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Bono demográfico

Después de Europa, nuestra América es ya la segunda región del planeta con más muertes
directamente causadas por la pandemia. De todas sus naciones, Venezuela es la más
pobre. Lo es más que es mas otorio es el punto de comparación con Haití. Esto último es el
resultado más relevante que arroja la más reciente Encuesta de Condiciones de Vida del
Venezolano (Encovi 2019-2020).

En su recensión del estudio Encovi, la corresponsal de EL PAÍS en Caracas, Florantonia


Singer, señala que “cuando se juntan las variables de inestabilidad política, PIB y pobreza
extrema, Venezuela aparece en el segundo lugar de una lista de 12 países que encabeza
Nigeria y termina con Irán, seguida de Chad, Congo y Zimbabue”.
La emigración por motivos económicos alcanza ya, según lo certificado ya por la ONU, casi
cinco millones de venezolanos; ahora somos 28 millones. En los últimos tres años han
dejado el país 2,3 millones de personas.
eso explica que entre 2013 y 2019, el PIB cayó un 70% y, como consecuencia y atendiendo
a sus niveles de ingresos, tenemos que la pobreza alcanza ya al 96% de los venezolanos;
el 80% vive en pobreza extrema. Este porcentaje supera el de nuestros vecinos. Al leer el
estudio, los expertos se abisman ante la desaparición de algo llamado “bono demográfico”.

El término “bono demográfico” se refiere a ese periodo de transición de demográfica


de un país donde cada vez más jóvenes se incorporan al mercado laboral, la tasa
de natalidad baja y la pirámide poblacional del país se expande en el medio. Es
decir, cuando se llega al punto donde la población económicamente activa supera
en la mayor proporción histórica a la población dependiente (es decir, niños, niñas y
adolescentes y adultos mayores que no se encuentran en edad laboral). El bono
demográfico presenta oportunidades por la disponibilidad de capital humano
productivo versus capital humano dependiente: se tiene a más personas trabajando
y menos personas consumiendo servicios estatales de pensiones, salud, educación,
entre otros. Casi toda América Latina, menos Venezuela, se encuentra en esta
transición demográfica en estos momentos

Ahora bien La crisis económica, política y social que enfrenta Venezuela ha derivado
en que se presente básicamente un salto generacional en su demografía. De
acuerdo a los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida en Venezuela
(Encovi) 2019-2020, en vez del país contar en estos momentos con la pirámide
poblacional que se estimaba hace unos siete años, el país ha saltado 20 años al
futuro y cuenta ahora con la pirámide poblacional estimada para 2040. En otras
palabras, hemos desperdiciado los 20 años más valiosos de nuestro desarrollo
demográfico, y en lugar de encontrarnos en este momento con las instituciones,
economía, servicios y estrategia de desarrollo que debimos haber construido, nos
hallamos con los peores indicadores económicos y sociales de nuestra historia.

¿Y por qué ha pasado esto? Pues por la destrucción sistemática del sector
productivo. Para tener una idea, el 35% de los adolescentes entre 12 y 17 años que
ha dejado de asistir a la escuela lo ha hecho porque no quiso seguir estudiando, ya
que, no lo considera importante (al igual que el 22% de los jóvenes entre 18 y 24
años). Bajo el contexto actual de Venezuela no se equivocan, el retorno económico
de un año adicional de educación en el país se ubica en 2.3%, el más bajo del
mundo. Es decir, no hay un beneficio claro de seguir estudiando.

Esto sucede porque, efectivamente, el mercado laboral formal venezolano se ha


limitado de tal manera que no puede alojar a la mayoría de las personas. El nivel de
la actividad económica de la población económicamente activa en Venezuela es el
más bajo de América Latina, ubicándose en 56%. En todos los grupos etarios en
edad laboral, es decir entre 15 y 60 años, Venezuela exhibe la participación laboral
más baja de la región. La destrucción de los sectores productivos, especialmente de
manufactura y construcción, ha llevado a que el 45% de las personas opte por el
trabajo independiente, y otro 24% sea empleado por el Estado, dejando solo al 22%
de la población empleada en empresas privadas. Un país donde el sector privado
solo contrata al 22% de la población que se encuentra trabajando (ya sea formal o
informalmente), no ofrece oportunidades reales de crecimiento profesional y
desarrollo de capital humano.

Y es que este es el centro de la cuestión. Si bien estos periodos de transición


demográfica pueden generar un bono e impulsar el desarrollo socioeconómico del
país, se requiere crear el contexto para que esto sea aprovechado. De no
establecerse este contexto, el pasar del tiempo deja a los países con una población
dependiente mayor, y una población activa menor, por lo que la productividad
económica de la población activa debe ser más alta. Esto se traduce básicamente
en que si no se aprovecha el bono demográfico en unos años, esto se sentirá
fuertemente en la demanda sobre los servicios públicos (si es que los hay) y la
insatisfacción de la demanda en el mercado laboral. En Venezuela no se crearon las
condiciones para aprovechar el bono demográfico, no solo llevando a que se pierda
esta oportunidad, sino acelerando la vejez de la población al expulsar a la población
joven del país.

Venezuela se ha saltado una generación, la generación de los más de 3 millones de


jóvenes de entre 15 y 45 años que han abandonado el país en busca de mejores
oportunidades fuera, y de los que se han quedado sin oportunidades de acceso a
educación de calidad y oportunidades de empleo formal dentro del país. Venezuela
ha perdido su generación más importante y con ella su oportunidad de un bono
demográfico.

Esto no es un fenómeno que puede ser tratado en el corto o mediano plazo, este es
un problema con repercusiones de largo plazo. Mientras más tiempo pase sin que
se generen condiciones favorables para el desarrollo económico del país y el
crecimiento profesional y personal de los individuos, más caro va a salir a futuro el
haber perdido la oportunidad del bono demográfico. ¿Qué puede sostener a los
niños, niñas y adolescentes, a los adultos mayores y a toda la población
dependiente en Venezuela si su fuerza laboral no puede desarrollarse en el país? Ni
la cantidad más alta de petróleo, remesas y riquezas naturales puede solucionar
este problema, solo queda empezar por cambios estructurales profundos en pro de
la generación de oportunidades dentro del país.

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