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CRISTIÁN CONEN – GRUPO SÓLIDO

El amor en tu camino de vida


Diálogo acerca del amor sexuado

Prólogo de Ignacio Ibarzábal

Edición digital

Buenos Aires – 2011


Prólogo edición digital
Con mucha alegría me toca prologar la 3º edición de El Amor en tu Camino de
Vida, sumando mis comentarios a los precedentes de Carlos Camean Ariza y a las
palabras preliminares de Verónica Messina.
Este libro, concebido durante el 2009 y publicado por primera vez en el 2010, nace
de los muchos interrogantes que tienen jóvenes de distintos países y las respuestas
de un profesor universitario y conferencista de vasta experiencia sobre la temática del
amor humano.
En otras palabras, este escrito es la cristalización de un diálogo entre el Dr.
Cristián Conen y algunos jóvenes –la mayoría de ellos miembros de Grupo Sólido-,
sobre los desafíos que nuestra generación enfrenta respecto del amor humano.
En tiempos en los que es difícil encontrar dirección y sentido, hemos intentado
concebir un libro fresco que aborde frontalmente los puntos centrales de discusión –
incluidos los más álgidos-, asumiendo los riesgos de este enfoque.
Durante este año y medio en el que hemos recorrido ya el camino de una 2º
edición, fuimos siguiendo con atención los comentarios que el libro fue suscitando
entre los jóvenes y, atendiendo a ellos, hemos hecho algunas adaptaciones en su
contenido.
En este sentido, queremos agradecer especialmente a María José Cormack quien
transcribió todo el libro para esta nueva versión, advirtiendo la necesidad de algunos
cambios y aconsejándonos atentamente sobre distintos aspectos del libro.
Esperamos que de la mano de la figura del Dr. Conen y del crecimiento de Grupo
Sólido, este libro que ahora llega a formato digital, siga al servicio de todos aquéllos
jóvenes que, con coraje, están dispuestos a enfrentarse con las preguntas más
desafiantes de nuestro tiempo y a promover una cultura que nos ayude a responderlas
de la mejor manera.

IGNACIO MARTÍN IBARZÁBAL


Fundador y Director Ejecutivo
Grupo Sólido
Buenos Aires, Lunes 19 de septiembre de 2011
Prólogo 1º edición impresa
Es imposible prologar este libro, sin antes hacer una referencia a sus protagonistas
más jóvenes, simplemente un grupo de chicos y chicas que desde hace 2 años buscan
incansablemente las herramientas para lograr un estilo de vida dispuesto al
compromiso frente a un ambiente que no lo facilita. Entendiendo que la felicidad no
estaba en el estilo de vida que el entorno social les proponía, buscaron otras opciones,
opiniones distintas, de fuentes diferentes, pero que a la larga convergían en una
propuesta coherente. Buscaron referentes en los libros, quizá Bauman y su “Amor
Líquido” haya sido uno de los principales disparadores, pero el Dr. Cristián Conen fue
determinante con su obra “Amor Sólido”. Estos jóvenes descubrieron algo que ya en
1992 anunciaba Mario Bunge: “Cuando los medios son sistemáticamente confundidos
con los fines, algo anda muy mal en este planeta, y no solo en lo que incumbe a la
moral, sino también en todos los demás aspectos” (Sociología de la Ciencia, 114). Qué
mayor confusión que pensar que el ejercicio de la sexualidad es un “sí mismo” en lugar
de un darse plenamente siempre a otro. Entender que es el medio para la plenitud en
común y no un fin, es el gran desafío que, sabiéndolo o intuitivamente, salieron a
buscar.
El amor en tu camino de vida, aún con su estilo dialogal e informal, es lo que Pedro
Barcia definiría como un manual, a partir de su definición al respecto: “la base del
manual es reunir en un solo tomo lo esencial sobre una disciplina, un conjunto de
saberes, un ámbito del conocimiento de intención compendiosa, que va,
cartesianamente dicho, de lo conocido a lo desconocido y de lo simple a lo complejo.
En su seno, el manual colecta, ordena y dispone materia diversa, como una
introducción clara y sintética ofrecida a los lectores, para un primer abordaje a una
cuestión más o menos compleja” (No seamos ingenuos, manual para la lectura
inteligente de los medios). Entrenándonos para el amor sólido logra compilar en un
entretenido ir y venir de preguntas y respuestas todos -o casi todos- los problemas de
la vida que hoy, que a los jóvenes y los no tanto senos presentan. Cada respuesta
satisface por sí misma o es ese primer abordaje a cada tema, para que cada uno se
preocupe en buscar más, cada vez más, dada la insaciabilidad del espíritu humano.
De una manera clara, sin “esquivar el bulto”, ellos preguntan y el profesor Conen
contesta como en voz alta, de todo. Este es un libro más que para ser leído, para ser
escuchado; tiene la dinámica de una conversación, el ritmo de un diálogo entre el que
pregunta con ganas de saber y el que responde con ganas de compartir, no de
pontificar, sino de transmitir lo que logró comprender después de muchos años de
estudio, de buscar ideas, de rumiarlas, de discutirlas y confrontarlas con los pares, de
entenderlas. Conen es un gran conferencista y educador matrimonial y familiar que se
debate entre el derecho natural, la antropología, la psicología y la teoría de la
comunicación en las relaciones interpersonales; pero siempre con una clara base
personalista.
Siguiendo un método muy claro y didáctico, se recorren uno a uno, una serie de
temas: amor sexuado de calidad; cuestiones sexuales polémicas; entrenándonos para
el amor sólido; amor sólido; formando mi familia y por fin una pregunta “a modo de
conclusión” que es un justo corolario al trabajo.
El primer capítulo se define el amor sexuado “como la reacción y la respuesta de
una persona a los valores de otra” sintetizando la dualidad por la que nos sentimos
impactados con la respuesta que con inteligencia, aplicando la voluntad a conocer a
esa persona que nos moviliza y nos conmueve, podemos desarrollar. El hallazgo
absolutamente opuesto a “las verdades mediáticas de hoy” está en poner el acento en
los valores personales del otro. El impacto de los valores, cuando hacemos jugar a la
inteligencia y la voluntad, supone no sólo mirar los signos externos objetivos (que
tienen importancia y a los que no hay que negarles justamente valor) sino y
fundamentalmente, a la totalidad de la persona con sus principios morales, sociales,
su entorno, su situación. En este capítulo, Grupo Sólido lo lleva al Dr. Conen por
territorios que van más allá de lo sentimental y se introducen en lo antropológico
llegando a fundamentar el valor de la exclusividad y perpetuidad del amor conyugal.
Avanzando sobre la sexualidad, con un lenguaje claro, sin ser chabacano ni
pacato, el capítulo dos discurre en respuestas concretas sobre temas muy conocidos
pero también muy controvertidos. Desde el comienzo se introduce con claridad el
concepto de persona distinguiendo la sexualidad que le es propia, de los signos
externos, la genitalidad. Se abordan la teoría del género, la complementariedad varón-
mujer, la amistad y como al pasar, se introduce el tema de la conciliación entre el
“mundo de la familia y el mundo del trabajo” en el que Conen da unas breves
pinceladas sobre un tema del que nos debe un trabajo específico dada su dedicación
profesional a esa cuestión.
Tratar el tema de la “ética sexual” es hoy por hoy un desafío. Seguramente alguien
se preguntará que es ética y otro más progresista simplemente responderá que en el
ámbito de la sexualidad, dada su privacidad, el contenido es libre. Sin embargo, el
capítulo tercero desgrana una serie de principios objetivos que hacen comprender que
no sólo es posible concebir una ética sexual sino que es necesario. Juntos, los jóvenes
y el profesor Conen, recorren temas de siempre, de ahora y se atreven hasta con la
homosexualidad, en un recorrido no exento de riesgos.
Por último, noviazgo, matrimonio y familia, fluyen coherentemente, cada uno en un
capítulo, como en un intercambio en que cada uno va iluminando al otro y en donde la
calidad de una etapa condiciona la siguiente. Así el noviazgo es la etapa del
enamoramiento, de conocerse, entenderse y de “evaluar si será difícil, imposible,
posible o muy posible compartir un proyecto de vida con esa persona cumpliendo las
invitaciones de las tendencias del enamoramiento: con vos, sólo con vos, siempre con
vos, dándote a vos lo mejor de mi y dando vida con vos”. El matrimonio es la cima a la
que tiende el amor, “es precisamente realizar un acto de amor original o único de
entrega total de si en tanto varón o en tanto mujer, que sitúa a sus protagonistas en
una posibilidad de conservar, cuidar, hacer crecer y autorestaurar la relación de amor
de una forma sustancialmente superior a la que se tiene sino se realiza el casamiento”.
Por fin las preguntas lo introducen a Conen en el concepto y la realidad de la familia
fundada por el matrimonio en la que un “hombre y una mujer aportan toda su
diversidad complementaria, física, afectiva y espiritual para enriquecerse como
personas; la exclusividad de su relación; la permanencia o irrevocabilidad de su
vínculo, la apertura a la procreación y educación de los hijos; la búsqueda del bien
recíproco y la juridicidad producto del compromiso, pacto o alianza de sus fundadores”.
A este trabajo lo distingue su estructura, no simplemente por el formato de
cuestionario, sino porque fue realmente realizado por un “Grupo Sólido” de jóvenes
con ganas de aprender, de comprender el hecho de que la pérdida de felicidad se
debe a la pérdida de un sentido de vida; lo que en palabras de Bunge es la mezcla de
los medios con los fines. Este libro no es una receta, sino -insisto- un manual que abre
caminos, descubre inquietudes, propone búsquedas, siembra esperanzas. Para
terminar, me permito asegurarle a quienes tengan el placer de leer este libro: ¡Se
puede!

CARLOS CAMEAN ARIZA


Buenos Aires, octubre de 2009
PALABRAS PRELIMINARES
Grupo Sólido está formado por jóvenes que trabajamos para promover la cultura
del amor sólido. Con nuestras acciones personales y de nuestro entusiasmo queremos
sumar nuestro grando de arena al desafío de muchos a vivir amores auténticos, libres,
responsables, genuinos, sólidos.
Este ideal que nos inspira surge como reacció a lo que el sociólogo Zygmunt
Bauman describió como “modernidad líquida”, "amor líquido". Pensamos que esta
cosmovisión está generando mucha insatisfacción y sufrimiento humano innecesario.
Es por esto que, siguiendo a Erich Fromm, creemos que la clave para ser felíces está
en que cada uno de nosotrosno busque tanto ser amado, sino más bien desarrollar su
capacidad de amar.
Con estos fundamentos, nuestra misión es generar un abanico de iniciativas para
ayudar a vivir con plenitud el amor sexuado y contribuir a forjar una civilización que
aliente, o al menos no sea hostil, a esta propuesta.
Fue en el marco de este proyecto que Cristián Conen nos invitó a escribir un libro
con él. Es una gran alegría haber podido llegar a publicarlo por lo que deseamos
agradecer a todas las personas que lo hicieron posible.
En primer lugar, debemos un agradecimiento a Cristián por su acompañamiento
continuo y por responder frontalmente y sin condicionamientos a todos los
interrogantes que le hemos planteado. Queremos destacar la enorme confianza que
depositó en nosotros desde el comienzo, su apertura y su entusiasmo en encarar este
diálogo.
Queremos agradecer también a todos los jóvenes, no sólo de Argentina sino
también de distintas partes del mundo, que se sumaron a este desafío. Ellos
asumieron, con intención sincera, el papel de ser portavoces de las inquietudes que
muchos otros guardan, animándose a ponerlas en palabras.
Gracias a Agustina Bellucci, Agustín Chiappe, Alvaro Mazzino, Belén González
Cazón, Camila Varela, Celina Piñero, Esther Cornejo Butler, Eugenia Bouilly, Javier
Zabalaga, Juan Pablo Rodríguez Varela, Luisa Bouilly, Marcos Chiappe, Mercedes
Cassese, Mercedes Malvestiti, Milagros Ibarzábal, Horacio Acuña, Ignacio Ibarzábal,
Pilar Grimau, Sofía Mitjans, Soledad Ghirimoldi, Stephania Streeton y Victoria Dicosmo
(Argentina), Ana Collazo (España), Caroline Stocks y Heidi Egginton (Inglaterra),
Bernardo Horta (Brasil), Katharina Billker (Alemania), Stefania Accardi y Federica
Iurcovich (Italia) por todas las preguntas que aportaron.
Especiales agradecimientos merecen Cristián Dodds que generosamente accedió
a corregir el borrador de este libro; Celina Piñero, que junto con la ayuda de Agustina
Belucci diseñó la tapa y Carlos Camean Ariza quien escribió el prólogo y siempre nos
ha acompañado con alegría en los distintos proyectos de Grupo Sólido.
Gracias también a las familias de cada uno de los miembros de Grupo Sólido que,
con su confianza y apoyonos alientan a desarrollar este proyecto; y a los distintos
proefores y líderes sociales que con miles de reuniones y consejos nos han permitido
ensayarlo día a dia.
Por último, nuestra gratitud también para el lector, por compartir con nosotros estas
reflexiones. Esperemos que estas ideas, capaces de transformar nuestra realidad y de
impulsar a relaciones más felíces, puedan encararse cada vez más en nuestras vidas.

Verónica María Messina


Miembro de Grupo Sólido
I. EN BUSCA DE AMORES DE MAYOR CALIDAD

1. ¿Cómo definirías el amor sexuado?


Me alegro de que comencemos con esta pregunta, porque el amor, yo diría más
bien, el buen amor, es lo que más alto impacto tendrá en nuestra paz interior y
felicidad plena. Estamos en la era de la información: abunda la información sobre los
temas más variados… Pero precisamente el tema del amor –el que más relevancia
tiene para nuestras vidas- no siempre es abordado con profundidad e integridad
El fenómeno propiamente humano del amor (los animales no puedan amar)
podemos definirlo como la reacción y la respuesta de una persona a los valores de
otra. Involucra a toda la persona humana en sus dimensiones sensual, afectiva y
racional. Cuando hablo de reacción me refiero a la sensualidad y a la afectividad. La
sensualidad es la reacción a los valores del cuerpo de una mujer o de un varón. La
afectividad es la reacción ante los valores más amplios del modo de ser general
femenino o masculino de esa mujer o de ese varón (su ternura, su seguridad, etc).
Estos valores ajenos entran en sintonía con valores propios y nos sacan de la
indiferencia, nos afectan, nos conmueven generando el fenómeno del amor. La
dimensión reactiva es el aspecto del amor que “nos pasa” y que no originamos
nosotros. En efecto, la “química”, el “flechazo”, el enamoramiento son reacciones a
estímulos que nos provoca otra persona. En este sentido, sería absurdo afirmar: “el
próximo mes me voy a enamorar”. Alguien nos enamora, nos provoca el amor, nos
encontramos de improviso con un amor que nos es dado (enamorado).
En el amor sexuado hay algo que nos pasa pero también hay algo que hacemos
que pase. El amor es reacción pero también respuesta. La respuesta la realizamos con
la inteligencia y con la voluntad. A través de estas facultades conocemos lo propio de
la persona amada: lo que le agrada y la promueve, para dárselo; lo que le desagrada y
la frustra, para evitarlo. Con la inteligencia y la voluntad podemos hacer el bien objetivo
a la persona que amamos: la afirmamos, la promovemos, la ayudamos a desarrollar
todas sus potencialidades, lo mejor de sí misma. Con la inteligencia y la voluntad el
amor es una realidad gobernable: por lo tanto, somos responsables por el éxito o
fracaso de nuestros amores. El amor se gobierna de a dos. En mi libro Claves para
saber amar utilizo una analogía: la relación de un varón y una mujer la comparo con un
barco que tiene dos timones y dos timoneles (ella y él). En cambio, desde una visión
del amor reducida en la que sólo se tiene en cuenta al aspecto pasivo del sentimiento,
la comparación adecuada sería la de una balsa, que no es gobernable, sino que va a
la deriva.
Desde esta visión reducida del amor sexuado se explican las frases propias de
una relación efímera que tantas veces se escuchan “se nos fue el amor”. A veces se
dice también que el amor es ciego. Esto puede ser verdad respecto del amor en una
fase embrionaria de la relación (el “flechazo”) en la cual uno proyecta con la
imaginación lo que desearía que fuese idealmente esa mujer o ese hombre, sin ver
muchas veces a la persona real. Pero el amor es todo lo contrario de la ceguera: ve la
riqueza de un ser humano particular, y no sólo la riqueza actual sino la riqueza posible,
que a las personas que miran sin amor se les escapa. Porque en todo hombre y en
toda mujer, o en la realidad propia de los talentos y habilidades de todo hombre y toda
mujer, está inscrito su ideal, su perfección posible. El desafío del amor es
precisamente ayudar a esa persona a plenificarse, a desarrollar lo mejor de sí misma,
a actualizar ese ideal. Lo que es ciego es el odio, o más aún, la indiferencia hacia otro
ser humano. En el odio algo vemos de la persona: lo negativo; pero en la indiferencia
no atendemos ni siquiera a lo negativo.
En síntesis, el amor sexuado, como decía Aristóteles en su Retórica, es querer el
bien del otro pero en tanto otro -es decir, su bien objetivo- y es recibir y llenarse del ser
del otro, aceptarlo y ayudar a desarrollarlo plenamente. Por eso el mal amor da como
resultado el sentimiento de vacío.
Estoy convencido de que en el buen amor nos jugamos la paz, que es el
fundamento de la felicidad más profunda y posible. La felicidad humana, a la que todos
aspiramos, es directamente proporcional al desarrollo de nuestra capacidad de amar
bien.
Una última idea que me parece muy importante: amar no significa buscar y
encontrar la persona perfecta. El amor sexuado, como antes decíamos, se origina en
la sintonía de los valores de una persona con los propios. Esa persona siempre tendrá
fortalezas y debilidades, pero lo propio del amor es afirmar a dicha persona, es decir,
ayudarla a ser la mejor versión de sí misma

2. ¿A qué te referís cuando decís que el amor es buscar el bien objetivo del
otro?
Me refiero a lo que Aristóteles designa como amar al otro “en tanto otro”, es decir,
amar no desde lo que yo supongo o imagino que le conviene, sino desde lo que
realmente le conviene, lo promueve y plenifica. Para eso es clave que quien ama
identifique lo propio de la persona amada: su personalidad, sus talentos, sus gustos,
para así ayudarla a desarrollarse en la línea de lo propio. El desafío del buen amor es
tratar al otro como te gustaría que te traten a vos si fueras esa persona. Para amar hay
que ser objetivos: mirar la realidad única de aquella persona y ayudarla a desarrollarse
desde esa realidad de su ser personal. Hay que “dejar ser” al otro, “recibir o aceptar
su modo de ser”, “llenarse de su ser” para así conocerlo y poder promoverlo. El amor
es una fuerza estimulante del verdadero ser junto con su potencial genético innato.

3. ¿Qué pasa con el propio bien, la propia felicidad? ¿Cómo los


compatibilizamos?
El bien del otro y el bien de uno se interrelacionan armónicamente. El primer amor
debe ser el amor a uno mismo. Cuando alguien tiene una estima adecuada de sí
mismo es consciente de que tiene valores para compartir y para dar. Por el contrario,
personas con déficit de autoestima tienen dificultades para amar o para dejarse amar,
porque perciben que no son valiosos. Por eso la educación para el amor debe
comenzar por el amor a sí mismo. Ahora bien, el secreto del amor es que su puerta de
entrada se abre hacia afuera. Siendo el amor una realidad bilateral o recíproca, así
como el varón se enfocará en promover lo propio de su mujer, esa mujer también se
enfocará en promover lo propio de su varón. El resultado es dos personas enfocadas
en hacerse la vida agradable y desarrollar lo mejor de sí mismas. En otras palabras, él
no necesitará, por ej., defender sus espacios de tiempo razonables para el fútbol
porque lo hará ella, y de la misma manera él le promoverá los espacios de
conversación con sus amigas sin que tenga ella que luchar por eso.

