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Un ensayo con miras a lo que se sabe y no se nombra

Presentado por Valentina Isabel Suárez Moros


Programa de sociología
Noviembre, 2022
Ciudad de Bogotá

A manera de aclaración …
El siguiente ensayo se encuentra fundamentado en artículos de opinión, noticias nacionales, libros
con enfoques restaurativos – sociales, y testimonios de corporaciones involucradas en lo que se busca
denunciar. Muchas de las conjeturas de este escrito han sido hechas a partir de una extensa triangulación
de información que (tal vez) no agraden a muchos, pero que demuestran una fuerte necesidad de
profundizar en la historia, en la verdad y en los agentes que día a día configuran la realidad colombiana.
En este sentido, se busca que el lector mantenga un pensamiento crítico, dispuesto a generar preguntas,
desacuerdos (o lo que se considere conveniente) frente a lo propuesto.
El tema por tratar es un ligamiento de la historia Colombia que se remonta a la legislación y
titulación de los baldíos del siglo XX, frente a la distribución de la tierra, teniendo como actor principal a
La Federación Colombiana de Ganaderos; y en ultima instancia, el papel activo que hasta la actualidad
sigue cumpliendo dicha corporación en relación con los diálogos de paz y a las intenciones de Reforma
Rural Integral que se han generado entre el gobierno y FEDEGAN.
Se entiende que la información propuesta presenta carencias y vacíos dentro de lo planteado, por
eso, se hace el llamado a mantener abierta la conversación que se ha de generar para que la historia no se
olvide, el presente se construya y el futuro se vislumbre.
i. Entre lo baldío y a quién se le adjudica.
La tierra colombiana, además de representar riqueza nacional, ha sufrido diversas
transformaciones desde el ámbito legal, que entiende de contextos sociales y políticos, primeramente. En
este sentido, Colombia ha sufrido, se podría decir, desde el siglo XIX o, si se quiere, desde la usurpación
europea, un conflicto por la tierra; es tan así que “desde la conformación de la República hasta nuestros
días, la adjudicación de terrenos baldíos ha sido prácticamente la única política estatal de distribución de
la tierra que ha tenido continuidad a lo largo del tiempo” (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2016,
p. 32).
No obstante, muchas de las políticas que se han generado en mira de calmar las aguas sobre la
pregunta constante de ¿A quién le pertenece la tierra? tienen como punto final la generación de límites
que fomenten y regularicen la colonización campesina de baldíos para lograr la ampliación ilimitada de la
frontera agropecuaria; como da cuenta el Centro Nacional de Memoria Histórica en el informe de Tierras
y conflictos rurales “en el trasfondo de tan abundante y prolija legislación se percibe el dinamismo de la
colonización cafetera y de la explotación campesina de tierras incultas en distintas regiones del país”
(2016, p. 50). Es así, como se da cuenta, según el rastreo histórico planteado por el Centro Nacional de
Memoria Historica, que estos estatutos, además de representar una cultura conservadora, violenta y ciega,
adolece de limitaciones como:
Errores originados en la imprecisión o indefinición de los títulos coloniales, más los “errores de
interpretación de las antiguas unidades de medida que figuraban en escrituras y otros [documentos] de
declaraciones de posesión que no se compadecían con el uso y ocupación efectiva del área reclamada,
problemas que aún subsisten en algunos lugares”. A estos se suman los errores ocasionados por la
imprecisión de los límites municipales, especialmente los de las “veredas de población muy escasa o muy
dispersa”. (Centro Nacional de Memoria Historica citando a CEGA, Llorente, Salazar y Gallo, 1985,
páginas 8-10)

