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atravesar el espejo
Si hubiera que definir una lista de los notables escritores de todos los tiempos
que hicieron aportes significativos al ajedrez, en una mirada que por cierto es de
índole muy personal, junto a Alfonso X de Castilla “el Sabio”, Stefan Zweig, Vladimir
Nabokov y Jorge Luis Borges, en alturas tan portentosas, habría que incluir también a
Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), es decir Lewis Carroll, seudónimo con el que
el británico dará a conocer su obra literaria.
Por Sergio E. Negri *
Tras formularse esta enumeración, resulta impostergable consignar, a fuer de no ser del todo
injustos, a otras egregias plumas que, siendo referentes de diversas culturas, trascenderán
eterna y universalmente, correspondientes a tiempos precursores en los que se comenzó a
incorporar al ajedrez en trabajos escritos de significación. Vaya pues el reconocimiento a al-
Mas’udi, Ferdousí, Omar Jayam, Dante Alighieri, Giovanni Bocaccio, Geoffrey Chaucer,
François Rabelais, Miguel de Cervantes, Lope de Vega y William Shakespeare.
Tampoco habría que omitir la mención de pensadores que habrán de reparar en el juego, en
diferentes épocas, incorporándolo como parte de sus profundas reflexiones. Son los casos
de Gottfried Leibniz, Denis Diderot, Ferdinand de Saussure, Miguel de Unamuno, Ludwig
Wittgenstein, Benjamín Franklin, George Steiner y, entre tantos cerebros privilegiados, uno
más, el de un notable intelectual argentino: Ezequiel Martínez Estrada.
En los terrenos literarios de ficción y de ensayo, hay otros nombres inolvidables de quienes
supieron hacer lucir al ajedrez como parte de los respectivos argumentos narrativos que
surgieron de su genio. Es la situación de Edgar Allan Poe (aún en sus diatribas al juego),
Julio Verne, León Tolstói, Raymond Chandler, William Faulkner, Elías Canetti, Samuel
Beckett, Arthur Clarke, Fernando Arrabal (llegó a concebir un Himno al ajedrez), Arturo
Pérez-Reverte y, de entre los connacionales de Borges y Martínez Estrada: Leopoldo
Lugones, Rodolfo Walsh, Abelardo Castillo y Ricardo Piglia.
Pero volvamos a Lewis Carroll, uno de los integrantes del prodigioso quinteto que se
presentó inicialmente, a quien se le dedica este trabajo, de quien su compatriota y colega
Virginia Woolf certeramente aseguró: “Sólo Lewis Carroll nos ha mostrado el mundo tal y
como un niño lo ve, y nos ha hecho reír tal y como un niño lo hace”.
En efecto, generalmente se pone el énfasis en que hizo una literatura dedicada a la niñez y,
de alguna manera reforzando el concepto, que en sus obras se le asignó una especial
relevancia a los juegos, habida cuenta de que éstos son especialmente disfrutados por los
más pequeños. Al afirmarse lo precedente, habría que cuidarse de no caer en el equívoco de
pretender asignarle a Carroll una suerte de capitis diminutio. Muy por el contrario, hay que
saber reconocer la potencia y magia impar de su prosa.
Es que resultan excepcionales los autores que han sabido ingresar en las profundidades del
mundo de la infancia, esas que dejan marcas indelebles en las futuras fases de la existencia
de cada persona. Y son también del todo extraordinarias las miradas de quienes logran
advertir y transmitir el profundo sentido lúdico de la vida. Carroll, en ambos aspectos, supo
ingresar en un selecto club que está reservado para muy pocos.
Borges, que lo admiraba profundamente, reparando en la Alicia que traspasará el espejo,
quedará fascinado con “el ajedrez onírico de Carroll”. Ese “ajedrez onírico” es el eje central
de la trama de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, trabajo de 1872 que
apareció siete años más tarde respecto de su primer libro, el también esencial Alicia en el
país de las maravillas.
La trama de la segunda entrega de una fascinante saga en la que Alicia es la protagonista,
siendo conocida, merece ser recordada. La niña, en cierto momento, atraviesa el espejo de
la habitación de su casa, planteándosele un escenario prodigioso, en el marco de un paisaje
bucólico, tan propio de la campiña inglesa, en donde se aprecia un gigantesco tablero de
ajedrez en el cual las filas están separadas por arroyos y las columnas por setos donde se
desarrolla una partida de ajedrez viviente.
Es invitada a formar parte del juego, transformándose en un humilde peón blanco, aunque
con la promesa de que habrá de convertirse en reina una vez que se produzca la respectiva
coronación, para lo cual deberá avanzar, paso a paso, hasta la octava fila del cuadrado. A lo
largo de la recorrida, habrá de protagonizar situaciones tan mágicas como inolvidables,
interactuando con otras piezas/personajes con quienes compartirá experiencias desopilantes
las cuales, más allá de a la hilaridad o la extrañeza, invitan a la reflexión.
Tras cumplirse con esa expectativa de ser reina, Alicia habrá de despertar, apareciendo de
nuevo del lado “correcto” del espejo, por lo que habrá de suponer, no sin generársele algún
espacio de dudas (las que la mayoría de los lectores habremos de compartir), si la aventura
realmente existió o si, en cambio, todo se trató de un mero sueño.
El uso del espejo como recurso es muy inteligente y proverbial. Las imágenes que se
proyectan en él, la de las personas y sus respectivos entornos, parecen adquirir vida propia a
poco de ser observadas. Son reflejo de un mundo real. Pero, a la vez, resulta convincente
llegar a imaginar que una dimensión paralela se puede esconder detrás de esos elementos
los cuales, por sus propias características, nos resultarán por siempre misteriosos. En
palabras de Borges (en su poema Los espejos): “…Nos acecha el cristal. Si entre las
cuatro/paredes de la alcoba hay un espejo,/ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo/que
arma en el alba un sigiloso teatro (…)”.
Las piezas que participan en el encuentro, entre las que se destacan los papeles
desempeñados por la Reina Blanca, la Reina Roja y el Rey Rojo (aún en su impasibilidad),
tienen nombres de fantasía, tales como Tararí (Tweedledee), Tarará (Tweedledum), la
Oveja, el Anciano, el Caballero Blanco, Zanco Panco (Humpty Dumpty), el Carpintero, la
Morsa, el Cuervo, el Caballero Rojo, y dos que resultan muy especiales: el León (asimilable
a Inglaterra) y el Unicornio (Escocia) que, en una evidente clave política, se los aprecia
luchar por la supremacía del reino.
Se han establecido asociaciones de cada uno de los trebejos con personalidades de la época,
habiéndose creído incluso que el Caballero Blanco representa al mismísimo Carroll. Si
fuera así, es posible considerar especialmente conmovedora la escena en la cual esa pieza se
despide de Alicia tras protegerla e indicarle el camino para la conversión en reina, la que
puede ser interpretada como una parábola de lo que debió haber acontecido en la vida real.
Es sabido que el autor se inspiró en una niña de igual nombre, Alicia Liddell, a quien educó
junto a sus hermanas, hijas de un amigo personal del autor que era capellán de la Christ
Church de Oxford. A ellas Carroll les enseñó a jugar al ajedrez. Cuando aquélla ingresa en
la fase adulta, se producirá el inevitable alejamiento respecto de su viejo consejero Carroll.
Seguramente, en esas circunstancias, podría haberse sentido como el mentado Caballero
Blanco lo habría estado al decirle adiós a la niña en el relato.
Resulta notable que en la posición inicial de prosecución de la partida a la que se suma
Alicia, la que se presenta seguidamente, no aparezca ningún alfil, trebejo que tampoco es
mencionado en todo el libro. Dicha figura, en el medio anglosajón, corresponde al obispo
(bishop), por lo que es probable que esa omisión implique una señal de respeto o, hasta de
temor, en procura de evitar cualquier clase de malentendido con los referentes del poderoso
sector eclesial.
