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La única diferencia entre una persona y otra es que cuando al renacer atraemos
materia para formar nuestros cuerpos, sólo se podrá atraer y utilizar la que tenga
una vibración que esté en sintonía con el desarrollo espiritual de cada uno. Es decir,
si una persona no ha desarrollado elevados sentimientos y, por el contrario, en sus
últimas vidas sólo se ha preocupado de él mismo, no podrá atraer materia de las
regiones superiores del mundo del deseo hasta que no se lo merezca por haberlo
desarrollado por medio de la práctica altruista y fraternal voluntaria. Así es que, con
el cuerpo físico adquirimos experiencias y evolucionamos en el mundo físico; con el
cuerpo de deseos obtenemos experiencias y conocimientos y estamos en contacto
con el Mundo del Deseo donde podemos evolucionar elevándonos a las regiones
superiores por medio de los deseos y sentimientos elevados. Y lo mismo respecto al
cuerpo mental el cual pertenece al Mundo del Pensamiento concreto y con el que
razonamos e intentamos imponer la razón sobre el aspecto animal o inferior del
cuerpo de deseos.
Dijo San Pablo: “No hago el bien que deseo, más sí el mal que no quiero.” Hace
unos millones de años la humanidad aún no tenía mente, (cuerpo mental) se
encontraba en un estado de conciencia similar al de los animales domésticos
actuales y, por tanto, se guiaba por su instinto, sus deseos y pasiones para
sobrevivir y para conseguir egoístamente todo lo que podía. Desde que las
Jerarquías superiores (las que la iglesia católica llama Ángeles, Arcángeles, etc.)
nos dieron el germen de lo que hoy llamamos mente hasta nuestros días, la hemos
desarrollado en un grado muy elevado pero siempre, y aún nos queda mucho más,
hemos estado en lucha con el cuerpo de deseos para no dejarnos dominar por él.
Nuestro deber, como Espíritus evolucionantes a través del renacimiento, es dominar
y dirigir nuestros cuerpos, y es precisamente el cuerpo de deseos el que
actualmente nos cuesta más porque nos incita hacia el egoísmo y el materialismo.
Pero si queremos acelerar nuestro desarrollo para no tener que renacer muchas
veces más, debemos espiritualizar este cuerpo de deseos utilizando
voluntariamente la mente para discernir entre lo bueno y lo malo y practicar lo bueno
pensando más en los demás que en nosotros mismos. A esto se refería San Pablo,
si nos dejamos llevar por el cuerpo deseos (deseos y sentimientos negativos,
pasiones, etc.) y no sabemos utilizar la voluntad para discernir y actuar
positivamente, no acortaremos renacimientos ni tiempo en el Purgatorio.
Lo mismo que el cuerpo físico necesita alimentarse para vivir y lo mismo que el
cuerpo etérico también se alimenta de los éteres solares, también al cuerpo de
deseos hay que alimentarle con deseos puros y sentimientos elevados si queremos
purificarle. Pero tan importante como eso es no complacerle cuando nos incita a
satisfacer pasiones y otros deseos que nos hacen caer en malos hábitos. Cada vez
hacen más películas donde se describe con bastante exactitud lo que ocurre
después de la muerte, alguna de ellas son, por ejemplo, “El sexto sentido” “Los
otros” “Más allá de los sueños” y “Ghost”, quien haya visto esta última se acordará
de aquellas imágenes en las que un muerto estaba desesperado porque no podía
fumar; esa es la realidad, el cuerpo de deseos actúa igual que aquí aún después de
la muerte, de ahí la necesidad de dominar a este gran “tentador” en vez de permitir
que él nos domine a nosotros.
Lvx.'. 🌹