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SUPREMACIA CONSTITUCIONAL ~ DERECHOS HUMANOS ~ TRATADO
INTERNACIONAL ~ FACULTADES DEL PODER LEGISLATIVO ~ REFORMA
CONSTITUCIONAL ~ JERARQUIA DE LA LEY ~ CONSTITUCIONALIDAD ~
JURISPRUDENCIA EXTRANJERA ~ DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO ~
CONSTITUCION NACIONAL ~ CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS
HUMANOS
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I. Introducción
"Corresponde al Congreso... Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y
con las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y
concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.
Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación
de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara.
Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el
Congreso, requerirán el voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada
Cámara para gozar de la jerarquía constitucional".
Frente a esos precedentes, el fallo bajo comentario fue unánimemente bienvenido por la
doctrina con respecto a este punto. Y su doctrina en relación a la jerarquía normativa han sido
volcadas, como vimos, en el primer párrafo del art. 75 inc. 22. Lamentablemente no se volcó
al texto de la Constitución una cláusula que declarara la operatividad directa de las normas de
los instrumentos internacionales referidos en ese inciso, lo cual hubiera sido deseable. No
obstante, creemos que el hecho de que la Corte haya resuelto el problema de la jerarquía
normativa del tratado justamente en un caso donde el problema era su falta de operatividad,
demuestra que la jerarquización del tratado respecto de las leyes es una solución al problema
de la falta de operatividad de ciertas normas internacionales, por lo cual en cualquier caso en
que la norma del tratado ofrezca dudas sobre el punto, éstas deberán ser despejadas por el
juzgador, aplicando el tratado aún cuando no haya sido reglamentado. Así lo entendió el
ministro Petracchi en autos "Boico"(6) de diciembre de 2000, en estos términos: "la ausencia
de una disposición legislativa no constituye un fundamento suficiente para convalidar por
omisión..." contravenciones al PSJCR. Para ello citó en su apoyo la doctrina de "Ekmekdjian
c. Sofovich".
Una vez analizado este precedente, veremos a continuación cómo ha sido la interpretación
jurisprudencial de los cambios introducidos en la Carta Magna por la reforma de 1994.
Ambas decisiones echan luz en el sentido que la intervención del poder constituyente
reformador, eligiendo ciertos instrumentos internacionales de derechos humanos para
asignarles la misma jerarquía que a la constitución (a lo cual llama "juicio de comprobación"),
no puede ser desconocida por el intérprete, ni puede pretenderse aplicar a dichos instrumentos
las mismas reglas que a los demás, postura ésta que, no obstante, es sostenida por cierta parte
minoritaria de la doctrina (9) (Badeni, 1997:196) y por dos ministros de la Corte (10).
Repárese en que los referidos fallos expresamente han establecido que los poderes
constituidos 'no pueden desconocer ni contradecir'esa manifestación de voluntad del
constituyente, lo cual revela más que un disenso, una suerte de "enojo" con quienes pretenden
asignar a los instrumentos expresamente mencionados en el art. 75 inc. 22, una jerarquía
inferior a la que el constituyente pretendió darles.
En lo atinente al "cotejo"que, según la Corte, hizo el constituyente entre "los tratados y los
artículos constitucionales"(11) creemos que el término ha sido usado en el sentido figurado
toda vez que no surge del diario de sesiones de la Asamblea Constituyente que se haya
realizado ese confronte, norma por norma, de esos cuerpos normativos.
Debemos reconocer que esta postura del máximo tribunal, si bien no es jurídicamente
exhaustiva, resulta muy práctica y útil en el sentido de inducir a los intérpretes a que realicen
todos los esfuerzos posibles por conciliar las normas de jerarquía constitucional
independientemente de su fuente. Así, en "Chocobar" hemos visto cómo sostuvo que las
normas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y del PSJCR "resultan idóneas
para interpretar el alcance (del)... art. 14 bis de la Constitución Nacional, toda vez que ésta
debe ser analizada como un conjunto armónico dentro del cual cada una de sus disposiciones
ha de interpretarse de acuerdo con el contenido de las demás"(12). Lamentablemente este
párrafo de la sentencia, que es acertado en cuanto al fondo de la cuestión, introduce un error,
ya que de él se deduciría que los instrumentos internacionales se habrían incorporado a la
Constitución lo cual a nuestro entender no es correcto, ya que simplemente fueron
equiparados a ella. Sin perjuicio de ello, es preciso señalar que la interpretación de normas
constitucionales a la luz de normas internacionales de derechos humanos tiene varios
antecedentes en derecho comparado, por ejemplo, las constituciones de Portugal (art. 16) y
España (art. 10.2 y 39), y también ha sido ensayada por varios constitucionalistas
norteamericanos (13) (Bilder y Christenson).
En el fallo parcialmente transcripto en tercer término, deseamos destacar el excelente voto del
doctor Petracchi que acoge, finalmente, la postura que nosotros consideramos correcta y que
venía ganando terreno en la doctrina desde que fue esbozada a pocos meses de la reforma de
1994 por el profesor Germán Bidart Campos (14) (1995:555 y 264). El voto establece que "la
reforma constitucional de 1994 dio jerarquía constitucional a diversos tratados y
convenciones (art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional) que, junto con la Constitución
Nacional, configuran el bloque de la constitucionalidad argentina. A partir de entonces son
muchas las normas de ese rango que nos rigen..." (el destacado nos pertenece). Realmente esta
sentencia nos llena de satisfacción, aunque en cuanto a su redacción, hubiéramos preferido
que el voto se refiriera a "tratados y declaraciones" en lugar de referirse a "tratados y
convenciones" —que son la misma cosa— omitiendo a las declaraciones. Debemos agregar
que si bien fue el doctor Petracchi quien en ese fallo se refirió expresamente al bloque de
constitucionalidad, otros ministros, en sus votos separados, dieron el mismo tratamiento a las
normas contenidas en los tratados y a las contenidas en los instrumentos internacionales (15).
Es notorio, e interesante de analizar, cómo el doctor Petracchi buscó, en su voto, la
oportunidad de referirse a las normas internacionales aplicables al tema y no adhirió (como
hizo la mayoría) al dictamen del Procurador General que se limitó a rechazar el planteo de la
recurrente con fundamento en que el acto administrativo atacado (16) cumplía con los
requisitos de legalidad y que el Poder Judicial no podía expedirse sobre cuestiones de mérito,
oportunidad y conveniencia. Según este ministro, ello "importaría dictar una sentencia
incompleta y empequeñecer el asunto, si el caso se resolviera con el solo fundamento que (la
autoridad) ha actuado con competencia para dictar la ordenanza..."
A los pocos meses de entrada en vigencia la reforma, en el fallo "Giroldi", la Corte afirmó que
la frase del art. 75 inc. 22 referida a "las condiciones de vigencia" de los instrumentos
internacionales de derechos humanos significa "tal como la convención citada efectivamente
rige en el ámbito internacional y considerando particularmente su efectiva aplicación
jurisprudencial por los tribunales internacionales competentes para su interpretación y
aplicación". Esta interpretación nos permite invocar ante nuestros tribunales y hacer ingresar a
nuestro sistema, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ya que
—a pesar de los términos generales usados por la Corte Suprema— el único tribunal
internacional en la materia con competencia respecto de nuestro país es ése.
De todos modos, si bien esta afirmación tan explícita es novedosa, el fondo del asunto no lo
es, ya que en el fallo "Ekmekdjian c. Sofovich" ya analizado, la CS había utilizado la Opinión
Consultiva N° 7 de la Corte Interamericana como pauta interpretativa para la aplicación del
PSJCR, afirmando que esa interpretación debe "guiarse por la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos"(17). Asimismo, en "Servini de Cubría"(18) de 1993
varios jueces reiteraron esa postura (19). La novedad radica en que al momento de dictarse
'Giroldi', el referido Pacto ya gozaba de jerarquía constitucional, y la importancia del mismo
está en el hecho de que el fallo en cuestión hizo suyos los criterios de la Corte Interamericana
en materia de doble instancia e invalidó, con base en ella, una ley del Congreso que la
restringía (20).
Un año más tarde, en otro de los fallos transcriptos ("Bramajo") nuestra Corte ensanchó aún
más los horizontes de esta norma, al sostener que los informes de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos debía "servir de guía para la interpretación de los preceptos
convencionales" de los tratados de derechos humanos, con lo cual podía colegirse que los
informes emanados de la Comisión en casos de denuncias individuales también integraban las
condiciones de vigencia de la Convención (y también de la Declaración) Americana de
Derechos Humanos.
Pero a fines de 1998, en el fallo "Acosta" la Corte Suprema limitó esa posible interpretación
ya que sostuvo (por ajustada mayoría) que, si bien el estado argentino debe esforzarse por dar
respuesta favorable a las recomendaciones de la Comisión, "ello no equivale a consagrar
como deber para los jueces el de dar cumplimiento a su contenido al no tratarse aquéllas de
decisiones vinculantes para el Poder Judicial... La jurisprudencia internacional por más
novedosa y pertinente que se repute no podría constituir un motivo de revisión de las
resoluciones judiciales —equiparable al recurso de revisión— pues ello afectaría la
estabilidad de las decisiones jurisdiccionales, la que, en la medida en que constituye un
presupuesto ineludible de la seguridad jurídica es exigencia del orden público y posee
jerarquía constitucional". El voto de los doctores Boggiano y Bossert, en cambio, sostiene:
"Frente a informes o recomendaciones emanadas de la Comisión ... todos los jueces de
jerarquía y fuero están obligados a atender a su contenido con el fin de procurar la protección
de los derechos humanos".
En el mismo fallo "Felicetti", una ajustada mayoría (22) sostuvo: "Una interpretación distinta
pondría en pugna la cláusula del pacto (se refiere al art. 8° inc. 2 apartado "h" del PSJCR) con
el art. 117 de la Constitución... pues ambas tienen sin lugar a dudas igual valor por imperio de
lo establecido por el art. 75 inc 22, ya que la segunda no pertenece a la primera parte de la
Constitución, semejante conflicto carecería de clara solución" . Esta afirmación se dirige
directamente al problema de la jerarquía de los instrumentos internacionales de derechos
humanos referidos en el art. 75 inc. 22 en relación con la constitución nacional. Y resulta
peligrosa por cuanto si la interpretamos a contrario sensu, parecería que si la pugna se
planteara entre el PSJCR y una norma de la primera parte de la constitución, la solución sería
distinta. Por nuestra parte, rechazamos esa interpretación porque complica más de lo que
aclara, a la vez que carece de apoyatura en el texto de la norma, que es muy claro respecto a la
jerarquía uniforme de la constitución y los instrumentos internacionales mencionados en ella.
