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«Bueno, te insisto y te reitero -hablando de reiteraciones- que

estoy muy pendiente del tema de las historietas, HIS-TO-RIE-TAS, esas, de


las historietas. Se me ocurren aventuras. Pueden ser, bueno, darle a
pequeñas aventuras filosóficas o aventuras estéticas sobre eventos
ordinarios, con mucha ingenuidad o con cierta ingenuidad, con una
simpleza delicada pero que tengan una gran profundidad filosófica,
estética, que estén orientadas a exponer, a relevar el asombro y el
descubrimiento. Eso me parece que sería muy bello, y bueno, la cosa en el
corto o en el mediano plazo puede ir evolucionando, porque bueno, no sé,
para mi el género sería nuevo, pero me parece que es chévere [de] estas
cosas que sean sencillas, que se puedan plasmar de una forma visual que
sea interesante a la vez que las palabras sean… [que] acaricien la
experiencia que se está tratando de transmitir».
—La voz de Mina. Joya 1
Hinestroza.

Reitérame, insísteme, hablemos del valor de las acciones


iteradas y de las historias, tanto como cuentos de lo acontencido como
de lo posible y lo imposible, rendición de cuentas del pasado, pero
también rendición de cuentas de los caprichos y las necesidades de
nuestra imaginación. Que sepamos amar aquello que vamos
conociendo. Que como filósofos bailaores, sepamos amar lo que se nos
va abriendo a medida que indagamos, disfrutando de cómo lo sensible
entra en nosotros en el día a día, así. Disfrutando de como nuestra
sensibilidad entra en el otro y los otros en el día a día, así. No somos
solo consumidores de belleza a través de nuestra sensibilidad, somos
también productores de belleza y estimuladores de la sensibilidad de
la otra.
Rescato y limpio, quito trazas de agriedad de un recuerdo
reciente al respecto de la ingenuidad: reconozcamos al menos, a ese
ingenio que está en el borde con lo ingenuo. Como el juego que juega
despreocupadamente, como exploración, como deseo básico. Como
vida que comienza a vivir y no ha dejado, aún, de percibir y celebrar lo
bello que hay en todo. Que el esfuerzo de synthesis, simplificación y
sencillez nos permitan mantenernos en contacto con nuestros pares, y
también, entre nosotros, entre vos y yo, con tacto. Que la profundidad
se revele por sí misma, que sepamos sumergirnos, que sepamos, en
primer lugar, hacer relevante a nuestro propio asombro, con fé en que
los otros sepan ver por sí mismos, pensar por sí mismos. Que sepan
verse viéndonos, que se sepan vistos por nuestra mirada, que no es
puro análisis desinvolucrado, si no observación amorosa que también
es autonocimiento en proceso, mejora incipiente, viejo ardor de cura,
vieja hambre de saborear la sana diferencia.
Es difícil evitar que mi deseo gravite hacia el corto plazo, así es
él. Mi razón, en cambio, se sabe orientar hacia el mediano y largo
plazo. Intuyo que me conviene ponerlos a bailar un juego de
inversiones: saber desear el futuro y poder articularme
inteligentemente en el ahora.

«Si supieras los lugares en los que he estado»


—The Mars Volta - Ilyena

Me conmueve hóndamente que asomes una relación entre


"sencillez" y "caricia".
Sí. Creo que se puede querer así, así como Nuño apunta al "Te
quiero" en La Transformación del Amor.1

Que mis manías me lleven a un buen lugar, allí donde estés.

No son pocas cosas las que te quiero decir, no son pocas las cosas
de las que quiero escribirte. No son pocas las referencias, no son pocas
las relaciones entre esas cosas, las perspectivas que se abren, la
esperanza que brilla a través, esa reconciliación de la racionalidad que
tanto intento, que tanto añoro, con la intensidad emocional. No es poco
el placer, no es poca la ternura, no es poca cosa el impulso vital que no
dejé marchitar en mi centro y en mi base. No es poco el deseo, no es
poca el ansia, no son pocas las ganas, no son pocas las lágrimas y
definitivamente no es poca la alegría.

1
Ética y Cibernética, p. 122
«Léanme».

Tengo años pidiéndoles, no porque tenga en mi haber alguna


verdad ni inefable, ni innegable, ni absoluta, ni trascendental, ni
atisbos de ella… más allá de la realización de que se pueden
transformar las cosas para bien. Que podemos ponernos de acuerdo,
que podemos colaborar, que sí podemos estar mejor. Que así lo deseo,
y que en esa dirección, me muevo.
Pero a ti no te quiero pedir que me leas.
Aunque admito que es demasiado pronto para pedirte, en
cambio, que te quedes y me habites. Para eso es que sirven los "ojalás":
para anhelar las posibles concreciones de lo aún incierto.
Mientras tanto seguiré haciendo todo lo que pueda para que me
sigas visitando, que sigas queriendo y así, quizá un día, te convenza.

Mis letras se escriben solas. Si algo te incomoda de mi locura, no


las culpes a ellas, la culpa es mía que no estoy seguro de como ser
persona, ni estoy demasiado interesado en domesticarlas de más.

Añorando tu beso.

Τα λέμε.

Δαβιδ.

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