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5.

Conducta verbal y Teoría del Marco Relacional: el lenguaje como la


actividad de relacionar cosas.
Dra. Francisca López Ríos. Dpto. de Psicología. Universidad de Almería.

1. Contexto histórico del abordaje del lenguaje como conducta.


- La conducta verbal de Skinner
2. Teoría de los Marcos Relacionales
- La expansión del lenguaje.
- Transformar las funciones de estímulo.
- Tipos de relaciones entre eventos que forman un Marco Relacional.
- Contexto relacional y contexto funcional.
- Relaciones entre relaciones. Analogías, metáforas, …
3. Conducta gobernada por reglas.
4. Resumen.

1. Contexto histórico del abordaje de la conducta verbal.

Los seres humanos hemos conseguido alcanzar grandes niveles de desarrollo social,
cultural y tecnológico a lo largo de la historia. Tenemos la posibilidad de escuchar bellas y
variadas músicas, reconocer sentimientos y experiencias tremendamente sutiles leyendo
poemas; relacionarnos muy vívidamente con historias, a veces fantásticas, a través del cine.
Podemos ver el interior de nuestro organismo funcionando y vivir en plataformas espaciales.
Realmente hemos conseguido a lo largo de generaciones logros increíbles. Estos logros o
desarrollos en diferentes ámbitos nos diferencian del resto de las especies. Sólo los seres
humanos tenemos historia, es decir, tenemos, hacemos, compartimos relatos, narraciones que
relacionan eventos y que acaban configurando nuestra identidad como pueblos y como
individuos.
Sin embargo, los seres humanos también tenemos ego (concepto y valoración de nosotros
mismos) como individuos y como pueblos. Nos sometemos a situaciones de estrés,
acumulamos y consumimos recursos no necesarios, contaminamos el medio ambiente sin
medida, excluimos a otros seres humanos atribuyéndoles características que no conocemos,
diseñamos sistemas económicos y financieros que permiten el dominio y control económico
de grandes grupos seres humanos sólo por ejercer poder y sometimiento,.. desarrollamos
discursos que califican a unos y a otros y quedamos atrapados por dichos discursos (ideales,
proclamas,…). Y cada uno de nosotros y nosotras, elaboramos una narrativa sobre nuestro
pasado, construimos historias sobre nuestro futuro, y nos comportamos como si ambas fueran
realidades presentes que condicionan nuestro quehacer y nuestras decisiones, y es que
“psicológicamente”, lo son. Establecemos nuestro sentido vital según (al menos en parte) los
valores sociales predominantes en cada tiempo, en cada lugar, en cada cultura.
Todos estos desarrollos y capacidades y trampas y limitaciones han sido y son posibles
gracias al lenguaje, es decir, a nuestra capacidad de relacionar eventos y de comunicarnos. El
estudio del lenguaje desde la psicología tiene un papel fundamental, más aún si consideramos
el hecho de que la intervención psicológica con personas con problemas es básicamente
verbal, a través del lenguaje se influye en vida de la persona con el objetivo de que dicha vida
pueda mejorar, facilitando el desarrollo de sus capacidades y detectando patrones de
comportamiento que están produciendo consecuencias negativas para la propia persona y para
su entorno de relaciones. Es por ello que dedicamos estas páginas a tratar de manera sencilla
un fenómeno muy complejo: el comportamiento verbal desde un punto de vista psicológico, y
más concretamente desde el conductismo radical y la Teoría de los Marcos Relacionales.

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La conducta verbal de Skinner

Desde el conductismo radical o skinneriano, el interés en el estudio del leguaje vino


dado por su consideración como conducta. Así en 1957 se publicó “Verbal Behavior”, obra en
la que su autor propuso un ensayo teórico de análisis del lenguaje como conducta, es decir, de
la conducta verbal. En dicha propuesta, la conducta verbal se consideraba conducta operante,
es decir, que opera o produce cambios en el ambiente y cuya probabilidad de emisión viene
dada por las consecuencias (contingencias de reforzamiento), teniendo en cuenta las
condiciones históricas, motivacionales y/o situacionales. La propuesta de Skinner fue
considerar el lenguaje como cualquier otra conducta, centrando el interés en sus efectos sobre
la comunidad (el otro/a, o el/la oyente). Esto es, en la función de comunicar, de producir
efectos o cambios en el ambiente verbal y llegar así a un análisis de las funciones del
lenguaje. De hecho, la conducta verbal se distinguiría de cualquier otra conducta “porque la
refuerzan sus efectos sobre otras personas”, (Skinner 1957,1974) (siempre y cuando esas
personas también sean verbales, añadiríamos).
A lo largo de su propuesta, Skinner desarrolló una clasificación de elementos verbales,
según su función o “para qué” de su uso, cuya terminología ha sido utilizada desde el análisis
de conducta y el análisis clínico de conducta y que está recogida tal cual en los fundamentos
teóricos de la Psicoterapia Analítico Funcional (Kolenberg y Tsai, 2002). Un brevísimo
resumen de los mismos se exponen en la tabla 1.

Tabla 1. Clasificación de las respuestas verbales (Skinner, 1957)

Conducta Reproduce el sonido emitido por un hablante. Aparece sin mando explícito,
ecoica cuando se repite el sonido de forma sistemática se denomina ecolalias. El
reforzamiento parece ser sensorial.
Mando Operante verbal en que la respuesta es reforzada por consecuencias que están
contenidas en las condiciones motivacionales explicitadas en la propia
respuesta de mando, y por tanto está bajo control funcional de las condiciones
relevantes de deprivación o estimulación aversiva. “pedir, ordenar, mandar”
Tacto Conducta verbal que se encuentra bajo control del ambiente físico, el mundo
de las cosas o de eventos acerca de los cuales se habla. Es la conducta de
nombrar o describir.
Intraverbal Conducta verbal encadenada que no muestra semejanza formal con los
estímulos que las evocan. Son fórmulas sociales, relatos históricos, 2+2,
etcétera
Autoclíticos Conducta verbal de dirección, organización, evaluación, selección,
producción. Sería aquellas conductas que implican “intención del hablante”,
serían aquellas conductas que implica manipulación de la conducta verbal

A pesar de su complejidad (o tal vez por ella) la propuesta Skinner sobre la conducta
verbal tuvo escaso recorrido empírico y /o experimental. De alguna forma se carecía de una
metodología que permitiera estudiar el lenguaje a través del lenguaje siguiendo las
condiciones metodológicas exigidas desde la filosofía de la ciencia psicológica que es el
conductismo (Skinner, 1974). Tampoco contaba con una definición de conducta verbal que
permitiera indagar sobre fenómenos como la generatividad del lenguaje o su rápida y prolífica
expansión (Hayes, Blackledge y Barnes-Holmes, 2001).
Durante las siguiente décadas se produjo un gran desarrollo la ciencia cognitiva
paralelamente al desarrollo de la cibernética. De este modo la metáfora del funcionamiento de
los ordenadores sirvió como propuesta de análogo al funcionamiento de la cognición humana.
Términos como input, niveles de procesamiento, memoria de trabajo, etcétera, fueron
utilizados en ambos ámbitos y constituyeron la base del estudio del funcionamiento cognitivo,

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es decir, de los procesos implicados en el desarrollo de la capacidad de conocimiento en
humanos y no humanos (Gentner, Holyoak y Kokinov, 2001). Desde el análisis de conducta,
habría que esperar hasta los años 70 para retomar el estudio sistemático del lenguaje como
conducta.

