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La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, presentada por la UCAB, revela que en el último

año 500 mil niños y jóvenes quedaron fuera del sistema escolar, el empleo se redujo en 1,3
millones de puestos de trabajo y la pobreza extrema creció más de 8%. También aumentó la
dependencia de la población de bonos y remesas
El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés
Bello (UCAB) dio a conocer, este 29 de septiembre, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida
(ENCOVI) correspondiente al año 2021, levantada entre febrero y abril, con cobertura de 22
estados y alcance de 17.402 hogares.
El estudio, presentado en la sede la universidad en Montalbán y retransmitido por YouTube y
Zoom, revela que la pobreza en Venezuela se mantiene en “niveles máximos posibles de 94,5%”,
mientras que la pobreza extrema sigue creciendo y abarca dos tercios de los hogares del país,
con un 76,6%, un alza de 8,9 puntos, desde los 67,7% en que se ubicaba el año pasado.
La profesora Anitza Freitez, doctora en Demografía, coordinadora del Proyecto ENCOVI y
directora del IIES UCAB, y el sociólogo Luis Pedro España, docente investigador del IIES y
coordinador del Proyecto sobre Estudios de la Pobreza de la UCAB y la Asociación Civil para la
Promoción de Estudios Sociales (ACPES), fueron los encargados de dar a conocer los resultados
del informe, que aborda nueve áreas: contexto, migración internacional, educación, salud general
y materno infantil, salud reproductiva, trabajo, pobreza y desigualdad, programas sociales y
consumo de alimentos.
Durante la apertura del evento, al que se conectaron más de 600 personas, el rector de la UCAB,
Francisco José Virtuoso, s.j., manifestó su satisfacción por la cristalización de la séptima edición
de la investigación, agradeció a los encuestadores y a las familias que abrieron las puertas de sus
hogares para ofrecer información y destacó la importancia del estudio, en momentos en que el
país carece de data oficial, lo que convierte a la ENCOVI en un instrumento para hacer
comparaciones y crear políticas de respuesta ante las crisis, tanto para el sector privado como
público.
“Tenemos que decir, con mucha preocupación, que el Estado y los sectores políticos prestan
poca atención a estos estudios y los invitamos a tomar esta referencia ahora que estamos en una
mesa de negociación política. Tampoco vemos que los organismos internacionales de
cooperación, más allá de su interés por conocer estas cifras, se tomen el trabajo de aprovechar
este insumo que se les ofrece para hacer más eficaz su trabajo. No quiero pensar que la
polarización que existe en el país sea tan grave que obligue a muchos, nacionales y extranjeros,
a guardar silencio pensando que ello les facilita su acción”, advirtió.
Ante la próxima realización de elecciones regionales y municipales, el padre Virtuoso espera que
la data de ENCOVI sea evaluada por los candidatos para que revisen sus planes de acción,
aunque también hizo un llamado a los ciudadanos organizados a conocer esta información y
hacer uso de ella. “Esperamos también que los votantes exijan a quienes se proponen como
candidatos lineamientos frente a los graves desafíos que se presentan en este estudio”.
Aseguró que la universidad seguirá haciendo un esfuerzo sostenido de socialización de las cifras
de la encuesta entre las organizaciones de la sociedad civil, “para que puedan utilizar estos
resultados en sus múltiples esfuerzos de intervención”.
La ENCOVI se viene realizando consecutivamente desde 2014 y desde la sexta edición, la 2019-
2020, es responsabilidad exclusiva de la UCAB. La coordinadora del proyecto, Anitza Freitez,
destacó la relevancia de este séptimo estudio, no solo por los hallazgos, sino por el esfuerzo
técnico y humano que supuso enfrentar la recolección de la data, en medio de restricciones de
movilidad por la pandemia y la escasez de combustible.
“Aun así conseguimos desplegar más de 200 personas entre encuestadores, supervisores y
coordinadores quienes, cumpliendo todos los protocolos de bioseguridad, visitaron alrededor de
17 mil hogares y realizaron cerca de 14 mil entrevistas”, dijo.
