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Basilio de Santa Cruz Pumacallao

(Cuzco, 1635-1710, active 1661-1700)


Basilio de Santa Cruz Pumacallao
(Cuzco, 1635-1710, activo entre 1661- 1700)

Investidura de San Ildefonso

Óleo sobre tela


154.7 x 100 cm
Procedencia: Colección Privada, Sevilla, España.
Los españoles llegan a Perú hacia 1531 y en unas pocas décadas exploran la totalidad del
territorio. El escenario que ocupa este momento en la región se caracteriza por la lucha
entre dos mundos paralelos, pero completamente diferentes por liderar
ideológicamente un mismo territorio que era antes ocupado por las culturas
prehispánicas, y que desenlaza en una incesable serie de eventos relacionados al choque
producido en los que se ven envueltas ambas culturas. Una nueva cultura se proclama
y parte de la desestructuración del pueblo andino para ir tomando relevancia y poder,
implementando no solo una nueva religión, sino también ideologías, normas de
comportamiento y costumbres desconocidas para los nativos. Es el proceso de
aculturación que sufren los pueblos en todo el continente americano, según nos cuenta
Jordi Gussinyer en el “Sincretismo, Religión y Arquitectura en Mesoamérica”, quien cita
a Aguirre Beltran y a Gruzinski Serge.

Con el desembarco en América, los conquistadores imponen sus criterios culturales1 de


manera prepotente e invasiva. Actitud que de inmediato se materializa en un
despiadado proceso de aculturación dentro del cambio cultural que se aproxima 2. Con
el fin de facilitar la incorporación de la nueva civilización en la población indígena se
parte de la desestructuración del pueblo mesoamericano. Para lograrlo, a menudo se
utilizan temas culturales precolombinos que se mezclan con los que traen consigo los
invasores 3 . En el interior de esta dramática situación de violento proceso de
desintegración cultural, el pueblo mesoamericano desea, de ser posible sin traumas,
camuflar, tal vez incrustar en el sentido de incorporar a los aportes del pueblo invasor
algunos de sus componentes culturales, posición antropológica que en términos
generales denominamos sincretismo4.

1
GRUZINSKI, SERGE 1991 La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México
español del siglo XVI-XVIII. Fondo de Cultura Económica. México. 23-29 citado por Jordi Gussinyer i Alfonso p.188.
2
Las diversas tendencias de la aculturación aparecen explicadas, por ejemplo, en: Aguirre Beltrán, 1957:14-15;
Wachtel, 1976:26-28; Baty 1968. citado por Jordi Gussinyer i Alfonso p.188.
3
AGUIRRE BELTRÁN, GONZALO 1952 "El gobierno Indígena en México y el proceso de Aculturación. "en América
Indígena. vol. XII, n. 4. p.282-283 Citado por Gussinyer i Alfonso p.188.
4
AGUIRRE BELTRÁN, GONZALO 1957 El proceso de aculturación. Universidad Nacional Autónoma de México.
México. citado por Jordi Gussinyer i Alfonso p.188.

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En las últimas décadas del siglo XVI, en Cuzco, debido a la costumbre y necesidad de
las clases aristócratas Incaicas de convivir dentro de una estética que aportara elementos
con gracia y belleza, las artes plásticas adquieren una relevancia e importancia didáctica
fundamental que se entrelazan para dar vida a infinidad de obras de arte. Es el fruto de
lo considerado bello junto con las representaciones de una nueva religión que se arraiga
en la región andina en el proceso de Evangelización. Estratégicamente hablando, desde
un principio la misión de los conquistadores fue precisamente conquistar Cuzco, que
fuera la capital y punto neurálgico del imperio Inca. Por lo anterior dicho, la conversión
a la fe cristiana era de suma importancia, ya que sería clave la evangelización de la élite
Incaica que residía en el territorio para poder expandir el culto al resto de la sociedad y
rincones del imperio Inca. Gracias a la estructura polític0-social y religiosa de los
españoles, y mediante la arquitectura, con la creación de la Catedral del Cuzco, como
así también del resto de edificaciones eclesiásticas, gubernamentales y de los sectores
nobles, embarcan hacia el Virreinato del Perú diversos artistas provenientes de Europa.
Con la llegada de estos, empieza a tomar relevancia no solo la pintura, sino también la
escultura y los elementos arquitectónicos que pasarán a formar parte del decorado de
los edificios. Matteo da Lecce, Angelino Medoro y Bernardo Bitti, están considerados
los padres de la escuela cuzqueña e introdujeron la corriente manierista en el Virreinato
del Perú.

