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PSICOLOGÍA BÁSICA

H isto r ia d e la psic o lo g í .
Introducción al pensamiento
psicológico moderno
Volumen II:
Escuelas, teorías y sistemas contemporáneo
C A PÍT U L O 4

LA PSICOLOGÍA DE LA GESTALT
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 209

Desde una perspectiva más positiva, los gestaltistas procuraron adaptarse al ambien­
te norteam ericano, bastante más pragm ático que el alem án. | o | ^ u i e n yai hai ía
identificado la experiencia subjetiva con la “conducta interna (Koffka, 1921/1926),
definió la psicología como una ciencia de la conducta molar, en síntom a con el neo-
conductista E dw ard C. Tolm an (1886-1959). K ohler intentó
tncosclel cereBr'o con la sofisticada tecnología norteam ericana (Kohler, 1959), y Wert-
heim er dedicó los últim os años de su vida al estudio del pensam iento creativo y sus
consecuencias para la educación (W ertheimer, 1945/1991).
Su influencia en Estados Unidos no fue tan grande como podía esperarse debido
a las diferencias existentes entre el contexto norteam ericano y el aleman, y tam bién a
la falta de una sólida base institucional. Al no acceder a universidades de primer orden,
los gestaltistas quedaron en inferioridad de condiciones frente a los neoconductistas,
q u e dom inaban en los principales centros del país, y no tuvieron tantas oportum da-
Hes d e h a c e r discípulos. A pesar de ello, sus ideas penetraron en la psicología norte­
americana y jugaron un papel im portante en la evolución del conductismo, como ten­
drem os ocasión de com probar en el capítulo siguiente.

4.2. Postulados y Conceptos Básicos

Com o toda escuela de pensam iento nueva, la G estalt fue un movim iento de pro­
testa contra la psicología que le había precedido y, más en particular, contra la reali­
zada en los laboratorios alemanes.

4.2.1. “Psicología Desde A rriba”

Com o vimos anteriorm ente, W ertheim er consideró a la introspección analítica


como la principal responsable del divorcio existente entre la psicología y la vida. Los
psicólogos habían adoptado el m étodo de la ciencia natural, consistente en descom ­
poner las experiencias complejas en sus elem entos simples, con vistas a obtener unas
credenciales científicas que les prestigiaran. Dicho procedim iento se apoyaba en dos
presupuestos inaceptables que W ertheim er designó con los nom bres de hipótesis del
m ontón” e “hipótesis de la asociación” . ., ,
L a “hipótesis del m ontón” reducía la experiencia a una coleccion de sensación ,
a las que venían a añadírseles otros elem entos como los sentimientos, imágenes mne-
micas, juicios, etc. Titchener, po r ejem plo, había dicho que los significados eran el
contexto de imágenes que acom pañaban a una impresión sensorial en el m om ento en
aue ésta se producía. , ,
L a “hipótesis de la asociación” suponía que los elem entos encontrados en el aná­
lisis se unían m ediante conexiones arbitrarias y extrínsecas como la contigüidad espa­
cio-tem poral. E l m ejor exponente de esta m entalidad eran los experim entos de la
m em oria de Ebbinghaus, en los que los significados fueron expresam ente excluidos.
A m bas hipótesis coincidían en que lo prim ario eran los elem entos y lo secunda­
rio los com puestos o totalidades. P ero esto iba contra el sentido com ún, ya que la
210 Historia de la psicología. Volumen II

experiencia psicológica no ofrece im presiones sensoriales fragm entarias unidas por


vínculos arbitrarios, sino totalidades o sistemas de relaciones intrínsecas. Dicho con
palabras de W ertheim er: “L o dado en la experiencia se halla ‘estructurado’ en diver­
sos grados, se compone de totalidades más o menos claramente estructuradas y de pro­
cesos globales con sus leyes y propiedades gestálticas, sus tendencias totales típicas y
sus determinaciones gestálticas de las partes. ‘Las p ie za s’ casi siem pre se presentan
como ‘partes’ de un proceso total” (1922/1969: 14).
Cuando contem plam os el campo desde una m ontaña no percibim os sensaciones
aisladas de líneas, colores, y olores, sino totalidades com o flores, árboles, pájaros,
m ontes y nubes, las cuales form an parte de un paisaje. U na m elodía musical de diez
notas no es la suma de diez sensaciones y una cualidad gestáltica, como decía Ehren-
fels, sino una totalidad que da sentido a las notas individuales. Tal y com o escribió
W ertheimer: “Lo que oigo en cada nota individual, lo que experim ento en cada lugar
de la m elodía es una parte cuyo ser viene determ inado por el carácter de la totalidad
(...) La carne y sangre de un tono depende de su función en la melodía: un do, en cuan­
to tono que lleva a fa, es totalm ente distinto al do en cuanto tónica. A la esencia de
las cosas dadas en la experiencia pertenece el cómo, qué papel y qué función desem­
peñan en la to ta lid a d ” (1925/1969: 5). Los elem entos únicam ente aparecían en los
casos de extrem a fatiga o en los laboratorios psicológicos, donde los sujetos eran for­
zados a realizar tareas arbitrarias.
Los gestaltistas fueron partidarios de una “psicología desde arriba”, es decir, des­
de las totalidades brindadas por la experiencia, en contraposición con la “psicología
desde abajo”. El punto de partida no eran las sensaciones artificiales encontradas en
los laboratorios psicológicos, sino la percepción.

4.2.2. La “Hipótesis de la Constancia”

E n 1913, en el artículo sobre “Sensaciones no observadas y errores de Juicio”,


K ohler criticó la tendencia a considerar las sensaciones y percepciones en términos
de los estímulos registrados por los receptores sensoriales. En particular, sus ataques
se centraron en lo que llamó “hipótesis de la constancia” , según la cual había una
correspondencia perfecta entre el estím ulo y la sensación, de m anerarqúé, conocido
el estímulo, era muy fácil predecir la sensación.
E sta hipótesis había sido defendida, entre otros, por H e lm h o ltz j S t n m p f pp.rn
tropezaba con dificultades a la hora de explicar el m ovim iento fi. Parecía imposible
que dos estím ulos estáticos y discontinuos pudieran generar la im presión de movi­
m iento continuo. Lo mismo podía decirse de las constancias de la form a y del .tama-
ño, que indicaban que lo fundam ental no eran las sensaciones, sino las relaciones u
ordenam ientos existentes entre ellas. Si éstos se m antenían constantes, la percep­
ción se m antenía invariable a pesar de los cambios operados en las sensaciones pun­
tuales.
A dem ás, había que tener en cuenta los procesos nerviosos de las áreas corticales
próximas a la del estímulo. Así, en la ilusión de Müller-Lyer, una misma recta era per­
cibida de m odo distinto según fueran los ángulos que la cerraban debido a la influen-
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 211

cia de Jos procesos nerviosos subyacentes a ellos. La naturaleza de Ja percepción denen


día del contexto total. ---- ------- ""— r.~—
F inalm enteja percepción dependía también del estado del organismo. Por ejem ­
plo, un gato ham briento percibe a un p e z com o objeto com estible, m ientras que si
está saciado y no tiene ham bre lo percibirá com o un objeto con el que jugar. D icho
con otras palabras, la percepción no era una reproducción puntual del estím ulo o de
la sensación. La teoría de Ja conducción aislada de Jos impulsos nerviosos por las mis­
mas vías nerviosas era incapaz de explicarla.