2. La Teoría de los Marcos Relacionales


El estudio del lenguaje desde el conductismo radical se ha articulado a través de la
denominada Teoría de los Marcos relacionales (Hayes, Barnes-Holmes y Roche, 2001).
Desde esta teoría la conducta verbal es acto en contexto con consecuencias, es decir, es
conducta operante (Biglan y Hayes, 1996; Hayes, 1993). En este sentido la conducta verbal
opera o produce cambios en el entorno y esos cambios influyen en la probabilidad de que
dicha conducta se mantenga o cambie. Y ¿qué diferencia la conducta verbal de cualquier otra
conducta, si es una operante? Hay dos características principales que diferencian la conducta
verbal: su capacidad de expansión sin entrenamiento directo y su capacidad de alterar las
funciones de otras conductas. Veamos más detenidamente en qué consisten ambos
fenómenos.

La expansión del lenguaje.

El fenómeno a partir del cual se inició el desarrollo del estudio de la conducta verbal y
que posteriormente propició el desarrollo de la Teoría del Marco Relacional venía a consistir
en lo siguiente:

si cuando aparece el dibujo de un gato, yo pronuncio el sonido “gato” y esa relación se


refuerza, queda establecido que ante el dibujo, pronuncie el sonido “gato”. Si ante el
dibujo gato, aparece y yo señalo la palabra escrita gato y es reforzado, yo relaciono el
dibujo gato y la palabra escrita. Una vez esto ha ocurrido, yo relacionaré tales estímulos
a la inversa, es decir, el sonido me llevará a escoger el dibujo y la palabra escrita me
llevará a escoger el dibujo. Más aún, aunque yo no tenga experiencia directa con
ninguno de estos elementos previamente, automáticamente quedarán relacionados el
sonido gato y la palabra escrita gato y su inversa. Es decir, “se establecen, a través de
reforzamiento diferencial dos relaciones y emergen 4 relaciones nuevas no entrenadas”.
Las relaciones no entrenadas se denominan relaciones derivadas.

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gato

(sonido)

Gato
(palabra)  
)escrita)
Figura 1. Muestra de las relaciones directamente entrenadas (líneas contínuas) y las relaciones
derivadas (líneas discontínuas). Adaptado de Hayes, Strosahl y Wilson (2012)

En este ejemplo se muestra cómo pueden relacionarse eventos: en este caso sonidos,
dibujos, letras escritas. Estos elementos quedarían relacionados y en términos de la teoría,
formarían parte de un marco relacional, es decir, el significado de cada uno de ellos vendría
dado por su relación con el otro. Así la palabra escrita, el sonido, el dibujo, han adquirido su
significado por su relación entre ellos.

Siguiendo con los ejemplos, si yo digo “Dame un vaso de agua”, tanto hablante como
oyente deben compartir significados, ambas/os deben conocer el significado de dar, el
significado de vaso, el significado de agua y así poder desarrollar un acto de comunicación e
intercambio. Para ello deben haber aprendido a tactar (nombrar objetos, actividades, etcétera).
El/la hablante pide un vaso de agua, y el/la oyente le da un vaso de agua, con lo que la
petición ha sido reforzada ya que ha producido la consecuencia adecuada. Sin embargo, más
detenidamente el sonido “Dar” ha adquirido su significado en el contexto de la acción de
dar, y ambas (sonido y acción) quedan relacionadas bidireccionalmente (el sonido es un
tacto). Lo mismo ocurre con el sonido vaso y el vaso, o el sonido agua y el agua. Cada una de
ellas han adquirido su significado por su relación con otros eventos, “un vaso de cristal”, agua
saliendo de un grifo… Luego cada uno de los elementos se han puesto en relación para crear
un nuevo significado, una petición o instrucción, UNA RELACION.

De este modo, para alguien que no sepa inglés, “Give me a glass of water”, no son más
que un conjunto de sonidos, no serían verbales en tanto que no tienen significado para esa
persona, no están incorporados a un marco relacional, su significado no depende de su
relación con otros estímulos. Son meros estímulos sonoros.

Si ponemos lo anterior en términos simbólicos, tal como se han desarrollado los


arreglos experimentales en la tradición de la Teoría del Marco Relacional (Sidman, 1971;
Hayes, Fox, Gifford, et al, 2001), podemos decir: Aparece el estímulo A (estimulo muestra)
en pantalla y dos estímulos debajo B y X (estímulos comparación). El sujeto participante
señala B y dicha respuesta es reforzada de modo que se establece la relación: cuando aparece
A señala B. Posteriormente aparece el estímulo A en pantalla y los estímulos C y Z y señala el
estímulo C y dicha respuesta es reforzada, por tanto se han entrenado dos relaciones A-B y A-
C. Cuando se hacen los test de prueba el resultado es el que se muestra en la figura 2.

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A B

C
Figura 2. Relaciones entrenadas y derivadas entre estímulos.

Emergen 4 relaciones nuevas no entrenadas a partir de dos relaciones reforzadas


directamente. La relaciones nuevas que emergen sin entrenamiento directo se denominan
relaciones derivadas. Este fenómeno de relacionar eventos y generar nuevos tipos de
relaciones y ampliar las existentes fue demostrado por Sidman (1971) y es lo que desde la
Teoría del Marco Relacional se entiende por conducta verbal o lenguaje, en el que un evento
es verbal en la medida en que forma parte de un marco relacional o lo que es los mismo, en la
medida en que su significado (función) depende de su relación con otros (Hayes, Fox,
Gifford, et al., 2001).
En este sentido, podríamos decir que en los primeros años de nuestra vida aprendemos
a nombrar los elementos que nos rodean, y esta actividad se ha denominado tactar (nombrar
en terminología skinneriana). El ambiente social a nuestro alrededor suele felicitar, fomentar e
incluso jalear el hecho de que niñas y niños pequeños nombren objetos. Es importante para la
comunidad incorporar a los nuevos miembros a los significados compartidos. Tras los
primeros logros reconocidos (reforzados), el hecho de nombrar tanto objetos como acciones
(dar, pedir, beber)… se empieza a realizar y, a la menor oportunidad, nombramos
constantemente. Es por ello que el comportamiento relacional se entiende como una operante1
generalizada, es decir, se establece como tendencia (Barnes-Holmes y Barnes-Holmes, 2000).
La razón evolutiva posiblemente sea que facilita el aprendizaje, como pasa con la imitación.
Esto es, en cuanto se ve un objeto, se nombra, o lo que es lo mismo, quedan relacionados
sonidos con objetos. Automáticamente los objetos quedan relacionados con los sonidos, y así
se empiezan a construir marcos relacionales, o relaciones entre estímulos derivadas. De este
modo nos hacemos seres verbales, y paulatinamente vamos construyendo redes relacionales
más complejas, no sólo descriptivas de la realidad, sino que cuantificamos, comparamos,
evaluamos, abstraemos, …de forma que establecemos redes relacionales que incluyen marcos
relacionales que amplían los significados, de forma que los mismos términos pueden formar
parte de distintos marcos relacionales y de distintas redes y por tanto cuentan con diferentes
funciones o significados (Hayes, Fox, Gifford, et al., 2001) .

En términos de la Teoría de los Marcos Relacionales (TMR), los eventos se relacionan


en un marco relacional, y adquieren significado o función al formar parte de dicha relación.
En otras palabras, un evento es verbal en tanto que está enmarcado relacionalmente o forma
                                                                                                               
1  El  aprendizaje  relacional  se  considera  una  conducta  operante  en  tanto  que  se  establece  gradualmente  a  
lo  largo  del  desarrollo;  puede  ser  influenciado  o  modificado  a  través  de  la  intervención  sobre  las  
consecuencias  y  está  influenciada  por  sus  antecedentes  y  consecuentes.      

