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EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA

Publicada en 1985, esta novela de Gabriel García Márquez consagrada al amor se inicia con dos muertes: la de Jeremiah de Saint-Amour, un
refugiado antillano inválido de guerra, y la del doctor Juvenal Urbino, que al regresar de casa de su amigo suicida, en su intento de recuperar
un loro huido, refugiado en el mango del patio de la suya, cae desde lo alto y se mata. "Sólo Dios sabe cuánto te quise", tiene apenas tiempo
de decirle a Fermina Daza, su mujer, la misma a quien un rato después, Florentino Ariza, uno de los asistentes al velorio, le dirá: "Fermina: he
esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetir una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre".
Esto ocurre un domingo de Pentecostés de principios de la década de los años treinta, en una ciudad colombiana del litoral del Caribe que
por su cercanía a la desembocadura del río Magdalena podríamos suponer que se inspira en Barranquilla; en un tiempo que no volveremos a
recuperar hasta haber leído trescientas páginas largas de esta novela que alcanza las quinientas.
Trescientas páginas a través de las cuales asistimos, en gran parte, a la "educación sentimental" de Florentino, enamorado, siendo aún
adolescente, de Fermina Daza, con quien apenas cruza palabra pero sí mantiene una muy nutrida y apasionada correspondencia. A la vuelta
de un viaje por el interior, impuesto a Fermina Daza por su padre (que quiere apartarla de su enamorado), se da cuenta repentinamente de
que Florentino Ariza no es el hombre que puede hacerla feliz y le rechaza, casándose con el doctor Urbino, a quien rechazaba en un principio.
Aunque relativamente feliz, Fermina Daza no tardará en darse cuenta de su equivocación; ha rechazado al hombre que quería y, llevada por
un extraño destino, se ha entregado al que no quiere.
Mientras esto ocurre, el cólera hace estragos y se suceden las guerras entre liberales y conservadores, sin que por ello se resienta demasiado
la vida de la ciudad caribeña. Florentino Ariza, a pesar de seguir queriendo a Fermina, va pasando de mujer en mujer, de aventura en
aventura, al tiempo que escala puestos en la compañía familiar de navegación fluvial, de la cual acabará siendo presidente.
Muerto Urbino, y de nuevo rechazado por Fermina, Florentino Ariza volverá, como ya hizo en la adolescencia, a escribirle, a conquistar poco
a poco con su verbo apasionado a la mujer, que acabará aceptando primero su amistad y luego viajar por el río Magdalena en uno de los
barcos de la compañía, sin saber, hasta el último momento, que Florentino la acompañará.
Será en el río Magdalena donde estos viejos, que ya pasan de los setenta, se entregarán a su amor, con tanto apasionamiento que, para
librarse de testigos y permanecer a solas en el barco, Florentino hará que en el viaje de vuelta se enarbole la bandera amarilla del cólera y,
una vez llegados a la desembocadura, y por lo tanto a la ciudad, vuelva a remontar el río; un Magdalena muerto, debido a la tala excesiva de
la selva, por el que bajan cadáveres, con un tiro en la nuca o bien víctimas del cólera, pues los tiempos del cólera no han quedado atrás, pese
a los partes de las autoridades sanitarias. Tampoco ha quedado atrás el amor, puesto que el amor es amor "en cualquier tiempo y en
cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más se acerca a la muerte".
Con visiones de muerte, que no consiguen sobreponerse al amor, acaba como comenzó esta novela por la que cruzan muchos personajes
que en ningún momento arrebatan su protagonismo a la pareja de amantes, que sólo con Urbino comparten. Mucho más lineal que otras del
mismo autor, la poesía ya no nace de esos elementos mágicos a que tanto nos tiene acostumbrados García Márquez., aunque tampoco
falten algunos (la muñeca negra que aumenta de tamaño, Florentino comiendo rosas), sino de la fuerza de su mismo tema: el amor,
protagonista absoluto de la obra, arropado, en ocasiones, por un paisaje mucho más mágico de cuanto puedan serlo otros fenómenos y
aconteceres más sorprendentes y extraños.

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA


El libro está dividido en seis extensos capítulos que relatan una novela de la nueva narrativa hispanoamericana, el círculo amoroso existente
entre los tres personajes principales: el doctor Juvenal Urbino, Fermina Daza y Florentino Ariza.
Al comienzo, Fermina y Juvenal aparecen como dos personas mayores, él casi de 81 años y ella de 71, ya casados. Hay un recuento de la vida
del doctor Urbino, su conocimiento con Fermina, su matrimonio, y la muerte del amigo y compañero de Juvenal, el prófugo Jeremiah de
Saint Amour. La muerte de Juvenal al caerse de una escalera, tratando de atrapar el loro que él había amaestrado, desencadena la
declaratoria de amor eterno que Florentino le hace a Fermina Daza. En el libro no se sigue una secuencia de los acontecimientos, sino que se
van narrando los hechos con referencias al pasado y de esa manera se aportan los datos y se descubren los personajes y las acciones, de
manera que la narración salta de una época a otra.
