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Jesús nos enseña que cuando oramos a Dios no debemos usar vanas repeticiones porque no
seremos oídos por nuestra palabrería vana.
La palabra “vano” quiere decir “inútil” y también “vacío”. Las repeticiones son vanas porque
son inútiles, y son vanas porque son vacías de contenido. No se repiten vaciedades a un Dios
inteligente que tiene hijos inteligentes.
Así como dijo el apóstol Pablo: “Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento”
(1 Corintios 14:15).
En 1 Reyes 18:26 leemos cómo los profetas de Baal gritaron “¡Baal respóndenos!” desde la
mañana temprano hasta el mediodía. En Hechos 19:36 leemos que la turba en Éfeso por dos
horas permaneció gritando: “Grande es Diana de los efesios”. No se habla a los gritos a un
inteligente, no se le repiten las cosas dos veces a quien es inteligente. Dios es inteligente. No
necesita que le gritemos ni que le repitamos mil veces las cosas. De hecho, Él ya sabe lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
“Esta es la cosa más terrible que le ha pasado al Padrenuestro. Que el intento más puro de
Jesucristo de ayudar al hombre a escapar de un rezo sin sentido se haya convertido en poco
tiempo en otro rezo sin sentido”. ―Elton Trueblood
Cuando un hombre piensa más en la manera que ora que en el contenido de su oración,
aquella oración muere en sus labios, no pasa el techo, no llega a Dios.
3. Porque Dios es nuestro Padre, oramos con CONFIANZA, sin duda (6:8)
Lo más hermoso de la oración es que Dios escucha, y más hermoso aun ¡responde!
No oramos con desesperación porque Dios ya conoce nuestras necesidades antes de que le
pidamos.
No le damos información de lo que nos pasa… ¡Él ya lo sabe! No debemos asegurarnos de que
nos haya entendido bien… ¡Él ya lo sabe!
Oramos con confianza porque sabemos que recibiremos del Padre, aquello que más
necesitamos y no solo lo que le pedimos.
4. Porque Dios es nuestro Padre, oramos con LIBERTAD, sin formalidades ni formulismos
(6:9ª)
El Padrenuestro es una forma de oración, es una oración modelo, pero no una formalidad.
Había en los tiempos de Jesús (y creo que aún lo hay) una tendencia a pensar que usando
ciertas formalidades entonces uno “ablandaría” a Dios y lo inclinaría a favor de uno. A tal punto
que una oración judía comenzaba así: “Bendito, alabado y glorificado, exaltado, celebrado y
honrado, magnífico y loado sea el nombre Santo”. Los adjetivos no hacen más grande a Dios.
Tengamos cuidado con intoxicarnos con palabras.
Conclusión
¿Cómo orar? El Padrenuestro nos enseña a orar con inteligencia. El Padrenuestro evita los
extremos de la formalidad y nos enseña a orar a Dios como Padre celestial.
Meditaremos los próximos domingos en la estructura de esta oración: una invocación, seis
peticiones y una doxología. De las seis peticiones, tres son sobre Dios y tres sobre nuestras
necesidades. Es interesante que las tres peticiones sobre Dios son anteriores a las peticiones
sobre nuestras necesidades. Solo quien pueda pensar primero en Dios y luego en sí mismo
tiene el cielo abierto de parte de Dios. “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y las demás cosas os serán añadidas”, dijo Jesús.