Incluso creemos que el fallo recién citado, en caso de ser interpretado de ese modo,
significaría un paso hacia atrás, ya que la Corte Suprema, con la misma composición, había
dirimido la discusión sosteniendo una interpretación que coincide —en general— con la que
proponemos, en los fallos "Chocobar" y "Monges" ya referidos.
Para concluir, debemos, destacar la utilidad que reviste la jurisprudencia de los órganos
internacionales de derechos humanos como pautas para la interpretación de los instrumentos
internacionales, el valor docente que tienen y el papel primordial que han cumplido en el
desarrollo progresivo del derecho internacional de los derechos humanos. Por todo ello, su
incorporación a nuestro sistema constitucional resulta sumamente provechosa para ampliar el
catálogo de los derechos humanos.
V. Conclusiones
(2) Art. 27 de la Convención: "Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho
interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46".
(7) LA LEY, 1997-B, 247, voto de los doctores Nazareno, Moliné O'Connor y López,
considerando 12.
(8) El Derecho del 17/7/97, voto de los doctores Nazareno, Moliné O'Connor, López y
Boggiano, considerandos 20 y 21.
(9) BADENI, Gregorio, Instituciones de Derecho Constitucional, p. 196, Ed. Ad Hoc, Buenos
Aires,1997.
(10) Votos de los doctores Belluscio en autos "Petric, Domagoj" (Fallos: 321:885,
considerando 7°) y Vázquez en "Mendes Valles" (ED, 167-13).
(11) La CS debería haber dicho "instrumentos" en lugar de "tratados", ya que hay nueve
tratados y dos declaraciones.
(12) Voto de los doctores Nazareno, Moliné O'Connor y López, considerando 11.
(13) BILDER Richard, "Integrating International Human Rights Law into Domestic Law-US
Experience", en Houston Journal of International Law, p. 1. Vol. 4, n° 1, Autumn 1981.
Asimismo Christenson, Gordon, "The Uses of Human Rights Norms to Inform Constitutional
Interpretation" en ídem, p. 38.
Derecho Internacional de los Derechos Humanos y nuestra Constitución Nacional
INTRODUCCION
El modificado art. 75 de la Constitución Nacional va dirigido en primer término al legislador que debe
interpretarlo para poder de allí desarrollar las políticas legales que le vienen ordenadas por aquélla. El
inciso 22 de dicha cláusula determina la jerarquía constitucional de los tratados de derechos humanos,
pero su operatividad, criterios de interpretación, se hará y especificará por vía del control de
constitucionalidad de la legislación emanada del Congreso, o bien su ausencia, siempre estará a cargo del
Poder Judicial para lo cual también deberá interpretar el texto constitucional que le diera origen y sustento.
Señalo tal como lo hiciera la constituyente María Elisa Carrió, que en dicho art. 75 se produjo un
contrabando normativo "maravilloso" ya que por vía de esa reforma a las atribuciones del Congreso se
pudo sortear el impedimento de la Ley 23409, que prohibía la modificación de la parte dogmática de la
Constitución.
Para la constituyente el inciso 22 en su primera parte aclara y finaliza la polémica anterior dando jerarquía
a superior a las leyes a los tratados con otras naciones extranjeras. Aclara en el orden de prelación que son
en el derecho federal superiores a las leyes pero inferiores a la Constitución. No podría ser de otro modo a
la luz del art. 27 de la Constitución que establece la supremacía constitucional frente a los tratados. No
obstante cabe consignar que dicha jerarquía no podría estar referida a los llamados acuerdos ejecutivos o
simplificados que se diferencias de los tratados en general porque concluyen de un modo definitivo con la
sola firma o intercambio de notas reversales entre los estados contratantes, y la Constitución dispone esta
supremacía en la misma cláusula que trata sobre la aprobación de los tratados, por tanto, gozan de la
jerarquía mencionada solamente los que hayan sido aprobados por el Congreso. Es así, ya que su
constitucionalidad depende que se refieran a materia administrativa y no invaliden competencia sustancial
del Congreso.
En nuestro sistema federal el art. 31 establece la supremacía del derecho federal sobre el local, y por otra
parte la de la Constitución por sobre el resto del ordenamiento jurídico. El derecho federal es ley suprema
de la Nación, las autoridades de las provincias deben conformarse a ella. Y son Ley Suprema de la Nación
las normas federales: la Constitución Nacional, los tratados y las leyes. Pero la supremacía de la
Constitución se ve reforzada en la nuestra por la presencia de los arts. 27, ya mencionado que aclara que
los tratados deben estar en conformidad con los principios de derecho público establecidos en la Carta
Magna de los argentinos; y el art. 28 en tanto establece que los principios garantías y derechos
reconocidos no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio. Resulta incomprensible
entonces la doctrina que podría haber surgido del caso Merck Química Argentina, al que más adelante
referiremos.
Si bien la jurisprudencia había reconocido la superior jerarquía con relación a las leyes de los principios
generales del derecho internacional, y eran plenamente operativos, sostenía un criterio distinto con
relación al derecho internacional convencional, o sea de los tratados.
La cláusula también establece la jerarquía constitucional de los tratados de Derechos Humanos que allí se
mencionan los que por un sistema especial de mayoría pudieran llegar a alcanzar esa jerarquía. Entre los
mencionados: dos declaraciones y ocho tratados siendo de desigual naturaleza jurídica sendas categorías
de instrumentos. Conforme el procedimiento indicado en el párrafo tercero del inciso se incluye con la
jerarquía ya mencionada el Tratado sobre Desaparición Forzada de Personas. (La ley que lo aprobara fue la
24.556 y le confirió jerarquía constitucional la ley 24.480).
Aclara la norma que los mismos no derogan artículo alguno de la primera parte de la Constitución y deben
entenderse como complementarios de los derechos y garantías que allí se establecen.
En el inciso 24 también reformado, según la Dra. Carrió, se refiere a los tratados de integración que
transfieran competencia o soberanía, diferenciándose los que se celebren con países latinoamericanos de
los países no latinoamericanos. Tienen jerarquía supra legal porque son tratados generales. Cabe acotar
que en los tratados con países no latinoamericanos surge una procedimiento complejo, semejante al de la
declaración de la necesidad de reforma de la Constitución: un acto declarativo de conveniencia y otro
sancionatorio.
Volviendo al tema de los tratados de derechos humanos, anticipando la polémica sobre si el hecho de tener
jerarquía constitucional implica que estén incorporados a la Constitución, manifiesta su opinión contraria.
Como consecuencia, el orden de prelación de las leyes ha sufrido una modificación sustancial: que podría
esquematizarse de la siguiente manera:
la Constitución Nacional
Las declaraciones y Tratados enumerados en el art. 75 inc. 22 de rango constitucional, y los que por
procedimiento especial con posterioridad se les otorgara tal jerarquía.
Tratados y Concordatos con la Santa Sede de jerarquía superior a las leyes pero inferior a la Constitución, al
igual que los tratados enunciados en el inc. 24.
Leyes.
No cabe duda que más allá de las imprecisiones o de la técnica constituyente resulta la reforma adecuada a
las "actuales circunstancias del desarrollo de la integración y a la necesidad de establecimiento de un orden
mundial fundado en el respeto de los derechos humanos y la paz".
Esta visión, digamos hacia el derecho interno, debe ahora hacernos centrar la atención sobre sus
implicancias respecto del derecho local o de las provincias, que de acuerdo al art. 31 de la Constitución,
sostiene todo el sistema federal argentino otorgándole supremacía a este por sobre el derecho local o de
las provincias, que se han reservado todas las facultades no delegadas, entre ellas las de dictar los códigos
de procedimiento, conforme al reparto de competencias efectuado por el art. 121 de la Constitución. Cabe
señalar, no obstante que la regla establecida tiene un contenido eminentemente flexible y ha favorecido el
crecimiento de la actividad del gobierno federal para resolver conflictos que por su área y dimensión se
transforman en nacionales, conforme lo expresa Carlos M. Bidegain en su Curso de Derecho
Constitucional, tomo 2.
Si bien las facultades no delegadas incluyen las de procedimiento, vamos adelantando, que la llamada
Cláusula Federal del sistema interamericano, contemplada en el art. 28 apartado 2do. Se establece que las
Constituciones tienen jerarquía superior, y por ello marcan el límite, no obstante las normas de derecho
interno que se opongan no derogan el Tratado, aunque generen responsabilidad internacional del Estado.
Esta situación se plantea en algunos de los Tratados constitucionalizados, que incluyen aspectos de
procedimiento que por imperio del art. 31 y del 75 inc. 22 y 24 son parte del derecho federal, y por tanto
obligatorio en todas las provincias.
Otro aspecto de las competencias provinciales es el que surge del art.124 en tanto faculta a las provincias a
celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no
afecten las facultades delegadas al gobierno federal o el crédito público de la Nación. Aclara sin precisar,
ello "con conocimiento del Congreso Nacional". ¿Cuál es el status jurídico de estos convenios celebrados
solo entre una o más provincias y un Estado o Estados extranjeros? Dejamos sentado que no integran el
derecho federal, ingresando sólo al orden jurídico provincial. Consecuentemente no les resulta aplicable el
rango o jerarquía del art. 75, pues éste sólo se refiere a los tratados celebrados entre la Nación y estados
extranjeros. Insistimos, entonces que esta facultad está sujeta al conocimiento del Congreso. Para el Dr.
Miguel Padilla la información debe ser previa a la entrada en vigencia de los convenios, incluso a su firma,
el conocimiento al que alude la norma y según el autor debe "razonablemente " entenderse como
consentimiento. La situación dudosa, inaceptable desde el punto de vista internacional, argumentada por
el ya citado Bidegain, no toma en cuenta la llamada cláusula federal que viene en ayuda del fortalecimiento
de la postura de supremacía del orden federal sobre el local que surge del art. 31.
