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25 junio, 2021 Unknown author

A otro lado
Nos hallamos en una época donde el espacio se da a nosotros
en la forma de relaciones de emplazamientos .

Michel Foucault. Des espaces autres.

El espacio se estrecha cuando el espíritu está angustiado.


Psíquicamente, los muros de la casa son elásticos y la casa se vuelve
extensa e inclusive infinita cuando es un refugio potencial. Sin embargo,
ante la ansiedad, la morada se hace pequeña. Tales han sido los
hallazgos fenomenológicos de Gaston Bachelard en su estudio de la
literatura que versa sobre los espacios.

La imaginación traza las formas que vibran en el alma que anhela y que
el espíritu siente que son hogar. En la poesía, en la literatura fantástica,
en las canciones y hasta en el humor se hacen evidentes los conflictos
del espacio que habitamos, del espacio al que pertenecemos y dejamos
de pertenecer, de los espacios soñados y de la amplia variedad de techos
que construimos para cada cosa.

Y ocurre que ante el conflicto y la incertidumbre todo se vuelve un


dilema binario Dentro-Fuera . La geometría nos ataca, nos ciega y hace
que veamos solo sis y nos o un, como diría Hamlet: “ Ser o no ser” . Un
dilema sobre lo negativo y lo positivo radicaliza nuestro juicio. Si
dudamos y colocamos entre signos de interrogación el refugio, lo de
adentro y lo de afuera se vuelven muy íntimos: el espacio interior no es
claro y el exterior pierde su vacío. Y queremos irnos. Y todo lo demás es
posible: en otro lado es siempre mejor, así respiramos . . . binariamente.

... el verdadero escá ndalo de la obra de Galileo no es tanto


haber descubierto, haber redescubierto más bien que la Tierra
giraba alrededor del Sol, como haber constituido un espacio
infinito e infinitamente abierto.

Michel Foucault. Des espaces autres.

Pero es que, si tomamos la palabra del mismo Foucault, han sido los
adultos quienes han inventado todos los espacios, todos los
contraespacios, han inventado también a los niños y les han comunicado
cómo han organizado sus utopías: esos lugares reales fuera de todos los
lugares. Los niños los conocen bien y luego los recuerdan a sus padres.
Es de este orden el relato El contribuyente. de Ray Bradbury. Es una de
sus Crónicas marcianas, donde con ironía y elocuencia, en una historia
fantástica pero que nos toca porque tiene la verosimilitud de nuestras
fantasías no tan secretas, nos cuenta mucho de este anhelo de lo de
fuera:

Se trata de Pritchard, el contribuyente, quien diligentemente se preparó


para irse. Marte era su destino porque quería irse de la Tierra. Irse de la
Tierra era lo que hacía la gente con sentido común. Partir antes del
estallido de la gran guerra atómica , la censura, el arte, la ciencia, el
servicio militar el estatismo..de hecho, ofreció, a los hombres
unifonnados apostados a las puertas de la estación, la mano derecha, el
corazón, ¡la cabeza ! por esa oportunidad. A fin de cuentas, él tenía
derecho porque pagaba impuestos. Los uniformados sabían del fracaso
de las expediciones anteriores mientras Pritchard se imaginaba en un
país de leche y miel del que los viajeros anteriores no hubieran querido
regresar ... El cohete despegó luego de haber sido sacado a rastras del
lugar. Un vez dentro de la patrulla policial a donde fue arrastrado, sintió
la trepidación y vió el fuego rojo desde la ventana donde tenía pegada
su cara llorosa ... el cohete plateado se elevaba sin él ...

Otro caso diferente -aunque a la vez análogo- es el de Otrova Gomas,


quien regresó de Pomerania. Jaime Ballestas nos ilustra con una historia
llamada Tamás volveré a Pomerania . El personaje se queja de la
recriminación general por su retomo de Pomerania. Toda su familia
incesantemente se lo reprocha y le increpa a expresar las razones de tal
abandono. Se arrepiente, siente que ha sido injusta la insistencia porque
justamente el retomo era por estar cansado de tal lugar. Inclusive otros
que salieron también se lo reprochan a él, porque según dicen, fue é l
quien los sacó. Es ahora, cuando no están allá, que sienten haber sido
felices para entonces. Desde Pomerania también otros le insisten con lo
mismo, inclusive quien dice odiar ese lugar. La pesadilla consiste hasta
en echar en cara que el comportamiento de Otrova Gomas es creerse
que está en Pomerania. Cualquier cosa mala no le hubiera pasado si se
hubiera quedado allá, le aseguran con insistencia. Y él está tan harto del
reproche como seguro de no querer volver ... ¡jamás! Sobre todo porque,
muy en el fondo, si lo hubiera hecho, si se hubiera quedado, todos le
recriminarían el porqué se ha quedado en Pomerania.

¿Cómo saber adonde ir? ¿Cómo saber si quedarse? ¿Por qué irse y para
qué? Es cuestión de miramos al espejo, si es que se puede llamar así ...

El espejo, despu és de todo, es un utopía, puesto que es un


lugar sin lugar. En el espejo me veo allí donde no estoy, una
suerte de sombra que da a mí mismo mi propia visibilidad,
que me permite mirarme allí donde estoy ausente: utopía del
espejo. Pero es también una heterotopia, en la medida en que
el espejo existe realmente y en que tiene, sobre el sitio que yo
ocupo, una suerte de efecto de rebote: es a partir del espejo
como yo me descubro ausente en el sitio donde estoy, puesto
que me veo allí.
I Michel Foucault. Des espaces autres

René Magritte. La condici ó n humana, 1935 .

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