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El Poder Constituyente
246561 Manuel Alejandro Ruiz Ponce

Grupo LD03-G

Derecho Constitucional I

Catedrática; Lic. Jacques Adrián Jacquez Flores

Facultad de Derecho

Universidad Autónoma de Chihuahua

21-Septiembre-2022
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Capítulo 1 El Poder Constituyente

La soberanía es un producto histórico un concepto polémico. No fue conocida de la


antigüedad, porque no se dio entonces; la oposición del poder del Estado a otros
poderes.

La idea se destacó en los finales de la Edad Media para justificar ideológicamente la


victoria que alcanzó el rey, como encarnación del Estado, sobre las tres potestades
que le habían mermado: el Papado, el Imperio y los señores feudales. Del primero
reivindicó la integridad del poder temporal; al segundo le negó el vasallaje, de los
señores feudales recuperó la potestad pública.

La doctrina se puso al servicio de los acontecimientos y Bodino definió por primera


vez al Estado en funciones de su soberanía: El Estado es un recto gobierno, de va-
rias agrupaciones y de lo que les es común, con potestad soberana (summa potes -
tasr).

De la soberanía nació con el tiempo y sin esfuerzo el absolutismo, localizado en la


persona del monarca, portador de las reivindicaciones del Estado frente a los pode-
res rivales.

El Estado soberano se identificó como su titular y el rey pudo decir que el Estado
era él.

El derecho, no significa, un aspecto particular de la justicia universal; el derecho es


la emanación de un centro único de autoridad en el orden político.

La doctrina europea recogió la siguiente información: la soberanía significa; la nega-


ción de toda subordinación o limitaciones del Estado por cualquier otro poder. Esa
información menciona las dos características del poder soberano; es independiente
y supremo, La independencia mira principalmente a las relaciones internacionales;
desde este punto de vista; el poder soberano de un Estado existe sobre bases de
igualdad con relación a los demás Estados soberanos.

En la medida que un Estado se halla subordinado a otro, su soberanía se amengua


o desvanece. La independencia es pues cualidad de la soberanía exterior. La no-
ción de supremacía, en cambio, se refiere exclusivamente a la soberanía interior,
por cuanto a la potestad del Estado se ejerce sobre los individuos y las colectivida -
des que están dentro de la órbita del Estado.
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Es natural y necesario que la soberanía, al lado de su titular perpetua y ficticia, ten-


ga otro titular actual y activo en quien residirá necesariamente el libre ejercicio de
esta soberanía.

Este titular es el órgano u órganos en quienes se deposita el ejercicio actual y per-


manente del poder supremo, es decir, los gobernantes, como lo dice Carré de Mal -
berg; Es la nación la que da la vida al Estado al hacer delegaciones de su soberanía
en los gobernantes que instituyen en su Constitución.

Es verdad que en la práctica el poder soberano tiene que medirse si quiere consoli-
darse y ser respetado.

La auto limitación, la capacidad para determinarse de un modo autónomo jurídica -


mente que para la doctrina europea constituye la característica esencial de la sobe-
ranía, no puede ubicarse nunca en los poderes del Estado dentro del sistema ameri-
cano, porque esos poderes obran en ejercicio de facultades recibidas, expresas y,
por todo ello, limitadas.

Para ese fin el pueblo soberano expidió su ley fundamental; La Constitución, en la


que como materia estrictamente constitucional consignó la forma de gobierno, creó
los poderes públicos con sus respectivas facultades y reservó para los individuos
cierta zona inmune a la invasión de las autoridades; los derechos públicos de la per-
sona que nuestra Constitución llama “garantías individuales".

El pueblo como titular originario de la soberanía, introdujo en la Constitución su pro-


pio poder soberano. Mientras la Constitución exista, ella vincula jurídicamente, no
sólo a los órganos, sino también al poder que los creó.

La supremacía de la Constitución presupone dos condiciones: el poder constituyen-


te es distinto de los poderes constituidos, la Constitución es rígida y escrita. La doc-
trina designa al primero con el nombre de; poder constituyente y a los segundos los
llama poderes constituidos.

La supremacía de la Constitución federal sobre las leyes del Congreso de la Unión y


sobre los tratados consta en el artículo 133, que menciona; Esta Constitución, las le-
yes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los tratados que están de
acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el Presidente de la Repú -
blica, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión.
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La obligación de los funcionarios públicos de respetar la supremacía de la Constitu-


ción se infiere del artículo 128, según el cual; todo funcionario público, sin excepción
alguna, antes de tomar posesión de su encargo prestará la protesta de guardar la
Constitución y las leyes que de ella emanen.