Llegado el siglo XVII la pintura cuzqueña extiende su presencia y marca el camino al


resto del virreinato en donde se forman otros importantes focos de producción artística,
como lo fueron la escuela Quiteña y la escuela Potosina. Como dijimos, Bernardo Bitti
introduce el estilo manierista y Gregorio Gamarra fue su discípulo y seguidor.
Posteriormente Diego Quispe Tito, quien es discípulo de Gamarra, de origen Cuzqueño
y de sangre india, continua con el estilo de su maestro y utiliza los grabados flamencos
como fuente de inspiración, agregándoles su propia impronta.

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En la obra de Basilio de Santa Cruz Pumacallao, quien era un indio quechua, se percibe
una influencia fuertemente ligada a la pintura española. Es al mismo artista y a su taller
a quien atribuimos la autoría de la obra que presentamos. Fue uno de los pintores más
notables de América y gracias a su gran habilidad y calidad pictórica podemos
compararlo con sus contemporáneos españoles. Logra fusionar exquisitamente el
barroco español con toques de espíritu americano. Interpreta las obras de grandes
maestros españoles como Murillo, Velázquez, Valdés Leal y la artista Flemenco Rubens
sin olvidar sus orígenes indígenas, dando como resultado el innovador y único Estilo
mestizo. El San Ignacio de Loyola exorcizando endemoniados (Fig. 1) y Los Milagros de
San Francisco Javier en la India son claras interpretaciones del imaginario Rubeniano.

Fig. 1: Basilio de Santa Cruz Pumacallao Ignacio de Loyola Exorcisando Endemoniados,


Catedral de Cuzco, Peru.

En principio los historiadores confundieron su origen, pensando que era un pintor


español que trabajó en América debido a su evidente estilo barroco y por falta de
documentación, incluso se llegó a especular sobre su vida en un monasterio en el que

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nunca tuvo. Recientes investigaciones sitúan a Basilio Santa Cruz como descendiente
de indios, aunque existen pocos datos sobre su vida adolescente y su formación como
artista, sí tenemos constancia de su prolífera producción. Siendo tan solo un joven de
27 años es cuando realiza El martirio de San Laureano (Fig. 2), que se encuentra en la
Iglesia de la Merced de la imperial ciudad de Cuzco.

Fig. 2: Basilio de Santa Cruz Pumacallao, Decapitación de San Laureano


(Retratado a la izquierda Don Laureano Polo de Alarcón y enfrentado a su
señora esposa), Iglesia de la Merced, Perú.

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El Martirio de San Laureano es la primera obra conocida que Basilio Santa Cruz firma y
data en 1662, y de mayor relevancia aún, es considerada por varios estudiosos como la
primera obra Barroca realizada en el Cuzco, dando así lugar, ya entrado el siglo XVIII, a
cuál fuera posteriormente uno de los periodos más interesantes llamado el estilo
Barroco Mestizo. Es donde se produce con mayor fuerza y se ve plasmado en las artes
plásticas el sincretismo producido a través de la aculturación indígena en donde se
incorporan una gran cantidad de elementos artísticos de naturaleza prehispánica que
fueron pasando de generación en generación a las innovadoras obras.

