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PRÓLOGO

Muchas veces catalogamos la lectura como algo aburrido y en ocasiones llega a ser tan poco
llamativa para nosotros que no nos interesamos en lo más mínimo por tomar un buen libro en
nuestras manos y dejar volar nuestra imaginación con cada palabra que leemos, he de
confesar que este es mi caso actualmente, pero cuando era más pequeño mi madre me leía
biografías de personajes importantes a manera de cuento y recuerdo que uno de los que
más me gustaba era Charles Darwin.

Es lamentable ver como estos pensamientos acerca de la lectura han sido transmitidos a las
nuevas generaciones y como los niños y jóvenes cada vez nos interesamos menos en este
tema.

Es por ello por lo que he decidido realizar una antología acerca de las biografías de
personajes ilustres, 5 hombre y 5 mujeres que de alguna u otra forma aportaron al mundo su
tenacidad y el no darse por vencidos.

Estas biografías están redactadas a manera de un cuento, para así lograr que a los
pequeños/as les interese adentrarse a este mundo y conozcan en su propio lenguaje la vida
de estos personajes que alguna vez como todos fueron niños.

Empezamos….

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DEDICATORIA

A todos los niños y niñas que como yo, al principio les gustaba la lectura,
pero sobre todo les gustaba más que las leyera su mamá.

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WILLIAM SHAKESPEARE

William nació en un pequeño pueblo inglés


llamado Stratford-upon-Avon. Pertenecía a
una familia numerosa; era el tercero de
varios hermanos. Su padre, John, tenía una
fábrica de guantes y su madre, Mary, era
hija de unos granjeros.

Cuando William comenzó a ir a la
escuela no pensó que le fuera a gustar
tanto: aprendió a leer, estudió latín, griego,
historia, literatura y poesía, y en esa época
era el niño más feliz del mundo.

—¡Mirad! —decía a sus amigos imitando a


su vecino el panadero gesticulando y
declamando mientras todos se reían.

Ocurrió que el negocio de su padre empezó


a ir mal y no le quedó más remedio que
dejar de estudiar y ponerse a trabajar para
ayudar en casa, y no pudo ir a la
universidad.

—¡Ya llegan, ya llegan! —gritaba feliz cuando veía que entraban al pueblo los teatros
callejeros que tanto le fascinaban.

Le apasionaba tanto interpretar y ser actor que empezó a crear historias para poder subirse
al escenario de un teatro.

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—¡Podéis besar mi mano! —decía con gracia vestido de reina, estirando su mano mientras
todos lo miraban.

Interpretaba a la reina porque en esa época ellas no podían hacer teatro, por eso los
hombres jóvenes como él también representaban los papeles femeninos.

Con dieciocho años se casó con Anne Hathaway y tuvo tres hijos: una niña llamada Susanna
y los mellizos Hamnet y Judith.

Además de ser muy buen actor, escribió teatro, poemas y sonetos, y por si fuera
poco, inventó un montón de palabras nuevas que después de cuatrocientos años se siguen
utilizando, porque William escribía para todas las personas y todos los tiempos. Hubo una
época en que se le conoció como el Bardo de Avon.

Gustaba tanto todo lo que escribía, interpretaba y recitaba, que hoy en día es uno de los
autores más famosos de la literatura universal.

Sueño de una noche de verano, La fierecilla domada, El rey Lear, Romeo y Julieta, Otelo,
Hamlet, son algunas de sus obras más conocidas.

¿Quién no conoce su célebre frase: 'Ser o no ser, esa es la cuestión'? (Hamlet).

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MOHANDAS GANDHI

Ese dos de octubre de 1860 se escuchó́ el llanto de un niño en un hogar de comerciantes de


Porbandar, en la India; nadie imaginó entonces que ese niño se convertiría en uno de los
personajes más admirados en el mundo por ser el mayor defensor de la paz.

— ¿Ves esa hormiga? Tiene el mismo derecho a la vida que tú — le decía su madre
inculcándole el amor por los animales.

