materializaba con el derecho penal (actio iniuriarum); en la Ley de las XII Tablas protegiendo
derechos como el honor y la fama (reputación) y de igual forma a través de otras épocas hasta
llegar a nuestros días. Si bien las mencionadas formas de tutela resultan incompletas, hoy en
día los derechos de las personas tienen pleno reconocimiento y diversas formas de tutela:
constitucional, civil, penal y administrativa.
Los derechos de la personalidad son derechos subjetivos que no solo cuentan con un
contenido extrapatrimonial sino también patrimonial. Por ejemplo, en el caso del derecho a la
intimidad nadie negaría que los titulares de tal derecho podrían obtener lucro explotando los
mismos como cuando entran a un reality show.
El derecho es a la vida es aquella piedra angular o derecho base a partir del cual el resto de
derechos de las personas cobran vida, desarrollo y merecimiento de tutela. Involucra el no
dañar, lastimar o atentar contra la integridad, así como contra la vida de las personas. Siendo
posible que algunos derechos que las personas hayan tenido en vida sigan vigentes incluso
después de la muerte como el honor, la intimidad, la imagen y la voz. Además, el derecho a la
vida no solo involucra la salud o aspecto psicosomático del individuo sino también el desarrollo
de su proyecto de vida.
El derecho a la integridad es aquel que contempla tanto al soma como a la psique como una
entidad única e indivisible permitiendo los actos de disposición sobre el cuerpo solo por estado
de necesidad, de orden médico o quirúrgico o si están inspirados por motivos humanitarios.
Cabe resaltar que la prohibición de atentar contra la integridad psicosomática del individuo
recae también en los terceros quienes en caso de hacerlo corren el riesgo de responder civil y
penalmente.