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Tema 1: ¿Hacia un nuevo (des)Orden mundial?

De acuerdo a los autores seleccionados, desarrolle un análisis acerca del actual contexto
histórico-político dentro de las siguientes consideraciones:

a)¿Cómo se definía el orden mundial existente dentro de la Guerra Fría en el antagonismo


entre los Estados Unidos y la Unión Soviética y cuáles eran sus principales características?

b)Es posible considerar la hipótesis de una nueva Guerra Fría entre China y EE.UU., y qué
diferencias y similitudes presentaría con el antagonismo entre EE.UU. y la U.R.S.S.

c)¿Cuáles fueron las principales consecuencias del fin de la Guerra Fría entre 1989 y 1991 en
términos de la conformación de un posible nuevo orden mundial ?

d)En el actual contexto histórico con el desarrollo de la Covid-19, ¿cómo definiría el actual
sistema internacional en las relaciones entre las principales potencias, en cuanto a la
existencia de un posible (des)orden mundial establecido o bien, la pandemia actúa como un
umbral hacia la configuración de un posible nuevo (des)orden mundial, y cuáles serían sus
principales características?

Para hablar de todo lo que engloba el concepto de orden mundial primero debemos
definirlo. Para Richard Haas, Orden Mundial es una “medición de la condición del
mundo, que incluye los acuerdos que promueven paz, esperanza y libertad, así
como aquellos que desalientan la prosperidad de las naciones”. Haass, Richard. “A
World in Disarray: American Foreign Policy and the crisis of the Old Order.” 2017 En
cambio, para Hedley Bull Orden Mundial hace referencia “al patrón de actividades
que mantiene los objetivos principales de las sociedades de los países.” Bull, Hedley.
“The Anarchical Society A Study of Order in World Politics.” 2002. Haas hace mayor
énfasis en los acuerdos, mientras que Bull pone el foco en las ambiciones de las
sociedades.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, la cual tuvo efectos devastadores en todos


los países, directa o indirectamente, no quedó muy claro y definido el rumbo que
tomaría el mundo en el futuro cercano. Las carencias estructurales, la diversificación
en dos polos opuestos del poder y la irrupción del concepto de globalización como
una piedra angular para la integración de las naciones marcará definitivamente el
curso histórico a tomar en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Durante las cerca de cuatro décadas en que la Guerra Fría azotó al mundo, hasta
su finalización tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y la
desaparición de la URSS dos años después, las relaciones internacionales
existentes se debieron en gran medida a esta polarización de escala global. Por un
lado, el bloque occidental, encabezado por los Estados Unidos de América,
representante del capitalismo y asociado con ideales de libertad y democracia. En
contraposición se encuentra la Unión Soviética, abanderando al comunismo, bajo un
régimen totalitario y represivo, con fuerte control de su población, dirigiendo y
planificando el rumbo del bloque.

De cualquier manera, la influencia de ambos conllevó a la degradación de la


democracia en general. El comunismo se expandió a lo largo de Europa del Este,
incluso llegando a Cuba, país a poca distancia de EEUU que generó preocupación.
Estados Unidos, por su parte, influyó directamente en las diversas dictaduras de
América Latina. Aún más, los enfrentamientos directos entre las dos grandes
hegemonías que dominaban al mundo nunca fueron en territorios propios o del
enemigo, sino que en territorios neutrales. Estos son los casos de la Guerra de
Corea, la Guerra de Vietnam y la crisis de los misiles cubanos, entre otras.