— No utilices la violencia, lucha por la paz — le decía cuando el niño le hablaba de peleas
mientras paseaban por la orilla del mar—. ¡Hay que ser tolerante!

Una mañana, a los pocos días de cumplir trece años, sus padres se presentaron en casa con
una niña de su misma edad.

— Mahatma, ella es Kasturba. Te casarás con ella.

Era un matrimonio acordado, como era habitual en la India, y tuvieron cuatro hijos.

No era muy buen estudiante y le costó mucho trabajo aprobar los exámenes para la
universidad, pero al fin logró acceder a la de Bombay.

Cuando cumplió diecinueve años sus padres lo enviaron a estudiar a Londres la carrera de
abogado. Allí sufrió las primeras humillaciones por parte de sus propios compañeros debido
al color de su piel. Él y todas las personas de diferentes razas se veían sometidos a
numerosas vejaciones.

— ¡Esta situación tiene que cambiar! — le contaba a su madre, sin odio en su corazón, como
ella le había enseñado.

Reflexionó mucho y decidió volver a Bombay para luchar contra tantas injusticias raciales;
pero no tuvo mucho éxito. Poco después surgió la oportunidad de ir a trabajar a Sudáfrica, y

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se quedó en el país veintiún años para seguir luchando con todas sus fuerzas contra los
atropellos a los que se veían sometidos todos los hindúes que, como él, vivían allí.

Inventó el Satyagraha, un sistema que defendía a través de la no violencia y la


desobediencia civil pacífica, objetivos políticos y sociales.

En esa época la India era una colonia británica y decidió regresar a su país de origen para
conseguir la independencia.

— ¿No comes Mathama? — le decían sus allegados preocupados por su salud.

— El ayuno es bueno para meditar — insistía.

Y una manera de protestar ante tantas injusticias, por lo que hizo diecisiete huelgas de
hambre logrando que se anulara alguna de las leyes que limitaban la libertad de los
ciudadanos indios.

Tanto luchó por su pueblo que se ganó el respeto de todos llegando a ser líder
independentista de su país y, poco después, lo nombraron presidente del Congreso Nacional
Indio.

Fue detenido por las autoridades británicas durante dos años. Se retiró de la política, muy
defraudado, cuando los británicos fueron a reformar la constitución y no contaron con ningún
indio, incluso después de haber conseguido que todos los partidos políticos se opusieran a
esta decisión.

— ¡De ninguna de las maneras! La India no participará en esta guerra. ¡Exijo la


independencia de mi país! — dijo muy dolido Mathama, cuando supo que los ingleses, en
contra de todas sus ideas de no violencia, lo querían obligar a participar en la segunda
guerra mundial; y de nuevo fue detenido y, en esta ocasión no lo soltaron hasta que fue muy
viejo.

Al final, desolado, vio como su


país se había dividido en
dos: India y Pakistán.

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Un hindú radical lo asesinó a tiros cuando tenía 78 años; no entendió su respeto y tolerancia
por todas las religiones, ni su modo de entender de vida.

Arrojaron sus cenizas al río Ganges.

CHARLES DARWIN

Estaba siendo un invierno muy frío en Shropshire, Inglaterra. Febrero solía ser así. Siempre
que era el cumpleaños de Charly pasaba lo mismo: bufanda, gorro y a esperar a que la
primavera animara a salir a pasear a los bichitos que tanto le gustaba coleccionar.

Al llegar el calor, su madre no paraba de menear la cabeza…

- ¡Ya trae otro escarabajo! ¡Cualquier día me trae una serpiente!

Su padre observaba con atención el interés científico de su hijo, y tan pronto como pudo se lo
empezó a llevar a la consulta para que le echara una mano con los pacientes. Así, Charly se
fue haciendo mayor y llegó el momento de ir a la universidad para conseguir ser médico,
como su padre.

