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SECRETARIA DE EDUCACIÓN

SUBSECRETARIA DE EDUCACIÓN MEDIA Y


SUPERIOR
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR
UNIVERSIDAD LOS ÁNGELES
EXTENSIÓN NACAJUCA
CLAVE: 27PSU0038F

CARRERA:
LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

ASIGNATURA:
HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

CUATRIMESTRE:

CATEDRÁTICO:
MARIA GUADALUPE FRIAS LEÓN

ESTUDIANTE:
MADRIGAL HERNÁNDEZ MARIA DEL ROCIO

MAYO, 2020, NACAJUCA, TABASCO


LOS AZTECAS
Condiciones sociales:

Los mexicas, luego de su largo peregrinaje desde Aztlán en búsqueda


de la Tierra Prometida, fundaron Tenochtitlán donde hoy yace la Ciudad
de México alrededor del año de 1325.
En solo 200 años consiguieron ser la cultura con mayor influencia en
todo Mesoamérica. Solo en su ciudad, Tenochtitlán, vivían unos 150 mil
habitantes, y en planeación urbana sobrepasaban a cualquier ciudad
europea. Su desarrollo, sin embargo, estuvo fuertemente influenciado
por los tributos pagados por los pueblos que tenían sometidos, y esté
fenómeno influía enormemente en su estructura social.
El mexica fue un imperio de sometimiento; como resultado, los
sometidos, sobre todo en las guerras floridas (como esclavos o siervos)
eran la clase social más baja; luego se desprendía un gama de estratos
sociales que, como sabemos, culminaba con el tlatoani (emperador).
Ciertamente la cultura mexica no pugnaba por la igualdad social, su
estructura y división social estaba justificada a partir de una cosmovisión
teológica. La sociedad mexica vivía para los dioses y estos legitimaban
el linaje depositado en el tlatoani y de algún modo la distribución social
resultante.
En la siguiente imagen se muestra de manera sencilla y con los
nombres originarios en náhuatl los distintos estratos sociales de la
sociedad mexica.
Huey tlatoani:
La palabra viene del náhuatl huēy (grande) tlahtoāni (orador) y significa gran
gobernante, gran orador. Era el máximo gobernante, con funciones tanto militares
como religiosas.
Pipiltin:
Era un tipo de nobleza cuya descendencia venía de los toltecas. Poseían tierras y
esclavos para trabajarlas. Los sacerdotes de mayor rango y los guerreros de mayor
categoría formaban parte de los pipiltin.
Pochtecas:
Su labor era importantísima pues gracias a ella los mercados (como el de Tlatelolco)
proveeían de productos traídos incluso de Guatemala.
Macehualtin:
Era la gente del pueblo; la gran mayoría. Estaban obligados a hacer servicio militar
(eran los guerreros de rango promedio). Trabajaban la tierra o las artesanías y
pagaban tributo.
Tlatlacotin:
Como no existía el ganado de carga, estos eran los esclavos a los cuales se les
imponía el trabajo más duro. La mayoría venían de las conquistas, podían llegar a
comprar su libertad.
Condiciones políticas:
Estableciendo una plataforma que se denominó la Triple Alianza, la organización
política de los aztecas giró en torno a la coalición de tres ciudades-estados, a saber,
Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan. Esta mancomunidad libró varias batallas de
conquista que le permitieron expandirse rápidamente, sin embargo, la ciudad de
Tenochtitlán siempre fue el socio dominante.
Aunque este poder impuesto se podía ver como indirecto, porque la mayoría de los