El sistema normativo argentino se estructura con normas que dictan los estados provinciales de
competencia reservada(art. 75inc. )12 y concordantes), en otros casos es el Estado Federal que legisla con
competencia reservada, tal el caso del llamado derecho común o los códigos de fondo. Pero le competen
también las normas de derecho federal: emisión de moneda, estupefacientes, etc. , y finalmente lo
atinente a las relaciones con las demás naciones(derecho internacional)(art. 75inc. 22 y 24).
El eje constitucional para sostener la obligatoriedad y necesaria vinculación que deben tener los estados
provinciales respecto del derecho federal tanto del derecho internacional escrito, consuetudinario y de los
principios imperativos (a los cuales nos referiremos mas abajo)es que la Constitución se convierte en el eje
de continuidad del derecho internacional en el derecho interno y las leyes de facultades delegadas al
gobierno federal en tanto conforme al 128 de la Constitución los gobernadores de provincias son agentes
naturales del gobierno federal para hacer cumplir la Constitución y las leyes de la Nación. Las provincias
carecen de soberanía. En el sistema federal existen mas de un centro de poder decisorio. Se compensa la
unidad de un solo Estado Nacional con la pluralidad y autonomía de varios. Estos últimos deben
subordinación conforme lo dispuesto por el art. 5 y el 31 de nuestra Carta Magna. , Y eso implica en la
práctica se debe evitar en las llamadas zonas grises del reparto de competencias que se lleve a la
destrucción de la idea federal, que escapa muchas veces a las previsiones normativas y que requieren la
tarea permanente de interpretación.
Podemos así tener clara la Jerarquía a la cual nos estuvimos refiriendo: Constitución Nacional y Tratados
Constitucionalizados; Tratados de derecho Internacional; el Derecho Federal; y el Derecho Provincial y el
Derecho común en sus respectivas áreas, prevaleciendo en caso de conflicto los que correspondan por
atribución y reparto de funciones constitucionales.
Hemos incorporado el tema del derecho internacional, y por tanto debemos hacer una referencia a los
criterios de interpretación que el constituyente menciona, que pretenden orientar al juez que examine, no
obstante aclaración válida resulta explicitar el contexto de tensiones y presiones sufridas en su discusión.
La primer expresión orientadora "en las condiciones de su vigencia " tiene utilidad con relación a los
instrumentos vigentes en el orden internacional, y allí no ofrece dificultades. Si analizamos en qué
condiciones se hallan en vigor para nuestro país, aparece el tema de las reservas y declaraciones
interpretativas formuladas por Argentina. En cuanto a las reservas según la Convención de Viena sobre
Derecho de los Tratados tienen por objeto excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones
del Tratado en su aplicación por nuestro país. Y así se lo debe entender con relación a los tratados
constitucionalizados sobre derechos humanos que establecen obligaciones del Estado para con los
individuos que habitan su suelo, no son tratados de intercambio recíproco de derechos entre los Estados
contratantes. Son derechos del individuo tanto frente a su propio Estado como frente a los demás estados
contratantes.
Los demás tratados, los que vinculan a los estados entre sí, no crean obligaciones hasta que no tengan
vigencia internacional contrariamente a los que sucede en los referidos a los derechos humanos.
El artículo 46 de la Convención de Viena sobre derecho de los tratados, de la que es parte nuestro estado,
dispone que el hecho de que el consentimiento de cualquier estado en obligarse por un tratado haya sido
manifestado en violación de una disposición de su derecho interno concerniente a la "competencia para
celebrar tratados", no puede ser alegado por ese estado como vicio de su consentimiento, a menos que esa
violación sea manifiesta y afecte una norma de importancia fundamental de su derecho interno. Aclara
luego que esa violación es manifiesta si resulta objetivamente evidente para cualquier estado que proceda
conforme a la práctica usual y de buena fe. Conforme lo expresado en el Tratado podría decirse que cuando
incluso se hubiera omitido la aprobación del mismo por el Congreso, Argentina no podría alegar
internacionalmente el vicio, subsistiendo entonces la obligación y la responsabilidad internacionales. La
eventual declaración judicial de inconstitucionalidad limita su efecto a la inaplicación en jurisdicción
argentina, pero no descarta la responsabiliza internacional. Entonces queda claro que la única previsión de
la Convención de Viena sobre nulidad de un tratado a causa de violación del derecho interno, señala una
cuestión de vicio en la competencia interna para celebrar tratados. Toda otra transgresión al derecho
interno no puede ser internacionalmente invocada, conforme lo establece el art. 27 de la misma
Convención: una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado. Esta norma, agrega, se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo
46 ya descripto.
Cabe agregar que cuando la Argentina se hace parte de un tratado que discrepa con una ley anterior, se
presenta el caso de una ley que sin ser originariamente inconstitucional, es decir al tiempo de su sanción,
se torna inconstitucional y por lo tanto inaplicable, al entrar en contradicción con una norma posterior, un
tratado, que de acuerdo a la reforma del 94 reviste jerarquía superior a la ley. Podría haberse manifestado
con anterioridad que la norma internacional deroga a la ley anterior, pero dada la jerarquía superior a ésta,
entiendo debería hablarse de inconstitucionalidad.
El jus cogens
El derecho internacional ha acuñado la figura del jus cogens, como el conjunto de normas internacionales
llamadas imperativas, que tienen el rasgo de su inderogabilidad o indisponibilidad sea que provengan de
tratados o del derecho consuetudinario o de gentes. No puede ser dejado de lado por normas opuestas o
distintas de un tratado, ya que se encuentra en el vértice de la pirámide del derecho internacional.
Dado el carácter fundador y anterior al derecho internacional público el derecho internacional humanitario
al menos en una parte de sus normas fundamentales representa exactamente los que se suele llamar jus
cogens de la comunidad internacional, es decir, su derecho imperativo y no derogable. Es necesario
entonces, poner de relieve su carácter imprescindible para la supervivencia de la comunidad internacional
de los principios del derecho humanitario, por lo menos en el sentido mínimo del orden público
internacional. El derecho humanitario sería el verdadero núcleo irreductible de todo el sistema de la
protección de la persona humana.
Christophe Swinarski, en Principales nociones e institutos del Derecho Humanitario Internacional, cita a
Mohamed El-Kouhene y le hace decir: "...al precisar el carácter irreductible de estos derechos y garantías
fundamentales de la persona humana procedentes del derecho internacional de los derechos humanos, se
ha demostrado que se trata de las normas de esencial importancia para la comunidad internacional y para
la humanidad. El ámbito de las garantías fundamentales de la persona humana es sin lugar a dudas, aquel
en el cual los conceptos del jus cogens y del sumo derecho imperativo encuentran su mayor razón de ser".
Con relación a nuestro derecho interno pueden plantearse dos situaciones: (a) que el jus cogens coincida
con la Constitución, en cuyo caso no hay obstáculo alguno y refuerza la supremacía constitucional; o bien
(b) que haya controversia disimilitud en cuyo caso debe mantenerse por vía del art. 27 de la Constitución
la prioridad de ésta. No resultando oponible en sede internacional el estado argentino asumiría
responsabilidad internacional por el desplazamiento del jus cogens a favor de la Constitución.
En el Caso W. Cabrera c/Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, la Corte declaró inválida una norma del
Acuerdo de Sede entre Argentina y la Comisión demandada por considerarla opuesta a la norma de
derecho internacional imperativo(se refería a una cláusula que eximía totalmente de jurisdicción a la
comisión demandada).
Cuando el art. 31 de la Constitución expresa que los tratados internacionales integran lo que el precepto
llama ley suprema de la nación la palabra ley no esta usada en el sentido de ley del Congreso, pues la
Constitución que encabeza el artículo mal puede considerarse una ley del Congreso. Entonces en el
mencionado artículo la expresión ley suprema se refiere al orden normativo básico o supremo del Estado.
Todo Tratado que se incorpora a nuestro derecho interno es de naturaleza federal, cualquiera sea la
materia que regule, aun cuando sea una materia propia del derecho común o local, y ello tiene como
efecto práctico hacer judiciable por los tribunales federales toda causa que verse sobre los puntos regidos
por un tratado, además de tener una jerarquía superior a las leyes, como ya dijimos con anterioridad.
Si nos preguntamos si el derecho consuetudinario integra el derecho federal o necesita una ley especial que
lo incorpore esa incorporación en el derecho argentino, viene a través de tratados que reconocen como
fuente a la costumbre y a los principios del derecho internacional. Por lo tanto tiene jerarquía supralegal.
Siendo el tratado derecho federal, y por tanto estando por sobre el derecho provincial de acuerdo al art.
31, cualquiera sea la materia ya se dijo, la reglamentación interna que pueda requerir su aplicación le
otorga suficiente competencia al congreso para dictar la ley que considere necesaria con vigencia para
todo el país, aunque esa materia, por ejemplo sea procesal, y esté reservada al provincias en el reparto
federal de las competencias internas. Ya dijimos al principio acerca de su flexibilidad. Es federal no por su
materia si no pro ser tratado. Y no transmitirá su naturaleza federal a su ley reglamentaria, así una ley que
regulara el art. 14 del Pacto de San José de Costa Rica, derecho de réplica, tendría naturaleza no federal, y
guardaría conforme al art. 32 su naturaleza local para el ámbito de la Capital Federal.
Las normas imperativas o de jus cogens, como dijimos, se hallan definidas en el art. 53 de la Convención de
Viena de 1969, como una norma inderogable y que solamente puede modificarse por una norma
subsiguiente del derecho internacional general que tenga el mismo carácter. El art. 64 expresa: "si surge
una nueva norma imperativa de derecho internacional general, todo tratado existente que esté en
oposición con esa norma se convertirá en nulo y terminará.
La prohibición del uso de la fuerza puede ser considerada de jus cogens. También la prohibición de delitos
tales como el tráfico de esclavos, piratería, genocidio, la violación de derechos humanos, la igualdad de los
estados y el principio de autodeterminación. Otros deben ser desarrollados por la práctica de los estados y
la jurisprudencia de tribunales internacionales. Cabe recordar que en el caso Cabrera, ya mencionado,
aplicó el mencionado concepto a la violación de principios de defensa y de acceso a la jurisdicción.
Sin bien ninguna norma consuetudinaria puede derogar una norma del derecho imperativo, cabe
reflexionar que sucede cuando una norma de ese carácter puede prevalecer a otra de la misma naturaleza.