'Debes esforzarte', 'estudia', “¡Darwin! ¡Atento!”… Los profesores de la universidad le


llamaban la atención, pero él se aburría terriblemente. Lo único que le gustaba de estar allí,
era cuando podía estar un rato con John y aprender de él a disecar animales. Le encantaba
poder conservar sus bichos como si estuvieran vivos y poder así observarlos horas y horas.

Pero sus notas eran catastróficas, de tal modo que su padre, muy enfadado, lo sacó de allí
y lo mandó a estudiar a otra universidad para ser sacerdote. Allí, un día le sorprendió su
profesor de botánica:

- ¡Charles! ¡Charles Darwin! ¿Qué te parecería hacer un gran viaje alrededor del mundo?

- ¡Acepto encantado! ¡Así podré contemplar preciosos animales de todos los continentes!  –
contestó Charles entusiasmado.

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Aquello fue el principio de un largo viaje de 5 años en un precioso barco que se
llamaba Beagle.

En sus expediciones, Charles coleccionó bichos de cientos de lugares, los observó, hizo
miles de anotaciones…

- Esta jirafa… ¡esta jirafa seguro que ha ido teniendo el cuello cada vez más largo para llegar
a los árboles más altos!

Por fin se decidió a contar al mundo lo que él pensaba sobre nuestros orígenes:

Evolucionamos a lo largo de los siglos adaptándonos al lugar en el que vivimos. ¡Los cuerpos
de los animales han ido cambiando según lo que iban necesitando!

Charles Darwin escribió un libro importantísimo: El origen de las especies. Y así, se convirtió
en el más célebre naturalista, todos los científicos le felicitaron y aun en nuestros días
estudiamos y admiramos su grandísimo trabajo.

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LEONARDO DA VINCI

Hay superhéroes que han existido de verdad. Leonardo da Vinci, el protagonista de nuestra
historia, es uno de ellos. Nació en Florencia, Italia, en el siglo XV, cuando no había coches, ni
televisión, ni baños diarios. Incluso, ni apellidos. Da Vinci era el pueblo donde nació.
Entonces, no se le conocía como a un héroe, sino como al Primer Hombre Renacentista. ¿Y
qué es eso? Pues saber hacer muchas cosas y en todas ser el mejor. Todos sabían quién
era y todos querían estar
cerca de él. Y es que, no le
hacía falta llevar capa ni un
traje de colores para tener
muchos poderes y muchos
seguidores.

Tan famoso llegó a ser que


los más poderosos querían
que trabajara para ellos.
Condes, duques y hasta
reyes le querían en sus
cortes y castillos. Su
principal arma fue un
pincel. A Leonardo le
gustaba pintar y tanto pintó
y tan bien lo hizo que
todos los museos quieren
sus cuadros incluso hoy.
Se le daban bien los retratos, las batallas y los paisajes, pero lo que más le pedían que

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pintara eran cuadros con vírgenes y santos. Obras maestras como ‘La última cena’ o ‘La
Gioconda’, con su peculiar sonrisa, salieron de sus manos y de su paleta de colores.

Su éxito se debió a que fue un gran observador. Miraba todo lo que le rodeaba y estudiaba
cómo se movían las cosas para luego dibujarlas. Por ello, siempre le acompañaba una libreta
donde todo lo anotaba. Así, cuadernos y cuadernos escribió y garabateó. Fue zurdo y
además le gustaba escribir de derecha a izquierda por lo que muchos de sus textos parecen
un auténtico enigma que solo podemos descifrar si los enfrentamos a un espejo y así poder
leerlos.

Gracias a esas notas que tomaba los personajes de sus obras parecen tener vida. Era tan
bueno pintando que hasta inventó una nueva técnica: el 'sfumato', que consiste en difuminar
los contornos, es decir, sin líneas ni bordes. ¿Os atrevéis a probar a pintar sin contornos en
las figuras?

Una de las cosas que más le gustaba observar era a los pájaros. Y es que, Leonardo, que
había nacido en una época en la que los aviones no existían, siempre quiso volar. Estudió las
alas de las aves. Y encerrado en su estudio de trabajo creó diferentes artilugios para poder
volar. Con el tiempo, estos aparatos acabarían siendo el origen de los primeros helicópteros.
Ya no solo era pintor, ahora también era inventor.

