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Orlando Musumeci
Universidad de Quilmes
Institute of Education - University of London
Universidad de Buenos Aires
Conservatorio Alberto Ginastera
musumeci@mail.retina.ar
Resumen
La música es un fenómeno tan complejo que puede ser investigada desde múltiples
perspectivas. Así – sin pretender ser exhaustivo –, por un lado tenemos un grupo de
disciplinas que aplican métodos analíticos, históricos y filosóficos para estudiar los productos
de la música – las obras musicales y la teoría musical –, la vida de los compositores, o el
desarrollo de los distintos estilos y corrientes estéticas. Por otro lado, existen numerosos
abordajes que aplican los métodos de las ciencias naturales al estudio de los aspectos físicos
de la música (acústica), y de la relación de sus elementos estructurales con la percepción
subjetiva (psicología cognitiva) o la actividad cerebral (neurociencia). A pesar de la
innumerable cantidad y diversidad de enfoques, y con algunas excepciones en el campo de la
educación musical y la psicología de la música, la mayoría de ellos tienen en común que
abordan la música como si fuera un fenómeno natural similar a, digamos, la gravedad, y por
ende en su estudio se ignora el factor social.
Pero todas las situaciones que implican la producción o audición musical suceden en un
contexto social, en el curso del desarrollo musical siempre hay involucradas otras personas, y
la pertenencia a grupos sociales influye en las preferencias y conductas musicales de todos
nosotros. Desde hace varias décadas los investigadores en música se han visto interesados por
las interacciones sociales que tienen lugar en la mayoría de los contextos de actividad
musical, incluidas su ejecución, composición y enseñanza (ver Davidson 2004 para una
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reseña, Kingsbury 1988), y por los factores socioculturales que afectan la manera en que
definimos nuestros gustos estéticos y valoramos determinados estilos, géneros y conductas
musicales (ver Hargreaves y North 1997, Kramer 1996, Small 1977, Walker 2004). Pero lo
más importante de estos estudios es que han fortalecido la idea – relativamente reciente – de
que la música constituye fundamentalmente un acto social, y que la participación de las
personas en actividades musicales no es un aspecto secundario o contingente, sino que hace a
la esencia misma de la música (ver Small 1999). Esto está generando un convencimiento de
que la música, lejos de ser un fenómeno natural, es producto y a la vez origen de la actividad
social humana, y como tal los aspectos sociales de ella están cobrando un interés e
importancia que antiguamente no tenían.
Aunque es una verdad de Perogrullo repetir el hecho evidente de que los métodos dependen
del objetivo de investigación y de las preguntas que se hagan, resulta necesario recordarlo
aquí para tener en cuenta las consecuencias que puede tener para la investigación este giro
hacia la conceptualización de la música como eminentemente un acto social. En lo sucesivo la
investigación de la música en cuanto arte requerirá de métodos propios de la filosofía y la
historia; en cuanto ciencia – a secas – necesitará de métodos empíricos que se basan
fundamentalmente en enfoques de tipo cuantitativo; pero en cuanto ciencia social sin duda
deberá adoptar métodos propios de la investigación en ciencias sociales, dentro de los cuales
el enfoque cualitativo ocupa un sitio preponderante. Es por eso que en el resto de este trabajo
reseñaré las principales características de los enfoques cualitativos para la investigación en
ciencias sociales, y sugeriré qué lugar pueden ocupar en la investigación musical.
LA REALIDAD
Los enfoques cualitativos han puesto al investigador en una situación privilegiada en cuanto
fuente de datos generados a partir de su propia experiencia, sus sentimientos y su
interpretación del tema bajo estudio. Al contrario de los enfoques tradicionales en donde se
pretende la invisibilidad del investigador para no contaminar la interpretación de los datos, en
los enfoques cualitativos ‘la subjetividad del investigador se convirtió en algo que debe
capitalizarse en lugar de exorcisarse’ (Glesne y Peshkin 1992). Así, ‘en esta nueva era el
investigador cualitativo hace más que observar la historia; juega un papel en ella’ (Denzin y
Lincoln 1998b: 13).