Imagen correspondiente a la posición
inicial e indicación de la correspondiente secuencia de jugadas ulterior en A través del
espejo y lo que Alicia encontró allí
Al observarse esta disposición se aprecia que las blancas podrían dar fácilmente mate en
tres jugadas siguiéndose esta secuencia: 1. Cg3+ Re5 (si Rd4 o Rd3 el mate es aún más
inmediato con 2.Dc3); 2. Dc5+ Re6; 3. Dd6++. Como el derrotero de la partida es bien otro,
cabría interpretar que estamos en presencia de una primera anomalía ajedrecística.
Sin embargo, dado que la Reina Roja es quien invita en el relato a Alicia a participar del
juego, asumiendo un rol en el elenco rival prometiéndole que habrá de coronar, podría
entenderse que se trata de una estratagema dilatoria de aquélla para distraer a las piezas
blancas que hubieran podido, en lugar de ver a la niña avanzar, resolver la partida más
rápidamente por otros caminos. Viendo mejor las cosas, y como en definitiva las blancas,
tras la coronación de la niña, habrán de asestar por su propio intermedio el deseado mate al
bando rojo, podría hacerse la interpretación de que, a sabiendas, se pospone el desenlace
permitiendo el lucimiento de la protagonista.
En todo caso, es evidente la posibilidad de asociación de ese tránsito a un rango superior (de
peón a reina) con lo que iba inevitablemente a ocurrir en un plano real. El camino de Alicia,
a lo largo del tablero detrás del espejo, con sus sucesivas experiencias, es asimilable a un
proceso de educación por el que deberá atravesar la niña, de este lado de la imagen, para
lograr cumplir con su objetivo de dejar atrás la infancia (cuando se podía ser un peón) para
arribar a la etapa adulta (momento en el que habría de convertirse, al menos supuestamente,
en reina).
En lo que respecta a licencias ajedrecísticas, en el curso de la historia habrán de registrarse
numerosas otras. La más reiterada se verifica al permitírsele a un mismo jugador hacer más
de una jugada consecutiva lo que contraría la lógica de un juego en el que cada participante
hace su movida por vez. Otra más se aprecia cuando se asegura que un caballo amenaza a
Alicia, para lo cual se ubica en situación de contigüidad cuando, es sabido, el corcel no
captura de lado sino por un movimiento más sinuoso. Esto sucede concretamente al verse en
la casilla e7 al Caballo Rojo (habría que decir Caballero Rojo ya que en inglés la pieza
respectiva se denota como knight), a Alicia en d7, a la Reina Blanca en c8, al Rey Rojo en
c6 y al Caballo Blanco en f5. En esa situación el respectivo caballo rojo tiene amenazadas
las casillas c8 y c6 pero, de ninguna manera, la de d7, donde se ubica la niña.
Un apartamiento adicional a la lógica del juego se aprecia cuando el Rey Blanco queda en
jaque sin protegerse en la siguiente jugada. También resultará extraño que el peón, al arribar
a la octava fila, no se transforme de inmediato en otra pieza. Es que Alicia se verá a sí
misma como reina sólo en una instancia ulterior, momento en el que la Reina Roja se pone
a su lado. En ese contexto la niña queda entre las dos soberanas, quienes la someten a un
cuestionario sobre diversas temáticas, quizás para verificar que merece el cetro.
Al respecto Carroll dice que las damas enrocan queriendo plasmar el episodio en que las
tres soberanas ingresan conjuntamente al palacio. Que así se defina el momento es una
nueva atribución literaria que se reserva el autor dado que, como es bien sabido, en el
ajedrez sólo se permite que los reyes lo hagan, con la participación de la pieza de la torre.
Sobre el punto Carroll, más que apelar al reglamento ajedrecístico, al que sin dudas conocía
perfectamente (aprendió el juego de niño en su casa de Croft Rectory), seguramente
recurrió a los recovecos de la lengua inglesa, en donde el verbo enrocar en infinitivo es “to
castle” (también se lo puede conjugar como hacer castillos o encerrarse en un castillo) y, en
tanto sustantivo, significa no sólo castillo sino también torre. Estos ámbitos son del todo
aptos para que sean frecuentados por las reinas, ingresando al palacio, en fin, enrocándose.
Sobre los desvíos a los reglamentos ajedrecísticos el matemático y notable divulgador
científico norteamericano Martin Gardner dirá lo siguiente: “La descripción que hace
Carroll del problema de ajedrez que subyace en la acción del libro es exacta…Es cierto, sin
embargo, como señala el propio Carroll, que las rojas y las blancas no alternan sus jugadas
adecuadamente, y que algunas de las ´jugadas´ consignadas por Carroll no están
representadas por movimientos efectivos de las piezas en el tablero (…) La más grave
transgresión de las reglas del ajedrez acontece hacia el final del problema, cuando el Rey
Blanco es colocado en posición de jaque por parte de la Reina Roja sin que ninguno de los
bandos se dé cuenta…Es cierto que ambos bandos desarrollan un juego extremadamente
descuidado; pero ¿qué otra cosa cabía esperar de las insensatas criaturas de detrás del
espejo? Hay dos momentos en que la Reina Blanca deja escapar la ocasión de dar jaque
mate y en otro en que huye del Caballero Rojo cuando podía haberlo capturado. Sin
embargo, estos dos fallos están en consonancia con su carácter distraído”.
Ante las reiteradas incongruencias ajedrecísticas detectadas, existieron algunos intentos por
generar un orden alternativo de jugadas que pudiera cumplir con ambos propósitos: que
fuera coherente con el relato y consistente con las reglas estrictas del juego. Ello lo lograría
Donald Liddell, persona que pese a su apellido no tendría parentesco con la Alicia que
inspirara al autor, quien publicó una partida de 66 movimientos que empieza con la
Apertura Bird (alude a un gran jugador e historiador ajedrecístico británico del siglo XIX),
la cual culmina en el preciso momento en que Alicia captura a la Reina Roja. Fue publicada
por vez primera en la revista British Chess Magazine en el mes de mayo de 1930 (Volumen
30, páginas 181-184).
Más allá de los tecnicismos Carroll, a partir del ajedrez, halló un medio inmejorable para
transmitir, con especial magia, ciertas ideas y valores, siendo un gran hallazgo literario que
se la vea a la protagonista del relato participando de una experiencia alucinada y alucinante
que desempeña del otro lado del espejo. El autor parece invitarnos a pensar que siempre
será posible participar de una realidad diferente que, siendo desconocida, está mucho más
cerca de nosotros de lo que solemos creer. A la vez, provoca admiración en una niña que, en
su inocencia, al explorar territorios desconocidos, asume el desafío de lo desconocido con
alegría, expectativa y, no hay que dejar de señalarlo, algo de temeridad.
En la partida en cuestión las piezas tienen los colores blanco y rojo, y no los clásicos blanco
y negro que corresponden al canon del ajedrez universal. Al respecto, siguiendo al
investigador francés Michel Pastoureau, se puede señalar cómo se evolucionó
históricamente en el tema.
En las versiones originales del juego, por ejemplo en el chaturanga y en el shatranj, la
oposición se daba entre negro y rojo. En la India esos colores eran metáforas,
respectivamente, de la nada y de la riqueza o pasión, y en el mundo musulmán, por su parte,
el rojo significaba vida y el negro la muerte.
En la sensibilidad feudal, por influencia del cristianismo, el blanco siempre representó la
pureza, mientras que tanto el rojo (que si bien alude a las vestimentas papales, es también el
color del diablo) como el negro, eran las coloraturas que le resultaban más divergentes a
aquél. En ese marco fue que, primeramente, se reemplazará en Europa al negro del diseño
oriental por el blanco.
Más luego, hacia el siglo XIII, se irá a una antítesis que, con el curso del tiempo, será
considerada perfecta: la de blancas contra negras, un prototipo que habrá de trascender
definitivamente. Es que esa es una antinomia más exacta ya que las ideas de la luz, la
epifanía y el bien, asociadas al blanco, contrastan más nítidamente con la oscuridad, la
perversión y el mal a los que remite el negro. Con ello se vuelve de paso al esquema de los
griegos antiguos, habida cuenta de que, por ejemplo para Aristóteles el blanco significaba
la máxima transparencia mientras que el negro aludía a la absoluta opacidad.
