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¿Qué es el cuerpo mental?

El cuerpo mental se relaciona con nuestras capacidades intelectuales. El cuerpo


mental se encarga de nuestras ideas, pensamientos, capacidades mentales e
intelectuales, pero en especial de nuestra intuición en su función más desarrollada.

Este es un cuerpo energético más sutil que los dos anteriores y, al igual que éstos,
tiene diferentes niveles de vibración según nuestro nivel de conciencia. Una
vibración baja de este cuerpo energético es el pensamiento lineal y unidimensional.

Este pensamiento, que aparentemente es racional, pierde esta cualidad porque se


queda anclado en los asuntos materiales e individuales. Es decir, no trasciende las
dimensiones del ego, el plano físico y la individualidad, paso necesario para entrar
en contacto con la sabiduría universal y el pensamiento no-dual (la filosofía del yoga
es no dualista, es decir, sostiene que todo es una manifestación de una realidad
última).

El cuerpo mental trabaja de la mano con el cuerpo astral, y se le llama shukshma


sharina o mayonama kosha en la anatomía espiritual. El proceso funciona de la
siguiente manera: el cuerpo físico capta información del mundo exterior que se
transmite al cuerpo astral vía el cuerpo vital.
El cuerpo astral procesa dicha información desde el ego, generando una respuesta
emocional momentánea que se interpreta en el cuerpo mental como una percepción
objetiva o, por el contrario, genera un patrón emocional que se registra a un nivel
más profundo. En este caso, se expresa en el plano mental como una reflexión,
pensamiento o como una convicción que se vuelve parte de nosotros y condiciona
nuestra aproximación al mundo.

De esta forma, aunque creamos estar funcionando en un plano racional, la mente


está funcionando a través del filtro del ego, es decir de su individualidad, placer,
dolor, o esquemas emocionales.

La función pura de la mente es liberarse de las energías bajas del cuerpo astral,
que nos alejan de la trascendencia, y sintonizarnos con las energías de la sabiduría,
dicha o amor, que reflejan un cuerpo astral saludable que resuena con las energías
espirituales.

Cuando el cuerpo mental se conecta con el cuerpo más sutil de todos, nuestro
cuerpo causal, está en capacidad de desarrollar la intuición, la percepción elevada
que nos abre la puerta al conocimiento universal.

La mente, cuando es objetiva, (lo es por momentos en quienes han tenido un


despertar espiritual y de manera permanente en contadas excepciones), procesa el
conocimiento universal y utiliza sus capacidades mentales para traerlo a la vida y
aplicar esta sabiduría en casos concretos.

Este vehículo de nuestro ser metafísico trabaja, de esta manera, como una unidad
con el cuerpo astral. Algunas veces se toma como parte de un mismo cuerpo
intermedio entre el corpóreo y el espiritual. Está en un nivel más alto de vibración
que el astral, pero funcionan de manera interrelacionada.

El astral le permite a este sintonizarse con cualidades trascendentes como la dicha,


el amor y la alegría, necesarias para el desarrollo de sus capacidades intuitivas y
por ende espirituales, o por el contrario lo determina con emociones propias del ego
que no han sido resueltas.

En una persona que no tiene este cuerpo energético demasiado desarrollado, este
se manifiesta como una sustancia opaca y sin color, vibrando en frecuencias bajas,
pensamientos unidimensionales y mundanos, mientras que quienes tienen el cuerpo
mental más desarrollado, en conexión con el sexto chakra y séptimo chakra, y
abierto a la existencia en su plenitud, tendrán un aura será brillante, clara y
luminosa, de colores suaves.

La rosa y la cruz genera un camino que nos da las herramientas para obtener esa
conciencia y el compromiso y la disciplina para sanarnos interiormente y liberarnos
de los sufrimientos del ego. Lo que en la tradición yóguica se llama el ego, se refiere
precisamente al sentimiento de individualidad por el cual generamos rechazos,
apegos, temores y sufrimiento.

Como parte de este equilibrio de la mente sanamos la parte de nuestras emociones


que controlan nuestro pensamiento y alejan nuestra percepción y comprensión de la
verdad universal.

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