De constante y profusa actividad a lo largo del siglo XVIII, se fue incrementando la


demanda de arte religioso para satisfacer a los creyentes y devotos en el territorio
americano cada vez más occidentalizado. Para esto fue decisiva la creación y éxito de
los talleres de los artistas que fueron alcanzando renombre, como el de Marcos Zapata
de quien hay constancia de una gran producción destinadas a las ciudades del Collao y
Potosí.

Gracias a la enorme demanda que existía por las obras cuzqueñas fuera de la región y
conforme a esto, la difusión e importancia que alcanzó como escuela, este movimiento
artístico ayudó a fomentar el surgimiento de otras escuelas en el altiplano. El paceño
Leonardo Flores y el cochabambino Melchor Pérez de Holguín fueron protagonistas de
esta nueva corriente artística5.

En medio de este acervo cultural es que se vislumbra el prometedor porvenir del joven
Basilio Santa Cruz, quien logra realizar una extraordinaria producción concentrándose
en la pintura religiosa y los retratos. Uno de los personajes que logró reconocer la
tenacidad y talento de Basilio Santa Cruz, fue don Laureano Polo de Alarcón,
administrador del Hospital de San Andrés, quien quedó inmortalizado en la pintura de
El martirio de San Laureano al ser retratado como un donante en esta obra magistral que

5
Gutierrez Viñuales, Rodrigo. (2008). La pittura e scultura in America Latina. p.4.

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quita el aliento y que es ponderada por Celso Pastor de la Torre en su publicación Perú:
Fe y arte en el virreinato.

Hacia 1667 Basilio Santa Cruz pinta una serie dedicada a San Francisco para el convento
que lleva su nombre. Es precisamente cuando el Conde de Lemos, Virrey del Perú, se
queda maravillado con el talento del pintor al conocer su obra. Fue un momento
decisivo para impulsar su carrera como pintor situándolo como el favorito de los
sectores privilegiados. Se puede observar su firma en el lienzo que representa la Muerte
de San Francisco (Fig. 3).

Fig. 3: Basilio de Santa Cruz Pumacallao, Muerte de Francisco, Convento de


San Francisco, Peru.

El Obispo Mollinedo y Angulo, conocido coleccionista de obras europeas, llega a Cuzco


en 1673 y se convierte en el mecenas de Santa Cruz ordenándole varios encargos. Éste
juega un rol clave para la consolidación de la Escuela Cuzqueña, y por ende para el
surgimiento de las otras escuelas que se inspiraron en la pintura desarrollada en el
Cuzco.

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“El Obispo y su entorno contribuyeron así a construir la imagen pública del
renacimiento inca, un emergente fenómeno cultural e ideológico de vastas
proporciones liderado por la aristocracia indígena de ascendencia incaica, en
busca de reafirmar un estatus de privilegio que se hallaba en la base mínima
del pacto colonial”6.

“A partir de 1690, comienza la decoración pictórica catedralicia. Se centran en


un programa iconográfico de aliento y dimensiones monumentales, distribuido
en los brazos del crucero, cuya ejecución recayó en Basilio de Santa Cruz
Pumacallao, maestro particularmente dotado para dar forma a los ambiciosos
planes de Mollinedo7. Dado el conocimiento que poseía del Estilo de Rubens y
su escuela, además de su familiaridad con la Pinacoteca del Obispo, Santa
Cruz reunía las mejores condiciones para recrear los fastos pictóricos que este
había admirado en la corte española. Sin duda por medio de este importante
encargo, Mollinedo intentaba evocar en el cuzco ese efectista barroco
internacional, triunfante desde la década de 1660 en Madrid a través de las
grandes composiciones religiosas de Juan Carreño de Miranda, Francisco Rizi
(1614- 1685) y Francisco Herrera el Mozo (1627- 1685)”8.

