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CULTURA AYMARA

INTRODUCCION

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LA CULTURA AYMARA

I. CONTEXTO

I.1. Escenario Geográfico

La cultura aymara se desarrollo en la puna o altiplano andino. La parte norte de


este territorio tiene un pequeño declive de norte a sur desde el lago Titicaca con
3.812 metros de altitud hasta el lago Poopo con 30690 metros. La parte más baja
está situada al Sur, en el Salar de Uyuni con 3.650 metros.

I.2. Género y Clase en el Contexto Cultural Aymara

Según Filomena Miranda En el contexto cultural aymara, existen diferentes grupos


que se caracterizan por tener algunas costumbres y tradiciones en común, donde
la lengua es un elemento aglutinador. Estos grupos se pueden clasificar en cuatro:
 En un primer grupo se encuentran los aymaras del ayllu o comunidad
contexto en el cual hay una aproximación sanguínea, espiritual, étnica y
cultural. Los miembros de la comunidad o ayllu tiene intereses y
experiencias compartidas en lo simbólico. En este contexto, existe la
complementariedad política simbólica, ligada a la jerarquía de cargos,
desde el inferior hasta la autoridad máxima, que es ejercida en función de la
tenencia de la tierra, desde una perspectiva del deber y servicio a la
comunidad.
 El segundo grupo está constituido por los aymaras que viven en la marka
(pueblo). A pesar de tener la lengua y la cultura aymara, también han
incorporado muchos elementos urbanos, de ahí que se les pueda
denominar mestizos culturales.
 El tercer grupo lo constituyen los aymaras que migran a las ciudades, ellos
viven tanto en la ciudad de El Alto (La Paz), como en las zonas populares

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de la hoyada paceña, también pueden vivir en zonas periféricas de las


ciudades de Oruro, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
En este grupo existen mestizos culturales que de alguna forma mantienen
lazos con el campo.
 Un cuarto grupo de aymaras que todavía conversan la lengua y algunos
valores culturales pueden adquirir aun más actitudes de mestizo cultural. 3

I.2.1.  Economía.

 La base de la economía aymará fue el cultivo de la papa del cual conocían 200
variedades además producían oca, quinua, cañagua y ullucu, papaliza, criaban y
domesticaban animales especialmente la vicuña, la alpaca y la llama, estos
animales le servían de carga, de su lana tejían en vino y otros colores oscuros sus
ropas y frazadas, de sus huesos trabajaban utensilios de diferentes usos

I.2.2. Religiosidad.

Los aymarás son seres profundamente religiosos. Todo cuanto les rodeaba, desde
su nacimiento hasta su muerte, tiene un sentido mágico-religioso. Sus rituales son
solemnes, complicados y en ellos hacen grandes ofrendas de diversos tipos. Uno
de los sacrificios de mas antigua raigambre y mayor importancia, es la que se le
hace a la Pachamama (Madre tierra) ofreciéndole una o varias llamas.

La “wilancha” o sacrificio de la llama para agrado de la Pachamama (Madre tierra),


se produce en presencia de toda la comunidad y la lleva acabo el yatiri o sabio de
la comunidad quien rocía la sangre del animal en el suelo y hacia los puntos
cardinales invocando a los dioses tutelares.

I.3. Costumbres, vestimenta y vivienda

Vivienda poco o nada ha evolucionado en algunas regiones es cónica en forma de


horno y en muchas es triangular con techo de paja con Huatojata, hacia el lago las
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casitas son higiénicas y habitables con ventanas de vidrio y pequeños jardines por
obra de las misiones evangélicas, ocupa el altiplano especialmente La Paz parte
de Oruro y Potosí, su vestimenta varia de un lugar a otro, asi en el ribereño del
sagrado lago Titicaca, la mujer emplea una oscura vestimenta que la teje de lana
de llama, el varón usa poncho, un pantalón ajustado y sacon colgado que se
alarga hasta los pies en forma de envoltura ceñido a la cintura con una faja y
ambos calzan abarcas.