Se entiende que las normas son de aplicación acumulativa, salvo que una de ellas pierda su carácter
imperativo. Si teniendo carácter coactivo y colisionan en un caso real, como por ejemplo el principio de
autodeterminación y la prohibición del uso de la fuerza, la situación resulta dudosa, y debería entenderse
que no es lícito violar una norma imperativa.
Ya dijimos que la norma consuetudinaria no es oponible a los principios imperativos, pero ¿ qué pasa con la
costumbre o el derecho consuetudinario internacional?. El art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de
Justicia se refiere a la misma como una práctica internacional general aceptada como derecho. Esa práctica
se advierte tanto en la conducta de los estados en sus relaciones exteriores como en la conducta interna.
La práctica ha de ser lo suficientemente estable y duradera para que se constituya y observe como
ordenada jurídicamente. Las prácticas estatales se muestran en el ámbito de los organismos
internacionales.
Los principios están incluidos en el Estatuto que mencionamos y reafirman el rechazo de la posición que
sostiene que el derecho internacional sólo consiste en reglas a las cuales los estados han dado
consentimiento.
Nos interesa sobremanera el cuándo y en qué condiciones se aplican a la materia de los derechos
humanos. Los instrumentos internacionales los recogen y le dan carácter vinculante. Pues son esos
principios de derecho "que sin necesidad de reglas específicas aparecen con evidencia ante la razón. El ius
cogens prevalece sobre el derecho contractual internacional y rige para todos los estados, incluso
independientemente de su consentimiento.
El riesgo de su recepción está mas en sus efectos que por su contenido. Así en materia de derecho penal
internacional la imprescriptibilidad, su no-derogación los estados de excepción y la prohibición la amnistía
generando obligaciones a los estados como son los deberes de procesar y extraditar.
Es de necesaria cita para analizar la aplicabilidad en el derecho interno de esos principios de derecho
internacional los casos "Nadel"(LL-1994-A-188) y "Priebke" (LL-1998-E-768).
Así, como antes lo fueron la piratería y el tráfico de esclavos, hoy la tortura, el tráfico de niños y
adolescentes, lo son independientemente de la firma o suscripción de tratados que a dichos temas
pudieran referirse. Con relación a la tortura ello significa un freno a las dictaduras, y son inherentes a la
vigencia y contenidos de los derechos humanos y libertades fundamentales. Señalamos que la tortura se
halla tipificada como delito, no así el genocidio(a pesar de lo dicho en el caso Pinochet).
El art. 118 de nuestra Carta Magna se refiere a dichos principios de derecho internacional imperativos
como "derechos de gentes" ahora llamados delitos contra la humanidad. Si fueron cometidos en nuestro
territorio aquí se juzgarán, pero si lo fueran mas allá de nuestros limites territoriales el Congreso por ley
determinará su lugar de juzgamiento.
El Dr. Colautti afirma que la norma es directamente operativa y son de juzgamiento por la justicia penal
federal(conf. Ley 27 art. 4 y en cuanto a su competencia la ley 48 en su art. 2 cuando menciona al derecho
de gentes lo establece en último grado de prelación. El código Penal tipifica los delitos y según el mismo se
sancionará.
En el caso Priebke, los votos de Nazareno, Moliné O’Connor y Bossert, parecieran obviar el art. L8 del al
Constitución "nulla poena sine lege", que también un principio imperativo del derecho internacional. Y lo es
en tanto el derecho interno se refiera al mismo, o bien un tratado o convenio internacional o ante el
silencio del mismo.
El principio de juzgamiento en el lugar del hecho es eficaz cuando el hecho fuera cometido en nuestro
territorio, pero si fueran cometidos fuera del mismo, no serán competentes nuestros tribunales: un Estado
no puede ser compelido a aceptar la jurisdicción de los tribunales de otro Estado.
El derecho de gentes ha sufrido modificaciones, flexibilizando el principio de inmunidad de los Estados. Así
la ley 24488 recogió los principios enunciados en el caso Manauta(LL-1995.D.209).
La extradición esta ligado y sujeta a los principios generales de derecho internacional pues está el derecho
de los habitantes a ser juzgados por los tribunales de su lugar de residencia y/o de nacionalidad, y ello se
tensiona con el principio de soberanía de los estados. En el caso Nadel la Corte Suprema afirmó que en
nuestro sistema la costumbre internacional y los principios generales de derecho internacional forman
parte de nuestro derecho interno. El juez Boggiano en el mismo caso define algunos principios, afirmando
que no cabe la revisión de los actos soberanos de un estado extranjero pero si se pretende que los mismos
cumplan sus efectos en nuestro territorio, nuestros tribunales no pueden sustraerse a analizar si dichos
actos han violado derechos fundamentales de la persona reconocidos por el derecho de gentes con
carácter imperativo o por normas constitucionales. El caso se debía analizar si la expulsión fue hecha
conforme a proceso legal y con el debido acceso a la justicia. Llegó a la conclusión que en tanto habían sido
violados dichos principios, vulnerando el principio de los derechos humanos, no podían ser convalidados
por el Estado argentino.
En cuanto a la Prescripción de los delitos, en el caso Priebke , la corte Suprema hizo expresa referencia al
jus cogens, al revocar por mayoría la denegatoria de extradición. La mayoría hizo referencia al delito de
genocidio, afirmando que la calificación de los delitos no depende de los Estados si de los principios del ius
cogens del derecho internacional, concluyendo la imprescriptibilidad de este tipo de delitos. El art. 118 de
la Constitución sólo habilita al legislador a fijar una ley de jurisdicción y para definir o castigar las ofensas
contra la ley de las naciones, como lo afirma la Constitución de los Estados Unidos.
La disidencia de los Dres. Belluscio y Levene, refieren al delito como homicidio del art. 62 del Código Penal
Argentino, y por lo tanto prescripto tanto para el estado requirente (Italia) como para el
requerido(Argentina), conforme al Tratado de Extradición entre ambos países.
Si el delito hubiera sido considerado como crimen de guerra no existiría tipificación ni pena en ninguna de
las legislaciones internas.
Si se los considerara como delitos de lesa humanidad tampoco había tipificación o imprescriptibilidad ya
que la Convención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de guerra y de lesa humanidad no fue
ratificado por Argentina, como sí lo fue la Interamericana sobre desaparición forzada de personas.
Entonces, necesaria es la tipificación de los delitos, de lo contrario sería estar en contra de los principios
generales del derecho de gentes.
Si bien la prescripción no es un principio imperativo del derecho internacional de los derechos humanos, sí
lo es el que afirma que no hay delito sin ley y la tipificación corresponde al derecho interno no al derecho
internacional.
En el Caso Pinochet se concluyó que era necesario el carácter internacional de los delitos estuviera
reconocido por el derecho interno del estado solicitante y del requerido, y así lo era entre España y el Reino
Unido, aunque se discutió el momento de la vigencia del Tratado contra la Tortura para la República de
Chile.
Tanto en el Caso SIMON sentenciado pro el Juez Cavallo, como en la sentencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, Caso Barrios Altos se declaró la inadmisibilidad de disposiciones de amnistía,
prescripción y excluyentes de responsabilidad, también se reafirmó la obligación de esclarecer, investigar y
sancionar los delitos contra derechos humanos.
En los autos Simón Julio y otros s/sustracción de menores, se declara la nulidad insalvable de las leyes de
punto final, obediencia debida, y su inconstitucionalidad por contrariar los principios a los cuales nos
referimos, ya ambas leyes constituían formas de la eliminación de la punibilidad. Unto con la regla de la
jurisdicción universal y el compromiso de extraditar, los principios generales del derecho internacional
indican que el estado en cuyo territorio se cometan delitos contra la humanidad, debe investigar y
sancionar a sus autores no sólo en virtud de una obligación propia, sino como realización del interés de la
comunidad internacional. La Argentina asumio0 la obligación de prevenir, investigar y sancionar toda
violación de los derechos humanos, al firmar su integración al Sistema Interamericano de protección de los
Derecho Humanos de la Convención Americana de Derechos Humanos y del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. Las leyes declaradas nulas e inconstitucionales como los indultos son
incompatibles con esas obligaciones asumidas por el Estado Argentino.
Afirma el Dr. Colautti, con razón que los estados no pueden emitir normas que impliquen la impunidad de
delitos perpetrados contra el derecho de gentes.
En casos de desaparición forzada de personas se debe considerar como delitos de ejecución continuada o
permanente en tanto no se establezca el destino de la víctima, tal como surge de la convención que hoy
tiene jerarquía constitucional.
El Juez Cavallo afirma que aplicando los tipos penales de su legislación, la Argentina puede juzgar los
crímenes contra la humanidad ocurridos en su territorio y satisfacer así el interés de la comunidad
internacional en la persecución penal de los crímenes contra el derecho de gentes, cualquiera sea el lugar
de su comisión.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos consideró que son inadmisibles las disposiciones de
amnistía, las disposiciones de prescripción y establecimiento de excluyentes de responsabilidad que
pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de violaciones graves de los derechos
humanos. Decidió en el Caso Barrios Altos que las leyes de amnistía son incompatibles con la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y consecuencia carecía de efectos jurídicos la amnistía que el anterior
gobierno de Perú había dictado.
Por lo tanto el derecho de gentes en lo que hace a los Derechos Humanos o su reconocimiento pro los
Estados ha evolucionado hasta admitir la extraterritorialidad si ello es necesario para impedir la
impunidad, pero que quede claro, no admite en modo alguno la omisión de principio nulla poena sine lege,
y por ello no se deben admitir tipos penales abiertos bajo pretexto de la persecución universal de los
delitos contra el derecho de gentes.
Relacionado con los casos reseñados anteriormente, corresponde agregar que del Caso Pinochet surge
que el derecho de las naciones distingue entre inmunidad de los actos de Estado que son los que el
derecho internacional reconoce como funciones de un jefe de estado, y que la tortura y la toma de
rehenes no pueden ser consideradas un acto o función de estado, por lo tanto debían considerarse
excluidos de la excepción de inmunidad de estado, e insiste en la necesidad de la previa tipificación. El
principio de derecho internacional que bajo ciertas circunstancias protege a los representantes de un
estado, no puede aplicarse a los actos que son condenados como criminales por el derecho internacional,
según surge del voto del Juez Lord Millet, que se basó mas en los principios generales del derecho
internacional que en la ley escrita
Pero lo concluyente del voto es que "los delitos prohibidos por el derecho internacional generan
competencia extraterritorial si satisfacen dos criterios. En primer lugar deben ser contrarios a una norma
imperativa del derecho internacional de modo tal de infringir un jus cogens. En segundo lugar deben ser
tan serios y en tal escala que puedan ser considerados como un ataque al orden legal internacional. Los
delitos aislados, aun cometidos por funcionarios, no satisfacen este último criterio."
