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CASO CLINICO

para esta perspectiva bioética se considera importante la interpretación y la


comprensión de la dignidad afectada por la consideración social y familiar
estigmatizante, y las distintas disposiciones de riesgo y de vulnerabilidad a las que
se enfrentan las personas con VIH.

por otro lado, la ley de autonomía del paciente también recoge en su artículo 5
que los familiares del paciente tienen derecho a ser informados de su estado de
salud en la medida en que este dé su consentimiento expreso otácito. también
establece que, en caso de incapacidad física o psíquica, esa información se dará a
sus familiares.

además, también debemos tener en cuenta la ley de protección de datos en el


ámbito sanitario, puesto que los datos relativos a la salud son datos de categorías
especiales y, por tanto, no pueden ser tratados, salvo que medie el consentimiento
expreso del paciente y alguna de las bases legitimadoras contempladas en el
artículo 9 en este caso en concreto.

finalmente, el código de deontología médica también recoge este derecho de los


familiares a ser informados sobre el estado de salud del paciente.

ruptura del secreto del diagnóstico: dilema ético

todo profesional de la salud tiene la obligación de romper el secreto siempre que la


salud de otro sea puesta en riesgo, bajo la posibilidad de percibir una sanción
penal por transmisión irracional de VIH. se justifica así la ruptura del secreto, pues
el mantenimiento del secreto está justificado para proteger sobre la discriminación
social, pero no para contribuir a la diseminación del virus.

Ahora bien, siendo el médico responsable de prevenir la diseminación de


enfermedades contagiosas, siempre que se mantenga la obligación ética de
reconocer el derecho a la discreción y a la privacidad del paciente con VIH.
el médico es responsable de persuadir a la persona infectada para interrumpir la
exposición de terceros a la enfermedad. si el profesional no obtuviera resultados,
debe informar la situación a las autoridades, y si éstas no tomaran las medidas
apropiadas, el propio médico debe informar y aconsejar al tercero involucrado.

Acá es donde se deriva el principio de justicia, pues lo que se pretende es evitar


daños injustos a terceros inconscientes del riesgo de esta enfermedad. los
médicos parten de la perspectiva teniendo en cuenta la misma responsabilidad
que la sociedad y el estado, Como al mismo tiempo el de no maleficiencia hay
que beneficiar y no perjudicar, existe el deber de proteger y cuidar a los más
vulnerables y, cuando sea necesario, actuar en su defensa. la autonomía de los
demás, respeto a la vida, a la dignidad y la integridad corporal de las personas.

Teniendo en cuenta esto el Decreto 1543 de 1997 en su ART. 34. Revelación


del secreto profesional. Por razones de carácter sanitario, el médico tratante,
teniendo en cuenta los consejos que dicta la prudencia podrá hacer la

revelación del secreto profesional a:

a) La persona infectada, en aquello que estrictamente le concierne y convenga;

b) Los familiares de la persona infectada si la revelación es útil al tratamiento;

c) Los responsables de la persona infectada, cuando se trate de menores de edad


o de personas mentalmente incapaces;

d) Los interesados por considerar que se encuentran en peligro de infección, al


cónyuge, compañero permanente, pareja sexual o a su descendencia.

e) Las autoridades judiciales o de salud competentes en los casos previstos por la


ley.

Teniendo encuentra este Decreto también se reglamenta el manejo de la infección


por el virus y demás entidades obligadas a compensar a de inmunodeficiencia
humana (VIH), síndrome la Cuenta de Alto Costo, en su componente
de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y de VIH. las otras enfermedades de
transmisión sexual (ETS); en cuanto a diagnóstico, consejería para la prueba,
obligación de atención, el derecho al consentimiento informado, la confidencialidad
y el deber de no infectar.

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