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VIOLENCIA
VIOLENCIA
Tengo que juntar estos apuntes con el ppt en la carpeta para armonizar
EVALUACION, INTERVENCION Y MANEJO DEL RIESGO DE CONDUCTA
VIOLENTA
1. INTRODUCCION
La violencia es acción y omisión (privar a alguien algo o dificultar el desarrollo normal del ser
humano). No solo se considera violencia la ejecución de un acto, sino que la tentativa de
realizarlos (que luego no ocurran por azar) también es considerado violencia.
2. CONCEPTOS
Diferencia entre:
El ser humano es agresivo por naturaleza, pero pacifico o violento se basa en función la cultura
en la que se desarrolle.
Son muchas las teorías que tratan de explicar la violencia, pero realmente no existe un
consenso.
La violencia se relaciona con los diferentes ambientes en los que se mueve la persona (macro,
micro y exosistema).
Según la OMS la violencia es “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado
de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o
tenga muchas posibilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del
desarrollo o privaciones”.
Pare ser definida como violencia, una conducta debe cumplir 3 criterios:
IDENTIDAD MASCULINA
TEMA 1: EV., DIAG. E INT EN EL AMBTO JURIDICO FORENSE SANITRARIO.
Yo, aunque me identifique con una identidad masculina, tengo socializado lo que es una
identidad femenina y viceversa.
Según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, en España hay más de
120.000 denuncias al año por violencia de género y se dictan más de 30.000 órdenes de
protección. A 28 de febrero de 2015, casi 16.000 mujeres tenían protección policial. A pesar
del gran esfuerzo que la sociedad española está realizando para su erradicación, la violencia de
género sigue siendo un problema de primera magnitud, con más de 50 mujeres asesinadas
anualmente a manos de sus parejas o exparejas
Una de las estrategias puestas en marcha en la lucha contra la violencia de género ha sido la
implementación de programas de tratamiento para agresores, que tienen sus orígenes en los
años setenta en Estados Unidos.
En nuestro país, este abordaje se inició a finales de los años 90 en contexto comunitario y en
formato individual (Echeburúa, Sarasua, Zubizarreta y De Corral, 2009). En el ámbito
penitenciario, la intervención con los hombres condenados por delitos de violencia de género
a penas privativas de libertad se inició con una experiencia piloto en el año 2001-2002. En
2005 esta intervención se formalizó con la publicación del Programa de Tratamiento en Prisión
para Agresores en el Ámbito Familiar, (DGIP, 2005), programa basado en el enfoque clínico
cognitivo-conductual y que se implementó de manera generalizada en los centros
penitenciarios de la Administración General del Estado. Unos años después se constató la
eficacia terapéutica del programa.
El resultado fue el Programa de Intervención para Agresores (PRIA) (SGIP, 2010). Dicho
programa se basa en las evidencias que proporciona la literatura científica en relación con
factores de riesgo como la falta del control de impulsos, la falta de empatía o la presencia de
distorsiones cognitivas relacionadas con el género. A partir de 2010, el programa PRIA se
empezó a utilizar tanto en los programas de intervención con penados a prisión como con los
penados a medidas penales alternativas (MPA).
Eficacia de los programas Probar la eficacia de las intervenciones psicológicas que se llevan a
cabo con delincuentes es uno de los problemas más importantes que hay que enfrentar. ¿Son
eficaces?, ¿vuelven a reincidir las personas que los realizan?, ¿hay un cambio en el
comportamiento de los penados?
En el ámbito de la violencia de género este tema es aún más relevante, ya que el tratamiento
de agresores de pareja ha sido especialmente criticado desde algunos sectores de la sociedad
que ven en la asignación de recursos para este fin una desatención a las víctimas de estos
delitos. Existe, por tanto, una especial presión social para probar que los programas que se
realizan realmente modifican la conducta de los agresores y evitan nuevas víctimas.
Respecto al programa de intervención para penados que cumplen una MPA, su eficacia ha sido
evaluada nivel nacional en una muestra de 770 penados tanto en relación a cambios
terapéuticos (medidas de autoinforme pre y post tratamiento) como atendiendo a índices de
reincidencia (nuevas denuncias policiales). Este estudio también contó con grupo control en
lista de espera. Los datos arrojados muestran una evolución positiva de los penados tratados
en todas las variables analizadas: actitudes sexistas, celos, abuso emocional, conflictos de
pareja, asunción de responsabilidad, empatía, impulsividad, hostilidad y expresión y manejo de
la ira.