1-2.3. Isom orfism o Psicofísico

Los gestaltistas explicaron las relaciones entre la m ente y el cuerpo con el prinei-
o del isom orfismo. Según dicho principio, los procesos psicológicos de la percepción
ros~procesoscerebrales subyacentes ten ía n la misma form a o, lo que es lo m ism o,
:¡sentaban los m ism os ordenamientos y obedecían a las mismas leyes estructurales.
Dos sistemas son isomórficos cuando poseen la m isma estructura. Por ejem plo, si
chamos una m em brana de goma en varios puntos y después la estiram os y coío-
io s sobre una superficie irregular, conservará el ordenam iento espacial de los pun-

aunque la figura y el tam año sean diferentes. La relación es parecida a la exis-


e entre el m apa y una región geográfica. El m apa no es una copia fotográfica
<ta, dado que las curvas están suavizadas y faltan muchos detalles, pero conserva
tructura general y gracias a ello nos perm ite m overnos p o r dicha región. D e la
na m anera, la estructura de la experiencia psicológica era la misma que la de los
esos nerviosos que la originaban.
iTprincipio del isom orfism o se rem ontaba a EwaLcLH ering (1834-1918), quien,
3 se recordará, había propuesto una teoría de la visión del color basada en la expe-
:ia psicológica (Hering, 1878). Para Hering, los procesos fisiológicos de la sensa-
tenían un ordenam iento similar al de sus atributos psicológicos. Por ejem plo, las
isidades de un sonido tienen un orden rectilíneo, ya que al subir el volum en tene-
la im presión de un progreso continuo en la misma dirección. P o r consiguiente,
sistema nervioso tenía que darse un orden lineal similar, fueran cuales fueran
iracterísticas m ateriales de sus procesos.
Jnos años después, G .E . M üller (1896) propuso una serie de “axiomas psicofí-
” y los aplicó a la percepción del color. Pero, al igual que H ering, M üller se limi-
orden lógico o geom étrico, y prescindió del orden dinám ico de los procesos del
na nervioso.
Jando un paso más, en el artículo sobre el movimiento fi, W ertheim er indicó que
;ocesos nerviosos eran estíucturalm ente idénticos a la experiencia perceptiva. Si
'Ta In experiencia de dos puntos en m ovim iento, entonces en la corteza visual
que darse un tránsito de corrientes eléctricas similar al que operaba en la p e r­
ón del m ovim iento real. Al postular este isomorfismo entre la experiencia de fi
procesos corticales subyacentes, W ertheim er abrió una nueva vía p ara el estu-
¿ siste m a nervioso J a s leyes de la percepción eran una fuente de hipótesis para
irofisiología.
212 Historia de la psicología. Volumen II

Kohler extendió el principio al m undo m aterial en su libro sobre las Gestalten físi­
cas en reposo y en estado estacionario (Kohler, 1920). Los sistemas físicos eran de natu­
raleza gestáltica y obedecían a las mismas leyes que gobernaban los procesos de la
percepción.
El isomorfismo pretendía servir de contrapeso a los enfoques dualistas que exa­
geraban ía independencia de la m ente con respecto al cuerpo. A m bos constituían una
unidad indisoluble, tal y como podía observarse en actividades como la danza, en las
que era difícil determ inar dónde acababa lo corpóreo y dónde com enzaba lo mental.
Pero los gestaltistas evitaron pronunciarse sobre la naturaleza espiritual del alma y
dejaron esta cuestión para los filósofos.

4.2.4. L a Noción de Campo Físico

E n opinión de Kohler, la crisis de la psicología no era debida a la ciencia natural,


sino al m odelo de ciencia utilizado por los psicólogos, basado en la física newtoniana
y en la geometría cartesiana. La física de Newton concebía los sistemas materiales como
mosaicos de átomos o partículas elem entalesunidos por fuerzas externas, como la gra­
vedad. Pero este modelo había sido superado por la m oderna física de los campos, que
había sido propuesta por Michael Faraday (1791-1867) para explicar el comportamiento
de la aguja m agnética frente al paso de la corriente eléctrica. Posteriorm ente, James
C M axwell (1831-1879) formuló las conocidas ecuaciones de los campos electromag­
néticos.
M ientras que la física tradicional era m olecular, la física de los cam pos era de
naturaleza molar. Los sistem as físicos eran procesos gestálticos cuyo funcionam ien­
to no dependía de las partículas m ateriales concretas, sino de la totalidad del campo.
Poseían “cualidades suprasum ativas” o, lo que es lo mismo, no derivables de ía suma
de los elem entos que los com ponían, y adem ás m ostraban el fenóm eno de la trans­
posición observado po r M ach y E hrenfels en las m elodías m usicales, m anteniendo
los mismos ordenam ientos a pesar de los cambios operados en sus com ponentes indi­
viduales.
Los campos se caracterizaban por su dinamismo. Eran sistemas de fuerzas en con­
tinua interacción. Supongamos el campo de fuerzas creado por un imán, el cual pue­
de verse en la posición de las lim aduras de hierro sobre el papel situado encima de
él. Si alteram os la posición de una partícula, se producirá una drástica reordenación
y todas las lim aduras cam biarán de posición. Lo que ocurre en una p arte afecta a la
totalidad, y viceversa, lo que afecta a la totalidad introduce cambios en las partes.
Los campos físicos tenían una tendencia básica al equilibrio. D ejados a símis-
mos, tendían al máximo de estabilidad con el mínimo gasto de energía. Si este equi­
librio era alterado por algún cambio energético, entonces se generaban unas tensio­
nes que llevaban a una redistribución de las partes en form as cada vez más simples
y regulares.
E rnst M ach (1883/1893) observó que los estados de equilibrio dinám ico guarda­
ban relación con las formas estéticas más simples. E n la dinámica de los fluidos, cuan­
do la sim etría de un sistema se rom pía por causa de alguna deform ación, inmediata­
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 213

mente era contrarrestada por otra deform ación igual y de signo contrario. P or ejem ­
plo, si m etem os un bucle de hilo con form a de elipse en una solución de agua y jabón
y, a continuación, perforam os la película form ada en interior del bucle, observarem os
que éste tiende a adoptar una form a circular y que los extrem os se contraenJEl_prin-
cipio de la m áxima estabilidad con el mínimo de energía llevaba a las form as sim é­
tricas y regulares de la estética.
Kohler señaló el paralelismo entre estas observaciones de Mach y la ley de la Preg-
nancia de W ertheim er, y con ello dio un fundam ento físico a su teoría de la p e rc e p ­
ción. La tendencia hacia form as regulares y sim étricas, típica de las organizaciones
perceptivas, era un reflejo de la tendencia de los sistemas físicos a organizarse en agru-
pamientos simples.