4. En un mundo que a veces parece muy individualista, esto suena a ideal


inalcanzable. ¿Es posible vivir un amor sólido?
Si lo que buscamos es ser felices y hacer felices a nuestros próximos -y esa es
justamente la vocación más radical de la persona humana-, tenemos que ser muy
precisos a la hora de advertir qué es lo que nos genera mayor plenitud de felicidad,
mayor paz interior. No nos conviene errar en esta cuestión. Desde la antropología,
pero también desde la experiencia de vida de muchas personas y de uno mismo,
vemos que aquello que antes dijimos -“la felicidad es una puerta que se abre hacia
afuera”- no es sólo una linda frase sino algo absolutamente cierto: cuanto más nos
damos, cuanto más hacemos el bien, cuanto más buscamos el bien objetivo del otro,
más nos enriquecemos, más felices somos, más paz tenemos. Aunque sea difícil y
tengamos que vivir rectificando nuestros errores en este desafío -porque somos
pequeños y limitados-, ¡vale la pena y por supuesto que es posible!

5. A partir de esta concepción del amor, ¿qué pensás acerca de la cultura de


hoy?
Hoy, quizás como nunca en la historia, se busca calidad en el amor entre varón y
mujer, armonía en su relación y esto es un hecho muy bueno. Lo paradójico es que, a
pesar de ese interés por la excelencia amorosa, el “amor líquido” (como lo llama el
sociólogo polaco Bauman en el libro titulado precisamente con el mismo nombre), es
decir, las relaciones no sustentables ni durables que provocan mucho dolor y muchas
cicatrices al ser humano, constituye lamentablemente una realidad global.
Hay un cuento que aprendí en España de mi maestro, el profesor Pedro Juan
Viladrich, que puede ayudarnos a encontrar una respuesta a esta paradoja. Dos
esquimales quieren ir al polo norte. Tienen muy claro su objetivo e incluso hacen un
gran esfuerzo por llegar a la meta, pero su drama es que, pese al esfuerzo y a tener en
claro la dirección, cada vez se desplazan más hacia el sur. Tomando perspectiva de la
escena, vemos que estos dos esquimales, ella y él, hacen el esfuerzo por ir al norte
desde un gran témpano de hielo o iceberg que frustra su objetivo, llevándolos al sur.
Analógicamente, podemos decir que el norte es el deseo de felicidad que toda mujer y
todo varón tienen cuando comienzan su historia de amor. ¿Por qué muchos no llegan,
sin embargo, al polo norte, es decir a la felicidad? El problema es de base: ¿desde qué
concepto de amor, sexualidad, noviazgo y matrimonio se procura llegar a la felicidad?
¿Desde qué hábitos? En nuestra cultura, hay conceptos y hábitos de “amor” que están
frustrando la armonía que las mujeres y los varones buscan para su relación y unión.
Es muy difícil llegar a la felicidad desde un concepto de amor egoísta o
individualista, que se basa en creer que todo depende del otro, que la puerta del amor
y de la felicidad se abre hacia adentro, que es el otro el que tiene que hacerlo feliz a
uno.
No es fácil llegar a la felicidad anhelada desde un concepto de la sexualidad
igualitario en el cual se pretende que el otro, la mujer o el varón, tenga la misma
sensualidad, la misma afectividad, la misma racionalidad, el mismo temperamento o la
misma personalidad que uno tiene.
Cuando se ama reducidamente, es decir, cuando se ama sólo con los impulsos o
sentimientos o sólo con la inteligencia y la voluntad, es muy difícil llegar a la felicidad.
En el primer caso, descuidando la inteligencia en el amor; en el segundo, descuidando
la ternura y las expresiones físicas del amor.
Un concepto de amor fragmentado, según el cual se piensa que el varón y la mujer
deben seguir sólo sus impulsos y sentimientos sin integrarlos en la inteligencia y en la
voluntad, impide que seamos felices. En efecto, es conveniente que esas últimas
facultades guíen a las primeras, puesto que ven todo el bien de la persona y no sólo lo
que se les presenta como bueno sensiblemente.
Finalmente, es difícil llegar a la felicidad desde un amor que muchas veces se
estanca en su maduración. En vez de llegar al gozo de ser un equipo, de ser un
“nosotros” o una comunidad (dos personas entregadas recíprocamente) no
trascienden su individualidad egoísta, o a lo sumo se quedan en un vivir el uno junto al
otro (relación meramente convivencial) y no se esmeran en vivir el uno para el otro
(relación comunitaria).
Por el contrario, es posible aspirar a esa alta felicidad anhelada desde un amor que
hace foco en lo propio de la otra persona; desde un amor que atiende, entiende y
respeta la diversidad de sexo y de personalidad del otro, desde un amor entero, que
ama con todo lo que se es, con inteligencia y ternura; desde un amor integrado, que a
través de la incorporación de valores permite moderar nuestros sentimientos e
impulsos, y desde un amor maduro, que con el tiempo va consolidando esa máxima
posibilidad de gozo en el amor, que consiste en vivir el uno para el otro en una relación
comunitaria.

6. ¿Cuáles son las causas del amor líquido que abunda en nuestra cultura?
Estoy convencido de que la principal dificultad para el buen amor y para la vida
buena en general radica en el analfabetismo de lo que somos como persona humana.
Cualquier relación humana, laboral, profesional o familiar tiene un criterio de “control
de calidad” que es la presencia y el respeto de los atributos de la persona humana. En
las crisis de las relaciones hombre-mujer (la sustitución del matrimonio por la
convivencia, separaciones, divorcios, etc) aquellas realidades que muchas veces se
consideran la causa, en realidad son síntomas de un problema más profundo, que es
la no advertencia de lo que somos como personas y de los atributos que se derivan de
esa realidad, los que deben estar presentes en la relación hombre-mujer.
Básicamente podemos decir que los atributos de la persona son:
a) Dignidad. Digno es lo que vale por sí mismo y por lo tanto no puede ser medio
para otra cosa, no es utilizable, manipulable.
b) Identidad. No somos individuos en serie de una especie sino que somos
creaciones de realidad inédita: basta ver nuestras caras, nuestro ADN o
nuestras huellas digitales. El ideal de cada uno está contenido como posibilidad
en la realidad de los propios talentos y habilidades.
c) Intimidad. Tenemos una vida interior o espiritual donde residen nuestros
sueños, anhelos, sentimientos, pensamientos; vida a la cual dejamos entrar a
quien queremos y en la medida que queremos.
d) Cuerpo personal. No tenemos cuerpo: somos cuerpo. Lo que hacemos con el
cuerpo lo hacemos con alguien, no con algo.
e) Espíritu. Somos seres con capacidad de conocer y tender a la verdad, es decir
a la realidad y al bien o lo que nos conviene objetivamente.
f) Libertad. Tenemos la posibilidad de autogobernarnos y de ser dueños de
nosotros mismos.
g) Libertad para amar: el sentido de la libertad es amar. La felicidad a la que
aspiramos se desarrolla a partir de nuestra capacidad de amar en vertical
(Dios) y en horizontal (nuestros próximos).
Al hablar del desafío de un amor sexuado personalista, es importante advertir que
no estamos proponiendo una mirada al pasado desde la conocida frase “todo tiempo
pasado fue mejor”. En lo que hace a la relación varón-mujer, sigue siendo un desafío
para la humanidad el buen amor entre un hombre y una mujer. La mejor conciencia de
nuestra identidad de personas tendrá impacto en nuestras relaciones de amor, porque
el “amor líquido” no es otra cosa que una relación que lesiona u olvida algunos de los
otros atributos personales. El amor sólido, por el contrario, es la relación de amor en la
cual sus protagonistas respetan y viven estos atributos personales en su unión y
relación y en el esfuerzo por alcanzar sus fines comunes.

7. Nos encontramos con que muchos jóvenes no sienten que sea posible vivir
relaciones así. ¿Considerás que hoy los jóvenes podemos vivir estos amores
sólidos?
Para responder voy a poner el ejemplo precisamente de ustedes: Grupo Sólido.
Me acuerdo muy bien de que quienes fundaron Grupo Sólido lo hicieron como
reacción ante el dolor que ven en su entorno, ante la falta de felicidad profunda que
advierten en las uniones y relaciones líquidas que advierten en adultos y en jóvenes.
Ustedes buscan vivir una nueva cultura del amor, con más capacidad de conocimiento,
entendimiento, respeto, comunicación, entrega de sí y armonía.
Creo que están dadas todas las condiciones para ese buen ideal –que, por ser un
buen ideal, no es una utopía-. A pesar de que la cultura pueda presentar obstáculos,
esta ansia de jóvenes y no jóvenes de buscar el amor sólido va a ser expansiva, va a
crecer cada vez más porque responde a los anhelos más profundos del varón y la
mujer.

8. ¿Entonces pensás que puede generarse un cambio cultural positivo del amor
líquido al amor sólido?
Absolutamente y creo que un gran medio para la difusión de la cultura del amor
sólido son los medios de comunicación: telenovelas para adolescentes, películas de
cine, series de televisión, obras teatrales, bandas de música, deporte.
Podemos y debemos hacer bien el bien, porque a veces el bien se hace
espantosamente mal y el mal maravillosamente bien.
El amor sólido es un amor en el que en definitiva sus protagonistas tienen la actitud
y la aptitud para cuidar su relación, para conservarla, para desarrollarla, para hacerla
crecer, para restaurarla cuando se dan los conflictos normales de toda convivencia.
El amor sólido no sólo es posible sino que desplazará paulatinamente al amor líquido.
¿Por qué soy optimista? Porque creo que esto es lo que todos buscamos:
relaciones sólidas (sustentables, conservables, desarrollables, auto-restaurables) y no
líquidas (inestables, imprevisibles, inseguras y con plazos de caducidad cortos).
II
VARÓN Y MUJER: ¿NOS CONOCEMOS BIEN?

9. ¿Qué implica ser seres sexuados, ser varón y mujer?


Significa que tanto varones como mujeres somos igualmente personas con todos
los atributos personales antes considerados. Significa también que somos personas
igualmente “humanas”, es decir, personas corpóreas, no ángeles; pero significa
también que esa igualdad que somos como personas corpóreas se modaliza
diversamente. En otras palabras, la persona humana en abstracto no existe, sólo
existen la persona masculina y la persona femenina.
La sexualidad no es una parte de la persona humana (por ejemplo, los órganos
genitales). Es toda la persona humana la que se modaliza masculina o
femeninamente. Hay sexualidad –es decir, masculinidad y feminidad- no sólo en
nuestra biología (células, hormonas, gónadas, genitales, fisiología), sino también en
nuestra sensualidad, en nuestra afectividad, en nuestra manera de pensar, de decidir,
de actuar, de hablar, de caminar, etc. En la naturaleza no hay nada absurdo. El hecho
de que seamos personas diversas, varones y mujeres, encierra una riqueza
complementaria muy profunda que la humanidad todavía no ha sabido vivir
plenamente en ninguno de los dos grandes ámbitos donde transcurren nuestras vidas:
el hogar y el lugar de trabajo.
La historia registra dos paradigmas culturales de la relación varón-mujer que no
responden a la naturaleza de la persona humana. Uno es el paradigma machista, que
desconoce la diversidad complementaria de la mujer; el otro es el feminismo radical,
que desconoce la complementariedad diversa del varón (y que no debe confundirse
con el feminismo personalista, que ha permitido el reconocimiento de los derechos
humanos fundamentales de la mujer).
La realidad natural es la relación complementaria entre varón y mujer, que es
posible cuando el varón y la mujer atienden, entienden, aceptan y respetan sus
diferencias. Gran parte de los conflictos relacionales actuales tiene su origen en que el
varón no entiende las necesidades de la mujer, ni la mujer las necesidades del varón.
Hablaremos de esto después en forma más extensa, porque resulta clave para la
armonía de la relación hombre-mujer saber llevarse a partir del entendimiento y
respeto de nuestras diferencias
10. ¿Qué pensás acerca de la teoría del género? ¿La sexualidad es algo natural
o cultural?
Creo que hay que reemplazar en el análisis de esta cuestión la conjunción “o” por
la conjunción “y”: en la sexualidad humana hay naturaleza y hay cultura. La teoría del
género afirma en cambio que sólo hay cultura. Otras posiciones extremas, por el
contrario, sostienen que sólo hay naturaleza.
La construcción ideológica de “género” está causando mucha confusión en los
jóvenes, ya que presenta como alternativas normales la elección de la manera
heterosexual, homosexual, bisexual, etc, de vivir la sexualidad, sin considerar el
impacto positivo o negativo en la salud personal y social que esas elecciones
acarrean.
En la sexualidad humana hay naturaleza -orden, sentido- y por lo tanto bienes y
males objetivos. El bien objetivo es lo que nos conviene y el mal objetivo lo que no nos
conviene según los fines de nuestra naturaleza.
La cuestión que puede dar lugar a confusiones entre los jóvenes en esta materia
es que, a diferencia de la naturaleza animal, la naturaleza humana no determina la
conducta. El varón y la mujer no tienen instintos que “instigan” a comportamientos
determinados, sino tendencias que deben pasar por el filtro de la libertad de cada
persona. La ética sexual es la opción libre de un hombre y de una mujer de actuar
conforme a las tendencias naturales de su sexualidad, lo cual tiene implicancias
positivas en la salud, en la paz y en la maduración de la persona humana. Sostener lo
contrario es no animarse a presentarles toda la verdad a los jóvenes a costa de su
salud física, psíquica y espiritual.
Existe un modo de ser varón y un modo de ser mujer que son dados, que son de
origen natural. Asimismo, hay una dimensión del género que bien entendido es la
manera como en cada tiempo, lugar y cultura, se vive esa diversidad natural. Por
ejemplo, los roles que en una determinada sociedad cumplen el varón y la mujer
pueden variar según la cultura, si bien tienen una base natural que explica
precisamente que haya diversidad de roles .
La llamada “familia tradicional” (“varón-proveedor”, “mujer-criadora y educadora de
hijos”) es un paradigma que no tiene un origen natural sino cultural: concretamente,
fue generado por la revolución industrial cuando para el varón el lugar de trabajo dejó
de coincidir con el lugar de residencia. El varón salió a trabajar en la fábrica muchas
horas, la mujer quedó en el hogar y surgió entonces ese modo de ser y valorar
conocido como “varón-proveedor” y “mujer-educadora y criadora de hijos” que no
representa ningún modelo ideal de familia.
En el libro del Génesis de la Sagrada Biblia se advierte que el mandato de Dios
“sean fecundos” (es decir “procreen y eduquen hijos”) y “dominen la tierra” (a través
del trabajo) fue encomendada por el Creador a los dos, tanto al varón como a la mujer.
Por lo tanto, creo que un desafío de nuestra cultura es hacer posible este mandato
Divino superando el paradigma de la “familia tradicional” antes mencionado y avanzar
a la familia natural en el que hombre y mujer se complementan en la familia y en los
lugares de trabajo profesional. Éste es un desafío aún no resuelto y que está
generando mucha conflictividad y dolor en las relaciones varón-mujer.

11. ¿Pensás que estamos en vías de lograr la integración entre el mundo de la


familia y el mundo del trabajo?
Como antes afirmé, el tema no está resuelto. Si bien creo que la maternidad y el
trabajo de una madre en la casa pueden plenificar totalmente la vocación de una mujer
-y lo mismo cabría decir del varón respecto de su vocación de esposo y padre-, creo
que la mujer y el varón que también tienen una vocación profesional, deberían poder
integrar su vocación y responsabilidades profesionales con su vocación y
responsabilidades familiares.
Si bien comienzan a aparecer, en las empresas de algunos países como Estados
Unidos y España, políticas familiares responsables que buscan integrar estos dos
ámbitos del hogar y el trabajo, sin embargo, esto todavía dista mucho de ser una
tendencia general de las culturas laborales y empresarias.
La mujer que ingresa al mundo laboral lo hace muchas veces con patrones
culturales de normalidad masculinos, generados (como antes se afirmó) por la
revolución industrial, según los cuales, por ejemplo, se podía trabajar muchas horas
porque había alguien en casa criando y educando a los hijos, precisamente la mujer.
Pero el problema de hoy es que si el padre y la madre trabajan esa misma cantidad de
horas, los hijos se quedan solos, y el ser humano no puede criarse ni educarse en
soledad. Esta ausencia del padre y de la madre está teniendo alto impacto negativo en
la salud de los hijos. Efectivamente, el aumento de las adicciones, de los trastornos
emocionales, de la delincuencia, de la violencia y los suicidios juveniles, tienen como
principal causa la falta de afecto de niños, adolescentes y jóvenes. Somos seres
hechos para amar y ser amados y el desamor corrompe y destruye al ser humano.
Culturas de trabajo donde no se advierte aún la necesidad de integrar la vida familiar y
la vida profesional están rompiendo la salud personal de los trabajadores (estrés,
depresión, alta presión, problemas cardíacos) y también están rompiendo sus vínculos
conyugales y sus vínculos maternos, paternos y filiales.
Por lo tanto, un gran desafío para nuestro siglo XXI es precisamente lo que puede
llamarse la ecología humana, que es, en definitiva, cuidar -desde una política de
estado, pero también desde las políticas privadas de las empresas- ese hábitat
ecológico que el ser humano necesita para ser concebido, para nacer, para crecer,
para envejecer y para morir con la dignidad propia del ser humano, que es el amor.
Ese hábitat ecológico personal es la familia.

12. Para un joven que quiere tener una carrera profesional exitosa ¿no es una
limitación la familia?
Si bien hay que reconocer que las actuales culturas laborales y empresarias no
personalista ponen obstáculos al éxito familiar a costa del éxito profesional hay que
proclamar y en alta voz que ningún éxito profesional justifica el fracaso familiar.
No debería ocurrir que el hombre y la mujer que quieren una carrera profesional
exitosa vean en su familia una limitación. Al encarar un proyecto familiar, un joven
apunta alto en la felicidad humana y genera una posibilidad de felicidad biográfica, es
decir, que comprende toda su vida y que no termina con su jubilación profesional.
Quienes apuestan todas sus fichas a la profesión es muy posible que vivan muchos
años en soledad y ese es uno de los peores males para el ser humano.
Es verdad que en nuestra cultura actual no se facilita a los jóvenes fundar una
familia. Pareciera, por el contrario, que hay más obstáculos. Sin embargo, los jóvenes
buscan mayor calidad de vida. Hay una especie de rebelión de la generación joven a
vivir sólo para trabajar. Comienza a priorizarse el tener una vida más balanceada o
equilibrada entre trabajo, deporte, descanso, vida de amistad y vida familiar.
Esta actitud de los jóvenes está impactando en quienes tienen la responsabilidad
del factor humano en las empresas, y en la medida en que los jóvenes sigan teniendo
esta actitud, me parece que habrá un giro de las culturas laborales que permitirá una
mayor calidad de vida en quienes trabajan y una mayor integración entra la vida
familiar y laboral tanto para la mujer como para el varón.
Por otra parte, se está verificando cuantitativamente que las empresas que
adoptan esa cultura de integración entre familia y trabajo logran captar más talentos
profesionales, especialmente de mujeres: logran retener dichos talentos en la
empresa, alcanzan un menor nivel de ausentismo (reducción en un 30%), un mayor
sentido de pertenencia del personal con la corporación, y a partir de esa mayor
identidad con la empresa, mayor eficacia y eficiencia en sus trabajos profesionales. En
consecuencia, esas empresas son más rentables. Hoy se prepara incluso una nueva
versión de las normas ISO en las que se medirá la calidad de la empresa en función
de las culturas familiarmente responsables que adopta.
Hace pocos días tuve una conversación con un prestigioso abogado, socio de uno
de los estudios jurídicos más importantes de Buenos Aires. Me contó que habían
tomado la decisión de que las abogadas de su estudio con hijos pequeños trabajen
desde su casa con el mismo sueldo, y que el resultado había sido altamente positivo.
Y le dije que, seguramente, si continúan con esa cultura institucional de facilitar la
maternidad, tendrán cola en la puerta de su estudio. ¿Por qué? Porque es lo que los
profesionales jóvenes de hoy están buscando y porque además coincide con el bien
de la empresa. Con esta nueva cultura personalista de integración de familia y trabajo
para la mujer y para el varón ganan todos: la empresa, la persona, la familia del
personal, la sociedad y el pais.