gobernantes de los territorios conquistados permanecían en sus cargos, los tributos
asignados por la Triple Alianza, le costaron a los mexicas el resentimiento de los
pueblos sometidos, tanto, que muchos de ellos ayudaron a los conquistadores a
derrotar al imperio. Por otra parte, la administración gubernamental de la cultura
azteca, se basó en el poder de la nobleza que estaba bajo el mando de un
emperador.
En el marco de las referencias anteriores, la organización política de los aztecas
fundamentada en el poderío de la nobleza, tuvo la siguiente jerarquización:
Emperador o Huey Tlatoani, teniendo un mandato divino, concentraba todas las
facultades políticas, religiosas, militares, comerciales y sociales del imperio,
además, designaba a los gobernantes de las ciudades e impulsaban el crecimiento
del territorio en base a las guerras de conquistas, para obtener la mayor cantidad
de tributos.
Consejo Supremo o Tlatocán:
Apoyando al Huey Tlatoani en las decisiones gubernamentales, estaba conformado
por miembros de la burocracia azteca.
Cihuacóatl o Jefe de los Sacerdotes, era la persona de confianza del emperador, al
cual relevaba en sus funciones durante su ausencia.
Tlacochcálcatl y Tlacatécatl:
Se encargaban de organizar al ejército, establecer las tácticas de guerra y de
dirigirlas, siendo responsables de las victorias y derrotas.
Huitzncahuatlailótlac y Tizociahuácatl:
Eran los jueces principales del gobierno azteca.
Tlatoani o Gobernante:
Perteneciendo a la nobleza, gobernaban las ciudades del imperio.
Tecuhtli o Fiscales Tributarios:
Se encargaban del correcto pago de los impuestos de las regiones conquistadas.
Calpullec:
Estaba conformado por los distintos jefes de los calpullis.
Se puede concluir, que la organización política de los aztecas revela que una de las
virtudes de esta gran civilización, fue precisamente su gran poderío militar y su nivel
de organización político-territorial, que se tradujeron en grandes riquezas.
Condiciones económicas:
Las principales actividades económicas de los aztecas eran la agricultura y el
comercio. Una de las mayores peculiaridades desarrolladas por los mexicas, en el
ámbito agrícola, fueron los cultivos en las chinampas, verdaderas islas flotantes en
el gran lago mexicano, hechas con cañas, ramas y barro.
A través de las chinampas, los aztecas consiguieron ganarle espacio al lago, lograr
grandes rendimientos en sus cultivos y evitar el agotamiento de los suelos. Los
cultivos básicos de los aztecas eran el maíz, el frijol, la calabaza y el ají.
El crecimiento de la población en el valle de México, que sumaba alrededor de un
millón y medio de habitantes en 1519, fue uno de los factores que impulsó a los
mexicas a conquistar otras regiones y a comerciar con pueblos vecinos. Los
productos más demandados por ellos eran: el cacao, la vainilla, el algodón, el
caucho, la miel, las plumas, los metales y las piedras preciosas.
Todas las ciudades aztecas, y Tenochtitlán en particular, contaban con un mercado
de gran movimiento, donde se reunían millares de personas. Se desconocía la
moneda y se efectuaba el trueque de los diversos productos. Para facilitar los
canjes, se saldaban los restos de una cuenta con semillas de cacao. Las caravanas
comerciales y los mercados en cada ciudad eran controlados por la poderosa clase
de mercaderes llamada pochtecas.