I.3.1. Creencias

Esta tradición milenaria que se ha conservado en su cosmovisión ancestral, se


dice que la llegada de todos los años es para el bienestar y la buena fertilización
de la cosecha. Lo mismo y similar al año nuevo tradicional, para los creyentes los
años venideros sea una gran prosperidad quienes lo deseen. Los sacerdotes
comunarios, realizan rituales y dan agradecimiento a la Pachamama como un
deseo de bendición.

II. COMO SE TRADUCEN LAS RELACIONES DE GENERO EN LA


CULTURA AYMARA

A continuación se presentaran como se traducen las relaciones de género en la


cultura aymara:

Responsabilidad económica dentro del hogar


Según Filomena Miranda, En la cultura aymara, el hombre casado gana el
sustento económico desplegando un gran esfuerzo físico. Esto se observa en las
actividades agrícolas, ganaderas y en la venta de animales grandes, como ganado
vacuno y ganado auquénido. Cuando un hombre sale de la comunidad en busca
de trabajos temporales, el generalmente trabaja de q´ipirapita (Cargador) o en
actividades agroindustriales, tareas en las que despliega esfuerzo y resistencia
física.

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La mujer, en complementación, lo apoya en la comercialización de los excedentes


agropecuarios, la venta de animales pequeños y los trabajos agropecuarios que
requieren menor esfuerzo físico. El rol más activo de la mujer se aprecia en la
crianza y educación de los hijos y otras tareas de su hogar y de la comunidad.

La mujer aymara en contextos comunarios, desarrolla sus actividades en la casa y


en la comunidad. Por ello es considerada como cimiento del hogar; administra el
dinero que gana el esposo, tiene a su cargo el cuidado de los bienes del hogar,
cuida a los hijos, a los animales y a su entorno (medio ambiente).

Según Filomena Miranda, En la relación de los conyugues la conducción de dicha


relación es asumida por la mujer y en consecuencia, ella asume la toma de
decisiones. Estos casos pueden ser tomados como excepcionales, puesto que en
el comportamiento general de los aymaras son los varones quienes conducen la
relación conyugal.

2.1. Crianza de los Hijos


Según Filomena Miranda, La mujer se encarga de la crianza de los hijos los
alimenta, da amor, cuida y transmite los valores culturales a .los hijos. La crianza
de los hijos se compara con cada una de las actividades que se realizan en el
tejido en telar. La mujer empieza desde el hilado, torcelado, teñido y culmina en el
tejido. Así como un tejido de buen acabado está listo para usos sociales o rituales;
así también los hijos deben estar preparados para asumir responsabilidades en la
vida de adulto, para así asumir responsabilidades dentro de la familia y la
comunidad.

2.2. Autoridad dentro del Hogar


Según Filomena Miranda, la autoridad del jefe del hogar se le otorga al marido el
poder no solamente de decidir sobre el destino de la economía familiar sino el

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destino y la vida de cada uno de los integrantes de la familia. El marido decide en


general, si la mujer trabaja o no, el trabajo que puede o no ejecutar. Asimismo
ejerce su dominio directo sobre el cuerpo de su mujer.

2.2.1. Rol del hombre y la mujer fuera y dentro del hogar

Según Filomena Miranda, la mujeres “de dentro” del hogar, es decir cumple su rol
dentro de la casa y el hombre es “de fuera”, por lo que cumple sus labores fuera
del hogar. Esto implica una permisividad diferente en cuanto a la ausencia del
hogar, para el hombre y la mujer. Desde la base cultural aymara, la mujer es la
persona que habitualmente desarrolla sus actividades en la casa y en la
comunidad. Ella administra los bienes de la casa, cuida y alimenta a los hijos
cuando son pequeños. Si la mujer de contextos comunitarios debe viajar a vender
el excedente de lo que produce, lo debe hacer siempre por poco tiempo. En
cambio, el hombre habitualmente desarrolla sus actividades fuera de la casa y
fuera de la comunidad. En ciertas épocas, en contextos comunitarios, el viaja en
busca de trabajo temporal a las ciudades o fuera del país para ganar el sustento
económico, ya que los hombres pueden estar fuera del hogar por meses y años.