13. En tus conferencias solés hablar de la importancia de conocer, entender,


aceptar y respetar la “complementariedad” varón-mujer. ¿A qué te referís?
Me refiero a las diversas necesidades y expectativas que tienen la mujer y el varón
sobre la base de la diversidad masculina y femenina de sus personas. La ignorancia
acerca de las necesidades que tiene una mujer o un varón es el origen de la mayoría
de los conflictos en las relaciones varón-mujer y de las separaciones y divorcios que
tanto dolor están generando. Por lo tanto, es muy importante que los jóvenes sean
educados en el conocimiento de esa diversidad de necesidades masculinas y
femeninas a las que luego me referiré al hablar del matrimonio.
En promedio, puede verificarse que en las mujeres priman otras necesidades que
en los varones. Para la mujer es especialmente importante el afecto, la comunicación
íntima, la confianza, el compromiso familiar y el sostén económico por parte del varón.
En cambio, el varón prioriza la amistad recreativa con la mujer, el atractivo físico, la
armonía sexual, la admiración y el sostén doméstico.
Muchas separaciones se producen cuando alguno de los miembros de una pareja
habitualmente no satisface esas necesidades, lo cual lleva al otro a buscar
compensación en una tercera persona. Por ejemplo, si la mujer no recibe afecto es
muy posible que su disponibilidad para la vida sexual disminuya sustancialmente. Lo
cual puede vulnerar las necesidades del varón (que tenderá a buscar una
compensación sexual afuera) o las de la mujer (que tenderá a buscar compensaciones
afectivas fuera de su unión). Lo mismo podríamos decir de algunas de las otras
necesidades. De ahí la importancia de incluir en la “educación de la sexualidad” (que
es mucho más que mera información de cómo evitar situaciones de riesgo para
adolescentes y jóvenes) la información sobre esas necesidades en una mujer y en un
varón. Un amor sólido será un amor en el cual los protagonistas de la relación cuiden
su vínculo a través de la satisfacción de cada una de esas necesidades que hacen al
otro feliz y también a uno mismo. Reitero que ampliaremos por su importancia este
tema cuando hablemos del matrimonio.

14. ¿Cómo es hoy la relación varón-mujer? ¿Es posible entre ellos la amistad?
Como antes he afirmado, no tengo ninguna nostalgia del pasado en cuanto a la
relación varón-mujer. Por ejemplo, no creo que venimos del paraíso en cuanto a la
vivencia que las generaciones pasadas tenían de las antes referidas necesidades. Las
publicaciones actuales de todo tipo que nos hablan de cómo concretar la búsqueda de
calidad y de excelencia en las relaciones varón-mujer, nos están manifestando que las
expectativas del varón hacia la mujer y de la mujer hacia el varón están cambiado para
bien o al menos existe esa esperanza.
Entre las necesidades del varón y de la mujer antes mencionadas, se encuentra
precisamente la amistad recreativa. Es importante que los novios y los cónyuges sean
amigos, que la pasen bien juntos, que compartan, por ejemplo, un hobby, un deporte o
una actividad intelectual. La amistad es uno de los factores que contribuye a la
estabilidad y desarrollo de las relaciones, porque alimenta la afectividad de buenos
sentimientos, va poblando la memoria de buenos recuerdos y permite hacer proyectos
comunes hacia el futuro.
Si bien el varón prioriza más la amistad con sus amigos, es importante que la
mujer lo acompañe en algún deporte, en algún hobby, en viajes, etc. Es muy
importante que la mujer sea esposa antes que madre, porque lo mejor que se puede
dar a un hijo es el amor de sus padres (y ese amor es cultivado, entre otras cosas, por
la amistad).

15. Fuera del ámbito conyugal y del noviazgo, ¿es posible la amistad varón-
mujer?
El avance en nuestra cultura de las actividades en común de mujeres y varones
(deportivas, académicas, laborales o profesionales) favorece, más que en las
generaciones pasadas, la posibilidad de la amistad entre mujer y varón. No obstante,
creo que es mucho más fácil, especialmente en algunas áreas como la deportiva, la
amistad de los varones entre sí y de las mujeres entre sí. Pero de todos modos y
aunque no es frecuente creo posible la amistad entre la mujer y el varón sin que se
transforme en una relación sexuada.
III
CUESTIONES SEXUALES POLÉMICAS

16. En el ámbito del amor sexuado, ¿hay cosas que objetivamente están bien o
mal o todo depende de los valores subjetivos de la persona? ¿Cuál es la unión
auténtica y natural entre un hombre y una mujer?
Hay bien y mal objetivos porque la sexualidad no es una construcción humana. La
sexualidad, con su estructura, dinámicas y tendencias, es algo dado al ser humano, en
otras palabras, hay naturaleza en la sexualidad y donde hay naturaleza hay
objetividad.
Los jóvenes se preguntan hoy cuál es la unión varón-mujer objetiva o realmente
buena ante un panorama social que les propone muchas “opciones”.
Mencionaré algunos criterios para que los jóvenes puedan responder a esa
pregunta. Hoy, en una cultura donde se valora lo natural, sirvan las siguientes pautas
para que jóvenes y adultos puedan reconocer la unión varón-mujer más auténtica y
natural, la que les ofrecerá mayores posibilidades de felicidad, armonía y paz.
Cualquiera sea la cultura que analicemos, dos personas enamoradas perciben las
siguientes tendencias entre ellos:
• “Estar con vos”. Lo que tiende a estar junto (pensemos en dos imanes que
se atraen) tiende a la unión.
• “Estar sólo con vos”. Cuando hay enamoramiento de calidad las terceras
personas sobran, es un relación de dos, cada uno de los miembros de esa
relación llena al otro.
• “Estar siempre sólo con vos”: Se anhela la permanencia de la relación. No
se desea que termine sino por el contrario que dure siempre.
• “Lo mejor de mí para vos”. Cuando uno está enamorado siente un deseo de
darle a la persona que quiere lo mejor, no lo peor de uno mismo y también
desea ayudarla a sacar lo mejor de sí, su mejor versión.
• “Recreando todo con vos”. Cuando se está enamorado se tiende a dar vida
a cosas o situaciones que se relacionan con la historia común. Así, una
canción, el árbol donde imprimieron las iniciales de sus nombres, cobran
nueva “vida” y pasan a ser “nuestra canción”, “nuestro árbol”.
Por lo tanto, advertimos que la naturaleza invita a los que se aman no a cualquier
tipo de unión, sino a una unión que responda a estas tendencias naturales del
enamoramiento.
Esa unión no es entonces una construcción cultural neutra cuyas características
fundamentales varían en cada época y lugar. Si “el bien” es lo que nos conviene
conforme a la naturaleza que tenemos y “el mal” es lo que no nos conviene conforme a
la misma naturaleza, el tipo de relación “swinger” (todos con todos), por ejemplo, no
nos conviene nunca, es un mal. Por el contrario, una relación varón-mujer exclusiva sí
nos conviene, porque la naturaleza invita al “sólo con vos”.
Fundar una relación pasajera no nos conviene, porque la tendencia del
enamoramiento invita al “siempre con vos”. En cambio, una relación permanente sí nos
conviene y es lo que todos buscan.
El egoísmo en una relación es un mal, porque frustra la tendencia del
enamoramiento a dar lo mejor de uno. Por el contrario, el altruismo y la fecundidad son
un bien porque responden a la tendencia natural a ayudar a la otra persona a
desplegar su vida y lo mejor de su persona y a dar vida a otro ser humano en el
momento oportuno.
En conclusión: la sexualidad no es algo aislado sino que es parte de la naturaleza
humana y, reitero, donde hay naturaleza hay objetividad, por lo tanto, hay bien y mal
objetivos y no meramente subjetivos (lo que cada uno dice que está bien y mal).
La unión entre mujer y varón objetivamente buena es aquella que responde a las
tendencias naturales del enamoramiento: una unión entre una mujer y un varón que
tienen toda la diversidad complementaria para compartirse y enriquecerse, exclusiva
para hacer posible el “sólo con vos”, permanente para hacer posible el “siempre con
vos”, altruista y fecunda para darte “lo mejor de mí a vos” y ayudar a desarrollar lo
mejor de vos y para dar vida a otro ser humano en el momento oportuno. Este tipo de
unión, que responde plenamente a las tendencias naturales del enamoramiento, es el
matrimonio. Una relación no exclusiva, no permanente y no fecunda, es algo que, por
no responder a la naturaleza, no conviene y no ofrece las mismas posibilidades de
felicidad al hombre y a la mujer.

17. ¿Dónde se origina la ética relativista de que “lo que puede estar mal para
vos puede estar bien para mí” y viceversa?
La subjetividad o relatividad respecto del bien y el mal es consecuencia de no creer
que exista una naturaleza humana común a todas las personas. Si no hay un orden
dado común en el ser humano, una realidad sexuada transcultural, es decir, que está
presente en todo tiempo y en toda cultura aunque pueda tener matices diferenciales
secundarios, no hay lugar para la ética ni para la salud. Muchas veces esta postura
responde a una ideología y otras a esa necesidad existencial de “coherencia vital” que
hace que si uno no vive como piensa termine pensando como vive. Pero hay un
indicador que permite descubrir el bien y el mal objetivos en la intimidad de la propia
conciencia: es ese estado general del ánimo que llamamos paz. Quien no está en paz
es muy probable que no esté viviendo de acuerdo al bien objetivo y al sentido objetivo
de la vida que es el buen amor.
Un gran desafío para ustedes, jóvenes, en orden a valorar y elegir libremente vivir
éticamente, es comprender que la pregunta moral no es: ¿qué es lo prohibido? sino
más bien: ¿qué es lo que nos hace felices y nos permite hacer felices a otros?
No es lo mismo ser leal que desleal, fiel que infiel, honrado que ladrón, sincero que
mentiroso, generoso que egoísta, solidario que individualista, justo que injusto,
prudente que imprudente, austero que codicioso, sobrio que inmoderado, fuerte que
débil, casto que incapaz de gobernar los impulsos sexuales.
El leal, fiel, honrado, sincero, generoso, solidario, justo, prudente, austero, sobrio,
casto y fuerte tiene más posibilidades de ser feliz y de hacer feliz a quien elige para
compartir la vida.
Hay realidades que física, afectiva y espiritualmente nos convienen y otras que
física, afectiva y espiritualmente no nos convienen. Por ejemplo comer, beber, dormir y
amar conviene a todo ser humano, cualquiera sea su cultura; tener hambre, sed,
sueño y odiar no conviene a ningún ser humano. Por eso la ética es objetiva y no
subjetiva lo cual no implica que existan bienes subjetivos o particulares de cada
persona (gustos, hobbies, etc).

18. Pero esto de definir lo que está bien y lo que está mal ¿no es juzgar al otro?
Mi planteo no tiene por intención juzgar a nadie sino hacer viable la educación, ya
que si no existe un bien y un mal objetivos carece de sentido educar a un ser humano.
Educar es, en definitiva, el gran desafío de guiar a una persona desde lo que es a lo
que puede y debe ser conforme a su naturaleza humana y a su identidad personal. Es
imposible educar sin el planteamiento ético objetivo, porque no existiría el deber ser,
sino simplemente lo que se es. La ética objetiva existe, pero no implica el derecho a
juzgar a una persona concreta que no viva conforme a ella ya que no conocemos su
historia, sus antecedentes familiares y sus circunstancias personales.
19. Constantemente te referís a una naturaleza objetiva. ¿Esto quiere decir que
los fundamentos morales van más allá de posturas o creencias religiosas?
Creo que hay un principio clave para encarar nuestras vidas. O bien existe un
Creador y, por lo tanto, una creación y una vida con orden y sentido dados, o bien no
existe un Creador y por lo tanto tampoco una creación y una vida con orden y sentido
objetivo. En el fondo, todas las creencias se podrían dividir según este eje racional. La
existencia de un orden natural supone un ordenador: por consiguiente, afirmar que
existe una moral objetiva implica la creencia en Dios. Ahora bien, siendo la naturaleza
una realidad común a toda persona humana, los fundamentos morales son entonces
universales y objetivos sin perjuicio de los matices culturales accidentales que no
afectan su sustancia.

20. ¿El sexo y el amor van por dos carriles diferentes?


Quien ama es un ser sexuado varón o mujer. Pero la sexualidad no es una parte
(la genitalidad) sino una dimensión de toda la persona y, por lo tanto, participa de los
atributos personales antes considerados: dignidad, identidad, intimidad, cuerpo
personal, espiritualidad capaz de conocer y tender a la verdad y al bien objetivos, y
libertad para amar. Luego, la manera adecuada de vivir la sexualidad como persona es
respetando dichos atributos y la vocación más profunda de la persona a amar
(conocer, querer y hacer el bien objetivo del otro en cuanto otro). Entonces, lo que
puede existir es una vivencia de la sexualidad personal o no personal (amor personal o
“amor” despersonalizado). En el primer caso el sexo y el amor se integran; en el
segundo, van por carriles diferentes empobreciendo la maravilla de la sexualidad
humana y el amor sexuado.
Pongamos algunos ejemplos concretos: la prostitución lesiona la dignidad humana
puesto que consiste en mirar y tratar a una persona como “algo” (esto es, en cuanto
objeto exclusivo del placer) y no como “alguien”. Y no es propio de las personas ser
utilizadas.
La unión varón-mujer meramente afectiva, que durará mientras dure el afecto (no
“hasta que la muerte los separe” sino “hasta que la vida los separe”), también lesiona
su dignidad humana. Porque el valor y la riqueza de una persona merecen que otra
persona le entregue su vida entera y no que la pruebe algún tiempo de su vida para
luego descartarla.
Lo que está en juego al vivir el sexo y el amor por carriles diferentes o al vivirlos en
forma integrada, es la felicidad. Vivir la sexualidad integrada en el amor personal
ofrece a la mujer y al varón más posibilidades de ser felices. Quiero repetir una vez
más que “control de calidad” que siempre tenemos para medir la calidad del amor
sexuado es el respeto de los atributos de la persona.

21. ¿Qué opinás acerca de la masturbación y del consumo de pornografía?


Ninguna conducta de un hombre o de una mujer carece de efectos o
consecuencias en sus personas. Todo acto humano deja huellas. Las conductas
objetivamente buenas mejoran a la persona y las conductas objetivamente malas la
empeoran o lesionan.
Creo que la masturbación y el consumo de pornografía, además de lesionar la
dignidad humana porque implican la utilización de un ser humano, no entrenan sino
que desentrenan para la felicidad en la relación hombre-mujer. En efecto, van
imprimiendo en la persona hábitos de búsqueda solitaria o unilateral del placer sexual
(que no es natural ya que el placer fue previsto para vivirse compartido) y al ritmo
sexual propio (que no coincide con el del otro(a)), lo que puede perjudicar la armonía
sexual -placer y ternura compartidas- en la fase de la vida oportuna para tener
relaciones sexuales.
La armonía presupone encuentros sexuales personales en las cuales se busque
no sólo el propio placer sino también el placer del otro. Esto implicará, para el varón,
tener que esperar el ritmo más lento de excitación sexual de la mujer. Si no están
entrenados para eso porque tienen el hábito (generado por la masturbación y el
consumo de pornografía) de buscar placer al ritmo de su propio sexo, tendrán
probablemente dificultades para vivir con armonía un encuentro sexual
adecuadamente personal, que por otra parte es el que más placer, deleite afectivo y
gozo espiritual puede generar.

22. ¿Qué pensás acerca de “transar”?


La “transa”, en tanto es una forma de masturbación compartida, tampoco entrena
al varón y a la mujer para ser felices, porque va dejando en ellos la huella o el hábito
del autoerotismo, de utilizar al otro como objeto exclusivo de placer, y de buscar ese
placer al ritmo del propio sexo, y ésas son huellas que no los preparen o entrenan para
la armonía sexual en sus relaciones futuras.
La “transa” tampoco les genera felicidad actual porque a través de ella no se
experimenta el sabor del amor entero que surge de captar la riqueza o los valores
integrales de otro ser humano. Los que “transan” muchas veces no conocen ni sus
nombres y por lo tanto son indiferentes a la riqueza de sus personas. Pueden sentir
solo un placer pobre que luego es seguido de un amargo sentimiento de vacío.

23. ¿Y si la persona con la que uno “transa” es “fija” (es decir, si hay “transa
periódica” con la misma persona)?
Se repite el mismo reduccionismo personal que en la “transa” y por lo tanto no
genera auténtica felicidad, no entrena para la armonía de los encuentros sexuales
personales futuros con la persona que elijan y se entreguen para compartir la vida; no
permite saborear el gozo del amor a una persona, de compartirse en todos sus
valores.
Es tan fuerte el atractivo que tiene el placer físico que monopoliza la relación y
genera una especie de adicción. Y esa adicción obstaculiza o incluso impide el inicio
de una relación más profunda, en la que se conozcan en toda la riqueza de
personalidad (talentos, valores, sueños, preocupaciones, alegrías, miedos, vocación).

24. ¿Qué opinás de la homosexualidad?


Hay que distinguir ante todo entre los actos homosexuales y la persona
homosexual. El adjetivo es “homosexual” pero el sustantivo es “persona” y, por lo
tanto, la persona homosexual merece el reconocimiento de todos los derechos y
atributos de cualquier persona. Ahora bien, cabe aclarar que no es la condición
homosexual la que es título de derechos sino la condición de persona.
La condición homosexual de la persona es un trastorno de la identidad sexual. Las
patologías en relación con la sexualidad pueden abarcar la identidad, la percepción y la
orientación. La homosexualidad es una patología de la orientación y concretamente una
parafilia. Creo que es muy importante manejarse con la verdad en esta cuestión, sin
perjuicio de la delicadeza, la compasión, la comprensión, la contención, el respeto y el
amor que debe brindarse a las personas de condición homosexual, que en una alta
proporción sufren a causa de su homosexualidad. Manejarse con la verdad es afirmar
que la homosexualidad es un trastorno en el proceso de formación de la identidad
sexual. Sólo existe una identidad sexual masculina y otra femenina.
La situación cultural actual acerca de la homosexualidad debe clarificarse con la
verdad científica. Siguiendo a Jokin de Irala en su libro Comprendiendo la
Homosexualidad, encontramos que la homosexualidad era considerada una
enfermedad por la comunidad psiquiátrica hasta que, en 1980, se modificó esta
categorización en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la
Asociación Americana de Psiquitría, cuyas sucesivas ediciones siguen manteniendo
esta calificación. Este cambio no se realizó sobre la base de ningún informe científico,
sino que fue el triunfo de una votación con un porcentaje del veinticinco por ciento,
fruto del “lobby” de la comunidad gay-lésbica norteamericana. Es el único caso en la
historia de la medicina en que se modifica la calificación de una enfermedad sin
ninguna base científica. Es más, el psiquiatra Spitzer, que lideró ese “lobby”, años
después se retractó y hoy dirige en los Estados Unidos uno de los principales centros
de rehabilitación de personas de condición homosexual hacia la heterosexualidad, la
Asociación Narth (National Association for Research and Treatment of Homosexuality).
Ese “lobby” que logró en 1980 el cambio de categorización de la homosexualidad
como enfermedad comenzó en la década del 70.
Manejarse con la verdad científica en esta cuestión es preocuparse realmente del
bien objetivo de la persona de condición homosexual, para que de ser posible pueda
superar ese trastorno, ya que como dije antes, en la gran mayoría de los casos la
homosexualidad genera un profundo sufrimiento y también una secuela de otros
trastornos psíquicos, como depresión, obsesiones, tendencia al suicidio y adicciones.
La persona de condición homosexual merece el trato más digno de una persona
que es el amor, pero el amor es hacerle el bien objetivo lo que incluye la rehabilitación
cuando es posible, lo que no constituye el planteo cultural actual.
IV
ENTRENÁNDONOS PARA EL AMOR SÓLIDO

25. ¿Por qué hoy hay cada vez menos noviazgos? ¿Por qué hay cada vez menos
novios que se casan?
Muchas parejas siguen actualmente calificándose como novios. Sin embargo, el
noviazgo no se entiende hoy como una preparación al matrimonio que incluye la
continencia sexual. Se trata de noviazgos que duran muchos o años o que se
prolongan indefinidamente, porque conllevan intimidad sexual más o menos frecuente.
Lo que está en crisis es el amor sólido, el compromiso matrimonial y la posibilidad de
envejecer amando a la misma persona. Sin el horizonte del compromiso matrimonial y
la entrega para siempre, el noviazgo más que desaparecer cambia de significado. Si el
matrimonio (unión total entre un varón y una mujer lo que supone un compromiso en el
amor) no es adecuadamente valorado y comprendido como un camino para ser más
feliz por la medida de entrega de sí que implica, tampoco será valorado el noviazgo. El
noviazgo tiene directa relación con el matrimonio precisamente porque es su proceso
de preparación. Desde una visión o concepto “líquido” del amor y de la relación varón-
mujer, el noviazgo, así entendido, no tiene sentido: ¿de qué sirve preparase para una
relación que no va a perdurar? En cambio, si se cree que es posible envejecer
enamorado de la misma persona sobre la base del compromiso recíproco de “querer
quererse”, y que en la vivencia de es actitud nos jugamos la mayor felicidad posible,
valdrá la pena conocerse y prepararse bien a través del noviazgo.