Inventó muchas máquinas. Pero muchas, muchas. Aunque no le gustaban las guerras,


cuando el vivía había muchas batallas y como era un genio los ejércitos les pedían siempre
que creara nuevas armas. Ballestas, catapultas y hasta carros de combate mejorados
salieron de su imaginación listos para la lucha. ¡Qué gane el mejor!

Entre guerra y guerra también quedaba tiempo para divertirse. Y por ello, los más ricos le
pagaban para que diseñara auténticos espectáculos. Decorados que aparecían y
desaparecían del escenario como si fuera magia e, incluso, fuegos artificiales, diseñó. Con
ellos consiguió dejar a todo el mundo con la boca abierta en sus asientos.

También fue paleontólogo, científico, anatomista, filósofo, escritor, músico, poeta… Lo que


realmente fue es un hombre multidisciplinar cuya pasión fue siempre el estudio y el
conocimiento. Nadie después de él ha conseguido hacer tantas cosas y tan bien a la vez.

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Sin embargo, cuando a Leonardo le preguntaban qué era, si pintor o inventor, él siempre
contestaba que él era cocinero. Le encantaba estar en la cocina y preparar platos deliciosos.
De hecho, muchas de las notas que apuntó eran recetas riquísimas con las que hoy sería un
gran chef. Tal fue su pasión por la comida, que la última frase que escribió en su cuaderno
antes de morir en Francia fue: 'la sopa está fría'. Por ello, quizás si hoy pudiera contestarnos
cuál fue para él su mayor obra o creación, nos contestaría que el haber inventado el tenedor.

GALILEO GALILEI

Galileo era un niño feliz, inquieto, imaginativo y que desde muy pequeño había mostrado una
gran curiosidad por el universo. Le gustaba esperar a que anocheciera para descubrir el brillo
de las estrellas, imaginaba que volaba entre ellas y viajaba hasta la luna.

— ¡Mira cómo brillan mamá! ¿No son preciosas? —le dijo señalando al cielo con el dedo.

— Una, dos, tres, cuatro... —cantó contándolas.

— ¿Por qué no haces los deberes? —le dijo su madre sin darle respuesta.

Cuando llegaba la noche, los amigos de Galileo iban a la plaza del pueblo y se sentaban a su
alrededor para escuchar sus fantásticas historias.

Y así pasaba los días de su niñez,


feliz, imaginando, mirando al cielo
y viviendo mil aventuras en el
universo junto a todos sus amigos.
Fue creciendo, tanto como su
pasión por los astros y su
curiosidad, y se hizo profesor.

Un día, en la ciudad, escuchó


hablar a dos hombres cerca de la
universidad.

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—Dicen que es verdad, es un aparato con el que puedes acercar las estrellas para verlas
mejor.

—¡Perdonen! ¿Dónde puedo encontrar ese artilugio? —dijo Galileo a los hombres totalmente
fuera de sí.

Los hombres lo miraron divertidos, y viendo su curiosidad le dieron toda clase de señas para
poder encontrarlo.

Galileo quiso ver si aquello que decían era verdad, y cuando tuvo el anteojo en sus manos,
que así se llamaba el aparato, lo apuntó rápidamente al cielo, emocionado.

—¡Ohhhhh! ¡Realmente funciona! —exclamó con lágrimas en los ojos.

Desde ese día, Galileo no podía dormir pensando en hacer algo mejor para que le acercara
más aún al universo. ¡Y construyó su propio telescopio!

Tuvo tanto éxito con su descubrimiento que se hizo muy famoso.

—¡Cuánta belleza! —decía observando todas las noches a los astros, ahora mucho más de
cerca.

Tanta pasión tenía por el universo y tantas horas dedicaba a observarlo, que confirmó que
Nicolás Copérnico, un astrónomo muy famoso muerto un siglo antes, tenía razón: la Tierra y
los demás planetas giraban alrededor del sol y, aunque a los dos les tomaron por locos, el
tiempo les dio la razón.