Así, con el convencimiento de que las partes no pueden entenderse sin su relación con el todo,
en lugar de abordar la complejidad de la realidad humana tratando de aislar artificialmente
variables, el investigador cualitativo admite esta complejidad y trata de reflejarla con la mayor
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cantidad de detalle posible, brindando descripciones ricas que no tratan de simplificar la
realidad sino de brindar elementos de juicio para comprenderla de una manera integrada.
Esta característica convierte a los métodos cualitativos en ideales para estudiar realidades que
se producen dentro de grupos que constituyen unidades sociales muy integradas a partir de
rasgos que pueden ser profesionales, étnicos, raciales, familiares, gremiales o institucionales,
o por compartir formas de vida y situaciones que hacen semejantes a las personas que los
componen. Esto ha hecho posible que los métodos cualitativos resulten adecuados para
reflejar el cambiante horizonte filosófico cultural de las últimas décadas, dando lugar a la
sensibilidad posmoderna que reclama un reconocimiento de la pluralidad de voces e intereses
que interactúan en nuestras sociedades, y permitiendo la generación de conocimiento legítimo
sobre grupos sociales que solían considerarse desviados bajo la óptica de concepciones más
rígidas del conocimiento. Los métodos cualitativos resultan ideales para estudiar grupos como
por ejemplo los músicos clásicos, o los músicos de banda, o los compositores, o los profesores
de conservatorio, ya que en todos los casos hay ‘reglas, tradiciones y roles [que] adquieren
significación particular en la conducta de los participantes’ (Mejía op. cit.: 284) de cada
grupo.
Cuestiones de validez
A partir de las diferencias ontológicas y gnoseológicas con los enfoques cuantitativos que
mencionamos, resulta claro que el criterio epistemológico tradicional de validez no encuentra
fundamento en los enfoques cualitativos. Dijimos que para estos enfoques el conocimiento es
fruto de una interacción entre el sujeto y el objeto, donde
Como justamente los enfoques cualitativos suelen estudiar casos particulares cuyo valor
reside en que son únicos, la confiabilidad en el sentido tradicional de replicabilidad resultaría
un contrasentido. Es por eso que la investigación cualitativa no obtiene una estimación de la
confiabilidad utilizando métodos estadísticos, sino que recurre a otros métodos. Una manera
es utilizar lo que se denomina triangulación de datos, y que consiste en recoger datos de
distintas fuentes y contrastarlos. Otra manera es pedir la colaboración de una persona experta
y con suficiente conocimiento del tema abordado para que evalúe la consistencia interna del
trabajo, lo que se ha denominado ‘corroboración estructural’ (Eisner op. cit.: 101).
Richardson (2000), por ejemplo, propone el siguiente conjunto de criterios alternativos para
evaluar investigaciones cualitativas:
Como vemos, los parámetros aluden al texto como resultado de la investigación, y hay un
interés manifiesto por evaluar los aspectos estéticos de éste, lo que nos lleva a considerar en la
próxima sección la forma que toma la presentación de resultados en la investigación
cualitativa.
Así como las ciencias exactas y naturales utilizan datos cuantitativos como números, gráficos,
tablas estadísticas y modelos matemáticos para presentar los resultados, la investigación
cualitativa da cuenta de sus hallazgos mediante palabras, textos, dibujos, fotos e imágenes, ya
que esos son los medios más adecuados cuando se trata de entender desde una perspectiva
holística el conjunto de cualidades interrelacionadas que caracterizan a un
determinado fenómeno social y el significado que éste tiene para las personas. Nuevamente
encontramos aquí que los números no constituyen instrumentos idóneos para reflejar estas
realidades complejas, mientras que sí lo son las descripciones detalladas de hechos, las citas
directas del habla de las personas, y todo tipo de testimonios que permita alcanzar un
conocimiento significativo de la realidad social.