26. ¿Qué es el noviazgo?


Es una etapa natural y necesaria en el proceso de maduración del amor entre un
hombre y una mujer, que les permite poder conocerse y entenderse, superando la
idealización del otro, que es fruto del “flechazo” inicial y de la proyección en ella o él de
las propias expectativas y deseos con independencia de su posibilidad concreta de
satisfacerlos.
Enamorase de alguien no alcanza para poder decidir responsablemente si se
quiere compartir la vida con esa persona. Es necesario vivir un tiempo de trato y
conocimiento real recíproco para evaluar si será difícil, imposible, posible o muy
posible compartir un proyecto de vida con esa persona, cumpliendo con las
invitaciones que nos hacen las tendencias del enamoramiento: “con vos”, “sólo con
vos”, “siempre con vos”, “dándote a vos lo mejor de mí” y “dando vida con vos”. Éste
es el sentido del noviazgo.
Conocerse y entenderse implica ver no sólo lo que dice el otro sino cómo vive el
otro: cómo trata a sus amigos, a su familia, a sus compañeros de trabajo, cómo me
trata, cómo valora lo propio de mi persona, cómo maneja las distintas situaciones de la
vida. Este trato interpersonal en lo cotidiano de la vida permite advertir si la persona de
quien me enamoré es la persona a la cual quiero que mis hijos se parezcan o si quiero
compartir con ella toda la vida. Hay que ser muy realistas en el noviazgo y no
fantasear con la posibilidad de cambio de lo que esa persona es y vive. El noviazgo es
una etapa clave para preparar una relación o un amor sólido.

27. ¿Uno elige de quién enamorarse?


El amor sexuado tiene un aspecto pasivo, algo que “nos pasa” y que no provoca ni
crea uno mismo: es la sensualidad (“química”, impulsos) y la afectividad (emociones y
sentimientos). Además, el amor sexuado tiene un aspecto activo que sí origina uno
mismo. No podemos evitar que en el amor “nos pasen cosas”, pero en cambio
podemos manejar eso que nos pasa y hacer que “pasen” otras cosas. Por eso somos
responsables del amor. Si no pudiéramos manejar el amor no habría responsabilidad
ni posibilidad de comprometerse. El “flechazo” y el enamoramiento forman parte del
aspecto pasivo del amor, es decir, de lo que “nos pasa”. Una determinada persona nos
saca de la indiferencia, porque nuestra sensualidad capta los valores de su cuerpo y la
afectividad los valores de esa manera de ser mujer o de esa manera de ser hombre.
Enamorado significa que el amor nos ha sido dado. No elegimos de quién
enamorarnos: es la reacción que nos provocan los valores de otra persona. Lo que sí
depende de uno mismo es qué hacemos con ese enamoramiento: ¿Lo aceptamos?
¿Lo interrumpimos? ¿Lo desarrollamos? Eso sí depende de nuestra libertad a través
de las facultades de la inteligencia y de la voluntad.

28. ¿Qué ocurre cuando uno se enamora?


En el aspecto pasivo del amor hay dos pasiones que debemos distinguir: el
“flechazo” y el enamoramiento.
El “flechazo” es una pasión emotiva. Es muy fuerte pero no dura mucho. Se
produce fundamentalmente por la reacción de la sensualidad a los valores del cuerpo
de una mujer o de un varón y provoca psicológicamente un trastorno de la atención en
el “flechado”. Si trabaja, le cuesta trabajar; si estudia, le cuesta estudiar; la cabeza se
le va a la persona que lo “flechó”. Si esta emoción fuese un estado afectivo
permanente no se podría hacer nada, porque realmente afecta la atención que se
pone en las actividades habituales. Otro efecto es que provoca, en el “flechado”, el
vuelo de la imaginación: se proyecta todo lo que se quiere que tuviera la mujer o el
hombre ideal. El “flechazo” es como un empujón para que comience una historia de
amor entre un varón y una mujer, pero no puede durar mucho tiempo y es lógico que
después de un tiempo desaparezcan sus signos. A diferencia de lo que muchos creen,
eso no significa que desaparece el amor, sino que se trata de una fase embrionaria del
desarrollo posible del amor. Algo similar ocurre con la infancia, que en algún momento
se acaba sin que por ello se acabe la vida (pues deja paso a etapas de mayor
desarrollo de la vida humana -la adolescencia y la juventud-). Hay personas que creen
que toda la realidad posible del amor es sentirse “flechado”, de modo que, cuando
desaparece el “flechazo” piensan que desapareció el amor, y entonces buscan a quien
nuevamente los “fleche”. La historia de amor frágil y efímera de muchos es ir de
“flechazo” en “flechazo”. En realidad, más que enamorarse de tal o de cual persona se
enamoran de estar “flechados”, es decir de la emoción placentera que es sentirse
trastornado por alguien. De ahí la inestabilidad de la historia de amor de muchos
varones y mujeres, con el consiguiente vacío y dolor por no llegar a saborear otras
etapas del desarrollo posible del amor, el amor entero, el amor maduro.
A diferencia del “flechazo”, el enamoramiento puede durar siempre, porque,
además de intervenir la afectividad, -es decir, la reacción positiva ante los valores ya
no sólo corporales sino espirituales de esa mujer o ese varón- con la inteligencia se
conoce y profundiza en la riqueza de esa persona que provoca admiración. El
enamoramiento, es decir, la admiración hacia los valores de esa persona, puede durar
siempre. Uno puede envejecer enamorado de la misma persona.
Reitero lo afirmado en el primer capítulo al hablar de amor sexuado: Uno no se
enamora de la persona perfecta, sino de alguien con debilidades y con fortalezas, las
que entran en sintonía con las propias. La invitación del enamoramiento es a “afirmar”
a la persona que queremos ayudándola a desarrollar la mejor versión de sí misma.
Eso es el buen amor.

29. ¿Que relación hay entre el enamoramiento y el noviazgo?


El noviazgo es una etapa de maduración del enamoramiento, en el sentido de que
los novios procuran conocerse y entenderse en sus diferencias para ver si va a ser
posible un proyecto de vida común. Es un tiempo para verificar si los sentimientos
hacia esa persona responden a sus valores reales y no a lo proyectado
imaginativamente por el otro. Muchos ponen el foco en ver si tienen sentimientos hacia
la persona y no en saber si la persona tiene los valores reales que provocaron ese
sentimiento.

30. ¿Qué sentido tienen las crisis en el noviazgo? ¿Cómo enfrentarlas?


A la palabra crisis suele dársele una connotación negativa que no hace al sentido
propio del concepto. “Crisis” significa oportunidad de cambio, de crecimiento. En toda
relación varón-mujer hay crisis normales y anormales. Es bueno que haya crisis
normales: toda relación las tiene, y si se las vive adecuadamente, seguramente se
saldrá más fortalecido o con una unidad más consolidada.
En el noviazgo, las crisis permiten conocerse en la verdad de las fortalezas y
debilidades de cada uno. Si uno no está dispuesto a convivir toda la vida con aspectos
del otro que no le agradan -especialmente las diferencias en valores-, no es prudente
continuar la relación. La utopía de pensar que la otra persona va a cambiar cuando se
case ha sido el principio del fin de muchas vidas matrimoniales. Aunque haya
“química” y enamoramiento con aquella persona con la cual no se logra entendimiento
en los valores, la mejor decisión será interrumpir ese noviazgo. El noviazgo es una
fase de prueba de la relación, por lo que su interrupción no es ningún fracaso, por
dolorosa que sea. En cambio, la crisis terminal producida una vez fundada la unión del
matrimonio puede generar un dolor mucho más fuerte y expansivo. Una sola
separación matrimonial puede generar dolor a aproximadamente sesenta personas
(entre familia, parientes y amigos).
No pretendo afirmar que para dar “luz verde” a un noviazgo haya que encontrar a
la persona perfecta en todas las dimensiones, porque entonces es muy probable que
nuestro estado permanente sea el de soltero. Precisamente, sobre la base de la
aceptación de la persona real, el buen amor, a través de pequeños desencuentros,
discusiones y peleas que permiten conocer al otro y a uno mismo, ayuda a
perfeccionar y plenificar la manera de ser persona de quien uno se ha enamorado. La
mirada del amor auténtico permite ver no sólo lo que la persona es (con sus
imperfecciones, defectos, limitaciones) sino lo que la persona puede llegar a ser. Con
un buen noviazgo (en que haya comunicación, diálogo, interrelación) puede advertirse
suficientemente la identidad de una persona y ver si será difícil, muy difícil, imposible o
posible compartir con ella un proyecto de toda la vida. Si bien el buen noviazgo no
agota el conocimiento de una persona permite un conocimiento suficiente para decidir
o no un proyecto amoroso común.

31. ¿Hay que escuchar al entorno en la opinión respecto de la otra persona?


La mirada más profunda hacia una persona proviene de quien la ama
sinceramente. Sin embargo, en la etapa del flechazo a veces se confunde a la persona
real con lo que imaginamos de esa mujer o de ese hombre. Es ahí que la opinión de
amigos y familiares puede ayudar a ver la verdad. Cuando hay una mirada unánime de
las personas que más lo quieren a uno, es una insensatez no prestarle atención.

32. ¿Cuál es la edad para empezar a formar el noviazgo?


Hay un criterio objetivo: recién en la fase evolutiva humana conocida como la
adolescencia juvenil (aproximadamente a los diecisiete o dieciocho años) el ser
humano comienza a adquirir la capacidad de pensamiento reflexivo que le permite
conocer en la intimidad a otra persona y a sí misma para poseerse y poder darse. Eso
no se da en la infancia y en la pubertad. No es posible un noviazgo en sentido estricto
en esas fases del desarrollo de la mujer y del varón. Un niño o un adolescente púber
no pueden, estrictamente hablando, vivir un noviazgo real.

33. ¿Qué conviene: que la otra persona sea parecida a uno o que sea distinta?
Como decíamos antes, lo fundamental es la coincidencia en los valores (morales,
religiosos, culturales) o, en el caso de que no existan coincidencias de valores, al
menos el entendimiento en las diferencias.
Quisiera destacar que un valor clave en el que necesariamente debe existir
coincidencia es la prioridad de su relación (noviazgo, matrimonio) respecto de otras
realidades de la vida de cada uno (trabajo profesional, familia de origen, amigos,
deporte, dinero, etc).
Ahora bien, es probable que uno se enamore de una persona con temperamento o
personalidad diferente. Así como los sexos opuestos se atraen, también lo hacen las
maneras diversas de ser persona, y esto tiene un sentido: el mutuo enriquecimiento
personal a través de la diversidad.
Por ejemplo, es bastante frecuente ver parejas de novios en la que uno es
“primario” (significa que tiene un ritmo de reacción, pensamiento y decisión rápido) y el
otro “secundario” (implica por el contrario que tiene ritmos de reacción, pensamiento y
decisión lentos), o bien un miembro de la pareja es “emotivo” (alterable, irritable) y el
otro “no emotivo” (afectivamente más estable), o uno “no activo” (tendiente a actuar
hacia adentro o a la reflexión y la contemplación) y el otro “activo” (tendiente a actuar
hacia fuera de su persona, o sea un hacedor o ejecutivo).
Ningún rasgo caracterológico o su mezcla (los temperamentos) es en sí bueno o
malo. Cada uno es más conveniente para algunas cosas y menos conveniente para
otras. La persona emotiva aporta energía, vitalidad; la persona no emotiva, estabilidad;
la persona activa, decisión en la coyuntura diaria; la persona no activa, reflexión,
previsión, proyectos.
La cuestión no está en las diferencias de personalidades -que en sí mismas son
buenas- sino en cómo cada uno conoce, acepta y respeta esas diferencias. Como
decía el escritor inglés Chesterton, las diferencias que nos atraen después complican
la convivencia, cuando no se las entiende, acepta y respeta.

34. ¿Podés hablarnos de las diferencias sexuadas naturales entre un hombre y


una mujer ?
Muchos conflictos entre novios y luego entre cónyuges derivan de no conocer
adecuadamente las diferencias entre un hombre y una mujer.
El varón es sensualmente activo y la mujer sensualmente pasiva y a la inversa, la
mujer es afectivamente activa y el varón afectivamente pasivo. En otras palabras, esta
sensualidad diversa significa que los ritmos de excitación sexual son diferentes:
utilizando un ejemplo sencillo para facilitar la comprensión, el varón es como una
“estufa a cuarzo”, y la mujer como una “chimenea a leña” (a buenos entendedores,
pocas palabras). El hombre se excita sexualmente en forma rápida y una vez
alcanzado la plenitud de excitación (el orgasmo) se desexcita también en forma rápida.
La mujer es más lenta tanto en la fase preparatoria de la relación sexual como en la
resolución de la misma, por lo cual en esta última, luego del orgasmo, muchas veces
tiende al diálogo con el varón y este en cambio suele entrar a un estado de
somniolencia.
Los disparadores de la excitación sexual del varón son simples. Basta
fundamentalmente el sentido de la vista, es decir, la visión de la mujer en
determinadas circunstancias es suficiente para provocarlo. Los disparadores de la
excitación sexual de la mujer son más complejos y demandan la intervención de más
sentidos, -al menos en la etapa de infertilidad de su ciclo menstrual en el que aunque
la libido permanece plena, exige un mayor esfuerzo del hombre para activarla-. En esa
activación de la excitación sexual de la mujer interviene un clima general de armonía y
afecto en la relación personal y otros sentidos además de la vista: el oído al captar un
tono de voz adecuado; el tacto al percibir la expresión de ternura; el olfato al captar
una sensación de agrado.
El placer sexual en el varón está directamente relacionado con el llenado de las
vías seminales y su brusca contracción descomprimiendo la tensión sexual; mientras
que el placer sexual en la mujer se vive a través de una progresiva acumulación de la
tensión sexual.
En la fase de preparación de la relación sexual, el hombre puede interrumpir
brevemente el proceso y seguidamente continuarlo, mientras que la interrupción de la
mujer equivale a volver al momento cero de la relación sexual.
La ignorancia de estas diversidades masculinas y femeninas del dinamismo físico
es la causa de muchas desarmonías en las relaciones sexuales del hombre y la mujer
en la fase vital oportuna para tenerlas, que manifiestan las conocidas palabras: “El no
piensa más que en eso ...”; “Ella no me desea como hombre”.
Ampliaremos este tema de las diferencias en los aspectos afectivos y racionales de
la naturaleza humana del varón y la mujer cuando hablemos del matrimonio y
consideremos las distintas necesidades de la mujer y el varón que son importantes
atender para cuidar la relación conyugal.

35. ¿Qué pasa hoy con el miedo al compromiso?


Hay que distinguir entre el miedo al compromiso y la falta de valoración del
compromiso como una de las claves de calidad en el amor.
Desde una educación permisiva, en la que una persona, siendo niño y
adolescente, sólo conjugó en su vida el verbo “pedir” y recibió siempre lo que deseaba
(aunque no fuera una necesidad sino un capricho), es comprensible el miedo al
compromiso, porque el compromiso pide utilizar un verbo –dar- que nunca se aprendió
a conjugar.
Desde una comprensión del amor reducida a sentir (en la que uno depende de lo
que la otra persona le provoque), es explicable que no se valore el compromiso como
acto que eleva la capacidad de amar y, por lo tanto, de ser feliz. Si el amor es sólo lo
que a uno “le pasa”, ¿a qué va a comprometerse? Si es algo que uno no domina, si no
es posible gobernar el amor, ¿cómo es posible comprometerse a amar entendido
como meramente sentir?
Desde una visión entera del amor, en la que se integra el sentir de la afectividad
con el dar de la voluntad, la incomprensión del compromiso desaparece. Uno no se
compromete a sentir, se compromete a querer querer. Ésta es la actitud sólida
fundamental. Se trata de querer querer a la persona amada con actos de entrega de sí
para hacerle agradable la vida y para ayudarla a crecer y a ser quien verdaderamente
es.
En resumen, creo que hoy pasan fundamentalmente dos cosas: no se entiende
que el amor puede ser gobernado por la inteligencia y la voluntad y no se generan
hábitos de compromiso y de generosidad que faciliten vivir con otra persona y más aun
vivir para otra persona.

36. ¿Es buena, en el noviazgo, cualquier manifestación de cariño?


No hay recetas, pero sí un valor que puede servir como criterio general para la
respuesta: la prudencia. Debemos amar con todo lo que somos y eso implica no sólo
actos voluntarios de amor a través de esfuerzos, concesiones, querer lo que ella
quiera aunque uno no lo quiera, sino también a través de la ternura, que es expresar
con el cuerpo que uno valora a la otra persona. Es natural y bueno que existan
expresiones corporales de cariño.
El cuerpo humano es siempre lenguaje de la persona. No tenemos cuerpo, somos
cuerpo en unidad con nuestro espíritu. Por lo tanto, a través del cuerpo manifestamos
amor y reitero es bueno e importante que existan dichas manifestaciones de
expresiones físicas de cariño. Ahora bien, si somos una unidad de cuerpo y espíritu el
lenguaje del cuerpo no puede ser contradictorio con el lenguaje de la persona. El
cuerpo miente si expresa una entrega física total que no corresponde con una entrega
espiritual total de persona entera.
La prudencia es esa virtud humana que permite prever y elegir los medios para un
fin bueno que se busca vivir. Si reservamos la entrega física total para la entrega
espiritual total del matrimonio, entonces la prudencia permitirá evaluar en cada
circunstancia cuáles tendrán que ser las expresiones físicas del cariño, para no
exponerse en llegar a un punto en que se “pierda la cabeza”, y por lo tanto también la
voluntad de hacer lo que se quiere hacer. La mujer puede en esto ayudar mucho al
varón, ya que el impulso sexual del hombre tiene ritmos muy rápidos y es más simple
(se dispara a veces con sólo mirar a la mujer).

37. ¿Qué opinás acerca de las relaciones sexuales prematrimoniales?


