Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las reservas:
Con ella comenzará a regir entre los Estados que hayan manifestado su
consentimiento en obligarse por el tratado. Son “Estados partes” aquellos que han
manifestado su consentimiento en obligarse por un tratado.
Un tratado puede disponer que entrará en vigor a la fecha del canje de los
instrumentos de ratificación, después que haya transcurrido cierto plazo a partir de la
fecha en que se haya depositado cierto número de ratificaciones o de adhesiones. A
falta de disposición o acuerdo sobre la entrada en vigor rige la regla residual
establecida en el artículo 24, párrafo 2, de la Convención de Viena: el tratado entrará
en vigor tan pronto como haya constancia del consentimiento de todos los Estados
negociadores en obligarse por el tratado.
Es posible que el tratado disponga o los Estados negociadores convengan que el
tratado se aplicará provisionalmente antes de su entrada en vigor. La aplicación
provisional de un tratado respecto de un Estado termina si éste notifica a los Estados
entre los cuales el tratado se aplica provisionalmente su intención de no llegar a ser
parte en él.
Las disposiciones procesales de un tratado, como las relativas a las formas de expresar
el consentimiento en obligarse, a la manera y fecha de su entrada en vigor y a las
funciones del depositario, se aplican desde el momento de la adopción de su texto
La interpretación del tratado tiene por objeto determinar el sentido y alcance de sus
disposiciones.
o La interpretación busca su bilateralidad del tratado.
Los Estados que son partes en un tratado pueden fijar, por medio de un acuerdo, el
sentido de artículos del mismo. Este procedimiento es similar a la interpretación
auténtica de las leyes internas que efectúa el Poder Legislativo por medio de leyes
interpretativas.
En caso de que los Estados contratantes no lleguen a acuerdo respecto de la
interpretación de un tratado pueden someter el diferendo surgido a un tribunal
arbitral o judicial.
Criterios que establece la Convención de VienaSon tres las tendencias principales
sobre interpretación de tratados. Una favorece la búsqueda de la intención de los
Estados contratantes por todos los medios al alcance del intérprete. Otra da mayor
importancia al texto mismo del tratado. Por último la manera teleológica, atribuye
mayor valor en la interpretación al objeto y fin del tratado.
La Convención de Viena integra estas tres tendencias, pero privilegia la interpretación
textual de los tratados (artículos 31 a 33).
La regla general de interpretación es la siguiente: “Un tratado debería interpretarse de
buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del
tratado en el contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto y fin” (Artículo 31,
inciso 1 de la Convención).
La interpretación textual ha sido favorecida también por la jurisprudencia. Así, por
ejemplo, la Corte Internacional de Justicia ha declarado que: “el primer deber de un
tribunal llamado a interpretar y aplicar las disposiciones de un tratado es esforzarse
por dar efecto, según su sentido natural y corriente, a estas disposiciones tomadas en
su contexto. Si las palabras pertinentes, cuando se les atribuye una significación
natural y corriente, son equívocas o conducen a resultados irrazonables, es entonces –
y solamente entonces– que la Corte debe buscar por otros métodos de interpretación
lo que las Partes tenían en realidad en mente cuando utilizaron las palabras de que se
trata”.
La interpretación tiende a precisar esta voluntad común tal como ha sido expresada en
el texto convencional y a partir de éste. El texto convencional comprende también el
preámbulo y los anexos del tratado.
En su labor el intérprete deberá, además, tomar en cuenta los acuerdos entre las
partes acerca de la interpretación del tratado, la práctica seguida por las partes en la
aplicación del mismo y las normas pertinentes de derecho internacional.
La interpretación está sujeta al principio de la buena fe que obliga a las partes a aplicar
el tratado de manera razonable y de modo tal que su fin pueda ser logrado. Sería
contrario a este principio valerse de una ambigüedad del texto para sostener una
interpretación abiertamente contraria a la intención de las partes. De la buena fe
deriva también el principio de la eficacia (si una disposición tiene dos interpretaciones,
debe preferirse la que produzca efectos).