2.2.2. Atributos y roles sociales entre hombres y mujeres


Según Filomena Miranda, El hombre representa la autoridad en el hogar y en la
comunidad. La autoridad que representa el hombre es base para el respecto. Así
independientemente de sus defectos físicos o psicológicos, se dice que el hombre
siempre debe ser respetado. En caso de estar casado, este respeto se proyecta
desde su esposa, sus hijos y la comunidad.
Entre los aymaras el hombre representa la autoridad. A su vez la autoridad que
representa el hombre es base para el respeto en el hogar y la comunidad, ya que
ser hombre implica tener fuerza, vencer siempre; entonces, si el hombre no se
impone por la razón, se impone por la fuerza que posee.

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2.2.3. Acceso y Participación de los Hombres y Mujeres en el Ámbito


Político.
Según la Coordinadora de la Mujer, las mujeres asumen cargos de autoridad tan
sólo en calidad de acompañantes o Mama T’allas de sus esposos. Este papel y la
necesidad de participar como pareja en los actos públicos, se observa incluso
cuando una viuda asume un cargo, ya que en estos casos debe ser acompañada
por su hijo mayor o por algún otro varón de la familia. Los roles que cumplen las
mujeres y los varones como autoridades son diferentes y la noción de Mallku y
T’alla ratifica la complementariedad de la pareja cuando asumen el cargo.

III.- DIVISION GENERICA DEL TRABAJO EN LA CULTURA AYMARA

El rol es una categoría del análisis sociológico que se refiere a las asignaciones
relativas a las formas de ser, de sentir y de actuar, que una colectividad señala a
las personas que la integran, pero también a la forma en que las personas asumen
y expresan en la vida cotidiana tales asignaciones. Así, los roles son
especializaciones sociales generadas sobre la base de expectativas y exigencias
colectivas y subjetivas, a partir de criterios tan variados como la raza, edad,
religión, clase social o afiliación política.

El género es el criterio más utilizado universalmente para clasificar a las


personas; en todas las sociedades, la división más primaria es la que se hace
entre los roles que corresponden a las mujeres y los que corresponden a los
varones. Tal diferenciación comienza en la actividad procreadora y se extiende al
resto de las actividades siguiendo una lógica como ésta: las mujeres paren y, por
tanto, ellas se especializan en cuidar a las criaturas; por tanto, lo femenino es lo
maternal y lo doméstico, contrapuesto a lo masculino, que es lo público.

A partir de estas clasificaciones, los roles de las mujeres y de los hombres son
tipificados simbólicamente como expresiones de la feminidad y la masculinidad, y

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normativizados hasta convertirse en rígidos estereotipos que limitan las


potencialidades de las personas, al estimular o reprimir los comportamientos en
función de su adecuación al ideal femenino o masculino. A pesar de que, en su
desarrollo individual, cada persona se adecua en mayor o menor medida al
conjunto de expectativas y comportamientos considerados propios de su género,
los roles de género están tan hondamente arraigados que llegan a ser
considerados como la expresión de los fundamentos biológicos del género.

