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Y EN LINEA

FACILITADORA: PARTICIPANTES CI.:


ESMERALDA MENDOZA Lisette de Chire 10.565.646
Ilven Chire 8.878.666

Ciudad Bolívar, Noviembre 2022

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Desde épocas remotas, la vida del ser humano se ha enfrentado a situaciones
que ponen en peligro su salud física y mental. Debido a que accidentes, desastres
naturales y antrópicos generan en las personas afectadas altos niveles de estrés,
es importante ofrecer asistencia psicológica (Federación Internacional de
Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, s/f)Como mencionan Caplan
y Erikson las crisis son entendidas como “una respuesta de disrupción en la
homeostasis psicológica del individuo, donde fallan los mecanismos de
afrontamiento habituales tendentes a reinstaurar dicha homeostasis, lo cual va
acompañado un conjunto de consecuencias conductuales, emocionales,
cognitivas y biológicas en la persona” (Lorente Gironella, 2008, p. 21)

La Organización Mundial de la Salud (2012) menciona que aunque todas las


personas que sufren una emergencia o desastre resultan afectados de una
manera u otra en estas circunstancias, hay una amplia gama de reacciones y
sentimientos que cada persona puede tener, esto depende de diversos factores
tales como:
 La naturaleza y gravedad del / de los acontecimientos que experimentan.
 Su experiencia con acontecimientos angustiantes anteriores.
 El apoyo de otras personas en su vida.
 Su salud física.
 Su historia personal y familiar de problemas de salud mental.
 Su cultura y tradiciones.
 Su edad (por ejemplo, los niños de diferentes edades reaccionan de distinta
manera).

Dicho esto, la persona puede encontrarse en muchas situaciones de


emergencia “la intervención psicológica en crisis se orienta hacia la expresión de
los sentimientos y experiencias internas de la persona que se relacionan con el
evento que provocaron el desajuste, facilita la elaboración del duelo ante la
pérdida, en ocasiones de bienes materiales, pero en otros casos ante la
irreparable pérdida de un ser querido”. (Gómez del Campo, 1994, p. 82) Todas las
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personas tienen recursos y capacidades para poder afrontar desafíos que la vida
presenta. Sin embargo, algunas son particularmente vulnerables en situaciones
críticas y pueden necesitar ayuda adicional. (Organización Mundial de la Salud,
2012.

La intervención en crisis es la estrategia que se aplica en el momento de


una crisis, su objetivo es que la persona se recupere de este estado de trastorno y
recupere la funcionalidad para poder afrontar el evento a nivel emocional,
conductual y racional. La intervención en crisis es en sí una ayuda basada en
diversos modelos con el fin de ayudar a una persona o una familia que está
pasando un suceso traumático para que éstas puedan aminorar el sufrimiento y se
incrementen las posibilidades de crear nuevas habilidades o de tener un
crecimiento

Según Slaikeu (1978), “todas las personas están expuestas en ciertas


ocasiones de sus vidas a experimentar crisis caracterizadas por una gran
desorganización emocional, perturbación y colapso en las estrategias previas de
enfrentamiento” (p. 64). Refiere además que el estado de crisis surge de un
evento precipitante, que genera impacto emocional e implica desorganización y
desequilibrio, está limitado en tiempo, sigue patrones sucesivos de desarrollo a
través de diversas etapas y tiene el potencial de resolución hacia niveles de
funcionamiento más altos y bajos generando crecimiento o deterioro.

Según Caplan (1974), “los principales aspectos del estado de crisis son el
trastorno emocional, el desequilibrio y el fracaso en la solución de problemas para
salir adelante” (p.45). Desde la perspectiva cognitiva de Taplin (1961) el
componente más importante es la pérdida transitoria de las expectativas de vida,
las distorsiones cognitivas asociadas al suceso traumático, la incapacidad para
manejar situaciones nuevas y dramáticas confusión de sentimientos,
pensamientos y conductas.

