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La palabra "bioética" no es una palabra común que se escucha todos los días entre el hablar de las

personas; por lo que es importante conocer primero el significado de la palabra bioética. La misma,
proviene del griego bios = vida y ethos = hics, y fue utilizada por primera vez en un artículo por el
investigador del cáncer, Dr. Van Rensseler Potter, 1970. El término bioética se define como el estudio
sistemático del comportamiento humano en las ciencias de la salud y la vida. Este comportamiento debe
verse en términos de valores y principios éticos, pero en la práctica el término ahora parece tener un
significado diferente. Por crisis de valores y pérdida de confianza, muerte y sufrimiento; El mundo
occidental ha llegado a la conclusión de que los especialistas en bioética tienen las respuestas a todas
estas preguntas, lo que ha llevado a muchos a acudir a ellos en busca de ayuda. En este libro, Antonio
Cruz afirma, que “la bioética cristiana no implica una renuncia al análisis racional…sino que aspira a una
reflexión profunda de todas las valoraciones éticas que tienen que ver con la vida”. O sea, que debe
esforzarse por producir un discurso lógico, científico y escrito, pero al mismo tiempo sustentado en
premisas evangélicas sobre el sentido trascendente de la vida y la dignidad humana. A pesar de la
diferencia entre un enfoque ético laico y un enfoque teológico o ético, lo cierto es que la bioética
generalmente pretende ser ciencia genuina.
De la misma manera, el autor muestra que hay muchos tipos de antropología con diferentes
definiciones, incluida la antropología existencial, donde el hombre es un animal, diferente de todos los
demás animales porque es un organismo histórico; la antropología estructural, donde solo hay un tipo de
conocimiento y un tipo de verdad que proporciona la ciencia empírica; la antropología neomarxista,
donde el hombre es la existencia y creación de la sociedad, su alfa y su omega, su principio y fin; la
antropología biologista, la cual reduce al hombre a pura zoología y a la biología a inorgánica, no
científica, sino ideológica; la antropología conductista, la cual reduce la mente a la conducta; y, la
antropología cibernética, la cual mantiene el concepto de mente-cerebro y cerebro-maquina. A pesar de
que estos diversos antropólogos presentan un panorama desolador y triste del verdadero valor humano, la
Biblia, por otro lado, presenta un punto de vista completamente nuevo y completamente diferente. La
Biblia enseña desde el primer capítulo de Génesis que el universo y la vida provienen de Dios, que Él
creó los cielos y la tierra. Por tanto, el hombre no puede ser el fin último de la creación, porque forma
parte de ella. Así, para todo cristiano, el valor de toda la vida humana proviene de la Encarnación del
Verbo.
Otro punto importante de este libro se refiere a la reproducción asistida. Con todos los avances de esta
tecnología biomédica, es perfectamente normal tener dudas y dificultades que solo pueden ser explicadas
mediante un análisis serio. También, se presenta en este libro, un aspecto que también es muy interesante
y controvertido, especialmente en los círculos religiosos, es la fecundación in vitro (FIV). El autor nos
dice que es importante para nosotros como cristianos considerar lo siguiente: es difícil determinar el
número de niños nacidos por este método. Por lo general, la gente habla menos de fracasos, así que es
importante que las personas o parejas que participan en este método estén conscientes del cigoto que se
reproducirá durante esta inseminación. La Biblia dice que el hombre fue creado por Dios, y para gloria de
Dios; por lo que el propósito de la creación no está en el universo, sino en la adoración del Creador. Así
que, como cristianos que creemos en Dios como Creador de todas las cosas, debemos considerar qué
significa este método y cómo falla en hacer la voluntad de Dios por lo que se ha presentado. El autor
destaca cómo la ciencia invade y manipula la fuente de vida que sólo pertenece a Dios. En cuanto al
tema de la fecundación in vitro en el campo del matrimonio, se oponen algunas opiniones, ya sea porque
es contraria al orden natural de la producción humana, o porque se realiza de manera artificial, al separar
el aspecto de unidad del aspecto de reproducción. Aunque es cierto que, desde el punto de vista
evangélico, el FIV no debe ser acusado de inmoral. No es contrario a ningún valor humano básico; no
infringe el amor conyugal, al contrario, lo afirma. El principal problema de la reproducción asistida es la
inseminación artificial de mujeres solteras que desean concebir, como solteras, viudas, divorciadas o
separadas, o parejas del mismo sexo. Tanto la Biblia como la psicología muestran que la existencia de un
padre y una madre juega un papel decisivo en la formación de la personalidad de un nuevo ser. Esto se
debe a que el niño necesita modelos de referencia válidos y cercanos para definir. También requiere la
capacidad de compararlos y complementarlos. La relación entre el desarrollo de determinadas
orientaciones homosexuales y la ausencia de los padres en la infancia es un hecho bien conocido por los
psicólogos. Por estas razones, nos parece desde un punto de vista cristiano que la inseminación artificial
de una mujer misma, o incluso de una pareja de lesbianas, debe rechazarse. Los nuevos métodos de
reproducción han convertido lo que hasta hace unos años pertenecía al reino de la pura imaginación. Hoy,
cualquier mujer sana puede concebir y dar a luz un hijo que no es el suyo; ahora la maternidad puede ser
legal o biológica, y esta, a su vez, se ha dividido en genética o embarazo; Ahora es posible concebir un
hijo usando el esperma de un esposo que murió hace muchos años. Una abuela tiene la oportunidad de dar
a luz a un nieto, y una mujer puede ser madre y hermana de su propio hijo. Los últimos métodos de
inseminación artificial permiten la inseminación con el semen, ya sea del marido o de un donante
anónimo, donde los espermatozoides pueden ser frescos o congelados. Este método no es tan solo para la
mujer casada, si no que puede ser soltera, viuda, o tener cualquier género de identidad, como las parejas
lesbianas.
