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UN RESPIRO PARA EL PLANETA

Hola, buen día. Somos estudiantes de la UNAB. Y hoy les hablaremos de un tema muy
importante el cual nos ayuda a reflexionar sobre lo que sucede en el mundo.
bueno en seguida expondremos nuestro tema un respiro para el planeta.
Cuéntame ¿cuánto de ustedes recuerdan como se encontraba el planeta antes de la
pandemia? crees que se encontraba peor
¿eres consciente de que has contaminado alguna vez?
la humanidad es el peor virus para el planeta…………………….
El desplazamiento del covid-19:
Primero fue Asia, luego Europa y más recientemente América: a su paso, la pandemia
por COVID-19 no solo ha dejado ciudades con calles desiertas y habitantes confinados,
sino también una lista de lugares que han reportado una baja de ciertos indicadores de
calidad del aire. ¿Es esta crisis un respiro para la Tierra? La respuesta no es tan simple
como un sí o un no, y aquí te decimos por qué.

Un 26 de febrero a un mes de cierre total, la ciudad de Wuhan en China donde se


identificaron los primeros casos de enfermedad por coronavirus comenzó a mostrar
una reducción de hasta el 44% en los niveles de contaminantes atmosféricos respecto a
la misma fecha del año anterior, según datos de la compañía suiza, dedicada a ofrecer
información y tecnología en torno a la calidad del aire.

El 13 de marzo: con ayuda de su satélite Copernicus Sentinel, la Agencia Espacial


Europea reveló un declive de la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2),
particularmente en el norte de Italia, zona que se convertiría en un nuevo epicentro de
la pandemia.

Cuando era 28 de marzo la ciudad de Los Ángeles mostraba su cielo más claro en
mucho tiempo, pues la concentración de partículas suspendidas con un diámetro de
2.5 micras (o menos) había descendido 51% respecto al promedio de los últimos cuatro
años para la misma fecha.

Algo similar ha sucedido en América Latina, donde el cambio parece ser más evidente
en los sitios con medidas de distanciamiento social más estrictas. Por ejemplo, el Banco
Interamericano de Desarrollo señaló que, al cierre de marzo, las ciudades que
instauraron una “cuarentena total” como Lima o Bogotá—mostraron una disminución
de hasta 60% en las emisiones de dióxido de nitrógeno. Mientras tanto, en ciudades
con medidas más laxas, como Río de Janeiro o la Ciudad de México, la caída en la
concentración de ese gas ha sido menor al 40%.
El monóxido de carbono, residuo del tránsito vehicular, ha decrecido hasta en 95% en
las zonas monitoreadas. Sin embargo, los niveles de dióxido de nitrógeno y ozono se
han reducido en menor porcentaje, y en algunos lugares se han mantenido debido a
que posibles actividades económicos no respetaron las medidas de aislamiento. Los
parámetros de dióxido de azufre y sulfuro de hidrógeno en su mayoría se redujeron
hasta un 95%.
Los investigadores sostienen que los datos recogidos nos muestran que el aislamiento
social, que se dio por el COVID-19, ha generado un impacto positivo en la calidad del
aire. La disminución de la contaminación ha sido significativa y sostenida en el tiempo,
y pone en evidencia también la magnitud del impacto en la contaminación del aire que
genera el parque automotor junto con las actividades económicas y/o industriales que
no cumplen con los estándares establecidos, y fueron desactivadas por el aislamiento.

Por tanto, mientras se pueden ver cielos despejados y sin contaminación, el consumo
de plásticos sigue aumentando considerablemente.
Poco a poco la normalidad se va instaurando y se vuelve a una realidad parecida a la
que estábamos acostumbrados, con consecuencias para la biodiversidad, en función
de cómo actuemos. Estudios ecologistas prevén que en 30 años la cantidad de basura
marítima superará al número de criaturas oceánicas, teniendo en cuenta que cada año
se vierten al mar más de ocho millones de toneladas de plástico.
No cabe dudas de que la contaminación por plástico era ya uno de los grandes desafíos
de la humanidad antes de que llegara la COVID-19 y la utilización de guantes y
mascarillas de manera masiva ha mostrado recientemente a todo el mundo imágenes
de playas invadidas de estos productos.
Desde la propagación del covid-19 ya se acercaba el aislamiento de todo el mundo es
el 2 de marzo antes del inicio del aislamiento social, hasta el 26 de abril fecha en la que
ya nos encontrábamos en aislamiento obligatorio, se ha detectado que partículas de
polvo, del parque automotor y de las actividades industriales, han disminuido hasta en
60% durante la cuarentena en comparación con las primeras semanas de marzo. El
monóxido de carbono, residuo del tránsito vehicular, ha decrecido hasta en 95% en las
zonas monitoreadas. Sin embargo, los niveles de dióxido de nitrógeno y ozono se han
reducido en menor porcentaje, y en algunos lugares se han mantenido debido a que
posibles actividades económicos no respetaron las medidas de aislamiento. Los
parámetros de dióxido de azufre y sulfuro de hidrógeno en su mayoría se redujeron
hasta un 95%.
Los investigadores sostienen que los datos recogidos nos muestran que el aislamiento
social, que se dio por el COVID-19, ha generado un impacto positivo en la calidad del
aire. La disminución de la contaminación ha sido significativa y sostenida en el tiempo,
y pone en evidencia también la magnitud del impacto en la contaminación del aire que
genera el parque automotor junto con las actividades económicas y/o industriales que
no cumplen con los estándares establecidos, y fueron desactivadas por el aislamiento.