Campos Cerebrales

Si los campos dinámicos se daban en el m undo m aterial, con más razón tendrían
quellarse en los organismos vivos y en el cerebro hum ano. De ahí que los gestaltistas
consideraran los procesos nerviosos en térm inos de la física de los campos continuos.
El sistem a nervioso era un cam po dinám ico en el que los factores topográficos
quedaban reducidos al mínimo. Las vías nerviosas y las áreas corticales no eran estruc­
turas sólidas, perfectam ente separadas unas de otras, por las que la excitación seguía
un curso invariable independientem ente de lo que ocurriera a su alrededor. Las innu-
merables conexiones funcionales existentes entre sus com ponentes lo convertían en
un cam po de fuerzas parecido a los campos eléctricos. La m etáfora de la centralita
telefónica em pleada por Pavlov y los conductistas, basada en el supuesto de las cone­
xiones puntuales entre neuronas perfectam ente aisladas unas de otras, no hacía jus­
ticia a la unidad e integración del sistema nervioso.
Los campos cerebrales explicaban los fenóm enos de la percepción, por ejem plo,
el del contorno. Cuando vemos una m ancha gris con dos cuadrados, uno más claro y
otro más obscuro, en la retina se establecen dos grupos de reacciones quím icas, las
cuales producen en el cerebro dos campos con distintas concentraciones iónicas. Sien­
do así que los iones m archan a distinta velocidad, en la frontera se establecerá una
diferencia de potencial eléctrico, la cual explica el contorno o línea divisoria entre
ambas partes. No se trata de dos áreas independientes, sino de una organización diná­
mica dividida en dos subsistemas cuya estructura es paralela a la del objeto visto en
el campo perceptivo.
K ohler intentó dem ostrar la teoría de los campos nerviosos estudiando la activi­
dad del cerebro con el electroencefalógrafo y otros aparatos capaces de m edir los
efectos de la estimulación. A unque observó algunas diferencias de potencial eléctri­
co a m edida que el objeto se movía por el campo visual, sin em bargo, los registros no
detectaron ningún sistema de fuerzas en el área occipital, probablem ente porque los
instrum entos de m edida no eran lo suficientem ente sensibles.
A nte la falta de pruebas experimentales, Kohler no tuvo más rem edio que recurrir
a argumentos basados en la observación, como los postefectos figúrales o los fenóm e­
nos de saciedad generados por la exposición prolongada a ciertos estím ulos visuales
214 Historia de la psicología. Volumen II

(Kohler, Wallach, 1944), los cuales parecían indicar que la excitación afectaba a regio­
nes amplias del cortex. Pero estas dem ostraciones resultaron poco convincentes y la
teoría de los campos cerebrales no logró im ponerse en la neurofisiología m oderna.

4.2.5. Definición de Ia Psicología

Los gestaltistas no cuestionaron el análisis en cuanto tal, sino únicam ente el aná­
lisis elem entalista que destrozaba la experiencia al descom ponerla en átom os inertes.
E n consonancia con sus tesis holistas, propusieron un análisis estructural orientado a
descubrir las estructuras y subestructuras en las que se organizaba la experiencia. La
conciencia no era la corriente unitaria de los Principios de psicología de William JamesT
sino una totalidad constituida por grupos y subgrupos, los cuales podían estar más o
menos segregados del conjunto.
La meta dei análisis estructural era descubrir las relaciones entre las partes y la
totalidad o, dicho con palabras del mism o W ertheim er, establecer la nal m aleza de
esas totalidades “cuyo com portam iento no viene determ inado por el de sus elem en­
tos individuales, sino que los procesos parciales son determ inados p o r la naturaleza ~
intrínseca de la totalidad” (1925/1969: 2).

Objeto de la Psicología

Los gestaltistas salieron en defensa de la conciencia y definieron la psicología


como ciencia de la experiencia directa. Así, K ohler comenzó el libro P sicologíaleTa
configuración con las siguientes palabras: “Para la psicología parece h ab er un punto
de partida único, exactam ente como para las demás ciencias: el m undo, y éste, con el
aspecto que nos presenta cuando le contem plam os de m anera ingenua y sin aplicar
el sentido crítico” (Kohler, 1929/1967:18).
El objeto de la psicología era la experiencia directa o inmediata, tal y como se p re ­
sentaba al observador. D icha experiencia no era totalm ente subjetiva, como p rete n ­
día W atson, ya que versaba sobre cosas reales que existían independientem ente del
sujeto que las percibía. Por ejem plo, ía silla que tengo ante mis ojos existe fuera de
mí, es un objeto sólido, pesado, duro, estable, etc. Es cierto que mi percepción no es
una copia exacta de ella y depende de los procesos internos del organismo, pero cuan­
do hablo de la silla me estoy refiriendo a algo real, tan real como la preparación que
es observada por un físico a través del microscopio. La experiencia directa era el pun­
to de partida de todas las ciencias, incluida la física.
Según Kohler, el hecho de depender de los procesos internos del observador no
le incapacitaba a la experiencia directa p ara ser objeto de una disciplina científica^
siempre y cuando las observaciones se atuvieran a los criterios de objetividad e impar­
cialidad señalados por la ciencia. Los físicos basan sus hipótesis en la observación de
la experiencia y, sin em bargo, nadie cuestiona su cientificidad.
Koffka prefirió hablar de “conducta” más que de “experiencia directa”, porque
le parecía más fácil ir a la conciencia a p artir de la conducta que ir a la conducta des-
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 215

de la conciencia. D e ahí que definiera la psicología com o “ciencia de la conducta