Adicionalmente, lo que se iba dando para las piezas se traslada asimismo a los escaques del
tablero. Si en tiempos primitivos éstos no tenían color especial alguno, ya que los espacios
sólo quedaban delimitados por las líneas que separaban las horizontales y las verticales del
tablero, si luego se pudieron observar casilleros alternativamente rojos y negros o bien rojos
y blancos, ahora, en que se imponía el nuevo modelo de colores antitéticos, la superficie
cuadriculada, como los propios trebejos, también será coloreada de blanco y negro.
Por lo pronto, Sir John Tenniel, siguiendo el relato de su amigo, presenta un enfrentamiento
entre piezas rojas y blancas, a la hora de concebir las hermosas imágenes que servirán de
ilustración al libro. En el contexto británico, podría creerse que esos colores podrían hacer
referencia a otras luchas, esas que protagonizaron Inglaterra y Escocia. Es que, de hecho, en
el escudo de armas del Reino Unido se observa un león coronado que corresponde a
Inglaterra, y habría que recordar que la cruz de San Jorge de la bandera de este país es roja,
mientras que por otro lado aparece un unicornio blanco encadenado que simboliza a
Escocia.
Imagen de un tablero de ajedrez y de un detalle en la que se ve a Alicia, de Sir John
Tenniel, 1875
En cuanto al patrón de las piezas tomado como punto de referencia por Tenniel es
significativo que no haya sido el de Staunton, el más reconocido en su tiempo, el mismo
que se mantendría en su vigencia plena hasta la actualidad, sino que optó por el de Saint
George que responde a un diseño efectuado alrededor de 1849 para, precisamente, el Saint
George Chess Club de Londres.
Dejando de lado las imágenes, y volviendo al texto, hay que destacar que fue tal el éxito
inmediato de las aventuras de Alicia que, en vida del propio autor, numerosos escritores
habrán de hacer sus propias reinterpretaciones, en formato de libro, las que serán incluso
objeto de colección por parte de Carroll. Estaba claro que su obra, desde el mismo instante
de su edición, se habrá de convertir en un objeto de inspiración, lo que habrá de suceder en
diversos géneros artísticos.
Los relatos sobre Alicia serán recreados no sólo en la literatura sino también en cine (se
recuerdan las notables películas dirigidas por Tim Burton), televisión (en un capítulo de Los
Simpson se habla de Alicia en el País de las Pornopesadillas), teatro, el mundo gráfico
(incluyendo el manga y los cómics), videojuegos y juegos, artes plásticas (resalta la serie de
ilustraciones del pintor Salvador Dalí sobre Alicia) y música, alcanzando en este caso a los
géneros más diversos, de la ópera a lo popular. Lucy in the Sky with Diamonds de The
Beatles y Canción del País de Alicia del argentino Charly García, donde se incluyen las
estrofas “Se acabó ese juego que te hacía feliz” y “No cuentes lo que viste en los jardines, el
sueño acabó”, son dos puntos altos de ese estrecho vínculo.
En el mundo de las letras, se deben consignar especialmente las alusiones a la obra y figura
de Carroll que hizo James Joyce en Finnegans Wake, su trabajo postrero.
Asimismo, es preciosa la recreación del viaje de Alicia a través del espejo que formula
Massimo Bontempelli en La scacchiera davanti allo specchio (El tablero ante el espejo), en
donde el que viaja es un niño que, al interactuar con el Rey Blanco, se lo verá a éste
asegurar: “Todos los hombres son orgullosos e ignorantes…hasta el punto de no saber que
nosotros, nosotros las piezas del juego de ajedrez, somos las criaturas más importantes de la
creación (…) debes saber que las piezas del ajedrez son mucho, mucho más antiguas que
los hombres (…) Somos ejemplo para la humanidad a la que gobernamos (…) somos
verdaderamente eternos”. Además, nada menos que Vladimir Nabokov será el traductor al
idioma ruso de los libros que tienen a Alicia como protagonista.
Las sugerentes y contundentes imágenes viéndola a la musa de Carroll asumir el rol de peón
en un encuentro ajedrecístico a escala humana (recuérdese que en inglés, reforzando la idea
de vínculo entre juego y realidad el término men se usa indistintamente para denotar a las
personas y a las piezas de ajedrez), serán retomadas una y otra vez en tiempos posteriores.
Aunque vienen de lejos ya que, por ejemplo, Rabelais las había utilizado en Gargantúa y
Pantagruel.
Quizás lo más impactante en este sentido, dada su relevancia y repercusión masiva, lo
constituya el caso de la escritora británica J. K. Rowling, quien incluye en la saga de Harry
Potter una situación en la que se lo aprecia al bueno de Harry, junto a sus amigos Hermione
y Ron, obligados a formar parte como piezas negras (alfil, torre y caballo, respectivamente)
de una sugerente partida en procura de salvarse a sí mismos. En ese contexto, aparece como
muy inquietante el hecho de que las fuerzas rivales de las blancas sean asumidas por
estatuillas vivientes sin rostros.
La escena correspondiente se presenta a esta guisa: “La habitación siguiente estaba tan
oscura que no pudieron ver nada. Pero una vez que entraron, la luz súbitamente inundó el
lugar, para revelar un espectáculo asombroso. Estaban en el borde de un enorme tablero de
ajedrez, dentro de las piezas negras, que eran todas tan altas como ellos y hechas en lo que
parecía piedra negra. Enfrentándolas, del otro lado de la habitación, estaban las piezas
blancas…”.
Carroll fue multifacético. Se lo recuerda clásicamente en su rol de escritor, mas también se
lo debe reconocer por sus contribuciones en los campos de las matemáticas y especialmente
de la lógica. Por su parte, se sabe que desarrolló una prodigiosa habilidad mnemotécnica
que lo llevó, por ejemplo, a descubrir un método que le permitía reproducir diecisiete
decimales del número π. Fue, asimismo, diácono de la iglesia anglicana y, en otro rubro tan
diverso, evidenciando el amplio campo de sus intereses personales, y quizás su necesidad de
explorar los márgenes, llegará a inventar juegos.
No ha sido debidamente comprobado, pero se ha asegurado, basándose en algunos dichos
de Carroll registrados en sus Diarios, que inventó un tablero portátil para jugar al ajedrez, el
que solía utilizar en travesías que realizaba en barco o ferrocarril. Se trata del “in statu quo
chess board” aunque, habría necesariamente que aclarar, ese dispositivo fue patentado por
una reconocida familia inglesa dueña de una empresa de equipos de juegos y manufacturas
de deportes llamada Jaques of London, la misma que tenía los derechos exclusivos de
fabricación del famoso set de ajedrez denominado Staunton (cuyo diseño de piezas le
corresponde al artista Nathaniel Cooke).
Una pasión muy notoria del autor fue la fotografía. Le gustaba que en ellos aparecieran
como modelos las niñas, entre ellas la eternamente presente Alicia Lidell. Algunas de sus
obras en este rubro presentan poses algo controvertidas e, incluso, muestran desnudos de
sus jóvenes retratadas, por lo que la mayoría de los retratos fueron pudorosamente devueltos
a los respectivos progenitores o habrían de ser convenientemente destruidos.
Pese a esta tendencia a cierto crudo exhibicionismo podría interpretarse, siendo
biempensantes, que en la intención del fotógrafo se escondía una búsqueda artística para
intentar atrapar con la lente la pureza en estado virginal. Siendo así en Carroll, más que
alguna clase de perversión oculta, podría verse una suerte de idealismo e incluso de
ingenuidad en su aproximación a la fuente de inspiración de sus sentimientos de creación
más íntimos.
Sin embargo, por las características controvertidas de algunos de estos trabajos, el escritor
fue sindicado por varios estudiosos de su figura de haber alimentado sentimientos
prohibidos hacia sus jóvenes númenes, por lo que se ha creído apreciar en su personalidad
rasgos de pedofilia. En otro registro, uno que aparece del todo delirante, teniendo en cuenta
alguna pista que se creyó detectar en sus escritos y la compleja personalidad del autor, se
llegó a especular que Carroll podía haber sido el hombre que se escondía tras los ropajes
enigmáticos de Jack el Destripador.
