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MVRDV es un grupo de arquitectos holandeses formado por Winy Maas, Jacob van Rijs y

Nathalie de Vries, especialmente interesado en el campo de la arquitectura bioclimática y


ecológica. MVRDV no sólo está preocupado por hacer edificios singulares, sino que también
tiene un fuerte pesar urbanístico, siendo así otra de las bases fundamentales de su
metodología de trabajo. Esta investigación desarrollará un análisis de tres casos de estudio,
todos ellos preocupados por el tema urbanístico y medioambiental, del grupo de arquitectos
MVRDV. La investigación propuesta observará qué ventajas e inconvenientes tienen estos tres
proyectos, para su posible aplicación en la ciudad de Madrid. Y con ello, dar solución al
problema de una manera a largo plazo, al tema de la polución y calidad del aire en la ciudad de
Madrid, uno de los temas más controvertidos y de mayor importancia, especialmente en los
últimos dos años.

El Edificio Mirador es un edificio de arquitectura postmoderna que se encuentra en el barrio


de Sanchinarro, en el norte de la ciudad de Madrid (España). Fue desarrollado por el estudio
de arquitectura neerlandés MVRDV en colaboración con la arquitecta madrileña Blanca Lleó. El
proyecto debía incluir 156 apartamentos.

Se trata de un edificio en altura de 63,4 metros (21 plantas) con viviendas. Lo más llamativo de
él es la gran abertura central que se encuentra a 36,8 metros del suelo. En ella hay un jardín
comunitario y unas amplias vistas de la Sierra de Guadarrama, hecho que da nombre a la
construcción.

Para la construcción del edificio se juntaron 9 bloques independientes alrededor del hueco.
Estos bloques se pueden diferenciar desde el exterior gracias a las diferentes tonalidades y
similitudes en las piedras, hormigón y alicatados. Los colores blancos, grises y negros
construyen, mientras que las pinturas naranjas indican la circulación del edificio. Cada uno de
estos bloques tiene su propia planificación, por lo que se ofrecen al menos 9 tipos diferentes
de apartamentos.

El edificio es un encuadre y un observatorio del horizonte lejano. La construcción proyectada,


al elevarse, permite liberar en gran parte la ocupación de la parcela; así se hace posible la
cesión de una parte del terreno privado en beneficio del disfrute social colectivo. Se contribuye
de este modo a la generación del espacio público necesario que la ciudad contemporánea
demanda.

Por otra parte, el gran mirador situado a 36,850 metros del suelo, ofrece a los vecinos un
jardín comunitario y un espacio al aire libre en altura, donde encontrarse y gozar de las vistas.

Contra la seriación y repetición racionalista de la unidad familiar tipo, se plantea la variación


razonable como respuesta a los nuevos modos contemporáneos de habitar. Se proponen
organizaciones de viviendas flexibles y adaptables. Se trata de propiciar la identidad que cada
habitante vuelca en su casa, facilitando la adecuación a un funcionamiento requerido e
incorporando en lo posible los cambios y solicitudes de la demanda actual.

Las circulaciones en el edificio son como pequeñas calles verticales. Sus transformaciones, a lo
largo de cada recorrido, aglutinan el compendio de tipologías estructuradas a modo de
pequeños barrios. Al exterior, cada uno de los nueve grupos de viviendas iguales o barrios
queda identificado y diferenciado de los demás. Pare ello se utilizan distintas combinaciones
en la modulación y posición de los huecos, así como los materiales, la textura y el color de los
distintos cerramientos de fachada.

El vacío exterior, llamado también jardín en altura o mirador tiene una superficie aproximada
de 580 m2 en planta [39,4 x 14,70 metros] y una altura de 14,14 metros [menos recrecido de
1,35 metros]; situado en la planta 12, aglutina la diversidad y da identidad al conjunto
edificado.

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