Desear tener relaciones sexuales prematrimoniales es normal desde la
sensualidad y desde la afectividad de dos enamorados. Decidir tenerlas y tenerlas
efectivamente desde la inteligencia y la voluntad es inoportuno antes de la entrega
personal total del matrimonio.
Quizás un ejemplo ayude a entenderlo: supongamos que una persona no ha
comido durante tres días y ve una torta de chocolate. El impulso físico derivado del
hambre y el deleite afectivo que le produce el chocolate le invitan a comerse la torta.
Completo la información afirmando que la persona es diabética en grado máximo. La
voluntad -que sigue a la inteligencia en la advertencia del riesgo que implica para su
vida comerse la torta- es conveniente que diga la última palabra respecto de lo que le
conviene a la persona respecto de la torta ya que la sensualidad y la afectividad no
piensan.
Analógicamente, sólo desde la inteligencia puede razonarse y con la voluntad
obrar una respuesta a esta pregunta, ya que la sensualidad y la afectividad, aún
siendo facultades humanas muy buenas, ven más limitadamente que la inteligencia.
Con la inteligencia podemos argumentar lo siguiente:
1) Siendo el noviazgo una etapa de la relación cuyo sentido es el conocimiento
recíproco profundo e íntimo para poder evaluar la posibilidad de compartir un
proyecto de vida, el inicio de las relaciones sexuales tiene el riesgo de que la
relación sea polarizada por lo físico -que es muy fuerte- y que esto pueda, por
lo tanto, obstaculizar el conocimiento recíproco adecuado en las otras
dimensiones más profundas de sus personas.
2) La entrega física total a otra persona, especialmente de la mujer al varón, crea
un vínculo afectivo muy fuerte, que puede afectar la libertad interna de
discernimiento de la posibilidad real de compartir un proyecto de vida con dicha
persona a la que se ha entregado en forma físicamente total (recordemos que
ese discernimiento es el sentido objetivo del noviazgo).
3) Los sexólogos analizan la relación sexual desde el punto de vista de la salud y
el placer de sus protagonistas. Los moralistas analizan la conducta humana
siempre en relación con el fin de la persona y su naturaleza. Ambos coinciden
en afirmar que la relación sexual óptima desde el punto de vista del placer y de
la paz psicológica de quienes la realiza es aquella en la que sus protagonistas
viven con tranquilidad afectiva y con paz espiritual.
La falta de paz espiritual de quienes tienen relaciones sexuales pre conyugales
o extra conyugales, deriva de no haber correspondencia entre una entrega
físicamente total y una entrega espiritual que no es total sino parcial. La falta de
tranquilidad afectiva (miedo) deriva de la información científicamente cierta de
que no hay método anticonceptivo que sea absolutamente seguro. El miedo al
embarazo es real y objetivo.
4) La relación sexual es un encuentro personal muy valioso que integra el placer,
la ternura y la comunicación, lo cual requiere un proceso de crecimiento que
sólo se hace posible en una relación consolidada como es la que supone el
matrimonio. Es decir, la imagen de armonía sexual fácil e inmediata que el
hombre y la mujer alcanzan en la primera relación sexual es solo un mito de
muchas películas de cine. La realidad es que, para optimizar y crecer en esta
forma de comunicación, se requiere un clima de estabilidad, confianza y tiempo
que no se consigue en la etapa del noviazgo sino con el transcurso de la
relación sólida del matrimonio.
5) Es un mito creer que puede probarse la armonía sexual futura del matrimonio a
través de relaciones sexuales prematrimoniales. Acostarse con la novia o el
novio no es ninguna prueba, ninguna garantía de la futura armonía sexual con
el cónyuge. Porque la armonía sexual depende -sobre todo en la mujer- de una
serie de circunstancias que pueden no existir durante el matrimonio. La
disponibilidad sexual de la mujer está muy ligada al tono afectivo de la relación
que tenga con el cónyuge y, por lo tanto, la supuesta armonía sexual que
pueda haber en el noviazgo en situaciones totalmente distintas no implica
ninguna garantía de armonía sexual en el futuro. Existen, además, abundantes
estadísticas de estudios sociológicos (ver por ejemplo los estudios de la
Heritage Foundation de Washington, EE.UU.) que corroboran que las parejas
que han convivido teniendo trato sexual antes del matrimonio tienen mucha
más posibilidad de separarse. La explicación de esto último es que la
convivencia sin compromiso y entrega total puede dejar huellas de inseguridad
y falta de estabilidad, que tienen impacto negativo en la relación futura.
6) No es sabio en la vida “quemar etapas”: hay que vivir cada etapa de la vida. No
siendo seguro cien por ciento ningún anticonceptivo, existe la posibilidad cierta
de traer a la vida a una persona en un momento en que la relación no está
consolidada, y que por lo tanto no le conviene ni al padre, ni a la madre, ni al
hijo. Si bien uno puede asumir decisiones con la propia vida es injusto e
irresponsable decidir por una tercera persona.
7) Siendo la persona una unidad de cuerpo y espíritu, el cuerpo y las facultades
espirituales de la inteligencia y la voluntad deben guardar una coherencia
armónica. La entrega física total debe corresponder a una entrega espiritual
total, que se concreta con la entrega matrimonial.

38. ¿Qué pasa en los noviazgos que llevan mucho tiempo y que no se casan por
razones económicas?
Hay que tener muy en claro en la vida qué es lo que puede generar la felicidad más
profunda del ser humano. La falta de claridad en esta cuestión básica puede hacernos
desperdiciar muchos años de gozo mayor en nuestras vidas. Ninguna posesión
material es comparable con el gozo de entregarse totalmente a alguien y de que
alguien decida entregarse totalmente a uno, lo cual implica haber descubierto nuestro
valor como personas; eso es casarse. Tampoco es comparable ningún bien material
con el gozo de ser padre o madre, aunque la paternidad y la maternidad sean siempre
un desafío e impliquen trabajo.
Es razonable casarse con cierto sostén económico, pero postergar la decisión de
matrimonio hasta poder pagar una fiesta ideal de casamiento, tener la casa ideal, el
auto ideal, un plasma y todos los electrodomésticos no es sensato desde el punto de
vista de la búsqueda de la auténtica felicidad humana. Así como en una relación une
mucho tener buenos recuerdos en el pasado, también une compartir proyectos hacia el
futuro y uno de esos proyectos puede ser ir ahorrando para la casa futura que se
quiere construir o comprar con el esfuerzo compartido. Si durante años nos pasamos
soñando juntos esa casa, poniendo, por ejemplo, su foto en la heladera, decorándola
con la imaginación y la ayuda de revistas, habremos contado con un factor de unión
muy fuerte, del cual hoy muchos carecen por comenzar la vida matrimonial con todos
los sueños comunes cumplidos.

39. ¿Qué significado tiene para vos la palabra “virginidad”?


En el caso concreto de los novios significa dignidad, respeto y entrenamiento para
ser feliz y para apuntar alto en la armonía sexual (que vendrá en la etapa oportuna de
tener encuentros sexuales que es en el matrimonio). Para vivir buenas relaciones
sexuales como encuentros de toda la persona del varón y de toda la persona de la
mujer, que incluyan placer, ternura y comunicación recíprocos, es necesario
entrenarse en el hábito de la castidad, que es aquel aspecto de la templanza que nos
permite gobernar el impulso sexual para, por ejemplo, poder esperar el varón a la
mujer en sus ritmos sensuales más lentos; para poder abstenerse de relaciones
sexuales cuando alguno de los dos por cansancio o enfermedad no desea el
encuentro sexual; o para cuando se quiere postergar un embarazo renunciando al
encuentro sexual en los períodos de fertilidad de la mujer, pero viviendo en la relación
la entrega total, que genera la mayor posibilidad de placer físico, paz y gozo
espirituales.
La castidad, el hábito bueno de gobernar el impulso sexual, no se adquiere de la
noche a la mañana. Como otros valores, requiere de un entrenamiento basado en la
repetición del mismo acto de manera de adquirir la facilidad para hacerlo. Ese
entrenamiento es conveniente que empiece en el noviazgo, viviendo y respetando
ambos la virginidad, ya que es mucho más difícil adquirirlo después, durmiendo todos
los días con la persona con la que uno se ha casado. Conservar la virginidad no es
sólo evitar mantener relaciones sexuales con penetración. Si se tiene todo tipo de
contacto físico, incluso aquellos que llevan al clímax o al orgasmo aunque no haya
penetración, ese varón y esa mujer no estarán conservando la virginidad y no se
estarán entrenando para ser felices a través de la adquisición del hábito de la castidad,
sin perjuicio de que puedan ser vírgenes en el sentido de no haber tenido relaciones
sexuales con penetración.

40. ¿Los noviazgos que tienen relaciones prematrimoniales son más o menos
propensos a debilitarse o romperse?
Muchos estudios sociológicos y estadísticos (por ejemplo los estudios de la antes
citada Heritage Foundation de Washington, EEUU) son coincidentes en afirmar que las
personas que han convivido antes de casarse tienen más posibilidad de separarse que
quienes inician la convivencia con el matrimonio. En general ocurre que en estas
parejas se consolida una actitud de posesividad por parte de la mujer respecto del
varón y una sensación de ahogo por parte del varón respecto de la mujer, derivados
de la inseguridad que genera vivir una relación sin compromiso o sin entrega total
sincera de sí mismos.
V
AMOR SÓLIDO

41. ¿Para qué casarse? ¿Por qué no convivir simplemente?


Un amor sólido es un amor comprometido y esta realidad nos acerca al
concepto de matrimonio.
Antes de comenzar a hablar del matrimonio y distinguirlo profundamente de otros
tipos de unión sexuado, quiero destacar que no es mi intención juzgar a nadie.
Viajando por la Argentina y otros países de América, he podido comprobar que
muchas uniones en las que sus protagonistas no tienen una libreta de matrimonio civil
o religiosa son matrimonios naturales, y por el contrario, con respecto a otras personas
que sí tienen esos documentos y han pasado por una ceremonia civil o religiosa es
muy probable que su unión matrimonial sea nula.
Entrando en el tema voy a responder a tu pregunta. ¿Para qué casarse? Para
llevar un hombre y una mujer su capacidad de amar y, por lo tanto, de ser y hacer feliz
al otro(a), a un nivel que no es igualmente alcanzable y desarrollable si uno no se casa
y opta por una relación meramente afectiva convivencial.
La felicidad humana es directamente proporcional al desarrollo de la capacidad de
amar. Una persona puede ser tanto más feliz cuanto más desarrolle su posibilidad de
dar y darse a otros. Casarse es precisamente realizar un acto de amor original o único
de entrega total de sí en tanto varón y en tanto mujer, que les da a sus protagonistas la
posibilidad de conservar, cuidar, hacer crecer y auto-restaurar la relación de amor de
una forma sustancialmente superior a la que se tiene sino se realiza el casamiento.
Si bien la mayoría de los hábitos buenos o virtudes se adquieren por repetición de
actos, hay valores que se adquieren con un solo acto. Por ejemplo, la decisión de
tirarse en paracaídas exige un único acto de voluntad que permite gozar de la caída
libre. Analógicamente, un solo acto de amor -el de la entrega total de sí en tanto varón
y en tanto mujer a través del cual se casan- eleva de tal modo su capacidad de amar
que permite a un varón y a una mujer la posibilidad de ser mucho más felices. Esa
felicidad no se funda en la ausencia futura de limitaciones, dolores o conflictos sino en
la mayor energía, motivación y voluntad para superarlos.
Vale la pena reiterarlo una vez más, ante la generalizada distorsión conceptual que
existe respecto del matrimonio. No casa un papel, una ceremonia civil o religiosa, o
una autoridad civil o religiosa. “Casa” un acto de amor. ¿Cuál? El de la entrega sincera
total de lo que uno es y puede ser como varón y mujer. Esa intensidad de entrega en
un solo acto desarrolla sustancialmente la capacidad de amar, pone a sus
protagonistas en una situación muy diferente de la que tenían antes de realizar este
acto. Eleva a esa mujer y a ese varón concretos a un nivel de amor o a una posibilidad
de amarse que no tenían antes del matrimonio. Genera una capacidad psicológica de
luchar por la armonía de la relación y por hacerse recíprocamente el bien mucho más
alta y por lo tanto, una más alta posibilidad de ser feliz. Esto es lo atrayente del
matrimonio. Uno entra en otra dimensión, en otra galaxia, en otra calidad de amor
respecto de la unión meramente afectiva de los simples convivientes (no me refiero a
los matrimonios naturales que subyacen a muchas uniones de personas que por
ignorancia o imposibilidad no han expresado su compromiso o consentimiento
matrimonial a una autoridad civil o religiosa). El casamiento no asegura el éxito de la
relación, pero la posibilidad de éxito es sustancialmente mayor en la unión sólida del
matrimonio que en la unión líquida en la que sus miembros tienen la actitud de convivir
tan solo mientras les dure las ganas y el afecto que por naturaleza es muy variable.

42. ¿Es adecuado decir que nos casó un funcionario del registro civil o una
autoridad religiosa?
No puede “casar” ninguna autoridad civil o religiosa, porque uno de los atributos de
la persona humana es el autogobierno de sí misma y la propia decisión de amar. Nadie
puede ser sustituido en el atributo humano de gobernarse a sí mismo y de dejar
participar a otro (el cónyuge) en dicho autogobierno de la propia vida que implica el
matrimonio. Ninguna autoridad es soberana para reemplazar a un ser humano en la
decisión de entregarse en un proyecto de toda la vida con otra persona (matrimonio).

43. Para casarme ¿necesito expresar el consentimiento matrimonial ante una


autoridad?
Decir que la autoridad “no casa” a dos personas no implica afirmar que la autoridad
(civil o religiosa) no tenga hoy relevancia y que sea una exigencia formal de validez
que exigen tanto los ordenamientos legales civil y canónico (derecho de la Iglesia
Católica).
Si bien destaco una vez más que la autoridad, la ceremonia y la libreta matrimonial
no son elementos esenciales del matrimonio natural, desde el siglo XVI, la presencia
de la autoridad se comienza a exigir para la validez del matrimonio (primero en la
regulación legal canónica y luego en la civil) por razones de publicidad y de seguridad
jurídica. Cuando las poblaciones o comunidades humanas eran chicas, todos se
conocían, se sabía quién era cónyuge de quién y no era necesario registrar las
uniones matrimoniales para asegurar el cumplimiento del compromiso asumido en
caso de incumplimiento por parte de algunos de los esposos. Pero cuando empiezan a
crecer las poblaciones y aparecen las grandes ciudades, entonces surge esa
necesidad, y por eso, expresar el consentimiento ante una autoridad es requisito de
validez a partir del Concilio de Trento, en el siglo XVI.
Lo paradójico es que las diversas “formas” culturales de expresión del acto de
amor de casarse que no forman parte esencial del matrimonio, son consideradas hoy
por muchos como lo más esencial, y por eso se tiende a pensar que el que “casa” es el
sacerdote o el oficial del registro civil, la ceremonia o la libreta.

44. ¿De dónde surge el matrimonio? ¿Es acaso un invento de la Iglesia o del
Estado?
Si bien ya hemos hablado de este tema vale la pena abundar.
La estructura del matrimonio, sus características y fines surgen de la naturaleza de
la persona humana varón y mujer. Es la unión sexuada que responde a las
invitaciones o tendencias naturales del enamoramiento de un varón y una mujer.
Ustedes, los jóvenes buscan y valoran lo auténtico y natural. El matrimonio es la unión
auténtica y natural que buscan. Casarse es responder a la invitación natural de su
enamoramiento con un acto libre de la voluntad, ya que en el ser humano (a diferencia
del mundo animal) la naturaleza propone pero no determina.
Siguiendo al Profesor Viladrich y como dijimos antes, el fenómeno del
enamoramiento provoca una muy fuerte invitación a la persona que “padece” ese
sentimiento. Se trata de unos impulsos o tendencias muy placenteros que pueden
denominarse “dinámica del enamoramiento”.
La primera es el impulso a “estar juntos”, lo más cerca posible en el tiempo y en el
espacio, anhelando sentir intimidad mediante los sentidos según múltiples formas de
expresión (el beso, el abrazo, las caricias); o al revés, sufriendo con dolor cualquier
separación. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la unión con la
persona que ama.
La segunda es el impulso a “estar sólo juntos”, de manera que se sufre cualquier
posibilidad de que la persona que se ama pueda tener esa misma relación íntima con
una tercera persona, como también que alguien interfiera o intervenga desde dentro,
como otro íntimo. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la unión
exclusiva y fiel con la persona que se quiere.
La tercera es el impulso a “estar siempre juntos”, a que no pase nunca lo que están
viviendo. Los enamorados quisieran eternizar esa íntima relación que los une en un
instante mágico que durase siempre, que jamás pasará. La invitación a la persona que
manifiesta este impulso es la unión de toda la vida con la persona amada.
La cuarta tendencia es el impulso a “estar juntos dando cada uno lo mejor de sí”.
Los enamorados buscan en mil detalles ser el mejor regalo para el otro, mostrando lo
mejor de sí mismos. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la
unión en orden al bien objetivo del otro.
La quinta es el impulso a “a recrear todo juntos”. Los enamorados perciben un
impulso vital que tiende a hacer nuevas las cosas o situaciones que se relacionan con
su historia. El banco de la plaza, la canción o el árbol donde comenzó su historia o
tiene relación con algo importante de la misma, adquiere para ellos una vida distinta
que para el resto de las personas y se convierte en “nuestro banco”, “nuestra canción”
y “nuestro árbol”. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la unión
fecunda cuya máxima expresión será la paternidad y la maternidad en el
momento oportuno.
Una unión entre varón y mujer en la que ellos ponen en común toda la riqueza
complementaria de la sexualidad de sus personas, que es exclusiva para hacer
posible el sólo con vos, permanente para hacer posible el siempre con vos, altruista
para hacer posible lo mejor de mí para vos y fecunda para hacer posible el recrear
todo con vos, esa unión es el matrimonio. Por lo tanto, no te dejes engañar o
manipular. La unión auténtica y natural que estás buscando y al que tu enamoramiento
te invita no es simplemente convivir ¡¡¡sino casarte!!!

45. ¿Pensás que el matrimonio es para toda la vida?


Absolutamente, aunque hacerlo posible es todo un trabajo para el hombre y para la
mujer. Todo lo que vale la pena en la vida implica esfuerzo: también el amor, también
el matrimonio. Pero vale la pena y ¡es posible!
Pero quiero fundamentarles mi respuesta.
El matrimonio es para toda la vida porque ésa es la invitación que el
enamoramiento hace (deseo estar siempre con vos).
El matrimonio es para toda la vida porque la entrega existencialmente total entre un
hombre y una mujer es la adecuada a la dignidad humana. Es indigno que uno esté a
prueba para otra persona por un tiempo, el que le dura las ganas.
Si la invitación natural del enamoramiento es al siempre con vos, el único acto
voluntario que te proyecta hacia el futuro, como pide el enamoramiento, es el
compromiso. “Pro” es una preposición de futuro, com-pro-meter significa “meterse en
el futuro con otra persona”. El compromiso no es una exigencia caprichosa del Estado
o de la Iglesia para complicarnos la vida. Si el enamoramiento pide el siempre con vos,
la única manera de concretar, no en forma simbólica sino real, una entrega con esa
medida, en el aquí y ahora, es con un acto de compromiso. ¡¡Y eso precisamente es
casarse!!

46. ¿Es admisible el divorcio?


Pienso que este tema debe tratarse siempre con suma delicadeza humana, por
respeto al dolor de muchas personas relacionado con esta cuestión y las muy diversas
circunstancias que puedan hacer que dos personas sean protagonistas de un divorcio.
Quiero ante todo reiterar que no es mi intención juzgar ningún caso particular de
divorcio en el que quien lee este libro pueda estar relacionado. Especialmente pido a
los jóvenes que no juzguen a sus padres, entre otras razones, porque su generación
no ha tenido la oportunidad que muchos jóvenes están teniendo de una educación
más sistemática y completa en el amor sexuado.
Voy ahora a responderte: si la autoridad civil o religiosa no casa, no vincula, no
conyuga, no “esposa” a los cónyuges, tampoco puede “descasarlos” o desvincularlos.
En otras palabras, no puede divorciar, que significa disolver un vínculo matrimonial
válido existente entre un hombre y una mujer.
Distinto es el caso de la separación matrimonial personal judicial, en la cual se
suspende el deber de convivencia que tienen los cónyuges pero sigue existiendo entre
ellos el vínculo matrimonial, siendo el sentido original de la separación (institución
creada par la Iglesia Católica) trabajar desde su distanciamiento corporal en la
restauración de la convivencia posible entre ellos.
Distinto es también el caso de la nulidad matrimonial, en la cual la autoridad
declara que pese a la apariencia de matrimonio (existió una ceremonia) el vínculo
matrimonial no llegó a concretarse, porque al momento de expresar el consentimiento
uno o ambos cónyuges internamente no se entregó totalmente: no lo hicieron
libremente, no tenían aptitud psíquica para entregarse o para cumplir el compromiso
matrimonial, estaban afectados de un impedimento o no expresaron su consentimiento
según la forma solemne legalmente prevista.
Declarar la nulidad de un matrimonio no implica declarar que no haya existido una
historia concreta de afecto y buenos momentos entre sus miembros, o que los hijos no
sean de ambos padres. Tan sólo declara que nunca existió entre ellos el tipo
matrimonial de unión y que por lo tanto ambos pueden casarse en el futuro.
La admisión del divorcio en la mayoría de las legislaciones civiles responde a la
lógica del contrato, que no es aplicable al matrimonio. El casamiento es un acto de
amor voluntario que genera una realidad de alianza, pacto a través del compromiso,
pero esa realidad que es jurídica no es de tipo contractual.
Intentaré explicárselos mejor. En el siglo XII se discutía académicamente en las
principales universidades europeas si lo que casaba a un varón y a una mujer eran los
esponsales (pactos que hacían las familias de los novios para comprometerlos a la
boda) o las nupcias (traslado de la mujer a la casa del novio y primer acto de entrega
física total voluntaria y libre -que era considerado expresión de la entrega espiritual
total, y por lo tanto casaba-).
Se concluyó que el matrimonio surgía con las nupcias y no con los esponsales.
Buscando una figura jurídica que surgiera por consenso o voluntad libre se asoció el
matrimonio con el contrato. Ahora bien, lo propio de un contrato es que las partes
crean el vínculo con sus características y fines (las cláusulas) y en tanto lo crean lo
pueden disolver o pedir a la autoridad que lo disuelva. Nada de esto es aplicable al
matrimonio ya que, como antes hemos considerado, la función del acto de entrega de
sí que casa no es crear el vínculo sino tan sólo llevarlo a la existencia, dado que el
origen de las propiedades y fines del matrimonio es natural y no consensual.