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Cabe destacar, que las causas de las crisis están referidas al evento
precipitante al tipo de crisis y a la funcionalidad de las estrategias de afrontamiento
desarrolladas por la persona. Tienen que ver con la historia personal, la escala de
valores, el manejo de la pérdida y la frustración y la homeóstasis física psíquica y
social. Los objetivos de los primeros auxilios psicológicos están centrados en:

 Alivio en lo inmediato de los síntomas de reacción.


 Reducir el peligro de respuestas violentas y para potenciar la motivación del
paciente a hallar una nueva perspectiva para afrontar las circunstancias del
suceso.
 Restauración de un nivel de funcionamiento CASIC mínimo: (Cognitivo,
Afectivo y Somático, Interpersonal y Conductual).
 Comprensión de los eventos precipitantes relevantes que condujeron al
desequilibrio.
 Identificación de los recursos de ayuda y rescate que se pueden utilizar:
Personales, familiares, profesionales, comunitarios, sociales y legales.
 Identificar nuevas formas de Percibir, Pensar y Sentir lo que hasta ahora ha
sucedido.
 Desarrollar habilidades de afrontamiento efectivo, autoestima, asertividad y
solución de conflictos.
 Dar seguimiento a la intervención o asegurar su atención especializada
posteriormente.
 La resolución final de la crisis depende de numerosos factores, que incluyen
la gravedad del suceso precipitante, los recursos personales del individuo
(fuerza del yo, experiencias con crisis anteriores) y sus recursos sociales
(asistencia disponible de otros significantes)

En cualquier comunicación, bien sea entre personas o entre máquinas, siempre


hace falta una serie de normas que regulen dicho proceso. Cuando las
comunicaciones son entre personas, las normas las establece la sociedad y son
aplicadas por cada persona de acuerdo con la educación que haya recibido; en el
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caso de las máquinas, las normas las establecen los organismos internacionales
de normalización y son aplicadas por los ordenadores de acuerdo con el protocolo
que se tenga instalado, atreves de la intervención en crisis por teléfono y en
línea.

De igual manera, existen reuniones de personas en las que una de ellas es la


que controla toda la comunicación, dando la palabra en cada momento a la
persona que estime oportuno de acuerdo con los que hayan manifestado su
intención de hablar. También existen reuniones en las que el que logra hablar es
el que “primero salta”. Pues bien, de manera similar, existen redes de ordenadores
donde uno de ellos es el que controla toda la comunicación (sistemas
centralizados), como también existen redes donde el ordenador que transmite por
la red es el primero que la encuentra vacía (por ejemplo, redes locales internet).

Obviamente, aunque existen similitudes de procedimientos, la diferencia


fundamental entre personas y máquinas es que las personas están dotadas de
inteligencia y pueden adaptarse fácilmente a situaciones imprevistas, esto es,
tienen inventiva y capacidad de resolver situaciones nuevas. Los ordenadores, sin
embargo, deben tener protocolos muy estrictos que tengan previstos todos los
posibles casos que se puedan presentar en una comunicación sin dejar nada al
azar.

En definitiva, un protocolo no es más que un conjunto de reglas que emplean


dos equipos informáticos para dialogar entre sí de forma que puedan establecer y
mantener una comunicación libre de errores. En un principio, cada fabricante
establecía los procedimientos de comunicación de sus equipos, siendo casi
imposible conectar equipos de fabricantes distintos. Con la expansión de la
informática, se hizo evidente que era necesario disponer de protocolos
normalizados que permitiesen la interconexión de equipos independientemente de
su fabricante. Con esta idea, a lo largo de los años se han ido imponiendo distintos
protocolos, cada uno de los cuales ha dominado en un campo de aplicación
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concreto. Tal es el caso del Internet en redes de área local cableada o Wi-Fi en
redes de área local inalámbrica.

Debido a esto, el uso por parte de los profesionales de determinadas


tecnologías implica una instancia de reflexión que lo acompañe. Es importante que
los terapeutas reciban el entrenamiento suficiente en el manejo de la asistencia
telefónica y estén preparados para dar este tipo de apoyo. Se espera contar con
una mayor cantidad de estudios que investiguen esta línea de acción.