El artista Dante Gabriel Rossetti y su familia (amigos del autor) jugando al ajedrez. Foto de
Lewis Carroll
Fanny, Maria, Joanna y Anne Smithin jugando al ajedrez en el jardín de Dinsdale Rectory,
Yorkshire (¿con Kitty, la gata a la que Alicia le dijo: “Hace un rato, cuando jugábamos,
mirabas como si entendieras. Y cuando dije «¡Jaque!», ronroneaste…”?). Foto de Lewis
Carroll
Henrietta y Margaret Lutwidge (tías del autor) jugando al ajedrez. Foto de Lewis Carroll
Lo cierto es que con la fotografía Carroll halló un canal de expresión único a partir del cual
podía expresarse artísticamente y acceder a la belleza, tal vez sublimando deseos íntimos
que no debían socialmente aparecer ya que se referían al terreno de lo inalcanzable y
prohibido. En todo caso, el uso de las lentes aseguraba el resguardo de las debidas
distancias, permitiendo dejar a un lado los sentimientos íntimos de culpa y los mandatos
externos que no podían quebrantarse, posibilitando a la vez que fuera admirada la pureza
virginal que ofrecían sus admiradas niñas, de entre las que indudablemente sobresalía la
Alicia protagonista de sus trabajos literarios más rutilantes.
Lewis Carroll, con el ajedrez en su fotografía. Lewis Carroll, con el ajedrez en su obra
literaria. Lewis Carroll, con el ajedrez en su vida cotidiana. Esto último bien se refleja en
sus Diarios y en la recopilación de sus Cartas en donde se registra que lo jugaban su madre
y otros integrantes de su familia. Por su parte, el propio Charles lo solía practicar en
situaciones sociales, preferentemente en tardes lluviosas o cuando viajaba en tren. Y hasta
llegará a ser en alguna oportunidad espectador de un torneo.
Otra prueba clara de su vínculo con el ajedrez se aprecia en su legado ya que, tras fallecer,
se hallarán varios libros sobre la temática entre sus pertenencias, incluidos dos de Howard
Staunton, el mejor ajedrecista inglés del siglo XIX: el influyente texto de divulgación Chess
Players’ Companion y The Chess Tournament, crónica del primer torneo de ajedrez
moderno que registra la historia, disputado en 1851 en Londres, oportunidad en la que se lo
verá consagrarse como triunfador al alemán Adolf Anderssen.
Siendo un educador, Carroll habrá de enseñarles al ajedrez a muchos niños entre ellos,
como ya se ha indicado, a Alicia y sus hermanas. En contexto de aprendizaje Carroll les
contaba cuentos inspirados en el juego a los fines de que todo fuera más ameno.
Aprovechaba esos momentos para explicarles cuestiones más mundanas, como el derecho
que le asisten a las reinas o los asuntos de propiedad de los castillos (las torres en el
ajedrez), tal como comentará tiempo después una de sus niñas-alumnas, Enid Shawyer.
De allí a imaginar a Alicia, su principal musa inspiradora, que tras el espejo habrá de asumir
el rol de peón-reina, sólo existiría un paso: ese que se vio facilitado por la prolífica
imaginación y el extraordinario talento de Carroll. Ello sucedió en un periodo en el que,
según recreará ya de adulta la propia Alicia Hargreaves (apellido de casada de la otrora
niña), ambos se hallaban “aprendiendo ajedrez excitadamente”,
Estaba claro que a Lewis le gustaban mucho los juegos, los de cartas, tan presentes en
Alicia en el País de las Maravillas, el de damas y el extraño go-bang (o gomoku), que se
practica con piezas de go y en su mismo tablero (su idea central es la de lograr alinear cinco
fichas sobre la superficie). Hasta llegó a inventar algunos pasatiempos, como el lanrik, que
puede ser disputado por dos jugadores sobre un tablero cuadriculado disponiendo cada
contendiente cinco peones (luego presentará una versión para ocho fichas) y nueve cartas.
También se le debe a su ingenio un juego de letras, las que pueden ser movidas, siempre
sobre un tablero, hasta formarse palabras. Eduardo Stilman, autor argentino estudioso de la
obra de Carroll, le adjudica otra creación: “… (un) ajedrez heterodoxo, cuyas leyes rigen los
acontecimientos de este libro: se juega sobre un tablero de ajedrez convencional con las
piezas del ajedrez convencional, pero ningún ajedrecista ha logrado entenderlo”.
Esta búsqueda de otros entretenimientos parece indicar un aspecto muy profundo de la
personalidad de Carroll. Pese a su aparente circunspección, pese a los formalismos y ritos
que había que cubrir en una sociedad en la que los valores imperantes eran los de la época
victoriana, pese a incluso haber abrazado el camino de la fe, muy probablemente deseaba
escaparse de los encorsetamientos culturales yendo más allá de las reglas que eran
impuestas. Los juegos, sumados a los fantasiosos relatos literarios, constituían un bálsamo
en donde se podía recalar, al menos brevemente, en otros mundos que parecían resultar
posibles.
No habría que olvidarse que Charles Dodgson, quien tendrá un desempeño académico
brillante en su carrera universitaria, es el mismo nombre y apellido que compartió el autor
con su padre (quien se había incluso casado con su propia prima) y abuelo, signo evidente
de una familia muy cerrada y tradicional, en el que sus exponentes masculinos se destacaron
fundamentalmente en el mundo de las armas y en el de la espiritualidad. En ese
claustrofóbico clímax Carroll habrá de permanecer soltero, abordando la carrera religiosa
habiéndose en 1861 transformado en diácono. Aunque no dará el paso siguiente, ya que
abandonará la idea de ser sacerdote, rol para el que parecía estar predestinado.
Podría pensarse que el hecho de que Alicia fuera parte de una partida en un ajedrez gigante,
y que en su transcurso se convirtiera en reina, además del sentido didáctico respecto del
camino de aprendizaje que debía seguir la niña, de algún modo lo cautivaba al autor en un
plano más íntimo y personal, ya que lo proyectaba en sus propios deseos de lograr
convertirse en un otro, en el contexto de una personalidad que era a la vez tímida y
fantasiosa.
Esa convención, la de que un peón pueda promover en una pieza superior, está prevista en
el reglamento del ajedrez por lo que, siendo excepcional, puede llegar a darse; es más, a
pesar de su carácter algo exótico, podría interpretarse que por esa misma condición termina
siendo una parte esencial de la magia del juego.
Y si Alicia lograr coronar, el hecho de que un humilde peón, necesariamente connotado con
la masculinidad, pueda también acceder a ser reina, no deja de representar una conmoción
doble para almas puritanas: era muy difícil en otros tiempos admitir el improbable ascenso
social de una humilde figura y aún más horror habría de causar la posibilidad de que se
consumara un proceso de transexualización.
Más allá de estos debates culturales y aún éticos, puede regresarse a la clásica interpretación
que asocia la trayectoria de Alicia sobre el tablero con el devenir de una vida que se debía
desplegar desde la infancia hacia una incipiente madurez, con los consiguientes desafíos
que se presentaban en cada etapa de su crecimiento.
Sobre este punto apréciese el tono del siguiente parlamento: “El Caballo (…) dijo: -Es sólo
un arroyo que tenemos que saltar. Todo el mundo pareció satisfecho con esta explicación,
aunque a Alicia la puso un poco nerviosa la idea de trenes que saltaban, de cualquier modo
que lo hiciesen. -¡Pero nos llevará a la Cuarta Casilla, y esto es un consuelo!-”.
Interpelaciones de esta clase son las que inevitablemente Alicia deberá enfrentar a ambos
lados del espejo a fin de alcanzar las respectivas metas en el curso de un recorrido en el que,
en un lado, habrá de convertirse en reina y, en el otro, se habrá de concluir el proceso de
conformación de su propia personalidad. Allá será reina; y acá habrá de casarse y ser madre
conforme los márgenes sociales esperables.
En todo caso, y como bien afirma el norteamericano Morton Norton Cohen, uno de los más
reconocidos biógrafos de Carroll, en A través del espejo y lo que Alicia encontró allí se
describe, más que criticar o cuestionar, la escala de valores que regía en la sociedad
británica de la época.
