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Volumen I
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ISBN: 978-84-695-8254-1
Depósito legal: BI-888-2013
Impreso en España /
pág. 11
Presentación
Ignacio Sánchez Galán
pág. 13
Reflexiones preliminares
pág. 21
Introducción
Manuel Aragón Reyes
pág. 33
La vertiente jurídica
En la enfermedad y en la salud:
medicina y sanidad españolas en Marruecos (1906-1956)
Francisco Javier Martínez Antonio
pág. 363
sos países europeos e instituciones privadas abrieron en el norte del país di-
ferentes escuelas lo que supuso la introducción de nuevos modelos educa-
tivos en la región (González: 2011). Cada uno de ellos estaba dirigido a un
sector de la población en función de su nacionalidad y confesión religiosa.
Tras el establecimiento del Protectorado en 1912 se desarrolló un triple mo-
delo educativo, cada uno de ellos con fines ideológicos definidos: la escuela
colonial, la escuela nacionalista y la escuela tradicional.
La escuela tradicional estaba representada por las escuelas coránicas
—ligadas a las mezquitas para los marroquíes musulmanes—, y las escue-
las talmúdicas —vinculadas a las sinagogas y a las que asistían los marro-
quíes de confesión hebrea—. Esta enseñanza había permanecido inaltera-
da durante siglos. Se basaba en la enseñanza religiosa a través del estudio
del Corán y del Talmud y de la lengua árabe y hebrea respectivamente. La
enseñanza coránica dependía del Ministerio del Habús, que estaba bajo la
intervención de la Alta Comisaria; y la hebrea, del gran rabino.
El modelo colonial incluía diferentes centros de enseñanza: enseñan-
za española tanto privada como pública —a las que asistían estudiantes
españoles mayoritariamente y marroquíes de manera puntual—, escuelas
hispano-árabes y escuelas hispano-israelíes —ambas destinadas a una po-
blación marroquí, los musulmanes acudían a las primeras y los judíos a las
segundas—. España y lo español constituían el elemento principal sobre el
que se articulaba el triple modelo educativo a la vez que se introducía en
cada uno de ellos elementos propios. El modelo de escuela colonial estaba
destinado a la educación de españoles y a la formación de una población
marroquí afín al régimen español, cuyos estudiantes debían ocupar en el
futuro puestos intermedios en la administración como traductores, intér-
pretes o secretarios.
Las escuelas de creación española destinadas a la población marroquí
fueron espacios de difusión de la lengua y cultura española. Esto debía fa-
vorecer una mayor penetración lingüística y la formación de una elite ma-
rroquí bajo los principios ideológicos del colonizador. De este modo, se re-
conocía la enseñanza como medio de civilización y penetración colonial.
Este esquema educativo era similar al de otros países colonialistas como
Francia (Segalla: 2009), que contaba en el norte de Marruecos con las es-
cuelas financiadas por la Alianza Francesa (Chaubet: 2006), las escuelas
franco-árabes y centros de la Alianza Israelita Universal (Laskier: 1983).
La enseñanza española privada estaba a cargo de las órdenes religio-
sas (Lourido: 1996), como las de los franciscanos y la Compañía de María,
si bien durante el último tercio del siglo XIX maestros españoles abrieron
política educativa nacionalista, lo que provocó cierto malestar entre los di-
rigentes nacionalistas que consideraron a sus miembros como traidores a
la causa de Marruecos. Desde el partido de Abdeljalek Torres se acusó al
Consejo de ser un organismo contrario al nacionalismo, cuyo objetivo se re-
ducía a la ostentación de cargos públicos y al enriquecimiento personal, por
lo que consideraron aconsejable su disolución. A estos motivos se añadía el
intento, por parte del presidente del Consejo, Ahmed Erhoni, así como por
los miembros no pertenecientes a las filas del partido reformista de Abde-
ljalek Torres, de promulgar una normativa sobre enseñanza musulmana
que implicaría la desaparición de las escuelas fundadas por los naciona-
listas. La creación del Consejo permitió a las autoridades incrementar las
disensiones surgidas en el seno del movimiento nacionalista en torno a los
partidarios del Partido Reformista de Abdeljalek Torres y los seguidores del
Partido Unidad Marroquí liderado por Mequi Nasiri.
