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Tan tranquilo tomaba mates con semitas, cuando paró en sus puertas un
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El pobre levantó sus alforjas del suelo y se las acomodó sobre los
enredados, y se dispuso a seguir camino, más triste que la noche... Echó una
El rico pensó: "Quién como yo tuviera un santo para lucirse con él...".
-¡A ver!... Denle un plato de comida a este pobre artesano, que tiene
-A ver, denle tabaco para que fume este buen artesano. Y esta noche que
me le sirvan una buena cena y le tiendan cama para que se quede a dormir
que comience su trabajo. Por hoy, que descanse, que bastante maltrecho ha
llegado el pobre.
cuja blanda y descansó hasta que lo llamaron a cenar. Comió y comió hasta
Hachazos van y hachazos vienen, como al cabo de tres horas el pobre naranjo
almuerzo.
Comió asado, carbonadas y guisos, todo bien regado con dos litros de
vinito añejo. Como había quedado medio hinchado, tuvo que dormir su buena
de los hachazos, A eso del anochecer el pobre naranjo se vino al suelo. Se vino
hagan faltar la comida ni el buen trato para que trabaje con gusto! -y se fue el
patrón.
El fino artesano cenó más que otro poco esa noche. Tomó sus dos litros
dio por levantarse y se desayunó con un asado jugosito. Bebió pichanga y muy
sacar las ramas con azuela y hacha. Llenó el suelo de astillas grandes y chicas.
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formas.
vino. Al fin se determinó a trabajar y esta vez fue con azuela. Llenó el patio de
hasta el codo... Después de todo esto, un quirquincho asado con adobos. Pan
calientito, recién sacado del horno, y dos litros de vino del más elegido de la
bodeguita casera. "Hi comió y bebió, dijo por fin el maestro. Agora, después de
-Ya está con ganitas de ir tomando las formas, mi patrón. Para mañana
cocinera que lo cuidara bien al artesano pero al ver esa mesa, tendida con más
potajes que los que le servían a él, se quedó más que callado.
conserva de tomate, y al fin una sopita de verdura con presas de pollo. Para
le hicieron las doce y tuvo que almorzar. Como quedó medio pesao del
almuerzo, se fue a dormir su buena siesta; pero a la tarde trabajó con gusto y
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provecho. Luego del mate con buñuelos volvió a seguir su labor, pero ya
-El que usté elija, patrón. Si quiere le hago un San Roque con perro y
todo.
-Ta bien, patrón. Veremos a quien sale más parecido y entonces usté le
arrimó por la cocina y vido tanta comida, se llevó las manos a la cabeza y atinó
anisado para entonarse y seguir mejor la suerte de las cartas. A la noche, una
ser domingo, dos litros de vino y unos traguitos de coñaque. Postre de pasas
invitó a su cuarto la negra cocinera, con brasas, para tomar matecitos con
semitas. Allí principió él a contarle el lindo y novedoso cuento de Los tres picos
de amor.
Día lunes, por ser lunes, amaneció medio enfermo el artesano. Dolor de
cintura tenía, por un pasmo frío que lo había flechado. No pudo levantarse,
enfermo y más con una cazuela que le llevó la negra a la cama. La morenita
comida liviana. Api con leche, sopita de arroz, un locrito con poca grasa y
condimento, y espesado de harina con leche. Nada de vino, ni frutas ácidas.
salieron a relucir hasta los cueritos al sol de cada una. Palabras van, palabras
del patrón y de la patrona. El enfermo las calmó y supo quedar bien con las
dos, sin ladear preferencias. La ama de llaves le dio la friega al pecho con
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cabeza con trapos y se sentó en la cama. Como para olvidar lo triste de sus
dolencias, siguió con el cuento de Los tres picos de amor. La ama de llaves a
cobijas. A las doce le trajeron entre las dos un almuerzo livianito. Un pollo
de la alacena del amo. Esa tarde, como la cocinera tuviera que lavarle toda la
ropa, aprovechando que estaba en cama, la buena de la llavera se vino a
escuchando las pícaras andanzas de un enamorado que supo tener sus tres
Esa noche, como ya se sintiera sano con tanto remedio, le dieron firme de
cenar para que pudiera cumplir con su trabajo al otro día. Asado con cuero y
alón de chioque que habían boliado esa mañana, y una sopa de charqui con
ajos y cebollas. Volvió el vino, pero del bueno de la alacena del patrón, que le
trajo la ama de llaves, con más un postre de peras hervidas y un lindo terrón
Los tres picos de amor. La cocinera, que ya le había lavado toda su ropa,
afanó con el formón, dele que dele. Trabajaba un poquito y retrocedía para
En eso se le acercó la niñera con una guagua del patrón en los brazos. El
maestro le dijo:
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andaba con el santo, tomando medidas nuevas. A eso del anochecer le cayó el
-¡Ay, patrón... ¿Sabe que nos hamos equivocao?... ¡El santo se nos ha
vuelto batea! Batea le haré, poh, patrón. Linda será y no perderá ni gota de
agua.
-¡Uh! -no más alcanzó a decir el patrón, y se fue hablando fiero por lo
bajo en un blanquiar de ojos.
maestro, pero la negra lo entendió al revés. Esa noche le sirvió gran tortilla
tostada con otro poquito de coñaque y giñebra. Esa noche seguía el cuento de
hombre que cuasi se olvida de almorzar. La linda llavera lo mandó llamar con
Achicándose iba el tronco del pobre naranjo a fuerza de tanto sacarle astillas
por todos lados. A la hora del mate, la jovencita niñera le trajo manjar blanco
y huevos chumbos. "Gracias, mi niña le dijo él. Vaya esta noche a mi cuarto,
que le contaré el lindo cuento de Los tres picos de amor..." "¿Se cree que no
voy a ir?..." , le contestó ella, alejándose. Siguió él, tan serio, con su trabajo.
Dele azuela y dele serrucho. El patrón cayó, medio ladiao, con cara avinagrada
y componiéndose el pecho:
naranjo no quiso ser santo ni quiso ser batea! Mortero será, mi patrón... Un
lindo mortero.
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Luego se fueron al cuarto del artesano y él siguió con el cuento de Los tres
madrugada, oyéndolo...
Al otro día siguió el santero con su obra. Con cuchilla trabajaba ahora y
menta, de postre. A la tarde trabajó el artesano y hasta con papel de lija pulía
su obra.
-¡Ay, patrón!... ¿Sabe que nos hamos vuelto a equivocar otra vez?... No
nunca y hablando sonseras retorcidas. Esa noche, la ama de llaves, que estaba
a su tarea con más porfía que nunca. Era él quien se apuraba. A la caída de la
-¿Ydiay?...
-¡Uh!... ¡Uh!...
estacas, patrón... Mañana se la dejo bien pulidita y lista para que la use en lo
-Tempranito, moza.
la niñera con más dulces de los niños y cuajada fresquita, manjar blanco y
arroz con leche. Quiso oír el fin del cuento de Los tres picos de amor, y él se lo
terminó de contar con toda la gracia que tenía. Le gustó a la niñera el cuento y
esperaban la cocinera y la ama de llaves y araron el patio con ella. Hasta los
patrones se levantaron, y la pobre señora tuvo que taparse los oídos para no
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-No me diga más, patrón. Tomando mate a su reparo estaba usté cuando
-¡Ay, patrón!...
-Y la batea en mortero...
si en entero se lucía!
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Es de medieros pensar