Sin embargo, esta guerra ideológica comienza un largo tiempo más atrás de lo que
se cree, allá por el 1917, con la Revolución Rusa. Este acontecimiento fue visto
como una amenaza para Estados Unidos y despertó particular preocupación en su
población, considerando al comunismo como una amenaza existente,
principalmente bajo los mandos de Lenin y Trotsky. Incluso hubo políticos que
aprovecharon este temor generalizado para llegar al poder e instaurar la idea de que
el socialismo es como la peste, como es el caso de Joseph McCarthy, que utilizó el
miedo al comunismo para llegar al senado, y censurar y discriminar a gusto. Dentro
del bloque del este hubo una expansión de los ideales del comunismo a través del
culto y la educación, con una fuerte carga de adoctrinamiento. Para aquellos que se
opusieron, una fuerte represión a gente que piense distinto al régimen de turno,
incluyendo encarcelaciones, torturas y hasta la muerte. Además, se expandieron los
ideales del comunismo a través del culto y la educación, con una fuerte carga de
adoctrinamiento y represión.
Si bien ambos confrontaron a la Alemania Nazi durante el transcurso de la Segunda
Guerra Mundial, no necesariamente deben considerarse como aliados, lo que rompe
con la famosa paradoja de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.

Lo cierto es que el ritmo que adoptó el mundo durante el transcurso de la Guerra


Fría fue pautado por las dos fuerzas hegemónicas del momento. La competencia
determinaba el funcionamiento del mundo, en todos los sentidos. Estados Unidos
con su plan Marshall y la URSS apegado a sus planes quinquenales se enfrentaban
principalmente a nivel económico, tecnológico, político y social para asentarse como
la fuerza dominante. La búsqueda de los norteamericanos se acentúo en políticas
“de puertas afuera”, utilizando gran parte de sus recursos en países aliados,
principalmente en la recuperación de las potencias europeas. La Unión Soviética, al
contrario, potenció exponencialmente su desarrollo a través de la fuerte inversión en
sus fuerzas productivas, lo que le propició un acelerado crecimiento en un principio,
pero que a la larga quedó demostrado que no ofrece soluciones viables a largo
plazo. En la expansión hacia otros países se priorizo la represión como medio de
conquista.

PREGUNTA 2

Ante la pregunta si puede existir una nueva Guerra fría entre EEUU y China
Kissinger, entre los políticos de los Estados Unidos dice que existía una visión de
China como un lugar “amenazante, caótico, fanático y extraño difícil de comprender
e imposible de influenciar.” Existía el convencimiento de que la guerra de Vietnam
era una demostración del “expansionismo chino”.

Por otro lado, Nixon hacía referencia a la amenaza que China representaba a varias
naciones asiáticas, destacando el rol de los Estados Unidos en Vietnam para
contener dicha amenaza, sobre el supuesto de la teoría del “dominó”, que buscaba
aplicar la contención del expansionismo soviético sobre Asia y en particular el
sudeste asiático a través de China. El rescate de Indonesia de posibles avances
chinos y librar dicha nación de la influencia de Pekín era otro ejemplo de resultados
efectivos de una política anti comunista en la zona. La propia guerra de Vietnam,
según Nixon, había “distraído” las fuerzas y el foco de China hacia otros países
como la India, Tailandia y Malasia.

La emergente amenaza de China era ahora la gran preocupación entre los Estados
asiáticos independientes. Si bien aún persistirían los resentimientos y desconfianzas
hacia Estados Unidos y sus aliados, era notorio que se venía produciendo, una
rápida amenaza que podría afectar a nivel mundial.

La forma de aproximarse a una eventual apertura de China al mundo es ante todo la


de “reconocer el presente y potencial peligro de una China comunista, y tomando
medidas diseñadas a enfrentar ese peligro.”

La inevitable transformación de China en una potencia mundial representa la


formación de un umbral hacia un escenario de mayores tensiones y de abierta
confrontación. El estallido de la actual pandemia aceleró el cruce de ese umbral. En
primer lugar, la apertura de China al mundo transcurrió a través de un extenso y
duro plan de transformación de su economía para alcanzar lo que se identifica como
un régimen con dos sistemas: uno político, de ideología comunista y uno
económico, basado en sus orígenes en una versión radical del capitalismo industrial
como sustituto gradual de un modelo económico de raíz agrícola y comercial.
Durante las décadas de 1980 y 1990 este modelo se instaló en el proceso de
globalización de la economía mundial, con el desplazamiento de industrias
manufactureras de países emergentes y del primer mundo hacia ciudades
asignadas chinas asignadas por el régimen como polos de producción. Este
fenómeno de “desindustrialización” en economías occidentales en beneficio de
mano de obra china y de costos más competitivos dio lugar a grandes asimetrías
frente a sectores competitivos, en particular de los Estados Unidos y Europa. 7
Richard Nixon, “Asia after Vietnam”, 123.

