INDICE 1.

Introducción
1. Introducción En la presente unidad temática, analizaremos en profundidad el origen
del Sistema Interamericano, el marco normativo que lo regula, haciendo
2. Origen del Sistema Interamericano
hincapié en la Carta de la Organización de Estados Americano y la
3. Marco Normativo Convención Americana sobre Derechos Humanos para luego, a través de
ella, conocer los órganos de protección que conforman dicho sistema,
3.1. Carta de la Organización de Estados Americano
analizando su estructura, su función como así también el procedimiento
3.2. Convención Americana sobre Derechos Humanos tanto de admisibilidad como de fondo, para luego comprender las sentencias
dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos mencionando
4. Órganos de protección alguna de la más relevantes.

4.1. Comisión Interamericana de Derechos Humanos

4.1.1. Estructura
2. Origen del Sistema Interamericano
4.1.2. Funciones
Finalizada la segunda Guerra Mundial, comenzó el proceso de
4.1.3. Legitimación activa y pasiva
internacionalización y positivización de los Derechos Humanos. De esta
4.1.4. Procedimiento manera, se firmaron distintos instrumentos tendientes a la protección de
los mismos, tanto en el sistema universal como en los sistemas regionales.  
4.2. Corte Interamericana de Derechos Humanos

4.2.1. Estructura La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre

4.2.2. Funciones (Contenciosa y Consultiva)
4.2.3. Sentencias
5. Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
firmado en el año 1948 es el documento que marca el punto de partida
de la protección de los derechos humanos en el continente americano a
partir de la Segunda Guerra Mundial, pero debemos tener en cuenta otros
antecedentes que se produjeron a lo largo de la historia.

6. Conclusión En 1826, el Libertador Simón Bolívar convocó al Congreso de Panamá

llamado “Primer Congreso de los Estados Americanos” realizado en Panamá
7. Referencias bibliográficas

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y convocado por Simón Bolívar con la idea de crear una asociación de
estados en toda la región. Luego en 1890, mediante la Primera Conferencia
Internacional Americana, efectuada en Washington, estableció la Unión
Internacional de las Repúblicas Americanas y su secretaría permanente, la
Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas, predecesora de la OEA.
Ya en 1910, esta organización se convirtió en la Unión Panamericana. Y
luego, como hemos mencionado anteriormente, en 1948, en la Novena
Conferencia Internacional Americana, los participantes firmaron la Carta de
la OEA y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,
considerándose la primera expresión internacional de principios de los
derechos humanos.
3. Marco Normativo
Como veremos en los próximos puntos, el Sistema Americano se encuentra
conformado por dos documentos de mayor relevancia mediante los cuales
mediante uno de ellos se creó el mismo, y luego se consolidó en todo el
hemisferio. Por ello, a continuación, analizaremos la Carta de la Carta de
la Organización de Estados Americanos y luego la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.
3.1 Carta de la Organización de Estados Americanos
La Carta De La Organización De Los Estados Americanos suscrita en Bogotá,
Colombia el 30 de abril de 1948 en la Novena Conferencia Internacional
Americana entró en vigor el 13 de diciembre de 1951 y es el instrumento
que crea la Organización de Estados Americanos. Cabe mencionar que
también se aprobaron otros instrumentos tales como el Tratado Americano
de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá) y la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, configurando una etapa de integración
en los Estados Americanos. Asimismo, la Carta La Carta de 1948 ha sido
modificada mediante Protocolos de Reformas en cuatro oportunidades:
Buenos Aires, en 1967; Cartagena de Indias, en 1985; Washington, en 1992,
y Managua, en 1993.
El Artículo 2 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos
establece los objetivos y propósitos, y a fin de cumplir los objetivos
propuestos la misma prevé ciertos principios, previstos en su artículo 3, tales
como: el derecho internacional es norma de conducta de los Estados en sus
relaciones recíprocas; el orden internacional está esencialmente constituido
por el respeto a la personalidad; soberanía e independencia de los Estados
y por el fiel cumplimiento de las obligaciones emanadas de los tratados y de
otras fuentes del derecho internacional; la buena fe debe regir las relaciones
de los Estados entre sí; la solidaridad de los Estados Americanos y los altos
fines que con ella se persiguen, requieren la organización política de los
mismos sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia representativa.
Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema
político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le
convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado.
Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados Americanos cooperarán
ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas
políticos, económicos y sociales; los Estados Americanos condenan la
guerra de agresión: la victoria no da derechos; la agresión a un Estado
Americano constituye una agresión a todos los demás Estados Americanos;
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las controversias de carácter internacional que surjan entre dos o más profundidad en los próximos puntos.
Estados Americanos deben ser resueltas por medio de procedimientos
Los Estados Partes, se comprometen a respetar los derechos y libertades
pacíficos; la justicia y la seguridad sociales son bases de una paz duradera;
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que
la cooperación económica es esencial para el bienestar y la prosperidad
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza,
comunes de los pueblos del Continente; los Estados Americanos proclaman
color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole,
los derechos fundamentales de la persona humana sin hacer distinción de
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
raza, nacionalidad, credo o sexo; la unidad espiritual del Continente se basa
condición social. Asimismo, se comprometen, en el caso que si el ejercicio
en el respeto de la personalidad cultural de los países americanos y demanda
de los derechos y libertades mencionados en la Convención  no estuviere
su estrecha cooperación en las altas finalidades de la cultura humana y la
ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, a adoptar,
educación de los pueblos debe orientarse hacia la justicia, la libertad y la
con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones
paz. (Carta de la Organización de los Estados Americanos, Artículo 3)
de la Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren
necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades.

3.2 Convención Americana sobre Derechos Humanos

Durante más de veinte años, las naciones americanas negociaron con
el fin de alcanzar las condiciones propicias para elaborar un texto final.
La tarea para la elaboración de dicho texto fue encomendada al Consejo
Interamericano de Juristas, órgano especializado de la OEA. Dicho Consejo,
presentó  en la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores realizada
en Chile en el año 1959, el primer borrador oficial. Y por último, en el año
1969, se adoptó el texto final, denominándose Convención Americana sobre
Derechos Humanos, también conocida como “Pacto de San José de Costa
Rica”, debido al lugar donde se realizó la Conferencia. La convención entró
en vigor en el mes de julio de 1978.
La Convención Americana, establece dos órganos que promueven los
derechos humanos establecidos en su texto. Por un lado tenemos la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos y por otro lado, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Ambos órganos los analizaremos en
4. Órganos de protección
A continuación analizaremos los dos órganos previstos en la Convención
Americana de Derechos Humanos que conforman el sistema de protección,
entendido como un sistema de filtros para el sometimiento de un caso de
violación de derechos humanos por parte de un Estado Parte.
4.1 Comisión Interamericana de Derechos Humanos
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “CIDH”),
constituida en 1959, como ya hemos mencionado, dentro del marco de la
OEA, poseía el objetivo relativo a la promoción de los derechos humanos.
Luego,  en 1979, por una enmienda, la Comisión se convirtió  en un  órgano
principal, encargada de velar, promover y proteger a los derechos humanos.
Su función, como hemos mencionado, es promover la observancia y la
defensa de los derechos humanos en la región Americana y para ello, se