m olar” entendiendo por tal los actos globales de una persona, po r ejem plo, dictar
uñaconferencia, asistir a clase, conducir un autom óvil, etc. Dichos actos eran d a n ­
tos Helas conductas m oleculares de W atson, tal y com o había señalado E dw ard C.
Tolman. Su característica principal era que ocurrían en un m edio am biente, m ientras
que las conductas m oleculares eran fisiológicas. ^
El m edio am biente podía ser de dos clases: “geográfico y conductual ^JEljJn-
mero estaba constituido por los estímulos físicos y el segundo era de naturaleza psi­
cológica, dado que dependía de la percepción de los estum ilos (xir p arte dej sujo o.
Para com prender esto veamos un ejemplo tom ado de una leyenda alem ana. U na ta
de de invierno un jinete llega a una posada después de una larga cabalgada p o ru ñ a
llanura helada en medio de una torm enta de nieve. El posadero le pregunta de don­
de viene y responde señalando con el dedo hacia una dirección. H orrorizado, el posa­
dero le dice: “ ¿Sabe U d. que ha cabalgado por el lago C onstanza? El hom bre cae
fulminado al suelo y m uere del susto. Su m edio am biente conductual no era el Lago
Constanza, sino una llanura helada, por la que cabalgó sin tom ar precauciones. D e
haber sabido que el lago estaba helado, su conducta habría sido muy diferente.
El m edio am biente psicológico o conductual era el mas im portante. L aspersonas
no reaccionan a la realidad tal y como es en sí, sino tal y como es percibida por ellas.
Dicho con otras palabras, su conducta depende del campo perceptivo o G estalt orga­
nizada de percepciones. Sin embargo, el m edio geográfico tam bién contaba, por cuan-
to eme (ira necesario para que una conducta fuera recom pensada o no lo fuera La
conducta molar era el resultado de la interacción entre el campo perceptivo y los obje­
tos del m undo externo. , , ,
El cam po perceptivo no agotaba los contenidos de la conciencia, dado que ade-
másThabía que contar con el ego. Koffka lo consideró com o una organización en la
q u i e n traban las percepciones de uno mismo, las relativas a su conducta en el m edio
ambiente psicológico, y las relativas a los deseos e intenciones, éxitos y í racasos, tem o­
res y amores, etc. Probablem ente influido por la teoría de K urt Lewin, Koffka insis­
tió en que la polaridad ego-medio am biente contenía la clave de la conducta molar.

Tarea de la Psicología

No contenta con la simple descripción, la G estalt pretendía determ inar las leyes
moteí^s que regulaban el funcionamiento psicológico. D ado que este dependía de los
campos perceptivos y éstos, a su vez, de los sistemas dinámicos de sistem a nervioso,
su aspiración últim a era descubrir las leyes de los campos cerebrales.
Como las leyes de la percepción obedecían en último térm ino a las leyes m olares
de los sistemas físicos, los gestaltistas no eran contrarios al d e te rn in ism o científico.
Lo que ocurre es que su m odelo de causación era distinto al de la m ecam ca y tem a
en cuenta la totalidad del campo. La conducta dependía de las leyes dinamicas de los

Para Koffka la tarea de la psicología era “el estudio de la conducta en su relación


causal con efeam p o psicofísico” (1935/1973: 88). E l “cam p o p s i c o g g ^ r a e l a s t e ^
216 Historia de la psicología. Volumen II

de fuerzas constituido por la experiencia psicológica y los procesos nerviosos subya­


centes. La experiencia psicológica, a su vez, dep en d ía de la p olaridad ego-m edro
am biente, entendidos am bos como totalidades organizadas. El ego no era un agre­
gado de tendencias e impulsos ciegos, sino una organización de percepciones, em o­
ciones, pensam ientos y necesidades dotados de una estructura jerárquica de acuerdo
con su grado de com plejidad y diferenciación. Lo mism o podía decirse del m edio
am biente, tam bién constituido por objetos y eventos todos ellos organizados gestál-
ticam ente. La conducta era resultado de la interacción de estos sistemas con los pro­
cesos del sistema nervioso.

M étodos

El m étodo gestaltista por excelencia fue el m étodo fenom enológico. Com o escri­
bió Kohler “nunca podrem os resolver el problem a de los principios últimos si no acu­
dimos a las fuentes de nuestros conceptos, -co n otras palabras, si no em pleam os el
m étodo fenom enológico, el análisis cualitativo de la experiencia. N uestros positivis­
tas apenas si se interesan por esto (...) EÍ positivismo no puede aprobar nuestro inten­
to en tales ocasiones de obtener nociones'nTás claras gracias al análisis fenomenoTcP'
gico” (1938: vii).
Los psicólogos gestaltistas proponían unas experiencias críticas a los sujetos, por
ejemplo, les presentaban unas figuras visuales y les pedían que las observaran sin pre­
juicios y refirieran todo cuanto veían.
Esta preferencia po r la observación fenom enológica no implicaba un rechazo d^L.
experimento, siempre y cuando éste versara sobre temas relevantes y susceptibles de
tratam iento cuantitativo. Pero, ai igual que Stumpf, los gestaltistas dieron más im por­
tancia al m étodo fenomenológico porque creían que todavía había pocos datos sobre
la experiencia directa. Adem ás, la complejidad del ser hum ano, muy superior a la de
los sistemas físicos, dificultaba el aislamiento de las variables a estudiar en el labora­
torio.
K ohler fue especialm ente crítico con la costum bre de m edir por medir, sin refle­
xionar sobre lo que se medía, típica de los partidarios de los tests mentales. A un cuan­
do los tests de inteligencia tenían una alta correlación con el rendim iento escolar, sin
em bargo, no decían nada sobre la naturaleza de la inteligencia. E n lugar de cuantifi-
car los resultados con grandes muestras de sujetos, parecía más oportuno hacerse pre­
guntas sobre los procesos que operaban en la solución de problem as con vistas a for­
m ular hipótesis que pudieran ser investigadas en el laboratorio.

4.3. Las Organizaciones Perceptivas

La contribución más im portante de la G estalt fueron las leyes de la percepción,


que fueron form uladas por W ertheim er en el artículo “Investigaciones en la doctri­
na de la G estalt” (1923/1969). Pero antes estudiarem os el fenóm eno de la figura-fon-
do, descubierto un poco antes por el psicólogo danés Edgar J. Rubin.
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 217

4.3.1. Rubín y la Ley de Figura-Fondo

N atural de Copenhague, Edgar J. Rubin (1886-1951) comenzó sus estudios sobre


la percepción en el año 1912 en el departam ento de psicología de la U niversidad de
G otinga, dirigido po r G eorg E. M üller (1850-1934). Influido por el filósofo E dm und
Husserl (1859-1947), utilizó el m étodo fenom enológico en sus investigaciones y halló
que el campo perceptivo se dividía invariablemente en dos partes que denom inó figu­
ra y fondo (Rubin, 1915).
La figura aparecía en prim er plano, ocupaba el foco de la atención y tem a con­
tornos nítidos, dando la impresión de ser una “cosa”. E l fondo, por el contrario, esta­
ba detrás de la figura como envolviéndola, y aparecía indiferenciado, borroso y con
m enos detalles. A dem ás, al estar en la p eriferia de la conciencia se olvidaba m ás
fácilm ente.