Justamente – y de especial interés para los músicos artistas a quienes está dirigida esta
conferencia –, la investigación cualitativa ha ido borrando las fronteras entre la ciencia, y las
humanidades y las artes (Denzin y Lincoln op. cit.: 18), porque muchos artistas han sentido la
necesidad de expresar sus hallazgos utilizando formas artísticas como narrativas literarias,
poemas, obras de teatro, composiciones musicales, danzas, películas; cuando el objetivo es
transmitir ideas complejas los recursos son tan abundantes como lo sea la capacidad creativa
de los investigadores. Dentro de los enfoques artísticos de investigación la uniformidad y
estandardización de la forma es contraproducente; por el contrario, los investigadores buscan
‘explotar el poder de la forma para informar’ (Eisner op. cit.: 194–5), poniendo mucho
cuidado en la elección de las palabras que utilizan, la ubicación de ciertas ideas dentro del
informe, la modulación del tono y ritmo de la escritura, y el desarrollo de un estilo personal.
‘si “el autor” o “nosotros” concluyen algo, es más objetivo que si “yo” lo hago . . .
se proscriben los aspectos emocionales de la comunicación, de manera que
disminuye la oportunidad para entender empáticamente y comunicar las
cualidades de la experiencia humana’. (Eisner op. cit.: 90)
Pero los aspectos emocionales resultan cruciales e imprescindibles para transmitir los
aspectos fundamentales de la experiencia humana que los investigadores cualitativos
pretenden abordar. Por lo tanto, si un investigador desea transmitir – por ejemplo –
‘impresiones vagas, emociones personales, imperativos en conflicto’ (Sconiers y Roziek
2000), la utilización de un lenguaje impersonal resultaría completamente contradictorio e
incongruente. Afortunadamente para aquellos investigadores que tienen inclinaciones
artísticas, los géneros cualitativos les permiten redactar sus textos en primera persona, de
manera que
‘los lectores participen empáticamente de los eventos que describe el texto. Para
que el material escrito cumpla esta función, debe ser creado como una forma de
arte, y para hacerlo se requiere el deseo y la habilidad de prestar atención a la
forma de expresión, al uso de metáforas, al tempo y carácter del lenguaje’. (Eisner
op. cit.: 141)
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LA INTENCIONALIDAD
En cuanto a los fines, la ciencia tradicional busca comprender la realidad a partir de teorías
que puedan predecir la ocurrencia de los fenómenos que se investigan y – lógicamente – para
verificar esas teorías necesita de métodos cuantitativos que permitan evaluar con precisión las
variables involucradas y luego someterlas a análisis estadísticos. Pero – en cambio – la
investigación cualitativa tiene como intención principal comprender la significación del acto
social, esto es, ‘la estructura de motivaciones que tienen los sujetos, la meta que persiguen, el
propósito que orienta su conducta, los valores, sentimientos, creencias que los dirigen hacia
un fin determinado’ (Mejía op. cit.: 280), y no necesariamente predecir sus conductas futuras.
Justamente este fracaso para producir teorías capaces de predecir los fenómenos sociales es –
según Flyvbjerg (op. cit.) – lo que demuestra que, pese a los reiterados intentos, la aplicación
del modelo de las ciencias naturales a las ciencias sociales no ha funcionado.
Flyvbjerg sostiene que las ciencias sociales fronéticas pueden hacerse fuertes allí donde las
ciencias naturales epistémicas son débiles, es decir, respecto a la discusión acerca de qué
acciones sociales son buenas o malas para las personas. El mismo autor sostiene que la
frónesis entonces – siendo como es una deliberación acerca de los valores con referencia a la
praxis – es pragmática, variable, dependiente del contexto y orientada a la acción (op. cit.:
57). Basándose principalmente en la teoría social del poder desarrollada por Michael
Foucault, Flyvbjerg sugiere que los científicos fronéticos deben estudiar los fenómenos
sociales concentrándose en los valores y el poder, y haciendo la salvedad de que para la
ciencia fronética ‘el poder es visto como productivo y positivo, y no sólo como restrictivo y
negativo’ (: 131). En ese sentido muchas líneas de investigación social contemporáneas
dentro de las corrientes críticas, emancipadoras, interpretativas y de investigación acción,
podrían legítimamente considerarse fronéticas aunque sus objetivos no estén planteados en
estos términos de manera explícita.