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realizan visitas a los países, actividades, preparación de informes sobre
determinada situación en materia de derechos humanos, la adopción de
medidas cautelares como así también la solicitud ante la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (en adelante “CorteIDH”) de medidas provisionales,
y el procesamiento y análisis de peticiones individuales.
4.1.1 Estructura
La comisión se encuentra comprendida por siete miembros, que deben
ser personas de alta autoridad moral y gran reconocimiento en materia de
derechos humanos. Asimismo, estos representaran a todos los miembros
que integran la OEA. Los miembros serán elegidos a título personal
por la Asamblea General propuestos para los gobiernos de los Estados
Partes. Cada gobierno, puede proponer hasta tres candidatos, nacionales
del Estado que los proponga o de cualquier otro Estado miembro de
la Organización de los Estados Americanos. El periodo por el cual son
elegidos es por cuatro años y sólo podrán ser reelegidos una vez. Cabe
destacar, que no puede formar parte de la Comisión más de un nacional
de un mismo Estado.
4.1.2 Funciones
  La Comisión tiene la función principal de promover la observancia y la
defensa de los derechos humanos, y en el ejercicio de su mandato, la propia
convención establece que tiene las siguientes funciones y atribuciones:
estimular la conciencia de los derechos humanos en los pueblos de América;
formular recomendaciones, cuando lo estime conveniente, a los gobiernos
de los Estados miembros para que adopten medidas progresivas en favor de
los derechos humanos dentro del marco de sus leyes internas y sus preceptos
constitucionales, al igual que disposiciones apropiadas para fomentar
el debido respeto a esos derechos; preparar los estudios e informes que
considere convenientes para el desempeño de sus funciones; solicitar de
los gobiernos de los Estados miembros que le proporcionen informes sobre
las medidas que adopten en materia de derechos humanos; atender las
consultas que, por medio de la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos, le formulen los Estados miembros en cuestiones
relacionadas con los derechos humanos y, dentro de sus posibilidades,
les prestará el asesoramiento que éstos le soliciten; actuar respecto de
las peticiones y otras comunicaciones en ejercicio de su autoridad de
conformidad con lo dispuesto en la Convención, y rendir un informe anual
a la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos.
(Convención Americana de Derechos Humanos, Articulo 41)
4.1.3 Legitimación activa y pasiva
Tal como hemos mencionado, la función principal de la CIDH es la de
promover la observancia y la defensa de los derechos humanos (Convención
Americana de Derechos Humanos, Articulo 41), y para ello, es que puede
recibir peticiones o comunicaciones que aleguen que un estado ha violado un
derecho reconocido por los instrumentos de derechos humanos celebrados
en el ámbito de la OEA, tal como veremos más adelante. Para comprender
quienes pueden realizar peticiones y a quienes, debemos comprender los
dos tipos de legitimaciones que a continuación analizaremos por separado.
Cuando hablamos de la legitimación activa nos referimos a quienes tienen
la posibilidad de realizar una petición y/o comunicación ante la CIDH. Aquí
podemos realizar una primera diferenciación. Por un lado, las denuncias
individuales, por otro, las denuncias interestatales, es decir, denuncias entre
estados. Los legitimados a realizar peticiones o denuncias individuales ante
la CIDH, pueden ser cualquier persona o grupo de personas, o entidad no
gubernamental legalmente reconocida en uno o más Estados miembros de
la OEA.
5
En el caso de las denuncias interestatales, los legitimados son los Estados
que al momento del depósito del instrumento de ratificación o adhesión de
la Convención Americana de Derechos Humanos, o en cualquier momento
posterior, hayan declarado que aceptan la competencia de la CIDH para
recibir y examinar las comunicaciones por parte de un Estado parte. Para
el caso de denuncias interestatales, es necesario que tanto el estado que
realiza la comunicación como el estado que esté siendo denunciado, hayan
realizado tal declaración, es decir, debe haber reciprocidad: la CIDH solo va
a aceptar comunicaciones de estados que hayan aceptado ser denunciados
por otro estado.
Es importante mencionar, que en toda la historia de la Comisión hubo un
solo caso de denuncia interestatal, que fue en el año 2006, cuando el estado
de Nicaragua realizó una comunicación alegando distintas violaciones de
Derechos Humanos por parte del estado de Costa Rica. La CIDH declaró
inadmisible esta petición por no haberse agotado los recursos internos.
Por otro lado, cuando hablamos de la legitimación pasiva nos referimos a
quiénes son los que pueden ser denunciados ante la CIDH. En este punto,
los que van a poder ser denunciados ante la CIDH son los Estados partes de
los distintos instrumentos.
Si bien el artículo 44 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos establece que puede ser denunciado cualquier Estado parte de
esa convención por violaciones a derechos establecidos en la misma, si nos
remitimos al artículo 23 del Reglamento de la CIDH, la legitimación pasiva
se encuentra ampliada a todos los instrumentos de Derechos Humanos
celebrados en el ámbito de la OEA.
Como la CIDH es un órgano principal de la OEA que tiene como
finalidad promover la observancia y la defensa de los derechos humanos,
puede recibir denuncias por violaciones a cualquier derecho humano
reconocido por un tratado firmado en el ámbito de la OEA.
4.1.4 Procedimiento
Para que una petición proceda debe reunir los siguientes requisitos:
a. que se hayan interpuesto y agotado los recursos de
jurisdicción interna, conforme a los principios del Derecho
Internacional generalmente reconocidos;
b. que sea presentada dentro del plazo de seis meses, a partir
de la fecha en que el presunto lesionado en sus derechos
haya sido notificado de la decisión definitiva;
c. que la materia de la petición o comunicación no esté
pendiente de otro procedimiento de arreglo internacional,
y
d. que la petición contenga el nombre, la nacionalidad, la
profesión, el domicilio y la firma de la persona o personas
o del representante legal de la entidad que somete la
petición.
Cabe mencionar que no se aplicará lo establecido en los puntos a y b,
cuando no exista legislación interna del Estado, cuando se le ha impedido
al presunto lesionado acceder a los recursos de la jurisdicción interna, o se
le haya impedido agotarlos, y/o que haya retardo injustificado por parte de
la justicia.
Las peticiones ante la CIDH pueden efectuarse de forma personal, por
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correo electrónico, fax, correo postal o mediante el formulario electrónico Una vez realizado dicho análisis, la CIDH podrá:
que analizaremos a continuación.
a. declarar inadmisible la petición si no se cumplen los
El formulario se encuentra regido por lo establecido en el Reglamento requisitos o si existe alguna causal de inadmisibilidad;
de la CIDH. El mismo debe estar dirigido a la CIDH y debe hacerse en el
b. declarar admisible si consta evidencia de una posible
idioma del Estado, siempre que sea un idioma oficial de la OEA, a saber:
violación de los derechos humanos. Una vez obtenida esta
español, francés, inglés, o portugués. El formulario contendrá los datos
decisión, la petición se transforma en caso y se procede al
de la presunta víctima, los datos de los familiares, los datos de la parte
análisis de fondo;
peticionaria, los hechos denunciados expresando un relato de los mismos de
manera completa y detallada, y en caso de que considere alguna autoridad c. dar lugar al caso, pero dispensar del análisis de admisibilidad
responsable también se podrá mencionar. Asimismo, se deben detallar las hasta el debate y decisión sobre el fondo de la cuestión
acciones intentadas ante los órganos judiciales, ofrecer pruebas y testigos. planteada.
Cabe destacar, que mediante el mismo procedimiento se pueden solicitar
medidas cautelares para situaciones de gravedad y urgencia. Cabe destacar que la CIDH puede determinar el archivo de los actuados en
cualquier etapa del procedimiento, notificando a las partes.
La CIDH cuenta con un Portal del Sistema Individual de Peticiones, que es
una herramienta de transmisión de información para realizar peticiones ante
posibles situaciones de derechos humanos. A través del mismo, las partes
podrán enviar comunicaciones y anexos, visualizar documentos emitidos
por la Comisión y consultar sobre el estado de sus asuntos. Los peticionarios
pueden presentar nuevas peticiones a través del Portal utilizando el
formulario de petición electrónico. Al iniciar una petición por este medio, el
sistema se encuentra dividido por secciones, en las cuales en cada una, se
completara con lo mencionado en el párrafo anterior.