47. ¿De dónde surgen las propiedades o características del tipo de unión
matrimonial y sus fines?
Las propiedades o características del matrimonio no las inventa el legislador ni los
novios, surgen de las tendencias naturales del enamoramiento y de la dignidad
humana antes consideradas y de la respuesta de entrega voluntaria libre con la
medida total a la que invitan esas tendencias, que un hombre y una mujer concretan al
casarse. La propiedad de la exclusividad (una con uno) deriva de la tendencia natural
al sólo con vos. La propiedad de la irrevocabilidad del vínculo (indisolubilidad) surge de
la tendencia natural del enamoramiento al siempre con vos.
Tampoco inventa el legislador o los contrayentes los fines del matrimonio. Estos
fines surgen del sentido natural de la sexualidad humana, que es, por una parte, el
mutuo enriquecimiento personal derivado de la complementariedad masculina y
femenina en todas las dimensiones de su naturaleza (fin del bien de los cónyuges); por
otra, la apertura a la procreación y educación de nuevos seres humanos, que no
significa tenerlos efectivamente sino estar abiertos a buscarlos a través de su
recíproca entrega sexuada.
Si las características y fines del matrimonio derivan de la naturaleza, puesto que
ésta es común a todos los seres humanos, la unión matrimonial es patrimonio común
de la humanidad y no sólo de los católicos como a veces erróneamente se ha
afirmado.

48. Para los católicos ¿qué significa el sacramento del matrimonio?


Hasta ahora he hablado para todos cualquiera sea su religión porque lo he hecho
desde las distintas ciencias y desde el orden natural. Ahora hablo a los católicos.
El sacramento significa que Cristo se hace realmente presente, no sólo durante la
ceremonia del casamiento, sino a lo largo de toda la vida matrimonial para ayudar a los
esposos a vivir las propiedades y los fines de la unión que para su felicidad han
llevado a la existencia. Pero las características o propiedades y los fines del
matrimonio no derivan del sacramento sino, como hemos visto, de la naturaleza de la
sexualidad humana y de la dinámica del enamoramiento.
Como hablamos en el primer capítulo, a la relación de un varón y una mujer se la
puede comparar con un barco que tiene dos timones y dos timoneles. Los co-
timoneles de una relación conyugal tienen una capacidad limitada para construir
adecuadamente el barco a través del noviazgo, y luego de arrojado al agua
(casamiento), también tienen una capacidad limitada para conservar, mejorar y
restaurar el barco en la navegación de su vida matrimonial. Esa capacidad se
enriquece profundamente cuando se invita a Cristo al barco: en su etapa de
construcción (noviazgo), con el rol de Arquitecto Naval y después, cuando se inicia la
navegación de la comunidad de vida (matrimonio), con el rol de Capitán, quien es el
que diseñó el barco (la unión matrimonial) y el principal interesado en que arriben los
co- timoneles o cónyuges (ella y él) al puerto de la unidad y la felicidad.

49. ¿Qué significa contar habitualmente con el Cristo como Capitán del barco de
la relación hombre mujer en esta analogía náutica?
No significa ciertamente contar con su presencia meramente formal o simbólica.
Significa comunicarse los co-timoneles (los novios y luego cónyuges)
continuamente con Él acerca de las alegrías, tristezas, cansancios, miedos, dudas, o
decisiones a tomar, primero en la construcción del barco (noviazgo) y luego, al iniciar
la navegación de la vida matrimonial o en la relación con la tripulación (los hijos),
dejarse guiar por su sabiduría de Capitán. Esta comunicación es la oración.
Significa alimentarse de Él procurando ver y vivir el mar y el tiempo de las
circunstancias de la vida matrimonial y familiar con sus ojos, su inteligencia, su
voluntad, sus sentimientos, sus actitudes y sus conductas. Este alimento es el
sacramento de la Eucaristía.
Significa poder rectificar el rumbo cuando los co-timoneles se han apartado de la
dirección adecuada para llegar al puerto de la felicidad que es la meta del viaje. Esta
rectificación es el sacramento de la Reconciliación.
Contar con Cristo, es decir, comunicarse, alimentarse y rectificar con Él y en Él en
la navegación de la vida matrimonial y familiar y en su preparación, es el gran regalo
que recibe un joven católico con el sacramento del matrimonio.
Uno más uno es igual a dos. Él más ella suman dos. Él más ella más Cristo no
suman tres, sino infinitas posibilidades más de armonía y felicidad para la vivencia de
un buen noviazgo y luego un buen matrimonio.

50. Si el matrimonio es la unión varón–mujer natural, ¿por qué hoy disminuye la


elección del tipo de unión matrimonial?
Para responderte voy a compartir con ustedes algunos datos de la realidad
Argentina. Según el último censo nacional de nuestro país (2000), del total de núcleos
familiares, el setenta y cinco por ciento son matrimonios y el veinticinco son uniones de
hecho. Este dato es importante para saber que el matrimonio sigue siendo el tipo de
unión mayoritario que eligen los argentinos, aunque es verdad que hay una tendencia
al aumento de convivencias sin matrimonio en el segmento poblacional de los jóvenes.
Yo estoy convencido de que el rechazo de gente joven o adulta al matrimonio no
es un rechazo real sino el rechazo a una idea confusa o errada del mismo. Es un
rechazo a la idea del matrimonio concebido como un mero papel o ceremonia que
nada tiene que ver con lo que se siente cuando se está enamorado. En cambio,
cuando se explica que el tipo de unión matrimonial es el que responde a las
tendencias naturales del enamoramiento, no hay tal rechazo. Se advierte que es el tipo
natural y auténtico de unión. Ésta es mi experiencia en veinticinco países en los que
he tenido oportunidad de dictar conferencias sobre esta temática.
51. ¿Por qué siempre se ha festejado el matrimonio y no se festeja irse a vivir
juntos?
Lo realmente festivo respecto del matrimonio es que el cónyuge haya descubierto
que es tan valioso y digno que motivó la decisión de su cónyuge de entregarle su vida.
El motivo para festejar no es la libreta que se recibe y que tan sólo sirve como
instrumento de prueba de la unión matrimonial. Se festeja entonces que dos personas
se entreguen recíprocamente toda la vida, porque significa que han advertido su valor
como personas; no se festeja el simple irse a vivir juntos mientras dure el afecto. En
definitiva lo que están haciendo quienes optan conscientemente por convivir y no
casarse –es decir, quienes excluyen voluntariamente el casamiento- es “probarse” y
eso no es motivo para festejar. Por eso es que se festeja casarse y no se festeja irse a
vivir juntos.

52. ¿Cómo puede cuidarse el matrimonio para envejer enamorados? ¿Es esto
posible o es una utopía?
Es posible envejer enamorado de la misma persona que se elige para compartir la
vida. Como decía Chesterton, el “amor para siempre” no es una utopía sino un ideal,
las utopías no son alcanzables, los ideales sí aunque no sin esfuerzo. El amor sólido
del matrimonio, el amor para toda la vida es alcanzable porque responde al anhelo y a
la capacidad humana de amar sólidamente.
Siguiendo a Willard Harley en su libro Lo que él necesita, lo que ella necesita, es
posible identificar diez necesidades básicas de la mujer y del hombre, necesidades
que es posible vincular o relacionar con la naturaleza personal de ambos y también
con su diversidad sexuada. La recíproca satisfacción adecuada de dichas necesidades
constituyen una garantía de solidez en la relación hombre-mujer. Si los que deciden
compartir su vida a través del matrimonio cuidan estos aspectos claves de la relación,
lo antes afirmado puede convertirse en gozosa realidad.

1) Afecto
Así como el hombre es sensualmente activo y la mujer sensualmente pasiva el
varón es afectivamente pasivo y la mujer afectivamente activa.
El afecto son las maneras diversas en las que mujer y varón se expresan
recíprocamente que se valoran. La necesidad de afecto para una mujer es quizás su
necesidad más profunda y por lo tanto, dar y recibir afecto es quizás uno de los
principales aportes de la mujer al matrimonio y a la familia.
La calidad del afecto y su percepción por parte de la mujer o del varón tiene mucha
relación con la actitud de estar enfocado recíprocamente en el otro a través de las
circunstancias de la convivencia diaria. El afecto puede expresarse con abrazos,
besos, caricias, tonos adecuados de voz, miradas, elogios, reconocimientos, pero
también con presencia, interés, atención y disponibilidad para el otro. Se trata de
hacerle la vida ordinaria agradable, evitarle desagrados, promover su vocación,
talentos y habilidades. Para que la percepción de afecto exista como algo sincero es
por consiguiente muy importante que cada cónyuge se haga experto en la persona de
su cónyuge, es decir, debe conocer lo que le agrada para dárselo y lo que le
desagrada para evitarlo, aceptar su vocación y facilitarle las cosas para su desarrollo.
Tristemente, la mayoría de las relaciones extramatrimoniales comienzan por una
sensación de falta de afecto (por parte de la esposa) y de relaciones sexuales (por
parte del esposo). Es un círculo vicioso. Ella no tiene suficiente afecto y no tiene
disposición para el encuentro sexual. Él no tiene suficiente sexo por lo que lo último
que quiere es ser afectuoso. Es un trágico error de percepción de la esposa el creer
que su esposo no es la persona adecuada para ella basándose en una comparación
de sentimientos en un determinado momento de su historia. Si él edificara su
matrimonio desde la base del afecto, su vínculo sería restaurado y la relación
extramatrimonial sería vista como lo que en realidad es: una acción mal orientada de
compensación de una necesidad afectiva no sastisfecha suficientemente.
Muchos maridos recuerdan la pasión de su mujer en los días en que se cortejaban
y quieren saber: ¿por qué no se enciende de la misma forma que antes del
casamiento? Hay que responder que él no la está tratando en la forma que lo hacía
entonces. Después del casamiento creyó que podría eliminar acciones y gestos
preliminares e ir al asunto principal. Pero resulta que los gestos preliminares son
requeridos no solo para tener un encuentro sexual pleno, sino porque tienen en sí
mismo razón de ser. En muchos casos lo que ellos piensan que son solo gestos
preliminares, para ellas son el suceso principal.

2) Atractivo físico
Hemos dicho que no tenemos cuerpo, somos cuerpo. El cuerpo es lenguaje de la
persona por eso, mantener el propio atractivo físico para agradar a quienes queremos
es una forma (no menos importante) de amar sexuadamente.

3) Armonía sexual
Si bien el varón es más demandante cuantitativo de relaciones sexuales la mujer
es quien tiene mayor expectativa de armonía en las mismas.
La armonía sexual es vivir la relación sexual como un encuentro personal donde
los dos cónyuges, no solo el varón, experimentan placer, ternura y comunicación en
una entrega total recíproca.
Muchos conflictos llamados coloquialmente “de cama” tienen su origen en la
ignorancia por parte del varón y de la mujer, de las diferencias masculinas y femeninas
en las maneras de vivir y experimentar el cuerpo, los disparadores del impulso sexual,
sus ritmos, sus reacciones y conductas en las fases del acto sexual a las que antes
me he referido.

3) Amistad
Algunos psicólogos afirman que la crisis terminal de muchos matrimonios se
produce cuando en la memoria de cada cónyuge solo habitan malos recuerdos de su
convivencia. Por el contrario, ir poblando la memoria con buenos recuerdos es uno de
los medios para cuidar la relación conyugal.
Los buenos recuerdos se generan pasando los cónyuges buenos momentos juntos
y divirtiéndose juntos. La amistad es otro gran aporte de la mujer a al matrimonio ya
que el hombre tiende más fácilmente a cultivar la amistad con sus amigos. Suele ser la
mujer quien invita a su esposo a compartir un hobby, un deporte, una actividad
artística o cultural o simplemente ir juntos de compras. Su intención es en el fondo
acercarse a su cónyuge compartiendo las cosas chicas en lo ordinario de la
convivencia.
Cuando en un supermercado cualquier fin de semana un cónyuge elije para el otro
su dulce de leche preferido y con un gesto de afecto se lo hace saber ubicándolo en el
carro, sin saberlo esta entretejiendo con el hilo de lo cotidiano la unidad conyugal.

4) Admiración
Ser admirado es una necesidad especialmente importante para el hombre por lo
que el reconocimiento de sus valores en la dimensión profesional de su persona pero
también en su identidad de padre y de esposo, constituye otro de los aportes de la
mujer a la familia.
No es infrecuente que el comienzo de muchas historias extramatrimoniales esté
relacionad con la recepción por el hombre de mayores elogios por parte de una
compañera de trabajo que por parte de su esposa.
No somos ángeles sino humanas personas una de cuyas dimensiones es la
afectividad. Qué importante es cada tanto recibir el hombre de parte de la mujer alguna
palmadita espiritual (“Gracias por el esfuerzo que estás haciendo por la familia a través
de un trabajo que es cada vez más ingrato por su imprevisibilidad y competencia
inhumana”); o la mujer de parte del hombre algún piropo (“Ojalá mi empresa
funcionara como nuestra casa donde todo está en su lugar y ordenado”).

5) Comunicación íntima
Uno de los atributos de la persona humana es su intimidad, es decir, poseer una
vida interna (además de la externa) que constituye el mayor grado de inmanencia (o
de vida interior) existente en un ser vivo. El núcleo de la intimidad humana es el
corazón, entendido desde una perspectiva antropológica y no médica ni afectiva. El
corazón es el yo, es decir, la persona misma que siente, delibera, juzga, decide y
actúa.
Un hombre y una mujer que se entregan totalmente en tanto varón y mujer y por lo
tanto se casan, ponen en común su intimidad. El señorío o gobierno de sí que cada
uno de ellos tiene como atributo personal común es compartido. Recíprocamente,
dejan participar al otro de esa vida o mundo interior a través del proceso de
comunicación o proceso de poner en común lo propio (estados de ánimo, emociones,
sentimientos, juicios, decisiones, etc).
Ser esposos significa dos personas que sin fusionarse viven como una, es decir,
como unidad, precisamente a través de la comunicación y participación recíproca en
sus mundos interiores o intimidades. A mayor comunicación del hombre y de la mujer
existirá un nosotros más rico y a menor comunicación un nosotros más pobre.
Debido a una diversidad en la conformación de su cerebro, la mujer aporta a la
familia una especial habilidad para compartir su intimidad y para ayudar al hombre a
abrir a ella y a los hijos comunes su mundo interior. La mujer tiene más facilidad que el
hombre para entender el mundo interior de las personas y por lo tanto lleva la
delantera en el desarrollo de la capacidad de comprensión, compasión y contención de
los miembros de la familia.

6) Confianza
Respecto de la confianza afirma Harley, que en veinticinco años de consejero,
nunca encontró el matrimonio perfecto. Cada contrayente tiene culpas y debilidades de
una clase u otra: una tendencia hacia la depresión; una baja autoestima; la tendencia a
quebrarse bajo presión; irresponsabilidad; una tendencia hacia la hipocondría, la
sensibilidad más allá de lo necesario o el perfeccionismo. La lista podría seguir y
seguir. De todas formas no hay matrimonio que pueda sobrevivir a dos cosas: la falta
de honestidad y la falta de cooperación. Cuando la honestidad y la cooperación existen
en el matrimonio, se tiene una relación que está dispuesta a compartir y edificar juntos.
No necesitan secretos ni vivir en privado. Tampoco tienen deseos de mentir y
oscurecer la verdad para proteger al cónyuge. Cuando edificás tu matrimonio sobre la
confianza, experimentás una gozosa voluntad de compartir todos los sentimientos
personales con la persona que has elegido como socio de por vida. La honestidad es
el mejor seguro del matrimonio.
Si bien la necesidad de confianza es recíproca del varón y de la mujer es la mujer
la que tiene especial necesidad de confianza. Una mujer necesita confiar en su
esposo. Ella debe encontrarlo predecible; una fusión de su mente con la de él debería
existir para que ella pueda leer su mente. Cuando una mujer alcanza ese nivel de
confianza es capaz de amar a su esposo de una forma más plena.
Una última idea en relación con la confianza: debe vivirse con prudencia. La
prudencia es el valor que nos permite elegir el mejor medio para tender a un fin bueno
que en la relación hombre – mujer es principalmente su unidad. La transparencia de
pensamiento imprudente puede herir innecesariamente al cónyuge sin aportarle ningún
bien ni consolidar su relación.

7) Compromiso familiar
La mujer aporta a la familia su compromiso familiar prioritario respecto de otras
zonas de interés. Es habitual que ella viva un compromiso con la familia que ha
fundado más sólido que el del hombre. Resabios del paradigma cultural generado por
la revolución industrial (hombre proveedor y mujer criadora y educadora de los hijos)
explican esta realidad social aún vigente en la cultura occidental.
Aunque la mujer descubra, valore y decida desarrollar una vocación profesional,
con más frecuencia que el hombre vive una sana y en lo posible equilibrada tensión
entre sus responsabilidades profesionales y sus responsabilidades familiares. Esta
tensión no existe en la misma medida en la psiquis del hombre quien todavía sigue
considerando su misión prioritaria la de ser proveedor económico de la familia.
El tema del compromiso familiar puede abordarse también desde otra perspectiva:
la relación en entre la familia nuclear y la familia extensa o de origen. También en este
aspecto la mujer suele aportar a la familia mayor compromiso respecto de su familia de
origen.
John Gottman en su libro Siete reglas de oro para vivir en pareja, afirma que
aunque los chistes de suegras son muy comunes entre los hombres, la auténtica
tensión familiar suele darse con más frecuencia entre suegra y nuera. Aunque estos
conflictos suelen aflorar muy pronto en el matrimonio, las dificultades con la familia
política pueden exacerbarse en cualquier momento, por ejemplo, cuando nace un hijo
o cuando los hijos atraviesan alguna etapa fundamental de su desarrollo, o bien
cuando los suegros empiezan a envejecer y se tornan casa vez más dependientes de
sus hijos.
En la base de esta tensión existe una batalla entre las dos mujeres por el amor del
esposo e hijo. La esposa está alerta para ver si el marido la apoya a ella o a su madre.
“¿Cuál es tu auténtica familia?”, se pregunta. La suegra plantea la misma cuestión. El
criterio de solución es que el hombre se ponga del lado de su esposa. El hombre debe
hacer saber a su madre que su esposa está antes que ella, que él es primero esposo y
luego hijo. La madre puede sentirse herida en sus sentimientos, pero es probable que
se adapte a la idea de que la familia de su hijo es lo más importante para él. Es de
importancia crucial para el matrimonio que el esposo sea firme en esto, incluso si se
siente colocado en una posición injusta o si su madre no puede aceptar la nueva
realidad.