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MARIE CURIE

Marie era una niña muy inteligente, curiosa y con gran capacidad para los estudios. Cuando
llegaba a casa desde la escuela, sin apenas descansar, abría de nuevo los libros y se ponía
a estudiar sin dejar de preguntar:

— Papá, ¿qué es la física? —le preguntó un día a su padre, físico y matemático de profesión.

— La física es la rama de la ciencia que se ocupa de estudiar las propiedades del espacio,
tiempo, materia y la energía —le contestó.

— ¿Qué es la energía? —preguntó otro día a su abuelo, también físico.

— Energía es la fuerza capaz de generar una acción o un trabajo —le contestó.

— ¿Para qué sirve un dinamómetro? —preguntó también a su madre maestra.

— El dinamómetro es un instrumento utilizado para medir fuerzas y pesar objetos —le dijo su
madre, y como había uno en la casa le enseñó cómo funcionaba.

Y así pasaban los días; Marie preguntando a todas horas, alimentando su curiosidad, y su


familia dando respuesta a todas sus inquietudes.

— ¡Quiero ir a la universidad! —dijo Marie decidida, cuando acabó sus estudios.

— ¡Va a ser muy difícil, hija! Sabes que solo hay hombres en la universidad —le dijo su
padre, sabiendo el arduo camino que le esperaba a su hija.

A pesar de todas las dificultades, se pudo matricular con su hermana en una universidad
clandestina donde admitían mujeres.

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Con la ayuda de su padre y su trabajo como institutriz, pudo ahorrar algo de dinero y se fue a
Paris donde consiguió seguir estudiando.

A base de esfuerzo y sacrificio, Marie se licenció en Física por la Universidad de París,


siendo número uno, y solo un año después se casó con un científico llamado Pierre. Hizo la
tesis de su doctorado sobre la investigación de sustancias radioactivas.

Marie y Pierre, llevados por la misma pasión, no dejaron de estudiar la radiactividad, y cuatro
años después anunciaron el descubrimiento de nuevos elementos: el radio y el polonio, más
radiactivos que el uranio.

Todo el esfuerzo de Marie fue reconocido, cuando por primera vez a una mujer junto a su
marido, y a Becquerel, le dieron el Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre la
radioactividad.

Años después también ganó el premio


Nobel de Química.

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ROSA PARKS

- Termino de coser este pantalón y me voy a casa… - barruntaba mientras se ajustaba sobre
la nariz sus gafas desgastadas.

Estaba algo cansada y aún tenía que atravesar la ciudad en transporte público para llegar a
casa. En el trayecto de vuelta, a menudo tenía que levantarse de su asiento en el viejo
autobús porque se subía alguna persona blanca, algo que le irritaba muchísimo.

Por aquel entonces, los autobuses públicos estaban divididos: una zona para blancos, una
zona para negros y una zona intermedia en la que podían sentarse las personas negras,
pero solo si ninguna persona blanca requería el asiento.

- ¡Me llevan los demonios! – solía decir - ¡es que nadie se da cuenta de que todos
debemos ser tratados igual!

Salió de trabajar. Era 1 de diciembre y se empezaba a notar el frío invernal por las calles de
Montgomery, en Alabama. Allí el invierno solía ser muy corto y para nada helador, pero era
suficiente para que el aire frío le entrara por debajo del abrigo marrón que siempre llevaba al
trabajo y se le colara hasta los huesos. Como cada día, subió al autobús y tomó asiento, esta
vez en la zona de en medio. Iba mirando por la ventana, entretenida en sus pensamientos,
cuando la voz del conductor la sobresaltó:

- Señora, debe usted levantarse del asiento al igual que esas otras tres personas negras. El
autobús está lleno y han subido personas blancas.

Las otras tres personas cedieron sus sitios, pero ella se negó.

- ¡Haré que la encierren en la cárcel! – amenazó el conductor.