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Los métodos de indagación
TIPO DE CARACTERÍSTICAS
INVESTIGACIÓN
Se orienta a la interpretación del significado de las acciones
humanas en el marco de una realidad dinámica. Esto hace que
el conocimiento vaya del todo a las partes y de éstas al todo
siguiendo un proceso iterativo, recurrente, en lo que se
Investigación denomina espiral hermenéutica; cada vuelta de la espiral
Interpretativa supone un nivel de mayor profundidad y comprensión de los
fenómenos estudiados. Estas características son compartidas
en mayor o menor medida por los restantes tipos de
investigación, ya que en un sentido general toda investigación
cualitativa es por definición interpretativa.
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TIPO DE CARACTERÍSTICAS
INVESTIGACIÓN
Nace a partir de los estudios de campo antropológicos y su
objeto de estudio son los grupos sociales como unidad
integrada. No interesa tanto examinar los hechos y acciones
sociales en forma aislada sino analizar los grupos como un
Investigación todo orgánico para determinar la influencia recíproca entre la
etnográfica cultura y el sujeto. La etnografía tiene un carácter naturalista y
como tal privilegia la observación participante, en la que el
investigador estudia sistemáticamente a un grupo o comunidad
desde dentro, en contacto directo con sus integrantes e
interviniendo en la vida cotidiana como uno más de la
colectividad.
Este tipo de investigación se propone analizar a los hombres y
mujeres concretos a través de su trayectoria biográfica. Suele
utilizar entrevistas en profundidad, combinadas con los datos
aportados por una variedad de documentos personales ––
Investigación mediante confesiones, epistolarios, diarios íntimos – o públicos –
historias de vida noticias periodísticas, crónicas, fotografías –. Se diferencia de
una simple biografía porque el objetivo es ir más allá del
discurso superficial del encuestado y descubrir las razones
profundas de sus actitudes y comportamientos. También hay
casos en los que el objeto de investigación es el propio
investigador – denominado método autobiográfico –, para lo
cual aplica las mismas técnicas al examen de su propia vida.
Este tipo de investigación constituye también una metodología
de intervención social, ya que en ella los sujetos participan
activamente con el investigador en el análisis de la realidad y
en las acciones concretas para modificarla, pues son los que
Investigación–acción mejor conocen sus problemas y pueden elegir mejor las
participativa propuestas que los beneficien. En ese sentido la población no
es considerada sólo como objeto de estudio, sino como sujeto
activo, modificando la relación tradicional de sujeto–objeto en
una relación sujeto–sujeto. Se destaca por ser un método de
carácter naturalista y práctico, que rescata los saberes
populares y encuentra su validación última en la práctica
social.
Consiste en el examen intensivo de un fenómeno particular
que puede ser una persona, comunidad, familia, región,
programa de intervención, evento, organización o barrio;
cualquier objeto de la realidad social puede constituirse, por su
importancia, en un caso de estudio. Lo que interesa es rescatar
la complejidad de un caso; se analiza no sólo el detalle
Investigación de casos del estado actual del caso, sino también el proceso evolutivo y
la interacción con los contextos. Un aspecto central en este
tipo de investigación es el criterio para la selección del caso o
casos – la rareza de su existencia, la influencia excepcional que
ejerce en la sociedad –, que depende de su relevancia
intrínseca para el tema que se desea investigar y no
necesariamente de su potencial para ser generalizado o
extrapolado a otros casos.
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LA INVESTIGACIÓN ENTRE NOSOTROS
Parafraseando entonces a Denzin y Lincoln, veamos ahora qué papel podemos jugar en la
historia nosotros mismos como investigadores. Dentro de nuestras especialidades artísticas a
menudo sentimos una fuerte inclinación por saber más de un determinado tema, pero nos
sentimos poco preparados para abordarlo ‘científicamente’. Esto resulta muy usual, ya que los
que tenemos una formación artística de base no solemos tener un entrenamiento básico en
metodología de la investigación. Así, comenzamos a leer textos de metodología de la
investigación y sentimos que tenemos que comenzar de nuevo, desde cero, en una disciplina
completamente nueva y extraña; pero esto no tiene por qué ser necesariamente así, y una
posible respuesta puede encontrarse en el enfoque fronético expuesto anteriormente.
