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En el mundo empresarial se está cada día más convencido de que aquellas personas
que más alto o más rápidamente ascienden en sus carreras profesionales son aquellas
que poseen un mayor coeficiente de Inteligencia Emocional.
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Veremos que de este modo los mensajes con contenido emocional -evaluación del
desempeño, por ejemplo- son nublados por una reacción emocional que deja el
cerebro consciente incapaz de dar una respuesta racional.
Comprender esta irracionalidad del cerebro humano es esencial para saber cómo las
personas se relacionan -o no lo hacen- entre sí, elemento clave para una colaboración
con éxito para motivar, dirigir o liderar equipos humanos.
Empatía e influencia
Para comenzar con este tema, leamos y reflexionemos sobre la siguiente frase…
“Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían
si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto
de vista”.
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Lo dijo Mahatma Gandhi, el reconocido líder indio, quien según lo dicho, poseía una
gran capacidad para conectarse con otras personas y comprender sus pensamientos; a
esa capacidad la llamamos empatía.
Muchas de sus actitudes, fueron tomadas como referencia a nivel mundial, incluso por
culturas muy diferentes; esto es influencia.
La Empatía
Percibir lo que otros sienten sin decirlo es la esencia de la empatía. Rara vez el otro
dirá con palabras lo que experimenta; en cambio, lo revela su tono de voz, su
expresión facial y otras maneras no verbales. La capacidad de percibir esas
comunicaciones sutiles nace de aptitudes más básicas, sobre todo del conocimiento de
uno mismo y del autodominio. Si no podemos percibir nuestros propios sentimientos
(o impedir que nos ahoguen) nos veremos irremediablemente fuera de contacto con
los estados de ánimo ajenos.
Cuando falta esa sensibilidad, la gente queda descontenta. La falta de oído emocional
conduce a la torpeza social, ya sea por haber interpretado mal los sentimientos ajenos,
ya sea por una franqueza mecánica e inoportuna, o una indiferencia que aniquila la
afinidad. Una de las formas que puede adoptar esta falta de empatía es tratar a los
demás como si fueran estereotipos y no los individuos únicos que son.
La influencia
El arte de la influencia requiere manejar con efectividad las emociones ajenas. Los
trabajadores estelares son diestros en la proyección de señales emocionales, lo cual los
convierte en potentes comunicadores, capaces de dominar a un público. En pocas
palabras, los convierte en líderes.
Poder influir sobre los demás no es un tema menor que tenga que ver necesariamente
con las cuotas de poder a las que puedo acceder, sino mas bien sobre la forma en que
puedo hacer que los demás compartan la visión del mundo, misión y objetivos de la
organización.
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El contagio de las emociones: manejar las emociones ajenas.
Cada uno influye en el estado de ánimo de los demás. Es perfectamente natural influir
en el estado emocional de otro, para bien o para mal; lo hacemos constantemente,
"contagiándose" las emociones como si fueran una especie de virus social. Este
intercambio emocional constituye una economía interpersonal invisible, parte de
todas las interacciones humanas, pero habitualmente es tan sutil que no se lo percibe.
Esta estrategia aprovecha hábilmente el contagio emocional. Cada uno es parte del
equipo emocional de los otros, para bien o para mal; estamos siempre activándonos
mutuamente distintos estados emocionales. Este hecho ofrece un potente argumento
contra la expresión desinhibida de sentimientos tóxicos en el ambiente de trabajo. Por
el lado bueno, los sentimientos positivos que nos inspira una empresa se basan, en
gran medida, en lo que nos haga sentir la gente que representa a esa organización.
Los trabajadores más efectivos lo saben por instinto; utilizan naturalmente su radar
emocional para percibir cómo reaccionan los otros y afinan su propia respuesta para
impulsar la interacción en la mejor dirección posible.
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niños están sobreestimulados y caprichosos. También los padres. Todo el mundo se
muestra quejoso.
Es un viaje infernal.
De pronto, entre las voces quejosas de padres y niños, se alza un gorjeo fino y
persistente: el conductor del autobús ha comenzado a cantar 'Bajo el mar', de la
película 'LA SIRENITA'. Todo el mundo comienza a aquietarse para escuchar. Por fin
una niñita agrega su voz; después, varios niños más. Cuando llegan a destino todo el
mundo está cantando 'El Círculo de la Vida', de 'EL REY LEÓN'. EL viaje infernal se ha
convertido en la culminación placentera y musical de un día pleno.