LA POBREZA GENERAL TOCA TECHO, LA EXTREMA CRECE
El año 2021 estuvo marcado por una crisis de movilidad que tuvo severas consecuencias en los
hogares más pobres del país. Luis Pedro España, quien presentó la caracterización
socioeconómica de la población venezolana, explicó que los factores que más han afectado la

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calidad de vida de los venezolanos en el último año han sido la crisis de combustible y las
medidas preventivas contra la COVID-19 (ambas retroalimentándose). Dijo que la combinación de
estos dos factores trajo como consecuencia que “la mitad de los venezolanos en edad productiva
hayan sido lanzados a la inactividad y los que siguen trabajando lo hagan en condiciones mucho
más precarias que en años anteriores”.
En este contexto y de acuerdo con el informe, la pobreza de ingresos “tocó techo” y alcanzó al
94,5% de la población. “No es posible que esta cifra suba más de allí, porque hay un 5% de la
población que puede indexar sus ingresos para hacer frente a la inflación”, dijo España, quien
resaltó el incremento de la pobreza extrema, esa que supone la incapacidad para comprar los
alimentos básicos, la cual subió de 67,7% en 2019-2020 a 76,6%, es decir, casi nueve puntos
porcentuales.
“La pobreza extrema de ingresos sigue abarcando a dos tercios de los hogares del
país”, mencionó el experto, básicamente por una reducción en el alcance de los bonos entre los
hogares más pobres. “Las transferencias directas fueron 20% mayores para el 10% más pobre en
2019-20 que en 2021”.
Adicionalmente, apuntó que en el último año la cantidad de hogares en pobreza multidimensional
-es decir, en privación o deterioro de condiciones como educación, vivienda, acceso a servicios
públicos, ingreso y empleo- pasó de 64,8% a 65,2%, es decir, un incremento de 0,4 puntos
porcentuales. Aunque el número parece bajo deja ver que, entre la primera ENCOVI de 2014 y la
de este año -es decir, en menos de una década- la cifra de hogares que entraron a la condición
de pobreza multidimensional subió 25,9 puntos porcentuales, al pasar de 39,3% a 65,2%.
MAYOR DESIGUALDAD, PERO “ÉSE NO ES EL MAYOR PROBLEMA”
El profesor Luis Pedro España explicó que, de acuerdo con el coeficiente de Gini y el resultado de
la ENCOVI 2021, Venezuela es el país más desigual de América, con un indicador de 56.7. En
2020, Brasil tenía un coeficiente de Gini de 53.4 y Colombia de 51.2 -los indicadores más altos de
ese período- mientras que para Venezuela era de 49.5 y el país estaba en cuarto lugar, con
Panamá de tercero (49.8).
Aunque precisó que “la desigualdad se ha incrementado de manera muy significativa, pues 10%
de las personas con mejores ingresos concentran 40% de todo el ingreso nacional”, advirtió que
la desigualdad “no es el principal problema”. De hecho, de acuerdo con España, si en el país se
distribuyera equitativamente entre cada uno de los venezolanos todo el Producto Interno Bruto del
país , el promedio per cápita sería de apenas 30 dólares al mes, es decir un 1 dólar por persona
al día.
“Bajo ese escenario imaginario de igualdad absoluta, no sólo todos seríamos pobres -según la
línea de pobreza internacional de 1.9 dólares por día -, sino que tendríamos que duplicar el
ingreso nacional y distribuirlo equitativamente nuevamente para seguir siendo pobres, pero no
extremos. En este momento, el problema no es la desigualdad, es la producción. Si este país no
produce, vamos a seguir siendo pobres. Para que se genere esto, tienen que haber cambios
importantes para que se genere confianza, para que haya inversión, certidumbre, tienen
instituciones confiables. Tienen que ocurrir un conjunto de cambios que hoy no parecen estar a la
luz”.
SIN INCENTIVOS PARA TRABAJAR: AUMENTA LA DEPENDENCIA DE BONOS Y
REMESAS
La dimensión de la crisis es de tal magnitud que, entre 2014 y 2021, el empleo formal se redujo
en 4,4 millones de puestos de trabajo. De los empleos que desaparecieron 70% eran del sector
público; el restante del sector privado.
De acuerdo con los hallazgos de la encuesta, esto se traduce en que, solamente en el año 2021
versus el período 2019-20, la disminución del empleo formal (tanto público como privado) fue de
1,3 millones de puestos de puesto de trabajo. Además, solamente 40% de los ocupados están en
el sector formal de la economía.