Desde que la vio por primera vez cuando fue a su casa a llevarle un telegrama, Florentino Ariza se enamoró de Fermina Daza y comenzó a
conquistarla con sus apasionadas cartas y a mirarla desde un banco del parque frente a su casa. Ella se negó por un tiempo a corresponderle,
después sucumbiría a ese amor, y es cuando encuentra la oposición del padre, quien la envía lejos para que lo olvide. Después de un período,
cuando ella regresa y ve a Florentino, se desilusiona de ese amor platónico y lo rechaza. Al poco tiempo conoce al doctor Juvenal Urbino,
quien había llegado de París al finalizar sus estudios de medicina. Después de un noviazgo breve, animada por su padre y aunque no estaba
enamorada de él, se casan. Se van dos años de viaje a Europa y regresa embarazada de su primer hijo, cambiada y como una feliz pareja que
ha tenido tiempo de enamorarse. Durante este lapso Florentino ha pensado en ella todo el tiempo y, a pesar de que incumple su promesa de
mantenerse virgen para ella, pues tiene cantidad de relaciones amorosas, sigue enamorado y decidido a que algún día ella será para él, es
decir, cuando muera el esposo.
Al final del entierro del marido, se acerca pues a Fermina y le reitera su juramento de fidelidad y su amor de muchos años y se pone a su
disposición. Ante esta inoportuna declaración, con el cadáver del marido acabado de enterrar, Fermina le pide a Florentino que se vaya y le
manifiesta que no lo quiere ver nunca más. Florentino no se amilana y empieza a enviarle cartas: hasta un total de 131, con lo que vence la
resistencia de Fermina, quien accede a verlo en su casa. Las visitas se hacen más frecuentes y así pasan los días, hasta que Fermina es
convencida para hacer un viaje por el río Magdalena en uno de los barcos de la compañía naviera de Florentino, con el afán de que termine
de reponerse del luto. Florentino la acompaña en ese viaje y es en ese barco, llamado la Nueva Fidelidad, en un camarote que Florentino
siempre pensó sería para ellos dos, cuando al fin, después de 53 años, 7 meses y 11 días con sus noches de espera, se cumple el afán de
Florentino, para seguir por tiempo indefinido en un ir y venir por el curso del río montados en el barco, y así demostrar que el amor
persevera y que, más que la muerte, es la vida la que no tiene límites.
PERSONAJES PRINCIPALES DE LA OBRA
FLORENTINO ARIZA, hijo de Pío Quinto, empresario de la compañía fluvial del Caribe. Florentino usaba lentes porque padecía miopía y su
vestimenta era muy sombría y lo hacia parecer más viejo de lo que era. También le encantaba escribir, y leer poemas de amor, estaba
locamente enamorado de Fermina Daza, hasta le prometió su fidelidad cuando era joven; también había prometido mantenerse virgen para
Fermina Daza, pero no lo logró: en el buque donde iba lo sedujeron; el intentó averiguar el nombre de la mujer, pero sólo consiguió
averiguar un nombre: Rosalba; al regresar a casa, se entera de que Fermina no volvería después de un año o más, se pone muy mal, pero su
madre (Tránsito Ariza) recibió a una vecina que había perdido la casa y ella le pedía ayuda para tener una cama para dormir, ya fuese en
cualquier lado; Tránsito acepta, pero le dice que en su vivienda no queda espacio, le ofrece la habitación de Florentino; en el pueblo
conocían a la señora como La Viuda de Nazaret, y la madre trata de enamorarles (a Florentino y la viuda) para que olvidase a Fermina.
FERMINA DAZA: Hasta el capítulo final no recibe mucha atención por parte del narrador. Es una mujer orgullosa y altiva. Como deja ver en
sus disputas con Juvenal por el jabón o las disculpas que su padre obligó a pedirle al doctor. Aunque existen momentos de debilidad, como
cuando acepta el matrimonio con Juvenal, resignándose a las reglas del futuro. Sus dudas se disipan porque la relación con Juvenal le
permitirá ascender socialmente, aunque lucha toda su vida por preservar su libertad. Siempre mantiene un asomo de rebeldía. Se caracteriza
por su inseguridad y su incapacidad de soportar el sentimiento de culpa (necesita dejar clara su inocencia siempre). Es impulsiva, como
cuando deja a Florentino o cuando acepta casarse con Juvenal sin amarlo. Siempre interpone la rabia para que no se le note el miedo.