TEMA 1: EV., DIAG. E INT EN EL AMBTO JURIDICO FORENSE SANITRARIO.
Cuando se compara el grupo experimental con el grupo control, el tratamiento parece incidir
de forma más positiva sobre las actitudes sexistas, la atribución de responsabilidad y la
impulsividad, y en menor medida, sobre sus conductas de abuso emocional en la pareja y la
expresión y control de la ira. Este estudio también determina las características de los penados
con mayor nivel de riesgo en función de la presencia de diferentes variables criminológicas:
proceso socializador desajustado: abuso infantil, historia de violencia o delincuencia en la
familia de origen, consumo de alcohol y drogas en la familia de origen; presencia de factores
de vulnerabilidad individuales: ser testigo de violencia familiar, victimización infantil, consumo
de tóxicos, antecedentes de violencia en otras relaciones de pareja; y variables relacionadas
con el modus operandi del delito que motiva la intervención: gravedad del delito, cometerlo
utilizando armas o bajo los efectos de tóxicos, estar en proceso de separación con la víctima y
reincidencia con la misma víctima. En los sujetos con un perfil criminológico más severo
también se produce una mejora en las variables psicológicas evaluadas. Respecto al índice de
reincidencia de los penados que pasaron por el programa, los datos arrojan valores muy bajos.
En el año posterior a la realización del programa, sólo el 4,6% de los penados había vuelto a
delinquir. En la actualidad se está llevando a cabo un nuevo estudio para evaluar la
reincidencia del mismo grupo de penados cinco años después de haber realizado el programa
de intervención.
Otros estudios españoles que han evaluado los niveles de reincidencia de los penados que
realizan programas en MPA han encontrado también niveles bajos, como en el caso del
programa desarrollado en la administración penitenciaria catalana que encontró un nivel de
reincidencia del 8,8%.
Sin embargo, como ocurre con otros estudios que evalúan la eficacia de las intervenciones en
otros ámbitos de la delincuencia, existen limitaciones significativas en la evaluación de la
eficacia de los programas en el campo metodológico. Las principales tienen que ver con los
instrumentos de evaluación (autoinformes que son fácilmente manipulables por los sujetos y
que en muchas ocasiones no están baremados para esta población), con la medida de la
eficacia tratamental (utilizándose la evolución positiva de las variables individuales tratadas
y/o el nivel de reincidencia, que puede ponderarse de distinta forma: registros oficiales –
denuncias policiales o judiciales, sentencias judiciales, ingresos penitenciarios-, informes de la
víctima o informes del propio agresor) y con la falta de acceso a grupos control en este ámbito.
Además, la falta de homogeneidad en los diseños experimentales utilizados por las
investigaciones dificulta la comparación entre los distintos trabajos.
Estas dificultades metodológicas junto con estudios que no han encontrado datos tan positivos
en cuanto a la eficacia de los programas, han llevado a algunos expertos a cuestionar la
utilidad de estas intervenciones. Sin embargo, lejos de apoyar la idea de la inutilidad de estos
TEMA 1: EV., DIAG. E INT EN EL AMBTO JURIDICO FORENSE SANITRARIO.
Además, el contexto de intervención es muy distinto. Mientras que los condenados a prisión se
someten al programa de manera voluntaria y en un contexto de privación de libertad, los
condenados a MPA están obligados a realizar el programa si no quieren ingresar en prisión, lo
cual se traduce en muchos casos en una escasa motivación intrínseca para realizar el
programa. Por otra parte, los hombres que realizan el tratamiento en la comunidad están en
libertad, por lo que existe una situación constante de potencial riesgo que hay que gestionar.
En una primera fase, el grupo de trabajo encargado de revisar el PRIA revisó la investigación
nacional e internacional más reciente en relación al tratamiento de agresores de pareja, para
extraer conclusiones que les orientaran en la elaboración de esta nueva propuesta terapéutica.
Algunas de las conclusiones más relevantes recogidas de esta revisión son:
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En una segunda fase, el grupo de trabajo recogió las valoraciones técnicas sobre el PRIA de
los profesionales que aplican este programa en MPA en la actualidad. Para recoger la
impresión técnica del colectivo de profesionales se diseñó el “Cuestionario de Valoración
del PRIA” con los siguientes objetivos:
Este cuestionario fue remitido a los 60 profesionales de I.I.P.P. que aplican el PRIA, en los
55 Servicios de Gestión de Penas y Medidas Alternativas del territorio nacional (excepto
Cataluña). Finalmente, la muestra cuenta con las respuestas aportadas por 29
Psicólogas/os y una Trabajadora Social procedentes de 21 Servicios de Gestión de Penas y
Medidas Alternativas. En total, participaron 30 terapeutas (24 mujeres y 6 hombres), que
suponen el 50% de los profesionales que aplican el PRIA en MPA.