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parte de un marco relacional (Hayes, Fox, Gifford, et al., 2001). En este sentido un marco
relacional cuenta con tres propiedades bajo control contextual: implicación mútua,
implicación combinatoria y transformación de funciones. Hablamos de que dos eventos (A y
B) tienen implicación mútua cuando al relacionar A con B, automáticamente se deriva la
relación B con A. Es el fenómeno que ocurre por ejemplo al nombrar objetos: si el objeto se
relaciona con el nombre al sonar el nombre se evoca el objeto. Se trata de la bidireccionalidad
de las relaciones; al nombrar actividades o al nombrar experiencias privadas, se deriva la
relación inversa. En el caso de experiencias privadas, por ejemplo, emociones, también ocurre
que la emoción queda relacionada con el nombre (o con otros eventos). En este último caso,
cuando una experiencia emocional se produce, queda relacionada con su descripción y la
descripción evoca las reacciones emocionales que forman parte de la experiencia. Este
fenómeno se puede observar en los casos en que el mero hecho de describir una experiencia
en la que se han producido fuertes reacciones emocionales, evoca reacciones similares, sin
que ningún componente de la experiencia esté presente, únicamente su descripción.
La segunda propiedad de los marcos relacionales es la implicación combinatoria, se
refiere a que si A está relacionado con B y B está relacionado con C, A queda
automáticamente relacionada con C, es decir, se deriva la relación A-C y la relación C-A. Lo
que en términos matemáticos denominaríamos como transitividad. Siguiendo con los
ejemplos anteriores, la implicación combinatoria sería la propiedad por la que el sonido
“gato” se relaciona con la figura del gato (siguiendo la figura 1); si la experiencia emocional
de tristeza se relaciona con la palabra “tristeza”, y dicha palabra se relaciona con un episodio
de una novela, dicho episodio queda relacionado con la experiencia emocional. Si la palabra
Madrid, se relaciona con Museo del Prado y Museo del Prado con Velazquez, Velazquez
queda relacionado con Madrid.

Transformar las funciones de estímulo

La tercera propiedad de los Marcos Relacionales es la transformación de funciones.


Esta propiedad se refiere a que la función de uno de los componentes de la relación se
transfiere a los demás componentes. E incluso, cuando dos relaciones entran en contacto, una
puede transformar las funciones de la otra. Siguiendo con el ejemplo del gato (sonido-letras-
animal), si un niño es arañado por un gato y esto le produce dolor y llora, las funciones
aversivas del animal gato se transfieren a los diferentes componentes del marco relacional, sin
que estos hayan formado parte de la experiencia aversiva o dolorosa que sí ha tenido lugar
con el gato animal, de forma que cuando se menciones la palabra gato o se diga “podemos ir a
ver el gato del abuelo” el niño se niegue o empiece a llorar. Cuando se trata de relaciones de
coordinación se habla de transferencia de funciones. Cuando las claves contextuales señalan
otro tipo de relación (comparación, más-menos, jerárquicas, etcétera), hablamos de
transformación. Así por ejemplo, si decimos: los viajes al extranjero son pesados y
estimulantes. El término estimulante tiene funciones positivas (de reforzamiento positivo) y
por tanto transforma las funciones negativas de “los viajes al extranjero son pesados”.
En el caso de la experiencia emocional y su relación con la palabra tristeza, si la
tristeza adquiere funciones aversivas, es decir, es algo de lo que nos queremos retirar,
aquellos eventos que están relacionados con la tristeza adquieren funciones aversivas, por
ejemplo, una novela triste. Por otro lado, en el caso del poeta, la experiencia emocional de
tristeza puede ser evocadora de su inspiración, y derivar la relación “cuando me invade la
tristeza emergen mis mejores versos”. De esta forma las funciones de la tristeza se
transforman en positivas para el poeta.
Los estímulos pueden tener funciones discriminativas, funciones respondientes,
reforzadoras o aversivas (Gómez, 2001). Estas funciones se pueden adquirir vía

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entrenamiento directo o bien ser funciones derivadas. En este sentido, si un evento A ha
adquirido funciones respondientes (activación) otros eventos en marcos coordinación con éste
producirán también respuestas de activación. Así podemos entender fenómenos como
reacciones de activación (miedo, ansiedad) ante situaciones con las que las personas no tienen
experiencias previas, o ante la descripción de dichas situaciones. Pensemos en lo relatos de
Edgar Alan Poe. Desde las primeras páginas pueden evocar respuestas emocionales de miedo.
Para algunas personas (en función de su historia con las experiencias de miedo) son terribles y
no pueden seguir leyendo, para otras, tales historias y las emociones que se generan son
reforzantes.

Tipos de relaciones entre eventos que forman un Marco Relacional

Una cuestión previa a mencionar es que los eventos que forman parte de un marco
relacional están relacionados entre sí arbitrariamente Törneke, 2016, p114). El término
“arbitrariamente” significa que el tipo de relación entre los eventos es la que es, pero podría
ser cualquier otra, o lo que es lo mismo, entre cualesquiera eventos podrían producirse
cualquier tipo de relación independientemente de las relaciones formales entre ellos. La
relación que opera en cada caso viene indicada por las claves contextuales y es independiente
de las propiedades formales de los eventos. Esto no significa que entre los eventos exista o
sea igualmente probable derivar un tipo u otro de relaciones, en tanto que es el contexto social
el que facilita el entrenamiento de diferentes relaciones, y por tanto establece las relaciones
derivadas más probables. Tanto es así que en función del tipo de relaciones entrenadas en
cada grupo social, así serán las relaciones derivadas.
En el ámbito experimental, los estudios han tratado de establecer las variables
implicadas en establecer relaciones derivadas (Hayes, Fox, Gifford, et al., 2001). El
procedimiento utilizado habitualmente es establecer una historia de aprendizaje, vía
entrenamiento directo, (esto es, mediante reforzamiento diferencial un tipo de relación entre
los eventos) de forma de haya claves contextuales que indiquen el tipo de relación, para
posteriormente comprobar si, dadas las claves, este tipo de relaciones se establecen entre
eventos en los que no se ha llevado a cabo entrenamiento directo. En la vida cotidiana, el
entrenamiento relacional se inicia con relaciones no arbitrarias, (es decir, ante relaciones
formales entre eventos) y claves contextuales (Luciano, Rodríguez, Mañas, et al., 2009). Por
ejemplo, ante dos balones de distinto tamaño, se pregunta ¿cuál es mayor? al mismo tiempo
que se entrena la relación inversa ¿cuál es el menor? Posteriormente pasaremos a establecer
relaciones mayor-menor entre estímulos cuya diferencia no sea física. Es decir, la clave
contextual nos permite relacionar eventos sin tener en cuenta las características físicas de los
mismos. De hecho, existen diferentes tipos de relaciones establecidas en las investigaciones
sin menoscabo de otras muchas que puedan llegar a establecerse. Veamos las más habituales
siguiendo a Hayes, Fox, Gifford, et al., 2001:

1. Relaciones de igualdad, semejanza o coordinación. Son las más sencillas y la clave


o señal que indica el tipo de relación suele ser “es” (igual que, junto con, significa…).
María es simpática, María es inteligente: María es inteligente y simpática sería la
relación derivada. Los elementos simpática e inteligente quedan relacionados en un
marco de coordinación con María . Otra relación podría ser Pedro es inteligente y
antipático, en ese caso Pedro estaría en un marco de coordinación con María en
inteligente y en un marco de oposición en simpático. Otro ejemplo se relaciona con el
modo en que se crean los “prejuicios”. Si ponemos en relación la palabra
“esquizofrenia”, es igual o equivalente a “locura”, locura es equivalente a

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“descontrol”, descontrol equivalente a “peligro”. Se deriva la relación la esquizofrenia
es un peligro. En tanto que peligro tiene funciones aversivas, dichas funciones se
transfieren a “esquizofrenia”.

2. Relaciones de oposición. Si decimos María y Pedro son como el perro y el gato, las
funciones de oposición en la relación perro y gato, se está transfiriendo a la relación
María y Pedro. Si el gato tiene funciones aversivas (de nuevo el ejemplo anterior) y
tiene una relación de oposición con perro, en ese caso perro tendría funciones
positivas. Siguiendo con el ejemplo de la esquizofrenia, tendríamos que peligro está en
relación de oposición con seguridad, por tanto, si esquizofrenia está en un marco de
equivalencia con peligro, está en un marco de oposición con seguridad. La
esquizofrenia no es segura. Seguridad está en un marco de coordinación con confianza
o con tranquilidad. Se derivan por tanto relaciones opuestas de estos términos (y sus
funciones) con esquizofrenia.