EL TRIBUTO: BASE DE LA RIQUEZA AZTECA

La mayoría de las ciudades pagaban impuesto una, dos o cuatro veces al año,
según la naturaleza de los productos requeridos para abastecer al imperio. Existían
los calpixques, funcionarios imperiales instalados en cada provincia, que se
encargaban, con la ayuda de los escribas, de los registros, recaudación y transporte
de los tributos. La variedad era extraordinaria, y las cantidades, considerables. Las
mercancías eran, entre otras: tejidos de algodón o de ixtle (fibra de agave, un tipo
de cactus), cereales, cacao, oro y plumas de papagayos. Si bien no existía moneda,
el guachtli y su múltiplo, la “carga” de 20 unidades, servía como patrón de referencia.
Se consideraba como “carga” aquello que permitía a un hombre vivir durante un
año.
Condiciones religiosas:
La civilización azteca fue tan poderosa y culturalmente rica que ha sido estudiada
por expertos durante siglos. Fue una sociedad cuya cultura estaba regida
principalmente por su religión. Las creencias eran tan fuertes, que se plasmaban a
través de su arte, su simbolismo e incluso su gastronomía.
Descubre más sobre la religión azteca, qué son los aztecas, cuáles fueron sus
raíces.
La religión azteca es una religión politeísta. Le rendía culto a más de una divinidad.
Algunas de las divinidades más importantes para esta cultura estaban asociadas
con ciclos solares o con la agricultura. Tenían grandes celebraciones en honor a
sus dioses, y muchas veces exigían sacrificios humanos.
Eran una de las tribus nahua. Cuando llegaron al valle de México, incorporaron
nuevas deidades a sus creencias religiosas, pero sin renunciar a sus propias
divinidades. De hecho, los dioses propios nahuas tenían mayor importancia.
Fueron adoptando creencias a medida que conquistaban nuevas naciones. En
algún punto, crearon historias que unían las creencias antiguas y las nuevas, y las
agregaban a su propia religión.
Las ofrendas variaban de acuerdo con la deidad a la que se ofrecía. En la mayor
parte de los casos, se realizaban sacrificios humanos o que incluían sangre como
ofrendas.
En la religión méxica existía la creencia de que el sol moría pasada una cierta
cantidad de años. Para permitir su renacimiento, los dioses realizaban sacrificios y
llevaban una lucha en la que perdían gran cantidad de energía. Los sacrificios de
los devotos incluían sangre para que los dioses pudieran tomarla y recuperar así las
energías perdidas.
Algunos de los sacrificios debían de ser voluntarios. En otros casos, se sacrificaban
a los prisioneros. Otra de las prácticas era la realización de tzompantli como ofrenda
a algunos dioses. Para ello, decapitaban a las personas sacrificadas y reducían sus
cabezas a calaveras. Abrieron agujeros a los lados de los cráneos y los unían con
un poste de madera.
HERNÁN CORTÉS
(Medellín, Badajoz, 1485 - Castilleja de la Cuesta,
Sevilla, 1547) Conquistador español de México. Pocas
veces la historia ha atribuido al brío y determinación de
un solo hombre la conquista de un vasto territorio; en
esta reducida lista se halla Hernán Cortés, que siempre
prefirió quemar sus naves a retroceder. Con escasos
medios, sin apenas más apoyo que su inteligencia y su
intuición militar y diplomática, logró en sólo dos años
reducir al dominio español el esplendoroso Imperio
azteca, poblado, según estimaciones, por unos quince
millones de habitantes.
Es cierto que diversas circunstancias favorables lo
acompañaron, y que, llevado por la ambición y la sed
de honores y riquezas, cometió abusos y violencias, al igual que otros
conquistadores. Pero, de todos ellos, Cortés fue el capitán más culto y más capaz,
y aunque ello no sirva de atenuante, lo impulsó también un gran fervor religioso; su
conciencia moral llegó a plantearle si era lícito esclavizar a los indios, una duda
insólita en los albores del proceso colonizador que siguió al descubrimiento de
América.
Biografía
Procedente de una familia de hidalgos de Extremadura, Hernán Cortés estudió
brevemente en la Universidad de Salamanca. En 1504 pasó a las Indias, recién
descubiertas por Cristóbal Colón, y se estableció como escribano y terrateniente en
La Española (Santo Domingo). En 1511 participó en la expedición a Cuba como
secretario del gobernador Diego Velázquez de Cuéllar, con quien emparentó al
casarse con su cuñada; Velázquez le nombró alcalde de la nueva ciudad de
Santiago. En 1518 Diego Velázquez puso a Hernán Cortés al mando de una
expedición a Yucatán; sin embargo, el gobernador desconfiaba de Cortés, a quien
ya había encarcelado en una ocasión acusado de conspiración, y decidió relevarle
del encargo antes de partir.
Advertido Cortés, aceleró su marcha y se hizo a la mar en 1519, antes de recibir la
notificación. Con once barcos, unos seiscientos hombres, dieciséis caballos y
catorce piezas de artillería, Hernán Cortés navegó desde Santiago de Cuba a
Cozumel y Tabasco; derrotó a los mayas allí establecidos y recibió (entre otros
regalos) a la india doña Marina, también llamada Malinche, que le serviría como
amante, consejera e intérprete durante toda la campaña. Desobedeciendo órdenes
expresas del gobernador Velázquez, fundó en la costa del golfo de México la ciudad
de Veracruz, llamada entonces Villa Rica de la Vera Cruz.
La conquista del Imperio azteca
Allí tuvo noticias de la existencia del Imperio azteca en el interior, cuya capital se
decía que guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista. Para evitar la
tentación de regresar que amenazaba a muchos de sus hombres ante la evidente
inferioridad numérica, Hernán Cortés hundió sus barcos en Veracruz; de este
episodio procede la frase hecha quemar la naves, expresión de una determinación
irrevocable. Pronto logró la alianza de algunos pueblos indígenas sometidos a los
aztecas, como los toltecas y tlaxcaltecas.
Tras saquear Cholula, Cortés llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue
recibido pacíficamente por el emperador Moctezuma II, que se declaró vasallo del
rey de Castilla. La posible identificación de los españoles con seres divinos y de
Cortés con el anunciado regreso del dios Quetzalcóatl favoreció quizá esta acogida
a unos extranjeros que, sin embargo, empezaron enseguida a comportarse como
invasores ambiciosos y violentos.