Ante todo, existen algunos hallazgos científicos que apoyan la idea de que el
contacto telefónico en los tratamientos con pacientes ambulatorios es bueno,
aparte de que mejora la adherencia al tratamiento farmacológico y, por ende, los
resultados se alcanzan más rápido y son más estables. Y aunque casi todas estas
Investigaciones se relacionan con los trastornos mentales (depresión, alcoholismo,
entre otros.), este artículo se centra en los aportes de la asistencia telefónica a los
pacientes que sufren de trastornos de personalidad, especialmente con pacientes
límites o limítrofes.

Los hallazgos consolidan la idea de su utilidad en adicciones, alcoholismo,


suicidio, depresión, en la adherencia a los tratamientos, programas de
afrontamiento en diversos trastornos de ansiedad, trastorno límite, duelo, cesación
del fumar, trastornos alimentarios, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), insomnio,
entre otras. De hecho, la mayoría de los terapeutas reciben llamadas de sus
pacientes fuera del horario de sesión.

Además, las terapias de desarrollo más reciente dedican algún capítulo a


contemplar los alcances y las posibilidades de utilizar el teléfono como una
herramienta útil en determinadas circunstancias. Tal como observa Beutler, lo
nodal acá es “qué decir, en qué momento y a quién”. Es importante que los
terapeutas que atienden a pacientes con TLP reciban el entrenamiento suficiente

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en el manejo de la asistencia telefónica y estén preparados a la hora de realizar
este tipo de apoyo.

Es crucial que el terapeuta tenga práctica en la utilización de preguntas y


comentarios como: ¿qué habilidades pudiste utilizar?, ¿Qué conseguiste al utilizar
las habilidades? O “recuerda que el objetivo de la asistencia telefónica no es
resolver la crisis, sino lograr mantenerte viva para poder llegar a la próxima
sesión”. Ir directo al uso de las habilidades y evitar que el paciente nos relate la
historia de cómo y por qué llegó a estar en medio de esta crisis.

El impacto que pueden llegar a tener ciertos sucesos en nuestro bienestar


emocional, puede llegar a ser muy significativo, pudiéndonos resultar inmanejable
y precipitando una desestabilización que, no sólo se refleje en el momento en que
ocurre, sino durante un largo periodo de tiempo después del evento. En este
sentido, se ha comprobado que la prevalencia de ciertos problemas psicológicos
aumenta después de eventos repentinos y potencialmente impactantes. De este
modo, resulta especialmente necesaria una atención inmediata, especializada y
eficiente que posibilite el manejo y la superación del sufrimiento y el malestar
emocional provocado por lo sucedido.

La Intervención Psicológica en crisis, emergencias y catástrofes es una


especialidad de la psicología que se encarga de proporcionar, tanto a las personas
presentes, como a familiares y personas externas afectadas, una atención
especializada que posibilite el manejo de las consecuencias emocionales y
sociales producidas por el evento. Ante esto, debemos tener presente que la
afectación es global, entendiendo que se pueden ver involucrados tanto niños y
adolescentes, como adultos. Por ello, el protocolo de intervención debe adaptarse
a todo el colectivo involucrado. El objetivo final será la estabilización, la prevención
del deterioro psicológico, y evitar la cronificación de ciertos estados
psicopatológicos, consecuencia del evento, en la población afectada.

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Actualmente estamos inmersos ante una situación inesperada, compleja,
repentina y hasta cierto punto, incierta. El impacto que está suponiendo la llegada
del Coronavirus/Covid-19 está precipitando que nos podamos ver desestabilizados
a todos los niveles; tanto a nivel personal, como familiar, social y laboral. Más allá
de la afectación médica o física, pueden resultar especialmente significativas sus
consecuencias psicosociales, en forma de sintomatología diversa, como ansiedad,
depresión, problemas de autoestima, etc., como incluso problemas familiares y de
pareja que evidencien las dificultades en su gestión. Además, estos problemas
pueden aparecer tanto en población adulta, como infanto-juvenil. Así, estamos
poniendo a prueba nuestra capacidad general de afrontamiento, y éste puede
resultarnos especialmente

En las redes, un protocolo es una forma estandarizada de realizar determinadas


acciones y de dar formato a los datos para que dos o más dispositivos puedan
comunicarse y entenderse entre sí. Para entender por qué son necesarios los
protocolos, tengamos en cuenta el proceso de envío de una carta. En el sobre, las
direcciones se escriben en el siguiente orden: nombre, dirección, ciudad, provincia
y código postal. Si se echa un sobre en un buzón con el código postal escrito en
primer lugar, seguido de la dirección, la provincia y así sucesivamente, la oficina
de correos no lo entregará.

