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Corte Suprema de Justicia

Sala de Casación Civil

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


Sala de Casación Civil

Magistrado Ponente:
CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

Bogotá D.C., dos (2) de agosto de dos mil cinco (2005).-

Exp.: 73001-22-03-000-2005-00175-01

Decide la Sala la impugnación formulada por la parte accionante


respecto de la sentencia de 26 de mayo de 2005, proferida por el
Tribunal Superior de Ibagué, Sala Civil Familia, dentro de la
acción de tutela formulada por Adolfo Charry Martínez contra los
Juzgados Cuarto Civil del Circuito y Quinto Civil Municipal de
Ibagué..

ANTECEDENTES

1. El referido accionante solicitó la protección de sus derechos


fundamentales a un debido proceso y a la defensa,
supuestamente vulnerados por los juzgadores accionados, al
proferir las sentencias de primera y segunda instancia, en virtud
de las cuales se desestimó la excepción propuesta contra la
pretensión ejecutiva y se dispuso que siguiera adelante la
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ejecución, para el pago de unas letras de cambio que tienen su


origen en un negocio jurídico ilícito, como es el “juego de dados”.

2. Argumento el accionante que el Juzgado Quinto Civil


Municipal de Ibagué libró mandamiento de pago en su contra y a
favor del señor Luis Fernando García, en el que dispuso el pago
de tres letras de cambio, cada una por valor de $5’000.000,oo.
Una vez notificado, formuló la excepción de “Ausencia de acción o
falta de causa legal de los títulos valores materia de ejecución”,
soportada en que estos habían sido girados como consecuencia
de un juego de dados en el que resultó ganador el ejecutante,
siendo claro que, por tal razón, no existe acción ni excepción,
conforme al artículo 95 de la ley 153 de 1887.

No obstante, el juez dictó sentencia el 20 de octubre de 2004, en


la que declaró no probada la excepción y dispuso que la ejecución
continuara en la forma dispuesta en la orden de apremio, bajo la
cardinal consideración de que “el hecho originario se ha
deslindado de la acción” cambiaria, con lo cual, a su juicio,
desconoció “la nulidad absoluta que aqueja la creación de las
letras de cambio” (fl. 32, cdno. Tribunal).

Señaló también que apelada como fue la referida determinación,


la Juez Cuarta Civil del Circuito decidió confirmarla a través del
fallo calendado a 16 de marzo de 2005, en el que acogió las
argumentación del juez de primer grado.

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3. Admitida a trámite la solicitud de tutela y enterados de ella


los jueces accionados, lo mismo que el demandante en el proceso
ejecutivo, el Tribunal Superior de Ibagué dictó la sentencia de
cuya impugnación conoce la Corte, en la que negó el amparo
suplicado.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Luego de la acostumbrada caracterización de la acción de tutela,


con particular énfasis en lo tocante con su procedencia
excepcional frente a providencias judiciales, acotó el sentenciador
que los jueces de la ejecución no habían quebrantado los
derechos fundamentales del peticionario, por cuanto ellos se
limitaron a aplicar “la ley sustancial al caso concreto”, de suerte
que “el tutelante debe sujetarse al momento de que (sic) se
resuelva el fondo de la cuestión del asunto planteado y no asumir
posiciones de esta índole cuando en la práctica no tocan con la
verdadera violación a la gama de derechos fundamentales...” (fl.
52, cdno. Tribunal).

LA IMPUGNACIÓN

El accionante impugnó la sentencia del Tribunal, sin expresar las


razones de su inconformidad.

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CONSIDERACIONES

1. En breve se detecta que los juzgadores de instancia


incurrieron en la vía de hecho que predica el accionante, pues de
la revisión del expediente que contiene el proceso ejecutivo que
adelanta Luis Fernando García contra Adolfo Charry, se evidencia
que los jueces, en sus fallos, desconocieron las normas
sustanciales que regulan los títulos-valores, específicamente las
que se refieren al principio de autonomía (arts. 619 y 627 C. de
Co.) y a las excepciones que pueden formularse contra la acción
cambiaria (num. 12, art. 784, ib.).