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- Muy bien – respondió – haga como quiera.

Tuvo que pagar una multa y pasó la noche encerrada en la cárcel, pero se sentía más libre
que nunca.

Después del incidente del autobús, se corrió la voz por los barrios: una vecina había tenido
que pagar una multa y había dormido en la cárcel por no dejarle el asiento a una persona
blanca; una injusticia, un despropósito, esto tiene que cambiar.

Hubo protestas y manifestaciones. Marchas de miles de personas andando kilómetros y


kilómetros gritando al unísono:

'¡Mis pies están cansados pero mi alma es libre!'

La protagonista de esta historia se llama Rosa Parks. Lo que pasó en el autobús y las
manifestaciones después cambiaron el rumbo de la historia. Un año más tarde las leyes
cambiaron y se prohibieron las discriminaciones en los sitios públicos.

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VALENTINA TERESHKOVA 

Valentina Tereshkova fue una de esas mujeres pioneras para su época, esas que abren paso
a las demás en la historia. Fue la primera mujer que viajó al espacio.

Estuvo 71 horas en el espacio, del 16 al 19 de junio de 1963, realizando 48 vueltas alrededor


de la Tierra en la nave Vostok VI, sin apenas espacio para moverse y con el traje puesto en
todo momento.

Este es uno de los relatos que se recogen en el libro Intrépidas. Los excepcionales viajes de
25 exploradoras, de la editorial Pastel de Luna. “Amelia Earhart cruzó el Atlántico en su
pequeño avión, Junko Tabei subió el Everest, Margaret Fountaine recorrió el mundo
pintando, Grace Margerite dio la vuelta al mundo en dirigible... No importa cómo es el viaje, lo
importante es que te apasione.

Intrépidas no es un libro sobre mujeres perfectas que hicieron cosas extraordinarias, es un


libro sobre personas que deseaban conocer por encima de todo. No importa si consiguieron
llegar a su meta o no, el viaje fue su mejor regalo y las cambió para siempre".

'Escuchaba mi corazón latiendo al ritmo de la cuenta atrás: tres, dos, uno... La nave empezó́
a ascender y mi cuerpo quedó aplastado contra el asiento. Era mi 'hora de las estrellas',
como llamábamos al lanzamiento. 'Eh firmamento, quítate el sombrero. Estoy de camino',
grité para que el mundo entero me escuchase'.

Valentina nació́ en 1937 en una pequeña localidad al norte de Moscú́ . Su padre murió́ en la
guerra con Finlandia y ella, su madre y sus dos hermanos, tuvieron que trabajar duro para
sobrevivir. De niña soñaba con ser maquinista de trenes y descubrir el mundo.

Cuando tenía 22 años el cielo comenzó́ a llamarla. Vio un anuncio de un club de


paracaidismo y decidió́ intentarlo, no sabía que ese sería el comienzo de su nueva vida. La
mañana del 12 de abril de 1961 escuchó por la radio que su compatriota Yuri Gagarin se

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había convertido en el primer hombre en llegar al espacio y que el ejército buscaba
cosmonautas entre mujeres paracaidistas. Mandó una solicitud en secreto y fue una de las
cinco seleccionadas.

Valentina tuvo que estudiar y entrenar muy duro, igual que sus compañeros. Ir al espacio es
tan peligroso para las mujeres como para los hombres. Un mes antes del lanzamiento de la
Vostok VI se decidió́ que Tereshkova la pilotaría. Toda la operación se llevó́ en secreto, ni su
madre sabía lo que estaba pasando. El gobierno ruso temía que los americanos se
adelantasen.

El 16 de junio de 1963, Valentina, de 26 años, partió́ rumbo a las estrellas. Su misión no fue
fácil, sufrió́ vómitos y nauseas durante sus 48 orbitas alrededor de la Tierra. Aun así́,
completó los experimentos que estaban previstos y consiguió́ eyectarse para descender en
paracaídas tras 71 horas en el espacio.