Finalmente, para el análisis de datos, con las respuestas obtenidas de los cuestionarios se
codificaron los datos cuantitativos y se registraron las áreas temáticas que presentaron
mayor prevalencia en las distintas áreas evaluadas.
Tras el análisis cuantitativo de las respuestas aportadas, se observa que la valoración media
general del programa cuenta con una alta satisfacción por parte de los profesionales,
obteniendo una puntuación media de 7.28 puntos (DT 0.98) sobre 10. Como se puede observar
en la tabla 2 las unidades terapéuticas que obtienen una mayor valoración de su contenido y
metodología son las correspondientes al abordaje de la Violencia Psicológica (unidad 8) y el
Abuso e Instrumentalización de los Hijos (unidad 9). Mientras que las unidades del programa
que cuentan con puntuaciones más bajas de satisfacción en estas áreas son la unidad 1
(Presentación y Motivación al Cambio), la unidad 3 (Distorsiones Cognitivas y Creencias
Irracionales), la unidad 10 (Género y Violencia de Género) y la Unidad 11 (Prevención de
Recaídas). Por otra parte, se observa una clara discrepancia entre la satisfacción manifestada
en relación a los contenidos de las unidades y la metodología terapéutica propuesta por el
programa. De forma general, los/las terapeutas indican una mayor satisfacción en todas las
unidades con los contenidos M=7.42 (DT: 0.38) que con la metodología M=6.86 (DT: 0.4). Esta
cuestión indica la necesidad de orientar la presente revisión del programa especialmente a la
adaptación de aspectos metodológicos. En la tabla 2, se detallan las puntuaciones medias
alcanzadas en cada uno de los módulos en relación a sus contenidos y metodología
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A nivel cualitativo, de forma global el colectivo de profesionales confirman que las áreas
incluidas en el programa son las adecuadas y deben mantenerse. Además, proponen que
deberían ampliarse y complementar algunas temáticas:
Asimismo, el grupo de trabajo analizó las valoraciones cualitativas específicas que los
profesionales aportaron para cada unidad, tanto a nivel metodológico como de contenido.
Estas valoraciones han sido tenidas en cuenta en la elaboración del nuevo programa, el
PRIAMA.
5. DESTINATARIOS
Los destinatarios del PRIA-MA son los hombres condenados por delitos de violencia de género
que tienen que cumplir una medida penal alternativa.
6. MODELOS TEORICOS
Los factores individuales, sociales y estructurales que explican la violencia de género han sido
objeto de debate desde diferentes perspectivas teóricas y modelos etiológicos. Según Murphy
y Eckhardt (2005), existen cuatro enfoques psicoterapéuticos a la hora de intervenir con
maltratadores, en función del modelo etiológico en el que se basan:
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Por otra parte, los modelos criminológicos que sirven de base a la intervención con la
población delincuente también han sufrido una evolución en los últimos años. El modelo de
referencia a la hora de diseñar programas de intervención en el ámbito penitenciario es el
Modelo de Riesgo, Necesidad y Responsividad (RNR).
El modelo RNR se basa en tres principios fundamentales. El principio de Riesgo señala que ha
de dedicarse mayor intensidad de intervención a aquellos delincuentes de mayor riesgo de
reincidencia. El principio de Necesidad indica que los programas han de buscar modificar
aquellos factores de riesgo que están vinculados con la reincidencia (necesidades
criminógenas). Por último, el principio de Responsividad afirma que las intervenciones han de
diseñarse adaptándose a las características de la población a la que van dirigida (Andrews y
Bonta, 2006). Por lo tanto, un programa efectivo para el tratamiento de los penados por
delitos de violencia de género debe seguir estos principios básicos (Stewart, Flight y
SlavinStewart, 2013). Siguiendo el principio de Necesidad, para la elaboración del PRIA-MA se
ha realizado una extensa revisión bibliográfica sobre los factores de riesgo vinculados a la
violencia de género. Cada una de las unidades terapéuticas que integran este programa aborda
uno o varios de estos factores, que se encuentran tanto en la esfera emocional, como en la
cognitiva y la conductual.