Se ha hecho referencia en varias oportunidades al principio básico de que nadie será condenado por actos
que en el momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho nacional o internacional.
El mismo figura en párrafo 2 del artículo 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el art.
15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
El principio exige que el delito esté definido y sea conocido como tal delito.
Es cierto que un derecho penal no siempre reglamenta todos los detalles. Al emplear un sistema de
definición general se dejan al juez no sólo su interpretación, sino también la forma de aplicación. Tal vez
sea difícil resolver la cuestión de cuál es el punto mas allá del cual el método en conflicto con el principio de
que los derechos fundamentales solo pueden ser limitados por la ley. El poder conferido a los jueces no
puede ser demasiado amplio y hacer entrar en duda de que este poder excede dichos límites.
Los instrumentos internacionales mencionados utilizan la expresión derecho nacional que figura reitero en
ambos se debe interpretar como que se refiere al derecho aplicable al delito conforme a las normas de
conflicto de leyes, y por lo tanto no limitado al derecho de un Estado parte. También utilizan la referencia
al derecho internacional y esta tiene por objeto garantizar que nadie eludirá el castigo por un delito
criminal conforme al derecho internacional amparándose en que su acto era legal con arreglo a su propio
derecho nacional.
Se entendió, la necesidad de incluir este punto, atento la reiteración en varios fallos de la calificación
delictiva, y por tanto se entiende que este principio corresponde como categoría del jus cogens.
La base teórica de los derechos humanos y de sus garantías radica en el equilibrio que se debe alcanzar
entre el concepto de dignidad del ser humano, como consideración suprema y los intereses de la
comunidad.
De la lectura del art. 75 inc. 22, concluyo que más allá de las imprecisiones técnico legislativas, la
irrelevancia de algunas consideraciones, que fueron señaladas; la misma tiene como fundamental el hecho
de recoger la jurisprudencia nacional e internacional que afianza el sistema de garantías y derechos
humanos, no dejando dudas de la importancia del jus cogens preexistente a 1994 contemplado en la
normativa constitucional pero que se enriquece en su interpretación a través del arribo al derecho interno,
en forma clara y contundente, de los instrumentos internacionales que lo explicitaban.
Pero todo eso no es suficiente para garantizar estos derecho y libertades. Para que las mismas sean
eficaces se deben reforzar con la legislación necesaria y con el establecimiento de instituciones apropiadas
que cuenten con los medios para hacerlas cumplir.
Las garantías jurídicas y las salvaguardias democráticas son de capital importancia para la protección eficaz
de los derechos humanos. Y debemos agregar que no depende sólo de las disposiciones legislativas, sino
también de la voluntad política del Gobierno y del propio pueblo, fomentando la participación popular en
el proceso legislativo del país.
Se deben popularizar los derechos humanos, pues el proceso de salvaguardia de los mismos no termina
nunca, y para ello es condición necesaria la idoneidad e independencia del poder judicial, pues los
tribunales de justicia están situados así entre el individuo y el Estado, protegiendo al primero de toda
injerencia en su libertad y dignidad que no esté justificada en derecho.
Finalmente tal como lo expresa la Dra. María E. Carrió a través de la reforma del art. 75 surgiría una nueva
filosofía constitucional, "excede las meras atribuciones del Legislativo para convertirse en el nudo central
de los que es techo ideológico y filosófico de la Constitución Nacional..." y finalmente esa filosofía fue la
que sella la legitimidad política de la reforma constitucional y ". Permitirán a las generaciones hacer una
lectura progresista y libertaria de la nueva Constitución Nacional."
BIBLIOGRAFIA
*Interpretando la Constitución. M.E. Carrió, R. Dromi, P.J. Frias, R. Gil Lavedra, H Quiroga Lavié,Ediciones
Ciudad Argentina, Bs. As., 1995.
Capítulo XVI
Gregorio A. Flax
1.Introducción
El sistema Interamericano cuenta con un procedimiento para conocer de las
violaciones aisladas de derechos humanos, el que presenta grandes similitudes
con el del Protocolo Opcional al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políti-
cos, y se diferencia notoriamente del actual procedimiento del Sistema Europeo
de Derechos Humanos.
Debemos recordar que dicho procedimiento se aplica tanto para proteger
los derechos humanos reconocidos en la Declaración Americana de Derechos
y Deberes del Hombre, cuando la presunta violación se atribuye a un Estado
miembro de la OEA que no sea parte en la Convención, como para proteger los
derechos humanos enunciados en el catálogo de la Convención Americana, cuando
la violación es atribuida a un Estado que ha ratificado el Pacto de San José.
A partir de las reformas producidas en los reglamentos,1 tanto de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos como de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, se han producido modificaciones en el régimen procedimental
originario, actualizando los antiguos standars.2
1
A partir del año 2000 en su 109º período extraordinario de sesiones celebrado del 4 al 8 de
diciembre de 2000, 116º período ordinario de sesiones celebrado del 7 al 25 de octubre de 2002 y
en su 118º período ordinario de sesiones celebrado del 6 al 24 de octubre de 2003 se aprobaron las
reformas al Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Por su parte en
su LXI período ordinario de sesesiones celebrado del 20 de noviembre al 4 de diciembre de 2003,
durante las sesiones 9 y 10 el día 25-XI-2003 la Corte Interamericana de Derchos Humanos aprobó
la redacción actual de su Reglamento. Estos pueden obtenerse en las páginas web de la Comisión y
de la Corte www.cidh.org y www.coridh.org.
2
En este sentido es interesante la lectura de la Sentencia 151 del Tribunal Administrativo de
la OEA de fecha 18-V-2004 donde en su punto 7 dicho Tribunal manifestó: “los cambios normativos
XVI-2 derechos humanos
En el caso del inicio del procedimiento por parte de la Comisión motu propio,
esto responde principalmente a los casos en los que la misma ha receptado dis-
tintas denuncias sobre violaciones y que a su juicio considere necesario comenzar.
9
El mismo puede ser español, portugués, francés o ingles, aunque hasta el presente en todos
los casos ha sido incorporado el español como idioma alternativo en aquellos casos en que no fue el
idioma de trabajo
elprocedimiento para conocer de violaciones aisladas XVI-7
de derechos humanos
tencia legal era necesaria para agotar los recursos y si tal asistencia estuvo o
no disponible.
La Corte expresó asimismo que el Estado que ha planteado la excepción de
no agotamiento deberá probar que:
a) En su sistema jurídico existen recursos internos cuyo ejercicio no ha sido
agotado;
b) Una vez probado esto por parte del Estado recién allí le corresponde al
reclamante probar que las excepciones del art. 46.2 de la Convención aplicables
a su caso.
En síntesis podemos decir que la Corte fue de la opinión: “Que si por razones
de indigencia o por el temor generalizado de los abogados para representarlo
legalmente, un reclamante ante la Comisión se ha visto impedido de utilizar
los recursos internos necesarios para proteger un derecho garantizado por la
Convención, no puede exigírsele su agotamiento.”
Por último debemos mencionar que un último requisito de admisibilidad es el
temporal. Es decir que la comunicación sea presentada dentro de los seis meses
siguientes a partir de la fecha en que el presunto lesionado en sus derechos haya
sido notificado de la decisión definitiva del juez nacional y cuando el agotamiento
de los recursos internos no es exigible, el plazo para la presentación de la petición
será “un período de tiempo razonable, a criterio de la Comisión.”
Una vez que se considere todo la antes expuesto, la Comisión se debe pronun-
ciar sobre la admisibilidad del asunto emitiendo al respecto un informe que es
público. En el caso que a través de este informe, la Comisión considere admisible
un caso, no hace prejuzgamiento sobre la responsabilidad del Estado denunciado.
A partir de éste informe, de ser considerada admisible la denuncia, se la
considera y registra como caso y se inicia la etapa de examen sobre el fondo de
la cuestión
el medio que considere más expedito.” En la práctica diaria, este medio es una
llamada telefónica, un fax, E-Mail o un telegrama. En estos casos, la Comisión
puede también pedir al Estado que tome medidas precautorias para evitar un
daño irreparable.
La Comisión ha hecho uso de la facultad de solicitar medidas precautorias en
reiteradas oportunidades, pudiendo citar como ejemplo los casos en contra del
Estado de Honduras, para pedir al gobierno la suspensión de la ejecución de los
condenados por tribunales sumarios especiales.
Cuando los casos graves o urgentes involucran a un Estado parte en la Con-
vención, la Comisión puede pedir de inmediato el consentimiento del Estado
para efectuar una visita in loco (visitas por parte de miembros designados por
la Comisión en el lugar de los hechos), y cuando el caso es de extrema gravedad
o urgencia, puede pedir a la Corte Interamericana que adopte medidas provi-
sionales.
Ahora bien, ¿cual ha sido normalmente la posición de los gobiernos cuando
reciben una denuncia?
En la práctica los gobiernos, sin entrar a pronunciarse sobre el fondo del
caso, aducen la inadmisibilidad por carecer de alguno de los requisitos exigidos
(agotamiento de los recursos internos), por ser hechos jurídicamente legales
(detenciones efectuadas en virtud de facultades concedidas por el estado de sitio
o estado de emergencia), etc.
Antes de pronunciarse sobre el fondo de la petición, la Comisión fijará un plazo
para que las partes manifiesten si tienen interés en iniciar el procedimiento de
solución amistosa.
A ese fin, la Comisión puede ponerse a disposición de las partes para intentar
un arreglo amistoso, fundado sobre el respeto de los derechos humanos. Para
que esto suceda, es necesario que se hayan precisado suficientemente las posi-
ciones y pretensiones de éstas y que, a juicio de la Comisión, el asunto sea por
su naturaleza susceptible de solucionarse de esta manera.