9) Sostén económico
La contribución económica de la mujer a la familia comienza a ser muy importante
para el equilibrio del presupuesto en muchas familiar.
La mujer puede y en algunos casos debe trabajar fuera del hogar. Siguiendo a la
Orientadora Familiar Ana María Navarro, cabe identificar cuatro motivos
fundamentales para el trabajo de la mujer casada y madre fuera del hogar.
Dos son conocidos y reconocidos por la sociedad: la vocación y la necesidad
económica.
La humanidad se ha perdido durante siglos el modo femenino de ejercer distintas
profesiones para las que tiene talento, habilidad, interés y voluntad de servicio.
En relación con la necesidad económica, en una sociedad donde se supone que se
valora la familia, resulta grave e injusto el que una mujer se vea forzada a descuidar
sus tareas de madre y esposa por motivos exclusivamente económicos cuando no
desea el trabajo externo.
El tercer motivo es menos conocido pero igualmente válido: la variación. Habrá
amas de casa por vocación -innata o adquirida- pero no hay porque suponer a la
mujer tiene facilidad para todas las actividades domésticas por el hecho de ser madre,
como se le supone valor al soldado. Habrá esposas y madres a las que variar de
actividad les ayudará a conseguir un mayor equilibrio psíquico y emocional que
mejorará su disponibilidad interior hacia las personas de su familia y sus necesidades.
El cuarto motivo es criticable: la evasión del hogar. En rigor la evasión no es del
hogar sino del trabajo y las responsabilidades propias del hogar. Son las mujeres que
sin aceptar el esfuerzo -propio por otra parte de todo lo que vale realmente la pena-
que implica ser esposa y madre, condición que libremente eligieron, buscan su
autorrealización con fines individualistas, consumistas y meramente hedonistas.
En la búsqueda de la armonía entre el trabajo dentro y fuera del hogar, la esposa y
madre - y también el esposo y padre- son responsables del esfuerzo por lograr esa
integración con acciones concretas, pero también requieren de ciertas ayudas que
conforman el contenido de las llamadas “políticas empresarias familiarmente
responsables”, las que constituyen uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Si bien
en las legislaciones laborales y sociales se protege la maternidad y en grado menor la
paternidad en el momento del nacimiento del hijo, en la mayoría de las empresas no
han sido todavía diseñadas nuevas políticas internas que faciliten el ejercicio de la
maternidad -que lógicamente no se agota con el parto- de manera de hacer posible la
convivencia familiar en su conjunto.
En occidente la mujer no es ya casi discriminada en el mundo del trabajo
profesional, pero si lo es la esposa y madre, y lo mismo cabría decir del esposo y
padre. En efecto, el adecuado balance de tiempos personales de dedicación al trabajo
y a la vida familiar en su conjunto, es para la mayoría de madres y padres un
rompecabezas posible pero cuyo armado vital exige hoy un esfuerzo heroico, que es
necesario revertir.
El tema del dinero y de la contribución económica del hombre y de la mujer al
sostenimiento del hogar común suele ser otra fuente de conflictos normales de la
convivencia conyugal. Como expresa Gottman, tanto si se disfruta de una cuenta
bancaria importante como si tienen que apretarse el cinturón, muchos cónyuges se
enfrentan a importantes conflictos. La clave para superarlos es establecer un
presupuesto familiar lúcido y consensuado. Se debe trabajar en equipo para resolver
los problemas financieros dialogando acerca de las preocupaciones, necesidades,
prioridades antes de elaborar una planificación y sobre todo antes de tomar
decisiones.

10) Sostén doméstico


La participación conjunta de la mujer y del hombre en la administración y gestión
de la casa común es hoy una necesidad derivada del trabajo profesional externo de
ambos en la gran mayoría de los hogares.
En la etapa de la vida matrimonial anterior a la llegada de los hijos, es generalizado
encontrar disponibilidad de ambos cónyuges para lavar los platos y la ropa, limpiar la
casa, cocinar y hacer la cama. Es en la etapa conyugal en la que nacer los hijos donde
la cuestión de las tareas del hogar puede resultar problemática.
Willard Harley sugiere para evitar conflictos la puesta en práctica de los siguientes
criterios:
1) Identificar las actividades nombrando un responsable para cada actividad sobre
la base de cuán importante resulta esa tarea para ese cónyuge.
2) Asignar las actividades remanentes al cónyuge que más desea que se
cumplan.
3) Elegir aquellas actividades que al otro cónyuge le cuestan pero que le
importan, como modo de optimizar la expresión de afecto hacia su persona.
VI
¿FORMAR YO UNA FAMILIA?

53. La familia ¿es algo del pasado?


Muchos padres se sorprenden al escuchar hoy de sus hijos esta afirmación: “Yo
quiero a mi familia pero no voy a formar mi propia familia” como en otras cuestiones
sirva el siguiente diálogo para conversar con ellos acerca de esta cuestión clave para
su felicidad.
La familia es una realidad natural y como tal ha existido, existe y existirá siempre,
sin perjuicio de los cambios culturales. Sin embargo, estos cambios, aunque no
puedan destruir definitivamente la familia la afectan profundamente y pueden
oscurecer el reconocimiento de su estructura natural permanente.
Los elementos permanentes de la familia son la heterosexualidad, a través de la
cual un hombre y una mujer fundadores de una familia aportan toda su diversidad
complementaria -física, afectiva y espiritual- para enriquecerse como personas; la
exclusividad de su relación; la permanencia o irrevocabilidad de su vínculo; la apertura
a la procreación y educación de los hijos; la búsqueda del bien recíproco y la
juridicidad producto del compromiso, pacto o alianza de sus fundadores.

54. ¿Qué importancia tiene la familia para el desarrollo de la persona y para su


felicidad?
La persona madura se plenifica a través del amor o don de sí mismo. La persona
es tanto más madura cuanto más desarrolla su capacidad de dar y darse a los demás.
Su tendencia natural más innata es la tendencia a vivir en comunión de amor, ya que
es imagen y creatura de un Ser - Dios - que es en sí mismo comunión de amor. Uno
de los caminos para realizar esta vocación a la comunión en el amor es la familia,
porque ella es precisamente el ámbito social que tiene por función la personalización
del ser humano o el desarrollo de su capacidad de amar y de ser amado
incondicionalmente. También puede vivirse esta vocación radical de la persona al
amor a través de la consagración exclusiva a Dios.

55. ¿Qué relación existe entre la familia y la sociedad?


Según como sea la familia será la salud social de una comunidad o de un país, ya
que la familia es escuela de valores, escuela de convivencia y hábitat ecológico
espiritual para la vida humana. Esto significa que es el ámbito donde la persona
humana recibe amor incondicional, contención y un profundo sentido de pertenencia.
El amor incondicional genera salud personal porque promueve la valoración de sí
mismo o autoestima, que es el presupuesto para poder amar, el verdadero motor del
desarrollo personal y del desarrollo social.
La familia es el ámbito donde se promueve la dignidad de la persona humana.
Digno es lo que vale por sí mismo y este trato es propio de los vínculos familiares. Por
ejemplo, cuando festejamos un cumpleaños estamos festejando simplemente que ese
ser querido existe.
Importantes sociólogos actuales, como Samson, de Harvard y Sarah McGlanahan,
de Princeton, coinciden en afirmar que los fenómenos crecientes de la delincuencia, la
violencia, los trastornos emocionales, las adicciones y el suicidio adolescente y juvenil
tienen como causa común más profunda la falta de afecto, la falta de amor, derivada
de la ausencia de familia o de su realidad patológica o gravemente disfuncional.

56. ¿Cómo ves a la familia actual?


El tiempo histórico que nos toca vivir presenta una realidad paradójica en relación
con la familia. Existen hoy aspectos positivos que muchas veces no se resaltan
suficientemente: la libertad personal en la elección del cónyuge; la amistad entre
novios y esposos que contribuye al cultivo de su afectividad; la mayor simetría y
preocupación de la mujer y del hombre por la calidad de sus relaciones conyugales y
en particular por su comunicación; la entrada del hombre al hogar compartiendo y
asumiendo su responsabilidad en la educación de los hijos comunes. Junto a estas
luces o aspectos positivos existen, en un mismo momento histórico, sombras o
aspectos negativos como son las relaciones de amor líquidas, sin estructura, frágiles,
que terminan en separación a los pocos años de convivencia.
¿Cómo explicar, por ejemplo, que habiéndose superado en nuestra época los
pactos familiares para la conservación de los patrimonios como origen de muchos
matrimonios; siendo el proceso de selección del cónyuge libre y basado, en la mayoría
de los casos, en el enamoramiento, que permite pronosticar mejores calidades de vida
conyugal; habiendo mayor amistad entre el hombre y la mujer, novios y cónyuges y
más preocupación por la comunicación y la calidad de las relaciones interpersonales
en el matrimonio, existan tantos casos de opción por formas de convivencia de pareja
sin compromiso o tanto error en la selección amorosa del cónyuge y tantos fracasos y
separaciones en las vidas matrimoniales con el consecuente dolor humano?
¿Cómo explicar que, habiendo tanta preocupación por la educación de los hijos y
por optimizar la comunicación con ellos, haya una crisis tan grande de autoridad y una
creciente realidad de soledad, desorientación y apatía en la juventud, que es fuente de
muchos problemas de adicciones, trastornos emocionales y de alimentación, deserción
escolar y violencia?
La respuesta a estos planteos no es nada simple. El quid de la cuestión no está
sólo en “amar” y en “querer amar” sino en “saber amar”. En la sexualidad humana hay
un orden dado y por lo tanto hay posibilidad de salud y de enfermedad en el amor
sexuado. En otras palabras, la mujer y el varón pueden amar bien o mal.
El varón y la mujer tienen la capacidad de amar pero, como otras capacidades
humanas, ésta requiere ser educada y la educación de la capacidad humana de amar
sexuadamente bien es una asignatura pendiente. Y esta educación es
responsabilidad, en primer lugar, de los padres, y del sistema educativo formal
complementariamente y de acuerdo a los valores de los padres. Se trata precisamente
de la llamada “educación sexual”.

57. Existen hoy muchas dudas respecto del tema de la educación sexual.
¿Podrías darnos algunos criterios?
Les responderé sobre la base de las que creo que son las principales preguntas
que los padres puede hacerse en relación con esta temática.

¿Qué?
La sexualidad no es una parte sino una dimensión de toda la persona humana (que
como tal se diversifica masculina y femeninamente). La educación sexual es
educación para el amor, es ayudar a desarrollar una forma de ser persona masculina y
persona femenina adecuada a su igual dignidad, a su diversidad complementaria y a
su bien más profundo: ser comunión amorosa a través de una relación de don
recíproco. En otras palabras, la educación de la sexualidad o educación para el amor
es promover la maduración de la capacidad humana de amar, en orden a constituir,
conservar, desarrollar y restaurar relaciones de amor sólido, a través del matrimonio y
las diversas formas de entrega a Dios en el celibato.

¿Quién?
La educación de una persona es un trabajo artesanal, no industrial. Siendo cada
persona un “alguien”, una intimidad única, una creación inédita -aunque con una
naturaleza común con los demás hombres-, no se educa al ser humano en serie, sino
uno a uno. Por eso, los primeros y principales educadores son los padres, también en
lo que respecta a la educación particular de la sexualidad. Nadie conoce mejor a un
hijo que sus padres y por eso ellos pueden ser más certeros en encontrar las
oportunidades y circunstancias más adecuadas para dicha educación. Las escuelas
estatales y privadas complementan a los padres, no los sustituyen. La educación de
los hijos no se “terceriza”.

¿Cómo?
La educación para el amor tiene tres elementos fundamentales: la información, la
formación y el liderazgo o testimonio. La información implica brindar ideas claras y
comprensibles para el hijo acerca de la verdad de la sexualidad humana en cuanto a
su sentido, a su integridad y a la integración adecuada de sus dinamismos:
sensualidad, afectividad y racionalidad. La formación consiste en forjar los valores
objetivos en forma de hábitos que faciliten la vida con otra persona y para otra
persona. El liderazgo o testimonio es el esfuerzo sincero y visible de los padres por
vivir los valores objetivos que promueven y es decirles a sus hijos con lenguaje verbal
y no verbal a pesar de limitaciones y dificultades: ¡vale la pena!

¿Cuándo?
Siempre. La educación para el amor comienza en la vida embrionaria, etapa de
vida personal en la que un hijo a través del sentido del oído puede percibir la ternura
de sus padres y sentirse querido. La información, la formación y el liderazgo deberán
adaptarse al desarrollo evolutivo de la naturaleza de la persona humana de sus hijos,
a su sexo, a su personalidad y a sus circunstancias vitales.

¿Por qué?
Hay naturaleza en la sexualidad humana y por lo tanto un orden objetivo. Sin
embargo, la sencillez, facilidad y habitualidad para el don de sí recíproco que poseían
la mujer y el varón en el estado de creación original se han debilitado, y por eso la
sexualidad debe ser educada. La educación para la entrega o don de sí es una
necesidad del estado actual de nuestra naturaleza en orden a alcanzar la madurez o
plenitud humana.

¿Para qué?
Para que las nuevas generaciones puedan ser muy felices. La felicidad humana es
proporcional a la madurez que logre alcanzar el varón y la mujer y esta madurez es
directamente proporcional a la capacidad del dominio de sí para el don de sí o amor.

58. ¿Cómo se debería encarar, en caso de familias “ensambladas”, la


educación de la sexualidad de los hijos?
La paternidad y la maternidad son una identidad, no un rol. Por lo tanto, en las
familias ensambladas, el adulto que convive con el menor sin ser su padre o su madre,
debe respetar los derechos de su padre o de su madre sin invadirlos y sumar afecto,
contención y ejemplo en la línea del proyecto educativo de los padres biológicos de los
menores, salvo casos extremos patológicos de dichos padres.

59. ¿La historia de los padres condiciona o determina la eficacia en la educación


de la sexualidad de los hijos?
Esta pregunta tiene relación con uno de los elementos de la educación de la
sexualidad, que es el liderazgo de los padres. Pienso que no priva de autoridad a los
padres el no haber vivido óptimamente los valores en los cuales pretende educar a sus
hijos. Por ejemplo, el hecho de que un padre o una madre hayan vivido la experiencia
humana del odio a otra persona no les priva del derecho a transmitir a sus hijos que el
odio no es una actitud que les conviene. Precisamente el hecho de que ellos hayan
padecido los efectos negativos del odio -no sólo en la persona odiada, sino en ellos
mismos- los motiva especialmente a poner el acento en el valor del amor. Lo mismo
podríamos decir respecto de las rupturas matrimoniales que los padres hayan
protagonizado. Creo que el dolor que han padecido es una buena razón para intentar
evitárselo a sus hijos, para quienes desean lo mejor.

60. ¿Qué pasa con los menores que no han tenido familia?
Hay que señalar, ante todo, que lo que permite a un ser humano desarrollarse es el
amor. Si bien la familia es el mejor ámbito para ser concebido, nacer, crecer, envejecer
y morir con el trato digno de una persona humana -que es el amor incondicional-, sin
embargo, en situaciones de ausencia de familia, a veces es un tutor, un profesor, un
sacerdote, un rabino, un pastor, parientes más lejanos u otra familia, son quienes
pueden brindarle a un menor ese “humus” para su maduración que consiste en decirle
existencialmente: “vos valés”, “vos sos importante para mí”.
61. ¿Te parece bien que hoy se atrase la paternidad y maternidad? ¿Qué efectos
o consecuencias puede traer?
Pienso que si se trata de la imposibilidad de conseguir trabajo o de alguna
situación social o de enfermedad física o psíquica, hay razones o hay causas
razonables para posponer la paternidad y la maternidad. Creo en la paternidad
responsable, pero la paternidad responsable es la que responde a las causas antes
mencionadas; no debe confundirse con la paternidad confortable. Si la postergación
obedece al objetivo de alcanzar las condiciones materiales óptimas en cuanto a
presupuesto familiar y vivienda, no estoy de acuerdo. Porque además creo -como
antes he afirmado- que tener el desafío conjunto de progresar materialmente es un
sueño que une al matrimonio, es decir, que contribuye a su unidad y a su
comunicación. Por otro lado, creo que la postergación de la paternidad y la maternidad
es una cuestión no razonable desde el punto de vista físico y psíquico, puesto que la
mujer, a medida que pasan los años, va teniendo una reducción de su fertilidad, y no
son pocas las mujeres que tienen dificultad para buscar al hijo, porque han dado
prioridad, en sus veinte o treinta años, a su exclusivo desarrollo profesional.
Además de la capacidad física, con los años también evidentemente disminuye la
capacidad psíquica. Criar y educar a un hijo es un desafío apasionante y que brinda a
la mujer y al hombre quizás uno de los gozos más profundos que puede tener un ser
humano, pero también demanda mucha energía. Por lo tanto, la postergación de la
paternidad y la maternidad también puede motivar o desencadenar estilos educativos
permisivos por falta de energía paterna y materna, que son los que degeneran el
proceso de maduración óptimo de un hijo.

62. ¿La cantidad de hijos se debe planificar? ¿Cuál sería el criterio?


Fundamentalmente hay dos valores en juego que pueden servir de criterio: la
generosidad y la prudencia. La generosidad, porque creo que lo más grande que se
puede hacer en la vida es darle la oportunidad a otro ser humano de vivir eternamente.
Y esa posibilidad no se la podemos dar si no lo hacemos nacer.
Por otro lado, la prudencia, que, como decía la madre Teresa de Calcuta, invita a
procrear aquellos hijos que se puedan criar y educar. Prudencia significa que cada
matrimonio debe ponderar en conciencia la cantidad de hijos a los cuales puede tender
a procrear, criar y educar sin confundir paternidad responsable con paternidad
confortable.
63. ¿La prudencia exige que las familias de bajos recursos tengan pocos hijos?
Existe el prejuicio de que lo que conviene a una familia económicamente pobre es
no tener hijos o tener pocos hijos. Me parece que es una gran injusticia. En todo caso
debe seguirse el mismo principio general: libertad en la elección del número de hijos,
sin que eso esté condicionado por el factor económico. Muchas veces en familias
pobres los hijos contribuyen al mantenimiento de la familia con su trabajo. No sólo en
las familias rurales sino también en las urbanas.
Siendo la familia una realidad de interés público, debería existir más ayuda para
las familias económicamente pobres que deseen tener muchos hijos. Ninguna familia
por su condición económica debería estar limitada para ejercer ese derecho
fundamental, debiendo recibir las ayudas necesarias. ¡Lo único que falta es que los
pobres no tengan el mismo derecho que los ricos en lo referente a la paternidad y
maternidad!

