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Litigación pena I

Juicio ora I y prueba


ANDRÉS BAYTELMAN A. Y MAURICIO DUCE J.

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ANDRÉS BAYTELMAN A.
MAURICIO DUCE J.

LITIGACIÓN
PENAL
Juicio oral y prueba

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


Primera edición en Chile (Universidad Diego Portales), 2004
Primera edición en México (FCE), 2005

Baytelman A., Andrés y Mauricio Duce J.


Litigación penal. Juicio oral y prueba I Andrés
Baytelman A., Mauricio Duce J. México: FCE, 2005
434 p.; 21 x 14 cm - (Colee. Política v Derecho)
ISBN 968-16-7776-5

l. Litigacicín 2. Derecho I. Duce J., Mauricio, coaut.


II. Ser. III. t

LC KHF5874 .B39 Dcwcv 347.0S3 81421

Distrilmcitin exc/11.,ii·a para Mexico

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D. R. U 2005, FO'iDO DE C! 1 l.TLIRA Eco�o�mA


Canelera Picacho-Ajuscu, 227; 14200 México, D. F.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra


-incluido el diseño tipográfico v de portada-,
sea cual fuere i:I medio, electrúnico o mecánico,
sin el comentirniento por escrito del editor.

ISBN 968-16-777 6-5


Impreso en México • Prinled in Mt?Xico

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EL ALEGATO FINAL 389

Para que el alegato final cumpla esta función a cabali­


dad, sin embargo, lo que vamos a hacer es algo tremenda­
mente específico. El alegato final no es lo mis�o que el ale­
gato de apertura o que un alegato en el sistema de recursos.
X. EL ALEGATO FINAL
No consiste en cualquier cosa que al abogado se le ocurra
decir. No es un ejercicio emotivo, ni retórico, ni de ora­
toria ni, sobre todo, no es una última �f mágica oportuni­
l. ARMAR EL ROMPECABEZAS E'J FORMA
dad para salvar un mal juicio. El alegato final es un ejerci­
ESPECIFICA ) CONCRETA
cio argumentat ivo por excelencia -el único ejercicio
argumentativo en todo el juicio-,·,, no cualquier nüdo que
El alegato final no puede tener mayor importancia en la li­
salga de la boca de un litigante equivale a un argumento
tigaci(m: es el primer y único ejercicio argumentativo en
(mucho menos a un argumento efectivo). Hay ruidos que
todo el juicio. Mientras en el alegato de apertura_\ en el exa­
son sólo eso: ruido. Para que el alegato final cumpla con
men de testigos la completa presentación de la prueba aún
efectividad su función argumentativa respecto de la prne­
no se ha producido y, por lo tanto, no es procedente que los
ba, se requiere mucha claridad del litigante acerca de en
abogados expliciten en ellos ninguna conclusiún kn conse­
qué consiste éste, así como de las habilidades muv concre-
cuencia, sería objetable ), 1 el alegato final no solo permite al
tas asociadas con él.
abogado sugerir conclusiones al tribunal acerca de la pme­
El alegato final comienza �- termina con la prueba efec­
ba presentada, sino que lo urge a hacerlo. 2 Es en est;i parte
tivamente producida en juicio. Para el momento en que la
del proceso dondt? t.>nsarnblarernos todas las piezas del rom­
presentación de la prueba termina, el tribunal de un juicio
pecabezas que hemos vt?nido armando a través de la presen­
oral ha escuchado una gran cantidad de información, hete­
tación de la prueba. Allí mostraremos al tribunal de qué ma­
rogénea, de diversa calidad, con diversos grados de consis­
nera cada pedazo de prueba y cada trozo de inrormación se
tencia, con decenas de elementos de credibilidad en torno a
conjuga para probar nuestras proposiciones fácticas v ha­
ella, inserta en múltiples versiones acerca de los hechos. Y
cer creíble nuestra teoría del caso. Es en el alegato lin;I que
esos jueces tienen que tomar la decisión de condenar o ab­
los abogados le darán unidad \' coherencia al relato que han
solver a una persona. La tienen que tomar sin avuda de nin­
venido construyendo y harán su lt.>ctura íntegra y de corri­
gún expediente, sin haber investigado el caso, �strictamen­
do por primera \ única vez.
te sobre la hase de las conclusiones que puedan extraer de
la prueba presentada. Es una decisión dura para cualquier
1 A pe,a1 <lt• que el tem..1 <le la;, objeciones no L'stü más que enuncia<lo persona y metodológicamente todo un arte en términos de
en el nue\ o Codigo Prnct·,al Penal chileno. A,imi,mo, el ohjl'lo, akant't' \' la construcción de conclusiones. A estas alturas, todo lo que
limitadonc•, d,· lo, alega lo, de apertura \ clau,ur ¡t no L''>LÜn en ah,olut�
dc,a1Tollado; ,in ernbar¡:,:o, la elahoracion juri,prudenL"ial v doctrinaria de­
un juez quiere es luz acerca de cómo debe entenderse todo
biera tendec·, en nue,lra opinüin, a entenderlo de e,ta mant·r..1. ese cúmulo de informaci(m y por qué esa interpretación es
' En la t•sca,a J"t'¡!LLl;tcíc",n norma ti, a qut• tient•n en L'i C'odigo Proce,al superior a otras. El juez no necesita disertaciones en dere­
Pt•nal I"' akgat,h linale, (Artintlo 338 ), el !actor n�ntc·.t! que se ,k,taca en
cho, declaraciones poéticas, opiniones generales ni referen-
.,u objl'li\ o t''> la npo,il'ion d,· conclusione,.
390 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 391

cias vagas. Necesita iluminación acerca de lo que el conjun­ ¿Recuerdan a la señora Maldonado diciendo que había visto
to de la prueba dice y de dónde se puede extraer que diga a un hombre joven arrojando un revólver entre los matorrales
eso. Esto es lo que el litigante debe ser capaz de comunicar de su casa? ¿La recuerdan además diciendo que ese joven ves­
en el alegato final; debe iluminar el juicio del jurado. El li­ tía una chaqueta de cuero completamente roja? Pues bien, re­
tigante investigó el caso, presentó la prueba, planificó las lí­ cuerden ahora el informe del laboratorio señalando que el
neas de examen y contraexamen, sabe lo que quiso decir en arma encontrada entre los matorrales de la señora Maldona­
cada parte del juicio, de manera que él, mejor que nadie, do fue aquella con la que se hicieron los disparos. ¿A quién
puede darle al juez lo que necesita con urgencia: fundamen­ pertenece esa arma? Eso también lo sabemos: está registrada
tación. nada menos que a nombre de Manuel Cruz, según consta en
Lo primero que debe entenderse, entonces, es que el ale­ el respectivo registro que pre�entamos en la prueba. Ahora
gato final es un ejercicio específico y concreto en relación bien, la policía lo detuvo dos horas después del crimen en la
con la prueba. Tal vez la mejor manera de graficar esta es­ puerta de su casa, vistiendo nada menos que esta chaqueta
pecificidad y concreción sea la imagen opuesta, representa­ que tenemos aquí, completamente roja.
da por muchos formatos de resoluciones judiciales, inclui­
das muchas veces en sentencias definitivas: "vistos y La defensa:
considerando: el parte policial de fojas 1; la declaración del
testigo Pedro de fojas 8, que señala [ ... ]; la declaración Sí, la Smith & Wesson encontrada entre los matorrales de la
del testigo Juan de fojas 16, que señala[ ... ]; los peritajes de señora Maldonado es de mi defendido, de eso no cabe duda;
fojas 25 y 37, que señalan[ ...], y apreciadas las pruebas en de hecho don Manuel mismo la reconoció en el estrado. Pero
su conjunto de acuerdo con las reglas de la sana crítica [...] eso sólo prueba que el arma cs suya, nada más; no prueba que
se da por establecido [el relato de la acusación]". Este for­ mi defendido haya cometido el homicidio. Recuerden 4ue
mato de análisis -que es posible observar con frecuencia cuando le pregunté, en el examen directo, cómo era posibk
en alegatos finales de abogados- es perfectamente equiva­ que hubieran encontrado su arma allí, nos dijo que se la ha­
lente a decir: "estimo que la prueba acredita mi posición, y bían robado la semana anterior y, de hecho, presentamos una
no se me da la reverenda gana de explicar cómo llego a esa copia de la denuncia respectiva. Recuerden además que la mis­
conclusión"; el razonamiento no dice qué proposiciones fác­ ma testigo -la señora Maldonado- fue incapaz de reconocer
ticas resultan acreditadas exactamente, por cuál prueba; y al señor Cruz como la persona que vio esa noche; y recuerden
si dicha prueba acredita esas proposiciones fácticas de ma­ también que esta defensa ha demostrado que la señora en
nera más creíble que otras pruebas inconsistentes con ella; cuestión es daltónica, tanto por las fichas médicas como por
cómo esas proposiciones fácticas son consistentes con otras su propia admisión en el contraexamen. De manera que su
también acreditadas (y cómo son acreditadas ésas); de qué testimonio acerca del color de la chaqueta de la persona que
manera dichas proposiciones fácticas satisfacen cuáles ele­ vio arrojando el arma no nos dice mucho acerca de eso, tra­
mentos jurídicos, etcétera. tándose de una persona que adolece de una patología que, es­
A cambio de eso, veamos otro par de ejemplos. El fiscal: pecífica v concretamente, consiste en confundir los colores.
392 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 393

