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Para la profesora Sonia Jones León 1(2006), en la pareja protagónica solo hay un enamorado:
Florentino. Esto es cierto al inicio de la historia, cuando Fermina ve el amor de una manera muy
diferente a Florentino, quien desde el primer momento presentó un amor profundo, mientras que ella
no se encontraba aún enamorada, como evidencia El amor en los tiempos del cólera: “(...) lo único que
le inspiraba Florentino Ariza era lástima” (Márquez, 2004, p.83). Sin embargo, conforme la relación
entre ambos progresa, impulsada por la curiosidad de Fermina, el ánimo de la Tía Escolástica, y la
presencia de Florentino, Fermina empieza a tener sentimientos hacia él en el ámbito amoroso.
Jones León (2006) expone que los sentimientos de Fermina se desarrollan debido a su primera
impresión de Florentino, ligada al hecho de que Fermina creció sin madre. Aunque ella todavía no lo
reconociese, esto se debe a que “Florentino Ariza la había impresionado por su ara de desamparo”
(p.83). Además, la Tía Escolástica llenó la cabeza de Fermina con sus ideas sobre las intenciones de
Florentino (León, 2006), entre ellas, que le entregara una carta. A raíz de esto, Fermina experimentó el
encaprichamiento repentinamente: “la sangre se le volvía de espuma por la urgencia de verlo” (p.84).
En palabras de Rubén Bernal 2(2014), el amor presente entre Fermina y Florentino al comienzo del
libro, es un “amor adolescente” (p.1), el cual tiene la pasión como componente predominante, y se
refleja en la ansiedad de Fermina por ver a Florentino. La pasión, no se refiere exclusivamente a la
unión carnal, sino que también, en palabras de Eleno (2013) “consiste en un estado de deseo intenso
de unión con el otro, producido por una excitación mental y física”.
Por otra parte, el amor entre Florentino y Fermina se caracteriza por la ausencia y la distancia
(Phillips, 2016). Este encaprichamiento estaba impulsado únicamente por los pensamientos de
Fermina, puesto que, hasta ese punto, Florentino no había tenido contacto directo con ella. A pesar de
esto, fue incrementando el encaprichamiento: “Su ansiedad se convertía en desesperación (...) se
preguntaba sin sosiego qué iba a hacer para verlo, y para que él la viera” (p.85). Jones León (2006)
expone también que el amor presente en la juventud y la ausencia entre Florentino y Fermina es amor-
pasión, pero que la ansiedad que presentan es por comunicarse con cartas, no personalmente.
Por ende, se sabe que es un encaprichamiento debido a que no existía compromiso alguno entre
ellos, puesto que aún no habían podido entablar una conversación; tampoco existía intimidad, como se
establece después de que Florentino le entregara la carta a Fermina: “era muy poco lo que sabía
Fermina Daza de aquel pretendiente” (p.95).
La curiosidad es otro de los aspectos que impulsaba el encaprichamiento. Hasta entonces, la
relación entre ambos personajes era una idealización. No habían tenido contacto directo, hasta que
Florentino le rogó a Fermina que le aceptase la carta. Por ello, Fermina construía una imagen de
Florentino en su mente, incrementando la intriga por saber qué tenía que decir su pretendiente, razón
por la cual piensa en su encaprichamiento como amor: “Nunca había imaginado que la curiosidad
fuera otra de las tantas celadas del amor” (p. 95).
A lo largo del capítulo II del libro, el encaprichamiento de Fermina aumenta en intensidad con el
tiempo, gracias a que su relación continuó transcurriendo en la ausencia y la distancia, incrementando
las ganas de verse impulsadas por la pasión juvenil. Sin embargo, como establece Shirley Longan
Phillips 3(2016): “las cartas juveniles se caracterizaban por no ser escritas con la misma intensidad”.
Incluso con el aumento de intensidad en el encaprichamiento, este no se convierte en otro tipo de
amor. Aun cuando se escriben seguido, el amor que Fermina presenta no va más allá de la pasión,
puesto que le huye al compromiso, y desestima la intimidad, lo cual se evidencia en sus cartas carentes
de detalles y sin compromiso: “Las cartas de ella eludían cualquier escollo sentimental (...) eran cartas
de distracción, destinadas a mantener las brasas vivas” (p.99).
A partir de estas ideas, podemos determinar que los sentimientos de Fermina hacia Florentino
corresponden con uno de los tipos de amor propuestos por Sternberg: el encaprichamiento, ya que su
relación carece de intimidad y de compromiso, pero presenta un arduo sentimiento de pasión. En el
capítulo II de esta obra, el amor se caracteriza por transcurrir en la ausencia, y se evidencia de una
manera diferente en cada protagonista.