Además de los mencionados requisitos que la CIDH deberá tener en cuenta

al realizar el análisis de admisibilidad, los hechos que se presenten deben
constituir violaciones a los derechos que se encuentran establecidos en
la Convención o en cualquier otro tratado integrante del sistema regional
americano. Fuente del cuadro: propia.*

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Una vez declarada la admisión, la CIDH fijará un plazo de tres meses para
que los peticionarios presenten las diversas observaciones adicionales,
luego darle traslado al Estado denunciado, para que también en el plazo de
tres meses, presente las respuestas y observaciones pertinentes.

Seguidamente, la CIDH propondrá, la solución amistosa, la cual consiste en

invitar a las partes a buscar un acuerdo sobre lo presentado. Dicha solución
podrá ser propuesta en cualquier etapa del proceso. En caso que se llegue a
un acuerdo, la CIDH dictará un informe, exponiendo los hechos y la solución
alcanzada. Luego se lo trasmitirá a las partes y lo publicará. En caso de que
no se llegará a un acuerdo, comienza la etapa de investigación por parte
de la CIDH con el fin de determinar si los hechos denunciados constituyen
o no una violación a los derechos humanos. Para ello, puede llevar a cabo
audiencias públicas, y solicitar de oficio cualquier tipo de información.

Luego del análisis, la CIDH deberá decidir mediante votación si se han

producido las violaciones alegadas. En caso de que no haya una violación,
se dictará un informe de fondo que será remitido a las partes, y que luego,
Fuente del cuadro: propia
será publicado en el informe anual. En caso afirmativo, redactará un informe
preliminar en el que se encontrarán los hechos y conclusiones. Dicho
informe, cabe destacar que es de carácter confidencial y será trasladado al
Estado a fin de cumplir con las recomendaciones propuestas por la CIDH. 4.2 Corte Interamericana de Derechos Humanos

Asimismo, si el Estado involucrado ha aceptado la competencia contenciosa
de la CorteIDH, los peticionarios podrán expresar su posición respecto al
sometimiento del caso ante esta Corte. Es importante destacar, que para que
el caso sea elevado a la CorteIDH, la CIDH, tendrá en cuenta la necesidad de
desarrollar la jurisprudencia sobre el asunto en cuestión, como así también
la naturaleza de la violación, órgano que analizaremos en los próximos
puntos.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos creada en la Convención
Americana de Derechos Humanos resuelve los casos elevados por la CIDH
y sobre los casos denunciados por los Estados Partes, y para ellos se debe
cumplir con el agotamiento de recursos internos explicado anteriormente.
Es importante destacar que todo Estado parte puede, en el momento del
depósito de su instrumento de ratificación o adhesión de la Convención, o
en cualquier momento posterior, declarar que reconoce como obligatoria de

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pleno derecho y sin convención especial, la competencia de la CorteIDH sobre
todos los casos relativos a la interpretación o aplicación de la Convención.
Dicha declaración puede ser hecha incondicionalmente, o bajo condición
de reciprocidad, por un plazo determinado o para casos específicos.  La
misma, deberá ser presentada al Secretario General de la Organización,
quien transmitirá copias de la misma a los otros Estados miembros de la
Organización y al Secretario de la CorteIDH.
4.2.1 Estructura
La CorteIDH se encuentra compuesta por siete jueces nacionales de los
Estados miembros de la Organización, elegidos a título personal entre juristas
de la más alta autoridad moral, de reconocida competencia en materia de
derechos humanos, que reúnan las condiciones requeridas para el ejercicio
de las más elevadas funciones judiciales conforme a la ley del país del cual
sean nacionales o del Estado que los proponga como candidatos y como lo
previsto para los miembros de la Comisión, tampoco podrá haber dos jueces
de la misma nacionalidad.
conocer cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las
disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados
Partes en el caso hayan reconocido la competencia o jurisdicción obligatoria
de la misma. Cuando la CorteIDH resuelva que hubo violación de un derecho
o libertades protegidos por la Convención, dispondrá que se garantice al
lesionado el goce de su derecho o libertad conculcados. Asimismo, si ello
fuera procedente, solicitará que se reparen las consecuencias de la medida
o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de
una justa indemnización.
La función consultiva consiste en que los Estados miembros de la
Organización podrán consultar a la CorteIDH acerca de la interpretación
de la Convención o de otros tratados concernientes a la protección de los
derechos humanos en los Estados americanos. Por otro lado, la CorteIDH, a
solicitud de un Estado miembro de la Organización, podrá darle opiniones
acerca de la compatibilidad entre cualquiera de sus leyes internas y los
mencionados instrumentos internacionales.

Los jueces de la Corte serán elegidos, en votación secreta y por mayoría

absoluta de votos de los Estados Partes en la Convención, en la Asamblea
General de la Organización, de una lista de candidatos propuestos por esos
mismos Estados y cada uno de los Estados Partes puede proponer hasta
tres candidatos, nacionales del Estado que los propone o de cualquier otro
Estado miembro de la Organización de los Estados Americanos. El periodo
del mandato será por seis años y solo podrán ser reelegidos una vez.
4.2.2 Funciones (Contenciosa y Consultiva)