¿y quién puede conocer mejor que nosotros mismos nuestras preguntas, entorno y
limitaciones?
Además, con los aires de globalización la educación a nivel mundial tiende a uniformizarse y
– por lo menos en Argentina – esa estandarización comienza por una equiparación de los
institutos de formación artística con las universidades, sometiéndolos a las mismas reglas de
acreditación de la investigación, pero olvidando que ellas tienen tradiciones epistemológicas
de siglos y nosotros nada. Es histórico el déficit en la ‘formación epistemológica’ de los
profesionales en arte, lo que nos hace parecer ‘inferiores’ a los investigadores de otras
disciplinas. Eso se ve en Argentina, por ejemplo, donde los requisitos para ingresar a los
sistemas nacionales de investigación están claramente pensados para otras actividades: se
piden antecedentes y preparación que resultan imposibles de cumplir para muchos artistas y
educadores musicales destacados, cuyos antecedentes académicos y profesionales suelen ser
conciertos, obras compuestas, desarrollo de material didáctico, y no participación en grupos
de investigación acreditados oficialmente o publicaciones con referato, porque tales instancias
directamente no existen o son extremadamente escasas en nuestros países y para nuestras
respectivas especialidades artísticas.
Con esto no estoy diciendo en absoluto que la investigación cualitativa sea más fácil de
abordar que la cuantitativa, o que los artistas sean intelectualmente incapaces de realizar
investigación cuantitativa si así se lo propusieran; lo que pienso es que a muchos artistas no
les interesa en lo más mínimo un método cuya validez dependa de la significación estadística.
Sería desalentador que hubiera un solo método dominante para que los artistas aborden los
problemas que les interesan de una manera científica, pero afortunadamente
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La idea entonces es que los métodos cualitativos resultan ideales para que músicos y docentes
puedan capitalizar sus abundantes experiencias en lugar de tener que empezar de cero en un
campo en el que se sienten extraños y poco motivados.
A menudo los artistas investigadores de los países latinoamericanos sufrimos una doble
marginación: por un lado – como ya vimos – localmente estamos en desventaja respecto de
otras disciplinas académicas que tienen una larga tradición epistemológica, y por otro lado la
aspiración de integrar nuestras investigaciones a las corrientes de la investigación mundial
también puede presentar problemas. Pero, ¿estamos seguros de que dichas corrientes reflejan
adecuadamente nuestros intereses, de que esos paradigmas satisfacen nuestras inclinaciones
en la búsqueda del conocimiento? Cuando leo algunos papers de investigación en música me
parece honestamente que se ha puesto el carro delante del caballo, es decir, me da la
impresión de que primero se ha aprendido una determinada metodología, y luego se ha
buscado un tema al cual se la pudiera aplicar. El resultado de esos estudios – siempre en mi
humilde opinión – termina siendo poco interesante; son estudios que están condenados a la
papelera una vez transcurridos unos pocos meses luego de que han sido publicados en las
actas de un congreso, o que han servido para acreditar cierto status de investigadores ante
cierto comité académico.
Por lo menos puedo hablar de mi propia experiencia y errores, ya que recuerdo que en los
inicios de mi formación como investigador participé de estudios que en lugar de comenzar
con un tema interesante para los investigadores, comenzaban con la adquisición de un
dispositivo tecnológico para la investigación que no sabíamos muy bien para qué podía servir
en nuestro contexto, y terminábamos utilizándolo para realizar réplicas de estudios
extranjeros, imitando parafernalias foráneas, tomando prestados paradigmas ajenos sin
demasiada convicción, en un claro caso de sometimiento, servilismo e imperialismo cultural.