Figura 4.1. Figura-fondo.

R ubin utilizó cuadros reversibles como el de la figura 4.1. C uando observam os


durante algún tiem po este cuadro, la copa pasa súbitam ente al fondo y las dos caras
se convierten en figura. Siendo así que los estímulos son los mismos, Rubin pensó que
los cambios obedecían a factores centrales relacionados con el hábito y las actitudes
del sujeto.
E l fenóm eno de la figura-fondo era un fenóm eno gestáltico parecido al m o v i­
miento fi, y por esta razón fue recibido con entusiasm o por los gestaltistas, aunque lo
interpretaron de m odo distinto a Rubin. E n lugar de atribuirlo a factores centrales,
recurrieron a las diferencias de potencial entre los campos cerebrales correspondientes
a la figura y al fondo.
218 Historia de la psicología. Volumen II

4.3.2. Las Leyes de Wertheimer

W ertheim er dem ostró con estímulos visuales muy simples, como puntos o líneas
ordenados caprichosam ente a fin de descartar la influencia del aprendizaje, que la
experiencia perceptiva era una totalidad organizada. Los sujetos no percibían estím u­
los sueltos, sino que los ordenaban en grupos que se repetían invariablem ente, una y
otra vez. E sta regularidad indicaba que las organizaciones perceptivas obedecían a
unos principios entre los que destacaban los siguientes:

¿C 1. Proximidad. Las partes más próxim as del cam po perceptivo tienden a segre-
garse y a form ar grupos reconocibles como tales. Por ejem plo, en la serie de
la figura 4.2, no vemos veinte unidades, sino diez grupos de dos puntos. Lo mis­
mo ocurre en el sentido del oído. Si golpeamos en la m esa con los nudillos de
la m ano, tap.... tap, tap, no percibim os sonidos aislados, sino grupos de dos,
porque la organización más natural es la que com porta una distancia mínima.

Figura 4.2. Proxim idad.

^ 2. Semejanza. Los objetos similares tienden a juntarse en el cam po perceptivo.


Por ejemplo, los puntos de la figura 4.3 están a la misma distancia y, sin em bar­
go, se organizan en columnas de blancos y negros debido a la semejanza. Los
gestaltistas utilizaron este principio para detectar el daltonism o en una prue­
ba consistente en p resentar un conjunto de puntos de distintos colores en el
que podía verse que los rojos form aban un 5 y los verdes un 2. M ientras que
los daltónicos no percibían los núm eros, las personas que no lo eran lo hacían
con toda facilidad.

• o o •
• o o •
• o o •
• o o •
• o o •
• o o •
Figura 4.3. Sem ejanza.

^ 3. Destino común. E sta ley se aplica a los objetos en m ovim iento. Las cosas que
se m ueven en la misma dirección, o cam bian al mismo tiem po, tienden a jun-
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 219

tarse en el campo perceptivo. W ertheim er m ostró esta ley con los puntos de la
figura 4.4. Si levantam os al mismo tiem po los puntos “c, d, e ”, o “c, d, e, i, j,
k”, los cuales pertenecen a agrupaciones distintas, los percibiremos juntos por­
que participan del mismo movimiento. Lo mismo ocurre en un espectáculo de
ballet, cuando unos bailarines inclinan sus cuerpos hacia la d erecha y otros
hacia la izquierda: percibirem os dos grupos en virtud del destino común.

• • • • • • • • • • • •

abe d ef g h i j k l

Figura 4.4. D estino común.

4. Dirección. Algo parecido sucede con los objetos estacionarios que se hallan en
la misma dirección, que también tienden a organizarse en grupos diferenciados.
En la figura 4.5, la proximidad entre A y B es mayor que la existente entre A y
C y, sin embargo, no los percibimos agrupados. E n cambio, consideram os a A
y C como extrem os de una horizontal porque com parten la misma dirección.
Experim entam os dos líneas, una horizontal y otra vertical en la prim era figura,
y una horizontal y otra inclinada con un ángulo de 45 grados en la segunda.

Figura 4.5. Dirección.

5. Buena continuación. Nuestro sistema perceptivo parece tener una preferencia


especial po r los contornos que continúan la organización existente. Si en la
serie de la figura 4.6 nos piden que añadam os otro punto, lo más probable es
que seleccionemos “c” porque este punto continúa la serie m ejor que los pun­
tos “a ” y “b ”.

l od

Figura 4.6. B uena continuación.


220 Historia de la psicología. Volumen II

X 6. Cierre. Las figuras cerradas tienden a segregarse de las demás en el campo per­
ceptivo y las incom pletas tienden a com pletarse.
Por ejem plo, en la figura 4.7 no percibim os pares de líneas verticales, sino
grupos de cuadrados, debido a la tendencia a cerrar los espacios abiertos del
campo perceptivo. La ley del cierre se aplicaba tam bién a la m em oria. Como
veremos cuando estudiemos la teoría de Lewin, las tareas incompletas se recuer­
dan m ejor que las bien acabadas.

1 [ , l i l []
Figura 4.7. Cierre.

7. Buena figura o “pregnancia”. Las leyes precedentes eran casos particulares de


una ley más general, según la cual las organizaciones perceptivas tienden a for­
mas lo más simples, regulares, simétricas y equilibradas, de acuerdo con las leyes
de la estética más simple.
E n la figura 4.8 percibim os un rom bo dentro de un héxagono - y no dos
hexágonos irregulares- porque el rom bo y el hexágono son regulares y simé­
tricos, m ientras que los hexágonos son irregulares.

Como indicamos anteriorm ente, esta ley coincidía con las observaciones
de Mach sobre la tendencia de los sistemas físicos a m antener estados de equi­
librio dinám ico que se m anifestaban al exterior en form a de ordenam ientos
simétricos y regulares.

Las leyes de W ertheim er eran objetivas, dado que se repetían invariablem ente en
todos los experimentos y, al mismo tiempo, gestálticas, ya que eran resultado de la inte­
racción entre los estímulos del mundo externo y los campos cerebrales.

