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Desarrollo Sustentable

Unidad 4

Escenario económico

Tarea

 Ensayo “Ecología y ética del desarrollo sostenible”.

Profesor: Ing. Luis Fernando Caballero Castillo

Fecha a entregar: miércoles 09 de noviembre del 2022

Alumno: Urbina Porras Angel 21580387


Introducción

Las estrategias de desarrollo tradicionales se basan en concebir a la Naturaleza como la


fuente de recursos para sostener el crecimiento económico. La perspectiva ambiental
reacciona contra esa postura, apelando a una meta donde es necesario preservar la
Naturaleza. De esta manera, el debate sobre ambiente y desarrollo también apunta a los
valores que se le otorgan a al ambiente, y en especial a los intentos de adjudicación de
precios. Precisamente, una de las formas bajo las cuales se intenta reconciliar las metas
económicas con las ecológicas apela a la valoración económica y el ingreso de la
Naturaleza al mercado.

Es importante apuntar desde un inicio que otras perspectivas, en especial las que se
podrán englobar bajo la sustentabilidad fuerte y superfuerte, reconocen la importancia de
valorar económicamente los impactos ambientales. Incluso aceptan la valoración de
recursos naturales bajo algunas condiciones. Pero advierten que la valoración económica
y el escenario del mercado si bien son aportes necesarios para las estrategias de
sustentabilidad, son insuficientes para fundamentarlas por sí solos. Esta discusión
transcurre en la actualidad, y en este capítulo se presen-tan algunos puntos centrales
para abordarla.

La asignación de un valor económico a los elementos de la Naturaleza refleja loque las


personas están dispuestas a pagar por ella, sea para apropiársela o para protegerla (o por
su análogo, en la disponibilidad a aceptar un pago como compensación por un daño
ambiental).

En una perspectiva tradicional estos valores encierran varios componentes: Valor


económico total = Valor de uso + valor de no uso. El valor de uso incluye a los valores de
uso directo, indirecto y opción, mientras que el valor de no-uso engloba un conjunto de
valores que pueden ser denominados de existencia o intrínsecos. A partir de este
esquema se han realizado diferentes esfuerzos de contabilizar él valor económico de los
recursos naturales. La mayor parte de ellos apuntan al valor de uso directo, unos pocos
suman el valor de uso indirecto, y se están experimentando algunos procedimientos más
globales.
La valoración económica de la Naturaleza rápidamente derivó en el concepto de Capital
Natural. Esta idea se asocia además al creciente uso de los conceptos de Capital Social
(o Humano) para referirse a atributos como la salud y educación de las personas, todas
ellas incluidas dentro de las mismas corrientes de inspiración neoclásica Una definición
tradicional de Capital, como la de Samuelson y Nordhaus (1993) sostiene que consiste en
los bienes duraderos que se utilizan a la vez en la producción (capital real) así como la
cantidad de dinero total.

Basados en ese tipo de ideas se ha concebido al Capital Natural como el conjunto de


activos en la Naturaleza que produce flujos de bienes y servicios útiles para el ser
humano y variables en el futuro, incluyendo los flujos propiamente ecológicos, como la
reproducción de las especies.

El Capital Natural en el marco de la sustentabilidad débil es calculado apelan-do a una


ampliación, y en cierta medida una corrección, de la economía neoclásica de manera de
poder estimar su valor monetario. El precio ofrecería los mejores indicadores del valor
que le asignan las personas al entorno y permitiría incluir los recursos naturales dentro del
mercado, suponiendo que en su seno se alcanzaría el mejor tipo de gestión.

La destrucción de áreas naturales sería balanceada por la ampliación del capital creado
por el ser humano. Esto implica una noción de sustitución casi perfecta, donde el capital
de origen humano puede reemplazar al Capital Natural. Este tipo de ideas ha sido
defendido desde corrientes muy dispares; desde economistas asocia-dos al Banco
Mundial a estructuralistas de izquierda. Esta misma postura es la que alienta considerar a
la conservación como una forma de “inversión”.