El empleo público también cayó del 36% al 22% del total de ocupados y la destrucción de empleo
público y privado ha significado un aumento de 20% en el número de trabajadores por cuenta
propia. “Hoy uno de cada dos trabajadores está autoempleado y 57% trabaja en condiciones

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precarias”.
Pero las malas noticias para el sector laboral no se quedan ahí. La Población Económicamente
Activa (PEA) se ha ido comprimiendo a pasos acelerados y para 2021 ya representa 50% y se
igualó con la Población Económicamente Inactiva.
En su presentación, Luis Pedro España agregó que, desde 2018, el nivel de desempleo declarado
es sorprendentemente bajo (3,2%), pero que eso no implica una mejoría de las condiciones de
vida, sino el encubrimiento de otras formas de desempleo.
“El desempleo abierto y el desalentado (es decir, el asociado a que no vale la pena trabajar por la
escasa remuneración) alcanzan al 20% de la población, a lo que habría que añadirle 11% de
subempleo visible (personas que trabajan menos de 15 horas). En Venezuela no hay donde
trabajar y, además, el empleo vulnerable afecta a 57% de los ocupados”.
Como consecuencia, sigue aumentando la dependencia de los ingresos no laborales, es decir, de
los bonos del gobierno, pensiones o remesas. “Esta ENCOVI revela que los ingresos no laborales
representan casi 38% del ingreso de todos los hogares. En los hogares en pobreza suponen el
43% del ingreso total, mientras en los no pobres implican más de 20%. Los primeros dependen
de las transferencias públicas. Los segundos, de las remesas y las transferencias privadas
internas”.
El investigador de la UCAB también destacó que “el gobierno abandonó las misiones sociales y
se concentró en las transferencias directas y las cajas CLAP. Casi 80% de los hogares tienen
carnet de la patria y por lo tanto son potencialmente beneficiarios de los bonos gubernamentales.
En 2021 más de la mitad de la población mayor de 15 años ha recibido algún bono del
gobierno”, precisó, advirtiendo que estas transferencias son insuficientes para cubrir las
necesidades de la gente y ayudarlos a salir de la pobreza.
“El promedio de estos bonos es menor a $3 y en promedio por hogar al mes es de $4.5. Si
comparamos el valor de estos bonos -más la transferencia implícita que está asociada a las
bolsas CLAP- con lo que necesitaría de ingresos un hogar en pobreza extrema para pasar a
pobreza no extrema, estos bonos tendrían que ser 30 veces superiores a lo que se entrega en la
actualidad”, reveló España.
MÁS INEQUIDAD EN EL ACCESO A LA EDUCACIÓN
Durante su intervención, Anitza Freitez explicó las consecuencias que ha dejado el cierre de los
centros educativos, a causa de la pandemia por la COVID-19, sobre la cobertura educativa en
todas las edades, particularmente las correspondientes a la educación inicial y universitaria.
Los datos son alarmantes e indican que, entre el período 2019-2020 y el año 2021, la cobertura
educativa global (para las edades comprendidas entre 3 y 24 años) cayó 5 puntos
porcentuales, al pasar de 70% a 65%. «Esto implica que unos 500 mil jóvenes dejaron de
inscribirse en las instituciones educativas», dijo Freitez, quien indicó que, comparada con 2014
(cuando la cobertura era de 73%) la disminución es de 8 puntos porcentuales.
“Se ha reducido el acceso a la educación inicial, con las implicaciones que eso tiene para la
formación elemental de los niños en esas edades. Los estamos excluyendo de recibir el apresto
inicial que todo joven necesita. Registramos niveles de exclusión importantes desde 2017.
Además, apenas el 17% de la población de 18 a 24 años todavía permanece dentro del sistema
educativo. Hemos visto con la nueva edición de ENCOVI que hay una importante movilidad desde
la educación privada a la educación pública, imposible de atender por las instituciones estatales.
Como consecuencia, hay un número importante de jóvenes que han quedado en un limbo, porque
no tienen posibilidades de estudiar y tampoco tienen oportunidades para incorporarse en el
mercado de trabajo con un empleo de calidad”.
La demógrafa indicó que las inequidades sociales en los procesos de aprendizaje también se
ampliaron, debido a la adopción de la de educación a distancia sin brindar los apoyos necesarios
a docentes y estudiantes, así como a los hogares para que puedan realizar el acompañamiento
que se pide.