El Corpus Christi (Fig. 4), que se encuentra en la Catedral de Cuzco, es un claro ejemplo
del sincretismo religioso representado en la pintura cuzqueña que plasma lo cristiano y
lo andino. Representa a una de las fiestas más importantes del calendario religioso
virreinal que se festejaba en el mes de junio y coincidía con el antiguo Inti Raymi.

6
John H. Rowe, Retratos coloniales de los incas noble. Revista del Museo e Instituto de Arqueología (Cuzco)n 21,
pp 109-128.
7
Luisa Elena de Alcalá. Jonathan Brown Pintura en Hispanoamérica 1550-1820 Ediciones El Viso, Banco cultural
Banamex Madrid 2014.p. 329.
8
Véase Brown 1992, pp.228-239; Pérez Sánchez (dir) 1986; Luisa Elena de Alcalá. Jonathan Brown 2014.

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Fig. 4 Basilio de
Santa Cruz
Pumacallao,
Procesión del
Corpus Cristi,
Catedral de Cuzco,
Peru.

Tres obras que no podemos dejar de mencionar del pincel de este gran artista, son el
lienzo de la Virgen de Belén (Fig. 5), ubicado en el coro de la Catedral de Cuzco, en el
cual está presente el retrato de Don Manuel como donante -que por cierto comparte la
misma postura que la de nuestro San Ildefonso-, la de la Virgen de la Almudena, que
incluyen los retratos de los reyes de España, y San Isidro Labrador, firmado Basilio me
fecit año 1693.

Fig. 5: Basilio de Santa Cruz Pumacallao, La Virgen de Belén con el obispo


Gaspar de Mollinedo como donante, Catedral de Cuzco, Peru.

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Es posible que debido a la jerarquía y al reconocimiento que Santa Cruz gozaba entre
sus pares, y en consecuencia, a la demanda de composiciones de gran tamaño
encargadas por el clero para adornar importantes espacios, salas o habitaciones, es muy
difícil encontrar dentro del acervo pictórico del artista obras para la devoción particular.
En gran parte de sus obras se pueden apreciar, además de la monumentalidad de sus
composiciones, bellas escenas con numerosos personajes y querubines en los cuales
muchas veces intervenía el taller del artista colaborando con ciertos elementos o figuras,
e incluso a veces finalizando la totalidad de una obra, como se solía hacer en los grandes
centros de producción de Europa.

Pocas son las obras conocidas hasta el momento de la mano del pintor o su círculo que
se encuentren fuera del ámbito eclesiástico, es decir, en colecciones particulares.
Dentro de ellas vale la pena mencionar la Virgen Inmaculada del Museo de arte de Lima,
y el San Lorenzo de 143 x 94 cm del museo Pedro de Osma (Fig. 6), catalogado como
circulo del artista. Al compararlo con la Investidura de San Idelfonso (Fig. 6a), nos

Fig. 6: Basilio Santa Cruz


Fig. 6a: Investidura de San Ildefonso.
Pumacallao(atr.), San Lorenzo
Jaime Eguiguren Art & Antiques.
(ca.1680-1720) Museo Pedro de Osma.

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encontramos con lienzos de similares medidas, que además presentan claramente un
desarrollo del estilo barroco español que se combinan con elementos propios de la
pintura Cuzqueña.

El fino trabajo de l0s dibujos ornamentales realizados con brocatería, o la aplicación de


oro para decorar y realzar las escenas, siguen exactamente el mismo criterio de técnica
y diseño en ambas obras (Figs. 7 y 7a). Es cierto que la figura de San Lorenzo cuenta con
un dibujo preciso igual que los tres personajes en la Investidura de San Ildefonso, pero
en los angelitos que lo sobrevuelan, se nota a simple vista un menor tratamiento en su
dibujo y una carencia de fuerza en las pinceladas, plasmándolos así, como figuras
secundarias dentro de la escena9.

