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INTRODUCCIÓN

Son muchos los hallazgos que han demostrado a lo largo de las últimas décadas la estrecha relación
entre la música y los cambios en las estructuras cerebrales. En esta revisión bibliográfica, me centraré
en varios de estos estudios gracias a los cuales se ha comprobado que un entrenamiento musical más
o menos prolongado fomenta la plasticidad cerebral de los niños/as en edad preescolar y la mejora en
otras competencias distintas a la musical.

DISCUSIÓN
En 2002 se realizó en Canadá un estudio (Anvari, Trainor, Woodside y Levy, 2002) para observar
la relación neurocientífica entre la música y el desarrollo lector. Para ello, se utilizaron 50 niños/as
de 4 años y 50 de 5 años a los que se les fueron administrando a lo largo de cinco sesiones de media
hora cada una, una serie de tareas musicales focalizadas en el ritmo, en la melodía y en la secuencia
de acordes, y otra serie de tareas sobre conciencia fonológica; además de medidas estandarizadas
sobre el desarrollo lector temprano. Los resultados relevaron una estrecha y científica relación entre
la percepción musical, y la conciencia fonológica y el temprano desarrollo de la lectura en niños/as
de estas edades. Según los investigadores, esta relación sugiere que la conciencia fonológica y la
percepción musical hacen uso de algunos de los mecanicismo cognitivos y auditivos más básicos y
necesarios para la lectura. Otro estudio realizado en 2011 en Alemania (Degé y Schwarzer, 2011)
demostró una mejoría en la conciencia fonológica de niños/as de 5 y 6 años que recibieron sesiones
de entrenamiento fonológico o sesiones de entrenamiento musical, frente a niños/as de estas edades
que recibieron entrenamiento deportivo (se hizo una división aleatoria entre estos tres grupos de
entrenamiento).
En 2011 se realizó un estudio en Canadá (Barac, Bialystok, Cepeda, Chau, Moreno, y
Schellenberg, 2011) en el que se compararon a niños/as de entre 4 y 6 años que recibieron
aleatoriamente un entrenamiento musical o un entrenamiento en competencias plásticas a lo largo de
cuatro semanas. Antes y después de recibir estos entrenamientos, los niños/as fueron sometidos a un
tipo de procedimiento monitorizado por electrodos en el que se midió la inteligencia verbal y espacial
de los individuos. Los resultados del estudio arrojaron que en los niños/as que recibieron el
entrenamiento musical se observó una mejoría en la inteligencia verbal reflejada en un aumento del
vocabulario; por lo que los investigadores supusieron que la música y el lenguaje están relacionados
cognitivamente hablando. También se demostró que el entrenamiento musical está estrechamente
relacionado con una mejora de la función ejecutiva cerebral y que además produce ciertas
modificaciones en la estructura del cerebro.
A través de la toma de imágenes cerebrales, se logró demostrar neuro-científicamente (Schlaug,
2003) que los músicos profesionales (personas que han acudido a una escuela musical a tiempo
completo, que han acudido al conservatorio o que se han graduado en alguna carrera musical) que
comenzaron sus estudios en la edad preescolar (antes de los 7 años) presentan un cuerpo calloso
notablemente mayor en tamaño que las personas que no se dedican profesionalmente a la música e
incluso que los músicos profesionales que no comenzaron sus estudios hasta pasada esa edad
preescolar. Los investigadores dedujeron que estas diferencias podrían ser debidas a un mayor
número de fibras en el cuerpo calloso, a una mayor mielinización de la fibras (que provoca una mayor
velocidad en la transferencia entre ambos hemisferios cerebrales), o a un mayor grosor de los axones
de las fibras. Este cambio de la estructura del cerebro debido a la música, también se demostró en
2009 (Forgead, Norton, Norton, Schalaug, Winner y Zhu, 2009) cuando se compararon tres grupos
de niños de entre 5 y 7 años: niños/as que recibieron clases de piano o de instrumentos de cuerda de
2 a 5 horas a la semana, niños/as que recibieron este tipo de clases pero de 1 a 2 horas a la semana, y
niños que no recibieron ningún tipo de clases de instrumento. Al cabo de 29 meses y gracias a las
imágenes cerebrales se demostró que en los niños/as que habían recibido clases de instrumento de 2
a 5 horas a la semana aumentó el volumen de su cuerpo calloso.
En 2009 también se realizó un estudio (Evans, Forgead, Hyde, Lerch, Norton, Schalaug y
Winner, 2009) en el que se sometió a 15 niños/as canadienses con una media de 6 años de edad a
clases privadas de teclado durante 15 meses, frente a 16 niños/as de la misma edad que a lo largo de
este periodo no recibieron más que las clases de música del colegio. Antes y después de este periodo,
ambos grupos de niños realizaron pruebas musicales y cognitivas, además de que se les realizó una
resonancia magnética. Pasados estos 15 meses se concluyó que, aunque no se encontraban diferencias
significativas en cuanto a los resultados de las pruebas cognitivas del grupo de niños que había
recibido clases de teclado, sí que se pudo apreciar una clara diferencia en los resultados de las pruebas
musicales de estos niños/as antes y después del periodo de estudio (control motor de los dedos de
ambas manos y tareas de discriminación de melodía y ritmo). Además, gracias a los resultados de las
resonancias magnéticas se comprobó que algunas áreas motoras del cerebro de este grupo de niños/as
habían aumentado su volumen en comparación con el otro grupo de control, como fueron el giro pre-
central derecho, el cuerpo calloso y el área auditiva primaria derecha. Estos hallazgos explicarían
entonces la mejoría de resultados en las pruebas musicales debido a que son el giro pre-central
derecho y el cuerpo calloso las principales estructuras cerebrales encargadas del control motor de los
dedos, y a que el área auditiva primaria derecha es la principal estructura que participa en las tareas
melódico-rítmicas. Por último, después de este periodo también se hallaron notables diferencias
estructurales en algunas áreas frontales, en la región occipital medial izquierda y en el peri-cingulado
posterior izquierdo de los niños/as que recibieron las clases de teclado.
Por último, señalar un estudio que quiso investigar si el entrenamiento musical provoca
modificaciones significativas en el tamaño y en la sincronización del córtex auditivo de 111 infantes
que recibieron entrenamiento musical frente a 21 infantes con déficits de atención que no lo
recibieron. Gracias a resonancias magnéticas y a magneto-encefalogramas funcionales se demostró
que en el primer grupo de infantes aumentó el tamaño del giro de Heschl y mejoró la sincronización
hemisférica a más tiempo de entrenamiento musical.