En efecto, es asunto pacífico –y así se acepta en los dos


pronunciamientos cuestionados-, que las tres letras de cambio
objeto de recaudo, fueron emitidas para pagar la deuda que
habría contraído el señor Charry con el señor García, con ocasión
de un juego de dados en el que resultó perdedor el primero de
ellos. Y es igualmente cierto que la excepción propuesta por el
ejecutado, denominada “Ausencia de acción o falta de causa legal
de los títulos valores materia de ejecución” (fl. 7, cdno. Tribunal),
guarda directa y estrecha relación con la referida deuda de juego,
la cual, según el excepcionante, no produce acción ni excepción,
conforme al artículo 95 de la Ley 153 de 1887.

No obstante lo anterior, esto es, que existía coincidencia entre las


partes cambiarias, los intervinientes en el juego y los
contendientes en la ejecución, los jueces desconocieron la
incidencia que el negocio subyacente tenía en la acción cartular,
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frente a la cual bien podía formularse, como en efecto se formuló,


una excepción derivada del “negocio jurídico que dio origen a la
creación... del título” –en este caso el juego-, en tanto esgrimida
“contra el demandante que haya sido parte en el respectivo
negocio” (num. 12, art. 784 C. de Co.), como lo fue el señor Luis
Fernando García.

Con otras palabras, si el señor García –ejecutante- fue el ganador


en el juego de dados, era jurídicamente procedente que el
perdedor, el señor Charry, discutiera dentro del proceso
adelantado por aquel, el buen suceso de la acción cambiaria,
pretextando que “El que gana no puede exigir el pago”, pues es
esto lo que, en últimas, se persigue a través del proceso ejecutivo.

2. Adviértase que los juzgadores no estuvieron acertados en


su juicio, al momento de aplicar la referida norma mercantil, como
resultado de una concepción errada del principio de autonomía
cambiaria.

En torno a este postulado, ha precisado la Corte que “el derecho


es autónomo..., porque el poseedor de buena fe, ejercita un
derecho propio, que no puede limitarse o decidirse por relaciones
que hayan mediado entre el tenedor y los poseedores
precedentes”, de suerte que “a quien haya adquirido el documento
conforme a la ley de su circulación, no se le pueden proponer las
excepciones oponibles al tenedor anterior o la falta de titularidad
de éste (art. 627)” (Sentencia de 23 de octubre de 1979). Más
recientemente puntualizó que, en virtud del aludido principio,
“cada adquirente del título consolida sobre él un derecho
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independiente, propio, no derivado de los que le anteceden y


distinto de ellos” (Sentencia de 14 de junio de 2000).

Pero como se colige fácilmente del artículo 627 del Código de


Comercio, rectamente entendido por la Corte en las sentencias
transcritas, está fuera de discusión que el principio de autonomía
sólo tiene aplicación en los casos en que el título ha circulado
cambiariamente y frente a tenedores de buena fe exenta de culpa,
pero no cuando el litigio cambiario se presenta entre quienes
fueron parte en el negocio subyacente a la transferencia del título,
como tampoco frente a tenedores de mala fe. Es más, si el título
no circuló y la controversia cartular se presenta con un
demandante que integró la relación originaria, es incontestable
que, en tal hipótesis, no se puede frustrar el análisis y eventual
éxito de una excepción cuyos hechos se soporten en dicho
negocio causal, so capa de que uno es el título-valor y otro su
negocio subyacente, pues con ello se desfigura el principio de
autonomía, amén de perderse de vista que todo conflicto que
surja entre partes cambiarias directamente vinculadas por el
negocio que le sirvió de manantial al instrumento negociable –lato
sensu- o a su transferencia, se resuelve en esa operación
precedente.

Por consiguiente, no podía afirmar el Juez Quinto Civil Municipal


de Ibagué, que “el hecho originario –la deuda de juego- se ha
deslindado totalmente de la acción que hoy se persigue”, pues
aquella se convirtió “en una obligación puramente civil a través de
la concepción (sic) de títulos valores” (fl. 15, cdno. Tribunal).
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Tampoco podía argumentar la Juez Cuarta Civil del Circuito de


esa ciudad, que pese a que “el ejecutante no tendría derecho a
solicitar el pago de la deuda”, no podía sentenciarse de ese modo,
en la medida en que “siendo del libre arbitrio del demandado la
facultad de obligarse mediante la suscripción de títulos valores,
mal puede ahora invocar su falta de causa legal” (fl. 28, ib.). En
ambos casos, se omitió tener en cuenta lo previsto en el numeral
12 del artículo 784 del Código de Comercio, y se le dio al principio
de autonomía consagrado en el artículo 627 de la misma
codificación, un alcance y contenidos que no tienen.