Muchas de estas limitaciones que presentan algunos proyectos de ley en términos del agro se
consolidan en una medida tan abstraída de la realidad del campo que termina por aceptar términos bajos
los cuales quedan muy abstractas sus implicaciones. Un ejemplo de esto es el hecho de que el termino
explotación, siendo una de las principales razones para adjudicar tierras en Colombia, se define como
“una actividad económica con unidad de administración, es decir, una empresa” (Centro Nacional de
Memoria Histórica, 2016, p. 252), esto entendido en el siglo XX como la explotación de varios predios,
propios de un mismo o varios dueños, que debían cumplir las dinámicas de un aparato administrativo.
Para ahondar en esta idea de la tierra como empresa se ha de tener en cuenta lo planteado por el
autor Jan Douwe Van Der Ploeg en el V apartado de su libro Nuevos Campesinos e Imperios
Alimentarios (2008): Campesinos y empresarios; donde hace mención a la relación artificial que se ha
formado en términos del campesinado y el modo empresarial de explotación agrícola, caracterizada por
“un elevado grado de externalización: es decir, muchas subtareas de un proceso de producción y laboral
antes integral se desplazan y delegan a institutos externos y agencias comerciales” (p. 174) diferente a la
explotación agrícola campesina que se define por “el grado de autonomía que guarda respecto a la base de
recursos” (p. 172). Esta diferencia, y las demás que le acontecen, se pueden denotar en la siguiente tabla
desarrollada por Van Der Ploeg (2008):
Cabe señalar que los ítems subrayados son el eje principal, que, a consideración propia,
distinguen el gran abismo que existen entre ambos tipos de explotación agrícola, donde uno se presenta
directamente como un actor desligado de la naturaleza, de su valor en ciclo agrícola más allá del
económico y su relacionamiento con aquello que produce y comercia; y el otro actor se liga al modo de
producción desde una interacción multifacética de hombre  (transformación mutua)  naturaleza.
Teniendo esto en cuenta, podemos regresar al interés concurrente que se logra denotar en
términos de la adjudicación de baldíos, quienes los exigen y a quienes se les entregan. Por esto mismo, no
es raro señalar que la concesión estatal tuvo una fuerte influencia al otorgar grandes extensiones de
baldíos a “individuos y empresas (nacionales y transnacionales) que se valieron de sofisticadas fórmulas
jurídicas y contactos en las altas esferas gubernamentales para evadir las restricciones legales” (Centro
Nacional de Memoria Historica, 2016, p. 292). Pareciera entonces que el campo se convirtió en empresa o
la empresa convirtió al campo, sea cual sea la respuesta la titulación de tierras no se desentiende de los
contextos sociopolíticos específicos, en este caso, con situaciones de confrontación armada, donde la
actividad ganadera del país (con un gran poder en este tipo de decisiones) ha incidido en la conformación
de preferencias, posturas y acciones legislativas.

ii. Para hablar de tierras hay que nombrar la F de Fedegán.

Teniendo un corto contexto de cómo se ha entendido la tenencia de tierra en Colombia, es


necesario hablar de aquellos actores que se han encargado de que la manera en que se habla y comprende
la tierra se siga manteniendo como ha sido por siglos y siglos, uno de los principales protagonistas ha sido
la Federación Colombiana de ganaderos (Fedegán). A punto de cumplir 60 años de institucionalidad
gremial, Fedegán recopila el mantenimiento de la actividad ganadera como un ámbito de importancia
significativa para la industria básica y de acumulación de capital, además de ayudar, como les gustaría
pensar a algunos, a la modernización incesante del país y el ligamiento de Colombia a una economía
mundial firme.

Fedegán hace parte de un periodo crucial en la historia ganadera del desarrollo social y
económico del país que consiste en la formación de una agremiación de ganaderos mediante instituciones
oficiales y procedimientos adjudicados a decisiones políticas; esta creación de Fedegán atiende a la
necesidad de un factor real de poder que, claramente, debía estar en manos de los pocos tenientes de tierra
en Colombia (bajo el ámbito legislativo y verdadero), pero también tiene un sentido histórico que
comprende dos periodos importantes del sector ganadero, como lo fueron los años comprendidos hasta
1925 donde se visibilizan los esfuerzos gubernamentales por salir del mal llamado atraso; y a partir de la
segunda mitad del siglo XX con una consolidación de “la ganadería moderna, la industrialización y la
urbanización del país que relegaron el campo a un segundo plano dentro de las prioridades
gubernamentales” ( Nájera, 2008, s.p).

Asimismo, Fedegán hace parte de una historia de complicidad y violencia, con largos entramados
de paramilitarismo que no son ignorados por nadie; ya se sea campesino, político, estudiante, profesor,
etc. es de necesidad nacional saber a quienes corresponde un pedazo de la historia de violencia en
Colombia. Primeramente, se buscaba entregar al lector una idea de cómo Fedegán a resuelto el asunto de
la tierra en Colombia, el por qué actualmente los discursos desarrollistas aún no dejan en paz al campo, él
por qué pareciera que la historia va en ciclos y no muta, no se transforma, sino que se repite.
Continuamente, se busca llegar a entender en su profundidad (o en lo poco que las palabras y las paginas
permitan) quiénes son realmente Fedegán, sus intereses en el orden institucional y la necesidad de
acaparar tierras.

Para esta labor, me remito al Acuerdo para la Materialización de la Paz Territorial que se enfoca
en la compra directa de tierras para la construcción de la Reforma Rural Integral generada en el presente
año en el mes de Octubre, pretendo resalta las palabras que Fedeg án, como organización principal en la
negociación de tierras, plasmó en dicho acuerdo, siendo estas “HEMOS CONSIDERADO: Que la Paz
Total no es la sumatoria simple de la paz urbana y la paz rural, como quiera que no hay dos violencias y
tampoco dos colombias, sino un solo país”. Pareciera, entonces, contradictorio señalar dichas palabras
cuando al inicio del párrafo anterior se menciona a Fedegán como un actor cómplice de la violencia
historica colombiana, pero para entender por qué la necesidad de esto nos remontaremos a las primeras
apariciones de Fedegán como corporación ligada al paramilitarismo.

