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INTRODUCCION
LA CULTURA AYMARA
I. CONTEXTO
I.2.1. Economía.
La base de la economía aymará fue el cultivo de la papa del cual conocían 200
variedades además producían oca, quinua, cañagua y ullucu, papaliza, criaban y
domesticaban animales especialmente la vicuña, la alpaca y la llama, estos
animales le servían de carga, de su lana tejían en vino y otros colores oscuros sus
ropas y frazadas, de sus huesos trabajaban utensilios de diferentes usos
I.2.2. Religiosidad.
Los aymarás son seres profundamente religiosos. Todo cuanto les rodeaba, desde
su nacimiento hasta su muerte, tiene un sentido mágico-religioso. Sus rituales son
solemnes, complicados y en ellos hacen grandes ofrendas de diversos tipos. Uno
de los sacrificios de mas antigua raigambre y mayor importancia, es la que se le
hace a la Pachamama (Madre tierra) ofreciéndole una o varias llamas.
casitas son higiénicas y habitables con ventanas de vidrio y pequeños jardines por
obra de las misiones evangélicas, ocupa el altiplano especialmente La Paz parte
de Oruro y Potosí, su vestimenta varia de un lugar a otro, asi en el ribereño del
sagrado lago Titicaca, la mujer emplea una oscura vestimenta que la teje de lana
de llama, el varón usa poncho, un pantalón ajustado y sacon colgado que se
alarga hasta los pies en forma de envoltura ceñido a la cintura con una faja y
ambos calzan abarcas.
I.3.1. Creencias
Según Filomena Miranda, la mujeres “de dentro” del hogar, es decir cumple su rol
dentro de la casa y el hombre es “de fuera”, por lo que cumple sus labores fuera
del hogar. Esto implica una permisividad diferente en cuanto a la ausencia del
hogar, para el hombre y la mujer. Desde la base cultural aymara, la mujer es la
persona que habitualmente desarrolla sus actividades en la casa y en la
comunidad. Ella administra los bienes de la casa, cuida y alimenta a los hijos
cuando son pequeños. Si la mujer de contextos comunitarios debe viajar a vender
el excedente de lo que produce, lo debe hacer siempre por poco tiempo. En
cambio, el hombre habitualmente desarrolla sus actividades fuera de la casa y
fuera de la comunidad. En ciertas épocas, en contextos comunitarios, el viaja en
busca de trabajo temporal a las ciudades o fuera del país para ganar el sustento
económico, ya que los hombres pueden estar fuera del hogar por meses y años.
El rol es una categoría del análisis sociológico que se refiere a las asignaciones
relativas a las formas de ser, de sentir y de actuar, que una colectividad señala a
las personas que la integran, pero también a la forma en que las personas asumen
y expresan en la vida cotidiana tales asignaciones. Así, los roles son
especializaciones sociales generadas sobre la base de expectativas y exigencias
colectivas y subjetivas, a partir de criterios tan variados como la raza, edad,
religión, clase social o afiliación política.
A partir de estas clasificaciones, los roles de las mujeres y de los hombres son
tipificados simbólicamente como expresiones de la feminidad y la masculinidad, y
Hablar sobre el trabajo doméstico nos lleva de manera directa a la reflexión sobre
las mujeres, los roles que les son asignados y nuestra relación con el mundo
privado y el mundo público, con las esferas productiva y reproductiva. Las
sociedades jerárquicas y discriminatorias se establecen sobre una serie de mitos
culturales que justifican su estructura social.
Uno de los mitos que sostiene la sociedad patriarcal es que las «labores
domésticas» constituyen, por excelencia, el “lugar natural” de las mujeres por su
relación cercana con la reproducción biológica. Más allá de la credibilidad que este
mito inspire, lo cierto es que para la mayoría de las sociedades modernas el
trabajo doméstico es y ha sido considerado como el reino de la feminidad.
En general todos participan del trabajo del hogar, hombres mujeres, niñas, niños,
ancianos, pero lo hacen de manera diferenciada y jerarquizada. La división del
trabajo al interior de la familia reproduce la pirámide social en la que las mujeres
ocupan la base, realizando las tareas más pesadas y lo hacen con una mayor
responsabilidad y en la vinculación de su identidad. El hombre generalmente no
se hará cargo de lavar el baño, zurcir los calcetines, vigilar la temperatura de los
niños pequeños, salvo contadas excepciones.
Por eso decimos que el ser mujer es una construcción social que se da en un
tiempo y un espacio determinados y se construye no sólo a partir de procesos de
identificación y diferenciación respecto de hombres sino también respecto de otras
mujeres.