3. A lo anterior se agrega que la errada apreciación normativa


de los juzgadores, en lo tocante a las reglas que gobiernan el
derecho de los títulos-valores, los condujo a otro error sustantivo,
en la medida en que se abstuvieron de analizar y de aplicar las
disposiciones que regulan los contratos aleatorios,
específicamente el juego y la apuesta.

A este respecto, destaca la Corte que si los jueces hubieran


aplicado el numeral 12 del artículo 784 del Código de Comercio,
habrían tenido que establecer la incidencia que tenía en la acción
cambiaria planteada por el señor García, el artículo 95 de la Ley
153 de 1887, que reformó el artículo 2283 del Código Civil, norma
esta según la cual, “El juego y la apuesta no producen acción ni
excepción. El que gana no puede exigir pago. Si el que pierde
paga, tiene, en todo caso, acción para repetir lo pagado”. Desde
luego que la Sala, circunscrita como está a la materia
constitucional y a este caso en particular, no puede entrar a definir
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si la excepción debe abrirse paso o no, pues esa tarea le


corresponde –con exclusividad- a los jueces ordinarios,
específicamente al juez de la segunda instancia, quien deberá
tener en cuenta, de un lado, que el referido precepto se encuentra
inscrito en el ámbito que le es propio al Derecho Civil, más
concretamente a las relaciones que se presenten entre
particulares, y del otro, que existen normas especiales como la
Ley 643 de 2001, entre otras más, que regulan los juegos de azar,
en cuanto monopolio rentistico del Estado.

Pero es claro que los jueces no podía excusar un


pronunciamiento sobre ese tema, que constituye el eje central de
la excepción planteada por el señor Charry. Nótese, para resaltar,
que la Juez Cuarta Civil del Circuito de Ibagué, sí paró mientes en
la mencionada disposición del Código Civil, al punto de concluir,
de forma liminar, que conforme a esa norma, “el ejecutante no
tendría derecho a solicitar el pago de la apuesta” (fl. 28, cdno.
Tribunal). Fue su postura frente al principio de autonomía y, en
general, frente a las reglas del derecho cambiario, lo que impidió
que fueran derivados los efectos previstos en el referido precepto
del Código Civil, circunstancia que pone de manifiesto la
transcendencia del yerro cometido por los accionados.

4. Así las cosas, se revocará la sentencia impugnada, para, en


su lugar, conceder el amparo solicitado.

Se dispondrá, por tanto, dejar sin efecto la sentencia de 16 de


marzo de 2005, para que la Juez Cuarta Civil del Circuito de
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Ibagué, en cuanto juez del recurso de apelación que se interpuso


contra el fallo emitido por el a quo, dicte nueva sentencia que
resuelva el aludido medio de impugnación, en el sentido que
legalmente corresponda, teniendo en cuenta las consideraciones
de esta decisión.

DECISION

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala


de Casación Civil, REVOCA la sentencia impugnada, de fecha y
procedencia preanotadas y, en su lugar,

RESUELVE

1. Conceder tutela al señor Adolfo Charry Martínez, cuyos


derechos a un debido proceso y a la defensa, no han sido
cabalmente tutelados.

2. En consecuencia, se ordena dejar sin efectos la sentencia


emitida el 16 de marzo de 2005, por la Juez Cuarta Civil del
Circuito de Ibagué, quien en el término de cuarenta y ocho (48)
horas siguientes a la notificación de esta providencia, deberá
dictar nuevo fallo que resuelva, en el sentido que legalmente
corresponda, el recurso de apelación que el demandado interpuso
contra la sentencia pronunciada por el Juzgado Quinto Civil
Municipal de la misma ciudad, dentro del proceso ejecutivo que
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adelanta Luis Fernando García contra Adolfo Charry Martínez,


para lo cual observará las consideraciones realizadas en la parte
motiva de este fallo.

3. Notificar a las partes de esta decisión, por cualquier medio


expedito. A los jueces accionados, envíese copia de esta
decisión.

4. Remitir el expediente a la Corte Constitucional para su


eventual revisión.

Notifíquese.

EDGARDO VILLAMIL PORTILLA

MANUEL ISIDRO ARDILA VELASQUEZ

JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR

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CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA

SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

CESAR JULIO VALENCIA COPETE

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