercero
45%
$ 419.757
$ 225.000
Cuarto
40%
$ 373.118
$ 200.000
Quinto
35%
$ 326.478
$ 175.000
116 Actualmente de 120.4 unidades de fomento, según Resolución Exenta de la Superintendencia de Pensiones Nº 440, de 7 de febrero de 2020. Disponible en:
https://www.spensiones.cl/portal/institucional/594/articles-13862_archivo_01.pdf , consultada: 20 de junio de 2020.
117118
RAÚL FERNÁNDEZ TOLEDO**
PALABRAS CLAVES: Suspensión convencional del contrato de trabajo, requisitos, efectos jurídicos.
I. INTRODUCCIÓN
Cada una de estas suspensiones tiene una regulación diversa y distintos efectos
sobre el contrato de trabajo, particularmente sobre las remuneraciones y beneficios del
trabajador. Sin embargo, tienen como aspecto en común la suspensión de la prestación
del trabajo del dependiente, quien ve interrumpida la prestación de sus servicios en
forma justificada durante la suspensión del contrato de trabajo.
El presente trabajo, persigue analizar los requisitos que son necesarios para que las
partes puedan, de común acuerdo, suspender el contrato de trabajo y determinar los
efectos que produce la suspensión convencional sobre los derechos y obligaciones de
las partes, lo cual es de importancia porque demostraremos que no existe una
suspensión absoluta del contrato de trabajo, existiendo ciertos derechos y obligaciones
que continúan rigiendo durante el tiempo de vigencia de la suspensión pactada. Para
ello se expone, separadamente, la suspensión del contrato de trabajo regulada en la
Ley Nº 21.227 y la admitida en virtud de la autonomía de la voluntad.
Durante la vigencia del pacto de suspensión del contrato de trabajo se generan los
derechos y obligaciones previstos para la suspensión de pleno derecho del contrato de
trabajo (artículo 5º, inciso 6º, de la Ley). Efectos que dicen relación con: (i) el cese
temporal de la prestación de los servicios y del pago de remuneraciones y estipendios
no remuneracionales; (ii) la obligación del empleador de pagar las cotizaciones
previsionales y de seguridad sociales; (iii) la limitación de la facultad del empleador de
extinguir el contrato de trabajo. Adicionalmente, el pacto de suspensión no afecta la
subsistencia de ciertos efectos del contrato de trabajo, los que se precisan a
continuación.
Conforme a los artículos 3º, inciso 2º, y 5º, inciso 6º, de la Ley el pacto de suspensión
del contrato de trabajo que conlleva el cese temporal, por el período de su vigencia, de
la obligación del trabajador de prestar servicios; se suspenden de esta forma todos los
deberes vinculados a la obligación de prestación de los servicios convenidos, tales
como la ejecución efectiva de las labores y sus deberes accesorios, entre los que se
encuentran el cumplimiento de la jornada laboral (de existir) y el deber de diligencia.
Por el contrario, la suspensión no alcanza los deberes de conducta, que se encuentran
no solamente vinculados a la prestación de trabajo, tales como los deberes de lealtad y
confidencialidad, los que, inclusive, deben observarse durante la suspensión del
contrato de trabajo.
En relación al empleador, se suspende: "la obligación de pagar la remuneración y
demás asignaciones que no constituyan remuneración, señaladas en el inciso segundo
del artículo 41 del Código del Trabajo" (artículos 3º, inciso 2º, y 5º, inciso 6º, de la Ley).
Durante la vigencia del pacto de suspensión temporal del contrato de trabajo se
suspende el pago de todas las remuneraciones, sean de fuente legal o convencional,
sea que tengan por causa la prestación efectiva de los servicios, o bien, se devenguen
por tener solamente la calidad de trabajador dependiente (por ejemplo, becas y
asignaciones de educación, beneficios de salud).
Durante la vigencia del pacto el trabajador percibe los ingresos del seguro de
cesantía (artículos 1º y 2º de la Ley). Adicionalmente, a pesar de no poder el empleador
pagar las remuneraciones y asignaciones no remuneracionales, la Dirección del
Trabajo acepta que pueda otorgar al trabajador beneficios en dinero o en especie, que
no son remuneraciones, para suplementar la falta de ingresos del trabajador durante la
suspensión del contrato de trabajo y poder cubrir así las necesidades esenciales del
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trabajador y/o de su familia .