Como muestran los ejemplos, el alegato final es un ejer­ creer que la interpretación de cada prueba es más creíble
cicio específico, en el sentido de que debe hacerse cargo por­ que la de la contraparte.
menorizadamentc de las múltiples proposiciones fácticas Como hemos insinuado en capítulos anteriores, es el
que pretende acreditar cada una de las pntebas (tal vez la alegato final lo que el abogado debe tener en mente cuando
afirmación de la señora Maldonado respecto de que pudo planea y ejecuta cada una de las etapas anteriores. Cuando
distinguir que la chaqueta era roja no sea creíble, pero tal contraexamina a los testigos de la contraparte, con frecuen­
vez sí su afirmación de que quien salió era un hombre y que cia el sentido de sus líneas de contraexamen solo cobran
arrojó algo en los matorrales, aunque tal vez no la afirma­ sentido cuando , en el alegato final, la información obtenida
ción de que eJla pudo reconocer una pbtola); tal vez la de­ es puesta al servicio de un argumento. Veamos un ejemplo:
claración del imputado sea creíble y acredite la proposición en el caso Kiev -que hemos revisado ya a propósito de los
fáctica de que hizo la denuncia del robo del arma, pero tal capítulos 11 y IV- la fiscalía preguntó extensamente al señor
\·ez no la proposición fáctica -distinta- de que no estaba Kiev -el acusado- acerca de las relaciones entre Ana (la
en poder del arma el día del homicidio. La mera síntesis de hija abusada) y sus padres (él y su esposa). El señor Kiev se
un Le:-.timonio para, acto seguido, darlo por entero como una explayó entonces con lujo de detalles en cuán buen padre
historia acreditada o creíble es simplemente renunciar al era y cuán preocupado de sus hijos. a diferencia de su mu­
análisis de dicha prueba. jer, que escasamente les prestaba atención. Describió cómo
Por otra parte, el alegato final es un ejercicio concreto; era él quien los esperaba cuando volvían del colegio, él
es decir que debe hacerse cargo de la prueba tal y como ella quien los ayudaba con las tareas escolares y él quien les ha­
de hecho se produjo en el juicio: nombres, direcciones, di­ cía regalos constantemente. Sus hijos lo adoraban:,.·, en cam­
mensiones, medidas, pesos, distancias, frases textuales de los bio, sentían resentimiento por la falla de atención de su
testigos, gestos que hicieron durante el testimonio, pregun­ madre. Una vez que dijo todo esto, la fiscalía dejó allí esta
tas específicas con sus específicas respuestas; todo ello re­ línea temática del contraexamen y se desplazó hacia otro tó­
presenta lo concreto del alegato final. pico. La pregunta a esas alturas era, entre los presentes, por
O se hace este ejercicio específico y concreto o el alega­ qué la fiscalía le había dado al acusado la posibilidad de ca­
to final se torna una pura formalidad: los jueces saben que racterizarse como un buen padre de familia enfrente del tri­
el fiscal estima que la prueba acredita su caso, y sahen que el bunal, a la vez que caracterizaba a su esposa como una hru­
defensor cree lo contrario; y si no lo creen genuinamente, ;a insensible y despreocupada por sus hijos. Pern, esta línea
es su papel y les pagan para decir que lo creen. De manera del contraexamen -aparentemente inocua para la contra­
que cuando las partes se limitan a decir eso, en realidad no parte, si es que no lrancamente favorable- estaba conve­
están diciendo nada. La pregunta, entonces, para el alegato nientemente prevista por la fiscalía para ser utilizada en el
final es qué más, por encima de eso, le puedo dar a los jue­ alegato final. Entonces la fiscal argumentó frente al tribunal
ces; qué les puedo decir que no sepan ya. Y la respuesta es algo similar a lo que sigue:
un análisis acerca de qué es lo que concreta y específicamen­
te dice la prueba, acompañada de un ejercicio argumentati­ El tribunal cilTlamente ha escuchado decir a la deiens.1 que
vo -razones igualmente concretas y específicas- para no hubo tales abusos �exuales. Tambit'·n han escuchado a la
394 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 395

defensa sugerir que todo este caso no es más que una inven­
ción de una mujer despechada, a quien su marido acababa de 2. EL ALEGATO DEBE SER CLARO Y DIRECTO
dejar por otra mujer, y cuyo negocio ella desea retener. Por
cierto, lo anterior supone que la señora Kiev haya logrado con­ Con frecuencia se ve a abogados malgastar el alegato final
vencer a Ana, de once años, para que declare públicamente he­ en agradecer al tribunal su tiempo, señalando cuán largo y
chos que a un niño de esa edad avergüenzan más que nada. complejo ha sido el caso, u otras cortesías por el estilo.
Que declare tales hechos en forma consistente y permanente Aunque lo cortés no quita lo valiente, los jueces están ahí
durante los últimos tres años de su vida, ante múltiples oficia­ porque es su trabajo -lo mismo que el litigante- y la ex­
les de policía, asistentes sociales, psicólogos clínicos, oficiales tensión o complejidad del caso puede ser comentada en otro
de los servicios comunitarios, fiscales y. finalmente, a este tri­ momento; lo realmente importante es darle al jurado lo que
bunal. Sin embargo, ¿cómo pudo esta madre -egoísta, des­ a esas alturas necesita con premura: luces respecto de la
cuidada y poco querida por sus hijos, según la propia descrip­ prueba, una petición concreta y las razones por las cuales
ción del acusado- convencer a Ana para que diga todas esas pretenden tener derecho a dicha petición. La querrán escu­
horribles cosas en contra de su padre -de su bondadoso y char en forma clara, eficiente y de un modo que capture y
querido padre, tal como él nos ha contado--, sabiendo Ana mantenga su atención. Los primeros momentos del alegato
que por ello él puede ir a la cárcel? Porque esto es lo que la final son aquellos en los que concentramos la mayor inten­
defensa pretende hacemos creer. sidad de atención por parte de los jueces, de manera que hay
que usarlos para poner sobre la mesa una brevísima, fuerte
El alegato final. así, comienza a prepararse desde el más y rápida introducción que le diga a los jueces que vale la
temprano momento, y los exámenes de testigos y demás pre­ pena oír lo que uno está a punto de decir.
sentación de evidencia están siempre al servicio de poner­ En el mismo sentido, el alegato final no es un discurso
nos en condiciones de construir en él estas argumentacio­ emocional. ni una declaración de principios, ni un manifies­
nes específicas y concretas. to ideológico, ni un juego de oratoria. Esto no quiere decir
El arte de argumentar y persuadir es, en parte, una cues­ que los casos no tengan componentes de todo eso, y es para
tión de estilos. Cada persona tiene el suyo, y no hay ningu­ riesgo del litigante decidir cuánto quiere adentrarse en ello;
no en principio especialmente superior a otro. Qué exacta­ pero de vuelta con lo mismo, la pregunta fundamental es
mente debe decirse en el alegato final variará de caso en qué hay que decir a estos jueces por sobre lo que ellos)-'ª sa­
caso y de abogado en abogado. Cada litigante debe conver­ ben (y que les haga creer que vale la pena escucharlo, en lu­
tirse en la mejor versión de su propio estilo. Con esa preven­ gar de quedarse con sus propias reflexiones). Usar el alega­
ción, en este capítulo revisaremos algunas cosas que convie­ to final para pretender conmover a los jueces casi siempre
ne tener presente en el momento de planear nuestro alegato llevará a desperdiciar esa única oportunidad argumentati­
final. va; los jueces piden ardientemente auxilio en una decisión
que están a punto de adoptar con riesgo vital para sus próxi­
mas reencarnaciones, y uno les viene con retórica y poesía;
para eso no necesitan a los abogados, seguramente tienen
3% EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL ,97

sus propios sentimientos. El alegato final es acere� � e la Credibilidad y argwnentatividad


pnieba. Es cierto que a la prueba se superpone� d1stmt�s
_
\'ersiones, pero también es cierto que no cualquier vers10n El alegato final es el único debate explícito de los litigantes
es creíble o aceptable respecto de la prueba que, en concre­ por la credibilidad de sus respectivas teorías del caso. A di­
to, acabamos de ver. Mientras los jueces tengan más la im­ ferencia del resto del juicio, el escenario de esta lucha en el
presión de que el abogado no se está haciendo cargo de; alegato final es un escenario esencialmente argumentativo.
análisis específico y concreto de la prneba -que no los esta Mientras las demás etapas del iuicio se limitan s<ílo a anun­
poniendo en mejores condiciones para resolver- \/ que sus ciar lo que, en la visi(m de la parle, debería ocurrir en el jui­
alegatos más bien obvian, tergiversan, disfrazan o exageran cio (alegato de apertura), o bien a e\traer información de la
la prneba, menos disposición tendrán siquiera a escucharlo. evidencia (examen de testigos), el alegato final es la etapa
genuinamente discusional: la primera y última oportunidad
para hacerse cargo del análisis de credibilidad de cada prue­
3. CONTl�NIDO DEL ALEGATO FINAL ba de manera específica y concreta. La credibilidad de la
teoría del caso, en consecuencia, se expresa y depende del
Repetimos, no es posible e.lar recetas lijas ni !'órmulas mági­ ejercicio argumentativo del alegato final.
cas acerca de qué debe contener el alegato hnal de un abo­ Veamos algunos elementos que componen este ejercicio
gado. Casi como ninguna otra cosa, éste depende completa­ argumentativo y, de los que, por lo tanto, debe hacerse car­
mente de la muy diversa información que, de m anera go el alegato final.
específica y concreta, el juicio de hecho presenta. Con esa pre­
vención, revisemos a continuación algunos temas relevantes.
a) Ccmcl11sicmes