4.4. Kohler y el Aprendizaje por “Insight”

Kohler fue muy crítico con la teoría de Thorndike sobre el aprendizaje instrum en­
tal. Com o se recordará, el aprendizaje era un proceso m ecánico de selección de res-
222 Historia de la psicología. Volumen II

nes, pestillos, anillas, etc - o ejecutar m ovim ientos com plicados y poco habituales.
Los gatos escapan de las situaciones de confinam iento colándose entre los barrotes
o saltando po r encim a de ellos; las conductas de tirar de una cuerda, ejercer presión
sobre una plataform a o levantar pestillos no entran dentro de su repertorio habitual
de respuestas. E n consecuencia, los experim entos con cajas-problem a estaban fuera
del alcance de las posibilidades del animal.
Por otra parte, los gatos necesariam ente tenían que proceder por ensayo y error,
dado que no conocían los dispositivos de apertura de la jaula. Les ocurría lo mismo
que a una persona que estuviera encerrada en una habitación y no supiera cómo abrir
la puerta. Puesta en una situación ciega, tenía que proceder a ciegas.
C on vistas a obviar esas dificultades, los experim entos fueron realizados en el
lugar donde vivían habitualm ente los m onos y en presencia de sus com pañeros. A de­
más, Kohler procuró que los problem as no fueran difíciles y los elem entos de la solu­
ción fueran visibles para los animales. Propiam ente hablando no eran experim entos,
ya que no existían grupos de control ni m edidas cuantitativas, sino estudios observa-
cionales sobre las reacciones del animal en situaciones en que era puesta a pru eb a su
inteligencia, _______ ___________
Los problem as eran jrroblem as de rodeosJe 1 cam ino directo a la m eta e ra blo-
queado^jor un obstáculo y el anim al debía tom ar o tro m ásja rg o . E llos p erm itían
observar el comportamiento inteligente porque, según'K'óRIér, la mayoría de las inven­
ciones hum anas no eran o tra cosa que rodeos p ara llegar a m etas que eran im posi­
bles de alcanzar por la vía directa. Los principales fueron los siguientes:

1. Barreras Físicas. U na red m etálica se interpone entre el anim al y la m eta, la


cual puede ser evitada tom ando una vía lateral. Com o el problem a no ofrecía
ninguna dificultad para los monos, Kohler utilizó perros y pollos. M ientras que
éstos se quedaban detenidos en la malla con los ojos fijos en el alim ento, los
perros m iraban el obstáculo y tom aban la vía lateral.
A los chim pancés les propuso la tarea de alcanzar una cesta de plátanos
que colgaba del techo m ediante dos operaciones: hacerla oscilar de un lado
para otro como si se tratara de un péndulo y subir a un andam io lateral para
cogerla cuando se aproxim aban a él. U no de los anim ales, Chica, tard ó un
m inuto en resolverlo.
2. Uso de Instrumentos^ Los anim ales debían utilizar un instrum ento de m odo
distinto al habitual para conseguir el alim ento situado fuera del alcance de su
mano. Los instrum entos principales fueron los siguientes:

a) Cuerdas. E n el exterior hay una caja llena de plátanos con una cuerda que
está al alcance del animal. Los m onos deben tirar de la cuerda para arras­
trar los plátanos a la jaula, cosa que hacen sin dificultad. Sin embargo, come­
ten algunos errores cuando la situación se complica con otras cuerdas.
b) Bastones. La tarea consiste en utilizar un palo para acercar la caja de plá­
tanos a la jaula. Considerada en sí misma, la conducta interm edia de coger
el palo parece alejar al animal de la m eta. Pero en este contexto es un ins­
trum ento para llegar a ella. Veamos la conducta de Tschego:
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 223

Lo primero que hace, sin conseguirlo, es intentar coger con la mano los
frutos; después se retira hacia atrás. Al cabo de un rato, vuelve a intentarlo
para abandonar de nuevo, y así varias veces durante más de media hora. Por
fin, se queda definitivamente tumbada, sin volver a ocuparse del objetivo.
Los bastones, a pesar de que estaban justo a su lado, parecían no existir para
ella. Pero entonces los animales más jóvenes, que andaban sueltos por fue­
ra, empiezan a interesarse por el objetivo, acercándose a él cautelosamente
cada vez más. De repente, Tschego se incorpora de un salto, coge uno de los
palos y, sin visos de torpeza en su acción, se pone a arrastrar el objetivo (unos
plátanos) hacia ella, hasta que consigue que queden al alcance de su mano.
Para ello coloca al primer intento el bastón justo detrás del objetivo. En prin­
cipio utiliza el brazo izquierdo, pero después también usa el derecho, cam­
biando frecuentemente de uno a otro. En ningún momento sostiene Tsche­
go el bastón como lo haría un hombre; la mayoría de las veces, lo empuña de
la misma manera en que le gusta coger la comida, a saber, haciendo presa
con los dedos tercero y cuarto, mientras el pulgar presiona lateralmente (Koh­
ler, 1917/1989: 67).

Com o podrá observarse, la solución aparece en un contexto social, en


el m om ento en que sus com pañeros se aproxim an a la fru ta .
c) Cajas. El plátano cuelga del techo. E n la jaula hay unos cajones que p u e ­
den utilizarse como escalera para llegar a la fruta. U no de los m onos resol­
vió el problem a sin dificultad.

Construcción de Instrumentos. Los anim ales no sólo utilizaban instrum entos,


sino que además eran capaces de construirlos, lo cual implicaba un m ayor gra­
do de inteligencia. Veamos los ejem plos más característicos:

a) Unir dos Palos. En la jaula hay dos cañas de bam bú cortas. El m ono más
inteligente, Sultán, las utiliza por separado para coger los plátanos, fracasa
y entonces arrim a una caja a los barrotes. Visto el fracaso, juega con uno
de los palos, lo orienta hacia la caja de los plátanos y lo em puja con el otro
hasta tocarla. D a m uestras de alegría al com probar que p u ed e m overla,
pero fracasa en los intentos de aproximarla. Decepcionado, vuelve a la ja u ­
la y se pone a jugar con los palos m ientras está de espaldas a los barrotes,
como si los plátanos no existieran. Según el relato de su cuidador:

Al principio, Sultán se sienta y permanece indiferente sobre la caja, que


ha quedado un poco alejada hacia el fondo respecto a las rejas. Poco después,
se levanta, coge las dos cañas, vuelve a sentarse en la caja y se pone a jugue­
tear despreocupadamente con ellas. En el curso de este juego, Sultán se
encuentra casualmente con una caña en cada mano, sosteniéndolas de tal
manera que ambas quedan en línea: introduce ligeramente la más delgada
en la abertura de la más gruesa, se pone en pie de un salto y se dirige rápi­
damente a las rejas (respecto a las que el animal se encontraba medio de
224 Historia de la psicología. Volumen I I

espaldas); una vez allí, utiliza la caña doble para atraer hacia sí un plátano.
Llamo al jefe y, mientras tanto, al animal se le suelta la caña pequeña, ya que
la había introducido muy poco en la grande; pero vuelve a encajarlas de inme­
diato (Kohler, 1917/1989:153).