3. Relaciones de comparación: más-menos, mejor-peor. Si A es > que B y B es > que


C. ¿Cuál es la relación entre A y C y entre C y A? En este sentido si un león es más
grande que un gato y un elefante es más grande que un león. ¿Cuál es la relación entre
gato y elefante? En este caso, la clave de relación es el tamaño (mayor-menor), en otro
caso puede ser el valor, por ejemplo, en el caso de los billetes de euro. El de 20 es
mayor que el de 5 y el de 5 es menor que el de 50, ¿cuál es la relación entre el de 20 y
el de 50? Imaginemos que los números no son eventos verbales con funciones de
cantidad, si no sólo símbolos estéticos. ¿podríamos derivar la relación de
comparación entre billete de 20 y de 50? Posiblemente no.

4. Relaciones temporales (antes-después). Cuando un evento A es anterior a un evento


B y anterior a un evento C, se derivan las relaciones de vinculación mútua y
vinculación combinatoria (C es posterior a A, ¿cuál es la relación con B?). Las
relaciones temporales tienen que ver con otras relaciones, por ejemplo, causales, o de
comparación. Si A es anterior a B y B anterior a C; A ¿es causa de B?, ¿es condición
necesaria para B? También son relaciones relevantes en la solución de problemas.

5. Relaciones jerárquicas. Se habla de relación jerárquica entre A y B cuando A forma


parte de B, por ejemplo, A (gato) forma parte de B (felino) y B (felino) forma parte de
C (mamífero). Las relaciones derivadas cuando opera la relación jerárquica, sería que
gato es mamífero y que mamífero incluye a gato (incluye parte de las características
que tiene un gato). En este caso, las funciones de mamífero estarían en parte
incorporadas en el gato. De ahí que las relaciones jerárquicas incluyan abstracciones,
es decir, derivar aspectos comunes a los elementos incluidos en la misma categoría.
Por ejemplo, ¿qué características comunes tienen las obras de los filósofos
existencialistas?

6. Relaciones condicionales o causales. Si…entonces….En este caso nos referimos a


relaciones en las que se establece un elemento como clave contextual como condición
en la relación. Se trata de relaciones causales o condicionales. Como en los casos
anteriores, el inicio en el entrenamiento de estas relaciones es no arbitrario, estas
relaciones tienen un referente en el mundo real. También, como convención social
podemos establecer relaciones causales entre eventos: si…entonces… sin que existan

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referentes no arbitrarios para dichas relaciones, más allá que las relaciones temporales,
es decir, el evento A tiene lugar antes que el evento B, se deriva que A es causa de B y
por tanto B es consecuencia de A, y con ello se deriva que alterando A se altera B.
Este tipo de relaciones puede reconocerse cuando en algunos modelos de intervención
psicológica se considera que el pensamiento es causa de la conducta porque antecede
a las respuesta públicas objeto de interés.

7. Relaciones deídicas. Las relaciones deídicas son las relaciones necesarias para
comprender la experiencia del yo, es decir, para configurar la identidad. Cuando se
pregunta a un niño pequeño ¿quién ha venido? ante la entrada de su padre en la sala
dirá “papá”. Si él ha pintado en un papel y se le pregunta ¿quién ha pintado aquí? El
niño empezará por nombrar su nombre y posteriormente aprenderá a decir yo al
referirse a su propio comportamiento y será reforzado por ello. Cuando decimos yo, lo
hacemos diferenciándolo de tu (nosotros, ellos, ellas…), es decir, yo se relaciona con
tú en un contexto de diferencia. Otra relación importante es la relación espacial
aquí/allí Siempre que me refiero a mí misma, siempre lo hago desde aquí. Es decir, yo,
mi persona, sólo puedo tener experiencia desde aquí, desde mi lugar. Otra relación
importante en la experiencia del yo es la relación temporal, ahora/entonces. Mi
experiencia se produce en este momento (ahora) y en este lugar (aquí).
Al parecer este tipo de relaciones resultan básicas para entender la experiencia del yo,
así como la continuidad de la propia experiencia (el yo como proceso), yo
continuamente yo, siempre tengo mi propia experiencia desde mí misma. Esto implica
que tú tienes tu propia experiencia continua desde ti, desde tu lugar y en ese momento,
y yo la observo desde mi perspectiva. La configuración de este tipo de relaciones
permite derivar relaciones de yo trascendente o yo contexto, y yo como proceso.

Todos estos tipos de relaciones se van estableciendo paulatinamente a lo largo del


desarrollo a través de la interacción con miembros de la comunidad verbal. De este modo las
relaciones se establecen en principio de un modo pragmático, es decir existen referentes
físicos en el mundo de las cosas que nos permiten dar función a las claves contextuales. Es
decir, aprendemos que un conejo es más pequeño que un elefante, y tenemos referentes reales
de que eso es así. Y este aprendizaje se lleva a cabo a través de múltiples ensayos y ejemplos
que dispone la comunidad de forma más o menos sistemática. Sin embargo, una vez que
dichas claves contextuales (mayor que…por ejemplo) han adquirido la función de indicar el
tipo de relación que opera, podemos decir que Cervantes es más grande como literato que
Shakespeare, o que el símbolo 5 es menor que el símbolo 8; o que mi problema es más grave
que el tuyo, o que el amor puede más que el odio. En otras palabras, pasamos de relacionar
eventos verbales con referentes tangibles a relacionar eventos verbales entre sí en función de
claves contextuales arbitrarias.

Contexto relacional y contexto funcional.

El tipo de relación que opera entre los eventos es lo que denominamos contexto
relacional y nos indica cómo y cuándo se relacionan dos eventos. Por ejemplo, en el ejemplo
del gato, el contexto relacional indica que, en dicha relación, el sonido gato y la palabra
escrita gato, son equivalentes (que vienen a referirse o ser la misma cosa) y lo podemos
identificar a través de la clave “es” (es igual, equivale…). En el caso de gato y felino, la

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relación que opera es jerárquica, gato se incluye entre los felinos y por tanto, comparte
características con ellos y lo podríamos identificar a través de la clave “pertenece” (forma
parte,…). En el caso de gato y perro, la relación que opera es de oposición y así
sucesivamente y lo podríamos identificar como “lo contrario” (lo opuesto…).. Si la relación
señala: “mi tristeza es un peso agotador”, la clave contextual “es” nos está indicando una
relación de coordinación o equivalencia entre ambos eventos: la tristeza y el peso agotador. A
su vez, la palabra tristeza se relaciona con la experiencia emocional de tristeza (con las
sensaciones); el peso agotador se relaciona con la experiencia de llevar una gran carga. Lo
que está señalando es que se siente como cuando carga con un gran peso. En este sentido el
contexto relacional de coordinación está permitiendo que se evoquen experiencias con
elementos comunes, es decir, las funciones de una de las experiencias se transfieren y/o
transforman las funciones de otras experiencias (Hayes, Strosahl y Wilson, 2012).
Otro concepto importante a la hora tratar el aprendizaje relacional es el contexto
funcional. El contexto funcional se refiere a las claves que indican en cada caso la función de
una relación. Así, en términos simbólicos, si tenemos una relación de coordinación donde A
es igual (parecido, del mismo tipo,…) que B y B que C, conocemos ya que una vez
establecida esta relación, las propiedades de vinculación mutua y combinatoria permitirán que
se deriven las relaciones B-A, C-B y C-A. Si la función de C es de reforzador positivo, (algo
bueno, agradable, motivador…) dicha función se transfiere a los demás eventos de la relación.
Si la relación no es de coordinación sino que dichos eventos están relacionados en un
contexto de causalidad, si A entonces B y si B entonces C, las relaciones derivadas serían que
B es consecuencia de A y C es consecuencia de B y por tanto, también es consecuencia de A.
Si C tiene funciones aversivas (desagradables, perjudiciales,…) estas funciones transforman
las funciones previas. Si decimos, “el comportamiento humano es responsable de la
contaminación de los mares”. El contexto funcional nos señala el significado de dicha
relación, cuya función es aversiva. Es decir, al poner comportamiento humano y
contaminación de los mares en un marco de coordinación, las funciones de contaminar los
mares se transfieren a comportamiento humano.
Tanto el concepto de contexto relacional como el de contexto funcional tienen
importantes implicaciones terapéuticas. En este sentido hay modelos psicoterapéuticos que
orientan sus esfuerzos a modificar el contexto relacional, es decir, el tipo de relación que
opera entre eventos. Por ejemplo influyendo en que la persona deje de tener pensamientos,
(derivar relaciones) “autodestructivas” del tipo, “no soy nadie, no valgo para nada, soy inútil,
el mundo estará mejor si yo desapareciera”, promoviendo la derivación relaciones opuestas o
diferentes. Un ejemplo sería la terapia cognitivo-conductual, que pretende modificar el
contenido de las creencias y pensamientos del/la paciente.
Por otro lado, la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), no pretende alterar el
contexto relacional de las relaciones derivadas, si no el contexto funcional, es decir, que los
pensamientos o creencias del /la paciente, puedan seguir siendo los mismos (se mantengan
como relaciones verbales derivadas), pero que no ejerzan control el sobre el comportamiento
de modo literal, es decir, que cambien su función (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999, 2012).