Teoría del caso Como dijimm,, el alegato final no sólo permite sacar conclu­
siones de la prueba, sino que ése es todo su sentido. Una
Más que ninguna otra cosa, el alegato final debe comunicar conclusiún es una específica visiún acerca de qué proposi­
nuestra teoría del caso. Algunos testigos pueden no ser con­ ciún fáctica resulta acreditada por la prueba presentada en
siderados, algunos detalles omitidos, algunas debilidades juicio y del modo en que ésta debe ser valorada.
pasadas por alto, algunos argumentos legales obviados, Estas conclusiones deben se,- específicas :v concretas:
pero, en su conjunto, el alegato final debe ser capaz de dar qué prueba exactamente acredita cuáles proposiciones fác­
cuenta cómoda y creíblemente de la teoría del caso. A su ticas y de qué manera dichas proposiciones fácticas satisfa­
vez, ésta dehe ser creíble y jurídicamente suficiente. Es d�­ cen exactamente cuál elemento de la teoría jurídica. A eso
cir, debemos persuadir a los jueces de que las cosas efectl­ se agrega el trabajo de ofrecer razones acerca de por qué las
vamente ocurrieron como decimos, v de que el hecho de que conclusiones sugeridas son las correctas y deben ser prefe­
havan ocuiTido así e\Íge la consecuencia jurídica que propo­ ridas a las otras versiones en competencia. Estas razones de­
ne�os. A continuación revisamos ambos aspectos. ben hacerse cargo tanto de las fortalezas y debilidades de
398 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 399

las proposiciones fácticas (la prueba de la superposición) no es la única obligada respecto de dicha prueba (hay rela­
como de las fortalezas y debilidades de la prneba (credibili­ tos -conclusiones- alternativos que podrían explicar que
dad). Por lo tanto, deben hacer interactuar consideraciones el imputado haya abandonado la casa momentos después
de lógica formal y todos los elementos de credibilidad de la del disparo y que sus huellas estén en el arma). Pero, como
prueba, a los que aludiremos más adelante. dijimos no es necesario que la conclusión sea necesaria, sino
sólo plausible. ¿Cuán plausible debe ser? Tan probable como
exija el estándar de convicción.
b) Colzerencia lógica Lo relevante para los efectos de nuestro alegato final es
que, en la medida en que nuestro caso no sea lógicamente
La primera cuestión que da credibilidad a un relato es su coherente -es decir, que sus conclusiones no sean lógica­
coherencia lúgica. Una teoría del caso -y consecuentemen­ mente plausibles a la luz de la prueha y de las proposicio­
te el alegato final que la sustenta- debe ser lógicamente co­ nes fácticas probadas� pierde credibilidad.
herente, en el sentido de que las proposiciones fácticas que Volvamos al caso Kiev. La teoría del caso de la fiscalía
la componen deben hacer lógicamente plausible el relato era, en esta parte, que la señora Kiev no denunció los su­
que nuestra teoría del caso contiene. Es poco frecuente que puestos abusos porque no sabía inglés. Sin embargo, supon­
las proposiciones fácticas que acreditamos hagan lógica­ gamos que el tribunal estima acreditada la siguiente propo­
mente necesaria la conclusión de nuestra teoría del caso; es sición fáctica: "la señora Kiev abrió una cuenta corriente en
decir que dicha conclusión sea el único relato posible. Si la misma época, sin ayuda de ningún traductor". Frente a
podemos lograr esto, tanto mejor. Pero, para efectos de plan­ esta proposición fáctica, la teoría del caso de la fiscalía no
tear una teoría del caso lógicamente coherente, basta con la parece plausible, en la medida en que la conclusión es in­
plausibilidad lúgica de las conclusiones a la luz de la prue­ consistente con una proposición fáctica que le sirve de pre­
ba rendida y de las proposiciones fácticas acreditadas. misa:
Dicho de otro modo, lo que resta credibilidad a una conclu­
sión (teoría del caso) no es que las proposiciones fácticas no Premisa l: La señora Kiev no sabe inglc:.s suficiente como para
conduzcan 11ecesariamellte a ella, sino que ella no sea lógi­ denunciar los hechos.
camente plausible (que se contradigan entre sí). Premisa 2: La señora Kiev sabe inglt:s suficiente como para
Veamos esto en un ejemplo. Supongamos que en un abrir una cuenta coJTiente.
caso por homicidio contamos con un testigo que dice haber Conclusic'in: Aun cuando era capaz de abri,- una cuenta co­
escuchado un disparo y, acto seguido, haber visto salir al im­ rriente, no lTa capaz <le (hacer algo lingüísticamente igual
putado de la casa de la víctima, su vecino; además, la fisca­ o menos complejo como) denunciar lo» hecho".
lía tiene el revólver encontrado junto al cuerpo, en el que se
encuentran las huellas dactilares del imputado. La conclu­ La conclusión no es válida. El que una conclusión sea
si(m de que "el imputado fue" no es una conclusión necesa­ válida o no -desde el punto de vista de su plausibilidad ló­
ria de la prueba, sino meramente plausible. Tal vez fuerte­ gica- estará casi siempre determinado por una premisa in­
mente plausible (probable), pero no necesaria: la conclusión termedia perteneciente a las máximas de la experiencia o el
400 El. ALEGATO FINAL El. ALEGATO FINAL 401