K ohler acude in m ediatam ente y le e n cu en tra pegado a los b a rro tes


intentando acercar la fruta. Los palos se le salen muchas veces pero los enca­
ja una y otra vez. Según Kohler:

El procedimiento parece agradar extraordinariamente al animal; la impre­


sión que nos da es la de encontrarse en un estado de gran excitación. Sultán
atrae toda la fruta, pieza por pieza, hasta las rejas, sin detenerse a consumir­
la. Una vez atraída toda la fruta, yo separo una vez más los dos componen­
tes del bastón doble; el animal, después de volver a encajar rápidamente
ambas cañas, se dedica a atraer hasta las rejas objetos alejados que carecen
de especial interés para el chimpancé (1917/1989:154).

A partir de ese m om ento, Sultán resuelve sin dificultad ese problem a y


otros similares. A l parecer, una sola experiencia le bastó p ara adquirir una
habilidad tan compleja como fabricar instrum entos para alcanzar una meta.
b) Edificación de Pirámides. La tarea consistía en apilar cajas de m adera con vis­
tas a utilizarlas como peana para coger el plátano que colgaba del techo. Los
animales tuvieron dificultades debido a que sus conocimientos de estática eran
más limitados que los del ser hum ano y no sabían colocar las cajas unas enci­
ma de otras. A pesar de ello, consiguieron pirámides de hasta cuatro cajas.
Veam os algunos detalles de la conducta de Sultán, el m ás listo de los
monos. Cuando estaba a punto de colocar la prim era caja sobre la segun­
da, vio que esto no era suficiente. Entonces arrastró la caja alrededor de la
prim era e intentó sin éxito otros procedim ientos. E n el siguiente ensayo
colocó las cajas cerca del plátano. Em puja la más grande hasta ponerla deba­
jo de la fruta. Se sube a ella, m ira hacia arriba, va a saltar, pero no lo hace.
Toma otra caja y la arrastra por la habitación m etiendo ruido: es un simple
desahogo. A continuación, apila las dos cajas. Se sube, pero no salta p o r­
que la fruta está dem asiado lejos. Sin em bargo, ha captado lo esencial.

4 / Acciones sin una Clara Relación con la M eta. M ientras que en los experim en-
' "tos" anteriores E a b íá lm a ^ ía ra relación entre el instrum ento y la m eta, en la
serie siguiente ésta era menos acusada. Veamos dos ejemplos:

a) A c ercar un Palo Largo con otro Corto. En la jaula hay un palo dem asiado
corto para acercar la fruta. Fuera de ella hay un palo largo que puede rea­
lizar esa tarea y que puede ser cogido con el palo corto. Sultán fracasa en
el prim er intento con el palo pequeño. A continuación, arranca un alam bre
de la jaula y tampoco consigue nada. Se detiene y m ira a su alrededor. Súbi­
tam ente coge el palo corto, acerca el palo largo, lo tom a en sus m anos y
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 225

consigue la fruta. En el m om ento en que fijó la visión en el palo largo, la


acción discurrió de un modo continuo, sin vacilaciones ni cortes.
b) Subir a la Caja y D escolgar el Palo. La fruta está fuera de la jaula. U n palo
cuelga del FechcTyuña cajá~pueden servir de escalera. Sultán comete un error:
lleva la caja a los b arrotes, junto al plátano. D espués da una ojeada a su
alrededor, ve el palo colgando del tejado, pone la caja bajo él, se sube a ella,
coge el palo, corre a los barrotes y consigue la fruta.

.2. E l “Insight” o Comprensión

Kohler utilizó la palabra a 1em ana^E ins icht’), cuyo equivalente inglés e
ra designar las conductas de los m onos y contraponerlas a las de los g
jerím entos de rhorndÍKe~Su significado principal era “conducta inteligente” , en
m to distinta a las conductas ciegas del ensayo y error. Com o su interés principal
i re b a tir a los asociacionistas con hechos ^ o n c re to s, insistió en que el térm ino
sight” tenía un sentido descriptivo, desprovisto de todo valor explicativo.
Sin embargo, en otras parles; cid libro indicó que el “insight” com portaba una reor-
nzación del campo perceptivo, lo cual suponía unainterpretación teórica; y en escri-
' posteriores lo definió en térm inos de com prensión o conocim iento de causas. D e
' que el término tenga tres significados: “conducta inteligente”, “reorganización p er­
viva” y “com prensión”.

Conductas Inteligentes. El com portam iento de los m onos era muy distinto al
de los gatos de Thorndike. Com portaba una coherencia, unidad, fluidez y direc­
ción que no se observaba en las conductas aleatorias del ensayo y error. En
particular, tenía las siguientes características:

a) Instantaneidad. En casi todos los casos, la solución aparecía de m odo súbi­


to y repentino, en contraste con la gradualidad del aprendizaje po r ensayo
y error. Los m onos podían detenerse desconcertados, rascarse la cabeza,
m irar a otra parte e incluso abandonar tem poralm ente la tarea. Pero, súbi­
tam en te, su rostro se ilum inaba y surgía la solución. Según K ohler: “las
m ejores y más claras soluciones que he observado aparecen m uchas veces
de form a repentina, después de que el animal, al principio del experim en­
to (y en algunos casos concretos, durante varias horas), se hubiese m ostra­
do totalm ente desorientado” (1917/1989: 240).
Además, la solución se presentaba casi perfecta desde el prim er m om en­
to, mientras que en el aprendizaje instrumental debía perfeccionarse m edian­
te la práctica y la repetición.
b) Continuidad. U na vez captada la solución, los actos fluían con suavidad y con­
tinuidad, sin los zig-zags del ensayo y error. En los problem as más sencillos,
los animales iban directam ente a la meta; en los más difíciles, podían come­
ter algunos errores, pero casi siempre éstos tenían una relación con la situa­
ción. Los errores estúpidos sólo aparecían cuando estaban cansados o ago­
tados por las continuas repeticiones.
226 Historia de la psicología. Volumen II

La solución podía venir por casualidad, como en el caso de Sultán, quien


vio ju n tas las cañas de bam bú cuando jugaba con ellas. P ero in m ed iata­
m ente era reconocida y puesta en práctica. Ocurría lo mismo que en la cien­
cia, donde tam bién había muchos descubrim ientos accidentales.
c) L a Solución Antecede a la Respuesta. K ohler observó que los anim ales pri-
"mero observaban la situación y después actuaban. Sus movimientos no eran
ciegos e impulsivos, sino que tenían en cuenta la estructura de la situación
y se acom odaban a ella. D e ahí que un criterio de “insight” fuera el de que
“la solución, de principio a fin. se form e de acuerdo con la estructura del
cam po” (Kohler, 1917/1989: 217).
A este respecto, Kohler relató la im presión que le produjo a un colega
suyo la conducta de uno de los m onos al enfrentarse con el problem a: al
igual que los hum anos, se detuvo un instante, llevó la m ano a la cabeza y
examinó atentam ente la situación.
d) Transposición. La solución se generalizaba fácilmente. Por ejemplo, después
de utilizar los bastones para alcanzar los plátanos, los m onos recurrían a
todo tipo de objetos, como cajas, zapatos, som breros, etc., para realizar esa
función. En opinión de Kohler, “el bastón, dentro del campo visual, ha adqui­
rido un determ inado valor funcional para ciertas situaciones; este valor se
transm ite espontáneam ente a cualquier otro objeto que com parta con el
bastón ciertas propiedades (objetivas) muy generales en cuanto a su form a
y consistencia, con independencia de cuál sea exactam ente su aspecto exte­
rio r” (1917/1989: 71).
La localización espacial del instrumento era fundam ental. Los animales
sólo utilizaban la h erram ien ta si la veían en una posición que llenaba el
vacío que les separaba del plátano; si estaba en una esquina, lejos del obje­
to de m eta, la tarea les resultaba más difícil. La localización geográfica, y
no la semejanza, era el factor principal de la transposición.