La diferenciación por género de las actividades, responsabilidades y expectativas


no ocurre al margen de otras divisiones que estructuran las relaciones entre
mujeres y hombres. Una creciente separación entre el ámbito privado (familiar o
doméstico) y el ámbito público ha dado lugar a una primera división genérica del
trabajo, que asigna a las mujeres las actividades relacionadas con el cuidado de la
familia y a los hombres la actuación en las esferas públicas. De aquí se deriva una
especialización de las mujeres en los roles reproductores (como madres y
responsables del bienestar familiar) y de los hombres en los roles productores
(trabajadores remunerados, proveedores del sustento económico al hogar).
El tejido es la actividad que fundamentalmente caracteriza a la mujer, ya que
desde muy temprana edad las niñas aprenden a expresar su feminidad mediante
el tejido y el canto, la joven llegara a demostrar esta habilidad en los distintos
aguayos, hechos por ella, y lucirá a la competencia con otras muchachas, durante
las fiestas de la comunidad; así exponiendo su habilidad de tejedora, será
codiciada por muchos jóvenes del lugar, para futura esposa, es por ello que el
tejido dentro de la cosmovisión andina constituye la fuerza motivadora que enlaza
a hombres y mujeres a partir del matrimonio.
Por otra parte el tejido es considerado como principio de educación que imparten
las madres, conforme van creciendo van produciendo las distintas vestimentas u
objetos que servirán de uso personal, una vez llegado al matrimonio su habilidad
de tejedora se demostrará en el poncho que servirá al marido.

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Aquí, la división sexual del trabajo asigna a esposas y esposos actividades


diferenciadas. El trabajo productivo es desarrollado por ambos, produciendo
valores de uso y de cambio que significan ingresos directos para dicha unidad o
que van al consumo interno. El trabajo productivo asalariado es desarrollado
principalmente por los esposos, quienes se desplazan a otros lugares. Aún cuando
en las representaciones el esposo es el principal responsable y proveedor, en la
práctica la esposa también aporta económicamente a los ingresos de esa unidad,
con valores de uso y de cambio, comercializados principalmente por los esposos
que tienen más posibilidades de movilizarse. Las esposas desarrollan, en forma
exclusiva, las actividades reproductivas de mantenimiento diario de la unidad
doméstica. Esto implica cuidado y atención de guaguas y esposo: preparar
alimentos y realizar lo necesario para la reproducción de la unidad doméstica. La
llegada de las guaguas limita su movilidad a otros lugares, recargándola de
nuevos trabajos puesto que el cuidado y mantención de éstas es de su exclusiva
responsabilidad.
Los trabajos reproductivos como productivos son desarrollados por las mujeres
inclusive en el tiempo de embarazo.

El trabajo domestico, al significar un proceso de reproducción de las fuerzas


productivas queda invisibilizado y por tanto no remunerado ya que no esta
considerado como trabajo. En todas las sociedades se asocia a la mujer con el
trabajo reproductivo y al varón con el productivo, la mujer casi siempre es la
responsable del cocinar, lavar la ropa, atender a los hijos, limpiar la casa y todo lo
que tenga que ver con el cuidado del hogar y la familia así tenga que trabajar fuera
del espacio domestico. El varón, prácticamente es ajeno al trabajo del hogar,
normalmente esta fuera de casa, ocupado no solamente en su actividad laboral
sino en cualquier ocupación externa al hogar.

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IV.- EL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER AYMARA

En las comunidades aymaras se presenta la organización sindical, donde el


secretario general es la máxima autoridad; mientras el mallku lo es en aquellas
que tienen autoridades étnicas tradicionales quienes ejercen representación
política.

En estas comunidades, con el sistema de autoridad originaria, se empieza a


asumir el cargo en pareja, chacha – warmi (hombre – mujer); mientras el sindicato
se vincula con derechos de acceso a la tierra y a la ciudadanía. En este sentido,
se puede considerar que en las comunidades aymaras se adoptan sistemas
tradicionales de las autoridades, donde las mujeres asumen cargos de autoridad
en calidad de acompañante o mama t”allas de sus esposos. Ese papel y la
necesidad de participar como pareja, mallku y t”allas, en los actos públicos ratifica
la idea de complementariedad cuando se asume un cargo.