Ese tipo de estudios, con la ilusión de que la utilización de formatos, métodos y técnicas
prestadas les da valor científico, caen en definitiva en lo que Piantanida y Garman denominan
‘el síndrome del informe científico’ (1999: 64), lo que produce que además de poco
interesantes terminen siendo presuntuosos y completamente despojados de valor práctico o
fronético, ya que la ‘distancia del objeto de estudio y la falta de retroalimentación conduce a
rituales académicos que son callejones sin salida, donde la forma se vuelve más importante
que el contenido (Flyvbjerg op. cit.: 71).
Sin embargo, esto no necesariamente debe ser así. El desafío de la investigación en artes es
producir conocimiento que pueda considerarse científico, pero que a la vez resulte
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significativo para el propio investigador y para la comunidad de práctica, y pienso que la
investigación cualitativa provee una buena oportunidad a las comunidades académicas
periféricas, tanto a nivel local como mundial, para iluminar sus propias problemáticas y temas
de investigación, desarrollar sus propias técnicas, y encontrar sus propias soluciones a los
problemas. Recordemos que a diferencia de los enfoques cuantitativos, los enfoques
cualitativos requieren que el investigador adopte un pensamiento orientado más hacia el
descubrimiento que hacia la comprobación, sin dejar de ser sensible a la historicidad y
organicidad de los procesos sociales que analiza. Entonces, justamente, creo que el escaso
desarrollo de la investigación en nuestros ámbitos es más una oportunidad que una desventaja,
porque, ¡cuántas cosas quedan por descubrir en nuestros contextos artísticos profesionales!,
¿y quién mejor que nosotros – como encarnación de ese historicismo que producimos y nos
produce – para determinar los temas y metodologías que se adapten a nuestras necesidades e
intereses? Creo que la cuestión se reduce simplemente a encarar la tarea investigativa con
ánimo fronético – es decir, a partir de los valores –, con humildad para que nos permita
aprender, y por sobre todas las cosas con creatividad.
Para que la investigación cualitativa resulte útil para el investigador y su comunidad, además
de ser una actividad académica deberá ser una actividad altamente motivadora. Por eso una
buena investigación no se inicia a partir de la lectura de un texto técnico de metodología, sino
que el punto de partida crucial se encuentra en la mente del investigador cuando da con un
tema que lo apasiona, que lo intriga, que resulta interesante para él; recién en un segundo paso
vendrá la consideración de los recursos epistemológicos a utilizar. No obstante – y
nuevamente, a diferencia de los enfoques epistemológicos tradicionales –, en su afán por
descubrir nuevos horizontes de significación, los investigadores cualitativos no dependen
tanto de una conceptualización a priori del problema de investigación que puede resultar
limitadora de sus posibilidades creativas:
‘el inicio de la investigación cualitativa se caracteriza por una idea general acerca
del tópico y problemas de posible interés; lo que exactamente será investigado se
definirá en relación con aquello que se descubre que los participantes o actores,
hacen o dicen en su vida cotidiana.’ (Quintana op. cit.: 56)
De hecho, algunos autores sugieren que la misma utilización del ‘concepto de problema
implica que algo está mal y debe ser enmendado o corregido’ (Piantanida y Garman op. cit.:
89, énfasis agregado), y sugieren en cambio hablar de la intención de la investigación. Lo
importante aquí es que la selección y conceptualización de los tópicos de investigación debe
hacerse a través del contacto directo con una manifestación concreta de una realidad humana,
social o cultural. Al comienzo no se trata de estudiar, por ejemplo, el tema de los exámenes de
instrumento para poder generalizar las conclusiones a todos los conservatorios del planeta,
sino que se trata de comenzar por analizar en profundidad el caso de un examen específico en
donde sus antecedentes históricos y las circunstancias vitales de los protagonistas pueden
ayudar a comprender la situación (ver por ej. Musumeci, esta conferencia).