Una de las noticias más llamativas de la famosa Federación Colombiana de Ganaderos se articula
al ex presidente de la corporación, Jorge Visbal Martelo, quien además de haber financiado y
promocionado el paramilitarismo con fines de cometer masacres, asesinatos, desplazamientos
desapariciones y despojos de tierras, y terminar siendo condenado en 2018 en primera instancia por el
Juzgado Quinto Penal del Circuito Especializado de Bogotá por concierto para delinquir agravado;
también fue “embajador en Canadá del primer gobierno de Álvaro Uribe, senador por el Partido de la U
en el segundo periodo y embajador de Perú en el primer gobierno de Juan Manuel Santos” (Rodríguez
Guerra, 2020, s.p). Es interesante, además, denotar que una de las congregaciones de ganaderos mas
importante en Colombia tuviera, y tiene actualmente, conexiones directas con grupos paramilitares como
los hermanos Castaño, Salvatore Mancuso, “Don Berna”, etc. y qué el ex presidente de dicha
congregación fuera un “visitante regular del campamento de las Autodefensas Unidas de Colombia donde
asesoró ideológica y militarmente a los más temibles paramilitares del conflicto armado” (Rodríguez
Guerra, 2020, s.p). Es aún más interesante observar la manera bajo la cual Fedegán buscó silenciar estas
acusaciones y verdades absolutas, acogiéndose a la firma de un convenio con el Centro Nacional de
Memoria Histórica, donde se buscaba otro punto de partida para entender qué ocurrió en el conflicto, con
el objetivo de imponer su versión de la historia y sometiendo a Visbal ante la JEP con el propósito de que
se le reconociera como víctima de las FARC-EP.
No solo un presidente de Fedegán fue relacionado con el paramilitarismo, sino que su predecesor
José Félix Lafaurie, en el presente año, fuese denunciado públicamente por el exgobernador de Córdoba
Benito Osorio debido a sus relaciones con el jefe paramilitar Salvatore Mancuso por buscar su ayuda para
“apoyar a Mario Iguarán en su aspiración a ser fiscal general de la Nación y habría entregado información
sobre los magistrados encargados de elegirlo para que Mancuso los presionara” (Romero, 2022, s.p). Tal
vez las relaciones y denuncias de ambos presidentes difieran en términos de gravedad, pero no se puede
negar que bajo todos los intentos de ocultar la relación entre Fedegán (ganaderos) y paramilitares, aún
sobresale la relación de cercanía que surge entre estos actores.
No solo Fedegán se maneja como un estatuto de poder en la toma de decisiones, dentro y fuera
del aparato de justicia, sino que en contadas ocasiones se ha mostrado como una congregación con fines
ideológicos ligados a los del paramilitarismo. Esta conexión se observa en algunos testamentos que se
pueden encontrar en la propia página de Fedegán (https://www.fedegan.org.co/), declaraciones del
presidente Lafaurie y documentos que tratan las tendencias de actuar del paramilitarismo. En el artículo
Paramilitares en Colombia: Contexto, aliados y consecuencias (1991) de Alejandro Reyes Posada se
destaca la manera en la cual,
Movimientos de elites regionales tienden hacia la violencia por mano propia cuando perciben que la
tramitación democrática del conflicto alteraría sustancialmente las situaciones de privilegio institucional,
derivadas de la estructura de propiedad y el control de los recursos comunes. (p. 37)

Esta misma necesidad de protección violenta por el debilitamiento de la democracia y su poderío