Esta situación se sumaba a la escasa valoración que se tenía de él en
la Delegación de Educación y Cultura dirigida por el capitán Tomás Gar-
cía Figueras. La Delegación consideraba que no daba prestigio a la políti-
ca española en Marruecos, ni que tampoco cumplía sus propósitos funda-
cionales. A pesar de tener que reunirse mensualmente, esto ocurría raras
veces debido a que, pese a la obligatoriedad de establecer su alojamiento
en Tetuán, gran parte de sus miembros mantenía su domicilio en puntos
alejados de la capital del Protectorado. Esto dificultó la inmediatez de las
reuniones, encareciendo el presupuesto destinado a la institución. La alter-
nativa barajada fue la reducción del número de representantes de las regio-
nes del Rif y del Kert, alegando su baja formación religiosa y su escasa ido-
neidad para el cargo. Ante esta situación, la Alta Comisaría introdujo una
serie de reformas descartando la disolución del Consejo.
En 1944, la Alta Comisaría descartó su disolución y procedió a su reor-
ganización. Esta decisión estuvo motivada por varios factores. La reforma
del Consejo intentaba satisfacer al movimiento nacionalista y a la vez per-
mitía reforzar la función interventora hacia toda la enseñanza musulmana.
Las autoridades locales de las regiones del Lucus y Gomara manifestaron
su disconformidad por la ausencia de consulta a los diferentes organismos
regionales para el nombramiento de los miembros del Consejo y por la au-
sencia de un representante de estas regiones en su junta directiva. En el
caso de la región del Rif, se consideró que el nombramiento de un único re-
presentante de su región era insuficiente. Las críticas eran reflejo de la riva-
lidad existente en distintos ámbitos de la administración (Vilanova: 2004)
acentuada en la dicotomía urbano versus rural.
Para los ideólogos del régimen franquista (Moga: 2008), como el mi-
litar Tomás García Figueras, España tenía la misión de devolver el favor
prestado por Marruecos siglos atrás. Esta historia compartida legitimaba
una misión cultural, que favorecía la imagen de España como país amigo
de Marruecos, sustentando el ideario de la hermandad hispano-marroquí.
Esta hermandad se basaba en un pasado común y pretendía enlazar tam-
bién con el pensamiento reformista salafí que defendía la necesidad de los
pueblos islámicos de no dejar perder su cultura y recuperar su antiguo es-
plendor. La política española intentaba distanciarse de la seguida por Fran-
cia presentándose como un país amigo, cuya misión perseguía el desarrollo
de los intereses marroquíes. En paralelo, los sectores africanistas españoles
difundieron una imagen de Francia centrada en el desarrollo de unos inte-
reses propios más que colectivos.
Las diferencias en la labor protectora de España y Francia no se re-
ducían al ámbito político, sino que transcendía a los ámbitos educativo y
cultural (González, 2010, Algora, 1996, e Ybarra, 1998). En diversas oca-
siones este discurso acusó al régimen francés de emplear el erario público
marroquí en beneficio propio para la construcción de un moderno sistema
de escuelas destinadas a su propia colonia, mientras que el marroquí era
ller de Estudios Árabes proyectado por Julián Ribera en 1904 (López Gar-
cía: 1983-4). Se introdujo el estudio del árabe (Arias y Feria: 2003) en su
doble variante: clásico y dialectal, la geografía e historia de Marruecos, de-
recho musulmán y administrativo y arte hispano-marroquí. Estas asigna-
turas eran consideradas como herramientas básicas de trabajo para todos
los funcionarios de la administración.
El alumnado fue mayoritariamente español, mientras que los estudian-
tes de origen marroquí tuvieron una baja representación, siendo más nume-
rosos los de confesión judía que los musulmanes. Este hecho venía marcado
por la trayectoria de colaboración que la comunidad hebrea había mante-
nido a lo largo de todo el Protectorado con España (Kenbib: 1994). Los es-
tudiantes españoles que se matricularon en el centro correspondían a una
doble tipología: personal laboral destinado en Marruecos que por su cargo
debía ampliar o mejorar sus conocimientos en lengua árabe y cultura ma-
rroquí, y jóvenes estudiantes de semíticas de las universidades españolas.
4.3. Instituto General Franco de Estudios e Investigación Hispano-Árabe
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