Mientras tanto, para castigar la rebeldía de Cortés y obligarlo a volver a Cuba, el


gobernador Diego Velázquez envió contra él una expedición al mando de Pánfilo de
Narváez. Cortés hubo de dejar la ciudad a su lugarteniente Pedro de Alvarado para
hacer frente a las tropas de Narváez, a las que derrotó en Cempoala en 1520,
consiguiendo además que se uniese a él la mayor parte del contingente.
Cuando regresó a Tenochtitlán, Cortés se encontró con una gran agitación indígena
contra los españoles, provocada por los ataques realizados a sus creencias y
símbolos religiosos y por la matanza que había desencadenado Pedro de Alvarado
para desbaratar una supuesta conspiración. Cortés hizo prisionero a Moctezuma II
e intentó que éste mediara para calmar a su pueblo, sin lograr otra cosa que la
muerte del emperador.
Hernán Cortés se vio entonces obligado a abandonar Tenochtitlán en la llamada
«Noche Triste» (30 de junio de 1520), en la que su pequeño ejército resultó
diezmado. Refugiado en Tlaxcala, siguió luchando contra los aztecas (ahora bajo el
mando del emperador Cuauhtémoc), a los que venció en la batalla de Otumba; y,
finalmente, cercó y tomó Tenochtitlán (1521). Destruida la capital azteca, construyó
en el mismo lugar (una isla en el centro de un lago) la ciudad española de México.
Gobernador de Nueva España
Dominado ya el antiguo Imperio azteca, Cortés lanzó expediciones hacia el sur para
anexionar los territorios de Yucatán, Honduras y Guatemala. Los detalles de la
conquista de México, así como los argumentos que justificaban las decisiones de
Hernán Cortés, fueron expuestos en las cuatro Cartas de relación que envió al rey.
En 1522 fue nombrado gobernador y capitán general de Nueva España, nombre
que dieron los conquistadores al territorio mexicano.
Sin embargo, la Corona española (ya en manos de Carlos V) practicó una política
de recorte de los poderes de los conquistadores para controlar más directamente
las Indias; funcionarios reales aparecieron en México enviados para compartir la
autoridad de Cortés, hasta que, en 1528, fue destituido y enviado a la Península.
En España salió absuelto de todas las acusaciones e incluso fue nombrado marqués
del Valle de Oaxaca, además de conservar el cargo honorífico de capitán general,
aunque sin funciones gubernativas. De vuelta a México en 1530, todavía organizó
algunas expediciones de conquista, como las que incorporaron a México la Baja
California (1533 y 1539).
Regresó nuevamente a España para intentar obtener mercedes de la Corona por
los servicios prestados, para lo cual llegó a participar en una expedición contra Argel
en 1541, pero sus reclamaciones nunca obtuvieron plena satisfacción; mientras
aguardaba respuesta, se instaló en un pueblo cercano a Sevilla, en donde reunió
una tertulia literaria y humanística y pasó los últimos seis años de su vida.
BIBLIOGRAFÍAS:

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cortes.htm
https://www.cinconoticias.com/religion-azteca-dioses-creencias-cultura/
https://www.artehistoria.com/es/contexto/la-religi%C3%B3n-azteca
https://masdemx.com/2016/10/piramide-social-aztecas-clases-sociales/

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