Relaciones entre relaciones. Analogías, metáforas, …


Podríamos decir, que al igual que la transformación de funciones es una de las
características de los marcos relacionales, cuando estos se organizan en redes relacionales
más amplias, unas redes pueden transformar las funciones de otras. Este es el caso de las
analogías (Barnes, Hayes y Lipkens, 2001). Por ejemplo, en la relación: “verde es a hierba
como amarillo es a plátano”, la relación “verde es a hierba”, se transfiere a “amarillo es a

  10  
plátano” y por tanto se transforman las funciones de la segunda relación en base a
propiedades formales (el color como propiedad o característica que le es propia).
Habitualmente utilizamos relaciones arbitrariamente aplicables junto con relaciones
establecidas a través de contingencias directas y las propiedades formales entre los estímulos:
“como inmenso es el mar, así es mi amor por ti”.
Las analogías son un aspecto fundamental de la cognición humana y forman parte del
razonamiento matemático y de la solución de problemas de alto nivel de complejidad. Por
ejemplo, para abordar la complejidad del funcionamiento de nuestro cerebro se ha utilizado la
analogía del procesamiento de la información procedente de la cibernética. En este sentido,
una analogía señala un enlace entre dos términos o componentes que son comparados en base
a una propiedad que ambos comparten (Stewart, Barnes-Holmes, Roche y Sweets, 2001,
2002). Normalmente se refieren a la transferencia de información relacional desde un dominio
conocido (también denominado base o puente) a otro por explorar (denominado target). De
este modo, relaciones que han sido ya establecidas, se relacionan entre ellas en una relación
de coordinación (Törneke, 2015). En este sentido la relación entre relaciones “María y Pedro
son como el perro y el gato”, indica que la relación conocida o “base” es la relación entre
perro y gato, cuyas características se transfieren a la relación María y Pedro que serían la
relación “target”. En definitiva establecer analogías proporciona la oportunidad de ampliar y
facilitar conocimientos complejos. Un ejemplo particular de analogía son las metáforas
(Stewart y Barnes-Holmes, 2008).
A diferencia de la analogía, una metáfora es una red relacional que implica una relación
formal entre dos eventos aparentemente distintos, de forma que se transforma la función de
estos eventos para el oyente (Barnes-Holmes, Hayes y Lipkens, 2001; Törkene, 2016). Más
concretamente, las metáforas funcionan trasfiriendo rápidamente una característica que es
muy evidente de un evento a otro, hay por tanto, una similitud no arbitraria entre dos redes
relcionales (Törneke, 2016). Por ejemplo, “luchar contra la ansiedad es como luchar en
arenas movedizas”. En este caso, el sujeto conoce a través de su experiencia en la comunidad
verbal qué ocurre cuando luchas en arenas movedizas y al poner en contacto las dos
relaciones, se transforman las funciones de luchar contra la ansiedad, en tanto que la ansiedad
irá a peor, como más te hundes en las arenas cuanto más intentas salir de ellas.
Las metáforas han sido clásicamente utilizadas como herramientas terapéuticas y desde
la TMR es posible explicar su funcionamiento mediante el concepto la transformación de
funciones. En este sentido, el desarrollo de la Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes
Strosahl y Wilson, 1999; 2012) en la que las metáforas se incorporan como un elemento
fundamental de intervención, ha permitido constatar de forma sistemática la transformación
de las funciones de relaciones verbales que estaban ejerciendo control sobre la conducta de las
y los pacientes con funciones dañinas para estas personas.

3.  Conducta  gobernada  por  reglas  


Skinner en 1969 diferenció entre conducta gobernada por reglas y conducta moldeada
por contingencias. La conducta moldeada por contingencias se refiere a la conducta que se
adquiere a través de la relación directa con las contingencias, es decir, por ensayo y error, o
lo que es lo mismo, las contingencias van orientando el comportamiento reforzando
diferencialmente las respuestas que se aproximan a la respuesta objetivo, aquella que
finalmente permite acceder a las contingencias de reforzamiento. De otro lado, la conducta
gobernada por reglas es aquella que se establece a través de la descripción verbal del
comportamiento y de las contingencias implicadas, en otras palabras, cuando la persona se

  11  
comporta según lo que se indica en una regla o instrucción, y se refuerza que el
comportamiento se corresponda con lo indicado en la regla (Hineline y Wanshisen, 1989).
Desde el análisis de conducta, la investigación sobre la conducta gobernada por reglas
se había centrado en la sensibilidad de la conducta humana a las contingencias de
reforzamiento (Hayes, Brownstein, Zettle, et al.,1986). En este sentido, los resultados de los
estudios señalaron que cuando un comportamiento se establecía a través de una regla, es
decir, cuando comportarse según indicaba la regla era reforzado, dicho comportamiento era
más resistente a la extinción y era más difícil de modificar que cuando se había establecido a
través de contingencias directas. Incluso aunque las contingencias de reforzamiento que lo
mantenían cambiasen. Sin embargo, no hubo acuerdo en qué es una regla y qué es una
conducta gobernada por reglas y qué diferencia una regla de un estímulo discriminativo que
evoca una respuesta. De ahí que los primeros abordajes del tema no permitieron el
desarrollo de investigación sistemática sobre el seguimiento de reglas más allá de la
regulación conducta-conducta (Luciano, Herruzo y Barnes-Holmes, 2001).
En este contexto, los estudios sobre comportamiento relacional empezaron a establecer
las reglas y el comportamiento de seguimiento de reglas como conducta verbal, es decir,
como comportamiento relacional (Barnes-Holmes, O’Hora, Roch et al., 2001). De hecho,
una regla es verbal en tanto que los elementos que la componen forman parte de un marco
relacional. De manera que cuando un oyente “comprende” quiere decir que deriva las
mismas (al menos en parte) relaciones entre eventos que el hablante. En este sentido, cuando
un oyente se comporta bajo control instruccional, se comporta verbalmente, es decir, los
eventos que conforman la regla están enmarcados relacionalmente y a su vez forman parte
de una relación derivada (probablemente). Así cuando un niño o una niña extiende la mano
y dice “pipas”, y su madre le da pipas, el sonido “pipas” podría ser un evento verbal o un
estímulo discriminativo que da la oportunidad de que dar pipas sea reforzado. El evento es
verbal en cuanto que forma parte de un marco relacional más amplio, es decir, si le
preguntas ¿quieres pipas? y dice que sí, o si le pides “señala con el dedo qué quieres” y
señala las pipas. Ahí el sonido pipas ya no es sólo un sonido es una respuesta verbal. Si se
le dice a la niña o niño “recoge tu muñeco del suelo” y se comporta según lo señalado en la
instrucción, da cuenta de que comparte significados “recoger”, “muñeco”, “suelo” y deriva
la función de la relación que el hablante ha establecido. Cuando hace lo que se le ha dicho,
su madre le refuerza con reconocimiento cariñoso por haber “hecho caso”, puede decir
“muchas gracias”, “muy bien, has sido muy obediente”, “has salvado al muñeco de
mojarse”. En cada caso, se refuerza el comportamiento de seguir la instrucción. Aunque las
relaciones que derive el niño o niña van a ser diferentes.
Cuando vemos un cartel que nos advierte de un peligro: “alta tensión, no tocar” o
“precaución, animales sueltos”, podemos comportarnos de la forma indicada en la regla o
instrucción, no acercándonos a la zona de alta tensión o estando atentos a la posibilidad de
cruzarnos con un animal si vamos conduciendo. Las funciones de dichas reglas son
entendidas por las personas que comparten significados, es decir, dichos términos forman
parte de marcos relacionales similares en ambos casos: el oyente debe ser capaz de derivar
relaciones del tipo si…entonces, “si toco el poste puedo electrocutarme, o “si me cruzo a un
animal puedo atropellarlo y tener un accidente”. Tiene que establecer relaciones
temporales… etcétera.
De esta forma podemos afirmar que para que una regla funcione como estímulo
antecedente y sean seguidas, el oyente tiene que ser verbal: establecer marcos relacionales
con relaciones de coordinación, temporales, de lugar, y/o causales, similares a las del
hablante en ese contexto.