EL conductor del autobús sabía cómo actuar. De hecho, los choferes cantantes son
parte de una estrategia intencional para mantener tranquilos a los clientes. Aún
rememoro con placer que en los años cincuenta, cuando visité Disneylandia siendo
niño, el conductor de un autobús Mickey Mouse rompió a cantar el tema del programa
televisivo, por entonces popular; sigue siendo mi recuerdo más vívido de ese viaje.
Esa estrategia aprovecha hábilmente el contagio emocional. Cada uno es parte del
equipo emocional de los otros, para bien o para mal; estamos siempre activándonos
mutuamente distintos estados emocionales. Este hecho ofrece un potente argumento
contra la expresión desinhibida de sentimientos tóxicos en el ambiente de trabajo:
envenenan el pozo. Por el lado bueno, los sentimientos positivos que nos inspira una
empresa se basan, en gran medida, en lo que nos haga sentir la gente que representa a
esa organización.
La Comunicación
Observemos ahora cuáles son las tres aptitudes más buscadas en los administradores
de empresas, según un estudio realizado en EE.UU.
Nuestras emociones nos indican en que concentrar la atención, cuando actuar. Son
captadores de atención que actúan como advertencia ante situaciones potencialmente
conflictivas. Se trata de mensajes que transmiten información crucial sin poner
necesariamente los datos en palabras. Las emociones son un método de comunicación
hipereficiente.
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triunfar a cualquier costo. El poder que incluye esta aptitud se socializa y entra en
armonía con las metas colectivas del equipo, en vez de limitarse a la conveniencia
personal.
Para algunos gerentes es un e-mail, para otros un teléfono directo al despacho pero la
importancia es enorme y simplifica el dilema de todo jefe: ¿Me están diciendo lo que
necesito saber o solo lo que quieren que sepa?
Las personas que poseen esta aptitud saben escuchar a los miembros del equipo y
comparten información, fomentando el intercambio de ideas y captando los tonos
emocionales del grupo. Esta característica permite saber comunicar no solo con
palabras sino con toda la expresión corporal, teniendo en cuenta que las propias
emociones del emisor van a influir (y por ende hay que saber dominarlas) en el
receptor.
El Liderazgo
¿Qué es liderar?
En contraste con el poder y la autoridad formal brindada por la empresa, el líder debe
poseer la aptitud de la influencia para ser tal.
Las personas con esta capacidad, saben percibir y hasta prever la reacción que su
mensaje causará, por lo tanto pueden conducir a todos hacia la meta buscada.
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Los líderes deben poseer la aptitud del manejo de conflictos. Saber manejar con tacto
situaciones tensas y personas difíciles o detectarlas antes que se generen es una de las
aptitudes emocionales más importantes requeridas para liderar en los equipos de
trabajo exitosos. Las personas dotadas de esta característica saben cambiar de roles
según las necesidades que surgen de la negociación, desde iniciadores y coordinadores
hasta dinamizadores, conciliadores o estimuladores. Esta aptitud es vital porque toda
negociación lleva una carga emocional y el que sea más "inteligente emocionalmente"
poseerá una ventaja clave sobre la otra parte.
Pero no todo son rosas en la vida, también existen desventajas. La facilidad con que las
emociones se extienden del líder al grupo puede generar lo que Goleman denomina
"incontinencia emocional", refiriéndose a emociones destructivas que pueden filtrarse
de arriba hacia abajo en el caso de un liderazgo arrogante o arbitrario logrando la
desmoralización de la gente. Pero vale aclarar que una característica del líder firme es
la capacidad de decir que no con decisión, sin por eso desmotivar.
Un líder fuerte no actúa como cerebro del grupo ni toma decisiones autónomas sino
que coordina y estimula para lograr el consenso. Cuando el líder expresa su idea
demasiado pronto puede llegar a producir un efecto "tiene razón, no opinemos" en sus
miembros por lo que es conveniente que no opine de entrada. En este sentido, los
jefes de equipo lideran mejor cuanto menos lideran.
Cada aptitud emocional interactúa con las otras. Estas pueden constituir aprox. el 60%
de los ingredientes para un desempeño estelar de un individuo, pero en el caso de un
líder las empresas consideran que prácticamente del 80-100%. El liderazgo es casi por
entero inteligencia emocional.
Cooperación y Colaboración
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formados por personas dotadas de alto coeficiente intelectual sino los menos
brillantes "individualmente".