En ese sentido, dijo que la ENCOVI indagó las modalidades de aprendizaje aplicadas entre la
población inscrita en preescolar, primaria o educación media. Los resultados no son alentadores:

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Solo 35% utilizó plataformas de aprendizaje o videos para la enseñanza en línea. Acorde con la
baja disponibilidad de dispositivos y conectividad a Internet entre docentes y estudiantes.
45% utilizó la impresión de materiales, guías pedagógicas. No es la opción más común debido a
los costos. Se apeló a la colocación de la información en carteleras, se copió en los cuadernos,
entre otras.
Apenas entre 3% y 2% se apoyó en las clases por TV y radio. Esta modalidad exigía esfuerzos
adicionales para potenciar su uso.
“En un 78%, son las madres a las que les corresponde esta tarea de apoyar a los hijos en el
desarrollo de las actividades; esto, además del trabajo doméstico y mantenimiento del hogar. A
4% de los padres se les atribuye este acompañamiento. La principal necesidad desde el hogar es
el acceso a Internet (70%), contar con dispositivos electrónicos para la educación a distancia
(62%), información para orientar tareas (62%) e interacción con personal docente (43%)”
En relación con el Programa de Alimentación Escolar (PAE), los hallazgos de la ENCOVI señalan
que este solo cubrió 19% de la población estudiantil; además, cayó de 4,5 millones a 1,3 millones
la cifra de escolarizados que reportan que el PAE funciona en su escuela. “Del 19% que dijo
recibía el PAE, solamente 14% lo recibía diariamente. En el mejor de los casos casi la mitad
reportó que funcionó solo algunos días”.
MIGRACIÓN MAYORITARIAMENTE JOVEN Y MASCULINA
Otro aspecto que abordó el estudio es el referente a la migración reciente, mostrando un perfil
caracterizado por la preeminencia del componente masculino en edades jóvenes, que “dejó el
país fundamentalmente por la necesidad de buscar trabajo y se ha dirigido principalmente a
países de la región como Colombia, Perú, Ecuador o Chile”. De acuerdo con el resultado de la
encuesta, la realidad de la migración venezolana se configura de la siguiente manera:
Casi la mitad son jóvenes de 15 a 29 años y 90% si se considera el tramo de 15 a 49 años.
La principal razón de emigrar sigue siendo la necesidad de buscar empleo en otro país (86%)
La segunda razón de emigración que va en aumento corresponde a la reagrupación familiar.
La migración reciente transversaliza todo el espectro social y se diversifica en términos de su
capital educativo.
2 de cada 3 migrantes tienen un estatus regular, porque han adquirido la ciudadanía de otro país
(12%), cuentan con permiso de residencia permanente (16%) o, un permiso temporal (33%)
3 de cada 5 envía ayudas en dinero o especie a su hogar de origen. 57% de esos envíos se
hacen 1 o 2 veces al mes.
Freitez agregó que “pese a la pandemia, es bastante reducido el porcentaje de retornados. El
retorno de migrantes al país solo alcanza a 5% de los que se fueron”.
SOMOS MENOS…Y VIVIMOS MENOS
La coordinadora del Proyecto ENCOVI se refirió al comportamiento demográfico del país y señaló
que el número de habitantes del país se ubicó en 28,7 millones de habitantes, es decir, un
decrecimiento de 1,1% en el último quinquenio. Dijo que la reducción de la población venezolana
está asociada a cuatro factores:
“Somos menos población por efecto de la migración. Casi cinco millones de venezolanos se han
ido del país, la gran parte, en edades activas. También se está reduciendo el número de
nacimientos, porque las potenciales madres también se han ido del país. Más allá de la
migración, somos menos debido al aumento de los riesgos de muerte. Nuestros niveles de
mortalidad infantil se asemejan a los que teníamos 30 años atrás (25,7 por mil) y, además, la
esperanza de vida ha caído en 6,4 años. Los pronósticos previos a la crisis daban una esperanza
de vida de más de 83 años para el 2050. Ahora se calcula en 76,6. Esto quiere decir que las
generaciones que están naciendo en este periodo de crisis, van a vivir casi 3 años menos que las
generaciones pre crisis, esto es muy grave”, concluyó Freitez.

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