Según Ricardo Torres Jardón, Doctor en Ingeniería Ambiental, quien forma parte del
grupo de investigación en fisicoquímica atmosférica del Centro de Ciencias de la
Atmósfera de la UNAM. Su trabajo consiste en monitorear diariamente la calidad del
aire, con fines de documentación, pero también para tener un mejor entendimiento de
los problemas de contaminación. De acuerdo con el especialista, en el manejo de los
contaminantes atmosféricos no basta con “cerrar la llave”, sino que se debe hacer una
selección muy minuciosa de lo que se desea controlar para tener un verdadero efecto
positivo. El momento que estamos viviendo nos sirve para entender mejor los
fenómenos, y nos está ayudando a comprobar lo que los científicos han dicho por años
Lo que se ha observado respecto a ciertos indicadores en las grandes ciudades no
implica que podamos hablar de un respiro para el planeta.

En medio de ese escenario animales como pumas, zorros, zarigüeyas, jabalíes, monos,
patos, pavos se han dejado ver en las calles de varias ciudades. Lo mismo ha ocurrido
con aves marinas, delfines y lobos marinos en playas turísticas. Todo este espectáculo
natural está disponible en las redes sociales, donde circulan fotos y videos mostrando
“el regreso de la fauna a los lugares que el humano les arrebató”, como se lee en
varias publicaciones.

Esos animales han vivido siempre muy cerca de las ciudades y que ahora se les vea
deambular por las calles se debe a su impulso por explorar otros lugares que antes
estaban dominados por el ruido y el movimiento. Sin embargo, en medio de todas esas
imágenes que han llenado de esperanza a muchos, también circulan fotografías falsas,
viejas o descontextualizadas, como las de delfines y cisnes en Venecia o los elefantes
en campos de té de India y China. Mongabay Latam habló con tres expertos sobre las
verdades y mentiras de los animales que se aventuran a entrar en las ciudades.

Las imágenes insólitas de una población casi confinada y una actividad industrial y
económica a menos de medio gas debido a las cuarentenas impuestas, dan a la
componente ambiental un respiro.
Un ejemplo claro es lo que ha sucedido con las aguas de los canales de Venecia, en
Italia. Las Imágenes compartidas por diversos usuarios a través de las redes
sociales muestran unas aguas cristalinas. Con menos tráfico por los canales, los
sedimentos arrastrados por los cientos de embarcaciones vuelven al fondo,
reduciendo así el agua turbia con color verdoso que acostumbra la estampa veneciana.

Se creía que el lado positivo de la propagación del virus y el impacto de la pandemia en


todo el mundo se tendría que dar la recuperación de la flora y fauna sin embargo aun
algunos problemas seguían en marcha. En general, las tasas de deforestación en los
países del Amazonas estaban aumentando antes de la emergencia por el COVID-19,
una tendencia que la pandemia y el confinamiento asociado no ayudarán a revertir.
Por el contrario, la reducción en los esfuerzos de monitoreo a lo largo de la región
durante la pandemia podría estar asociada con un incremento en la tala de bosques y
las emisiones de carbono debido a los cambios en uso de suelo. Mascarillas
desechables, guantes y productos desinfectantes, que nos protegen de la propagación
de la COVID-19, terminan en las calles, en los mares y en la naturaleza.

Este es el caso de las islas deshabilitadas de soko, a pocos kilómetros de Hong Kong,
China. Si bien los Guantes desechables, mascarillas y otros equipos de protección son
fundamentales para que no se propague la pandemia, pero también son muy
utilizados por el público. Si se tiran a la calle, cuando llueve, los guantes y las
mascarillas terminan en el mar, Debido a que no siempre se eliminan adecuadamente.
Lo mismo pasa con los problemas de gestión de residuos en Grecia, es por ellos que
incluso los guantes y las mascarillas que se desechan a la basura pueden terminar en el
medio ambiente.
En conclusión, podemos decir que la fase que el mundo está atravesando hoy a causa
de la pandemia del COVID-19 nos demuestra que ante casos de urgencia en donde se
pone en peligro la vida de las personas, la economía puede pasar a un segundo plano y
los Estados adoptar todas las medidas necesarias para proteger a sus ciudadanos. 

Esto nos deja la esperanza de que los Estados entiendan que el cambio climático pone
en peligro la propia continuidad de la vida en el planeta, y deben tomar acciones que
perjudicarán la economía cortoplacista en pos de priorizar la dimensión ambiental e
internalizar costes ambientales en los modelos de toma de decisiones económicas.
Esas acciones son necesarias, y si no se toman de manera urgente de poco servirán los
actuales esfuerzos dado que no tendremos un planeta que brinde condiciones de
habitabilidad para los seres humanos.

Ahora podemos entender que contaminar el aire equivale a envenenar lentamente


nuestro cuerpo, y cuando este es puesto a prueba con una infección como la actual,
obtenemos una capacidad limitada para defenderse. Queremos llamar la atención para
prepararnos a futuras epidemias, que con seguridad vendrán, y diseñar estrategias
integrales, no solo basadas en términos socioeconómicos y de infraestructura
sanitaria, sino además en términos de la salud ambiental, que es también parte de
nuestra propia salud.

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