  12  
Las reglas pueden ser implícitas, al menos en parte Törneke, 2016). Por ejemplo: “más
te vale hacer lo que te pido”, señala que las consecuencias por no hacerlo pueden ser
aversivas pero no éstas no se hacen explícitas, sin embargo pueden estar presentes todo el
tiempo en el sentido de: “siempre que te pida algo debes hacerlo”, de modo que este tipo de
regla se siga cuando aparezcan claves contextuales (personas con determinado cargo, tono de
voz, ocupación, aspecto…) cuyas instrucciones deben ser seguidas.
Por otro lado, las reglas pueden no ser seguidas a pesar de ser comprendidas (Törneke,
2016). Puede que la persona no tenga las habilidades necesarias para llevar a cabo el
comportamiento descrito en la regla: “por favor, traduce al inglés este párrafo”, si la persona
no domina el inglés no podrá hacerlo. Es posible que quien provee la regla no tenga control
sobre las consecuencias, es decir, no nos creemos que la persona que nos da la instrucción
pueda manejar las contingencias que se describen en la regla. Por ejemplo, si tu hermana te
dice “deja todo recogido o te pondré una multa”, está claro que ella no tiene poder para poner
multas. O si lees en Facebook algo como “12 cosas que puedes hacer para no envejecer”,
posiblemente, la fuente te resulte poco fiable.
En cualquier caso, el aprendizaje a través del seguimiento de reglas es muy útil en tanto
que es mucho más rápido y además permite evitar exponerse a contingencias peligrosas, o a
procesos de moldeamiento arduos o ineficaces dadas contingencias muy sutiles (difíciles de
discriminar para el sujeto). (Para un análisis profundo del comportamiento gobernado por
reglas ver Hayes, 1989).
No obstante, el comportamiento gobernado por reglas también tiene condiciones y
riesgos Törneke, 2016; Wilson y Luciano, 2002). En primer lugar es necesario que hablante y
oyente sean verbales y compartan significados. En segundo lugar, el comportamiento que se
adquiere a través del seguimiento de reglas o instrucciones puede ser menos sensible al
cambio en las contingencias que se producen al seguir la regla, es decir, el comportamiento de
seguimiento de dicha regla puede persistir a pesar de que el resultado o consecuencias de
dicho seguimiento se modifique. En otras palabras, es un tipo de comportamiento más
“inflexible” o más rígido. Este aspecto tiene su traducción en la psicopatología en el sentido
de que hay patrones de comportamiento que persisten a pesar de que producen consecuencias
indeseables para la persona.
Existen diferentes tipos de reglas según el tipo de consecuencias que mantienen su
seguimiento. En primer lugar está el pliance (o plegamiento), que consiste en el seguimiento
de reglas cuyas consecuencias están mediadas socialmente: por ejemplo, si una madre le dice
a su hijo, bébete este vaso de agua, el hijo puede seguir la instrucción para obtener el refuerzo
(en forma de caricias, reconocimiento) de su madre, no porque tenga sed. En este caso debe
haber un marco de coordinación entre el comportamiento descrito en la regla y el
comportamiento de seguimiento (Hayes, Barnes-Holmes y Roches, 2001; Hayes, Strosahl y
Wilson, 1999; Wilson y Luciano, 2002). Este es el primer tipo de reglas que se adquiere a lo
largo del desarrollo y su función es recibir reforzamiento por seguir instrucciones, es decir,
establecer el seguimiento de instrucciones como una operante generalizada. No obstante, las
contingencias implicadas en el pliance son arbitrarias, es decir, vienen establecidas
socialmente, no están implícitas en el seguimiento de la regla, esto supone que el cambio en
las consecuencias propias de seguir la regla no implica cambio en el comportamiento de
seguimiento, con lo que puede constituir la base de patrones de comportamiento “rígido” o
“inflexible”. Ejemplos de este tipo de seguimiento de reglas serían todos aquellos
comportamientos cuya función es el reconocimiento por parte de otros. Reglas del tipo, “si
haces tu cama, mamá estará muy contenta”, “cuando te veo estudiando por fin medicina me