CONCLUSIÓN
Los hallazgos arrojados por estos y más estudios son una clara evidencia de las mejoras que puede
aportar la música en la plasticidad cerebral de los niños/as en edad preescolar; dato que podría tenerse
muy en cuenta en las escuelas para potenciar ciertas capacidades cognitivas.
Otro apunte que me gustaría destacar de la elaboración de este ejercicio es la falta de estudios e
investigaciones que he podido encontrar con respecto a este tema en nuestro país.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Anvari, S., Trainor, L., Woodside, J., y Levy, B. (2002). Relations among musical skills, phonological
processing, and early reading ability in preschool children. Journal of Experimental Child
Psychology, 83, 11-130. Doi: http://dx.doi.org/10.1016/S0022-0965(02)00124-8

Barac, R., Bialystok, E., Cepeda, N. J., Chau, T., Moreno, S., y Schellenberg, E. G. (2011). Short
term music training enhances verbal intelligence and executive function. Psychological
Science, 22(11), 1425–1433. Doi: http://dx.doi.org/10.1177/0956797611416999

Degé, F., y Schwarzer, G. (2011). The effects of a music program on phonological awareness in
preschoolers. Frontiers in Psychology, 2, art. 124. Doi:
http://dx.doi.org/10.3389/fpsyg.2011.00124

Evans, A., Forgead, M., Hyde, K., Lerch, J., Norton, A., Schalaug, G., y Winner, E. (2009). The
effects of musical training on structural. A longitudinal Study. The neurosciences and music
III. Disorders and plasticity. Ann N Y Acad Sci, 1169, 182-186. Doi:
https://doi.org/10.1111/j.1749-6632.2009.04852.x

Forgead, M., Norton, A., Norton, A., Schalaug, G., Winner, E., y Zhu, L. (2009). Training-induced
Neuroplasticity in Young Children. New York Academy of Sciences, 1169, 205-208. Doi:
https://dx.doi.org/10.1111%2Fj.1749-6632.2009.04842.x

Parncutt, R., Schneider, P., y Seither-Preisler, A. (2014). Size and synchronization of auditory cortex
promotes musical, literacy, and attentional akills in children. Journal of Neuroscience, 34(33),
10937-10949. DOI: https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.5315-13.2014

Schlaug, G. (2003). The brain of musicians. En I. Peretz y R. J. Zatorre (Eds.), The cognitive
neuroscience of music (pp. 366-381). Oxford University Press.

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