JUVENAL URBINO DE LA CALLE: Médico que se encargó de acabar con el cólera en su pueblo, de viejo tenía un bastón, se vestía con un
chaleco largo para que le ayudara con su apariencia y su personalidad; en su juventud era el soltero más codiciado por su forma de tratar a
las personas y su gran colaboración humanitaria. Esposo de Fermina Daza. No le gustaban los animales, y cabe destacar que su muerte fue
producida a partir de que se escapase su mascota, un loro al cual en un intento de cogerlo, resbala de una escalera y cae al suelo. Aunque
todos pensaban que era un gran ser, le fue infiel a Fermina Daza con una mulata que se llamaba Bárbara Lynch, una paciente que conoció en
el consultorio. SM
PERSONAJES SECUNDARIOS
LORENZO DAZA - el padre de Fermina Daza, lo acusan de negocios sucios, era traficante de mulas, muy estricto con Fermina.
TÍA ESCOLÁSTICA - tía de Fermina Daza por parte de su padre, facilita la correspondencia entre Fermina y Florentino; cuando Lorenzo se da
cuenta, ordena que la tía se vaya de la casa.
LOTARIO THUGUT - un telegrafista alemán; anima a Florentino Ariza a la telegrafía; dueño del hotel de paso donde Florentino Ariza vivió de
joven.
TÍO LEÓN XII - tío de Florentino que le da trabajo en la CFC (Compañía Fluvial del Caribe).
TRÁNSITO ARIZA - la madre de Florentino Ariza; a cierta edad se vuelve loca y cree que es La Cucarachita Martínez, un personaje de cuentos
infantiles, muy antiguo. Es protectora y se preocupa por Florentino.
Hildebranda Sánchez - la prima con quien Fermina Daza comparte sus confidencias; se comportan como hermanas; le enseña a Fermina a
fumar.
SARA NORIEGA - Escritora, participo en los juegos florales y conoció a Florentino Ariza al comentar el resultado ganador de los poemas
participantes, Florentino la acompaña a su casa y tienen un romance fugaz, dejando en el aire la posibilidad de escribir un poema entre los
dos.
OLIMPIA ZULETA - mujer casada (palomera) con la que Florentino tuvo un romance; asesinada por su esposo, al ser descubierta.
BARBARA LYNCH - mulata amante y paciente del doctor Juvenal Urbino; su relación dura aproximadamente cuatro meses.
LA VIUDA DE NAZARET - primera amante de Florentino Ariza.
ESMERALDA ARAU - Era una flaca pero intensa mujer que lo paseaba entre los árboles para encuentros furtivos.
AMÉRICA VICUÑA - pariente de Florentino Ariza, quien es su tutor porque es enviada de otra parte del país a un internado en esta ciudad;
Florentino tiene un romance con ella, es su última amante antes de entregarse a Fermina Daza.
LEONA CASSIANI - Es una gran amiga de Florentino Ariza y su confidente después de la muerte de su madre.
JEREMIAH DE SAINT- AMOUR: Es el compañero de partidas de ajedrez de Juvenal. El libro comienza con su muerte, programada desde años
atrás como un suicidio ya que no quería vivir siendo viejo. Se suicida a la edad de 60 años con ayuda de su amante.
YAWAR FIESTA
Yawar Fiesta (Fiesta de Sangre) es la primera novela del escritor peruano José María Arguedas publicada en 1941. Pertenece a la corriente
del indigenismo. Ambientada en el pueblo de Puquio (sierra sur del Perú), relata la realización de una corrida de toros al estilo andino
(turupukllay) en el marco de una celebración denominada yawar punchay . Según los críticos, es la más lograda de las novelas de Arguedas,
desde el punto de vista formal. Se aprecia el esfuerzo del autor por ofrecer una versión lo más auténtica posible de la vida andina sin recurrir
a los convencionalismos y al paternalismo de la anterior literatura indigenista de denuncia.