La Comisión ha sostenido en forma reiterada que los casos de desapariciones
de individuos y de ejecuciones ilegales no son susceptibles de ser solucionados
por medio de un arreglo “amistoso,” pero esto no parece ser compatible con la
Convención, ni tampoco aparece como conveniente para la debida protección de
los derechos de las víctimas.
En el caso Velásquez Rodríguez c/Honduras, la Corte se pronunció sobre el
art. 45.2 del Reglamento de la Comisión que regula el trámite de la solución
amistosa y, aunque no lo estimó contrario a la Convención, aclaró su posición
expresando que “...la Comisión posee facultades discrecionales, pero de ninguna
manera arbitrarias, para decidir, en cada caso, si resulta conveniente o adecuado
el procedimiento de solución amistosa para resolver el asunto en beneficio del
elprocedimiento para conocer de violaciones aisladas XVI-9
de derechos humanos
c) Los fundamentos con base en los cuales considera que el caso debe ser
remitido a la Corte;
d) Toda la prueba producida disponible .(Documental, testimonial, pericial,
etc.)
e) La pretensión en materia de reparaciones y costas.
Como dijéramos ut supra, si el estado denunciado ha aceptado la jurisdicción
de la Corte Interamericana y la Comisión considera que no ha cumplido con las
recomendaciones del informe aprobado, someterá el Caso a la Corte Interame-
ricana, salvo por decisión fundada de la mayoría absoluta de los miembros de
la Comisión.
en cuyo caso las posiciones de la presunta víctima deberían ser defendidas por
la Comisión, que no las comparte.
El individuo no tiene hasta ahora locus standi ya que el art. 71 del Reglamento
de la Comisión dispone que esta debe ofrecer al peticionario la oportunidad de
hacer observaciones por escrito a la petición por la cual la Comisión someta un
asunto a la Corte.
El Reglamento de la Corte, a su vez, permite que los delegados de la Comi-
sión ante la Corte sean asistidos por cualquier persona que la Comisión elija y
uno de ellos puede ser el representante del peticionario.” Esta persona puede
examinar a los testigos y expertos. En los casos de que ha conocido la Corte, la
Comisión ha nombrado para asistirla, constantemente, a abogados que repre-
sentaban a las partes. Ambas normas disminuyen en parte la injusta posición
en que el peticionario ha sido puesto por la Convención frente al procedimiento
que se sigue ante la Corte, pero una mejor solución sería el de dar al individuo
derechos en el proceso, por lo menos una vez que éste se ha iniciado, como lo
hace el Reglamento de la Corte Europea.
El procedimiento ante la Corte consta de una etapa escrita y otra oral.
4. Caso Hipotético
“PACÍFICA”
Pacífica, un Estado miembro de la Organización de Estados Americanos emergió a
fines de los años ochenta de un agudo período de conflicto armado interno entre una
Administración electa pero cada vez más represiva y algunas facciones armadas irre-
gulares. En 1990, y debido a las restricciones impuestas por el régimen y a la profunda
crisis económica existente agravada por el conflicto, el electorado eligió una nueva Ad-
ministración del estado, con el mandato de conducir la transformación hacia un período
de gobierno más democrático.
La nueva Administración inició su mandato con una serie de medidas para fortalecer
la economía, renovar la imagen en el exterior, atraer inversiones extranjeras y revita-
lizar el rol de las instituciones civiles dentro de la nación. En particular, el Gobierno
de Pacífica determinó que para construir una democracia estable y llevar adelante una
economía sostenible y en crecimiento, era necesario capacitar adecuadamente a la mujer
para posibilitar su participación plena, en igualdad de condiciones en el proceso de toma
de decisiones a nivel local y nacional.
Tradicionalmente, el porcentaje de mujeres elegidas o nombradas en Pacífica para
integrar puestos públicos designados para la toma de decisiones, había sido muy bajo.
En 1992, a fin de motivar el reconocimiento de los derechos y responsabilidades de la
ciudadanía femenina el Poder Ejecutivo diseñó una serie de medidas políticas tendien-
tes a promover la participación de la mujer en la vida política nacional, recomendando,
ínter alia, que la legislatura nacional aprobara el financiamiento del programa nacional
diseñado para educar e informar a las mujeres sobre sus derechos y responsabilidades
cívicos, y que los partidos políticos aseguraran una mayor y equitativa participación de
Supremacía Constitucional y Control de Constitucionalidad http://catedraricharte.blogspot.com.ar/2016/03/supremacia-constitucion...
Sumario
La supremacía de la Constitución y su importancia en la democracia. La jerarquía constitucional y su
relación con las demás normas locales e internacionales. El control de constitucionalidad y sus características.
El control de convencionalidad. Control de oficio. Los límites al control de constitucionalidad. El rol activo del
poder judicial en el control de constitucionalidad y su injerencia sobre los demás poderes del estado.
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Supremacía Constitucional y Control de Constitucionalidad http://catedraricharte.blogspot.com.ar/2016/03/supremacia-constitucion...
La jerarquía constitucional
Tal como fuera expuesto en el punto precedente, la jerarquía de las normas del derecho argentino quedó
establecida desde 1853 a partir del artículo 31 de la Constitución y, si bien dejó en claro que la Constitución
Nacional se encuentra en la cima de la “pirámide normativa”, a lo largo de nuestra historia se plantearon
dificultades a la hora de determinar el orden de prelación entre las leyes de la Nación y los tratados celebrados
con potencias extranjeras, habiendo variado la preeminencia de unas o de otros según las pautas que
estableció la jurisprudencia en razón de la ideología predominante en cada época.
Ello así por cuanto el citado artículo 31 estableció la supremacía de la CN por sobre el resto del
ordenamiento jurídico, pero nada aclaró sobre la relación entre los tratados y las leyes, lo que generó años de
debate respecto a qué norma debía primar en caso de contradicción.
[5]
Ese debate fue saldado por nuestro Máximo Tribunal en el expediente “S.A. Martin & CIA v. Nación”
[file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn5] (Fallos
257:99, sentencia del 6/11/1963), en el que se discutían los derechos de aduana que debían abonarse en la
importación/exportación de bienes a la República del Brasil. La empresa Martin & Cía alegó la
inconstitucionalidad del decreto-ley 6575/58 por considerarlo modificatorio del Tratado de Comercio y
Navegación celebrado con Brasil en 1940. Allí la Corte sentó como doctrina que: “ni el art. 31 ni el 100 de la
Constitución Nacional atribuyen prelación o superioridad a los tratados con las potencias extranjeras respecto
de las leyes válidamente dictadas por el Congreso de la Nación. Ambos –leyes y tratados- son igualmente
calificados como “ley suprema de la Nación” y no existe fundamento normativo para acordar prioridad de
rango a ninguno”. Es decir que a priori leyes y tratados se encontraban en un plano de igualdad al no haber
establecido la Constitución Nacional cuál de esas normas primaba sobre la otra.
En virtud de ello, la cuestión discutida era que, llegado el caso en que un juez deba resolver entre una u
otra norma, ¿cuál debía priorizar? En ese caso la Corte estableció que debía seguirse el principio mediante el
cual las leyes posteriores derogan a las leyes anteriores –lex posterior derogat priori-. Es por ello que,
teniendo en cuenta que el decreto-ley databa del año 1958 y el tratado de 1940, el primero había derogado
tácitamente al segundo, de acuerdo con la resolución del Tribunal.
El sentido de esta regla jurídica es que los criterios del legislador pueden variar a lo largo de los años,
por ello es que deben priorizarse las normas más cercanas en el tiempo por sobre las más antiguas, a fin de
incorporar las corrientes ideológicas actuales sobre la materia.
Ese fue el criterio que siguieron nuestros tribunales hasta que en el año 1992 se dictó el fallo
[6]
“Ekmekdjian Miguel c/ Sofovich Gerardo y otros” [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016
/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn6] (Fallos 315:1492, del 7 de julio de ese año), en el que
se debatió la aplicación o no del derecho a réplica, garantizado en el artículo 14.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (en adelante CADH), en el ordenamiento interno argentino.
En el mencionado precedente se recordó la firma de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados, en vigor para la República Argentina desde el 27 de enero de 1980, que en su artículo 27 establece
que “una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado”. Es decir, que la firma de un acuerdo internacional obliga a los países firmantes a
su cumplimiento (pacta sunt servanda), más allá de lo que establezcan las leyes internas de esos países. Vale
aclarar que por ley interna no se incluye a las Constituciones nacionales.
Por tanto, la Corte sentó el criterio que los Tratados firmados por nuestro país se encuentran en un
rango jerárquico superior a las leyes dictadas por el Congreso argentino, ya que si Argentina se compromete
ante otros Estados suscribiendo un acuerdo, luego debe cumplirlo, sin poder alegar la existencia de leyes
internas que se lo impidan. Esta conclusión resulta acorde a las presentes exigencias de cooperación,
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Supremacía Constitucional y Control de Constitucionalidad http://catedraricharte.blogspot.com.ar/2016/03/supremacia-constitucion...
No obstante ello, con posterioridad a la reforma, el Congreso de la Nación hizo uso del
procedimiento previsto por la Constitución Nacional y le otorgó jerarquía constitucional a otros tres
tratados sobre derechos humanos:
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Supremacía Constitucional y Control de Constitucionalidad http://catedraricharte.blogspot.com.ar/2016/03/supremacia-constitucion...
● La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (a través de la ley
[12]
27.044) [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016
/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn12]
Fijado el detalle de los tratados que, hasta la fecha, cuentan con jerarquía constitucional, cabe ahora
hacer una referencia al alcance de esa jerarquía. En ese sentido, como se adelantó, la Constitución señala que
los tratados tienen jerarquía constitucional “en las condiciones de su vigencia”.
Esa técnica de redacción ha generado diversas discusiones entre los estudiosos del derecho y dio
lugar a distintas conclusiones, algunas de las cuales se reflejan a continuación:
En primer lugar, las condiciones de vigencia de los tratados incluyen todas aquellas reservas y
declaraciones realizadas por el Estado argentino a los tratados, tratándose de cláusulas unilaterales que, en el
caso de las reservas, limitan el alcance del texto del tratado y, en el de las declaraciones, lo extienden.