A su vuelta fue tratada como una heroína, pero no le permitieron volver al espacio. Pasaron
20 años hasta que otra mujer participó en un vuelo espacial. Valentina nunca ha dejado de
soñar con volver, asegura que los que han estado tan cerca de las estrellas dejan un trozo de
su alma allí́ arriba.

Gloria era delgaducha y desgarbada, con flequillo tieso, los ojos pequeños como los de un
ratón, tenía mucha fantasía, era una niña buena y muy feliz; pero nació sin una peseta.

Su padre era portero de un edificio y su madre costurera, y eso le enseñó a no pedir lo que
sabía que no se le podía dar.

Antes de los tres años ya sabía leer.

—¡Mira mamá! —decía muy orgullosa mientras mostraba su nombre escrito en grandes
letras, sin haber asistido aún a la escuela.

Soñaba que vivía en un gran castillo: su madre era la reina, y con aguja e hilo se ocupaba de
que todos fueran bien vestidos; su padre era el rey, y con su bondad hacía que todos los
vecinos se llevaran bien y fueran felices; a Gloria no le gustaban las guerras.

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— ¡Escuchad! —decía entusiasmada, y leía a sus padres los cuentos que escribía y luego
dibujaba, con su infantil fantasía.

Jugaba y escribía, saltaba y escribía, crecía y escribía, y así, hasta que un día, cuando
menos lo esperaba, se quedó huérfana. Y Gloria escribía, escribía y escribía en su afán por
calmar su dolor y soledad.

Cuando se hizo mayor, pero solo de cuerpo, infló bonitos globos de colores y los llenó de
palabras, rimas, cuentos, historias, música, y empezó a soltarlos para que volaran por el
mundo entero.

A todos llegaron los globos con los regalos de Gloria: Isla ignorada, Poeta de guardia,
Cangura para todo, El hada acaramelada, La oca loca, El camello cojito, Como atar los
bigotes al tigre, etc., y niños y mayores la empezaron a conocer como 'El hada de los versos'
y 'La poeta de los niños'.

Cuando Gloria murió ya tenía una peseta.

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CLEOPATRA

Cleopatra nació en la época de los faraones. Era de estirpe griega, por eso creció hablando,
leyendo y escribiendo en griego; pero como era una niña muy inteligente fue la primera de su
casa que aprendió a hablar en egipcio, y todos dieron por hecho que descendía de una
familia de Egipto.

Todos los días jugaba con su


hermano pequeño, Tolomeo, a las
orillas del río Nilo.

—¡Mira Tolomeo! —gritaba a su


hermano señalando a dos grandes
cocodrilos.

—¡A ver si me agarras! —gritaba


Tolomeo jugando a las escondidas
corriendo entre las pirámides.

La belleza de Cleopatra no pasaba


desapercibida para nadie. Su dulce
y armoniosa voz, sus grandes ojos
verdes, su estilizado cuerpo, sus
finas manos; todo en ella era
elegancia y, según decían por allí,
era porque cada día se bañaba en
leche de burra.

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Cuando los hermanos crecieron, aunque nunca lo hubieran imaginado, se pelearon por el
trono y Tolomeo echó a Cleopatra de casa. Ella se enfadó mucho con su hermano.

Se fue a vivir a Alejandría y allí se enamoró de Julio César, al que contó lo que le había
pasado. Entonces, el enamorado decidió ayudarla a recuperar el trono de Egipto echando a
Tolomeo del palacio. Tiempo después Julio César fue asesinado y Cleopatra reinó con
Cesarión, el hijo de ambos.

Unos años más tarde, Cleopatra conoció a Marco Antonio; por entonces ella seguía
bañándose en leche de burra y tuvieron un flechazo. Sucedió que él ya estaba casado y, el
hermano de su mujer, Octavio, que era emperador de Roma, se enfadó mucho al ver que
Marco Antonio abandonaba a su hermana por otra mujer y les declaró la guerra a los dos.