ELABORACIÓN: El tema de una corrida de toros al estilo andino (o “indio”) como centro de un conflicto que enfrenta a razas y grupos
sociales en un poblado de la sierra peruana nació en la mente de Arguedas cuando, según su confesión, asistió a una corrida en Puquio, en
julio de 1935. En esa ocasión uno de los capeadores indios, apodado el Honrao, fue destrozado por el toro. En 1937 Arguedas publicó dos
relatos que son antecedentes de la novela: uno titulado “El despojo”, que apareció en la revista limeña Palabra, nº 4, mes de abril (que luego
se constituyó en el segundo capítulo de la novela); y el otro titulado “Yawar (Fiesta)”, publicado en la Revista Americana, año XIV, Nº 156, en
Buenos Aires (que es una versión primigenia de la novela). Su deseo de rehacer este relato se vio interrumpido por su estancia en la cárcel de
El Sexto, entre 1937-38, por lo que solo pudo llevarlo a la práctica en el segundo semestre de 1940, luego de asistir al Congreso Indigenista
de Patzcuaro, en México. Se hallaba entonces en Sicuani, donde ejercía la docencia en un colegio nacional. Aprovechando unas vacaciones de
medio año, Arguedas escribió de corrido la novela. Un incentivo fue un concurso continental de novela hispanoamericana convocada por una
editorial de los Estados Unidos: jurados reunidos en cada país hispanoamericano debían elegir una novela representativa que sería enviada a
un jurado internacional auspiciado por dicha editorial. En el Perú el jurado nacional estuvo conformado por Augusto Tamayo Vargas,
Estuardo Núñez, Luis E. Valcárcel, entre otros. A medida que avanzaba los capítulos de su novela Arguedas los iba enviando a Lima, a su
amigo el poeta Manuel Moreno Jimeno. La correspondencia entre ambos documenta al detalle la labor de Arguedas. Pero para éste debió
ser una decepción que no se eligiera su novela como representante del Perú en el concurso internacional, siendo desplazado por la obra de
un desconocido, José Ferrando, titulada Panorama hacia el alba. Cabe agregar que la ganadora del concurso internacional fue nada menos
que la gran novela indigenista de Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno, enviada en representación de Chile, donde dicho escritor se
hallaba desterrado.[1]
ARGUMENTO
La novela relata una de las costumbres más tradicionales de las comunidades indígenas del Perú: la “corrida india”, que se celebra todos los
años el 28 de julio, aniversario de la fundación de la República del Perú. La corrida india es un evento espectacular donde un toro debe
enfrentarse, en un pampón, a unos cien o doscientos indios a manera de toreros o capeadores espontáneos, y del cual son parte otros
elementos como la música de los wakawak`ras, (trompetas de cuerno de toro), cánticos populares (huaynos), el consumo de aguardiente, el
uso de dinamita para matar al toro, e incluso la muerte de muchos indios, despanzurrados por el cornúpeta. Esta tradición se ve amenazada
por una orden proveniente de la capital, que la prohíbe pues la considera una práctica “bárbara”. Ante la negativa de los indios para acatar la
orden, las autoridades buscarán la manera de permitir las corridas pero “decentemente”: contratan un torero profesional que lidiará a la
manera “española”. Con ello quitan la esencia misma de la fiesta, pero esta finalmente se realiza, imponiendo los indios su tradición ante los
ojos de los principales del pueblo. Cabe señalar que en este relato de Arguedas no se menciona al cóndor atado al lomo del toro, que
actualmente es la variante más conocida del yawar fiesta.
TEMAS
El tema principal es la realización de la corrida de toros al estilo andino. Temas secundarios son: la invasión de los blancos o mistis a Puquio,
los abusos y violencias de los gamonales sobre los indios, la construcción de la carretera de Puquio a Nazca, la migración de miles de indios a
Lima.
ESCENARIOS: La novela está ambientada principalmente en Puquio, capital de la provincia de Lucanas en el departamento de Ayacucho, en
la sierra sur peruana. El pueblo está conformado por cuatro ayllus indios: Pichk’achuri, K’ayau, K’ollana y Chaupi. Cada uno de estos ayllus
tiene su barrio propio y su plaza. Los mistis o principales del pueblo (blancos y mestizos) vivían en el jirón Bolívar, en uno de cuyos extremos
se extiende la plaza principal o de armas, en torno al cual se levantan los principales edificios públicos: la Subprefectura, el puesto de Guardia
Civil, el Juzgado de primera instancia, la Municipalidad, la Escuela Fiscal de Varones.
Otros escenarios son:
 Las zonas altas cercanas a Puquio, donde vivían los punarunas (hombres de la puna) y el toro Misitu.
 La ciudad de Lima, adonde habían migrado miles de lucaninos, entre los cuales los puquianos conformaban la colonia más numerosa y
pujante.
ÉPOCA
Cronológicamente la obra está ambientada en la década de 1930, aunque hace regresiones a épocas pasadas, como los años 1920, e incluso
a siglos antes, en tiempos de la gestación del pueblo puquiano.
EL NARRADOR
Para Vargas Llosa, el principal personaje de la obra es el narrador, que es sutil y versátil, diferenciándose así del narrador tradicional (como
por ejemplo, Ciro Alegría) que suele ser intruso, egolátrico y que interfiere constantemente en el relato. Sutil, porque sabe ocultarse y finge
invisibilidad, y versátil, porque tiene la habilidad de desplazarse para mostrarnos cabalmente el mundo complejo que recrea, dividido en
grupos étnicos y culturas enfrentadas entre sí. Según el criterio de Vargas Llosa, el modo de narrar de Arguedas lo acerca más a los modernos
narradores, siendo este uno de sus mayores logros literarios. [2]
CONTEXTO LITERARIO
La novela es una de las obras representativas del movimiento literario indigenista, donde su autor utiliza una fusión estilizada de la lengua
castellana y el quechua para tratar de describir de la manera más auténtica posible la realidad de los pueblos andinos del Perú, en particular
los pueblos de la sierra centro y sur. El autor, aunque reconoce la importancia de los anteriores representantes del indigenismo ( Enrique
López Albujar, Ventura García Calderón), se diferencia de ellos y asegura mostrar más fielmente la realidad del indio, al haberse él criado y
vivido en medio de ese ambiente.