( ' í ~Reorganización perceptiva. K ohler interpretó estos fenóm enos en térm inos de
---- u n a reorganización del cam po perceptiv o .T a l y com o escribió, el “insight”
consistía en “la percepción de una relación objetiva e intrínseca entre dos cosas
"(oTdicho de form a más general: la percepción de la estru ctu ra de u n a situ a ­
ción). Por “relación” entendem os la existencia de una conexión basada eñlas
propiedades de las cosas m ism as y no una simple “contigüidad” o “sim ulta­
neidad” de aparición repetida frecuentem ente” (1917/1989: 243).
Los palos o bastones que hasta entonces habían sido utilizados para jugar,
dejaban de ser percibidos como instrum entos de juego y pasaban a ser vistos
como extensiones funcionales de la m ano. C uando Sultán construye un palo
largo con dos cañas de bambú, las cañas dejan de ser objetos independientes
y aparecen como encajables la una en la otra.
Estas reorganizaciones perceptivas eran causadas p or las fuerzas jin á m i-
cas que operaban en los campos cerebrales. Cuando el animal percibe el vacío
que le separa de la m eta, en su sistema visual se genera un desequilibrio y las
tensiones resultantes transform an el palo en “instrum ento p ara coger el ali­
Capítulo 4: La psicología de la Gestalt 227

m entó”. Las cajas, que hasta entonces habían sido utilizadas a m odo de sillas,
se convertían en escaleras para subir hasta el plátano. Com o dijimos hace un
momento, en la reorganización perceptiva jugaban un papel relevante los aspec­
tos topográficos del campo visual. Si el bastón o las cajas estaban en una esqui­
na y no era visible su conexión con el objeto de m eta, difícilm ente serían u ti­
lizados. P or otra parte, siem pre que m ovían las cajas para am ontonarlas, los
^ .m o n o s tenían los ojos fijos en los plátanos.
3\J Com prensión. E n el libro Psicología de la configuración (1929/1967), K ohler
dio una definición teórica del “insight” en términos de comprensión de las rela-
ciones causales del campo psicológico. E ra una conciencia directa de las cau-
"sá^enTa que participaba toda la persona, y no sólo el intelecto. Supongam os,
por ejem plo, que adm iram os a una cantante de ópera. Somos conscientes de
~ que nuestra adm iración se refiere a su m anera de cantar, es nuestra reacción
natural a ella. Cuando una m adre ve sonreír por prim era vez a su hijo, experi­
m enta un sentim iento indecible de alegría y tiene conciencia de que éste es
causado por la sonrisa del niño; entre ellos hay una relación intrínseca muy
distinta de la contigüidad externa invocada por H um e para explicar la causa­
lidad. Pues bien, el “insight” es la vivencia de esa conexión interna, en la que
está implicado todo el yo. Dicho de otro m odo, la conciencia de una determ i­
nación causal no sólo se refiere al m undo intelectual, sino tam bién al em ocio­
nal y motivacional.

4.4.3. Desafío al Asociacionismo

Kohler insistió en que la conducta inteligente de los monos no podía ser explicada
con las leyes del ejercicio y del efecto propuestas por Thorndike. E ntre otras razones,
porque la solución aparecía perfecta desde el comienzo, y los animales no repetían nun­
ca los mismos movimientos. Por ejemplo, en los problemas de construcción de pirám i­
des, movían las cajas ya fuera em pujándolas, arrastrándolas, echándolas a rodar, etc.
La cuestión de qué músculos intervenían era totalm ente irrelevante. P or otra parte,
ciertos imprevistos, por ejemplo, una piedra cruzada en el camino, les obligaban a modi­
ficar la conducta, por lo que era difícil, por no decir imposible, que siempre respondie­
ran con las ejecuciones aprendidas previamente. El aprendizaje no consistía en la adqui­
sición de conductas específicas, sino en la captación de las relaciones de campo.
E n lo que respecta a la ley del efecto, K ohler observó que, en ocasiones, los ani­
males repetían conductas que no comportaban ninguna recompensa tangible. Por ejem­
plo, dos m onos levantaron una caja muy pequeña y la m antuvieron junto a la pared
durante algún tiempo; otros apoyaban la caja sobre un vértice para darle más altura;
otros trataban repetidam ente de abrir una puerta levantándola por encim a de la pie­
dra que la bloqueaba. ¿Cómo explicar esto en función de la selección por el éxito?
A la vista de estos hechos, K ohler llegó a la siguiente conclusión:

“Hay una condición previa e indispensable que tiene que cumplir la teoría de la
asociación para poder proporcionar una explicación satisfactoria de la conducta inte­
228 Historia de la psicología. Volumen II

ligente. Esta condición es la siguiente: es preciso que a partir del principio asociacio-
nista pueda explicarse rigurosamente en qué consiste la percepción de una relación
objetiva o intrínseca entre dos cosas” (1917/1989: 243).

Los asociacionistas tenían que explicar las reacciones frente al “más p equeño”,
“más alejado”, “apuntando directo hacia”, etc., o de lo contrario dejaban sin explicar
las conductas inteligentes.
Propiam ente hablando, los experim entos trataban de la solución de problem as,
más que del aprendizaje. A dem ás, com portaban problem as en los que eran visibles
todos los datos, por lo que no era preciso recurrir al pensam iento abstracto concep­
tual. Finalm ente, K ohler no tuvo en cuenta la historia de aprendizajes previos de los
animales, los cuales tenían necesariam ente que influir en su conducta.
A pesar de estas dificultades y de su vaguedad conceptual, las críticas de Kohler
pusieron al conductism o contra las cuerdas. ¿Cóm o explicar esas conductas inteli­
gentes frente a situaciones nuevas en las que no valían los hábitos adquiridos previa­
m ente? Los neoconductistas intentarían responder a esta pregunta con unas teorías
más complejas que la de W atson, como verem os en el capítulo siguiente.

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