Sabiendo lo enamorados que estaban, Octavio apresó a Cleopatra y le hizo llegar una carta
a Marco Antonio diciendo que ella había muerto. Cayendo en la trampa, roto de dolor, Marco
Antonio decidió quitarse la vida antes que vivir sin su amada. El mismo día que Cleopatra se
enteró de la muerte de Marco Antonio, ella también se quitó la vida. Se maquilló, se puso su
mejor vestido, se acostó y soltó en su cama un áspid para que la envenenara con su
mordedura.

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FRIDA KAHLO

Guillermo y Matilde eran felices viviendo en su casa azul en Coyoacán, una ciudad de
México, viendo cómo Frida y sus demás hijas crecían sanas y fuertes.

— ¿Papá me dejas hacer una fotografía? —le pedían constantemente a su padre, fotógrafo
de profesión.

Un día, cuando estaba a punto de cumplir seis años Frida empezó a encontrarse muy
enferma.

— ¿Qué le pasa a Frida? —preguntaron sus hermanas.

— Frida tiene poliomielitis. Es una enfermedad que afecta a la médula espinal — les explicó
su madre muy preocupada.

Desde ese día a la pequeña le cambió la vida. Todos los días se veía sometida a largas
sesiones de rehabilitación, consultas médicas y, para colmo, la pierna afectada quedó mucho
más delgada que la otra y no tenía tiempo para estar con sus amigos.

Un día mirando por la ventana vio cómo unos niños jugaban al fútbol.

— ¿Frida, quieres jugar al fútbol? —le animó su padre siempre pendiente de ella.

Aunque no era corriente que las niñas hicieran deporte y jugaran al fútbol, Frida lo hacía
todos los días con mucho tesón, para que sus piernas recobraran fuerza y movilidad.

Un día dijo a sus padres decidida:

— ¡Quiero ser médico!

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Aunque tampoco era normal en esa época que las chicas estudiaran medicina, sus
padres apoyaron a Frida, como siempre hacían, y la animaron a ello.

Una mañana, con diecinueve años, yendo a sus clases tuvo un horrible accidente: un tranvía
arrolló el autobús en el que viajaba.

De nuevo la vida de Frida cambió de manera drástica.

Obligada a estar mucho tiempo en la cama, las noches con dolor parecían interminables; no
encontraba consuelo a su nueva situación. Tuvieron que operarla en treinta y dos ocasiones.

Una tarde que estaba un poco más animada se acordó de las pinturas que su padre tenía en
el estudio.

— ¿Me puedes traer la caja de pinturas? —le pidió a su padre.

Al otro día, buscando entretenerse, Frida empezó a pintar y resultó que en los pinceles,
además del entretenimiento, halló una manera de expresar todo el dolor que estaba
sintiendo.

Aunque su estado físico estaba muy deteriorado, con el tiempo y los cuidados de sus padres
se fue recuperando.

Continuó dando rienda suelta a su creatividad; sobre todo pintando autorretratos, rostros de
mirada profunda y dolorosa, y escenas en las que se representaba en importantes etapas de
su vida intentando escapar de su dura
realidad.

Poco a poco fue reconocida en el mundo


de la pintura. Conoció a Diego Rivera,
artista muy famoso por sus murales, se
casó con él, y se fue a vivir a Estados
Unidos donde alcanzó tanta popularidad
como su marido; fue un matrimonio
infeliz.

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Al final de su vida tuvieron que amputarle una pierna y falleció en su casa color azul, hoy en
día museo que lleva su nombre.

Pero Frida también encontró en la escritura otra manera de expresar sus sentimientos.
Demostró al mundo entero que a pesar de la adversidad y su desgraciada vida, fue una
mujer fuerte, valiente y digna de admiración.

BIBLIOGRAFIA

 COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS Grandes personajes para niños; E.D. Agencia promotora de


publicaciones y Sol 90; 2011, Gobierno de la Ciudad de México.

 CUENTOS DE BUENAS NOCHES PARA NIÑAS REBELDES; Favilli Elena y Cavallo Francesca;
E.D. Planeta 2017.

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