Fig. 7: Basilio Santa Cruz Pumacallao (atr.), San Fig. 7a: Investidura de San
Lorenzo(detalle), Museo Pedro de Osma. Ildefonso(detalle). Jaime Eguiguren Art &
Antiques.

9
Podremos encontrar en el término brocateado definiciones diversas, así pues, se puede decir que el brocatel
proviene del brocado. Se trata de una pintura cubierta con diseños de oro, generalmente para mostrar lujosas
prendas de vestir, siendo los pintores de la Escuela de Cuzco los que favorecieron esta técnica que simula los
relieves del brocado o damasco, de ahí su nombre de brocateado. Esta técnica es un añadido como
ornamentación que se realiza al final de cada obra. Cuando nos referimos a la palabra brocateado, cabe
mencionar que no siempre la aplicación ornamental es dorada, sino que también se pueden encontrar en plata,
e incluso el uso de otros pigmentos, como por ejemplo el blanco, para la realización de las puntillas de los ropajes.
Ver Barbara Belda Lido.

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Sin duda en la representación de la Investidura de San Ildefonso aquí propuesta, Basilio
de Santa Cruz denota un claro sincretismo entre el indigenismo cuzqueño y el barroco
español. El hecho de que la obra posea características que la vinculan con las formas y
modelos europeos no logra alejar la identidad indoamericana del artista, que se ve
reflejada con fuerza en el abundante uso del brocado de oro. Recurso posteriormente
generalizado en la pintura colonial del siglo XVIII cuyo origen se remonta al arte
Bizantino y cuya cualidad principal es crear delicados contrastes resplandecientes que
brillan sobre fondos más oscuros, y de los cuales existe constancia pictórica que Santa
Cruz y su taller habrían utilizado en otras obras, como por ejemplo, en la Inmaculada
pisando la Herejía que se encuentra en el Museo de Arte de Lima (Fig. 8). Nuevamente
es notable la semejanza del diseño de brocado de las decoraciones en las vestimentas de
la Inmaculada al compararlas con las de las tres figuras de nuestra representación del
Santo Obispo. Semejante es también la similitud con la Virgen de nuestra composición
quien obsequia la Casulla al mencionado obispo, ambos mantos azulados cubiertos de
estrellas y bordados dorados que sobresalen de sus prendas. En actitud de recogimiento,
y con las manos dispuestas para la oración,
el rostro de la Virgen refleja paz y enfatiza la
pureza. Actitud similar a la de San Ildefonso,
que responde también a las fórmulas
preestablecidas: mejillas ruborizadas, nariz
con tabique nasal recto, boca pequeña
esbozando una tímida sonrisa, frente lisa y
arco de las cejas ligeramente pronunciadas.
Esta obra corresponde al segundo milagro
producido cuando es investido por la Virgen
María y el ángel, figura alada muy
representada en los trabajos del maestro
Santa Cruz predecesora del Arcángel
Arcabucero o militar andino definido por su Fig. 8 Basilio de Santa Cruz
carácter apologético. Pumacallao,Virgen Inmaculada, Museo de
Arte, Lima.

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Considerado como uno de los Santos Padres de la iglesia española, Ildefonso, al parecer
nacido en Toledo, quien ocupó el cargo de Obispo, fue uno de los personajes más
ilustres de la España Visigoda de quien además conocemos la existencia de sus escritos,
siendo estos un aporte fundamental para su documentación biográfica. El primer suceso
milagroso relacionado con el Santo fue la aparición de Santa Leocadia, quien se le
aparece para agradecer la defensa de la virginidad de María.

San Julián, quien fue sucesor de San Ildefonso en Toledo, nos deja tras su relato una de
las fuentes más fiables sobre la vida de su predecesor.