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Módulo 10. 7.3. Fase de Seguimiento Una vez finalizada la Fase de Intervención, se
programarán sesiones individuales de seguimiento con cada uno de los participantes
para evaluar su evolución y las posibles dificultades que hayan podido tener a la hora
de poner en marcha las estrategias y habilidades aprendidas. El/la terapeuta, podrá
utilizar los mismos instrumentos – psicométricos y cualitativos- de la Fase de
Evaluación y Motivación, para valorar los cambios terapéuticos de cada participante.
En esta fase se revisará junto con el participante la consecución de su PMI y el
mantenimiento de los logros alcanzados en el programa, y se dará por finalizada la
intervención.
8. Formato El programa ha sido diseñado para realizarse en formato grupal. Se sugiere
la realización de grupos no superiores a 12 usuarios. En caso necesario se puede
adaptar fácilmente al formato individual. 3 La sesión de seguimiento se hará, en todo
caso, en formato individual. 9. Estructura de los módulos terapéuticos Cada módulo
del programa ha sido estructurado de la siguiente forma: Introducción: donde se
expone, en primer lugar el objetivo general del módulo y las razones por las que ese
tema se ha introducido en ese momento temporal del programa, relacionándolo con el
resto de unidades. Posteriormente, se explica la necesidad de trabajar
terapéuticamente el contenido que se aborda en la unidad, incluyéndose una extensa
revisión bibliográfica de la evidencia empírica disponible al respecto. Por último, se
ofrecen algunas orientaciones sobre el abordaje terapéutico utilizado en la unidad y
sobre las posibles dificultades terapéuticas con las que puede encontrarse el
profesional. Objetivos terapéuticos: se destacan los objetivos que el/la terapeuta debe
alcanzar durante las sesiones dedicadas a cada unidad. Sesiones terapéuticas: los
módulos han sido divididos en un número de sesiones determinado en función de la
extensión y dificultad de la temática abordada. Cada sesión presenta la siguiente
estructura: Introducción y bienvenida: información para el/la terapeuta sobre cómo
llevar a cabo el inicio de la sesión. Exposición psicoeducativa: narración que el/la
terapeuta puede utilizar para explicar los contenidos psicoeducativos de la unidad.
Ejercicios y dinámicas: ejercicios que el/la terapeuta desarrollará con los participantes,
para abordar los objetivos de la unidad. Cada ejercicio incluye un apartado de
objetivos de ese ejercicio en particular, documentos a utilizar y una guía para que el/la
terapeuta pueda enfocar adecuadamente la actividad. En algunos módulos se incluyen
dinámicas optativas que el profesional utilizará si considera que pueden ser útiles para
los participantes con los que esté trabajando. Del mismo modo, el/la terapeuta elegirá
las dinámicas que sean susceptibles de trabajo entre sesiones, para fortalecer los
conocimientos y habilidades adquiridos durante el programa. El número de ejercicios
que se propone en cada sesión es muy amplio. El objetivo no es que se realicen todos
ellos, sino que el/la terapeuta disponga de un amplio catálogo de actividades
terapéuticas para utilizar las que sean más adecuadas en función del grupo de
participantes y de su propio estilo terapéutico. Cierre y despedida: información para
el/la terapeuta sobre cómo finalizar la sesión.
10. Estructura de las sesiones Cada sesión tendrá una duración de dos horas. Se
sugiere realizar dos bloques de 50 minutos cada uno, con un descanso de unos 10
minutos aproximadamente. Sin embargo, esta distribución temporal debe ser tomada
como una sugerencia, adaptándola el/la terapeuta a las necesidades del grupo o del
individuo con el que se está realizando la intervención. Se propone el siguiente
esquema:
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11. Metodología Cada sesión tiene unos objetivos concretos que son abordados a
través de exposiciones psicoeducativas y dinámicas terapéuticas. La exposición
psicoeducativa pretende trasladar a los usuarios del programa los contenidos básicos
de cada materia. Se debe evitar convertir las sesiones terapéuticas en clases didácticas
de mera transmisión de conocimientos. Sin embargo, sí es necesario trasladar a los
usuarios cierta información sobre conceptos psicológicos básicos con un lenguaje
sencillo. La exposición psicoeducativa presenta gráficos y tablas que hacen más fácil la
comprensión de esta información. El manual del participante incluye la misma
información psicoeducativa que el manual del/la terapeuta. De este modo, los
usuarios podrán seguir con facilidad las explicaciones del/la terapeuta, sin necesidad
de tomar notas, o de tener que trasladar esta información a formato audiovisual. El
momento de la explicación psicoeducativa cobra importancia también cuando el
programa se aplica en un formato grupal, ya que las opiniones y conocimientos de
otros miembros del grupo facilitan la adquisición de conocimientos. En caso de realizar
el programa en un formato individual, el/la terapeuta adaptará estas explicaciones al
caso concreto.