Desde esta lógica, resulta esencial determinar con precisión y agilidad el tipo
de ayuda que se requiere. Se debe llevar a cabo una evaluación concienzuda que
minimice la adivinación, reduzca la confusión, permita organizar la información,
provea una base para diseñar planes de acción, disminuya la ansiedad del clínico
y permita obtener un panorama de factores protectores y del nivel de
funcionamiento global.

Comúnmente, la evaluación en casos de crisis implica un proceso de toma de


decisiones inmediatas, con el fin de determinar l letalidad y remitir al individuo o
no hacerlo en absoluto– a hospitalización de emergencia, consulta externa, grupo
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de soporte o agencia de servicio social. En cualquier caso, el objetivo es
establecer prioridades con base en un criterio sólido. Se puede establecer,
entonces, uno de los siguientes cuatro niveles de prioridad:

En esta misma línea, el modelo ACT se compone de tres grupos de tareas


para el abordaje de situaciones de crisis: a) evaluación de necesidades inmediatas
y amenazas a la seguridad pública, al igual que identificación y contacto con
individuos ambivalentes respecto a la necesidad de buscar ayuda; b) contacto con
grupos de soporte y servicios de asistencia, además de acompañamiento para el
despliegue de estrategias adaptativas de afrontamiento; c) indagación sobre
reacciones traumáticas al evento, con el fin de minimizar secuelas a mediano y
largo plazo.

La intervención en crisis, además, debe tener en cuenta las diferencias


individuales en los estilos de afrontamiento, de manera que las estrategias de
intervención se adapten a las particularidades de cada caso (Slaikeu,). En
términos generales, las metas de la intervención son ayudar al individuo a
transformar su nivel de afrontamiento, integrar la crisis de manera funcional en su
vida (Slaikeu,) y promover un cambio que disminuya la posibilidad de
comportamiento suicida en el futuro .

En consecuencia, el Protocolo de Internet (IP) es un protocolo, o conjunto de


reglas, para enrutar y direccionar paquetes de datos para que puedan viajar a
través de las redes y llegar al destino correcto. Los datos que atraviesan Internet
se dividen en trozos más pequeños, llamados paquetes. La información IP se
adjunta a cada paquete, y esta información ayuda a los enrutadores a enviar los
paquetes al lugar correcto, a cada dispositivo o dominio que se conecta a Internet.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Baloian, Chía, Cornejo y Paverini (2007). Intervención psicosocial en situaciones


de emergencia y desastres: guía para el primer apoyo psicológico. Oficina
nacional de emergencia del ministerio del interior. Pontificia universidad
católica de chile.

Caplan Gerald (1974). Aspectos preventivos en Salud Mental. Ediciones Paidos


Ibérica. Buenos Aires- Argentina. p. 45.

Díaz(s/f). Modelo de atención telefónica a mujeres que viven violencia familiar


Hernández y Gutiérrez (2014). Manual básico de primeros auxilios
psicológicos. Centro Universitario de ciencias de la salud. Universidad de
Guadalajara.

Corral, E. & Gómez, F. (2009) Apoyo psicológico en situaciones de emergencia:


Técnico en emergencias sanitarias. Madrid: Arán Ediciones pp. 164.

García, J. (s/f) Primeros Auxilios Psicológicos para intervenir con personas en


Crisis.

Gómez del Campo (1994). Psicología de la Comunidad. Publicado por Plaza y


Valdez, Editores 2012, España-Montalbán, p. 82.

Lorente Gironella (2008). Asistencia Psicológica a Victimas. Madrid: Arán


Ediciones, p. 21.

Slaikeu Karla (1978). Intervención en Crisis, Manual para Prácticas e Intervención.


Ediciones Granica, p. 64.

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