sentido común (salvo que se trate de afirmaciones que es­ La prul'ba es directa cuando no exige proceso de r..t1:o­
tén fuera del conocimiento lego). En el ejemplo, esa premi­ namiento alguno para concluir, desde la prueba, la proposi­
sa intermedia está constituida por el paréntesis intercalado L'iún l'áctica; �i el jurado cree en la autenticidad de la prue­
en la conclusión: denunciar un delito es, desde el punto de ba, la proposición resulta probada sin más. Éste es el caso,
vista de la competencia de lenguaje requerida, algo menos por ejemplo, del \'ideo que muestra a un sujeto igual al acu­
complejo -o al menos tan complejo- como abrir una sado entrando al b:mco con un MI b en la mano. Si el juez
cuenta corriente. En definitiva, es esta premisa la que resta cree que el ,·ideo es auténtico, entonces no requiere de ra-
plausibilidad a la conclusic'm; esta pn.•misa pcr1enccc a una 1:onamiento alguno para dar por acreditada la proposición
cierta experiencia compartida acerca de cuán difícil es ha­ láctica: "una persona igual al acusado entró al banco con un
cer una denuncia y cuán difícil es abrir una cuenta co­ M 16". Por supuesto, eso deja a sal\'CJ otras proposiciones
rriente. lácticas que este video no alcanza a probar de manera di­
El hecho de que las conclusiones sean lógicamente nece­ recta �· de las que, si n embargo, podrá ser prneba indicia­
sarias o simplemente plausibles depende mucho de la fuerza ria: "el banco fue efectivamente robado", "la fecha del robo
de la prueba, y abre toda un área de razonamiento judicial tue tal", "el acusado robó el banco", "el M 1 ó era un arma
constituida por la distinción entre prueba directa y prueba \·erdadera", "el acusado fue quien rob{i el banco y no su her­
indiciaria. Desde luego, la fuerza de la prueba lo es respec­ mano gemelo", Pero, respecto de la proposición fáctica "una
to de la acreditación de una proposición fáctica; todavía di­ persona igual al acusado entrci al banco con un M 1 ó", el ,·i­
cha proposición fáctica debe ser suficientemente poderosa deo constitu_ye prueba directa: si el acusado ci·ee en la au­
para satisfacer el elemento jurídico respectivo. A su vez, la tenticidad del ddeo, entonces la proposicic'm fáctica resulta
diferencia en el estándar probatorio entre la fiscalía y la de­ acreditada de manera automática.
fensa parecen también hacer diversos grados de exigencia a Respecto <le la prueba directa, entonces, no tendremos
la coherencia lúgica de las re�pectivas teorías del cm,o. que sugerir al jurado ningún razonamiento a través del cual
Cuando estemos preparando el alegato final resulta útil debe llegar a la conclusic"m que proponemos, pero sí tendre­
comenzar nuestro proceso de razonamiento de adelante ha­ mos que preocuparnos de asentar la autenticidad _\ credibi­
cia atrás; desde las conclusiones hacia la prueba. De esta lidad de dicha prueba.
forma resulta más claro cuáles son las conclu�iones que de­ La prueba indiciaria (o circum.tancial, o indirecta) e�
bemos sostener en la prueba y, desde allí, podremos buscar aquella que, para dernoslrar una proposición fáctica, no le
los hechos establecidos por ella. basta dar por auténtica la pie1:a probatoria, �ino que requie­
rL· la mediación dL' razonamiento judicial, por· lo general
bajo la forma de una inferencia lógica. Así ocurre, por ejem­
c) Prucha iHdiciaria v prul'ha dirt'C ta plo, cuando acreditarnos que la huella dactilar del acusado
está en el arma homicida: el juez lodavía requiere inferir la
Un área principal de trabajo para las conclusiones está cons­ conclusi<'m <le que "entonces el acusado lo hizo", y justificar
tituida por la prueba indiciaria (por oposición a prueba di­ dicha inferencia.
recta). De esta sue1·te, el carácter persuasivo <le la pn1eba indi-
402 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO f'INAL
ciaria depende no sólo de su credibilidad, sino también de ductivo o inductivo es débil, el razonamiento en su conjunto
la fuerza de la inferencia. Volvamos al caso del Dalí, que re­ cae. Como la pnieba indiciaria c-.;i g: c siempre que el razona­
visábamos a propósito del capítulo de teoría del caso: el tes­ miento construya ---:,· justifique- una premisa intermedia
timonio de don Agustín en el sentido de que Martita le dijo: que casi siempre pertenece al mundo de las máximas de la
"este cuadro es original", consl ituye prueba directa de la experiencia o del sentido común, una de las más típicas de­
proposición fáctica "ella pronunció esas palabras"; si el juez bilidades de la argumentación en torno a la prueba indicia­
cree en el testigo (don Agustín) respecto de este punto, la ria está, precisamente, en esa premisa intermedia: la preten­
proposición fáctica resulta acreditada. No obstante, respec­ siún de que cierta premisa pertenece a dichas máximas de
to de otras proposiciones fácticas -por ejemplo "Martita la experiencia o que es exigida por el sentido común.
engañó al señor Agustín"- es, en el mejor de los casos, Volvamos a los ejemplos que dábamos. Veamos el silo­
prueba indiciaria; el juez tiene que intercalar una inferen­ gismo en el primer caso:
cia que le permita extraer dicha conclusión. Esta inferencia,
en este caso, tal vez requiera ser construida con auxilio de Premisa 1: Mnrtita le Jijo a don Agustín: "este cuadro es ori­
otras proposiciones fácticas a su vez acreditadas (todas las ginal".
cuales, con seguridad, van a constituir indicios de esta mis­ Premisa 2: Es Je sentido comun suponer que. si ella era due­
ma conclusión; por ejemplo: "Martita sabía que era falso", ña Je la gnlería, debit'> haber sabido que el cuadro era
"Martita le comentó a su contador lo fácil que sería vender falso.
esa reproducción como un original", etcétera). Conclusión: Marlita engañó a Jon Agustín acerca de la auten­
El peritaje que dice que ese Dalí original y no la repro­ ticidad del cuadrn.
ducci(m -por mu_v buena que sea- valdría 20 000 dólares
solo es prueba directa de la proposición fáctica "este Dalí Sin embargo, ¿es cierto que "es de sentido común supo­
original vale 20 000 dólares". Sin embargo, respecto de la ner que, si ella era dueña de la galería, debió haber sabido
proposición fáctica "don Agustín creía estar pagando un que el cuadro era falso"? Tal vez Marlita debió haber sabi­
Dalí original" es puramente indiciaria: para que el juez la dé do, tal vez no. La pregunta es si es cierto que esa proposi­
por acreditada debe intercalar una inferencia lógica del tipo ción pertenece al mundo del sentido común :v no, en cam­
"si don Agustín pagó ese precio es porque creía estar com­ bio, que en el mundo de las galerías de arte es posible ver
prando el original"; esa inferencia (conclusión} requiere de todo: dueños de galerías que son expertos en arte, due­
echar mano de una premisa intermedia del mundo del sen­ ños que son completamente ignorantes; algunos que pasan
tido común, del tipo "las personas sólo están dispuestas a todo el día trabajando en la galería, otros que tienen un ad­
pagar aquello que creen que vale el precio". ministrador y se aparecen por allí de vez en cuando; dueños
Ambos casos ilustran el punto: la fuerza de la prueba in­ que son devotos de Dalí y dueños que serían incapaces de
diciaria no sólo depende de la credibilidad de la prueba, sino distinguirlo de la rana René; dueños que tienen la galería
de la calidad de la inferencia. En el caso de la evidencia in­ por un genuino interés y dueños que la tienen por estatus
diciaria, la prueba súlo acredita la proposición fáctica que social; dueños que la tienen hace décadas y dueños que se
sirve de premisa al silogismo; pero todavía si el proceso de- acaban de iniciar en el rubro. Tal vez Martita, por dueña de
El ALEGATO Fl'\IAI. -10�
-10-l EL ALEGATO Flt\AL
sariamente, por scr directa, m{1s fue11c que la prucba indi­
la galería que haya sido, pensaba ella misma que el cuadro ciaria. Y d hecho de que una prneba sea indirecta O indicia­
era genuino; tal vez ella había pagado una cantidad muy ria nc'. quierL' decir. de ninguna manera. t¡llL' MI ful'rza pro­
cercana apenas un par dl' meses antes. En lin, la pregunta batoria sea 17er se menor. Los testigos ocul::l!"es, por ejemplo,
es si la proposición en cuestión: "ella era <ludia de la galería suelen conhgurar prueha dirL'Cla, v hov en día ahundantl' in­
\, por lo tanto, dehicí haber sabido que el cuadro era lalso", wst íg:aci<'m em pírica muestra quL' L'I grado de certeza que un
es de sentido común. No quiere decir que no sea \erdadera. _ _
testigo cxh,be en sus afirrnacionL's no encuentra conelato
No quiere decir que, cuanto más la ponemos en relacic'm con con el hLTho de que ó,tas sean n·rdaderas (cn otras pala­
otras proposiciones fúcticas, mús se fortalece el sentido bras, que el hecho de que un t cstigo cslé mu v Sl'!!llrn de ha­
común. La única cuestiún que preguntamos es si ella, por sí ber \ isto lo que dice haber visto no significa e�n absoluto
sola. pertenece al sentido común o si, en cam hio, cuando se que, dL' h�ch o, hava sido así). Y, por otrn lado, buena parte
dice ello, todo lo que se quiere decir es mús bien: '\o creo _
del conoc1m1ento que guía nuestras \'idas hov en día, de lo
que ella lo estaba enga11ando". Agreg:ucmos mús proposicio­ 4ue la ciencia sabc v de las decisiones mús relcYantes de
nes fácticas corno premisas a ese mismo razonamiento: nuestra \·ida, se deben a pruebas indirectas: cuando el mL;­
dico l:OS dice que tenemos diahell'S estamos Jispue-;tos a
Premisa 1; Marlita le Jijo a don Agw,Lín: '°L•sk cuadro es ori­ cambiar radicalmente nuestras \'idas, aun cuando el médi­
ginal". co ha:·ª tk:scubierto esa enfL'rmclbd por prueha puramen­
Premisa 2: La ¡2aleria de a1fr dL· Manila lL'llla una deuda de _ .
te 111d1ciana kl nh·el de �lZÚG.ll' en la sangre, por ejemplo).
20 000 dólares. Cuando llegamos a nuestra casa\ n·rnos la ropa de nuestra
PrL•misa 1: Mart ita le comen tú a su contador la semana ante­ se11ora desparramada por cl suelo, lo mismo que un traje de
ri1>r que podían conseguir l'ondos para culwir la deuda hombre que no reconocernos, \ la encontramos a ella dur­
n•ndiendo una de bs réplica:-. como original. miendo cn la cama mientras una \·oz de homhrL' se escucha
Pn:misa 4: Si Martila habí.1 concebido esa posibilidad justo desde la dt'.�·ha, ¿acaso estar-íamos dispuestos a que alguien
una -.emana antes, v de hecho \'L•ndic'> una réplica como un ..
nos dqera: no puede.., sacar conclusiones. tienes prueba pu­
original por la cantidad de dinero que Jebía, es de senti­ ramente indiciaria"?
do común suponl'r que lo hito a sabiendm,. Pnieba directa \' prueba indiciaria imponen L"•:igem·ias
Conclusic'ln: Marlila engafi(¡ a don A¡.! uslín acerca de la auten­ . _
d1stmtas a la argumentación en d alegato linal; pero cu ida­
ticidad dd cuadro. do con esas típicas frases que se suden esL·uchar de "la fo,­
c�1l ía tÍL'ne prueba puramente indiciaria". porque nadie ha
En este caso, la premisa de sentido común (premisa 4) dicho que el estúndar prohatorio -culpable m{is allú de
parece ser más poderosa que en el caso anterior, en tanto toda duda razonahlL·- no pueda SL'r ak�m1ado, superado \
dicha afirmación pertenece dectivamentc al sentido común. compll'lamente ,l\'asallac.lo por la fuerza de prueba pura­
Una inmensa porciún de los casos penales se determina mentL' indiciaria.
por pmeha puramente indiciaria. El hecho de que la prue­ Especialmente cuando nuestro caso cuenta con pnieha
ba sea puramente indiciaria, en sí rnismo 110 dismim1ye 1111 indiciaria, resulta frecuente que el razonamiento lc'>gico que
ápice de su fzll.'r::.a prohatoria. La pn1eba directa no es nece-
406 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 407
subyace a dicha prueba se sirva de múltiples premisas, con­ manera directa, la culpabilidad del acusado, pero puestos en
tenidas en variadas proposiciones fácticas desperdigadas en relación pueden dar lugar a procesos deductivos o inducti­
pruebas igualmente diversas (lo que dice este certificado, vos a través de los cuales generar convicción en el tribunal.
más otra frase obtenida en ese examen directo ... ). El litigan­ Pocas labores son más preciosas que ésta en el alegato final.
te ha concebido desde el comienzo una cierta teoría del caso
y una específica estrategia para probarla, parle de la cual
puede no haberse hecho explícita sino hasta ese momento, d) Valor probatorio
el alegato final, en que va a armar el rompecabezas. Por lo
tanto, el abogado -que ha tenido siempre en mente esta Nótese que todo el tema de la prueba indiciaria del que ha­
teoría del caso y su estrategia- seguramente le ha hecho a blamos en el punto anterior no es en estricto rigor una cues­
los testigos muchas preguntas cuyas respuestas pueden no tión a nivel de la prueba, sino una cuestión a nivel de las
haber iluminado al tribunal en su momento -consideradas proposiciones fácticas: ¿es cierto que de los hechos (indi­
aisladamente- pero que en el alegato final, puestas en re­ cios) probados 1) Martita dijo "es original" y 2) "Martita sa­
lación con otras o mediadas por un argumento, deben ad­ bía que era falso" se satisface el elemento jurídico "repre­
qui1-ir sentido dentro del caso: transfor·mar esos pedazos de sentación" (de la estafa)? Esta discusión -acerca del poder
prueba indiciaria en premisas de la inducción o la deduc­ de la prueba indiciaria� presume que las proposiciones fác­
ci(m cuva conclusi(m -vamos a argumentar- \'Íene exigi­ ticas que sirven de premisa están, en efecto, probadas.
da por �l sentido común, las máximas de la e-.;periencia o el Pero todavía el alegato final debe hacerse cargo de cómo
conocimiento técnico. es que cada una de esas proposiciones fácticas debe esti­
Así. por ejemplo, si el defensor ha examinado al acusa­ marse acreditada, lo cual nos lleva al lema del valor o peso
do acerca de su condición de zurdo y luego, más adelante probatorio. El valor probatorio tiene tres aristas de las cua­
en el juicio, pone en el estrado al médico forense, quien ex­ les hacerse cargo: cobertura, idoneidad :v credibilidad.
plica que el cuchillo penetró el cuerpo de la víctima de de­
recha a izquierda, en el alegato final, el abogado defensor Cobertura
podrá relacionar ambos trozos de informaciún, mostrándo­ Por cobertura queremos expresar la sencilla idea de que la
le al jurado que quien haya enterrado el cuchillo a la vícti­ proposición fáctica que se propone acreditada de manera di­
ma lo hizo con la mano derecha, en circunstancias de que recta esté en realidad, de manera específica y concreta, cu­
su representado es zurdo. bierta por la prueba. El alegato final debe hacerse cargo de
Esto es lo que ocurre también cuando, no habiendo tes­ qué es exactamente lo que la prueba dijo; no lo que al abo­
tigos oculares del homicidio mismo, un testigo señala que gado le habría gustado que dijera, no lo que el abogado es­
\'Ío al acusado alejarse corriendo del lugar. Otro señala ha­ cuchó que la prueba dijo en otro momento (fuera del juicio)
ber visto en la escena del crimen un auto estacionado que ni lo que el abogado querría que los jueces, echando mano
corresponde al del acusado. Otro, en fin, testilica haber oído de conocimiento privado, entendieran que dijo, sino lo que
al acusado amenazar de muc1ie a la víctima el día anterior. la prueba de hecho y exactamente dijo en el juicio.
Ninguno de estos testimonios prueba por sí mismo, ni de Esto es particularmente relevante de cara a la refuta-
40t\ EL ALEGATO Flt\.AL EL ALEGATO Fll\AL 40ll