En uso de su función contenciosa, la CorteIDH tiene competencia para

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Fuente del cuadro: propia.*
4.2.3 Sentencias
La convención prevé que el fallo de la Corte será motivado y que si el fallo no
expresare en todo o en parte la opinión unánime de los jueces, cualquiera
de éstos tendrá derecho a que se agregue al fallo su opinión disidente o
individual.
Por otro lado, el fallo de la Corte será definitivo e inapelable.  En caso de
desacuerdo sobre el sentido o alcance del fallo, la Corte lo interpretará
a solicitud de cualquiera de las partes, siempre que dicha solicitud se
presente dentro de los noventa días a partir de la fecha de la notificación
del fallo. Para ello, los Estados Partes en la Convención se comprometen a
cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean partes.
Cabe destacar que la parte del fallo que disponga indemnización
compensatoria se podrá ejecutar en el respectivo país por el procedimiento
interno vigente para la ejecución de sentencias contra el Estado.
Por último, el fallo de la Corte será notificado a las partes en el caso y
transmitido a los Estados partes en la Convención.
5. Jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos
La CorteIDH posee varias sentencias, siendo el primero el fallo “Velásquez
Rodríguez Vs. Honduras en el año 1988, que analizaremos brevemente,
dada esa particularidad.
En este fallo, en donde un estudiante fue detenido en honduras y luego de
que la familia del joven interponga un habeas corpus que no fue resuelto,
llevan el caso ante la Comisión IDH. Ésta última, lleva el caso ante la Corte, y
el Estado interpone la excepción de agotamiento de los recursos internos. La
Corte, rechaza la excepción y condena al Estado de Honduras por haber
violado, en perjuicio de Velásquez Rodríguez el derecho a la libertad personal
(art. 7), integridad física (art. 5) y el derecho a la vida (art. 4). Asimismo,
condena al Estado a pagar una indemnización justa.
Otro de los casos famosos es “Bulacio Vs Argentina” del año 2003, fue
detenido un menor, Walter Bulacio en la puerta de un recital de rock, y fue
llevado a la comisaría donde sufrió apremios ilegales. Producto de estos
golpes, es que es llevado al hospital, y siete días después de haber sido
detenido pierde la vida, producto de las lesiones recibidas. La comisaría no
notificó ni a los padres ni al juez de menores como establecía la ley. Producto
de esto el caso fue llevado ante la Comisión IDH y luego ante la Corte.
Antes del fallo de la Corte, el Estado Argentino, hace un reconocimiento de
responsabilidad que la Corte admite. En ese sentido, declara que el Estado
Argentino, violo los derechos a la libertad personal (art. 7), integridad física
(art. 5) y a la vida (art. 4).
Asimismo, le ordena al Estado que prosiga y concluya la investigación de lo
ocurrido con Walter Bulacio y sancionar a los responsables, debe garantizar
que no se repitan hechos como este, debe también indemnizar a los
familiares de Bulacio y publicar en el boletín oficial parte de la sentencia.
6. Conclusión
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Como hemos observado, el sistema americano es un sistema con bases • Fallo Bulacio Vs. Argentina. Recuperado de: http://www.corteidh.
y procedimientos aceptados en todos los países, y sin ninguna duda, a or.cr/docs/casos/articulos/seriec_100_esp.pdf
seguir en las diversas regiones. Cabe destacar, el protagonismo de la CIDH
• Fallo Velásquez Rodríguez Vs. Honduras. Recuperado de: https://
que posee la tarea fundamental de admitir, investigar y deliberar en las
www.google.com.ar/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=
propuestas y recomendaciones realizadas al Estado denunciado, sirviendo
1&ved=0ahUKEwiN1-v3n9rNAhXFCpAKHTGeC5oQFggcMAA&url=h
de base, todo este procedimiento
ttp%3A%2F%2Fwww.corteidh.or.cr%2Fdocs%2Fcasos%2Farticulos
para el supuesto caso de que sea elevado a la CorteIDH. Asimismo, los fallos %2Fseriec_04_esp.doc&usg=AFQjCNEcypPqlXV7UfLvvd8sveLCFr52
resueltos por la CorteIDH también forman parte de un criterio adoptado en FQ
la comunidad internacional, seguido de los mismos lineamientos optados en
el sistema universal, y en muchos otros casos profundizados.

7. Referencias bibliográficas
• Flax, Gregorio. (2008). El procedimiento para conocer de las
violaciones aisladas de derechos humanos. Editorial Fundación de
Derecho Administrativo. Recuperado de http://www.gordillo.com/
DH6/capXVI.pdf

• Carta de la Organización de Estados Americanos (Arts. 53 y 106).

Recuperado de: http://www.oas.org/dil/esp/tratados_A-41_Carta_
de_la_Organizacion_de_los_Estados_Americanos.htm

• Convención Americana de Derechos Humanos (Arts. 33 a 73).

Recuperado de: http://www.saij.gob.ar/legislacion/ley-nacional-
23054-aprobacion_pacto_san_jose.htm?3

• Reglamento de la Comisión Interamericana (Arts. 23, 24, 25, 29,

30 a 37, 43 y 44). Recuperado de: http://www.oas.org/es/cidh/
mandato/Basicos/reglamentoCIDH.asp