Por lo demás, si Carroll efectivamente hubiera estado prendado en términos amorosos de
Alicia, y esa idea es de por sí muy persuasiva, se podría suponer que el autor no se animó a
“coronar” a sí mismo, rompiendo con las ataduras que le proponían los convencionalismos
imperantes. Con ello, lamentablemente para él, verá cómo progresivamente se va dando la
definitiva independencia de la antes niña, ahora mujer, comprobándose, una vez más, que
la obra se independiza de su creador.
Tal vez, ese haya sido el sino de la vida del escritor: el de merodear por caminos menos
previsibles, sin concretar sus aspiraciones a caer en lo menos convencional, absteniéndose
de dar el paso final, ese que el peón algo abismalmente ejecuta en el ajedrez al atravesar la
séptima línea del tablero.
Por ello, podríamos suponer que el diácono Dodgson terminará por imponerse a los que
podían ser vistos, en una perspectiva ortodoxa, como fantasmas interiores del Dodgson
artista. Por ello, el notable autor, habrá de refugiarse en su literatura, en sus juegos y en sus
invenciones, que se configurarán contrastantes con una realidad en la que sólo podría
aceptar lo que le era permitido y dado.
Las aventuras de Alicia tras el espejo, tal como se refleja al final del relato, representan sólo
un sueño. Así en principio lo cree la niña, aunque sin abandonar cierto margen de
escepticismo. De hecho, en una conexión entre mundos paralelos posibles, al regresar de la
excursión considera que las gatitas negra y blanca que la acompañan en la sala son,
respectivamente, la Reina Roja y Blanca de la partida que había estado disputando hasta el
momento mismo en que reasume el estado de vigilia.
Nótese, en una mayor interacción entre realidad y ficción, que Alicia Liddell tenía dos
gatitas de nombre Kitty y Copo de Nieve, hijas de Dinah, otra gata de rutilante aparición en
el marco de la trama de Alicia en el País de las Maravillas. Por lo pronto Carroll finaliza su
A través del espejo y lo que Alicia encontró allí con un poema en el que se incluye este
último verso en forma de interrogante: “¿Qué es la vida, si no un sueño?”.
En esta perspectiva onírica, donde uno puede alternativamente soñar o ser soñado,
por lo que es la incertidumbre acerca de lo sucedido la que en definitiva cabe, hay un
elemento más. En cierto momento del relato, al aludir al Rey Rojo, ese que permanece
imperturbable a lo largo de todo el juego en una casilla ubicada en el centro del
tablero, se dice: ”-Ahora está soñando – dijo Tweedledee- ¿Y con qué crees que sueña? –
Eso nadie puede saberlo –dijo Alicia. -¡Claro que sí! ¡Sueña contigo! -exclamó Tweedledee,
palmoteando triunfalmente-. Y si dejara de soñar contigo, ¿dónde supones que estarías? –
Donde estoy ahora, por supuesto –dijo Alicia. ¡No! -replicó desdeñosamente Tweedledee-.
No estarías en ningún lado. ¡Sólo eres algo en su sueño!”.
El obispo George Berkeley fue un notable filósofo irlandés que acuñó el concepto de Esse
est percipi (“Ser es ser percibido”), entendiendo que los cuerpos no son otra cosa que haces
de percepciones. Siguiendo su línea de pensamiento podríamos afirmar que, muy
probablemente para Carroll, el “Ser es ser (poder ser) soñado”.
Si este razonamiento se admitiera, nuestra existencia, nuestra entidad, nuestra propia vida
pues, necesariamente debe ser el objeto de ensoñación de un tercero, sea el soñador una
pieza de un hipotético juego de ajedrez (como le sucedió a Alicia), una divinidad, o quien
fuere. Al cabo de todo nos hallamos ante una idea que resulta bastante inquietante.
Quizás en esta posibilidad de recursividad se inspiró Borges al concebir su poema Ajedrez,
en el que plantea: “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza./¿Qué Dios detrás de Dios la
trama empieza/de polvo y tiempo y sueño y agonía?”. Podría imaginarse que, si el Rey Rojo
fue quien soñó a Alicia, ésta bien pudo haber soñado a Carroll y éste, a su vez, lo habría
soñado a Borges. E, imaginando que siempre hay un Dos detrás de Dios, se podría
establecer una cadena sucesiva planteándose una infinitud de entes que bien podrían ser
reflejados en un espejo. Siendo así, entusiasma la posibilidad de que ello pudiera suceder en
el espejo de la mismísima Alicia de Carroll.
¿Sueño o pesadilla?, concepto este último imaginado nuevamente por Borges (en un trabajo
en colaboración con María Ester Vázquez), en el que se trazan las siguientes líneas
biográficas de Carroll: “El reverendo Charles Lutwidge Dodgson (1832-98) fue lo que
Arnold (Nota: Edwin Arnold, poeta inglés contemporáneo a Carroll) no fue y no hubiera
querido ser nunca, un inglés excéntrico. Singularmente tímido, rehuía el trato de la gente y
buscaba la amistad de los niños. Para divertir a una niña, Alice Liddell, escribió, bajo el
seudónimo de Lewis Carroll, los dos libros que lo harían famoso: Alicia
en el país de las maravillas y A través del espejo. En el primero, Alicia sueña que persigue a
un conejo blanco; la persecución la lleva, a través de un bosque, a un país de seres
fantásticos, entre los cuales hay reinas y reyes de la baraja, que la juzgan y la condenan,
hasta que ella descubre que no son más que naipes y se despierta. En el segundo, Alicia
atraviesa un espejo y llega a una región de seres extraños; muchos son piezas de ajedrez que
han tomado vida. Al final se revela que esta región es un tablero y que cada aventura
corresponde a una jugada de ajedrez. Nunca sabremos si Lewis Carroll sintió que en ese
mundo inestable de figuras que se disuelven unas en otras hay un principio de pesadilla…”.
A Carroll mucho le gustaban los juegos de palabras, por lo que los incorporará una y otra
vez en el curso de su obra. Ellos en definitiva le permitían conjugar dos de las aficiones más
características que habría de cultivar: la literaria; la lúdica. Uno muy idiosincrásico, desde la
perspectiva de este trabajo, es el de cheese (queso) con chess (ajedrez), el que curiosamente
tiene profundas reminiscencias históricas. Baste recordar que el primer texto dado a
conocer en 1474 en Inglaterra, gracias a la invención de la imprenta, lleva el nombre de
Game ande playe of the cheese. Se trata de la traducción al inglés, desde el original francés,
hecha por William Caxton para el monasterio de Westminster, del clásico manuscrito de
Cesolis, un fraile lombardo que daba lecciones morales en forma de sermón usando para
ello como referencia de su prédica a un juego que, en el inglés de la época, se denominaba
efectivamente cheese.
Son muy afamados los nonsense de Carroll, que resultan de transgredir las formas comunes
de la sintaxis y la semántica para construir expresiones que adquieren un significado muy
diferente al que se pretende asignar originalmente. Muchos de ellos surgieron sobre un
tablero de ajedrez. Al respecto, en sus Diarios describe que podía disponer las letras en cada
casillero para provocar un ulterior reordenamiento. En todo caso el autor se convirtió en un
notorio inventor lexicográfico, podríamos decir que siguiendo los pasos de uno de sus
personajes emblemáticos, Humpty Dumpty, quien aseguró: “-Cuando yo uso una palabra
(…) esa palabra significa exactamente lo que yo decidí que signifique… Ni más ni menos”.
En su obra integral son también muy reconocidos los portmanteau, neologismos producto
de la unión de partes de otras palabras, manteniendo en las nuevas los significados de las
originales, aunque ahora en conjunción; como se verifica por ejemplo en viscotivas, término
que se refiere a una cosa que es a la vez viscosa y activa.
También hay espacio para los clásicos anagramas, siendo por caso inquietante la inversión
semántica que se da en idioma inglés entre devil (diablo) y lived (vivido), una
construcción de Carroll, quien asimismo apelaba a la resignificación de un término,
no siempre laudatoria, con el simple recurso de agregar una letra. Como sucede en literature
y litterature (alude a litter, es decir basura), en una evidente muestra de ironía.