Etimológicamente, "soberanía" significa lo que está por encima de todo.

La Constitución en sentido material según Kelsen está constituida por los preceptos
que regulan la creación de normas jurídicas generales y, especialmente, la creación
de leyes.

Capítulo 2 Limitaciones al Poder Constituyente

El Poder Constituyente únicamente otorga facultades, pero nunca las ejercita, al


contrario de los Poderes constituidos, que ejercitan las facultades recibidas del
constituyente, sin otorgárselas nunca a sí mismos.
El artículo 135 establece un órgano, integrado por la asociación del
Congreso de la Unión y de las legislaturas de los Estados, capaz de alterar la Cons -
titución, mediante adiciones y reformas a la misma.
Ese órgano tiene que participar en alguna forma de la función soberana, desde el
momento en que puede afectar la obra que es expresión de la soberanía.
Su función es, pues, función constituyente. Y como, por otra parte, se trata de un ór-
gano que sobrevive al autor de la Constitución, cuya vida se extinguió con su tarea,
considerarnos que merece por todo ello el nombre de Poder Constituyente Perma-
nente.
El alcance de sus actividades consiste en adicionar y reformar la Constitución.;
adicionar es agregar algo nuevo a lo ya existente; es, tratándose de leyes, aña -
dir un precepto nuevo a una ley que ya existe.
Reforma es también la supresión de un precepto de la ley, sin substituirlo por
ninguno otro; en ese caso la reforma se refiere a la ley, que es la que resulta al-
terada, y no determinado mandamiento.
Reforma es la sustitución de un texto por otro, dentro de la ley existente.
El Poder Constituyente no tiene facultad para derogar totalmente la Constitución
en vigor, sustituyéndola por otra, pues esa facultad no puede incluirse en las úni-
cas.
al excluir de las facultades del constituyente permanente las de derogar y expe -
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dir totalmente una Constitución, podría parecer que han que dado debidamente
acotadas las atribuciones de dicho poder, que son tan sólo las de adicionar y re-
formar la Constitución existente.
El poder constituyente es la voluntad política cuya fuerza o autoridad es capaz
de adoptar la concreta decisión de conjunto sobre modo y forma de la propia
existencia política, determinado así la existencia de la unidad política como un
todo.

En el poder constituyente descansan todas las facultades y competencias


constituidas y acomodadas a la Constitución. Pero él mismo no puede
constituirse nunca con arreglo a la Constitución. El pueblo, la nación, sigue el
basamento de todo el acontecer político, la fuente de toda la fuerza, que se
manifiesta en formas siempre nuevas, que siempre saca de sí nuevas formas
organizaciones, no subordinado nunca, sin embargo, su existencia política a una
formulación definitiva.

Para formar nuevos estados dentro de los límites de los existentes segun
Rabasa, no sólo se emplea ya el órgano superior que reforma la ley suprema,
sino que éste debe sujetarse a requisitos más escrupulosos y más exigentes,
sobre todo si el estado o estados que van a padecer una reducción de territorio
se niegan a ello.

se dice que el poder reformador, creado por el Constituyente, no puede igualar ni


menos rebasar la soberanía de que gozó el Constituyente al dar la Constitución,
porque la facultad de reformar es una facultad atribuida, una competencia
auténtica y, como tal, limitada; de ese modo las decisiones políticas
fundamentales de la Constitución son asuntos propios del poder constituyen- te
del pueblo y no pertenecen a las instancias autorizadas para reformar y revisar la
Constitución. El error consiste, a nuestro ver, en considerar como constituido al
órgano revisor, cuyas funciones son en verdad de Constituyente.

En todo régimen representativo, el pueblo no tiene más autoridad que la de ser


elector; él es la fuente de toda autoridad, pero no la ejercita por sí mismo; eso
sólo bastaría para concluir que en un Estado de derecho, de régimen
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representativo, el pueblo no puede jurídicamente gobernar por sí mismo ni


menos variar a su antojo, espontáneamente, anárquicamente, los órganos de
gobierno y las atribuciones de los mismos.

La Constitución de 1824 eludía los inconvenientes de la actual, al definir que un


Congreso examinaría las reformas propuestas por las legislaturas y sería el
Congreso siguiente el que las aceptara o no.

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