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40 años de la Guerra de las

Malvinas, una herida que Argentina


aún no cierra
"Campo minado” se llama la obra de teatro que se presenta por estos días en Buenos Aires y
que reúne a veteranos argentinos y británicos que combatieron en la guerra de las Malvinas
para ser objeto de estudios académicos, libros, documentales e incluso películas. A 40 años del
intento por hacerse con el control territorial de las islas por medio de una invasión que el
tiempo ha demostrado improvisada, Argentina vuelve a reflexionar sobre esos años, los
errores y la huella imborrable de un enfrentamiento que duró 10 semanas y dejó 649 militares
argentinos muertos.

"La guerra marcó al país porque la causa de la recuperación de las islas Malvinas, que están
ocupadas por Gran Bretaña desde 1833, es una causa nacional. Es algo que se enseña en las
escuelas, durante generaciones nos educamos con la idea de recuperar las islas”.

"Cuando la guerra terminó con la derrota de Argentina, fue tremendamente frustrante porque
nos llevó a asomarnos a que estábamos viviendo una dictadura. Y perder el miedo a esa
dictadura de Leopoldo Galtieri debido al fracaso militar llevó a denunciar los crímenes que se
estaban cometiendo desde 1976. Diríamos que fue una superposición de dos conmociones: la
derrota en las islas y el dolor de ver el país en el que estábamos viviendo”, dice el historiador y
escritor Federico Lorenz, autor de numerosos libros sobre el tema
La suerte de unos, la tragedia de otros

Fernando Soto Roland también es historiador, y durante la guerra realizaba el servicio militar
en la Marina. Aunque finalmente no fue enviado al "teatro de operaciones, sí le tocó ver cosas
que hasta hoy lo sorprenden. A propósito del aniversario 40 del inicio del conflicto, contactó
recientemente a excompañeros, con los que ahora intercambia recuerdos de esos años.

"Simplemente fui un marinero y tuve mucha suerte”

"Fueron tres meses de ansiedad tremenda, tres o cuatro veces nos dijeron que iríamos a
Malvinas y, por razones que desconozco, ese traslado se descompuso”

"Tuve la suerte de no quedar inválido ni con problemas psiquiátricos, como tantos


veteranos”

"y ni siquiera sé hacer el nudo marinero. En la colimba me enseñaron, y mal, ahí no aprendí
nada”

Hay otros que tuvieron menos suerte. El estrés postraumático afectó fuertemente a muchos
combatientes, y un número desconocido, pero que fluctúa entre 300 y 450 de ellos, se
suicidaron tras la guerra. Otros enfrentan sus demonios escribiendo o formando agrupaciones
para reivindicar su papel como combatientes, y en muchos casos también como víctimas.

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