Los conocimientos de lógica que adquirió y desarrolló Carroll en el transcurso de su
existencia desempeñaron un papel fundamental en todas estas recreaciones gramaticales. El
uso de palabras alteradas, desafiando los alcances de la lengua inglesa, hallando nuevos
significados y modificando el mundo de los significantes, permite crear realidades
diferentes a las dadas. Se trata de nuevos mundos en los que las rigideces de un ambiente en
el que Dodgson debía desenvolverse, al menos en los acotados márgenes de las letras,
podían momentáneamente llegar a desaparecer.
Cabría preguntarse, si esas palabras alteradas no habrán sido de algún modo un derivado de
la tartamudez que le apareció en su etapa de crecimiento, la que lo habría de acompañar
durante el transcurso de toda su vida. Es concebible que esas expresiones que brotaban de
su boca, como pidiendo permiso para ser pronunciadas y liberadas, dando la sensación de
duda permanente, frente a un contexto que se presentaba tan formal, directo y exacto,
hubieran sido un punto de contacto que lo vinculara más fácilmente a Carroll con los niños
quienes, al advertir esos balbuceos, podían sentirse más cercanos a un adulto que les
hablaba de un modo menos prescriptivo.
En ambos trabajos dedicados a Alicia, y a lo largo de la obra integral de Carroll, se puede
apreciar una riqueza expresiva y argumental que ha sido materia de estudios e
interpretaciones de numerosos investigadores. Por lo pronto, y desde luego simplificando
quizás excesivamente el enfoque, podría asegurarse que los pasatiempos respectivos que
actúan de telón de fondo de esos relatos, el de cartas y el de ajedrez, son en definitiva un
recurso narrativo ideal cuando se quiere reflejar (¡una vez más aparece el espejo!) las
características esenciales de un juego más profundo: el de la vida.
Se ha creído ver en el autor inglés una intención de regresar él mismo a la niñez y, con sus
escritos, proponerles a los lectores que lo acompañen en ese regresivo recorrido. Al
hacerlo, se contrariaba cierto mandato de época en el que el progreso económico, atado a la
industrialización, la extensión del ferrocarril y el crecimiento de las urbes, ordenaba a la
sociedad mirar hacia adelante con frenesí, a punto tal de que la infancia se debía abandonar
rápidamente.
El uso del espejo como protagonista, asimismo, remite a la eterna cuestión del doble, que es
tan cara a la literatura universal, habiendo estado particularmente presente en el movimiento
del romanticismo. En un plano psicológico, podría decirse que, al ampararse en él, Carroll
pudo atreverse a representar facetas de su personalidad que se mantenían (que debían
mantenerse) ocultas. Tras el espejo podían darse rienda suelta a pulsiones no explicitadas en
la vida cotidiana, reconvirtiéndose en alegorías a las que se daba permiso en la ficción.
En este marco, aparece otro detalle nada menor, que habría que considerar de alguna
manera constitutivo de una personalidad deseada. Charles Lutwidge Dodgson, para poder
decir lo que quería, decidió escudarse en el seudónimo de Lewis Carroll. Ese es otro juego
de palabras. Para su construcción operó del siguiente modo: tomó su primer y segundo
nombre, los latinizó, los devolvió luego al inglés y les invirtió su orden. Es decir, Charles
devendrá sucesivamente en Carolus y Carroll; y Lutwidge mutará en Ludovicus primero, y
en Lewis por fin.
Podría decirse que Charles Lutwidge Dodgson construyó especularmente el alias de Lewis
Carroll. Habría que reparar que, en los espejos, las posiciones de derecha e izquierda mutan
lateralmente al verse reflejadas. Lo mismo que hiciera el futuro autor al decidir invertir la
presentación de sus nombres al consagrar su alias.
Alias con el que, muy probablemente, en una primera intención, podría haber intentado
ocultarse. Lo que fue absolutamente en vano ya que, bien lo sabemos, sería justamente bajo
el nombre de Lewis Carroll con el que habrá de trascender.
“Es una inmensa partida de ajedrez que se está jugando… sobre el mundo entero… si es
que esto es el mundo”, dice Carroll en el capítulo “El jardín de las flores vivientes” de A
través del espejo y lo que Alicia encontró allí.
En el mundo de la realidad, en la experiencia onírica, en la infancia, en la adultez, en el
juego, en la vida, el ajedrez siempre tiene esencial entidad. Como Lewis Carroll supo
magistralmente evidenciar gracias a su Alicia. Eso sucede de este lado del espejo. Y eso
sucede, también, del otro lado del espejo. Siempre.
*Maestro FIDE e investigador argentino en ajedrez.
Bibliografía
Carroll, Lewis; Alicia anotada de Martin Gardner, Akal, Madrid, 1998.
Carroll, Lewis; Los Libros de Alicia, La caza del Snark, Cartas, Fotografías, traducción
anotada de Eduardo Stilman, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1998.
Charles Dodgson and Chess, The Lewis Carroll Society, no se indica autor,
en http://lewiscarrollsociety.org.uk/pages/aboutcharlesdodgson/activities/chess.html (pági
na web actualizada a julio de 2017).
Harry Potter y la piedra filosofal de Joanne K. Rowling, Salamandra, Barcelona, 1999.
Introducción a la literatura inglesa de Jorge Luis Borges y María Ester Vázquez, Emecé,
Buenos Aires, 1997.
Obras completas de Jorge Luis Borges, Emecé, Buenos Aires, 1974.
Una historia simbólica de la Edad Media occidental de Michel Pastoureau, traducido por
Julia Bucci, Katz Editores, Buenos Aires, 2006.
Tagged on: Lewis Carroll Sergio Negri
Lewis Carroll y el ajedrez
Através del espejo
La asociación de Lewis Carroll con el ajedrez se basa en el tema de A través del espejo,
el viaje de Alicia como peón a través del tablero de ajedrez para finalmente convertirse
en reina. Las treinta y dos piezas de un juego de ajedrez se identifican como 'Dramatis
Personae' al comienzo del libro, y cada una de ellas tiene algún papel en la historia,
aunque 'Lily' es reemplazada por Alice como 'Lily es demasiado joven para jugar'. . La
avispa en el capítulo eliminado 'Avispa con peluca' no es una de las piezas de ajedrez en
'Dramatis Personae'. ¿Lewis Carroll cambió esta tabla después de borrar el capítulo de
la avispa, o construyó la tabla después de que la historia había sido escrita?
Gran parte de A través del espejo se compone de ellos [es decir, 'historias contadas antes
del famoso viaje río arriba a Godstow'], en particular las que tienen que ver con las
piezas de ajedrez, que están fechadas en el período en que estábamos aprendiendo
ajedrez con entusiasmo.
Así, Lewis Carroll estaba introduciendo a Alice y sus hermanas a las piezas de ajedrez y
para qué sirven, por ejemplo, cómo un peón puede moverse dos casillas en su primer
movimiento, pero luego una casilla a la vez, y cuando llega a la octava fila, se mueve. se
promociona a otra pieza (generalmente una reina). Entonces, no es antinatural tratarlos
como reales y esto, por ejemplo, explica por qué el Caballero Blanco tiene un equilibrio
tan pobre: una pieza de ajedrez que es un caballo no está diseñada para deslizarse por
atizadores o montar en un caballo de juguete.
Colores
Diagrama
Las ilustraciones de John Tenniel se basan en piezas del diseño conocido como patrón
de St George, no en el patrón de Staunton.
Estas y otras desviaciones de las leyes del ajedrez más tarde apenaron a algunos
ajedrecistas pedantes, y en 1910, Donald M. Liddell (sin relación con Alice) construyó
un juego de ajedrez genuino que seguía la historia ( Revista británica de ajedrez , Vol
30, p181-184) . El editor de ajedrez de Bradford Observer Budget no quedó
impresionado, ver British Chess Magazine (Vol 30, p256-257).