CONTEXTO SOCIAL
La obra describe una realidad enmarcada durante la primera mitad del siglo XX, época en que la sierra del Perú se hallaba sumida en un
enfrentamiento entre los terratenientes blancos o mestizos (patrones) y los siervos indios (campesinos). Los opresores, apoyados por el
gobierno central, trataban de imponer sus costumbres occidentales sobre los pueblos autóctonos del Perú; en contraparte, los indígenas
pugnaban por mantener sus tradiciones, en muchos casos ya amestizadas. Es también la época en que Lima empieza a inundarse de
inmigrantes andinos, quienes se organizan en asociaciones o centros regionales para ayudarse mutuamente frente a los abusos y las
discriminaciones que sufren.
CONTEXTO IDEOLÓGICO
La novela surge en medio de una polémica nacional entre las dos posiciones ideológicas más representativas de la segunda mitad del siglo
XX: el socialismo y el capitalismo. La primera estaba ligada a la valorización de la figura de José Carlos Mariátegui y a la defensa del indio
contra los abusos y la marginación de las autoridades. El capitalismo, a su vez, estaba vinculado a una estructura económica basada en
capitales americanos que desconocía las tradiciones autóctonas. Esta tensión desigual fue la causa de que muchas personas, entre ellas
Arguedas, enfrentaran conflictos de identidad y tomaran conciencia de la importancia de revalorizar el mundo andino, sus derechos y su
idioma. Por ello, las obras de este escritor plasman un mundo en conflicto entre indios y “principales” a la vez que proponen una visión
estética diferente basada en la perspectiva que tiene el mundo andino de su realidad y de las realidades ajenas. [3]
RESUMEN
Los primeros capítulos ofrecen el trasfondo histórico de los hechos dramáticos que van a seguir. Se habla de un tiempo en que la ciudad de
Puquio y los lugares aledaños eran propiedad de los ayllus (comunidades indígenas), los mismos que después fueron invadidos por los mistis
(gente blanca y mestiza), quienes se apoderaron de las tierras de cultivo para convertirlas en pastizales para alimento del ganado.
Luego se narra magistralmente las preparaciones para el turupukllay (corrida de toros) en el marco de las celebraciones por el aniversario
patrio; se oyen cánticos, suenan los wakawak`ras, trompetas de cuerno de toro que se tocan incesantemente durante las fiestas. Luego se
describe al “Misitu”, el toro montaraz, el cual debe ser traído por los indios desde la puna hasta el coso. El ambiente de la fiesta sube de
temperatura y los ánimos se exaltan.
Aparecen los problemas cuando el subprefecto prohíbe por mandato del gobierno central que la fiesta sea a la manera “india”, es decir, con
la intervención del público como toreros espontáneos y con el uso de dinamita para matar al animal. Los principales mistis sugieren que la
fiesta sea en adelante con la participación de un torero profesional y que se sigan las reglas de la tauromaquia española.
El pueblo de Puquio no está de acuerdo con que se realice la fiesta de la manera como quiere el gobierno central, pero algunos puquianos
que radican en Lima contratan un torero español y lo envían a Puquio. Llega el día de la fiesta taurina, y el pueblo puquiano impone
finalmente su tradición. El torero español es abucheado y en su lugar entran al coso los toreros puquianos, para lidiar a la manera “india”,
ante lo cual el subprefecto y las demás autoridades no se atreven a oponerse, temerosos de la reacción de la muchedumbre.
PERSONAJES
Los personajes de la obra se pueden dividir en tres grandes grupos:
 Los indios de Puquio, divididos en cuatro ayllus: K’ayau, Pichk’achuri, Chaupi, K’ollana. Sus autoridades son los
varayoks, cuatro por ayllu, dieciséis en total. Cada uno de los cuatro grupos de varayok’s está encabezado por un varayok alcalde.
 Los mistis (blancos y mestizos), son los vecinos notables o principales del pueblo, que viven en el jirón Bolívar.
Conforman la clase dominante: terratenientes, negociantes, letrados, autoridades municipales. Junto con ellos están las autoridades
enviadas desde Lima como representantes del gobierno central (subprefecto, jueces), generalmente blancos y costeños.
 Los chalos o mestizos pobres, al servicio de los mistis.
Pero por una cuestión didáctica es necesario individualizar a los personajes en principales y secundarios.