Las dinámicas y ejercicios incluidos en este manual pretenden ayudar a los usuarios a
modificar pensamientos erróneos, mejorar sus habilidades y cambiar sus actitudes y
comportamientos. Algunos de los ejercicios que se encuentran en el programa son:
Visionado y análisis de contenidos audiovisuales. Comentario de textos. Debates y
discusiones dirigidas. Trabajo en parejas. Análisis de noticias reales. Role-playing.
Redacción de autobiografías. Ejercicios individuales de análisis personal. Técnicas
de autocontrol emocional y conductual. Dinámicas para trabajar contenidos en
imaginación. Las actividades y dinámicas han sido diseñadas para ser realizadas en
formato grupal. Es conocido el efecto facilitador que supone el grupo en el cambio
psicoterapéutico, por lo que estas dinámicas van dirigidas a generar ese clima grupal.
En caso de formato individual, el/la terapeuta elegirá las actividades que mejor se
adecuen al usuario. En algunas ocasiones, se ha mostrado más eficaz empezar las
sesiones con las dinámicas y ejercicios, para avanzar posteriormente hacia las
conclusiones psicoeducativas de la unidad. Este formato será elegido por los/las
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terapeutas cuando los contenidos a trabajar, el perfil de los usuarios, así como su
propio estilo terapéutico lo aconsejen. 12. Habilidades terapéuticas El programa PRIA-
MA deberá ser realizado por profesionales de la Psicología. Carbajosa, Boira y Tomás-
Aragonés (2013) recogen las dificultades asociadas al proceso terapéutico con los
hombres agresores que han sido estudiadas por la investigación. Fundamentalmente,
destacan las complicaciones derivadas del contexto de intervención, entre las que se
encuentran los problemas para establecer una relación de cooperación con el agresor,
las dificultades inherentes a la obligatoriedad del tratamiento y la obligación del/la
terapeuta de informar a las autoridades judiciales sobre la evolución de los agresores.
Las propias características de los agresores pueden ser también problemáticas,
especialmente la falta de motivación, la negación o minimización de su conducta, la
presencia de mecanismos de defensa, la presencia de actitudes hostiles y los altos
niveles de deseabilidad social. El/la terapeuta, por su lado, también presenta
dificultades, ya que tiene una duplicidad de funciones (ayuda versus control), es
probable la aparición de síntomas de burnout a lo largo de su trayectoria profesional y
debe mantener la objetividad y controlar la posible interferencia de sus propias
creencias de género. Para contrarrestar estas dificultades, los autores recomiendan
fortalecer las siguientes habilidades terapéuticas: Definir de manera adecuada el
marco de la intervención y los límites de la relación terapéutica. El profesional debe
explicar a los participantes en qué va a consistir el programa y su obligación de
mantener informada a la autoridad judicial respecto a su evolución. Una vez claras las
normas de la relación terapéutica, debe ser capaz de proporcionar un clima basado en
la confianza y el apoyo. Mejorar la motivación y la participación de los participantes
en el programa. El/la terapeuta tendrá en cuenta la fase de motivación en la que se
encuentra cada participante, para poder adaptar adecuadamente el trabajo
terapéutico. Manejar los mecanismos de defensa y las culpabilizaciones a la víctima
que se puedan producir a lo largo de la intervención. Para ello, el/la terapeuta
presentará una actitud equilibrada, es decir no será defensiva ni confrontativa, ni
tampoco en extremo empática. El objetivo es que el/la terapeuta cree una atmósfera
que favorezca la introspección y evite el conflicto directo. Utilizará preguntas abiertas
para fomentar la participación de los agresores y reforzará sus actitudes positivas.
Ser capaz de compaginar el doble rol como terapeuta y como agente de control de una
manera equilibrada.
TEMA 1: EV., DIAG. E INT EN EL AMBTO JURIDICO FORENSE SANITRARIO.