En segundo lugar, la política exterior del régimen ha ido apuntando hacia la


proyección de China como un Estado de mayor protagonismo en la política
internacional, a base de una agenda expansionista sobre planes de desarrollo y en
claras ambiciones de establecer y afirmar sus zonas de influencia mediante el uso
de una mayor capacidad y presencia militar.
Aún más, con la llegada de Donald Trump al gobierno de los Estados Unidos,
dentro de la actual emergencia de populismos, se ha acentuado el conflicto
provocado por las asimetrías económicas, derivando en la actual “guerra tarifaria”,
aún sin una resolución definitiva. A este foco de tensiones se agrega una creciente
rivalidad tecnológica entre Washington y Beijing, sobre la cual estaría gestándose la
llamada nueva Guerra Fría. La inevitable transformación de China en una potencia
mundial representa la formación de un umbral hacia un escenario de mayores
tensiones y de abierta confrontación.

Por lo tanto, es posible afirmar, por no decir que está ocurriendo, una guerra fría
entre China y EEUU. El crecimiento de China ha sido devastador por lo que ya no
es un rival al que subestimar. La tierra a la cual los historiadores solían llamar como
la Tierra de comercio, ubicada lejos de EEUU, se ha convertido en una de las
potencias más grandes del mundo.

D)La relación entre las potencias mundiales se ha visto afectada por el Covid-19. En
el caso de la Unión Europea y China se han desgastado por la crisis del
coronavirus. El Covid-19 ha brindado al gobierno chino una ocasión única para
extremar la vigilancia digital de sus ciudadanos, que amenaza con restringir aún
más los derechos humanos en el país y con reforzar el carácter autoritario del
régimen.

Cuando la pandemia llegó a Europa y estaba más controlada en China, el país envió
suministros médicos, incluidos equipos de protección, kits de prueba y respiradores
a los países más afectados de Europa, en una muestra de ayuda que contrastaba
con la ausencia de Estados Unidos. Pero también ha habido críticas a proveedores
chinos por materiales defectuosos.

Además, una unidad especial de la Unión Europea (UE) que se encarga de analizar
el fenómeno de la desinformación publicó un informe a finales de abril en el que
señalaba que Rusia y China estaban detrás de muchos de los bulos y otras formas
de manipulación que se están difundiendo durante la pandemia del coronavirus.
El conflicto no solo fue con la Unión Europea, sino que a fines de mayo el actual
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, salió de la organización mundial de
salud, ya que pensaba que China se había apoderado de ella, afirmando que ¨China
se apoderó de la OMS para liderar al mundo¨. Así fue como rompió relaciones con
su mayor fuente de financiamiento.

El fuerte control por parte del estado chino sobre su población aparenta haber sido
un buen manejo de la emergencia sanitaria, por ahora. Sin embargo, no debemos
dejar de lado que dentro de la ideología del gobierno chino se encuentra la falta de
libertades individuales, represión y censura, además de dificultarle a los medios
masivos de comunicación la participación libre y segura, degradando la calidad de
información que maneja el mundo sobre el COVID-19 en China.

El atenuante mayor que nos conduce como humanidad a un nuevo (des)orden


mundial es la crisis política que hay en Estados Unidos donde la administración
Trump no reconoce la victoria electoral del demócrata Joe Biden. Trump acudirá a la
Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos con el fin de impugnar los
resultados. Además, existen a lo largo y ancho de su país grupos altamente
armados que están a la espera de lo que el presidente Trump diga consolidando y
respaldando su poder.

El vacío de poder que deja un fracaso de la política americana de los últimos años
conduce a la humanidad a que China tome provecho de la situación y consolide un
liderazgo capaz de garantizar tranquilidad en los mercados y en la economía global.
Claramente el nuevo orden tendrá que superar los desafíos que dejan liderazgos
cada vez más extremistas.

Ya estaria no?

si de uan

terminalo juz

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