Los diarios mencionan algunas ocasiones en que Lewis Carroll jugó partidas de ajedrez;
por ejemplo, venció a los hijos de Tennyson con mucha facilidad y jugó en el tren
durante su viaje a Rusia (ver más abajo). Sin embargo, parece que nunca se han
registrado juegos suyos. Tampoco jugó nunca en ningún torneo.
Enid Shawyer (de soltera Stevens) escribió (ver Cohen, 1989, p123):
El ajedrez era el más divertido [de los juegos de mesa que jugaba de niña con Lewis
Carroll]. Era, por supuesto, un maestro del juego, pero cuando jugaba con un niño, los
caballeros y los obispos cobraban vida y mantenían acaloradas discusiones sobre los
derechos de las reinas o la propiedad de los castillos.
Tuvimos juegos encantadores. Tenía backgammon y ajedrez y todas las cosas posibles
que se te ocurran; pero no las jugaba como a uno le habían enseñado a jugarlas, tenía
sus propias reglas. El ajedrez era la mayor diversión. Estábamos hechos para jugar
correctamente al ajedrez, él era un maestro en este juego, no podía soportar hacer otra
cosa; pero para todos los demás juegos tenía reglas completamente nuevas.
Mike Fox y Richard James (1987) afirman que Lewis Carroll resolvió problemas de
ajedrez como una cura para el insomnio, pero esto podría estar basado en una lectura
errónea de Problemas de almohadas .
En una carta fechada el 19 de abril de 1862, a Mary, su hermana, Lewis Carroll escribe:
… También hice un trato con Lionel, que me daría algunos manuscritos de sus versos, y
yo le enviaría algunos de los míos. Fue un trato muy difícil de hacer. Casi me desesperé
al principio, puso tantas condiciones. Primero, debía jugar un juego de ajedrez con él,
esto con mucha dificultad se redujo a '12 movimientos en cada lado'. pero esto hizo
poca diferencia ya que le hice jaque mate en el sexto movimiento. …
Aquí están las referencias completas al ajedrez en los volúmenes sobrevivientes del
diario privado de Lewis Carroll; el volumen y los números de página se refieren a la
publicación de The Diaries of Lewis Carroll de la Lewis Carroll Society , editada y
comentada por Edward Wakeling.
Vincent recibió 250 copias de los registros en blanco para los juegos de ajedrez: el
ajedrez es la ocupación familiar en la actualidad, los juegos de consulta son muy
interesantes, mucho mejores que el juego individual ordinario, y el desmontaje del
juego, para que pueda volver a jugarse. de nuevo, añade mucho al interés.
Salí de Oxford a las 8:25 hacia Birmingham, y así volví a casa por Derby y York.
Tuvimos que esperar una hora en Normanton, cuando saqué mi tablero de ajedrez in
statu quo y jugué una partida con uno de mis compañeros de viaje.
El otro caballero que encontramos era un inglés, que había vivido en Petersburgo
durante 15 años y regresaba de una visita a París y Londres. … Resultó una adición muy
agradable a nuestro grupo, y él y yo tuvimos tres partidas de ajedrez en el transcurso del
segundo día, que tal vez sea bueno que no registre, ya que todas terminaron en mi
derrota.
[El oponente pudo haber sido Andrew Muir, descrito el 31 de julio de 1867 (Vol 5,
p293) como 'Nuestro compañero de viaje'.]
26 de agosto de 1867 [Vol 5, p349]
A las 2 subimos al tren para nuestro fatigoso viaje a Varsovia, y nos encontramos en el
mismo vagón, aunque no en el mismo compartimento, con los Hunt, que iban camino a
Berlín, de modo que nuestras rutas eran las mismas a Wilna, que llegamos a las 6 de la
tarde. Durante la noche nos visitamos y mi tablero de ajedrez de viaje resultó útil.
Continuó con sus diarios durante otros 30 años, pero no hay más referencias al ajedrez.
En junio de 1898, el catálogo de Blackwell incluía un libro con las iniciales de Lewis
Carroll:
1004 Estrategia de ajedrez . Una Colección de los más bellos Problemas de Ajedrez
compuesta por JB, ilustrada con diagramas y acompañada de Soluciones, 8vo, tela 2/6.
En 1898, The Art and Antique Agency, (High Street, Oxford), número de catálogo 2,
incluía:
Caminante en ajedrez
Es imposible identificar este libro. George Walker (1803-1879) escribió muchos libros
sobre ajedrez, incluyendo una bibliografía de libros sobre ajedrez (1838), una edición de
Philidor (1832), un tratado (cuatro ediciones, 1832-1846), una guía elemental (tres
ediciones, 1835-1846), una traducción del libro de Jaenisch (1847), colecciones de
juegos (1835, 1844 y 1893), una colección de historias y reminiscencias (1850). Otras
posibilidades incluyen: (1) WG Walker: una selección de partidas de ajedrez,
realmente jugadas en Londres, por el difunto Alexander M'Donnell (1836), (2) J
Walker: modus operandi; o, el jugador de ajedrez autómata (1866) o (3) JM Walker –
La historia del Club de Ajedrez de la Universidad de Oxford (1885).
Walker, George, Un nuevo tratado sobre ajedrez , Londres: Sherwood, Gildert & Piper,
3.ª edición, 1841, xvi+296p.
Por otro lado, el artículo mencionado en primer lugar en un lote que se venderá en una
subasta suele ser el más valioso, y esto sugiere que el libro era:
o la reimpresión:
Walker, George (compilador), Estudios de ajedrez: que comprende mil juegos, una
colección de muestras clásicas y brillantes de habilidad de ajedrez. Nueva edición, con
introducción de E. Freeborough , Londres: Kegan Paul, Trench, Trübner, 1893,
xvi+172p.
En 1851, inspirado por la Gran Exposición que se iba a celebrar en Londres, Howard
Staunton 'concibió la asombrosa y original idea de celebrar un torneo en el que se
reunirían los mejores jugadores de Europa' (Harry Golombek). Después de que terminó
el torneo, Staunton escribió este libro sobre el torneo:
Staunton, Howard. El torneo de ajedrez, una colección de las partidas jugadas en esta
célebre asamblea, ilustrada con copiosos diagramas y notas, críticas y explicativas ,
Londres: Henry G Bohn, 1852, xcii+377p.
Este fue reimpreso en 1873, pero se convirtió en un libro muy escaso hasta que se
publicó un facsímil en 1986.
Hon HT Liddell, primo de Dean Liddell (el hijo mayor del hermano mayor de su padre)
fue miembro del comité organizador y suscriptor (cinco libras). CE Ranken, hermano
del amigo de Lewis Carroll, WH Ranken, fue subcampeón en el torneo subsidiario
'Provincial' para jugadores británicos que viven fuera de Londres.
Joseph Strutt, Los deportes y pasatiempos del pueblo de Inglaterra, incluidas las
recreaciones rurales y domésticas, los juegos de mayo, las momias, los espectáculos,
las procesiones, los concursos y los espectáculos pomposos, desde el período más
antiguo hasta la actualidad , (Nueva edición con un copioso índice por William Hone),
Londres: Thomas Tegg, 1831.
Este libro se ocupa sólo incidentalmente del ajedrez. Lewis Carroll pudo haber tenido
una de las ediciones anteriores publicadas en 1801 o 1810 .
Estrategia de ajedrez
JB [John Brown], Estrategia de ajedrez: una colección de los más bellos problemas de
ajedrez, compuesta por 'JB of Bridport'. y contribuido por él a los principales
periódicos de ajedrez durante los últimos quince años ; ilustrado con diagramas y
acompañado de soluciones, Londres: N Trübner, 1865, vii+118p.
Se trata de una obra póstuma del problemático John Brown (1827-1863) publicada por
sus amigos en un intento de recaudar fondos para su viuda. H Weenink (1926) describe
su estilo:
Su influencia fue muy grande para mantener ante los problemáticos de la época los
encantos de la construcción sobria y graciosa y para evitar que éstos se perdieran por
completo en el torbellino de salvajes fantasías temáticas.
Lewis Carroll pudo haber comprado su copia como un acto de caridad en el torneo
Redcar donde competían los compañeros problemáticos de John Brown.