La bioética es una ética que se aplica a la biología, respetando la vida humana, el derecho a vivir y
morir, el derecho al ser humano y a acompañar a las personas dentro de los límites de la ciencia; pero
aunque el futuro que ofrecen la biología y la medicina modernas es alentador; ¿hasta dónde permitiremos
que se adentren cuando al respeto y la dignidad humana, se refiere? Aunque el tema es complejo y la
respuesta no es simple, en este libro se encuentra una fuente de información y documentación erudita, así
como accesible y comprensible a manos de autoridades tanto en el campo de la biología como en el de la
teología. Tanto para mí, como estudiante de teología, como para Pastores, evangelistas, maestros de
escuela bíblica, y cristianos en general, debemos leer y estudiar este libro, pues se nos orienta, de una
manera ordenada y critica, sobre el tema de la bioética cristiana. Además, se nos brinda herramientas para
refutar cualquier argumento que vaya en contra de nuestras creencias, las cuales podemos sustentar con la
Palabra. Ciertamente, estamos viviendo una era donde las cosas van cambiando de forma vertiginosa, y
en donde los científicos no descansan en buscar variar lo establecido, con, o como ellos entienden que
sería mejor. Es de conocimiento de todo creyente, que quien tiene potestad de cambiar cualquier cosa
dentro de este universo es Dios, pues, Él es el creador de todo y de todos. Los cristianos viven en un
mundo lleno de incrédulos. Cada decisión de una persona afecta la moralidad de la persona y la sociedad
en la que vive. La mayoría de nuestras decisiones no cambian mucho para nosotros ni para los demás,
pero como seguidores de Jesús, nuestro camino (para llegar a ser cada vez más como Jesús) es de suma
importancia. Las decisiones bioéticas son algunas de las más importantes en nuestras vidas, por lo que
debemos pensar detenidamente en lo que estamos haciendo.
La bioética cristiana no significa rechazar el análisis racional y serio, y reemplazarlo con máximas
religiosidad, sino que apunta a una comprensión profunda de todas las consideraciones éticas
involucradas con respecto a la vida. No se trata de clausurar sistemáticamente la ciencia en nombre de
una supuesta ortodoxia doctrinal, sino de abrir los ojos al escrutinio de estos cuestionables aspectos de la
bioética que hoy exige una interpretación fidedigna del Evangelio. La bioética cristiana expone abierta y
tácitamente sus principales creencias. El ser humano se entiende creado a imagen de Dios, por lo tanto,
toda vida humana tiene dignidad y valor; El cuerpo es el templo de Dios, el sufrimiento no es
insignificante y la muerte no es el fin absoluto del hombre. Estos supuestos suelen ser criticados por
quienes afirman que su bioética es más libre y auténtica porque no tienen creencias previas. Sin embargo,
la realidad es que cuando profundizas un poco más, cuando analizas más profundamente, resulta que este
no es el caso. Detrás de tales argumentos siempre hay supuestos evolutivos, materialistas, pragmáticos o
naturalistas. Por el contrario, la bioética cristiana debe esforzarse por producir un discurso racional,
científico y documental, pero al mismo tiempo debe estar basado en las premisas evangélicas del sentido
trascendental de la vida y de la dignidad humana. Sólo así se puede construir un verdadero humanismo
cristiano, que respete la libertad de todas las criaturas y contribuya a la expansión del Reino de Dios en la
tierra.

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