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HISTORIA DE LA MARINERA

La marinera es uno de los bailes más


reconocidos del Perú, que, al son de la música y los
aplausos, deleita al público en cualquier momento. Es
la razón por la que muchos turistas nacionales y
extranjeros viajan muy lejos de su ciudad para
conocer las raíces de esta tradicional danza y
averiguar dónde es que se baila mejor.

La marinera, en todas sus variantes regionales, es


considerada Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto Nacional de
Cultura del Perú (desde 1986). Su nombre se debe a que Abelardo Gamarra
Rondó, famoso escritor nacional, la bautizó así en 1879 en medio del espíritu
patriótico del país en aquella época. Aunque es un baile tradicional peruano,
representa también el encuentro de muchas culturas, como la española,
amerindia y africana.

Una mezcla de culturas

Algunos historiadores relacionan a


la zamacueca con un baile que ya se practicaba
en la época de los incas. Zawani (baile de día de
descanso) y Zamiquiqui (día de descanso del
campesino en el virreinato) son dos palabras en
quechua que probarían su origen antiguo y que
juntas inspirarían a la zamacueca. Sin embargo, otros historiadores –como
mencionamos– indican un origen africano debido al nombre “zamba clueca”, un
baile proveniente de este continente y con ritmo y pasos parecidos.

La zamacueca, entonces, recibió el aporte de muchas culturas, pero una


combinación especial nació en el Perú. Después de que esta se volviese un baile
muy popular, comenzó a expandirse por toda América Latina. Fue entonces
cuando Chile lo adoptó y en nuestro país vecino fue bautizado como “La
Chilena”. En el Perú, por otro lado, además de “zamacueca” lo llamaban
“tondero”, “mozamala”, “sajuarina”, etc. No tenía nombre único.
Durante la guerra entre Perú y Chile, los peruanos no permitirían que un baile
propio pasara a manos de los chilenos. Para ello, Abelardo Gamarra Rondó, el
escritor conocido como “El Tunante”, bautizó finalmente al baile como “marinera”
en un artículo llamado “Marinera le pusimos y Marinera se quedó”, publicado
en el diario El Nacional. Escogió este nombre debido a la popularidad que tenía
la Marina de Guerra del Perú en medio de las batallas y porque esta institución
era un símbolo (y lo sigue siendo) para todos los peruanos.

Las variantes del baile a lo largo del país

Entre todos los tipos de marinera hay tres más reconocidos: la limeña, con


movimientos más suaves y marcados; la serrana, con una expresión melancólica
pero estilizada; y la norteña, más pícara y enérgica. También existe la marinera
con caballo de paso, un ejemplar animal que se adiestra desde la época de la
Colonia para que marque un trote especial.

En cuanto a la marinera norteña, el hombre baila con o sin sus zapatos,


mientras que la mujer no los usa. Para los danzantes es motivo de orgullo poder
bailar en superficies difíciles y muy calientes sin perder la calidad de sus pasos.
Esto se debe a que, con mucha práctica, los pies se endurecen y los bailarines
pueden bailar en terrenos irregulares.

Este baile es peculiar por sus movimientos con pañuelos, mientras que se
produce un cortejo entre la pareja que marca cada paso sin quitar sus miradas
coquetas entre ellos. Se realiza con una postura elegante, firme y enérgica al
compás de la música. Los zapateos también son característicos, el hombre con
más fuerza y la mujer con mayor finura.

La vestimenta de los varones consiste en el típico traje de jinete, como los


chalanes, y puede ser negro o blanco, con adornos y encajes. Para las mujeres,
comprende un vestido largo con encajes y largos pliegues. Sin embargo, ambos
vestuarios pueden variar según la región en la que se baile. En Lima, por
ejemplo, la vestimenta del hombre se asemeja más a un traje o terno elegante.

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