Según la Coordinadora de la Mujer, en la organización de las autoridades no se


llega a reconocer una representación de las mujeres en cuanto tales. Aun las
viudas deben estar acompañadas por un familiar varon para asumir el cargo y no
pueden acceder a niveles superiores de autoridad, como el de jach”a mall”ku.

En tanto, que entendiendo el Empoderamiento como un proceso por medio del


cual las mujeres incrementan la capacidad de configurar sus vidas y las de su
entorno; es una evolución sobre la conciencia, el estatus y la influencia que
pueden ejercer en la interacción social.

Considerando estos aspectos a los que se alude por empoderamiento, se puede


considerar que en la cultura aymara, aun se mantienen ciertas restricciones en
cuanto a un par complementario, puesto que en estas culturas el machismo y el
patriarcado se ven fuertemente enmarcados, imposibilitando que la mujer aymara
se inserte a espacios públicos que le permitan participar en los distintos procesos,
otorgándole nuevamente el rol reproductor y las tareas domesticas, tanto por

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parte de la familia, como de la misma sociedad, quienes asignan roles


diferenciales, sin considerar la capacidad de las mujeres aymaras en los distintos
ámbitos.

V.- MUNDO PÚBLICO Y MUNDO PRIVADO

Lo que buscamos es establecer algunos criterios para abordar un tema


trascendental para la construcción del movimiento de mujeres y el logro de la
equidad e igualdad que postula: el espacio doméstico, el tejido de relaciones que
se establecen en la pareja/familia y entre mujeres de diferentes sectores sociales
en el ámbito intrafamiliar.

El trabajo doméstico, ¿el lugar de la mujer?

Hablar sobre el trabajo doméstico nos lleva de manera directa a la reflexión sobre
las mujeres, los roles que les son asignados y nuestra relación con el mundo
privado y el mundo público, con las esferas productiva y reproductiva. Las
sociedades jerárquicas y discriminatorias se establecen sobre una serie de mitos
culturales que justifican su estructura social.

Uno de los mitos que sostiene la sociedad patriarcal es que las «labores
domésticas» constituyen, por excelencia, el “lugar natural” de las mujeres por su
relación cercana con la reproducción biológica. Más allá de la credibilidad que este
mito inspire, lo cierto es que para la mayoría de las sociedades modernas el
trabajo doméstico es y ha sido considerado como el reino de la feminidad.

La asignación de roles dentro de la familia nuclear tiene, por tanto, la función de


establecer los límites en los que prioritariamente se mueve una mujer (y
seguramente también un hombre), y son parte de una asignación en su identidad
culturalmente construida.

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Jerarquías en el trabajo del hogar

En general todos participan del trabajo del hogar, hombres mujeres, niñas, niños,
ancianos, pero lo hacen de manera diferenciada y jerarquizada. La división del
trabajo al interior de la familia reproduce la pirámide social en la que las mujeres
ocupan la base, realizando las tareas más pesadas y lo hacen con una mayor
responsabilidad y en la vinculación de su identidad. El hombre generalmente no
se hará cargo de lavar el baño, zurcir los calcetines, vigilar la temperatura de los
niños pequeños, salvo contadas excepciones.

Por ello al interior de la familia y a partir de la división del trabajo, se construyen y


reafirman jerarquías sociales consideradas “universales¨”, y se construyen sujetos
sociales hombres, mujeres, adultos niños, empleadores, empleadas; todas ellas
basadas en relaciones de poder características de una sociedad que otorga
libertades y privilegios de dominio al sexo masculino con respecto del femenino;
es decir, una sociedad patriarcal.

Por eso decimos que el ser mujer es una construcción social que se da en un
tiempo y un espacio determinados y se construye no sólo a partir de procesos de
identificación y diferenciación respecto de hombres sino también respecto de otras
mujeres.

VI. OTROS ASPECTOS RELEVANTES

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  SUGERENCIAS DEL CONTEXTO DE LA CULTURA AYMARA

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