Ejemplo de ello resulta ser la reserva efectuada por el Estado argentino a la Convención sobre los
Derechos del Niño al manifestar que no regirán en su jurisdicción los incisos b, c y d del artículo 21 de la
Convención relativos a la adopción internacional, hasta no contar con un riguroso mecanismo de protección
para impedir el tráfico y la venta de niños. Respecto de esa misma Convención, la República Argentina efectuó
varias declaraciones, entre las que puede destacarse aquella que determina la protección de los derechos del
niño desde el momento de la concepción y hasta los 18 años de edad, lo que resulta relevante ya que la
[13]
Convención determina cuando finaliza la protección de los niños pero no cuándo comienza. [file:///C:/Users
/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn13]
En segundo término, la jurisprudencia entendió que los tratados mantienen la vigencia y vigor con que
cuentan internacionalmente y, consecuentemente, rigen tal como son efectivamente interpretados y aplicados
en el ordenamiento internacional, es decir, a través de la jurisprudencia internacional relativa a esos tratados y
las normas de derecho internacional consuetudinario reconocidas como complementarias por la práctica
[14]
internacional pertinente. [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016
/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn14]
[15]
Este es el criterio que la Corte sentó en el fallo “Giroldi” [file:///C:/Users/Windows7/Desktop
/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn15] (Fallos 318:514), del 7 de abril de
1995, en el cual se discutía la constitucionalidad de las restricciones a la garantía de doble instancia en materia
penal. En el considerando 11° del mencionado precedente, nuestro Máximo Tribunal estableció que las
condiciones de vigencia de la CADH eran el modo en que dicha norma regía en el ámbito internacional,
considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por los tribunales internacionales
competentes para su interpretación y aplicación, que no sería otra que la Corte Interamericana de Derecho
Humanos (en adelante Corte IDH o Corte Interamericana).
Es decir, que la jurisprudencia internacional adquirió una relevancia particular para los tribunales
nacionales a la hora de interpretar el texto de la Convención, ya que serviría de guía a tal fin.
[16]
Posteriormente, en fallos como Mazzeo [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016
/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn16] , la Corte dio un paso más y fijó como doctrina que
los precedentes de la Corte IDH ya no son meras guías interpretativas, sino que resultan de aplicación
obligatoria para los tribunales de nuestro país, comenzando así allí a configurarse la noción de “control de
convencionalidad”, que más adelante describiremos.
El debate que se viene dando en los últimos tiempos, más precisamente después de precedentes tales
como Arancibia Clavel, Mazzeo o Simón, consiste en determinar de qué manera resolver las tensiones que
puedan darse entre la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales, especialmente la CADH y su
interpretación, efectuada por la Corte IDH.
Ello por cuanto los jueces no cuentan con una regla que resuelva posibles fricciones entre el texto
constitucional y los Tratados que luego de la reforma tienen la misma jerarquía que ella. Entonces, ¿cómo ha
resuelto la Corte en estos casos?
Veamos el fallo Simón, de 2005, en el que se debatía, entre otras cosas, la constitucionalidad de las
leyes 23.492 y 23.521, llamadas de “punto final” y “obediencia debida”.
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En ese precedente la tensión estaba dada por el hecho de que los imputados por la comisión de delitos
graves contra los derechos humanos se encontraban amparados por ambas leyes y que, aún en caso de
declararlas inconstitucionales, las acciones penales que impulsaron las investigaciones se encontraban
extinguidas por el transcurso del plazo de la prescripción, de acuerdo a los principios de derecho penal
vigentes.
[17]
De este modo, se encontraban amparados por el principio “nulla poena sine lege” [file:///C:/Users
/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn17] , ya que juzgar a los
procesados podía producir una fuerte vulneración de la cosa juzgada y del principio de legalidad, que impide
prolongar retroactivamente la prescripción de la acción penal, ya operada en muchos casos.
Sin embargo, tales dudas con respecto al alcance concreto del deber del Estado argentino con relación
a las leyes de “punto final” y “obediencia debida” han quedado esclarecidas a partir de la decisión de la Corte
IDH en el caso "Barrios Altos". Allí el Tribunal señaló que: "son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las
disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir
[18]
la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos”.
[file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn18]
Es decir, que los Estados parte de la CADH no pueden nunca dejar de investigar y juzgar los delitos de
lesa humanidad, más allá de que sus responsables se encuentren alcanzados por algún tipo de disposición que
los exima de responsabilidad.
Ante esta situación, los miembros de nuestra Corte debieron optar entre aplicar los principios
constitucionales mencionados y, consecuentemente, cerrar la posibilidad de enjuiciar a los responsables de las
violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar o aplicar la jurisprudencia proveniente de
tribunales internacionales y así allanar el camino de los juicios por la verdad. Ante ese panorama, más allá de
las subjetividades sobre la justicia del caso, cualquier decisión hubiera sido jurídicamente válida.
Finalmente, el Máximo Tribunal en voto dividido decidió, tomando los estándares internacionales, que la
progresiva evolución del derecho internacional de los derechos humanos con el rango establecido por el art. 75,
inc. 22 de la Constitución Nacional, ya no autoriza al Estado a tomar decisiones cuya consecuencia sea la
renuncia a la persecución penal de delitos de lesa humanidad, sino que por el contrario la firma de acuerdos
con otros países obliga a nuestro país a cumplirlos.
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iii) Por último, según el alcance del control, debemos afirmar que nuestro sistema prevé su utilidad para
el caso concreto.
Esto se encuentra plenamente relacionado con el punto anterior y significa que cuando cualquier juez
resuelva afirmativamente una demanda de inconstitucionalidad, solo tendrá efectos respecto del caso puntual
sometido a su conocimiento, es decir que la norma mantiene su imperio para todos los demás casos en que
sea aplicada.
Esa es justamente una de las ventajas del sistema, en tanto puede ser que la norma, la acción o la
omisión resulte perfectamente ajustada a los estándares constitucionales, pero su aplicación en una situación
particular ponga en riesgo la vigencia de la constitución. En ese caso resulta necesario declarar la
inconstitucionalidad, pero eso no tiene por qué afectar a todos los demás casos en que no se provocó ninguna
afectación.
Sin embargo, eso puede implicar la desventaja que, ante normas, acciones u omisiones que resulten
evidentemente inconstitucionales, se pueda incurrir en la necesidad de promover tantas acciones como casos
que encuadren en la situación.
b.- Control de convencionalidad
Como mencionamos antes, la normativa y jurisprudencia internacional están tomando cada vez una
mayor importancia para nuestro país, específicamente para nuestros tribunales, quienes van incorporando a
sus decisiones los precedentes de la Corte IDH.
Así es como los jueces de nuestro país ya no solo deben respetar el ordenamiento jurídico interno, ni
tampoco observar únicamente las decisiones de sus pares, sino que cada vez más deben incorporar las
decisiones que adoptan los órganos supranacionales o internacionales, ya sean normativas o jurisdiccionales.
En este orden de ideas, la Corte IDH dictó sentencia en el caso “Almonacid Arellano” (sentencia del 26
[22]
de septiembre de 2006) [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016
/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn22] , y estableció que los jueces y tribunales internos no
solo están obligados a aplicar las normas vigentes de su ordenamiento jurídico, sino también están sometidos a
las disposiciones consagradas en la CADH y a las interpretaciones que haya hecho la Corte IDH de estas
disposiciones.
Expresamente sostuvo que: “La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos
al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento
jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus
jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque
los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias
a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial
debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican
en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder
Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho
[23]
la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana”. [file:///C:/Users/Windows7/Desktop
/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn23] En nuestro país, esta jurisprudencia
fue aplicada en el precedente Mazzeo, ya citado.
Ese nuevo panorama internacional impone definir el concepto de “control de convencionalidad”. Como
[24]
explicara Sagüés [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-
GS).doc#_edn24] , este control tiene un doble papel: por un lado juega un rol represivo, ya que obliga a los
jueces nacionales a inaplicar las normas internas opuestas a la CADH y a la interpretación que sobre dicha
Convención ha realizado la Corte IDH. Por otro lado, juega un rol constructivo, ya que también obliga a los
magistrados a interpretar el derecho doméstico de conformidad al Pacto y a su interpretación. Es la
interpretación “armonizante” o “adaptativa” del derecho local con el Pacto y la exégesis dada al Pacto por la
Corte Interamericana. Ello conduce a desechar las interpretaciones del derecho nacional opuestas al referido
Pacto y/o a la manera en que fue entendido por la Corte Interamericana.
A modo de síntesis, hoy los tribunales locales deben realizar un doble control: en primer término, de
constitucionalidad, con todas las características ya definidas y, por otro lado, de convencionalidad, para cuidar
que las normas locales no contradigan lo acordado en el plano internacional por nuestro país y la interpretación
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A fin de ilustrar esa idea, se analizará, en primer término, lo resuelto por la CSJN el día 3 de mayo de
2005 en el caso "Recurso de hecho deducido por el Centro de Estudios Legales y Sociales en la causa
[28]
Verbitsky, Horacio s/ habeas corpus” [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016
/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn28] , en el que el tribunal evaluó la situación de las
personas privadas de la libertad en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, ya sea en el Servicio
Penitenciario Bonaerense o en dependencias policiales.
Allí, sin perjuicio de la necesidad imperante de adoptar medidas que garanticen el cumplimiento de la
Constitución Nacional y de distintos tratados internacionales sobre derechos humanos y, en particular, sobre la
dignidad de las personas privadas de la libertad, la CSJN adoptó una serie de medidas que, por el tenor del
vocabulario utilizado, podrían computarse como una intervención sobre facultades propias inherentes a los
poderes Ejecutivo y Legislativo de la Provincia de Buenos Aires, tales como ordenar al Poder Ejecutivo de la
Provincia de Buenos Aires que, por intermedio de la autoridad de ejecución de las detenciones, remita a los
jueces respectivos, en el término de treinta días, un informe pormenorizado, en el que consten las condiciones
concretas en que se cumple la detención (características de la celda, cantidad de camas, condiciones de
higiene, acceso a servicios sanitarios, etc.), a fin de que éstos puedan ponderar adecuadamente la necesidad
de mantener la detención, o bien, dispongan medidas de cautela o formas de ejecución de la pena menos
lesivas. Asimismo, se deberá informar en el plazo de cinco días toda modificación relevante de la situación
oportunamente comunicada; Disponer que cada sesenta días el Poder Ejecutivo de la Provincia de Buenos
Aires informe a esta Corte las medidas que adopte para mejorar la situación de los detenidos en todo el
territorio de la provincia; Exhortar a los Poderes Ejecutivo y Legislativo de la Provincia de Buenos Aires a
adecuar su legislación procesal penal en materia de prisión preventiva y excarcelación y su legislación de
ejecución penal y penitenciaria, a los estándares constitucionales e internacionales; Encomendar al Poder
Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires para que a través de su Ministerio de Justicia organice la
convocatoria de una mesa de diálogo a la que invitará a la accionante y restantes organizaciones presentadas
como amicus curie, sin perjuicio de integrarla con otros sectores de la sociedad civil, debiendo informar a esta
Corte cada sesenta días de los avances logrados.