PRINCIPALES
El Misitu, es el toro elegido para la “corrida india”. Vive solo en la puna, abrigado por los queñuales de Negromayo, en K’oñani, adonde los
indios temían entrar. Posiblemente había huido de algún criadero cercano, pero los indios imaginaban que había salido de las aguas de una
laguna y le atribuían cualidades sobrenaturales.
 Los varayok’s o autoridades indígenas de Puquio, cuatro por cada uno de los cuatro ayllus, dieciséis en total. Encabeza
cada ayllu un varayo’k alcalde.
 Don Julián Arangüena, misti o vecino notable de Puquio, es un terrateniente dueño del territorio donde vive el toro
Misitu. Es detestado por los indios por sus violencias y abusos. No se opone a la “corrida india”, aunque no simpatiza para nada con los
indios, a quienes considera seres inferiores.
 Don Pancho Jiménez, es otro misti o vecino principal de Puquio, dedicado a la venta de aguardiente y abarrotes. Es
unos de los principales defensores de la “corrida india”. Por su constante oposición a la autoridad y por azuzar a la gente del pueblo es
apresado y tenido incluso como un peligro necesario de eliminar.
 El Subprefecto, es la autoridad que representa al gobierno central. Es costeño y detesta las costumbres de los indios,
por lo que está dispuesto a hacer cumplir la prohibición de las corridas indias.
SECUNDARIOS
EL ALCALDE DON ANTENOR Y SUS CONCEJALES.
 El Juez.amigo del alcalde
 Don Demetrio Cáceres, vecino principal de Puquio, que se pone a favor de la abolición de la corrida india, pero se deja
entrever que solo lo hace para adular a las autoridades.
 Don Jesús Gutiérrez, otro vecino principal de Puquio, quien también está contra las costumbres de los indios que
considera bárbaras.
 El Sargento, natural de Arequipa, encargado de resguardar el orden en el pueblo.
 Los capeadores o toreros indios: Wallpa, K’encho, el “Honrao” Rojas, el Tobías.
 El Vicario, representante de la Iglesia Católica en Puquio. Es quien dirige la construcción de la carretera de Puquio a
Nazca y quien convence a los indios a aceptar la realización de una corrida a la española.
 El layka o brujo de Chipau, quien se ofrece a acompañar a los indios k’ayaus durante la captura del Misitu, pues decía
hablar de parte del auki K’arwarasu, deidad tutelar de la montaña de dicha nombre a quien los indios invocan su favor. Muere destripado
por el toro.
 Ibarito II, torero español, radicado en el Perú desde hacía diez años. Es contratado en Lima por la comunidad de
Lucanas, a fin de que toree “civilizadamente” en una plaza construida para tal fin en Puquio. Al final, rehuye enfrentarse al Misitu, ante
las pifias del público.
 El Estudiante Escobar o Escorbacha, mestizo de Puquio residente en Lima, es el presidente del Centro Unión Lucanas,
asociación de hijos o naturales de la provincia de Lucanas residentes en la capital. Ideológicamente está influenciado por la prédica
indigenista y el pensamiento mariateguista.
 El chofer Martínez, indio de Puquio residente en Lima, es fiscal del Centro Unión Lucanas. Aprendió a hablar castellano
y de vuelta a Puquio, se atreve a insultar al gamonal Julián Arangüena, llamándolo “ladrón”.
 Guzmán, apodado el “Obispo”, es otro lucanino residente en Lima. Es empleado y ejerce como vocal del Centro Unión
Lucanas. Destaca como orador.
ESTRUCTURA
La novela está dividida en 11 capítulos, titulados y numerados con dígitos romanos; cada capítulo trata temas aislados pero secuenciales,
aunque algunos capítulos refieren hechos sucedidos tiempo atrás con respecto al relato central, como el capítulo II donde se relata del
despojo que cometieron los invasores mistis, y el capítulo VII, donde se narra la construcción de la carretera de Puquio a Nazca y la migración
de los lucaninos a Lima.
RESUMEN POR CAPÍTULOS
I.- PUEBLO INDIO.- Se describe a Puquio, “pueblo indio” conformado por cuatro ayllus o barrios indios: Pichk’achuri, K’ayau, K’ollana y
Chaupi. Entre ellos existían competencias para demostrar quienes sobresalían más. Los mistis o principales del pueblo (blancos y mestizos)
habían invadido el pueblo ya hacía mucho tiempo atrás, constituyendo un barrio que después fue conocido como el jirón Bolívar.
II.- EL DESPOJO.- En este capítulo se describe los abusos y robos que realizaban los mistis contra los indios. Les arrebataban sus tierras
mediante argucias legales y convertían terrenos tradicionalmente dedicados al cultivo de papa y trigo en alfalfares para alimentar al ganado,
pues la venta de carne era más rentable. Incluso invadieron las tierras altas o puna, obligando a los indios de esa zona a entregarles ganado y
a trabajar la tierra como peones.