ción del caso de la contraparte, cuando la contracara de la fcrentc si la persona estaba o no en tratamil'nto, o si estaba
cobertura específica de la prneha toma la forma de tergiver­ o no tomando medicamentos, etcétera.
sación de la prueba. El alegato f-inal del fiscal, entonces, debe hacerse cargo
Re\'isemos un típico ejemplo: la defensa del imputado de qué es exactanwnte "lo que la pn1eba prueba": en este
presenta peritajes para acreditar la inimputabilidad del acu­ caso, la prueba súlo prueba que el acusado es esquizolréni­
sado por (ÍL'mencia. Todos v cada uno de los peritos decla­ co, nada mús. Qué se sigue dL' ahí de cara a la inirnputabi­
ra, L'n lo fundamental. que el acusado es esquizofrénico, que lidad, no tenemos idea: la mala litigacic'm en este caso no
sulre de alucinaciones> que siente que Dios le habla. Ningu­ permitic'i avanzar hacia otra conclusión, no acreditú müs
no de los exámenes �- contraexámenes. sin embargo, tradu­ proposicion lacLica que esa.
ce ninguno de esos diagnósticos psiquiátricos en las pro­
posiciones fácticas que su hvacen a 1 a teoría jurídica: ldm1cidad
"inimputahilidad por demencia": a) que d acusado no tenía Asimismo, el alegato linal debe hacerse cargo de cuünto la
conciencia de la ilicitud de su conducta en el momento de pn.1eba que se olrece para acreditar una proposición fúcti­
cometer los hechos, oh) que no era capaz de conformar su c;:1 es realmentl' idc"mea par:1 probarla. También ésta es un
conducta a dicha conciencia. Simplemente ninguno de los LÍl"L'a donde se toman por oh\ ias e\aluaciones que en reali­
litigantes les prl'guntc'i si el diagnóstico técnico "esquizofré­ dad no lo son en absoluto.
nico" se traduce en alguna de esas proposicíone.., fácticas. Algunos problemas cbsicos en torno a e-;to tienen lugar,
Siendo ése el caso, cuando el deiensor en el alegato final por ejemplo, cuando ingresan al debate opinionl'S de testi­
dice: "ha quedado acreditado que mi cliente era esquizofré­ gos legos, declaraciones sobre hechos fuera de percepcic"m
nico,, por lo tanto, no tenía conciencia de ilicitud", o bien, (típicamente hechos internos de tLTLTrns), supuestas ex¡wr­
simplemente, "ha quedado acreditado que mi cliente era es­ ticias que en realidad no lo son, o npe1ios que, siéndolo, de­
quizofrénico v. por lo tanto, es inimputable por demencia", claran, sin embargo, lucra de los limites dl' dicha experticia.
cstú teq?:iwrsando la prueba: la inimputabilidad no exige Así, cuando el médico de turno que atendici a la ,íctima
que d acusado sea esquizofrl;nico, sino alguna de estas hi­ en la sala de ur¡Iencias declara sobre su estado mental. no
pótesis de hecho que acabamos de nombrar. Si ellas no lue­ tiene Jormaci(m en psicología clínica ni realizú L'l tipo de
ron incluidas en la prueba; entonces el abogado no puede procedimientos que tom<l L'\·aluar dicho estado mental. (en­
darlas por hecho, ni pedirle al tribunal que las presuponga, trevistas. tests), súlo pue<lc declarac por lo tanto, sobre he­
pues ello seria permitir la utilización de conocimiento pri­ chos respecto de los cuales un lego podría declarar: Nos pue­
ntdo, del ddensor o de los jueces, en un úrea que, por ser de decir que lloraba. nos puede decir lo que la víctima k
técnica, escapa al dominio del sentido común a las máximas dijo, nos puede decir que caminaba de un lado para otro;
de la experiencia. Quizú hava distintos tipos de esquizofre­ pero no nos puedL' tk•cir que estaba en estado de slzock (si es
nia; tal wz di\'ersos grados; quiá distintas personas reac­ que la expresion tiene algün significado tccnico). El doctor
ci(men de diferente manera frente a ella; tal wz, si hay otras simplemenlL' no es idúrwo para ello.
patologías adicionales, eso modifique las conclusiones de un Lo mismo ocurre cuando un testigo dcclatú sobre he­
modo que tambien nos tendrían que explicar; quizá sea di- chos funa de su perccpcic"m, típicamente hechos internos de
410 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 411

