Está en la página 1de 76

Es por eso que las guerras no son para celebrar,

pero sí para recordar: sus aniversarios son una opor-


tunidad para tener presentes a quienes no están,
acompañar a los que quedaron y preguntarnos qué
vamos a hacer con ese recuerdo. Transformar un ani-
Prólogo versario en un momento de reflexión es una forma
Por Federico Lorenz de pensar en los demás, y entonces, hacer memoria
es muy importante.
Cuando decimos “Malvinas”, todos nos conmo-
vemos. Estas islas están ocupadas por Gran Bretaña
desde 1833, cuando un barco de guerra de esa poten-
cia desembarcó en sus costas y echó por la fuerza a
los pobladores criollos.
Casi ciento cincuenta años después, el 2 de abril

U na guerra es como tirar una piedra a las aguas


quietas de una laguna: la piedra se hunde y, desde
de 1982, los argentinos llegaron hasta allí y, durante
setenta y cuatro días, la bandera celeste y blanca fla-
meó otra vez en las islas. Ese fue el tiempo que duró
el lugar donde impacta, se van haciendo círculos la guerra; porque los ingleses enviaron una flota
concéntricos y todo se modifica. Nuestro proyec- para apoderarse nuevamente del archipiélago y se
til pega en un lugar determinado pero sus efectos inició la contienda.
alteran la superficie del agua, que antes estaba Los que fuimos testigos de esa guerra no la vamos
tranquila y en paz, y ahora se agita en ondas que se a olvidar nunca. Porque leíamos los diarios, escuchá-
hacen cada vez más grandes. bamos la radio y veíamos la tele, o teníamos a alguien
La guerra es algo terrible, aunque responda a allá, en el sur, peleando. Tampoco es posible olvidar
motivos que muchos consideren justos. Porque la que vivíamos, desde 1976, bajo la dictadura militar;
gente arriesga su vida, a veces la pierde, y aunque había represión, los militares que habían recuperado
sobreviva, queda herida: lo vivido queda en su men- las Malvinas eran los mismos que en esos años habían
te y en su cuerpo para siempre. Y no es algo terrible secuestrado y asesinado a personas, reprimido a obre-
solamente para los soldados, sino también para sus ros y estudiantes, prohibido libros y expulsado del
familias, sus amigos, sus compañeros de colegio. país a miles de compatriotas. Éramos un país triste,

7 8
oprimido, en el que era peligroso decir lo que uno Méndez lo ha hecho: vivió esa época, y todas esas
pensaba, donde había censura y represión. emociones están aquí, encarnadas en historias co-
En mis recuerdos de niño, ver a tanta gente junta munes: la de Leo, el narrador; la de su familia mar-
en la calle celebrando que habíamos recobrado las platense; la de Lalo, que debió ir a la guerra.
Malvinas fue una verdadera sorpresa. Porque en Todos esos personajes representan a personas
aquellos años las calles, en general, eran un lugar comunes, como ustedes, como yo. Porque es impor-
peligroso. Creo que también por eso tanta gente se tante que no olvidemos que a la guerra va la gente
aferró con emoción a la posibilidad de estar uni- común, y especialmente los jóvenes, que podrían
dos detrás de algo justo. Y, después de la derrota, ser maestros, bancarios, jugadores de fútbol, ver-
muchos prefirieron no ver, o mirar para adelante. duleros, escritores, camioneros, padres, hermanos,
Porque cuando la guerra terminó fue muy difícil novios, y que no siempre vuelven. Como una piedra
albergar en el corazón el entusiasmo vivido duran- que cae en una laguna, la guerra parece que golpea
te los días, entre abril y junio, en que las Malvinas a una sola persona, pero, igual que las ondas expan-
fueron plenamente argentinas; a la frustración de sivas, alcanza a muchas más y el daño que produ-
haber perdido, a la tristeza de saber que tantos jó- ce es enorme. Mario Méndez logra condensar en la
venes habían muerto, se sumaba el conocimiento, historia de un soldado chubutense y de una familia
cada vez más claro, de las barbaridades que venían de Mar del Plata muchas de las angustias y expe-
sucediendo en el país, desde hacía años. Porque riencias propias de una guerra. También nos lleva
también ocurrió que, con la derrota en Malvinas, de la mano a aquellos años de la dictadura, de los
mucha gente empezó a preguntarse en qué país ha- peores de la Argentina, en los que a pesar de todo
bía vivido, comenzó a informarse, a hablar y, de a también fueron posibles el amor y la solidaridad,
poco, les fue perdiendo el miedo a los militares. que son las dos fuerzas que nos salvan como per-
Las sonrisas perdidas les va a permitir asomarse sonas, fuerzas que muchas veces debieron crecer
a aquellos días tan difíciles y contradictorios. Los como esas plantitas que se prenden en el menor
escritores tienen la capacidad de inventar mundos resquicio que una pared les deja.
para que nos asombremos y nos conmovamos. A Los personajes en esta novela son personas a las
veces es más complicado escribir sobre el tiempo que les tocó vivir un hecho extraordinario: una gue-
vivido por nosotros mismos, porque implica hablar rra y sus terribles consecuencias. Estoy seguro de que
sobre momentos en los que pasamos con mucha en algún momento de la lectura pensarán: “Yo podría
intensidad por emociones muy diferentes. Mario haber sido Leo, o Lalo, o Marcela, o la Inglesita…”.

9 10
Entonces, en ese ejercicio de ponerse en el lugar del
otro, aunque esos otros estén lejos de nosotros en el
tiempo, podrá surgir para quienes más sufrieron la
guerra alguna reparación. Aunque nada nos devuelva
por completo todas las sonrisas perdidas.

11

También podría gustarte