se logra observar de la misma manera en el accionar de los ganaderos con la llegada al poder del
presidente Petro, que en conciencia del algunos representa el riesgo de la propiedad privada. Para
responder a este peligro, debido a la idea de una reforma rural integral presentada por el Ministerio de
Agricultura que no fue bien recibida en este sector, muchos recurrieron a la idea de tomar las armas para
defender sus tierras; incluso, en Córdoba “varios ganaderos salieron a protestar para pedir al gobierno que
les ayudara a que se respetaran sus predios, pero otros, con ideas más drásticas, amenazaron con armarse,
formando grupos paramilitares” (Rodríguez, 2022, s.p). Estas ideas de defender la propiedad privada
no se dieron solamente en grupos de ganaderos, sino que se podría decir que la llama se encendió
directamente por el presidente de Fedegán José Félix Lafaurie, al incentivar la creación de “grupos de
reacción solidaria inmediata" en caso de ser invadidas las fincas ganaderas, en el departamento de
Córdoba (departamento con rápida concentración de propiedades en manos de narcotraficantes).
De esta manera, Reyes (1991) menciona que una condición certera para el surgimiento del
paramilitarismo es “la debilidad estructural del Estado colombiano para imponer a las élites regionales un
marco de conductas democráticas para la resolución del conflicto social” (p. 37), llegando a actuar por
mano propia para la conservación del régimen político disfrazado en la protección a la propiedad privada
e incluso llegando a cambiar su discurso “para presentarse como líderes de movimientos político-
militares” (Reyes, 1991, p. 40). Tal como trató de demostrar Lafaurie al señalar que los esfuerzos de
ganaderos en Córdoba de proteger sus predios no se tratan de un grupo armado sino un mensaje de unidad
y solidaridad; esfuerzos que cómo menciona Reyes (1991) caen en una defensa por el reclamo al “respeto
a los derechos humanos y su autoidentificación como fuerza político-militar” (p. 40).
Por último, considero que las conclusiones son obvias según los puntos ya demarcados a lo largo
del presente ensayo, pero en fama de seguir mostrando lo que se sabe y no se nombra, no está demás
recordar el certero testamento publicado en la página de la Federación Colombiana de Ganaderos titulado:
Por la paz, voto NO, como bandera de blanco rayada con rojo que pide a gritos no ser estigmatizados
como “enemigos de la paz”, porque Todos los colombianos queremos la paz, pero no todos queremos un
mal acuerdo como precio por ella.
Tal vez haciendo referencia a que la paz, se habla acerca de una construcción colectiva que se
adhiera fielmente a las instituciones democráticas, y que no sea fruto de una negociación secreta con
quienes no representan al pueblo; porque cuando el NO debe ser un SI, el pueblo deja de ser lugar para
explotar y se convierte en necesidad de cambio, y quienes representan al pueblo consolidan las tres
millones de hectáreas necesarias para hacer paz y no los lideres del paramilitarismo que han consumido a
Colombia más rápido que las 77,57 megatoneladas de emisiones de CO2 producidas en el 2021.
O tal vez hace referencia al rotundo NO de las negociaciones contra los principales carteles de la
droga cuando dejaron a los principales cómplices de lado, donde no se podía consolidar una paz
verdadera y digna para mi patria a pesar de que en términos ideológicos Fedegan compartía los mismos
deseos que los grupos paramilitares y que su ex presidente Visbal Martelo que buscaba que “las
Autodefensas hicieran presencia en algunas zonas controladas por la guerrilla; y que ello lo solicitaba por
la ausencia de presencia del Estado en diferentes zonas del país” (Correcha, 2018, p. 269; citando a El
Espectador, 20 de junio de 2018). Porque moralmente la obligación atinaba al NO, a pesar de que el
campo bañado en sangre pedía a gritos el SI.
Referencias.
Acuerdo para la materialización de la paz territorial: Compra directa de tierras para la construcción de
la Reforma Rural Integral. Bogotá D. C., 6 de octubre de 2022.
Centro Nacional de Memoria Histórica. 2016. Tierras y conflictos rurales Historia, políticas agrarias y
protagonistas. ISBN: 978-958-8944-30-2.
Federación Colombiana de Ganaderos. (02 de octubre, 2016). Por la paz, voto NO. Fondo de
Estabilización de Precios. Recuperado de: https://www.fedegan.org.co/columna-presidente/por-la-paz-
voto-no
Reyes Posada, A. (enero a abril, 1991). Paramilitares en Colombia: Contexto, aliados y consecuencias.
Análisis político no. 12
Rodríguez Guerra, J. (3 de marzo, 2020). Fedegán: una historia de violencia y depredación. Recuperado
de: https://www.pares.com.co/post/fedeg%C3%A1n-una-historia-de-violencia-y-depredaci%C3%B3n
Rodríguez, J. (7 de octubre, 2022). El trasfondo de la transacción entre gobierno y ganaderos para
cumplir con la paz. El Espectador. Recuperado de: https://www.elespectador.com/politica/fedegan-y-
gobierno-el-trasfondo-de-la-transaccion-entre-gobierno-y-ganaderos-para-cumplir-con-la-paz/
Romero, M. (13 de febrero, 2022). José Félix Lafaurie y el paramilitarismo: ¿qué sabemos?. Recuperado
de: https://razonpublica.com/jose-felix-lafaurie-paramilitarismo-sabemos/
Sourdis Nájera, A. 2008. Ganadería: La industria que construyó al país. Bogotá, Federación Colombiana
de Ganaderos, FEDEGÁN.
Van Der Ploeg, J. 2008. Nuevos campesinos e imperios alimentarios. Earthscan Ltd.

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