64. ¿Qué opinás acerca de la planificación natural y de los métodos


anticonceptivos?
Hay profundas diferencias que tienen que ver con la manera conjunta o
independiente de vivir la sexualidad y la plenitud o parcialidad de la entrega de la
persona en la relación sexual.
La planificación natural requiere necesariamente la cooperación del hombre y la
mujer. Es decir, supone una vivencia de la sexualidad compartida por los dos, que
contribuye a hacer más rico su “nosotros”. Esto no ocurre con el uso de
anticonceptivos, que habitualmente manifiesta una vivencia de la sexualidad individual.
Es “lo que él se pone” o “lo que ella toma”.
En la vivencia de la planificación natural atendiendo a los períodos de fertilidad y
de infertilidad de la mujer, cada vez que los cónyuges tienen relaciones sexuales se
entregan totalmente desde un punto de vista físico (no se cierra una de las
capacidades de la masculinidad y la feminidad que es fecundar) y también se procura
hacerlo espiritualmente estando presente toda la persona. Esta entrega total tiene un
impacto psicológico positivo que no se genera en la entrega parcial que
necesariamente se vive en el recurso a la anticoncepción.
El recurso a la planificación natural es además un medio ecológico de vivir la
sexualidad. Es decir, no tiene efectos negativos en la salud de la mujer, como los
derivados de la incorporación de elementos mecánicos o químicos a su cuerpo. Por
eso, en 1991, la Revista Americana de Obstetricia y Ginecología comenzó a darle
especial importancia a la planificación natural. También la Organización Social de la
Salud (OMS) de las Naciones Unidas (ONU) destaca sus bondades ecológicas y su
mayor eficacia para la planificación responsable de la procreación.
La vivencia de la sexualidad o la planificación de la procreación a través de los
métodos naturales mantiene un interés y un atractivo especial de los cónyuges por la
relación sexual. Esto promueve la pasión sexual entre ellos. La no posibilidad de tener
relaciones sexuales en los períodos del ciclo de fertilidad de la mujer -si se está
buscando posponer un embarazo-, genera un atractivo especial en el tiempo de
infertilidad, en el cual sí será posible tener las relaciones sexuales. Es decir, se espera
ese tiempo con la frescura de los primeros encuentros sexuales.
Otra cuestión -no menor- es la económica. Los anticonceptivos tienen un costo
económico alto (de hecho, constituyen uno de los negocios más espectaculares de los
siglos XX y XXI), mientras que la planificación natural es gratuita y no requiere
dependencia alguna de ningún “profesional de la salud”.
Otra diferencia importante es que el conocimiento teórico y práctico de los
métodos naturales permite no sólo posponer un embarazo sino buscarlo, ya que esto
no siempre resulta fácil. Obviamente ésta es una ventaja que no brindan los métodos
artificiales, que simplemente son contraceptivos, es decir, tienden a evitar el
embarazo.
Hay otra razón de tipo psicológico vinculada con la capacidad de paz y gozo que
se genera al vivir una realidad humana conforme a la naturaleza. Por naturaleza, el
acto sexual tiene dos fines. Uno es el unitivo y otro el procreativo. Es evidente que la
unión sexual -sobre todo si se realiza en el período de fertilidad de la mujer- puede dar
lugar al origen de una nueva persona. La finalidad o el sentido procreativo del acto
sexual es una realidad que no necesita demostración.
Además del sentido procreativo, el acto sexual tiene un sentido unitivo, es decir,
contribuye a unir o a consolidar la unión entre un hombre y una mujer cuando se vive
como un encuentro personal entero e integrado, es decir, cuando el varón y la mujer
viven el placer, la ternura y la comunicación derivada de estar psicológicamente
presentes.
Cuando el hombre y la mujer viven su sexualidad conforme a la naturaleza, es
decir, conforme a esos dos fines, tienen mayor capacidad de gozo, de placer, de
deleite afectivo y de paz. Si voluntariamente se separa alguna de esas dos finalidades,
no existe la misma posibilidad de vivirlo con igual plenitud de gozo, placer y paz.
Filosóficamente, San Agustín explica lo antes afirmado a través de la distinción
entre los verbos latinos “uti” y “frui”. Uti es la capacidad de beneficiarse que puede
obtenerse de una cosa utilizándola en forma independiente a su estructura o
naturaleza. Y frui es, en cambio, la capacidad de beneficiarse con una cosa, pero
utilizándola conforme a su estructura o naturaleza. El beneficio es mucho mayor en el
segundo caso que en el primero. Por ejemplo, si usamos un vaso de vidrio para
martillar, éste tiene poca efectividad cumpliendo tal función y se rompe
indefectiblemente; no pasa lo mismo cuando bebemos agua con el vaso, ya que en
ese caso lo aprovechamos utilizándolo en vistas a su fin.
Cuando se separan en el acto sexual los significados unitivo y procreativo -que
están pensados para vivirse en forma integrada-, la posibilidad psicológica de vivir en
plenitud el encuentro sexual no se da de la misma manera.
Hay que aclarar que no se trata de buscar en cada relación sexual un hijo, pero sí
de dejar abierta esa posibilidad. No es absurdo que la mujer tenga ciclos de fertilidad y
de infertilidad y que la mujer y el varón puedan conocer con alta exactitud (según la
OMS llega al noventa y ocho por ciento de eficacia práctica) la fertilidad y la infertilidad
femeninas. Esa altísima eficacia práctica de la regulación natural de la procreación no
se altera con ciclos irregulares de la mujer, con períodos de lactancia o con el estado
premenopáusico. El método natural más avanzado, el sintotérmico, que integra los
datos de la temperatura del cuerpo, de la secreción cervical, de la contextura del cuello
del útero y de los estados de ánimo producto de los cambios hormonales, es el método
natural de mayor eficacia tanto para posponer el hijo como para buscarlo.
Vale la pena formarse adecuadamente en la planificación natural de la fertilidad. El
momento óptimo para hacerlo es en el noviazgo o antes del matrimonio.

65. Pero, puesto que la mujer tiene menos disponibilidad para la relación sexual
en el período infértil de su ciclo, ¿no es antinatural reservar las relaciones para
ese momento?
Es natural que la mujer tenga mayor disponibilidad para el encuentro sexual
cuando está fértil. Si no fuera así, sería antinatural y contradictorio. Pero eso no
significa que la mujer en el período no fértil de su ciclo pierda la libido. En todo caso,
se requiere un mayor esfuerzo o esmero del varón en activar su impulso sexual.
El mayor disparador en la mujer para el encuentro sexual es el afecto y el trato
personal que le da el varón. Porque aún en el periodo de fertilidad, si no existen esas
circunstancias, es muy probable que la mujer no tenga apetito sexual.
66. ¿Qué decir de la planificación familiar cuando uno cuenta con poca
formación? ¿No es utópico pensar que puede practicarse?
La planificación natural comenzó a ser aplicada por el matrimonio Billings en África,
con poblaciones incluso analfabetas. La madre Teresa de Calcuta promovía la
planificación natural en la India también en sectores de población no precisamente de
alto nivel cultural. En la China se aplica hoy con muchísimo éxito la planificación
natural. De manera que no es una cuestión de nivel cultural de las personas el
presupuesto para vivir este modo de regulación de la natalidad.

67. ¿Qué opinás del rol del estado en la anticoncepción?


Creo que la libertad de elegir el número de hijos y su espaciamiento es un derecho
humano fundamental de los cónyuges. Por lo tanto, ninguna política del Estado puede
coaccionar a la mujer o el varón a tener una conducta procreativa determinada . El
Estado no tiene soberanía en estas cuestiones.

68. ¿Es eficaz repartir preservativos para prevenir el embarazo adolescente y las
enfermedades de trasmisión sexual?
Las acciones de distribución gratuita de preservativos por parte de algún gobierno
como medio para combatir el mal personal y social de las enfermedades de
transmisión sexual y el embarazo precoz es ineficaz. Ya la primera Conferencia
Mundial de Higiene realizada a comienzos del siglo XX en los países nórdicos
europeos acuñó el concepto de “educación sexual” y la redujo a la distribución por
parte del estado de anticonceptivos, fundamentalmente de preservativos. Los males
que se pretendía erradicar no sólo no desaparecieron sino que se duplicaron o
cuadriplicaron. De modo que no tiene base científica ni corresponde a la experiencia
eficaz de otros países utilizar este medio para combatir esos problemas.
Uno de los pocos países que ha aplicado la recomendación de las Naciones
Unidas de promover la abstinencia y la fidelidad como primeras medidas para
erradicar el problema del embarazo precoz y las enfermedades de transmisión sexual
es Uganda. Este país, en diez años (entre 1991 y 2001), redujo de un quince a un
cinco por ciento el índice de contagio del SIDA. ¿Cuál fue el secreto de este éxito
rotundo? Uganda, siguiendo las pautas de la ONU, promovió el cambio de pautas
culturales en los jóvenes en vistas a la abstinencia de relaciones sexuales y la
fidelidad, y logró una eficacia sin precedentes. Entonces, además de las razones
morales antes referidas, la distribución de preservativos bajo el falso slogan del “sexo
seguro” implica una falacia científica y una ineficacia experimental para lograr el
objetivo fundamental, que es la salud personal y la salud social.

69. ¿La familia es una realidad meramente privada o también es algo de interés
público?
La familia es una realidad privada y también de interés público. Es una realidad
privada porque la fundación de una familia por parte de una mujer y un varón es un
derecho humano básico. Es decir, toda persona tiene derecho a fundarla o a no
fundarla. Por lo tanto, ningún varón y ninguna mujer pueden ser reemplazados,
ninguna autoridad tiene soberanía para crear una familia. En ese sentido, es una
realidad privada.
Pero siendo la familia el hábitat ecológico espiritual para la persona, porque en ella
recibe amor incondicional, contención y el más profundo sentido de pertenencia, la
familia tiene alto impacto en la salud personal y en la salud social, y por lo tanto es una
realidad de interés público. Existen ciertas funciones sociales que cumple
naturalmente sólo la familia, de modo que si ésta no existiera la sociedad no sería
viable. Por eso estas funciones sociales de la familia pueden ser llamadas “funciones
sociales estratégicas”.
La primera función social estratégica es la procreación de las próximas
generaciones. Por ejemplo, sin argentinos no hay nación Argentina. La experiencia y la
sociología muestran que, en los países donde la familia se debilita y no recibe
promoción o ayuda, la procreación disminuye hasta el extremo de que hoy algunos
países ya no tienen asegurado su recambio generacional. Éste es precisamente el
riesgo en el cual se encuentra la Argentina según el último censo nacional (2000).
La segunda función social estratégica de la familia es la crianza y educación de las
próximas generaciones. Por crianza ha de entenderse el proceso de alimentación,
salud e higiene básicas; por educación me refiero no sólo a la instrucción escolar sino
a la transmisión de una generación a otra de valores, un sentido para sus vidas y un
planeta habitable. Todos los intentos históricos de reemplazar a la familia en el
proceso de crianza y educación de los nuevos ciudadanos han fracasado.
La tercera función social estratégica de la familia es la de ser el hábitat ecológico
para la dignidad humana, por ser el ámbito en que una persona es amada
incondicionalmente, es decir, el ámbito donde la valoración no está condicionada a su
productividad, a su idoneidad técnica, a su simpatía, o a sus destrezas y habilidades,
como en otros ámbitos sociales (por ejemplo, el laboral o el deportivo).

70. ¿Cuál es la función del estado en relación con la familia?


La función del estado no es la de registrar las uniones sexuadas afectivas que
desde la legítima libertad deciden constituir sus ciudadanos. Las relaciones de afecto
de los habitantes de un país no son de interés público: por ejemplo, las relaciones de
afecto con los propios amigos no es una cuestión de relevancia para el estado.
La función del estado respecto de la familia es, en primer lugar, la de reconocer su
identidad; en segundo lugar, la de promover y facilitar su misión esencial de generar
salud personal y social a través de las funciones personales y sociales estratégicas
antes mencionadas.
Además, el estado no debe ser neutral respecto de las distintas opciones que los
ciudadanos decidan constituir como uniones sexuadas. El estado debe claramente
promover –por medio del sistema educativo- y facilitar –por medio del derecho
tributario y laboral, de las políticas de medios de comunicación, de créditos y de
vivienda- aquella unión sexuada que sea de interés público. Y es de interés público la
unión sexuada en la que sus protagonistas asumen libremente un compromiso con
responsabilidad respecto de las funciones sociales estratégicas (dar amor
incondicional y tender a la procreación y educación de las nuevas generaciones de
argentinos). Esta unión es el matrimonio. Es injusto y discriminatorio para los
matrimonios dar igual nombre e iguales derechos a los ciudadanos que no quieren
asumir ningún compromiso respecto de esas funciones sociales estratégicas (uniones
de hecho).
Lo antes afirmado no implica sostener que los protagonistas de las uniones
sexuadas que, por las razones antedichas, no son de interés público no deban ser
atendidos en sus problemas y situaciones de daño, ya que el título para evitar o
reparar el daño es la misma condición de persona humana. Pero es importante, para la
salud personal y para la salud social, que la ayuda que se brinda a esas uniones que
no son de interés público (las uniones meramente convivenciales, por ejemplo) se
encamine a ofrecer igualdad de oportunidades y no tanto ayudas o privilegios que la
familia matrimonial (de interés público), habitualmente no recibe.
Por ejemplo, la ayuda para una madre que ha fundado por libre elección un hogar
monoparental debe ser el facilitarle, a través de un servicio de guardería o de apoyo
para el cuidado y educación de su hijo, la oportunidad de estudiar y de trabajar para
desarrollarse. Sin embargo, en muchos países las ayudas económicas y subvenciones
que reciben los hogares monoparentales por elección (reitero y aclaro: madres solteras
por elección, es decir, aquellas mujeres que optan por ser madres por inseminación
artificial sin casarse o sin siquiera vivir en pareja dando un padre a su hijo) para
construir o comprar una casa, para educar a los hijos o para otras necesidades, no
benefician de igual manera a las madres de hogares biparentales, en los cuales el
hombre y la mujer al casarse, han asumido un compromiso de interés público como es
el cumplimiento de las funciones sociales estratégicas.
Esas políticas son discriminatorias para la familia matrimonial, y generan -como
ocurrió en Inglaterra- un incremento de la opción por hogares monoparentales por
elección (tampoco me refiero a los casos de monoparentalidad por viudez, separación,
divorcio y nulidad) realidad que no beneficia ni a la salud personal de la mujer, ni a la
de salud los hijos ni a la salud social, como lo reflejan las investigaciones sociológicas
actuales más relevantes (ver estudios de la Heritage Foundation, Washington, EEUU).
VII
CONCLUSIÓN

A manera de conclusión y síntesis de nuestro diálogo, ¿podrías decirnos


cuáles son para vos las claves para vivir el amor sólido como proyecto de vida?

El camino para el mejor proyecto humano es amar sólidamente en los dos modos
específicos de realizar integralmente la vocación de la persona humana al amor: el
matrimonio y la consagración total a Dios. Voy a concretar el mensaje que he
procurado compartir con ustedes en este, nuestro libro, a través de las siguientes
ideas:

a) Amor personalista (no utilitarista)

La primera clave del amor sexuado sólido es la entrega de sí al bien objetivo de la


persona que se ama. La dignidad del varón y de la mujer en tanto personas, reclama
que el trato justo entre ellos no sea la utilización para el propio placer o bienestar, sino
el don de sí recíproco. Tanto el varón como la mujer son alguien, no algo. Alguien con
dignidad, identidad, intimidad, corporeidad, espiritualidad, capaz de conocer y tender a
la verdad y al bien; alguien con autodeterminación (dueño de sí mismo o libre) y
alguien cuya madurez o plenitud se consolida en el don sincero de sí mismo.
El amor personalista recíproco es la reacción y la respuesta al valor integral del
otro. En otras palabras, la afirmación y la promoción de lo propio de la persona amada
en orden a su desarrollo y maduración integrales, sobre la base de la aceptación de su
corporeidad e intimidad personales.
La dignidad de la persona humana determina que no sea absorbida
completamente por ninguna asociación, grupo o sociedad, ni siquiera por el
matrimonio, aún tratándose de la comunidad de vida más íntima.
La entrega personalista entre un hombre una mujer puede alcanzar su expresión
más plena a través de la unión matrimonial, unión que responde a las invitaciones
naturales del amor sexuado y del enamoramiento, la que por lo tanto ofrece a la mujer
el hombre la mayor felicidad posible en el amor. Vale la pena el noviazgo y tiene
sentido vivirlo bien como preparación para la unión sólida del matrimonio
b) Amor complementario (no igualitario)

La segunda clave del amor sólido es atender, entender, conocer, aceptar y


respetar la diversidad del varón y de la mujer: diversidad sexual natural física, afectiva
y espiritual, diversidad de temperamentos y personalidades, diversidad de gustos, de
vocación profesional, etc. Saber complementar las diferencias resulta clave para un
amor sólido. No aceptar, con sus fortalezas y debilidades, a la persona humana de
quien nos enamoramos y no respetar su diversidad complementaria conduce a un
amor potencialmente líquido o muy conflictivo.

c) Amor entero o íntegro (no reducido)

La tercera clave es que el varón y la mujer se amen con todo lo que son. La
naturaleza de la persona humana femenina y masculina integra la sensualidad, la
afectividad y la racionalidad. La sensualidad reacciona ante los valores del cuerpo del
otro(a). La afectividad reacciona y responde a los valores del particular modo de ser
femenino o masculino de la persona amada. La racionalidad ordena la sensualidad y la
afectividad en función del bien objetivo de la persona amada. En el fenómeno del amor
sexuado hay algo que nos “pasa” (la sensualidad y la afectividad) pero también hay
algo que hacemos que “pase” con la inteligencia y voluntad: estos son los actos de
entrega o don de sí: esfuerzo por el otro, renuncias, cesiones, servicios, regalos
materiales y espirituales. Vivir relaciones reducidas no sólo a la sola sensualidad o
afectividad sino también a la sola racionalidad (sin ternura y sin “química”) conduce a
amores líquidos, frágiles y precarios. Ambos aspectos del amor son necesarios y el
amor pasivo se cuida y alimenta con el amor activo voluntario del don de sí.

d) Amor integrado (no fragmentado)

La cuarta clave es amar el hombre y la mujer con todo lo que son pero
adecuadamente integrado: la racionalidad gobernando a la sensualidad y a la
afectividad. Gobernar no es mutilar ni suprimir la sensualidad y la afectividad sino
guiarlas, conducirlas, encauzarlas según el bien propio de la persona humana. Con la
inteligencia puede advertirse todo el bien objetivo de la persona que se ama y no sólo
lo que se presenta como bueno a los propios sentidos. Precisamente porque ve más,
la racionalidad debe gobernar a la sensualidad y a la afectividad. La integración de la
sensualidad y la afectividad en la racionalidad se logra incorporando a la personalidad
valores en forma de hábitos (virtudes). El justo, el prudente, el fuerte, el templado, el
honesto, el sincero, el generoso, el leal, el fiel, tiene más posibilidades de ser feliz y de
hacer feliz a quien ama ya que el dominio de sí facilita y hace posible el don de sí, es
decir, el amor.

e) Amor maduro (no estancado)

La quinta clave de un amor sólido, es evitar estancarse en la dinámica espontánea


y fácil del enamoramiento en su fase inicial que parece no requerir esfuerzos y avanzar
a la plenitud posible del amor a través de la consolidación de una comunidad de amor.
En otras palabras, un amor maduro pasa por constituir (luego de un noviazgo donde se
haya evaluado la posibilidad de vivir un proyecto de toda la vida con la persona de
quien uno se ha enamorado) una comunidad de amor. Esta comunidad de amor
representa la mayor madurez posible en el amor entre la mujer y el varón. Para ser y
consolidar esa comunidad de vida y de amor, previamente hay que llevar a la
existencia una comunión a través del compromiso de una entrega recíproca. Eso es
precisamente casarse.
Amar maduramente es ser comunidad de amor, es decir, ser dos personas
recíprocamente entregadas para ayudarse a desarrollar su felicidad, paz y bien
objetivos. El amor verdadero hace al bien de las personas y a su felicidad más
profunda y plena.

f) Dejarse amar por Dios

Finalmente, un amor sólido supone dejarse amar por Dios, porque varón y mujer
son débiles en su anhelo de ser felices juntos. Él pone siempre el incremento al
esfuerzo por vivir un amor personal, complementario, entero, integrado y maduro.
A diferencia de las formas de unión y relación hombre-mujer meramente
convivenciales, el matrimonio es una estructura de unión comunitaria a imagen y
semejanza de un Dios que no es individuo sino comunidad de amor de las personas
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Teología del cuerpo de Juan Pablo II).
El sacramento, es decir, Cristo presente cada día con los cónyuges y no sólo el día
del casamiento, no origina ni las propiedades del matrimonio (unidad e indisolubilidad)
ni sus fines (bien de los cónyuges, procreación y educación de los hijos) sino que
éstos derivan de la sexualidad y de su dinámica natural. Si esas propiedades y fines
derivaran del sacramento, habría que concluir que sólo se casan los católicos. El
matrimonio es de origen natural y de existencia consensual y, por lo tanto, su
estructura deriva del Creador quien ha impreso la invitación a la unión matrimonial en
el orden o dinámica natural de la sexualidad y del enamoramiento. Corresponde a un
hombre y a una mujer concretos llevar a la existencia el matrimonio entre ellos a través
de sus voluntades libres que integran el consentimiento matrimonial.
Sin embargo, la presencia sacramental de Cristo ayuda, enriquece y fortalece a los
cónyuges en su esfuerzo por vivir aquellas propiedades y fines. Además, como antes
se ha afirmado, el matrimonio es la manifestación más concreta de la vida Divina
Trinitaria de comunión amorosa entre las personas Divinas. Ésta es la gran diferencia
entre un matrimonio con Cristo y uno sin Cristo, que expresa con singular belleza el
relato evangélico de las Bodas de Caná. Sin amor conyugal puede llegar a ser como
aquella agua de las tinajas (inoloro, incoloro e insípido) debido a las limitaciones y
defectos personales. Con Cristo, el amor conyugal puede ser como el vino en el que Él
convierte el agua, vino que alegra, refresca, fortalece y con el tiempo se añeja
desarrollando, como el amor, todo su valor.

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