Para la fiesta de Santa María San Ildefonso compuso una “Missa” y cuando iba al templo
a celebrarla, antes de las horas matutinas, según su costumbre, acompañado del clero
que le precedía con luces, vieron las puertas de la iglesia abiertas y un gran resplandor
en ella. Los que llevaban las lámparas las abandonaron y huyeron temerosos. Había
coros de ángeles e Ildefonso fue al altar de la Virgen y la vio sentada en la cátedra de
marfil en que él solía sentarse para predicar. Elevando los ojos vio todo el ábside de la
iglesia lleno de numerosas vírgenes que recitaban cánticos de David. Miró a la Virgen y
ésta le habló así: "Acércate a recibir de mi mano, carísimo siervo de Dios, este regalo que
he tomado del tesoro de mi hijo. Has de llevar este vestido en los días de mi fiesta y puesto
que has sido siempre fiel en mi servicio, y has defendido mi fama entre los fieles, este
vestido de gloria que te adornará en esta vida, lo gozarás también en la futura junto a
otros siervos de mi Hijo". Y diciendo estas palabras desapareció, así como las vírgenes y
las luces que habían venido con ella.10

Con la contrarreforma, que surge en el Concilio de Trento, la iconografía se orientó


especialmente a aquellos motivos que los protestantes rechazaban, incrementando así
entre otros, el culto a San Ildefonso, quien defendía el culto a la Virgen, a la verdadera
doctrina, y afirmaba la tradición cristiana. Impactando directamente en América gracias

10
Flórez, ob. cit., V, pág. 508-509.

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a su papel como protector contra los herejes donde existían cofradías, parroquias y
colegios bajo su patronato, se incrementaron las reproducciones iconográficas del Santo.
Otro ejemplo de iconografía que tuvo gran impacto en los Virreinatos referido a la lucha
contra el infiel y el hereje, es la del Santiago Matamoros, en cuyas representaciones
puede o no hallarse una variación del tema. Ocupando así el indio americano, el lugar
del moro como infiel vencido por la doctrina cristiana en la que se impone y afirma su
tradición, titulándose esta iconografía como Santiago Mataindios (Fig. 9).

Fig. 9 Anónimo cuzqueño, Aparición de Santiago Mataindios, Iglesia de Pujiura, Cuzco.

En la Catedral de Cuzco se conserva, de la mano de Santa Cruz, una representación de


la Imposición de la Casulla a San Ildefonso, pero a diferencia de la obra que presentamos,
ésta refleja una composición de carácter más europeizante.

Algunas otras representaciones con la misma iconografía provenientes de América:


- La imposición de la Casulla a San Ildefonso. Obra de arte plumaria producida en
México a finales del siglo XVI. Museo de América de Madrid.

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- La imposición de la Casulla a San Ildefonso. Andrés Islas. Colección Blaisten,
Mexico DF
- La imposición de la Casulla a San Ildefonso, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
Iglesia de San Ignacio, Colombia
- La imposición de la Casulla a San Ildefonso, Gaspar de Figueroa. Reproducido en
El arte Colonial en Colombia, Arbelaez Camacho y Gil Tovar. Colección privada,
Bogotá, Colombia.
- La imposición de la Casulla a San Ildefonso, Bernardo Bitti. Museo de Sucre,
Bolivia. Publicado en el Proyecto Arca de Jaime H. Borja Gómez de la universidad
de Los Andes.

En conclusión, de acuerdo con lo expuesto, La imposición de la Casulla a San Ildefonso


nos ha permitido hacer un importante aporte en el campo de la investigación sobre el
Barroco Mestizo originado en el Cuzco, como así también destacar la figura de Basilio
Santa Cruz Pumacallao, quien fue uno de los pilares de este movimiento artístico
fundamental en el Virreinato. En esta obra se revela una clara representación del
sincretismo en América originada en el Cuzco, que refleja un equilibrio fruto de la lucha
intelectual entre dos culturas que pugnaban por dominar ideológicamente la región. La
expresión de sentimientos e ideas da lugar a una narración histórica producida por el
resultado del choque y acople de dos mundos tan distintos entre si que se plasman en
un arte sobrecogedor.

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