‘La bibliografía debe ser suficiente y actualizada para demostrar que se exploró el
área respectiva en forma adecuada. En el estudio de las realidades humanas, deben
figurar, sobre todo, los autores que han estudiado nuestra realidad, aunque no
tengan la autoridad o renombre de los extranjeros que estudiaron su realidad. Esto
es debido al hecho, ya señalado, de que las realidades humanas están constituidas
por un entramado tan complejo de relaciones y variables, que configuran
entidades singulares y únicas y, por lo tanto, las conclusiones de otras
investigaciones lejanas no son transpolables a nuestro medio’ (Martínez s. f.,
énfasis y bastardilla originales).
Por último, quiero señalar una vez más que los enfoques cualitativos requieren abordar el
diseño de la investigación de una manera flexible, perspicaz y, sobre todo, creativa. Como el
mismo investigador tiene un doble papel como agente interpretativo y a la vez fuente legítima
de datos, éste debe evitar encasillarse intelectualmente en concepciones estandarizadas o
‘seguras’ que pueden dificultar que su trabajo progrese, o convertirlo en algo despojado de
interés para sí mismo y la comunidad académica en la que se inserta. Por el contrario, el
investigador debe renovar constantemente el enfoque del tema que está estudiando y atreverse
a experimentar con nuevas ideas y posibles abordajes sin temor a tener que rectificarlos a la
luz de las revelaciones ulteriores; como en todos los órdenes de la vida que dependen de la
creatividad, pienso que es preferible una mala idea antes que ninguna idea.
Asimismo, es importante que el investigador esté atento para poder interpretar y capitalizar
las limitaciones que surgen en los contextos de la vida real en los que desarrolla su trabajo;
muchas veces esas limitaciones más que entorpecer el proceso de investigación pueden
ayudarlo, incorporando una nueva perspectiva que puede iluminar aspectos antes ignorados, o
directamente desviando el interés principal en una dirección imprevista en un primer
momento.
Para comenzar a investigar sugiero identificar un tema que resulte interesante y significativo
para el investigador, no sólo desde un punto de vista intelectual, sino también afectivo. Como
se espera que el investigador aproveche su experiencia en el campo bajo estudio, la elección
de un tema de interés no puede resultar difícil, ya que seguramente todos tenemos una larga
lista de cuestiones que a lo largo de nuestra formación y práctica profesional nos han
planteado inquietudes e interrogantes. Una vez decidido el tema, aunque sea de manera
indefinida y provisional, sugiero realizar una o varias de las siguientes actividades
exploratorias:
Observar una instancia típica del tema y describirla en un estilo etnográfico, es decir,
con la mayor cantidad de detalles y reconociendo los sentimientos y – si la hubiera –
la influencia del propio investigador en la situación
Relatar una historia personal relacionada con el tema
Crear un relato de ficción sobre el tema, o cualquier otra interpretación literaria o
artística que resulte pertinente: poesía, obra de teatro, videoclip
Realizar entrevistas formales o informales con distintos interlocutores. Esto incluye no
solamente a quienes parezcan tener una relación directa con el tema, sino a todas
aquellas personas que puedan tener algo que decir al respecto, ya que en ocasiones la
mirada ingenua de un lego puede resultar extremadamente rica para revelar una
perspectiva que se nos escapa por tener demasiada cercanía con la cuestión
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Este paso es importante porque nos permitirá tomar contacto no sólo con la situación objeto
de estudio sino con nosotros mismos como instrumento, ya que – como vimos – ambas cosas
son igualmente importantes en este tipo de investigación. A partir de ahí – ya no con las
manos vacías – estaremos en mejores condiciones de comenzar la revisión bibliográfica, el
refinamiento metodológico y en definitiva toda la aventura intelectual y – ¿por qué no? –
afectiva. Al fin y al cabo, como sucede en otras áreas de formación, una vez establecidos los
principios básicos las actividades se aprenden realizándolas, y la investigación cualitativa no
es la excepción. Afortunadamente los enfoques cualitativos, además de permitirnos cambiar
aunque sea una pequeña porción de la sociedad, nos ofrecen también una oportunidad
privilegiada para cambiarnos a nosotros mismos, para crecer no sólo como profesionales sino
también como personas.
REFERENCIAS
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