El artículo 3º, inciso 3º, de la Ley, aplicable al pacto de suspensión convencional del
contrato en virtud del artículo 5º, inciso penúltimo, dispone que el empleador: "sólo
podrá poner término a la relación laboral por aplicación de la causal establecida en el
artículo 161 del Código del Trabajo". En ese caso no procede que el empleador
descuente de las indemnizaciones el aporte del empleador a la cuenta individual de
cesantía del empleador (artículo 6 de la Ley).
Sin perjuicio que la norma tiene un defecto técnico, al emplear la expresión singular
"causal establecida", presuponiendo que la norma citada consagra solamente una
causal de término del contrato, en circunstancias que el artículo 161 del CT establece
dos causales —necesidades de la empresa y desahucio escrito del empleador—; surge
la duda si el contrato de trabajo puede extinguirse por causales distintas a las
establecidas en el artículo 161 del CT. No existe una respuesta única posible. Una
interpretación posible, considerando los artículos 3º, inciso 3º, y 26 de la Ley Nº 21.227,
es sostener que, durante la vigencia del pacto de suspensión del contrato, el empleador
solamente puede extinguir el contrato de trabajo por alguna de las causales
establecidas en el artículo 161 del CT. El artículo 3º, inciso 3º, indica que "sólo podrá
poner término", lo que implica, en respaldo de esta posición, exclusión de invocar otras
causales de extinción del contrato de trabajo.
Una segunda interpretación es sostener que, fundado en las consecuencias que está
produciendo el COVID-19, solamente resulta posible invocar las causales del artículo
161 del CT más no la causal de caso fortuito o fuerza mayor prevista en el artículo 159
Nº 6 del CT. Las consecuencias del COVID-19 no pueden ser utilizadas para privar a
los trabajadores de sus legítimas indemnizaciones. Para esa posición resultan
procedentes para extinguir la relación laboral, las causales de los números 1, 2, 3, 4 y 5
del artículo 159 del CT, vale decir, mutuo acuerdo de las partes; renuncia voluntaria del
trabajador, muerte del trabajador; vencimiento del plazo convenido en el contrato y
134
conclusión del trabajo o servicio que dio origen al contrato . Adicionalmente, es posible
afirmar que pueden invocarse las causales de los artículos 160 y 163 bis del CT.
Igualmente, la causal del artículo 163 bis del CT, opera producto del sometimiento del
empleador al procedimiento concursal de liquidación, no siendo impedimento para que
opere esta causal de extinción, la suspensión del contrato de trabajo. Por tanto, puede
extinguirse el contrato de trabajo en virtud del artículo 163 bis del CT durante la
vigencia del pacto de suspensión convencional del contrato.
De igual forma, las indemnizaciones por años de servicio que procedan como
consecuencia del término del contrato de trabajo se calculan en base al tiempo que el
contrato de trabajo ha estado vigente. Por tanto, el periodo durante el cual ha estado
vigente el pacto de suspensión del contrato de trabajo, debe considerarse para la
indemnización por años de servicio, al haber estado vigente el contrato durante ese
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tiempo .
Finalmente, como lo hemos indicado, subsisten los deberes de conducta que emanan
del contrato de trabajo durante la vigencia del pacto de suspensión regulado en la Ley.
El artículo 3º de la Ley, deja en claro que respecto del trabajador solamente se
suspende la obligación de prestar los servicios, pero no ha dicho nada sobre los
deberes de conducta que no se encuentran vinculados a la prestación de servicios, los
cuales, por tanto, conservan su validez durante la vigencia del pacto de suspensión, al
no haberlos suspendido la Ley. Tratándose del empleador, igualmente, solo se ha
suspendido la obligación de pagar las remuneraciones y estipendios no
remuneracionales, lo cual conlleva que debe continuar cumpliendo sus deberes de
conducta durante el plazo de suspensión no vinculados a la prestación de los servicios
y al pago de remuneraciones y asignaciones no remuneracionales.
2.5. Interrupción de vigencia del pacto
Procedencia y requisitos
Es posible observar que, para pactar una suspensión del contrato de trabajo sin goce
de remuneraciones, deben observarse diferentes exigencias, según si las
remuneraciones se devengan como consecuencia de la prestación de los servicios o
por tener la calidad de trabajador dependiente, y según si el trabajador se encuentra o
no afecto a un instrumento colectivo.