un tercero. Esto puede tomar formas muy sutiles durante el Hay otros elementos asociados a la credibilidad de la
debate, y tal vez la contraparte no pudo, no supo o no qui­ prneba. Algunos de ellos pueden emerger en el mismo exa­
so ohjetar; eso no disminuye el hecho de que se trata de he­ men directo o contraexamen, o bien, en ocasiones pueden
chos para cuya acreditación el testigo no es idóneo. Por quedar en evidencia :-.úlo una vez que se ha producido toda
ejemplo, cuando el testigo habla en plural, incluyendo a la prueba. En cualquier caso, el alegato final debe ir sobre
otros en su testimonio: "estábamos aterrados"; "supimos el análisis concreto y específico de los factores de credibili­
exactamente a qué se refería"; "no nos quedó ninguna duda dad respecto de cada una de las pruebas. Veamos algunos
acerca de sus intenciones". En algunos casos, incluso res­ factores adicionales:
pecto de hechos externos de un tercero: "vimos el auto ve­
nir a alta velocidad". En todos estos ejemplos el testigo está Co11cesiones. No hay información más confi.able ni fidedig­
declarando por otra persona, y no es idóneo para hacer eso. na que aquella que ha sido producida por la contraparte. El
El alegato final debe hacerse cargo de la idoneidad de la otro bando no puede negar la autenticidad de la informa­
prueba para probar lo que se pretende, y denunciar su fal­ ción que él mismo ha introducido en el juicio, y el sentido
ta de idoneidad cuando ello ocurre. común parece sugerir que no ofrecería prueba que dañara
su propio caso a menos que fuera ineludiblemente cict1a.
Credibilidad Supongamos que estamos en un caso en que el imputa­
Por último, en relación con el peso probatorio, el alegato fi­ do por un delito de lesiones en accidente de tránsito admi­
nal debe hacerse cargo de las cuestiones asociadas a la cre­ tic'> haber ido atrasado a la oficina el día en cuestión. Este
dibilidad de la prneba. A lo largo de este texto han ido que­ hecho pasa cualquier prueba de verosimilitud cuando se usa
dando de manifil,sto varios elementos que contribuyen o en el alegato final: "¿Cómo sabemos que el inculpado iha
deterioran la credibilidad, tanto de la prueba en tanto fuen­ atrasado ese día? Él mismo nos lo dijo. Recuerden que en
te de información (por ejemplo, el testigo) como de la infor­ el propio examen directo, interrogado por su propio aboga­
mación misma que contiene (el testimonio). Como se re­ do, él dijo, literalmente: 'Me levanté apurado esa mañana
cordará, en el capítulo relativo al contraexamen, fuimos porque estaba atrasado para llegar a una reunión en la ofi­
someros en cuanto al interés, la conducta previa :v la capa­ cina'".
cidad de percepción. A cuntinuaciún, a esa afin11ación del imputado se le pue­
El alegato final debe hacerse cargo de esos elementos, de seguir sacando ventaja por medio de informaciún obte­
pero de su análisis concreto :v específico, y no simplemente nida en el contraexamen, precisamente con esa intencic'in:
limitarse a su mención. Tal como veíamos en el capítulo re­
lativo al contraexamen, ninguno de esos factores suprime en Las propias palab,·a;, del imputado Larnbit::n nos explicaron
sí mismo la credibilidad de la prueba, así como ningún fac­ mu:v bien por 4ué tenía ra1one;, sobradas parn ir ner,;ioso y
tor abstracto la asegura. El alegato final, entonces, debe po­ apw·ado en su auto; despué;, de todo, fue 01 rni;,rno 4uien nos
der relacionar la información :v construir desde esos facto­ dijo euún importantt';, eran los nuevos cliente;,. Les, ruego que
res argumentos que nos permitan fortalecer o debilitar la recuerden qm· le prl'gttnté acerca de si cada nuevo cliente sig­
prueba producida en juicio. niticaha ma:,on_·s ingresos para él, a lo LJUL' me respondió, les
412 EL ALEGATO nNAI 413
EL ALEGATO Fl�AL
leo textual, "s1, porque reciho cornbioncs por mis clientes\ un
costa de Calilornia. Y, Jinalmente, la propia señora Kie\ dice
bono especial por cada nue\·a cuenta que log:ro". Luq!o le pre­ que Ana ya le hahta dicho t:n t:sa eroca "que su papá le l'sta­
gunte si ese cli l·ntc en particular era importante,\' me dijo: "-;í,
ba haciendo cosm,". ¿Podemm, cret:r que una madre ;,e \"a de
son los mavores distrihuido1 es de computadoras en el riaís". \acacioncs romúnticas con d hombre que estú abusando -.e­
Así que ahí estaba el señor acw,ado, hahi011dm,l' quedado dor­
xualmt:nk de su hiia? ¿Y que L'n las \acaciones sig:uienlL's no
mido p,tra su primera 1·l·t111i<'rn con un cliente nue\ o e irnp<ll'­ solo se \a con el, -.ino que la IIL'\a uJ11si¡w!
tante. preguntándose quL; tanto dinero iba a perder si llq:aba
tTtrasado. Como se \l', en csll' L'jemplo los hechos no disputados
se utilizan para argumentar respecto de uno que sí es con­
Para los electos de credibilidad, las concesiones dL' la trovertido: los supuestos abusos.
otra parle no deben ser necesariamente admisiones direc­ Recordemos, ademús, que en nuestro sistema procesal
tas. ni provenir literalmente de su testimonio. Toda la inlor­ penal contamos con una categoría L'special de hechos no
maciún introducida por la contraparte puede ser explotada contrn\·ertidos que son los que forman parte de conwncio­
como una concesión, en tanto ha_\·a sido producida por ella. nes probatorias, de acuerdo al Art1ndo 275. Segun este ,u-­
El alcQato final, en consecuencia, pw..•dc hace1· uso <le la de­ Lículo esos hechos fija<los en las comL·nciones probatorias
clarac�iún de cualquier testigo de la contraparte, lo mismo no pueden ser ob_ieto <le debate en el juicio oral. En otros
que de los objl'tos, documentos, diagramas o demús exhi­ niveles, esta norma puede ser toda\ ía atenuada a la luz de
bicicmes aportados por ella, incluidos los alegatos o pregun­ otros intereses, atendidas las circunstancias <le! caso concre­
tas de su abogado en el des;arrollo del juicio. to, pero, como regla general, la institucic'm impone un prin­
cipio fuerte de hechos no controwrlidm, _\, en L'sa medida,
!lech os 1w cm1tm1•crtidu-·. Se trata aquí de aquellos hechos suprime la carga de la prueba.
que, si bien no han sido admitidos directamente por la con­
traparte, tampoco han sido desmentidos por la prueba que Consis1c11cio co11 los hcclio., cmwcit!o.,. Tanto las conccsio­
ella ha presentado. Los hechos no contrn\·ertidos suelen ser nes y los hechos no contrm·e1·tido.,, como otras circunstan­
útiles para echar luces sobre otros que sí c.... tán en disputa. cias (hechos ocurridos durante el juicio y de los que el tri­
Así, el abogado dclensor en el caso Kie\ bien podría argu­ bunal, por lo tanto, tomú conocimiento directo; hechos
mentar: materia de convenciones probatorias; hechos públicos y no­
torios) ofrecen un núcleo factico de proposiciones conside­
Es incontnncnido el hecho de c.:¡uL" L"l -.elior \ la scrmra Kin
radas "ver<ladents". Estos hechos representan una piedra
se fueron juntos de \acadonL's cuatn> ,eces ese afio. Es inum­
de toque para evaluar la credibilidad del resto de la prue­
lrnvert ido d hecho dL" 411e L'l seµ:undo dL• esos \·iaje;, tmo 111-
ba: ésta scrú mús verosímil en la medida en que exhiba más
!!ªr en julio -un mes <lL':-.pu�s de que :-.uruestamL'nte ocurriL'­
consistencia con estos hechos cuya veracidad está fuera de
ron lo:-. abusos-. v luL" un romántico LTuL·ero por L'I Carihc. Es
discusión.
inconlrmei·tido el ht:dio de c.:¡uL' solo unas semanas dcspuL's
Supongamos que en un caso el propio imputado ha re­
toda la familia -induido.s los niflos- recorril'ron en auto la
conocido que amena!l> de muerte a la víctima una semana
EL ALEGATO FINAL
414 EL ALEGATO FINAi.

antes del homicidio. Tal vez el defensor haya presentado al que chocó violentamente pudo ver -Y recuerda- el núme­
más creíble de los testigos (digamos, la madre Teresa de Cal­ ro de su placa. Una niña de ocho año�, en fin, afirma que su
cula), quien aseguró haber estado ese día en el lugar, y que tío la "abus6 sexualmente haciendo toqueteos en sus labios
la amenaza jamás se produjo; a eso, el defensor agrega el vaginales".
más claro razonamiento de sentido común: si en verdad Algo no suena bien en estos testimonios. Se trata de di­
quería matarlo, ¿por qué hacer algo tan absurdo como ame­ chos que tienen una relación intolerablemente tenue con la
nazarlo en un lugar lleno de público, justo unos días antes experiencia común que la mayoría de las personas com­
de consumar su supuesto plan? Quizá jamás hava habido un parte. Uno esperaría que alguien que está dentro de un bar
testigo más creíble que Teresa, y tal vez sea completamente en el cual se están descargando ráfagas de ametralladora co­
absurdo desde el punto de vista del sentido común creer que rriera a protegerse. También esperaría que una persona gol­
lo amenazó en las condiciones en que se supone ello tuvo peada violentamente pm- otro auto no se preocupe por iden­
lugar. Sin embargo, la amenaza es un hecho conocido, dado tificar 'Y retener los números de su placa. Asimismo, uno
que el propio acusado, en su propio perjuicio, admitió su jamás esperaría que una niña de ocho años se exprese en
existencia. Siendo ello así, no importa cuán creíble haya términos tales como "abusó sexualmente", "toqueteos" 0 "la­
sido Teresa ni cuán razonable el argumento del abogado: los bios vaginales".
hechos conocidos son una piedra de toque para C\'aluar el Estas expectativas son el resultado de la experiencia ele­
resto de la prueba y, por lo tanto, aunque en realidad no po­ mental que las personas recogemos y compartimos a lo lar­
damos sospechar ni remotamente por qué la madre Teresa go de vidas enteras y, aun cuando sea éste un elemento que
dice lo que dice, es probable que debamos creer que está en no tiene pretensiones de cientificidad, no por eso es menos
un erro,: poderoso en el momento de evaluar la credibilidad de lo que
Por supuesto, siempre es posible disputar la calidad de se dice en un tribunal de juicio oral.
"hecho conocido", aunque ello es más posible en unos ca­ No sólo no debe esperarse del jurado nada distinto, sino
sos que en otros. Tal vez en el ejemplo, el defensor tenga una que la correcta utilización de la experiencia compartida v el
versión acerca de por qué el acusado admitió falsamente la sentido común forman parte de lo mejor de la función.ju­
amenaza ("está protegiendo al verdadero culpable"). El pun­ risdiccional.
to es que, en la medida en que se trate efectivamente de "he­ Las personas tenemos una cierta experiencia acerca de
chos conocidos", ello determina el análisis de credibilidad cómo ocurren las cosas, sea porque suelen ocurrir así, sea
del resto de la prueba. El alegato final debe ser capaz de porque la experiencia nos ha dado una cier1a sensibilidad
identificarlos (o disputarlos), a la vez que ordenar el análi­ acerca de cómo es razonable que ocurran. La experiencia v
sis de credibilidad de la prueba en torno a ellos. el sentido común trasladan, por así decirlo, la carga de l�
prueba. Nada impide que las cosas ocurran de un modo di­
A!áximas de la expen"encia y sentido común. Un testigo ase­ ferente de aquel como suelen ocurrir o como creemos razo­
gur a que se mantuvo de pie observando atentamente cómo nable que ocurran, pero quien alega que éste es el caso, tie­
un individuo disparaba al interior del bar en que él estaba. ne la carga de explicarnos cómo fue que esa circunstancia
Otro afirma que mientras recibía el impacto del auto con el extr·aordinaria se produjo. Las máximas de la experiencia y
41t, EL ALEGATO Fll\iAL EL ALEGATO FINAL 417