11
 1. Introducción
Abordando ya la última de las unidades, es una excelente oportunidad para
poder amalgamar todos los conceptos aprehendidos hasta entonces con lo
que puede considerarse que ha sido uno de los mayores logros conseguidos
luego de años de intensas luchas frente a quiénes se encontraban a cargo
de las distintas esferas de poder. En este sentido, la doctrina mayoritaria
entiende que la contención judicial -es decir, las garantías penales y el debido
proceso- es la única barrera capaz de controlar y frenar el impulso del poder
punitivo del estado, evitando así la desaparición del estado de derecho.
Y he aquí donde radica la importancia del tema a desarrollar, dado que
como se ha visto en las unidades anteriores, uno de los caracteres más
importantes de los derechos humanos reside justamente en la posibilidad
de hacerlos oponibles frente a todos, siendo el propio Estado el que resulta
el destinatario de este reclamo.
Paradójicamente, es éste quién ha decidido cuales son las garantías que
deben darse en todo proceso penal para que el mismo pueda cumplir con
el fin de “afianzar la justicia” propuesto en el preámbulo de la Constitución
Nacional. A lo largo de los siguientes apartados veremos en una primera
parte como los convencionales constituyentes de 1853 establecieron la base
de nuestro sistema de garantías penales y el debido proceso, para luego
analizar a partir de la reforma constitucional de 1994 como los instrumentos
internacionales de Derechos Humanos incorporados a nuestro sistema con
rango constitucional vienen a complementar estos derechos y garantías,
ampliando del catálogo concebido hasta el momento.
También veremos la palabra -más que autorizada- de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en lo que respecta al debido proceso y a las garantías
que lo conforman particularmente en una situación de emergencia, así como
también aquellas que hacen a la administración de justicia en un Estado de
Derecho como el que se ha decidido adoptar desde nuestra declaración de
independencia de la corona española.
Y por último analizaremos someramente aquellos tratados internacionales
que tienen asimismo relevancia en las cuestiones analizadas, resaltando en
cada caso en particular el motivo que lleva a su estudio.
2. La Constitución Nacional de 1853.
A partir de la sanción de la Constitución Nacional de 1853 -con más la
incorporación de la provincia de Buenos Aires en 1860- podemos hallar que
tanto el artículo 18 como el artículo 19 contienen las principales garantías
en las que haremos foco a partir de este acápite, sin que hayan sufrido
grandes modificaciones al día de la fecha (con excepciones de aquellas que
hacen a la denominación oficial del estado y algunas penas hoy ilegítimas,
que fueron suprimidas en la reforma de 1860).
Esto no resulta ser una simple casualidad o un desapego de los
constitucionalistas a la modernidad o al aggiornamiento de nuevos derechos,
sino todo lo contrario, denota el sostenimiento de un conjunto de derechos y
garantías que desde hace más de 160 años han sido receptados por nuestra
carta magna, transformándose así en un quantum mínimo que debe cumplir
todo procedo judicial que sea respetuoso del estado de derecho en el que
vivimos hace más 200 años.
A continuación, veremos en particular las principales garantías -tanto
penales como procesales- que se encuentran contenidas en mayor medida
en el artículo 18 ya mencionado, aunque en este punto el artículo 19 también
tiene una injerencia trascendental.
Fuente: Elaboración propia
2.1 Las principales garantías penales y procesales.
Las garantías son penales o procesales y nunca deben entenderse como
unidades separadas unas de otras, sino que por el contrario deben
entenderse cual si fueran eslabones conectados entre sí.
En este sentido, si bien el análisis se hará al respecto de cada una de ellas, no
debe quedar dudas que la afectación a una sola de estas garantías invalida
todo el proceso llevado a cabo por las distintas instancias y dependencias
del poder judicial.
3
 2.0.1 El principio de legalidad.
Si al comienzo del artículo 18 donde reza que “Ningún habitante de la
Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al
hecho del proceso” se le suma el final del artículo 19, el cual dispone que
“Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la
ley, ni privado de lo que ella no prohíbe” encontramos una de las armas más
importantes a la hora de defenderse de los embates del poder punitivo del
estado.
Concretamente esta garantía nos refleja como primera medida que la ley es
la única herramienta que tiene el estado para establecer aquellas conductas
a las que decide -por medio de los integrantes del Honorable Congreso de la
Nación- aplicarles alguna de las posibles sanciones que tiene establecido el
código penal (prisión, multa e inhabilitación).
Esto se entiende específicamente en la formulación contenida en el artículo
19 de nuestra carta magna, toda vez que dispone que las conductas
prohibidas son solamente aquellas que el legislador ha decidido separar
del inmenso universo de conductas posibles. Resulta muy sencillo hallar la
inspiración ideológica de este principio si nos remontamos a la Revolución
Francesa y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, en
donde se refleja que la libertad consiste en poder hacer todo aquello que no
perjudique a otro.
Ahora bien, al avocarse de lleno este principio en el ámbito del derecho penal
nos encontramos que se ve representado en dos principios reconocidos
desde el derecho romano: Nullum crimen sine lege y Nulla poena sine lege.
El primero de ellos establece que una conducta no puede ser considerada
como delito si con antelación a que una persona la cometa, la ley penal así
lo haya establecido. O, dicho de otra forma: el estado sólo puede perseguir
penalmente a una persona solamente desde el momento en que entra en
vigencia la ley que establece no sólo la creación del delito en cuestión, sino
también todas las precisiones que hagan a su comisión.
Esto tiene su razón de ser en la seguridad jurídica que tiene el deber de
brindar el estado a todas las personas, dado que la génesis del derecho penal
reside en que las conductas que son tipificadas como delitos se presumen
conocidas por todos, y la Ley es la única expresión de voluntad del estado
capaz de garantizar que todas las personas la conozcan.
En similar sentido, el segundo de estos principios establece que el estado
no podrá aplicar una pena si ésta no ha sido establecida previamente por
una ley penal. Este principio viene a cerrar el círculo que se abre sólo si se
cumple con exactitud el anterior, dado que el estado sólo puede llegar a este
punto se ha establecido como punto de partida asimismo que determinada
conducta lesiona un bien jurídico que se ha decidido proteger por medio de
la sanción de lo se denomina “tipo penal”.
Por último, corresponde aclarar también que la única forma que una persona
pueda ser penado es a través de la realización de un juicio, el cual tiene que
realizarse desde el respeto de todas y cada una de las garantías que esa
persona posee.
2.0.2 Juez natural.
Esta garantía tiene sus raíces en la división republicana de gobierno, donde
desde los albores de nuestra república se ha decidido escindir los poderes del
estado de manera específica para que cada uno pueda realizar las funciones
para lo que fue creado. En este punto es dable destacar que la relación de
estos poderes (el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial) se
basa en que cada uno de ellos se desarrolle de manera independiente de
los demás.
Y he aquí la base fundacional de este principio, que establece que el
Poder Judicial, y todos sus integrantes deben poder ejercer sus funciones
cumpliendo con las características de la Independencia, y la Imparcialidad.
La primera de ellas hace referencia a que no puede verse afectada por los
demás poderes del estado; la segunda estipula que los jueces no pueden
tomar sus decisiones teniendo parcialidad por los intereses que se ponen
en juego; mientras que la tercera de ellas refiere que los integrantes de este
poder no tienen que haber sido (o ser) parte en el proceso que se desarrolla.
Por último, lo que se protege de manera explícita es que ninguna persona
pueda ser juzgada por comisiones especiales, ni apartado de los jueces
designados por ley antes del hecho que da motivo a la causa en cuestión.
Resulta necesario aclarar que esta garantía no se deposita sobre un juez en
particular, sino en la necesidad de existencia de la dependencia judicial en
sí, más allá de quién sea su titular.
4
 2.0.3 Prohibición de autoincriminación.
Esta garantía tiene como objeto impedir que el estado pueda obligar a una
persona a declarar contra sí mismo, estableciendo así uno de los pilares del
derecho a defensa que tiene toda persona que afronte un proceso penal en
nuestro estado.
La realidad de esta protección se hace efectiva cada vez que la persona
señalada como autora de la comisión de un ilícito penal tiene la posibilidad
de guardar silencio sin que esto se transforme en una presunción en su
contra. Por esta forma de ser entendida es también que se la conoce con el
nombre del “derecho al silencio”.
El estado es quién debe demostrar que la persona a que tiene señalada
como autora de un delito es quién ha cometido el hecho que se le atribuye,
sin que de manera alguna se ejerzan presiones de cualquier tipo para que
confiese. Durante muchos años la idiosincrasia tanto judicial como policial
tenía avalado la extracción de confesión en sede policial, pero con el avance
de esta garantía se ha logrado que deje de ser sólo una mera fórmula verbal,
para transformarse en realidad en una barrera imposible de franquear.
2.0.4 Libertad personal.
Toda persona sometida a un proceso penal tiene derecho a requerir a
las autoridades que se contemple -siempre que las leyes procesales lo
posibiliten- la posibilidad de transcurrir el proceso sin que se vea afectada
su libertad personal de manera permanente.
El poder punitivo del estado sólo puede tener injerencia en el desarrollo
de la libertad de locomoción de una persona en la medida en la que pueda
ponerse en peligro de alguna manera la continuidad del proceso penal.
Esta garantía viene a reforzar el derecho a la libertad de locomoción que se
encuentra reconocido en el artículo 14 de la constitución nacional, el cual
encuentra aquí la única posibilidad en la que pueda ser constitucionalmente
restringido.
Establecido esto, no queda duda que la única manera en la que una persona
pueda perder su libertad de locomoción sea en un caso de excepción,
previamente establecido por la ley penal y bajo el exclusivo control de la
autoridad jurisdiccional que haya tomado la decisión.
2.0.5 Defensa en juicio.
Y he aquí una de las principales garantías que sustentan todas las demás, dado