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siento muy orgulloso de ti”. En ambos casos, es posible que la función del seguimiento de
reglas sea obtener el reconocimiento o la atención de personas significativas para nosotros. Es
posible que si el reforzamiento social es muy relevante para una persona y siempre que sigue
las reglas o instrucciones establecidas por otros acceda a este tipo de contingencias, la persona
derive la relación: si hago caso a mis padres, están contentos; esto implica la relación inversa:
“si desobedezco mis padres estarán disgustados”. Que mis padres estén contentos tiene
funciones de reforzamiento positivo, y estas funciones se transfieren a “obedecer” y por tanto
“obedecer es bueno”. De ahí que, dado el contexto adecuado, se pueda derivar la regla “tengo
que obedecer”, y se siga. Si se sigue esta regla y se obedece lo que dicen otros, pueden darse
consecuencias aversivas por este seguimiento. De hecho, los demás no siempre aciertan en
sus instrucciones, de ahí que sea importante el desarrollo de “criterio propio”, y posiblemente
se produzca rechazo por parte de otros al considerarte una persona sin criterio, sin
“personalidad propia” y, sin embargo, la función de la regla podría permanecer.
También puede producirse el fenómeno contrario, “obedecer” puede tener funciones
aversivas y por lo tanto puede derivarse la regla opuesta de que “no obedecer”, “no seguir
normas o instrucciones” tenga funciones positivas, estableciéndose la regla generalizada de
que “ser rebelde es ser valiente”, por ejemplo. En cualquier caso, el seguimiento de la regla
sería tipo pliance (o contrapliance) es decir, por las contingencias sociales que implica.
En el ámbito psicopatológico y psicoterapéutico, podemos observar pacientes que tratan
de complacer a otras personas, estar disponibles, etcétera, tratando del mismo modo al/la
terapeuta. Son pacientes que desarrollan problemas en las relaciones interpersonales y
trastornos afectivos debido a que, por un lado, no consiguen lo que buscan complaciendo, esto
es, ser queridos y valorados, y tampoco contactan con múltiples contingencias de
reforzamiento porque su comportamiento se dirige hacia el reconocimiento social. Es decir,
no discriminan su propio comportamiento, sus necesidades, sus intereses, etcétera.
El segundo tipo de comportamiento de seguimiento de reglas es el tracking o rastreo.
En este caso, se trata de comportamiento de seguimiento de reglas reforzado por las
consecuencias naturales implícitas o explicitas de seguir la regla (sean sociales o no). En
tanto que son las consecuencias propias del seguimiento las que mantienen dicho patrón, si las
consecuencias cambian, el comportamiento de seguimiento de la regla se modificará en
función de las nuevas contingencias, es decir, diríamos que es un tipo de comportamiento
probablemente más “sensible a las contingencias” o “flexible”. Siguiendo con el ejemplo
anterior, el niño bebería para quitarse la sed o refrescarse y ésta sería la consecuencia que
reforzaría el seguimiento de la instrucción, no las consecuencias sociales (si las hubiere, del
mismo).
A lo largo del desarrollo, tras el establecimiento del pliance, la comunidad verbal
establece las condiciones para potenciar el desarrollo del seguimiento de reglas tipo tracking a
través de contactar con las consecuencias naturales de seguir la regla (Törneke, 2016). Un
niño puede coger un mando distancia bajo la instrucción de “a ver si sabes subir las
persianas”, una vez manipule el mando, las persianas suben y se recibe el halago social, pero
además las persianas suben como consecuencia de tocar el botón del mando, lo que hace
posible que en otra ocasión pulse el botón en dicho mando y suban las persianas sin presencia
de otras personas y su halago, y esta consecuencia natural sea la contingencia de
reforzamiento que mantenga el seguimiento de la regla (o autorregla). También puede
establecerse la regla “no toques el mando a distancia si mamá no está presente”, en esta regla
se establecen las condiciones contextuales que indican que puede haber consecuencias de un
tipo u otro. Por tanto con este tipo de reglas se produce contacto con diferentes consecuencias
demoradas, y se pueden anular consecuencias inmediatas (ver cómo suben las persianas, o
como se inicia el juego en el ordenador,…), aunque el sujeto en cuestión no tenga experiencia

  14  
con ellas. En el ejemplo, quedarían anuladas las consecuencias de pulsar el botón (o de tocar
el teclado del ordenador que inicia un juego) en pos de eliminar consecuencias aversivas
demoradas por tocar el mando en ausencia de la madre.
En cualquier caso, como hemos mencionado, el seguimiento de reglas tipo tracking se
establece a partir del seguimiento de reglas tipo pliance, en tanto que la comunidad verbal
establece dicho proceso, en el sentido de que para establecer el repertorio de seguimiento se
disponen contingencias sociales que ya son relevantes dada la historia de niños y niñas y
paulatinamente se establecen como relevantes las contigencias implícitas en el seguimiento de
la regla. Por ejemplo, al aprender a montar en bicicleta, se puede iniciar, con “te voy a
enseñar a montar en bici, verás que es muy divertido y podrás ir más rápido y más lejos que
caminado”, al principio, los intentos estarán mantenidos por refuerzo social “qué bien, ya
mantienes el equilibrio” y luego “coger la bicicleta” se mantendrá por las características
intrínsecas de ir en bici. En el proceso, se pueden ir estableciendo otras relaciones, “desde
que vas en bici estás más ágil”, “las personas que van en bici ayudan a reducir la
contaminación”, es decir, se establecen y/o fortalecen relaciones temporales, causales,
etcétera (Luciano, Valdivia, et al. 2009) con lo que ir en bici acaba formando parte de
multitud de redes relacionales.

El tercer tipo de comportamiento gobernado por reglas se denomina augmenting o


aumentativo. En este caso se trata del seguimiento de reglas en las que se modifica la
función de las consecuencias (Barnes-Holmes, O’Hora, Roche, et al. 2001). Es decir son
relaciones que se incorporan a otras relaciones para alterar o potenciar la función de las
primeras. En este sentido, cuando el cambio implica alterar (en un sentido u otro) las
características de las consecuencias del seguimiento se denomina augmenting motivador. Un
ejemplo de ello sería cuando queremos recomendar a alguien que tiene problemas de salud
que acuda a un médico podemos decir: “el Dr. X es un médico muy reconocido en el
tratamiento de los problemas de pulmón, si quieres puedo pedirle una cita”, o “he conocido un
restaurante que te va a encantar”. En ambos casos el hablante esta incorporando elementos
verbales (otras relaciones) que alteran la función de las consecuencias explícitas,
consecuencias que ya son conocidas (ya forman parte de la experiencia) del oyente (en este
caso, aumentando la probabilidad de seguimiento). También podemos decir, “me gustaría
que fuéramos a cenar, he conocido un restaurante para gente sofisticada”, si “gente
sofisticada” no tiene funciones reforzantes particulares para el/la oyente no funcionará como
augmenting o incluso, si se en la historia de la persona, la sofisticación es algo aversivo, dicha
relación puede funcionar como augmenting pero debilitando la probabilidad de acudir a dicho
restaurante. En este sentido, el augmenting altera la función de las contingencias poniéndolas
en relación con otras no contactadas anteriormente.
Cuando el augmenting extiende sus funciones a nuevos eventos se denomina formativo.
Esto es, las consecuencias reforzantes del seguimiento de unas reglas o instrucciones se
transfieren al seguimiento de otras reglas. Así por ejemplo, si compartir es ser solidario y ser
solidario es positivo (ser calificado de solidario es reforzante), dicho tipo de consecuencias
funcionará como reforzador del seguimiento de reglas en las que se incorpore “ser solidario”,
por ejemplo, “compre un número de lotería, aunque no le guste jugar es para recaudar fondos
para…por un fin solidario”. En este caso comprar es un acto solidario y por tanto positivo y es
más probable que se lleve a cabo. La afirmación “comportarse según tus valores es prueba de
honestidad y compromiso vital”. Sería un augmenting formativo que trae verbalmente
consecuencias abstractas y muy demoradas. De este modo nos podemos comportar siguiendo
nuestros valores, esto es, seguiremos reglas tipo tracking, que tendrán una relación jerárquica
con “mis valores”. En este caso, el augmenting permite mantener el control del