Se han realizado cientos de estudios para otorgar un valor económico a especies, sitios o
ecosistemas completos. Es evidente una enorme variación en los resultados; por
ejemplo, en el caso de las selvas tropicales, los valores obtenidos van de decenas de
dólares a miles de dólares por hectárea, e incluso se discute si realmente se está
valorando la biodiversidad o ciertos recursos biológicos. Estos y otros estudios en realidad
reflejan la diversidad de posturas de las personas (y del mercado), sobre estar dispuestos
a pagar mucho o poco por los recursos naturales. En tanto el precio depende de las
disponibilidades a pagar, esas mediciones a su vez están condicionadas por los contextos
culturales. En la mayor parte de los casos tendrá valor aquello que es conocido y en
especial, cuando es útil.
El concepto de Capital Natural encierra varios problemas. Por un lado, se reafirma un
reduccionismo en la valoración, ya que ese capital se mide por un precio, y por lo tanto
sufre de todos los problemas indicados en la sección anterior. Por otro lado, es convertir a
un conjunto diverso de seres vivos y elementos inanimados en una misma categoría; sean
árboles o aves, rocas o arroyos, todos serían parte de una misma forma de capital.
Finalmente, Capital es un concepto que viene de la economía tradicional, y que se aplica
a los bienes duraderos que se utilizan en la producción, o la cantidad total de dinero de un
emprendimiento.

La perspectiva de la sustentabilidad débil apela al concepto de Capital Natural,


planteando que se logra una condición de sustentabilidad cuando el stock de capi-tal total
se mantiene constante y no se registra una caída del bienestar de las personas. Se
genera así un hecho paradojal: puede perderse Capital Natural siempre y cuando se
substituido por otro asociado al ser humano, manteniéndose el total constante y
asegurando que la calidad de vida no se reduzca. En efecto, la sustentabilidad débil
encierra la trampa que permitiría la completa desaparición de la Naturaleza.

La productividad del capital hecho por el hombre está cada vez más limitada por el
decreciente abastecimiento del capital natural complementario. Es evidente que, en el
pasado, cuando la escala de la presencia humana en la biosfera era pequeña, el capital
hecho por el hombre desempeñaba el papel de factor limitante. El punto de cambio del
capital hecho por el hombre al natural como factor limitante es entonces una función de la
creciente escala y el impacto cada vez mayor de la presencia humana. El capital natural
Es la fuente que alimenta el flujo de recursos naturales: la selva que produce el flujo de
maderas; los depósitos de petróleo que producen el flujo del crudo, las poblaciones de
peces que producen el flujo de pesca. La naturaleza complementaria del capital natural y
el hecho por el hombre se ve de manera obvia al preguntar de qué sirve un buen aserrío
sin un bosque, o una refinería sin petróleo o un barco pesquero sin peces. Más allá de
cierto punto en la acumulación de capital hecho por el hombre se ve clara-mente que el
factor limitante de la producción es el capital natural restante. Por ejemplo, el factor
limitante que determina la abundancia de la pesca es la capacidad reproductiva de los
peces, no el número de barcos pesqueros (...), y para muchos tipos de maderas, son las
selvas existentes y no la capacidad de los aserríos. Costa Rica y Malasia peninsular, por
ejemplo, ahora tienen que importar madera para mantener sus aserríos en
funcionamiento. Un país puede acumular capital hecho por el hombre y agotar su capital
natural a gran escala sólo si otro país lo hace a menor escala; por ejemplo, Costa Rica
tiene que importar madera de alguna parte. Los requerimientos de complementariedad
entre el capital hecho por el hombre y el natural se pueden evadir dentro de una nación
sólo si se los respeta entre naciones.

Conclusión

Aún en el caso de la sustentabilidad fuerte se mantiene la idea de concebir a la


Naturaleza como una forma de capital. Como se vio más arriba, esa perspectiva posee
varios inconvenientes en tanto se autolimita a una visión mercantil. La adjudicación de
precios presupone que la Naturaleza es un objeto al servicio humano, negándose que
ésta sea sujeto de valor. A esa perspectiva se puede oponer una que reconozca valores
intrínsecos o propios en el ambiente, los que son propios de los elementos naturales y por
ello independientes de la evaluación que de ella hacen los seres humanos. De esta
manera la Naturaleza emerge como una categoría plural, que, si bien puede ser evaluada
desde diferentes indicadores, cada uno de ellos será parcial.

Finalmente, mientras el concepto de Capital Natural permite convertir a la Naturaleza en


conjuntos de mercaderías comercializables, el de Patrimonio no requiere de ese paso y
permite manejarse con independencia del mercado. En algunos casos se podrá apelar a
éste, mientras que en otras situaciones la gestión serán escenarios y mecanismos que no
son económicos. De esta manera, el concepto de Patrimonio permite recuperar la
posibilidad de la regulación social sobre el mercado.

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