que el estado tiene que garantizar que toda persona tenga la posibilidad de
defenderse en juicio, así como también la posibilidad de que sus derechos
sean defendidos.
Es una de las garantías más completas y por las que más debe abogarse,
dado que, si una persona no tiene la posibilidad de defenderse y de defender
sus derechos e intereses, no hay manera de sostener la constitucionalidad
de tal proceso.
Si bien es imposible abarcar por completo -en esta oportunidad- toda la
magnitud de la garantía, es menester destacar que la misma comprende
puntos que es imposible no mencionar.
En este sentido, es dable mencionar que el estado tiene varias obligaciones
que se desprenden del respeto a la garantía de defensa. En primer lugar,
el estado ha reconocido que toda persona tiene el derecho a gozar de una
defensa, y si no puede procurarse una por sus propios medios, el estado
tiene la obligación de brindar una asistencia legal que pueda proveer este
servicio de defensa. En segundo lugar, todo imputado tiene la necesidad de
saber -con mayor precisión que se le pueda exigir a su contraparte- todas
y cada una de las circunstancias de tiempo, modo y lugar por las que se
encuentra acusado. En tercer lugar, la garantía debe poder ejercerse en todo
momento, sin que la etapa procesal en la que se encuentre pueda tener
algún tipo de injerencia.
2.0.6 Inviolabilidad del domicilio y los papeles privados.
Tal y como sucede con la libertad de locomoción y la garantía de libertad
durante el proceso penal, ocurre una situación similar con el domicilio y
los papeles privados. Así como se reconoce el derecho a tener y proteger la
propiedad, el domicilio y los papeles privados siguen la misma, suerte, toda
5
vez que el derecho a la propiedad se ve representado en ellos.
El estado solo puede inmiscuirse en el derecho a la intimidad de una persona
(principalmente en su propiedad y en los papeles privados) sólo si un juez
con competencia en el caso en que se solicita así lo autoriza. Esta intromisión
sólo podrá hacerse bajo las condiciones en las que es autorizada, y con los
fines que se haya concedido.
Si bien la constitución solo nombra a la “correspondencia epistolar y los
papeles privados” en la actualidad este parámetro se ha ampliado, dado
que todo lo que haga a la esfera de intimidad de las personas se encuentra
protegido. En este sentido, la protección alcanza ahora a las conversaciones
telefónicas, las conversaciones por vías digitales, los mensajeros instantáneos
y el uso de las redes sociales.
2.0.7 Abolición de la pena de muerte para delitos políticos.
El constituyente originario hace más de 160 años decidió que el estado
se viera imposibilitado a castigar con pena de muerte a cualquier persona
solamente por delitos políticos.
Si bien hoy la realidad es otra en nuestro país -lo veremos más adelante-
en aquél entonces la decisión estuvo tomada en excluir de la pena capital
solamente a un tipo de delito en especial, pudiendo ser aplicada a los demás
delitos de manera legítima.
2.0.8 Abolición de tormentos y azotes.
Como forma de demostrarle al mundo que la República Argentina se
constituía como un país civilizado y en el que las personas que decidieran
vivir allí se encontraran con cierta seguridad personal si eran señaladas
como autoras de un delito, se abolió la práctica de realizar azotes y todo tipo
de tormentos.
Esto tiene que ver con el principio de la incolumidad del ser humano y
con el derecho a la integridad personal que se cierta manera se reconoce
a las personas sometidas a proceso. En la actualidad esta garantía ha sido
ampliada por convenciones especiales, tal y como se verá luego.
2.0.9 Prohibición de castigo en cárceles.
Y he aquí la única referencia que se encuentra respecto al sentido que ha
decidido darle el estado al derecho penal en sí, toda vez que deja entrever
que las cárceles (el lugar ideado para las personas que han sido condenadas)
no tienen que ser un lugar donde se castigue a aquellos a quienes deben
alojarse allí.
Con esta garantía busca protegerse de una manera distinta el derecho
a la integridad personal, pero ahora es el estado quién tiene la expresa
responsabilidad de cuidado, toda vez que es él quien ha decidido privar de
la libertad ambulatoria de la persona que se encuentra detenida (ya sea que
se encuentre con una prisión preventiva o cumpliendo una pena).
2.1 Garantías derivadas del debido proceso.
Si bien no existe en el texto de la carta magna una mención expresa a la
garantía al “debido proceso”, este se desprende del juego armónico de
todas las mencionadas anteriormente, dado que la violación a alguna de las
garantías referidas haría que el proceso se salga del carril constitucional que
debe transitar para poder tener la legitimidad que se le exige. A continuación
de desarrollarán algunas garantías que se desprenden de la conjunción de
las ya nominadas, pero que son igual de importantes.
Fuente: Elaboración propia
2.1.1 El derecho a ser oído.
En todo momento que el imputado lo desee, lo crea necesario, o
simplemente tenga que acontecer por la propia inercia del proceso penal, el
imputado tiene el derecho a ser oído por el juez -o jueces- que intervienen
en el proceso penal. Esto responde a la necesidad de inmediatez que debe
acontecer entre quién se encuentra sometido a proceso y quién toma las
decisiones del mismo, de manera razonada y fundada. Si bien es una garantía
6
que puede exigirse en todo momento y en todo lugar, lamentablemente no
se cumple en la realidad, toda vez que la idiosincrasia judicial argentina hace
que los jueces se sientan en un pedestal por sobre los demás intervinientes
en el proceso.
2.1.2 El derecho a presentar prueba.
Tal y como ya se ha detallado, el imputado tiene que tener la posibilidad
de defenderse (por sí o por su letrado, ya sea de su confianza o el que le
prevé el estado de manera gratuita) y la manera más efectiva de hacerlo es
simplemente pudiendo presentar prueba de descargo que sirva a su defensa.
Y aunque esto pareciera en principio ser una obviedad, hay que pensarlo
desde el punto de vista práctico, toda vez que el imputado tiene que tener
asimismo el derecho a poder exigirle al estado que cargue con el costo de
realizar ciertas diligencias y pruebas, toda vez que hacen al sostenimiento
de su teoría del caso.
2.1.3 El derecho a controlar prueba.
De manera casi automática y con una conexidad lógica, nuevamente
vuelve a cerrarse un círculo -abierto en la posibilidad de ofrecer prueba,
recientemente explicado- que hace a la propia dinámica del procedimiento
judicial. Y he aquí donde el principio de contradicción adquiere completa
relevancia, toda vez que el imputado tiene el derecho a controlar la prueba
que se vaya a producir por la contraparte (tanto el acusador público como el
acusador privado), ya sea antes de que se realice -para controlar lo que va a
producirse- o luego -para tener un seguimiento sobre lo elaborado-.
3. La Constitución Nacional a partir de
1994
A partir de la reforma acontecida en 1994, en el estado argentino tuvo
lugar un importante acontecimiento en cuanto a la incorporación de
diversos acuerdos internacionales a la Constitución Nacional, los cuales al
ser complementarios y no contradecirla poseen su mismo valor. Y he aquí
donde el abanico de garantías penales y procesales se ensancha de manera
ampulosa, toda vez que se eleva a rango constitucional un cuantioso número
de prerrogativas a las cuales el estado argentino se ha comprometido frente
a sus pares.
Si bien resulta necesario hacer una mención respecto de la diferencia
conceptual entre una “declaración” y un “tratado”, -toda vez que la primera
es un reflejo de los principios y derechos que los estados de manera
mancomunada deciden adoptar en el marco del reconocimiento de
derechos de los seres humanos que viven en cada uno de ellos; mientras
que el segundo hace referencia concreta a la asunción de responsabilidades
y obligaciones de los estados- en nuestra actual pirámide jerárquica, la
distinción carece de sentido, dado que se encuentran en un pie de igualdad.
Por ende, se analizarán de manera conjunta los siguientes instrumentos: la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre -de ahora en
más DADH-, la Declaración Universal de Derechos Humanos -de ahora en
más DUDH-, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos -de ahora
en más PIDCP- y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto
de San José) -de ahora en más CADH-.
Fuente: Elaboración propia
Previo al análisis de cada una de las garantías que ahora de forma explícita,
corresponden entender que el tratamiento de las mismas debe hacerse
dentro de las siguientes condiciones: la igualdad de todas las personas ante
la ley (DADDH Art. 2; DUDH Art. 7; CADH Arts. 1 y 24; y PIDCP Arts. 2, 3 y
26), el derecho inherente a la vida y a la libertad (DADDH Art. 1; DUDH Art.
3; CADH Arts. 4 y 7; y PIDCP Arts. 6 y 9), la obligación de brindar un trato
7
digno y humano -y la consecuente prohibición de la tortura- (DADDH Art.
26.2; DUDH Art. 5; CADH Art. 5.2; y PIDCP Arts. 7 y 10) y la imposibilidad
de suspensión de los derechos humanos “fundamentales (CADH Art 27; y
PIDCP Art. 4).
3.1 El derecho a la doble instancia.
Una de las garantías que más se ha desarrollado a lo largo de la jurisprudencia
y la doctrina es el irrenunciable derecho a poder acceder a un juez o tribunal
superior para que revise una decisión que le cause un perjuicio irreparable.
A este derecho se le pueden reconocer dos características. La primera de
ellas se encuentra relacionada con los argumentos que pueden sustentar
un pedido de revisión de un auto o un resolutorio judicial; mientras que la
segunda de ellas se enfoca directamente en la posibilidad de ejercicio del
derecho al recurso por todo aquel que acredite un interés legítimo en dicha
revisión.
En el ámbito de los tratados internacionales mencionados se encuentra en
el Art 14.5 del PIDCP y en el Art. 8.2.h de la CADH.
Desde la reforma constitucional no ha tenido que esperarse demasiado para
que la Corte Suprema de Justicia de Nación se haya tenido que expedir en
el asunto, tal y como lo hizo en el fallo Giroldi, extensamente explicado en
los artículos aportados como bibliografía obligatoria (El derecho a la doble
instancia: un diamante en bruto, puliéndose.)
Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos -de ahora en más
Corte IDH- también se ha explayado en el desarrollo del tema en cuestión,
como puede apreciarse en la bibliografía obligatoria (Nuevos lineamientos
del derecho al recurso).
3.2 Prohibición de doble enjuiciamiento.
Esta garantía tiene como objetivo impedirle al estado argentino realizar una
múltiple persecución respecto de una persona que ya ha sufrido los embates
de un proceso y ha salido absuelto del mismo, tal y como lo receptan tanto