El mismo tribunal también adoptó medidas que involucran la imposición de acciones a los poderes
ejecutivos de la Nación, de la Provincia de Buenos Aires y de la Ciudad homónima, al evaluar los daños al
ambiente y a la salud provocados por la contaminación de la cuenca de los ríos Matanza y Riachuelo. Se trata
de la resolución adoptada el 20 de junio de 2006 en el expediente caratulado “MENDOZA Beatriz Silvia y Otros
C/ ESTADO NACIONAL y Otros S/ Daños y Perjuicios (daños derivados de la contaminación ambiental del
[29]
Río Matanza - Riachuelo)” [file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016
/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn29] . Allí se decidió, entre otros puntos, requerir al
Estado Nacional, a la Provincia de Buenos Aires, a la ciudad de Buenos Aires (...) para que en el plazo de
treinta días y en los términos de la Ley Nº 25.675: Presenten un plan integrado (...) que contemple un
ordenamiento ambiental del territorio; El control sobre el desarrollo de las actividades antrópicas; Estudio de
impacto ambiental de las cuarenta y cuatro empresas involucradas, y si no los tuviera, los requerirá en forma
inmediata; Un programa de educación ambiental; y un programa de información ambiental pública a todo el que
la requiera, especialmente los ciudadanos del área territorial involucrada.
Finalmente, más allá de otros casos en los que pudieron ocurrir situaciones similares, se destaca la
[30]
resolución adoptada el 13 de marzo de 2012 en el caso “F., A. L. s/ medida autosatisfactiva” [file:///C:/Users
/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_edn30] , en el que la Corte
interpretó el alcance del artículo 86 del Código Penal en un caso en que una niña reclamaba practicarse un
aborto respecto de un embarazo producido durante un abuso sexual.
En lo que aquí interesa destacar, el tribunal resolvió exhortar a las autoridades nacionales, provinciales
y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con competencia en la materia, a implementar y hacer operativos,
mediante normas del más alto nivel, en los términos aquí sentados, protocolos hospitalarios para la concreta
atención de los abortos no punibles y para la asistencia integral de toda víctima de violencia sexual.
b.- Para reflexionar
Es indudable que en todos los casos citados en el punto precedente, las acciones y omisiones de los
distintos poderes del Estado han dificultado el goce de derechos individuales consagrados con jerarquía
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constitucional en el propio texto de la CN o en tratados internacionales sobre derechos humanos, de modo que
se exigía al Poder Judicial un rol activo frente a esas vulneraciones, como garante del control de cumplimiento y
respeto de la Constitución Nacional, .
En ese marco, los jueces de la CSJN tomaron medidas que aparecen como necesarias a fin de
resguardar los derechos vulnerados y, a la vez, la indemnidad del Estado frente a posibles reclamos
internacionales.
Sin embargo, esas mismas medidas podrían interpretarse, según se adelantó, como una forma de
intervención del Poder Judicial sobre facultades y prerrogativas asignadas constitucionalmente a otros
poderes, que pueden ejercerlas en forma discrecional.
No buscamos desde aquí zanjar la cuestión ni establecer juicios definitivos sobre el accionar del Poder
Judicial en los casos señalados, sino más bien invitar al lector a reflexionar sobre los alcances y los límites del
control de constitucionalidad, siempre con el norte ubicado en el respeto por las instituciones republicanas y
sistema democrático cuya vigencia, en definitiva, juramos defender.
Síntesis
● La supremacía constitucional representa, por un lado, el límite positivo y negativo del sistema normativo
que rige a la República Argentina y, por otro, la necesidad de resguardar la vigencia de la Constitución
Nacional a fin de afianzar la democracia.
● Históricamente la CN representó la cima de la pirámide normativa nacional, por sobre las leyes y los
tratados con las potencias extranjeras. A partir de la reforma constitucional de 1994, junto a la CN se
ubicaron, con la misma jerarquía, distintos tratados internacionales sobre derechos humanos en la
condiciones de su vigencia y, a la vez, se determinó la posibilidad de incluir en esa jerarquía a otros
tratados sobre el tópico. Además, se determinó que los demás tratados internacionales tienen jerarquía
superior a las leyes.
● El control de la vigencia y la supremacía de la Constitución Nacional se encuentra en cabeza del Poder
Judicial, bajo un sistema de control difuso, para el caso concreto y posterior a la sanción de las leyes.
● La reforma constitucional de 1994, a aludir a las condiciones de la vigencia de los tratados con jerarquía
constitucional impuso, con el tiempo, que el control de constitucionalidad debe extenderse al control de
convencionalidad, también en cabeza del Poder Judicial.
● La moderna tendencia del derecho constitucional, habilita a los jueces a realizar el control de
constitucionalidad y de convencionalidad aún cuando las partes del litigio no lo hayan solicitado o
invocado (control de oficio).
● El control de constitucionalidad del Poder Judicial encuentra su límite en las facultades discrecionales
que la Constitución Nacional le confiere específica y exclusivamente a los otros poderes del Estado.
[1]
[file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_ednref1]
Graduado y docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Docente del CBC de la
Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabaja en el fuero Contencioso, Administrativo y Tributario del Poder
Judicial de la CIudad de Buenos Aires.
[2]
[file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_ednref2]
Graduado y docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Docente del CBC de la
Universidad de Buenos Aires. Defensor Oficial en lo Criminal y Correccional del Poder Judicial de la Provincia de
Buenos Aires.
[3]
[file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_ednref3]
Entendido aquí el derecho desde un aspecto objetivo, es decir, como un conjunto de normas que rigen la vida humana
en sociedad.
[4]
[file:///C:/Users/Windows7/Desktop/CBC%202016/Control%20de%20constitucionalidad%20(FA-GS).doc#_ednref4]
Constitución Nacional, artículo 36, primer párrafo.
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DERECHOS HUMANOS DESDE LA PERSPECTIVA INTERNACIONAL
¿Cuál es su origen?
2
4) El Protocolo de Managua de 1993. Modifica la estructura orgánica en temas ligados
al desarrollo, la ciencia, la educación, la economía y lo social, por medio de la creación del
“Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral".
Veamos ahora ¿cuáles son los propósitos y los principios de que orientaron la
conformación de la OEA?
Principios rectores: En su art. 3, la Carta establece los principios en los que se funda la
organización. En ello se intente imponer en la conducción de las relaciones recíprocas de sus
Estados miembros el respeto de preceptos impuestos por el “derecho internacional, la
personalidad, soberanía e independencia de los Estados, la buena fe, la solidaridad, la no
injerencia en la elección del sistema político, económico y social”, entre otros.
3
voto. Se reúne una vez al año de manera ordinaria a menos de ser convocada de manera
extraordinaria en casos de urgencia (arts. 54 a 60 de la Carta).
4
y acuerdos, además de archivar los documentos de las Conferencias. Establece relaciones de
cooperación. Su sede se ubica en Washington, D. C. (arts. 107 a 121 de la Carta).
Luego a haber analizado los puntos principales de la Carta de la OEA, debemos abordar
dos instrumentos de derechos humanos que constituyen las bases del actual Sistema
Interamericano.
5
instrumentos jurídicos regionales que consagrarían el respeto de los derechos fundamentales
y, al mismo tiempo, el establecimiento de los organismos de protección.
6
En su segunda parte, la Convención establece los medios de protección: la CIDH y la
Corte IDH, a los que declara órganos competentes "para conocer de los asuntos relacionados
con el cumplimiento de los compromisos contraídos por los Estados parte de la Convención".
7
5. Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas
Adopción: 9/06/1994. Entrada en vigor: 28/03/1996. Ratificada por Argentina: 31/10/1995.
Con jerarquía constitucional por ley 24.820 (cfr. art. 75 inc. 22 Constitución Nacional).
16. Principios Interamericanos sobre los Derechos Humanos de Todas las Personas
Migrantes, Refugiadas, Apátridas y las Víctimas de la Trata de Personas.
Adopción: Sesión celebrada el 7 de diciembre en El Salvador.
A continuación, voy a presentar cuáles son los mecanismos de protección del Sistema
Interamericano.
8
Órganos de protección del Sistema Interamericano de Derechos Humanos
En esta clase solamente mencionaremos los aspectos generales de cada uno de ellos.
▪ Realiza visitas in loco, con la anuencia o a invitación del gobierno respectivo, y (art.
18 g, Estatuto de la CIDH).
▪ Formula “recomendaciones” a los gobiernos de los Estados para que adopten
medidas progresivas en favor de los derechos humanos, dentro del marco de sus legislaciones,
de sus preceptos constitucionales y de sus compromisos internacionales, y también
disposiciones apropiadas para fomentar el respeto a esos derechos (cfr. art. 18 b, Estatuto de
la CIDH, art. 41.b, CADH).
9
▪ Prepara los “informes” que considera conveniente para el desempeño de sus
funciones (cfr. art. 18 c, Estatuto de la CIDH, art. 41.c, CADH).
▪ Recibe las denuncias de particulares u organizaciones relativas a violaciones a
derechos humanos. Examina esas peticiones y adjudica los casos en el supuesto de que se
cumplan los requisitos de admisibilidad (art. 41.f, 44 a 55 CADH).
Es importante destacar que todo Estado parte puede, en el momento del depósito de
su instrumento de ratificación o adhesión de la Convención, o en cualquier momento
posterior, declarar que reconoce como obligatoria de pleno derecho y sin convención especial,
la competencia de la Corte IDH sobre todos los casos relativos a la interpretación o aplicación
de la CADH. Dicha declaración puede ser hecha incondicionalmente, o bajo condición de
reciprocidad, por un plazo determinado o para casos específicos (art. 62 CADH).
* Como anexo a este documento encontrarán las sentencias de la Corte IDH contra
Argentina.
10