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comportamiento a través de contingencias muy demoradas, abstractas o desconocidas a través
de la experiencia directa.
En cualquier caso, los augmenting, es decir, el comportamiento de seguimiento de
reglas en las que está incrementada (o debilitada) la función reforzante de las consecuencias
de su seguimiento, o que incorpora nuevos reforzadores que no habían sido contactados (no
forman parte de la experiencia) previamente, nos indica qué es importante para una persona,
qué motiva su comportamiento, qué características de los eventos o situaciones le resultan
significativos Törneke, 2016). En otras palabras, cuáles son sus valores.
Del mismo modo que aprendemos el proceso de establecimiento de reglas y su
seguimiento, también podemos establecer reglas sobre nuestro propio comportamiento y
seguirlas, serían autorreglas. Para ello debemos contar con repertorios previos como son
tactar, (nombrar) nuestra propia conducta y contar en nuestro repertorio con relaciones
deídicas, que facilitan a su vez el desarrollo de las dimensiones del yo, (especialmente el yo
como contexto o perspectiva). Si un niño puede describir (tactar) su comportamiento, es capaz
de derivar la relación “yo (+acción )”. Posteriormente su comportamiento se hará mas
complejo en tanto que podrá derivar relaciones yo..x (donde x serán acciones o características
diferentes), que conformarán su autoconcepto (o yo contenido). Así, ante la pregunta quien
soy, podrá ir dando diferentes respuestas. Además establecerá reglas derivadas y las seguirá si
en su historia de reforzamiento se ha fortalecido seguir reglas. Por tanto, las autorreglas nos
permiten llevar a cabo comportamientos con consecuencias demoradas en el tiempo y nos
permiten la autorregulación comportamental, es decir, decidir qué hacemos y qué queremos
conseguir y adherirnos a ello Törneke, 2016).
En resumen, lodos los tipos de reglas y su seguimiento son sumamente útiles en el
sentido de que nos permiten aprender nuevos comportamientos y persistir en algunos de ellos
cuyas consecuencias son muy demoradas, sin tener que exponernos a consecuencias
potencialmente peligrosas, ni a tediosos procesos de moldeamiento. Ahora bien, el
seguimiento de reglas también puede generar problemas. Tal y como hemos señalado en el
caso de los pliance, cuando el comportamiento de una persona (o una importante parte del
mismo) está basado en el seguimiento de reglas establecidas históricamente a través de
reforzamiento social (por ejemplo, reglas de tipo moral) puede que no discrimine las
consecuencias negativas (si las hubiere) para su vida que pudieran derivarse de dicha
adhesión normativa. Es decir, sería insensible a las contingencias del seguimiento de las
reglas. La insensibilidad correlaciona con la “rigidez psicológica”.
Por otro lado, en el caso de los tracks, hay dos fuentes principales de problemas. En
primer lugar cuando se intenta aprender siguiendo instrucciones o reglas comportamientos
que sólo pueden aprenderse por moldeamiento (como, por ejemplo, conducir). La otra fuente
de problemas surge cuando se establecen reglas o relaciones inadecuadas y el comportamiento
de seguimiento queda alineado con el contenido de la regla. Un ejemplo sería, “no puedo ser
feliz si nadie me quiere” o “tengo que conseguir un aspecto perfecto para buscar trabajo” o
“estar delgado es lo más importante”. En el caso de la psicopatología son especialmente
relevantes los tracking relacionados con eventos internos (pensamientos, emociones,
etcétera), como, por ejemplo, “hasta que no se me quite la ansiedad no podré salir de casa”,
lo que probablemente supondrá comportarse en relación con disminuir la ansiedad.
En el caso de los augmenting, como se ha mencionado, tienen relación con los valores,
por tanto, con lo que es importante para la persona. Podemos derivar y seguir reglas o
autorreglas del tipo “no merece la pena seguir intentando mejorar mi vida” o “el rechazo es
una constante, no encajo ni encajaré”. De forma que no se comprometa con comportamientos
que vinculan con la vida, con los demás y con lo que es importante para cada uno nosotros.

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Resumen.

Desde el punto de vista del Análisis de Conducta de Skinner, el comportamiento


verbal ha sido considerado desde sus inicios un tipo de conducta operante. En este sentido, lo
particular de la conducta verbal es que las contingencias de reforzamiento vienen mediadas
por el/la oyente, es decir, por la comunidad verbal. Con esta premisa, Skinner realizó toda
una propuesta conceptual que incluía una clasificación funcional de las respuestas verbales,
así como el acercamiento a temas tan complejos como el seguimiento de reglas y autorreglas,
la construcción de narrativas o el lenguaje de la ciencia.
Los estudios se sucedieron en los años 70 y 80, en especial sobre el comportamiento
gobernado por reglas como clase operante y las condiciones requerida para su establecimiento
y su modificación. El desarrollo de la Teoría de los Marcos Relacionales, ha supuesto un salto
cualitativo y cuantitativo en el desarrollo del Análisis de Conducta Verbal y de la Cognición,
en tanto que ha permitido establecer los mecanismos y “comprender”, cómo se genera y se
expande el comportamiento verbal y cómo la conducta verbal modifica la propia conducta
verbal en base a la transformación de funciones. Un amplísimo cuerpo experimental ha ido
desmenuzando el fenómeno del comportamiento relacional desde los aspectos más básicos
hasta los más complejos y aplicados, de modo que se cuenta con una amplia comprensión de
los procesos implicados en la construcción del comportamiento verbal como comportamiento
relacional, de cómo se generan las relaciones verbales, las reglas y autorreglas, de cómo se
modifican los significados, de cómo dichas relaciones pueden ser un elemento de control del
resto del comportamiento y de cómo debilitar dicho control. De qué tipo de relaciones entre
estímulos se derivan y cómo podemos facilitar que sean unas u otras las claves relacionales
que prevalezcan.
Y todo ello ha permitido a su vez un acercamiento útil a la hora de establecer las
condiciones para el desarrollo de trastornos psicológicos en que los pacientes se comportan
bajo control de relaciones verbales inadecuadas o perversas (creencias inadecuadas,
pensamientos perturbardores, estrategias de solución de problemas que aumentan los
problemas…, y un largo etcétera). También ha permitido comprender y adecuar estrategias
terapéuticas, como por ejemplo las metáforas, que se incorporan a la Terapia de Aceptación y
Compromiso como herramienta fundamental. Además, nos permite influir en la conducta
verbal del paciente a través de nuestra conducta verbal, diferenciando específicamente las
funciones del comportamiento verbal del/la paciente y del comportamiento verbal del/la
terapeuta, y siendo más eficaces en el propósito de ayudar a las personas a tener una vida
mejor (Villatte, Villatte y Hayes, 2016).

Cuestiones para la reflexión.

1. ¿Tenemos capacidad de influir en el tipo de relaciones que deriva una persona?


2. ¿Una vez que se deriva una relación, es posible eliminarla del repertorio verbal de una persona?
3. ¿Permite la TMR comprender e influir cómo se generan todo tipo de pensamientos?
4. Si la regulación verbal de conducta puede crear problemas ¿cuáles serían los mecanismos a
desarrollar para minimizar este fenómeno?
5. ¿Son las metáforas el principal medio para transformar relaciones de estímulo y debilitar el
control verbal del comportamiento? ¿podemos conseguir este efecto mediante otras estrategias?

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6. Desde la TMR ¿tenemos capacidad de influir en que en la sociedad predominen unos valores con
respecto a otros?

GLOSARIO DE TÉRMINOS.

Conducta verbal: un comportamiento es verbal si está enmarcado relacionalmente, es decir, si su


significado viene dado por su relación con otros.
Marco relacional: es una clase específica de comportamiento relacional arbitrariamente aplicable que
muestra las características bajo control contextual de implicación mutua, implicación combinatoria y
transformación de funciones de estímulo.
Derivación de relaciones: Las relaciones derivadas son las relaciones entre eventos verbales emergen
sin entrenamiento directo.
Relaciones arbitrarias: relaciones entre estímulos que no obedecen a características formales, si no
que vienen indicadas por las claves contextuales que operan en un contexto relacional determinado.
Transformación de funciones: esta propiedad del comportamiento relacional se refiere a que la
función de uno de los componentes del marco o de la red de la relaciones se transfiere o transforma las
funciones de los demás a los demás componentes del marco.
Contexto Relacional: se refiere al tipo de relación que opera entre los eventos en relación. Viene
indicada por claves contextuales.
Contexto Funcional: se refiere a las claves que indican en cada caso la función de una relación.
Analogía: una analogía señala un enlace entre dos términos o componentes (o relaciones) que son
comparados en base a una propiedad que ambos comparten.
Metáfora: es una red relacional que implica una relación formal entre dos eventos aparentemente
distintos, de forma que se transforma la función de estos eventos para el oyente.
Regla: Relación con funciones de control estimular que implica descripción verbal del
comportamiento requerido y de las contingencias implicadas.
Ply: reglas en las que las consecuencias implicadas por su seguimiento son consecuencias sociales.
Track: reglas en las que las contingencias de reforzamiento son las propias o intrínsecas por seguir la
regla (acceder a algo o modificar un estado motivacional,..).
Augmenting: reglas en las que se trata de alterar l (aumentar o disminuir) la probabilidad de
seguimiento (aumentando la fuerza de las consecuencias, o incorporando nuevas contingencias que
fortalezcan su seguimiento).

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