la CADH (Art 8.4) como el PIDCP (Art. 14.7). Comúnmente a esta garantía se
la conoce con su acepción en latín Ne bis in ídem.
Con esta prerrogativa vigente, el estado no puede desplegar todo su poder
punitivo contra una persona que ya ha salido airosa de un proceso, siempre
y cuando haya identidad en el sujeto, en el objeto y en el hecho.
3.3 Publicidad del proceso.
Para que haya una interacción entre la sociedad (la cual se ve representada
por el Ministerio Público Fiscal, que es quién impulsa la acción y busca
conseguir una condena en una sentencia siempre que lo amerite) y la persona
que se señala como imputado de la comisión del delito en trato, el juicio en
el que se decide acerca de la culpabilidad o no del autor sobre los hechos
imputados se encuentra abierto a que la sociedad pueda presenciarlo.
Si bien existen circunstancias excepcionales que habilitan a que el juicio no
sea público, la garantía reconocida internacionalmente (CADH, Art. 8.5 y
PIDCP 14.1) debe cumplirse, siendo asimismo una especie de contralor para
en encausado, dado que al encontrarse presente la sociedad, los distintos
integrantes del poder judicial no pueden escapar a su escrutinio.
3.4 Abolición de la pena de muerte.
Al movimiento que se reconoce de manera similar en la CADH (Art. 4) y en el
PIDCP (Art. 6) se lo reconoce como abolicionismo, y tiene como fin erradicar
la pena de muerte de la faz de la tierra.
Con la firma de estos tratados internacionales, los estados asumen un
compromiso ineludible respecto de la posibilidad de aplicar la pena de
muerte dentro de un proceso legal. Para el caso que al momento de
firmar el tratado en cuestión el estado no la tuviera dentro de las penas
que regularmente puede aplicar, no podrá introducirla con posterioridad,
quedando vedada para siempre (a excepción de la denuncia del tratado).
En los casos en que la tuviera vigente a la hora de la firma del compromiso
internacional, ésta deberá aplicarse con todas las restricciones y condiciones
allí establecidas, quedando sólo reservada para los delitos más graves, y
sin que pueda aplicarse por causas políticas (tal y como lo prevé nuestra
Constitución Nacional desde antaño).
8
 3.5 El derecho a peticionar ante las autoridades.
Los estados se comprometen a brindarle a toda persona la posibilidad de
poder presentarse ante las autoridades para poder reclamar por algún
derecho o garantía que de cierto modo se haya violentado/cercenado/
quebrantado.
Si bien esta garantía no resulta excluyente de las personas que se encuentran
sometidas a un proceso penal, es de trascendental importancia, porque los
estados han decidido tener como principio rector estar a disposición de
los ciudadanos al momento que estos necesiten acudir al poder judicial en
busca de la salvaguarda de algún bien jurídico que se cree lesionado.
En este sentido, esta garantía no se encuentra sólo en la CADH (Art. 25) y en
el PIDCP (Art. 14.1), sino que también se halla presente en la DADDH (Art.
18) y en la DUDH (Art. 8).
Tan importante es esta garantía que viene a hacer efectivo el propósito
que se expuso en nuestro preámbulo constitucional cuando se estableció
que uno de los motivos por los que se sancionaba la constitución era para
afianzar la justicia, consolidar la paz interior, promover el bienestar general,
y asegurar los beneficios de la libertad.
3.6 Garantía de plazo razonable.
Si bien se ha establecido de manera genérica en los tratados que hasta el
momento se vienen analizando, es importante ver que en cada uno de ellos
se da un tratamiento diferente, casi complementario.
Por un lado, la CADH (Art. 7.5) establece que toda persona tiene el derecho
de ser juzgada dentro de un plazo razonable, el PIDCP (Art. 14.3.c) estipula
que toda persona tiene el derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas.
Tal y como se hizo referencia anteriormente, resulta que estamos frente a
una misma garantía, pero analizada desde dos puntos de vista diferentes.
En el sistema interamericano el foco esta puesto en la duración del proceso,
el cual debe ser “razonable”. Los estados americanos no impusieron un
quantum fijo que estableciera la razonabilidad de la garantía, quedando eso
librado a la voluntad de cada estado. Por otro lado, el sistema universal de
protección hace hincapié en que la garantía debe centrarse en la ausencia
de dilaciones indebidas, dejando al albedrío de cada estado la cuantificación
y la calificación de lo que se considera una “dilación indebida”.
En nuestro estado, la Ley 24.390 estableció que la prisión preventiva no
podrá ser superior a dos años. No obstante, cuando la cantidad de los
delitos atribuidos al procesado o la evidente complejidad de las causas
hayan impedido la finalización del proceso en el plazo indicado, ésta podrá
prorrogarse un año más por resolución fundada que deberá comunicarse
de inmediato al tribunal de apelación que correspondiese para su debido
contralor.
En este sentido, la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos
-de ahora en más Comisión IDH- estableció que esta normativa resulto un
“significativo avance” en la efectivización del derecho al juzgamiento en
plazo razonable. (Informe CIDH 12/96).
3.7 La presunción de inocencia.
Y he aquí una de las garantías explícitamente incorporadas por los tratados
internacionales (DADDH Art. 26; DUDH Art. 11.1; CADH Art. 8.2; y PIDCP
Art. 14.2) que ha tenido una enorme trascendencia en la vida diaria de los
estrados judiciales.
Si bien es una garantía que siempre estuvo presente (aunque sin una
formulación explícita) en el complejo entramado de derechos que se
encuentran por debajo de la Constitución Nacional, desde 1994 el derecho
de toda persona a ser tratado como inocente ya no puede quedar relegado
al reconocimiento que cada jurisdicción decide otorgar.
En la actualidad se han ramificado las consecuencias de la aplicación de
esta garantía, hasta el punto en que ha tenido inmediata consecuencia en lo
que más le importa a toda persona sometida a un proceso penal, y esto es
recuperar de la forma más inmediata la libertad ambulatoria.
Esto es así dado que, si el estado se ha comprometido a tratar como
inocente a toda persona que se encuentre en un proceso penal hasta que
una sentencia firme diga lo contrario, puede asimismo entenderse que
la forma más inmediata de hacer efectiva esta garantía es brindándole el
9
trato de inocente más allá de los trámites meramente administrativos de la
investigación penal.
Si bien nos encontramos frente a una presunción -dado que lo único que
puede dar certeza es una sentencia firme de una autoridad competente- que
en la mayoría de las oportunidades “tiene las de perder” en los procesos en
las que se pone en juego por las diversas circunstancias que han de darse en
cada situación en particular, está en cada uno de nosotros como operadores
de derecho luchar por su respeto. (Para profundizar en su estudio, recurrir
a la bibliografía obligatoria “El principio de inocencia en el derecho penal.”)
No esta demás reiterar que la única herramienta que posee el estado para
poder destruir la presunción de inocencia es una sentencia firme (que tenga
el carácter de cosa juzgada) que haya sido el resultado de un proceso en el
cual se hayan respetado todas las garantías constitucionales, sin que otro
elemento (por ejemplo, la presión social) pueda interferir.
4. La Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
Si bien resulta extremadamente relevante lo resuelto a lo largo de los años
por nuestro más alto tribunal, en esta oportunidad pondremos el foco de
atención en la palabra autorizada de la Corte IDH.
Para tal fin analizaremos las Opiniones Consultivas que hacen a la materia
en cuestión, toda vez que sirven de guía para poder entender de manera
más acabada y completa las obligaciones asumidas por los estados en el
marco de la CADH.
4.1 Opinión Consultiva OC-8-87. El hábeas corpus bajo suspensión
de garantías (Arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana
sobre Derechos Humanos).
En esta oportunidad, se le consulta a la Corte IDH respecto de la interpretación
que debe hacerse respecto a los derechos que se encuentran elevados al
rango de “derechos fundamentales” conforme lo dispone el artículo 27 de
la propia CADH.
Allí se establece que un grupo en particular de derechos no van a poder
suspenderse bajo ninguna situación, por más que los estados puedan
suspender las obligaciones asumidas respecto de los demás. La consulta se
hace en relación a la frase “y las garantías judiciales indispensables para la
protección de tales derechos”.
Las garantías persiguen el objetivo de proteger los derechos de las personas,
y son tan importantes como el derecho en sí, dado que es la única forma de
asegurar que el estado le brinde respuestas a las personas que la necesitan,
con la celeridad que la situación requiera
En este caso en particular, la Corte IDH termina resolviendo que las garantías
indispensables a las que hace referencia el Art. 27.2 de la CADH -esto es,
tanto el amparo como el hábeas corpus- también deben considerarse
insuspendibles, dado que suspenderlas sería dejar totalmente desguarecidos
a los bienes jurídicos que están destinados a proteger.
4.2 Opinión Consultiva OC-9-87. Garantías judiciales en estados de
emergencia (Arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre
Derechos Humanos).
En esta oportunidad la Corte IDH tiene que dar su opinión respecto de una
consulta que se encuentra íntimamente relacionada con OC 8, dado que el
marco en que se realiza la consulta resulta ser también la posibilidad de que
los estados de manera autónoma decidan suspender las garantías que han
asumido ante la firma de la CADH, por alguna de las circunstancias previstas
por el Art. 27 de la misma.
Si bien aquí se toma como base lo dicho en la OC 8, lo que se agrega al
análisis, y por ende lo que se agrega a las instrucciones por las que se rigen
los estados al interpretar la propia CADH, es que las garantías judiciales que
no pueden suspenderse, deben ejercitarse dentro del marco y según los
principios del debido proceso legal, recogidos por el artículo 8 de la CADH.
10
 5. Otros tratados internacionales.
Por último, pero no por ello menos importante, en este apartado veremos
algunos tratados internacionales que reconocen garantías que deben
mencionarse, dado que hacen al debido proceso legal.
5.1 Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanas o degradantes.
especial jurisdicción se encuentran protegidas por los derechos que ésta
concede.
En sintonía con los tratados internacionales firmados por los mismos
firmantes del estatuto de Roma, las garantías que en este se reconocen
son similares a las que se encuentran desperdigadas entre los artículos de
los tratados más importantes que conforman los importantes sistemas de
protección de derechos humanos.