el sentido común constituyen, entonces. no sólo criterios le­ La cuestión del sentido común, a su vez, tiene menos
gítimos, sino herramientas indispl'nsnbles para evaluar la exigencia fáctica que las máximas de la experiencia, pero
credibilidad de la prueba. exige considerar las circunstancias concretas: si no es una
Lo anterior, sin embargo, a condiciún de que las máxi­ máxima de la experiencia que los médicos mientan para
mas Je la experiencia sean efecti\'amente máximas, ,. que el protegerse, tal vez sí pueda ser considerada una conclusión
sentido común sea en electo co1111111. Si en lugar de 111cíxi- de sentido común (pero esta vez no por el hecho de ser es­
11ws de b experiencia, el litigante sólo orrece su experiencia pecíficamente médicos. sino por ser un gremio pequeño, ce­
o alg rnw nperic11cia. eso no traslada ninguna carga de la rrado, con alto riesgo de error, con consecuencias muy gra­
prueba a ninguna parte, porque del hecho de que las cosas ves para las personas, como ocu1Tc también, por ejemplo, con
no ha_van ocurrido esta vez como alguna vez han ocurrido los policías). Sin embargo, el que sea de sentido común con­
no se sigue nada en términos de credibilidad. Por ejemplo, cluir que este médico pueda estar· mintiendo para proteger
si d liscal, en el alegato tinal, dice: "es cierto que d doctor a su gremio dependerá de las circunstancias concretas del
Chapatín, d perito de la defensa, dijo que en su opinión ha­ caso; por ejemplo, el solo hecho de que se trate de un médi­
bía negligencia mC,Jica en este caso. Sin embargo, es una co extranjero (un peritaje pedido a un experto de olro país)
máxima de la experiencia que los mL;dicos mienten para podría alterar radicalmente el sentido común en tomo a esta
protegerse los unos a los otros". Tal vez este fiscal tenga ex­ conclusión: no pertenece a la comunidad médica contra la
periencia en el sentido de que los médicos mienten para pro­ que está declarando, no tiene amigos en el gremio local, no
tegerse; tal vez los jueces también tengan experiencia en ese tiene nada que ganar ni que perder con su testimonio.
sentido; Lal vez no s<'ilo tengan experiencia en ese sen Lido, El alegato final, entonces, debe ocuparse de que la prue­
sino que en todas las causa!-. por negligencia en que han par­ ba -y la teoría del caso en general- satisfaga los estánda­
ticipado han \ isto a los médicos mentir para protegerse; nin­ res de las máximas de la experiencia y del sentido común,
guna de estas situal'iones, sin embargo, alcanza a constituir y, en caso de que ello no ocurra, debe ocuparse de que su
una 11uixi111a de la experiencia. El hecho de que una situa­ teoría del caso explique de qué manera sus relatos son par­
ción o conducta se repita mucho no basta para constituir ticttlares y por qué deben ser considerados creíbles de todos
una máxima de la experiencia ni quiere decir necesariamen­ modos, dadas las circunstancias.
te que las cosas deban haber ocurrido así en ese caso tam­
bién. Una máxima de la experiencia requiere uniformidad , Co11secue11cia intema. Superada la prueba de la experiencia
permanencia, patrnncs (por ejemplo, que las personas ven común, todavía resta que el testimonio sea coherente con­
menos mientras menos luz hav), en µ:rados que la jurispru­ sigo mismo, cada pieza del relato con el resto. Tendemos a
dencia deberá ir afinando, pero que no deben confundirse creer en las historias que exhiben cierta lógica interna. Cree­
con el !-.imple prejuicio. mos que, puesto que la realidad exhibe coherencia -ya que
Asimismo, si en lugar de ofrecer sentido co111ú11 el abo­ la coherencia está tomada, precisamente, de la realidad-,
gado sólo ofrece su sentido o algií11 sentido acerca de cómo
son las cosas, tampoco eso apo:,.a demasiado el caso por la
• dicha característica se debe reproducir, también, en cual­
quier relato que tenga pretensiones de veracidad (es decir,
credibilidad o su ausencia. de reflejar la realidad).
418 El. ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 419

Para que las inconsistencias perjudiquen la credibilidad car que el testigo fue un observador genuino del hecho y que
del relato no es imprescindible que sean explícitas, ni siquie­ su memoria es nítida.
ra que sean genuinas contradicciones. Pero hay que tener cuidado: la experiencia también en­
Volvamos al ejemplo de la familia Kiev. Allí la señora seña que tenemos una capacidad limitada para observar v
Kiev se mostró catastróf-icamente inconsistente con su rela­ recordar detalles, especialmente si estamos en circunsta�­
to acerca de los abusos que su marido hahía cometido en la cias de fuerte presión o involucrados en hechos que focalizan
persona de su hija, a pesar de mantener a lo largo de Lodo toda nuestr a atención en una parte limitada de las circuns­
el juicio dicha alirmación :v de no contradecirla en nin­ tancias. La persona que tenía su concentración completa­
gún momento. Sin embargo, realizó afirmaciones como: "fui mente absorta en no morir atropellada por el auto, segura­
cuatro veces de vacaciones con mi marido el mismo año en mente sabe desde qué dirección venía :v probablemente sea
que ahusó de mi hi_ja": "una de ellas fue al Caribe :v estuvie­ capaz de retener su color, tal vez su modelo; pero pretender
ron muy románticas"; "acordamos con mi madre trabajar que, justo antes de saltar para no ser atropellado, pudo dis­
juntas, pues el trabajo era muy pesado para mí sola". Estas tinguir :V retener el número de placa, va parece menos
afirmaciones no son contradicciones abiertas, pero, en tér­ creíble.
minos de credibilidad, la inconsistencia dañó su testimonio
de manera irrecuperable; en todos estos casos uno puede 4. LA SlTF!C'IENCIA JL'RIDIC'A Y El DERECHO
dudar legítimamente de la credibilidad de la afirmación de
la señora Kiev en el sentido de que ella c!ectivamente creía Finalmente, por mu�· coherente :v creíble que sea nuestra
que su marido estaba abusando de su hija, pues, si hubiera teoría del caso, no servirá de mucho si no satisface las teo­
sido así, un mínimo de coherencia habría exigido no irse de rías jurídicas que estamos invocando. La cuestión del
vacaciones con él, o no hacerlo cuatro veces, o al menos no derecho en el alegato final, sin embargo, tiene dos ver­
calificar de "muy romántico" el crucero por el Caribe, o no tientes.
invitar a su madre, traída desde Polonia para acompañar a La primera consiste en argumentar lo idóneo de las pro­
Ana, a comrartir el turno en el negocio. posiciones fácticas acreditadas para satisfacer cada uno de
los elementos de la teoría jurídica que estamos iiwocando ,
Detalles. Los detalles son un área sensible de los testimonios. es decir, que nuestra teoría del caso posee suficiencia jurí­
Por una parte, la experiencia cotidiana parece indicar que dica. Esta labor es imprescindible y debe ser llevada adelan­
cuando las personas participan de ciertos hechos están en te de manera tan conc,·eta :v específica corno el resto del ale­
condiciones de percibir v retener acerca de ellos una serie gato final. La mayoría de las veces esto deberá hacerse a
de detalles pertinentes. Por el contrario , la experiencia en­ través de razonamiento indiciario, con todas las caracterís­
seiia también que es difícil decir una mentira detallada. ticas que tratábamos en las páginas previas, especialmente
Hasta cierto punto, entonces, el grado de detalle con que un la construcción de premisas intermedias (conhguradas por
testigo pueda revestir la historia contenida en su testimonio proposiciones fácticas acreditadas o argumentos de expe­
habla de su credibilidad. Incluso si los detalles en sí mismos riencia o sentido común) y de sus conclusiones. Así, por
son de escasa importancia sustantiva, nos pueden comuni- ejemplo, el fiscal en el caso del Dalí:
420 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 421
Premisa 1: Martila le dijo a don Agustín que el cuadro era ori­ para los jueces, son dos las cuestiones jurídicas que nos va
ginal. a interesar discutir. En primer lugar, el derecho de fondo.
Premisa 2: Martila publicitó el cuadro como un original. Será allí donde argumentaremos de qué manera las propo­
Premisa 3: Martita le exhibió a don Agustín un falso certifica­ siciones fácticas que resultaron probadas con la evidencia
do de autenticidad. configuran las teorías jurídicas sustantivas que hemos invo­
Premisa 4: Martita sabía que el cuadro era falso y sabía que lo cado (por ejemplo, la tipicidad de los hechos o la configura­
era también el certificado. ción de una eximente de responsabilidad). En segundo lu­
Conclusión: Estos hechos configuran una "representación do- gar, tal vez nos interese discutir las normas que orientan los
losa" [ elemento legal]. procesos de elucidación de los hechos, taks como el están­
dar probatorio, o las que señalan cómo se deben extraer
La segunda vertiente está vine u lada con la anterior y tie­ conclusiones de la prueba en el razonamiento judicial.
ne que ver con hacerse cargo del derecho de fondo. A cier­
to nivel, es este derecho de fondo el que determina nuestras
teorías jurídicas y, por lo tanto, nuestras proposiciones fác­ 5. EsTRll,Tl'RA
ticas ':<' prueba. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los
casos la cuestión del derecho de fondo está más que clara, El objeto del alegato final es reestructurar la prueba que se
y los casos se ganan o se pierden por los relatos fácticos, por ha oído durante el juicio para conformar el relato que sub­
ios hechos y por la prueba. Hay que tener cuidado, enton­ yace a nuestra teoría del caso.
ces, de no derrochar los preciosos minutos del alegato final, En este sentido, el alegato final es un acto de comunica­
enredándose en disertaciones, cátedras o teorías dogmáticas ción. En él, una persona -la parte- intenta entregar un
si es que el tribunal tiene claro qué es lo que se requiere pro­ mensaje a otra -el tribunal. Ese mensaje, como cualquier
bar, si ya conoce el derecho aplicable, o bien si no le intere­ otro, puede tener un contenido impecable, pero ser entrega­
san enterarse de nuevas teorías jurídicas a través de este do de manera tan defectuosa que el destinatario termine ex­
caso. Es parte del profesionalismo de un litigante poder pro­ traviándolo entre un mar de información irrelevante, un len­
vectar una evaluación sobre esto y ordenar su litigación en guaje confuso o un relato incoherente.
�onsecuencia. El alegato final es la única posibilidad que te­ Un alegato final, entonces, "es persuasivo" y "posee im­
nemos para argumentar la prueba frente al tribunal, y uti­ pacto" no cuando concita la emocionalidad del juez (al in­
lizarla para defender teorías jurídicas que el tribunal no se vitarlo a fallar en un determinado sentido, aunque éste no
va a tragar o para repetir teorías jurídicas que el tribunal ya se ajuste a lo hechos probados o al derecho vigente), sino,
conoce es desperdiciar la oportunidad. al contrario, cuando es capaz de organizar un razonamien­
El derecho debe ser invocado en el alegato final sólo en to que de manera persuasiva y coherente explique cómo la
tanto dicha invocación esté al servicio de ganar el caso. prueba corrobora la propia teoría del caso y se conforma al
Cuidado, entonces, con que las discusiones sobre la mate­ derecho invocado. No se trata de engañar al jurado ni de
ria nos hagan perder el norte. conmoverlo -a los jueces suele no gustarles la sensación de
En la medida en que el derecho sea relevante y nuevo que uno está intentando hacer alguna de esas dos cosas-,
í