III.- WAKAWAK’RAS, TROMPETAS DE LA TIERRA.- Al acercarse las fiestas patrias del 28 de julio empiezan a oírse en el pueblo el sonido de los
wakawak’ras, trompetas indias hechas de cuernos de toro y que anunciaban las corridas de toros al estilo indio (toropukllay). Se comentaba
que para esta ocasión el ayllu de K’ayau se había comprometido a traer al toro Misitu, animal montaraz que vivía en la puna, al cual hasta
entonces nadie había podido sacarle de su querencia.
IV.- K’AYAU.- Los del ayllu K’ayau lograron convencer al hacendado don Julián Arangüena para que les cediera al Misitu, que pasteaba en las
tierras altas de su propiedad. Todos celebraron el acontecimiento y en el pueblo no se hablaba sino de las próximas corridas que prometían
ser todo un acontecimiento. Hasta mistis como el negociante don Pancho Jiménez se alegran, más no el Subprefecto, quien consideraba las
fiestas como algo bárbaro y pagano.
V.- EL CIRCULAR.- El Subprefecto anuncia la llegada de un circular de parte del Gobierno por la cual se prohibían en toda la República las
corridas de toro al “estilo indio”, a fin de evitar muertos y heridos. Los vecinos principales se dividen ante tal noticia: unos, encabezados por
don Demetrio Cáceres, están de acuerdo con abolir lo que consideran una costumbre salvaje, mientras que otros, a través de la voz de don
Pancho, solicitan que al menos se permita ese año celebrar por última vez las corridas según la costumbre india, pues los preparativos ya
estaban avanzados. El Subprefecto se muestra inflexible y advierte que castigará a quien se atreva contradecirle. Don Pancho es encarcelado,
acusado de revoltoso. Las autoridades municipales aceptan lo ordenado en la circular y como alternativa se acuerda la contratación de un
torero profesional en Lima, a fin de realizar corridas al estilo “civilizado”, es decir, español.
VI.- LA AUTORIDAD.- Enterados de la prohibición, los indios se reúnen en masa en la plaza principal, donde el alcalde y el vicario logran
tranquilizarlos, garantizándoles que de todas maneras habría turupukllay. El Subprefecto hace traer a su despacho a don Pancho, con quien
tiene una conversación muy accidentada; al final lo suelta, advirtiéndole que no azuzara a los indios, pues de lo contrario volvería a prisión.
Cuando ya estaba don Pancho retirándose, caminando en medio de la plaza, el Subprefecto ordena al Sargento que le dispare por la espalda,
pero el Sargento se niega a realizar tal villanía. Este capítulo nos muestra descarnadamente la degeneración moral de las autoridades
enviadas desde la capital.
VII.- LOS “SERRANOS”.- En este capítulo se describe la migración de miles de lucaninos hacia la capital, lo cual fue posible gracias a la
carretera de Puquio a Nazca, que los mismos puquianos construyeron en solo 28 días, dirigidos por el Vicario o cura del pueblo. La mayoría
de los inmigrantes andinos trabajan como obreros, empleados y sirvientes, e invaden terrenos en los arenales donde construyen viviendas
precarias, aunque también llegan a Lima algunos mistis adinerados quienes instalan negocios y compran terrenos para vivienda en zonas
residenciales. En general son tratados despectivamente por los limeños y llamados “serranos” a modo de insulto. Los lucaninos residentes en
Lima forman una asociación para defenderse y apoyar a sus coterráneos, el Centro Unión Lucanas. Su presidente es el estudiante Escobar, un
mestizo de Puquio, influenciado por el pensamiento de José Carlos Mariátegui, sociólogo marxista.
VIII.- EL MISITU.- En este capítulo se cuenta sobre el toro Misitu, que era un ser cuasi legendario, pues los indios decían que no tenía padre ni
madre sino que había surgido de un remolino de las aguas de la laguna Torkok’ocha; su fama sobrepasaba los límites de la provincia de
Lucanas. Vivía en la puna o zona alta, abrigado por los queñuales de Negromayo, en K’oñani. El hacendado don Julián Arangüena había
intentado capturarlo, sin lograrlo, por lo que decidió regalarlo, primero a los habitantes de K’oñani y finalmente a los de K’ayau.
IX.- LA VÍSPERA.- El Subprefecto llamó a su despacho a los principales vecinos para acordar la manera prudente de hacer cumplir la circular
sin causar el malestar de los indios. Uno de los vecinos, don Demetrio, le informa del plan del Vicario: harían construir un pequeño coso en la
plaza de Pichk’achuri y se convencería a los pobladores que era mejor espectar allí el evento, en vez de usar todo el pampón de la plaza.