Así como el factor técnico se relaciona con el coeficiente intelectual, el factor humano
lo hace con la "inteligencia emocional".
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Esto se traduce en el valor de un espíritu cooperativo, gente que se divierte
trabajando, comparte y bromea, lo que le brinda un capital emocional que le permite
destacarse en los buenos momentos y sobresalir de los malos. La construcción de
relaciones colaboradoras y fructíferas se debe iniciar en el nivel más básico de la
empresa: con las parejas de las que formamos parte en el trabajo.
Una aptitud muy importante que tiene que ver con los equipos de trabajo: las
capacidades de equipo.
La clave: las aptitudes emocionales tales como conocimiento de uno mismo, empatía y
comunicación, o sea, lo bien que discuta es equipo.
Hablábamos al iniciar esta segunda parte, de los cambios ocurridos en los últimos años
y uno de ellos era la necesidad de adaptación al cambio.
Una aptitud emocional que se relaciona con esta situación es la de catalizador del
cambio.
Los líderes del cambio no son necesariamente innovadores pero saben reconocer el
valor de una idea novedosa. No ordenan ni dirigen sino que inspiran (en lo intelectual y
en lo emocional). Movilizan a la gente despertando emociones con respecto a su
trabajo.
Consenso
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Al no haber consenso, le falta sustento a la decisión para que todos depositen su
fuerza interna en ella y crean en implementarla.
Uno de los talentos que presentan quienes son hábiles para la solución de conflictos
es detectar los disturbios cuando se están gestando y tomar medidas para calmar a los
involucrados. Para esto, son cruciales las artes de escuchar y empatizar.
Esa diplomacia, ese tacto, son cualidades esenciales para el éxito en trabajos tan
delicados como la auditoría, la investigación policial o la mediación, cualquier otro en
que dos personas sean mutuamente dependientes bajo presión.
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Cada aptitud emocional interactúa con las otras; esto se aplica, sobre todo, a la aptitud
para el liderazgo. La tarea del líder requiere una amplia variedad de habilidades
personales. La aptitud emocional constituye, en general, aproximadamente dos tercios
de los ingredientes para un desempeño estelar, pero en el caso de los líderes
sobresalientes llega al 80 y 100% de las aptitudes que las empresas consideran
cruciales para el éxito.
Entre los directores ejecutivos más eficientes hay tres clases principales de aptitud. Las
dos primeras caen bajo el título de inteligencia emocional; la primera incluye aptitudes
tales como el logro, la seguridad en uno mismo y el compromiso, mientras que la
segunda consiste en aptitudes sociales, como la influencia, la conciencia política y la
empatía. Esta ancha banda de facultades era característica de los grandes directores
ejecutivos de Asia, las Américas y Europa; esto sugiere que los rasgos de los líderes
sobresalientes trascienden los límites culturales y nacionales.
Pero los grandes líderes van un paso más allá: integran las realidades emocionales con
lo que ven. Su inteligencia emocional les permite fundir todos estos elementos en una
visión inspirada.
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Además de la pericia técnica, hay toda una horda de aptitudes emocionales necesarias
para ser catalizador de cambio. "Se necesita un gerente de segundo nivel que sea
capaz de entrar en la oficina de un vicepresidente y decirle qué debe hacer, sin dejarse
intimidar por la diferencia de rangos".
Por ejemplo, en una gran compañía de servicios financieros, que pasaba por el caos de
la desregularización y la nueva competitividad del mercado, los líderes más seguros de
su capacidad encabezaban divisiones que florecían a pesar de los cambios.
Además de un alto grado de seguridad en sí mismos, quienes son efectivos líderes del
cambio tienen alto grado de influencia, compromiso, motivación, iniciativa y
optimismo, así como intuición para la política empresaria. "Se necesita a alguien que
no lo tome sólo como trabajo, sino como misión; que se apasione por el cambio y
despierte pensando en él. Algo así como la diferencia entre quien alquila y quien es
propietario: los propietarios ponen dedicación. Esto es crucial, porque también se
requiere perseverancia: se levantan muchas cortinas de humo, hay mucha resistencia.
Es preciso saber cómo sacar provecho de nosotros, los consultores, para presentar el
caso a las personas adecuadas y en el momento adecuado. Y hay que seguir
defendiéndolo, armando coaliciones de apoyo, hasta llegar u una masa crítica que pase
por encima".
¡Mucha suerte!
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