422 EL ALEGATO FINAL


EL ALEGATO FINAL 423
sino de dotarlo de razones I uertes para que decida el caso tigos y si su supuesta consistencia quiere realmente decir
en nuestro favor. Si nuestro caso tiene fortalezas que no que­ que están diciendo la verdad, o si, en cambio, fueron dema­
remos que sean desatendidas por el jurado, debemos se­ siado consbtentes para ser creíbles, atendidos los resultados
ñalarlas con claridad. Para nuestras debilidades, debemos del ADN).
tener una explicación razonable. Si el caso de nuestro opo­ Incluso en casos en que no hay hechos tan determinan­
nente presenta debilidades, a su vez, no deseamos que sean tes corno éste, el alegato f-inal puede estructurarse frente a
inadvertidas y, en cambio, queremos evidenciar con dgur unos pocos hechos que son los que, en definitiva, el litigan­
las debilidades de su caso. te quiere despejar parad tribunal. Pensemos en el caso Kiev.
Para lograr comunicar con efectividad nuestro alegato La defensa podría reducir su caso a estas pocas cuestiones
final, éste puede ser estructurado de diversas maneras. Revi­ cruciales:
semos algunas de ellas sólo para ilustrar la multiplicidad de
opciones estratégicas de que dispone un litigante. • La señon, Kiev sólo denuncit'l a su mari<lo al día siguiente
de enterarse Je que 0ste la dejaría por otra mujer; había <lL'­
jado transcun-ir un año entero, en el cual se luc cuatro \·e­
Estructura te111útica ces de vacaciones románticas con su marido.
• El matrimonio tenía frecuentes v duras Jisputas económi­
La estructura temática resulta con frecuencia eficaz para or­ cas, porque la señora Kiev quería mú� participaciún del ne­
ganizar el alegato final. En éste, en general, el urden crono­ gocio.
lógico de los sucesos o de la evidencia que concuJTió al caso • La abuela traída desde Polonia, al poco tiempo, voh icí a Je­
no resulta en definitiva tan gravitante como la resoluciún de jar sola a Ana para ir a trabajar al negocio.
unas pocas cuestiones a las que el caso ha quedado redu­
cido. Lo anterior no quiere decir que sean éstos los únicos he­
En la versión extrema, en ocasiones hay un hecho tan chos que se van a mencionar en el alegato final -éste se tie­
poderoso que, por sí solo o con muy poca ayuda, resulta de­ ne que hacer cargo de toda la prueba .v de todos los he­
terminante. Pensemos por ejemplo en el fiscal de un delito chos-, sino sólo que el relato se puede estructurar desde
por violación diciendo algo como lo que sigue: "El hecho es este puñado de hechos centrales estimados . Cada uno de
que el semen encontrado en la víctima pertenece al acusa­ ellos convocará otros hechos y prueba.
do; el examen de AD:-.! no dejó dudas en este sentido; la de­
fensa ha presentado 18 testigos que dicen haber estado con
el imputado ese día a esa hora, todos ellos declararon con­ F::str11ct11ra cm1wfogica
sistentemente al respecto, pero eso no logra des\'irtuar este
hecho: el semen hallado es del acusado". La organizac10n cronológica posee todas las ventajas que
Una vez identificado este hecho, de ahí podemos cons­ revisamos a propósito del e-.;amen directo: nos permite en­
truir el resto del caso y evaluar desde allí la credibilidad del tregar al jurado -quizá por primera vez- una visión orde­
resto de la prueba (por ejemplo, la credibilidad de los 18 tes- nada de los hechos ocurridos, haciendo recrear mentalmcn-
424 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 425
te de manera secuencial las circunstancias y sucesos que cino "para visitarlo". ¿Es razonable que creamos eso, que fue
motivan nuestra pretensión. a visitar a su vecino a una hora en que sabía que no estaba?
La dificultad con la organización cronológica en el ale­ ¿Que iba provisto no de una botella de cerveza ni de una ca­
gato final es que muchas veces los hechos no ocurren en la jetilla de cigarrillo�. sino de una caja de preservativos? Preser­
secuencia que les confiere mayor verosimilitud. Con fre­ vativos que compró al salir de su casa y antes de entrar en la
cuencia hechos ocmTidos con posterioridad pueden arrojar de Matilda; eso lo sabemos por la fecha y la hora en la nota
luz sobre las razones, circunstancias o naturaleza de otros de compra que hemos ingresado al tribunal como prueba do­
que tuvieron lugar antes. Con igual frecuencia, hechos que cumental. Señorías, la simple verdad en este caso es esta: Ati­
no ocurrieron inmediatamente antes que otros, sino con la esperó ansiosamente hasta que su vecino hubo salido de su
mucha anterioridad, pueden también iluminar el significa­ casa, caminó hasta la farmacia, comprú una caja de preserva­
do de los acontecimientos. En fin, el problema con la cro­ tivos y luego se dirigió a la casa de Matilda con una sola in­
nología estricta es que con demasiada frecuencia fracasa en tención en la cabeza: violarla.
resaltar los hechos que resultan en verdad esenciales para
el caso, perdiéndolos en un mar de otros hechos que sólo Como se puede apreciar, este fragmento de alegato des­
tienen significado a la luz de esos acontecimientos princi­ peja primero temáticamente los hechos claves del caso, y
pales. No obstante -comprendida la importancia de orga­ convoca la prueba en apoyo de cada uno de ellos, con pres­
nizar temáticamente el alegato final- éste puede ser com­ cindencia del orden cronológico en que dicha prueba o he­
plementado de manera eficaz con una relación cronológica chos se produjeron. Una vez que los hechos claves han sido
de los acontecimientos que, en virtud de los resultados arro­ despejados, podemm reconstmir para el tribunal "lo que en
jados por el análisis temático, deben ser tenidos por pro­ verdad ocurrió": nuestra teoría del caso, apovada por la evi­
bados. Veamos: dencia así analizada.
La estructura cronológica puede llevarse a cabo desde
Señores magistrados: más allá de toda duda, cuando Atila en­ el punto de vista de la víctima, desde el punto de vista del
tró a la casa de su vecino iba con la clara intención de violar acusado o bien desde el delito mismo.
a su hija, Matilda. ¿Se acuerdan de que el día ante.-ior había
estado preguntando a qué hora llegaba Matilda dd cokgio? ¿Y
a qué hora llegaba su padre del trabajo? Eso nos lo dijo el se­ El alegato como relación o lista de testigos
ñor Carpatos, d jardinero; Atila sahía, entonces, que Matilda
estaría sola entre las cinco ,. las siete de la tarde. ¿Recuerdan De todas las estructuras posibles, la que casi siempre resul­
qué e� lo que tenía d acusado en los bolsillos cuando fue re­ ta desastrosa es la de concebir el alegato final con la lógica
visado por carabineros en la comisada? Una caja Je preserva­ de hacer una relación del expediente o una lista de testigos.
tivos; escuchamos a dos carabineros declarar eso y ambos nos Es decir, organizar el alegato desde la cronología de presen­
dijeron que la caja de preservativos le fue incautada al momen­ tación de la prueba en el juicio: "Escuchamos primero al po­
to de la detención. Ahora bien, el propio acusado ha dicho que licía, que nos <lijo [ ... ] Y luego al testigo 1, que nos dijo [ ... ]
no pretendía ir a ningún otro sitio más que a la casa de su ve- Y luego al perito, que nos dijo[ ... ]" Esta estructura prácti-
426 EL ALEGATO FINAL EL ALEGATO FINAL 427
camente nunca organiza la información del modo más per­ 7. EL RESUMEN DE TODO: EL ALEGATO COMO SENTENCIA
suasivo y claro, entre otras cosas porque el orden de presen­
tación de la prueba rara vez coincide con alguna de las his­ Un buen alegato final debiera comportarse como un b otTa­
torias posibles de contar, y más bien lo que hace es presentar dor de sentencia para los jueces. Esto es lo que nos interesa
pruebas y versiones aisladas, allí donde la fuerza persuasi­ ofrecerle al tribunal en el momento <le! alegato final: una ar­
va de un relato y el valor probatorio de la evidencia está pre­ gumentación acerca de "lo que prueba la prueba" y una re­
cisamente en la integración de todas esas historias en torno lación entre dichos hechos y las teorías jurídicas aplicables
a nuestra teoría del caso. que, virtualmente, ponga a los jueces en condiciones de
poner su firma en dicho razonamiento y hacer de él la sen­
tencia del caso. Que se comporte de esa manera es la verda­
6. UNA HISTORIA PERSUASIVA dera vara para evaluar la efectividad de un alegato final.

En general, todo alegato final debe poseer los elementos de


una historia persuasiva que -directa o indirectamente­
hemos revisado hasta ahora: básicamente, una historia per­
suasiva explica todos los hechos conocidos (ofreciendo una
teoría del caso respecto de ellos); existen motivos para que
las personas respecto de las cuales se relata la historia ha­
van actuado de esa manera; la historia es relatada por prue­
ba que goza de credibilidad; está además apoyada por deta­
lles y se ajusta al sentido común. Estos elementos deben
estar de algún modo presentes en nuestro alegato final.
Todos estos elementos deben básicamente arrojar luz sobre
las siguientes cuatro cuestiones: lo que ocurrió (los hechos
que finalmente conocemos), por qué ocurrió (causas y mo­
tivos), por qué esta versión debe ser creída (la prueba vero­
símil) y, por último, cómo podemos estar seguros (los deta­
lles consistentes). En la medida que nuestro alegato final
cubra satisfactoriamente estos puntos, la historia que pre­
sentará será persuasiva para inclinar al tribunal a aceptar
nuestra teoría del caso.

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