2.2.1. Forma de suspender las remuneraciones que requieren para su devengamiento
la prestación de los servicios
Toda suspensión convencional del contrato de trabajo, incluyendo el permiso sin goce
de remuneraciones, solamente suspende parcialmente los efectos del contrato de
trabajo, no suspendiendo ni pudiendo suspender todos los efectos de la relación
laboral. La Dirección del Trabajo ha sostenido reiteradamente que: "el permiso sin goce
de remuneración es jurídicamente una suspensión convencional de la relación laboral,
un cese parcial de los efectos del contrato durante un período determinado que no
afecta la vigencia del mismo, sino que solamente interrumpe algunos de sus efectos, es
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decir, algunos de los derechos y obligaciones que genera para las partes" . Dicha
regla se aplica con mayor razón al permiso con goce de remuneraciones, en el cual se
suspenden menos efectos del contrato que en el permiso sin goce de remuneraciones.
Otra duda que surge es si deben considerarse para la base de cálculo de las
remuneraciones que corresponden al trabajador durante el feriado, los meses en que
ha estado vigente la suspensión convencional del contrato de trabajo. La respuesta es
que esos meses no pueden considerarse para determinar la remuneración que
corresponde al trabajador durante el feriado conforme al artículo 71 del CT, lo que es
particularmente relevante tratándose de trabajadores sujetos a remuneraciones
variables o a un sistema remuneracional mixto (parte variable y parte fija de las
remuneraciones). De este modo, deben considerarse las remuneraciones de meses
completos trabajados, excluyéndose los meses en que ha estado suspendido el
contrato de trabajo producto de un permiso con o sin goce de remuneraciones.
En consecuencia, la remuneración íntegra, conforme al artículo 71, inciso 2º, del CT,
tratándose de las remuneraciones variables, comprende las devengadas en los 'tres
últimos meses trabajados', los cuales deben entenderse referidos: "a los tres meses
con denominación específica en que se hubiere percibido remuneración completa y que
anteceden al feriado legal, de manera que si en alguno de ellos el dependiente no
generó remuneración por haber operado la suspensión de la relación laboral, deberá
excluirse y considerarse sólo aquellos tres que precedan inmediatamente al mes en que
154
se hizo efectivo el feriado" . Misma regla que corresponde aplicar en caso de
compensación del feriado no gozado producto de la extinción del contrato de trabajo,
conforme al artículo 73 del CT, en ausencia de una norma convencional más favorable.
La Dirección del Trabajo, interpretando el artículo 172, inciso 2º, del CT; esto es, la
situación de un trabajador que percibe remuneraciones variables, ha concluido: "la
expresión tres últimos meses calendario a que alude la ley para los efectos del cálculo
de la indemnización por término de contrato de los dependientes afectos a
remuneraciones variables, debe entenderse los tres meses con denominación
específica en que se hubiere percibido remuneración completa, que anteceden al de la
conclusión de la relación laboral, de suerte que si en alguno de ellos el dependiente no
hubiere generado remuneración por haber hecho uso de permiso, deberá excluirse y
considerarse sólo aquellos tres que precedan inmediatamente al mes en que se hizo
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efectivo el referido beneficio" .
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Dentro del contenido del contrato de trabajo se distinguen por la doctrina y la
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jurisprudencia ; los deberes de prestación y los deberes de conducta. Los primeros
son inherentes a la prestación de trabajo y la correlativa obligación de retribución,
determinando su forma, oportunidad y lugar de ejecución. Por el contrario, el ámbito de
aplicación de los deberes de conducta, excede el contenido patrimonial del contrato de
trabajo, abarcando la forma en que las partes deben comportarse recíprocamente
dentro del marco determinado esencialmente por la buena fe contractual. Es por ello
que los deberes de conducta no vinculados a la prestación de los servicios conservan
su vigencia durante el tiempo que rige la suspensión convencional de la relación
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laboral , no pudiendo admitirse la legalidad de su suspensión, ya que atenta contra el
orden público laboral y conlleva el riesgo de una condonación de dolo futuro, un pacto
que suspende esos deberes, porque de aceptarse su procedencia importa admitir la
legalidad de conductas de mala fe contrarias a la relación laboral durante la suspensión
del contrato, sin consecuencia laboral para su autor. El CC en sus artículos 1461 y 1465
no admite pactos contrarios al orden público ni la condonación del dolo futuro,
adoleciendo de objeto ilícito; vicio que estimamos concurre en una suspensión
convencional del contrato de trabajo que suspende los deberes de conducta durante su
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vigencia , haciendo anulable la estipulación que contiene dicho vicio (artículo 1682
del CC).
Subsisten los deberes de fidelidad y confidencialidad que forman parte del contenido
ético jurídico de la relación laboral, teniendo su fundamento último en la buena fe 161