También se les persuadiría de evitar el uso de dinamita y el ingreso del público a la arena, a fin de evitar muertos y heridos. Se informa
también que ya en Lima el Centro de Lucanas había contratado a un torero español para enviarlo a Puquio. El Subprefecto acepta todos estos
planes; el Vicario cumple entonces su parte y convence a los varayok’s indios de construir un pequeño coso con troncos de eucaliptos.
X.- EL AUKI.- El narrador explica la relación y la veneración que tienen los puquianos hacia los espíritus de los cerros, especialmente hacia el
auki (jefe) K’arwarasu, padre de todas la montañas de Lucanas. Los del ayllu de K’ayau se encomiendan a él para lograr la captura del Misitu.
Encabezados por el varayok alcalde suben a su cumbre y entierran una ofrenda. De regreso les acompaña el layka (brujo) de Chipau, quien se
ofrece a guiarlos a capturar al toro. Los de K’ayau logran lacear al Misitu y lo llevan a rastras hacia el coso de Puquio. El layka es destripado
por el toro y su muerte se entiende como un sacrificio de sangre para compensar el favor otorgado por el auki.
XI.- YAWAR FIESTA.- El día de la festividad patria apareció una multitud inmensa en Puquio, proveniente de toda la provincia de Lucanas e
incluso de otros lugares más lejanos, para ver el evento taurino que se realizaría en el coso armado en la plaza de Pichk’achuri. Mientras
tanto, don Pancho y don Julián fueron encerrados en la cárcel por órdenes del Subprefecto, para evitar que revolvieran a los indios. El coso
rebalsó y muchos se quedaron en las afueras, insistiendo ingresar vanamente. Apareció el Misitu en la Plaza y de inmediato ingresó el torero
Ibarito II, quien ante la música de los wakawak’ras y el canto lúgubre de las mujeres, sintió inseguridad. Al principio capeó bien, pero luego el
toro buscó su cuerpo y trató de arrollarlo, aunque pudo escapar y refugiarse en los escondederos. Ello provocó la burla de los indios, quienes
exigieron que salieran a torear los suyos: el Wallpa, el Honrao, el Raura, el K’encho. El primero en ingresar fue Wallpa, quien luego de dos
hábiles capeadas, fue alcanzado por el toro, que incrustó uno de sus cuernos en su ingle, clavándolo en uno de los troncos de la cerca. Los
demás toreros indios lograron con gran esfuerzo separar al toro del cuerpo de Wallpa. El varayo’k alcalde de K’ayau alcanzó un cartucho de
dinamita al Raura, con el que finalmente hirieron mortalmente al toro, mientras que Wallpa sangraba a borbotones por la pierna hasta
inundar el suelo con su sangre. El alcalde le dijo entonces al Subprefecto que así eran sus fiestas, el yawar punchay verdadero.
ANÁLISIS
ANTONIO CORNEJO POLAR señala que: “Yawar fiesta rectifica varias normas básicas de la novela indigenista tradicional. Por lo pronto, más
que revelar la opresión y congoja de los indios, esta novela busca subrayar el poder y la dignidad que el pueblo quechua ha sabido preservar
pese a la explotación y al desprecio de los blancos. Es la narración del triunfo de este pueblo en su decisión de conservar su idiosincrasia
cultural y ciertos aspectos de su organización social. La victoria de los ayllus frente a las autoridades del poder central, los terratenientes y los
mestizos "alimeñados" es un episodio absolutamente insólito dentro de la norma indigenista. De otra parte, Yawar fiesta inicia el
tratamiento de un tema que tendrá su plasmación cabal mucho más adelante: el de los señores que sin dejar de oprimir al pueblo indígena
han sido ganados por su cultura y en este sentido se sienten más cercanos a sus siervos que a los hombres de la costa. Don Julián es el
antecedente de don Aparicio (Diamantes y pedernales) y de don Bruno (Todas las sangres). De aquí se desprende que en Yawar fiesta se
ausculta la posibilidad de entender el mundo andino como una totalidad, aunque internamente conflictiva, y de oponerla, con todas sus
contradicciones, al sistema socio-cultural occidentalizado de la costa peruana. De esta manera comienza a construirse la secuencia de
ampliaciones y contrastes que sólo terminará en El zorro de arriba y el zorro de abajo. Arguedas fue muy consciente de la necesidad de este
proceso de contextualización: "solamente pueden conocer bien al indio —decía— las personas que conocen también, con la misma
profundidad, a las gentes o sectores sociales que han determinado que el indio sea tal como es ahora".” [4]
JULIO RAMÓN RIBEYRO ha dicho de esta novela que su autor: “traza en ella la mejor semblanza social y económica de lo que puede ser un
pueblo grande de la sierra, que no tiene parangón en nuestra literatura por la exactitud de la información y la lucidez del análisis.”

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