Lo relevante de esta convención radica en el compromiso asumido por los
estados en relación al respeto de la dignidad humana que toda persona
puede exigirle. En este sentido, se entenderá por el término tortura:
“todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona
dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el
fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión,
de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha
cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por
cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando
dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público
u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya,
o con su consentimiento o aquiescencia”. (Convención contra la tortura
y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes, Artículo 1)
Por medio de la firma de esta convención, los estados se comprometen a
disponer todos los medios necesarios para combatir, investigar y erradicar
todos los actos de tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes que se
sucedan en el marco de procedimientos penales infligidos por funcionarios
públicos o por particulares actuando con su conocimiento y permiso.
5.3 Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de
los Reclusos (Reglas Mandela).
Por último, la República Argentina no solo ha suscrito lo que antaño se
conocía como las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos, sino
que ha sido uno de los estados promotores de su última modificación en lo
que ahora se conoce como las Reglas Mandela.
En este compromiso internacional asumido, los estados se comprometen
a brindar un determinado trato a las personas que tengan privadas de su
libertad como consecuencia de un proceso penal, teniendo como principio
básico la dignidad inherente al ser humano.
El denominador común de cada una de las reglas es que el estado se
compromete a dar un trato digno a las personas que están privadas de su
libertad ambulatoria por el resultado de un proceso penal.

5.2 Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

Gracias a la entrada en vigencia de este estatuto, se ha puesto en marcha la

Corte Penal Internacional, la cual actuará sólo en los casos previstos por ella
en el estatuto.

En lo que respecta a las garantías penales y el debido proceso en cuestión,

es dable destacar que incluso aquellas personas que se encuentren bajo su

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