El preámbulo es el elemento más relevante de un tratado, ya que en él se encuentra el
objeto y finalidad de este mismo, es decir, las intenciones del tratado.
Un tratado en vigor obliga a las partes contratantes y debe ser cumplido por ellas de
buena fe. El principio pacta sunt servanda es la norma más importante del derecho
internacional.
Un Estado no puede invocar su legislación ni las deficiencias de ella para dejar de
cumplir las obligaciones que le impone un tratado. Es el orden jurídico interno el que
debe adaptarse al tratado y no el tratado al orden jurídico interno.
Excepciones:
Es posible que las partes en un tratado hayan tenido la intención de conferir derechos
a terceros Estados, como el derecho a navegar una vía de agua internacional. En este
caso, según la Convención de Viena, el tratado da origen a derechos para un tercer
Estado si éste “asiente en ello”. Este asentimiento se presumirá mientras no haya
indicación en contrario, salvo que el tratado disponga otra cosa.
La disposición contenida en un tratado puede dar origen a una obligación para un
tercer Estado si las partes en el tratado tienen la intención de que tal disposición sea el
medio de crear la obligación y si el tercer Estado acepta expresamente por escrito esa
obligación.
El principio general de que un tratado no crea obligaciones ni derechos para un tercer
Estado sin su consentimiento no impide que una norma puramente convencional en su
origen llegue a ser obligatoria para un tercer Estado como norma consuetudinaria. En
este caso, el tercer Estado está vinculado no por la norma convencional propiamente
tal sino por una norma consuetudinaria del mismo contenido surgida posteriormente.
La regla general de los tratados es que rijan pero la Convención de Viena establece
causales donde se puede alegar la nulidad de los tratados, pero debe ser declarada por
un tercero imparcial llamado juez/arbitro.
En materia interna hay dos tipos de nulidad en derecho civil: absoluta (dip) y relativa
(vicios), en derecho internacional son las mismas nulidades y solo difieren en los
plazos, causales y como sanear, etc.
El consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado puede estar afectado por
vicios que ocasionan la nulidad del tratado. Las disposiciones de un tratado nulo
carecen de fuerza jurídica. Si se han ejecutado actos basándose en dicho tratado, todo
Estado que sea parte en el mismo podrá exigir que, en la medida de lo posible, se
restablezca la situación que habría existido si no se hubieran ejecutado dichos actos.
No debe confundirse la nulidad de un tratado con su terminación que supone un
tratado válido que, por causales tales como el cumplimiento del plazo por el cual deba
regir, dejan de producir efectos jurídicos en el futuro. La nulidad opera ab initio (desde
el comienzo).
La nulidad de un tratado es excepcional. El tratado se considera válido hasta que su
nulidad sea reconocida o legalmente declarada.
Una vez declarada la nulidad del tratado, los Estados contrayentes deben restituir las
cosas.
Las causales de nulidad admitidas por la Convención de Viena son los siguientes:
Exime a las partes de seguir cumpliéndolo, pero no afecta los derechos ni las
situaciones jurídicas creados por la ejecución previa del tratado.
No hay que confundir la terminación con la nulidad de un tratado. Un tratado es nulo y
carece de fuerza jurídica si está afectado por un vicio incurrido en el momento de su
celebración. Una vez que la nulidad ha sido reconocida o declarada, el tratado es
considerado nulo ab initio. La terminación, en cambio, supone un tratado válido cuyos
efectos cesan, para el futuro, por un hecho sobreviniente. La nulidad de los tratados es
rara y excepcional, en tanto que su terminación es frecuente y normal en las
relaciones internacionales.
Las causales de terminación de un tratado pueden ser agrupadas en tres categorías:
- Causales previstas en el propio tratado.
- La voluntad común de las partes contratantes.
- Causales contempladas por el derecho internacional general.
El principio tradicional es que una parte no puede denunciar un tratado bilateral o retirarse de
un tratado multilateral a menos que el tratado se lo permita expresamente o que los demás
contratantes consientan en ello.