En 1879, Lewis Carroll se hizo amigo de Kathleen Eschwege, la hija del autor, durante
un viaje en tren y, posteriormente, mantuvo un contacto intermitente con la familia.
La web ha hecho que sea mucho más fácil comprar copias de libros antiguos. Una
búsqueda de 2008 (por ejemplo, addall.com) encontró lo siguiente:
Walker, George, Un nuevo tratado sobre ajedrez : una copia pobre a £ 25, una mejor
copia a £ 70.
Walker, George (compilador), Chess Studies : una copia de la edición de 1844 a £ 318,
reimpresiones recientes a £ 25.
Strutt, Joseph, The sports and pastimes : reimpresiones modernas por £ 14, una edición
de 1833 por £ 33.
En todas las fotos, las piezas son del diseño conocido como patrón de San Jorge en
lugar del patrón Staunton ahora universal que era moderno en ese momento.
El tablero de ajedrez está incrustado en la mesa y tiene espacio lateral para bebidas y
piezas capturadas. Es algo extraño que Rossetti sostenga su sombrero con la mano
izquierda mientras mueve una pieza con la derecha. Los vestidos de sus hermanas, ricos,
largos y voluminosos, se van a ensuciar en el jardín sembrado de hojas.
Christina Rossetti luego le escribió a Dodgson pidiéndole tres copias de esta foto (citado
por Green, 1953, páginas 204-5).
Una rama menor del ajedrez está dedicada a juegos que son variantes del ajedrez, por
ejemplo, se pueden jugar en tableros de diferentes tamaños o cambiar los movimientos
de las piezas. Lewis Carroll inventó nuevas variantes de backgammon y croquet, pero
no, que se sepa, variantes del ajedrez. Los libros de Alice han inspirado algunas
variantes inventadas por Vernon Parton, incluido el ajedrez Alice (que se juega en dos
tableros: después de cada movimiento, la pieza jugada se transfiere al otro tablero), el
ajedrez Cheshire Cat (cada vez que se desocupa un cuadrado, desaparece aunque las
piezas posteriormente puede pasar sobre él para moverse).
Algunos biógrafos de Lewis Carroll han declarado que él inventó el juego de ajedrez de
viaje In statu quo , por ejemplo, Morton Cohen (1995, p286) escribe:
Salí de Oxford a las 8:25 hacia Birmingham, y así volví a casa por Derby y York.
Tuvimos que esperar una hora en Normanton, cuando saqué mi tablero de ajedrez in
statu quo y jugué una partida con uno de mis compañeros de viaje.
Otros escritores hacen una afirmación similar pero sin evidencia, por ejemplo, Martin
Gardner (1960, p296):
Los inventos de Carroll incluyen un juego de ajedrez para viajeros, con agujeros para
sujetar piezas con clavijas.
Las propias invenciones de Carroll incluyeron el prototipo del juego de ajedrez móvil en
miniatura con agujeros para evitar que las piezas con clavijas se caigan...
De hecho, el juego de ajedrez de viaje In statu quo era el nombre comercial de un juego
de alta calidad vendido por John Jaques.
Los libros de Alice han inspirado varios juegos de ajedrez artísticos y decorativos donde
las piezas son pequeñas figuritas en lugar de las formas convencionales.
Otros recursos
Referencias
Hargreaves, Alice (Liddell). Los recuerdos de Alice de los días de Carrollian, contados
a su hijo , Cornhill Magazine , julio de 1932, 1-12. (reimpreso en Cohen, 1989, p83-
88).
Wakeling, Edward (editor). los diarios de Lewis Carroll; Los diarios privados de
Charles Lutwidge Dodgson (Lewis Carroll) , 10 volúmenes, 1993-2008.
Weenink, H. (editado por George Hume y Alain C White). El problema del ajedrez ,
1926.
Créditos
Esta página se basa en material recopilado por Roger Scowen. Edward Wakeling y
Mark Richards han proporcionado material adicional.
Versión 2.1 con más correcciones y adiciones proporcionadas por Roger Scowen.
Versión 2.2 con la sección "Otros recursos" añadida.
Viaje al ajedrez ∼ por Pau Pascual
Aún siendo un jugador discreto, Pau Pascual es, desde niño, un amante apasionado del
ajedrez. Un juego que nutre y es nutrido por la matemática, la lógica, la pintura, la
literatura, el cine, la historia, la música, la psicología… Viaje al ajedrez presenta, los
días 10 de cada mes, gotas de ese universo, curiosidades e historias tan atractivas para
legos como para quien conoce y disfruta ya de este mundo lleno de emociones.
Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), más conocido como Lewis Carroll, se inventó
aquel día un sueño que dejó fascinadas a las tres niñas. Cuando terminó, Alice Liddell le
pidió encarecidamente que se lo escribiera para no olvidarlo. Carroll ya había sido
cautivado por aquella niña desde hacía tiempo, así que, sin dudarlo, lo escribió y dos
años más tarde le regaló el manuscrito a la pequeña Alice.
Ambos libros están escritos en un lenguaje sencillo, apto para niños. Sin embargo, estos
disparatados y extraños sueños están repletos de juegos de palabras, referencias a
personajes reales y guiños de todo tipo: paradojas científicas y matemáticas, juegos de
lógica, símbolos freudianos… Es por ello que los adultos han mostrado interés en estos
cuentos desde que se escribieron hasta nuestros días.
¿Qué pinta Alicia en esta columna sobre el ajedrez? Bien, en anteriores artículos ya
hemos ido viendo cómo el ajedrez se extiende y sirve de base en muchas disciplinas
artísticas y científicas. Alicia no fue una excepción. Toda la alucinante historia de “A
través del espejo” transcurre sobre un gran tablero de ajedrez.
«Esta habitación no la tienen tan ordenada como la otra, pensó Alicia para sí, al
descubrir varias de las piezas de ajedrez en el hogar, entre la ceniza; pero un momento
después, con una exclamación de sorpresa, se puso a gatas para observarlas con
atención. ¡Las piezas deambulaban de aquí para allá, por parejas!»
La relación entre el viaje de Alicia y la partida de ajedrez que se desarrolla fue analizada
sin éxito por diversos ajedrecistas de la época. Poco antes de su muerte, en una edición
25 años después de la primera publicación de “A través del espejo”, viendo el
escepticismo general y la falta de comprensión de su problema de ajedrez, Lewis Carroll
añadió el siguiente prefacio:
A pesar todo ello, resulta notable la fusión que hace Carroll entre una partida de ajedrez
y la disparatada fantasía. Por ejemplo, Alicia en ningún momento intercambia palabras
con una pieza que no esté en una casilla contigua a la suya. Excepto la torre de f1, todas
las piezas mostradas en el diagrama establecen contacto en algún momento con Alicia.
Poco después de penetrar en el mundo del espejo, Alicia contempla un prado (el mundo)
como un inmenso tablero de ajedrez, un tablero de nunca acabar.
1.d2
Alicia se sitúa en la casilla d2. En realidad este movimiento como tal no puede existir,
puesto que d2 es la posición inicial del peón de dama cuando empieza una partida de
ajedrez.
Tras la conversación con la Reina Roja, ésta se aleja a toda prisa, realizando el primer
movimiento de las negras.
«No esperó a que Alicia le hiciese una reverencia en esta ocasión, sino que siguió
andando deprisa y se volvió un instante para decir: —Adiós —, y continuó corriendo
hasta el final»
1…Dh5
En todo el relato, las Reinas se mueven alocadas de un lado para otro, mientras que los
Reyes permanecen inmóviles, tal como ocurre generalmente en las partidas de verdad.
Pero con esto habría terminado el maravilloso cuento casi antes de empezar. Ya hemos
dicho que el objetivo trazado es que Alicia llegue a la octava fila para convertirse en
Reina, así que Carroll se concentra en su protagonista que inicia su camino avanzando
dos casillas hacia adelante (o hacia atrás, según del lado del espejo por donde se mire).
Curiosamente ha sido la Reina Roja quien ha convencido a Alicia de que avance por su
columna hasta la octava casilla. Con este consejo, pues, la Reina se ha protegido a sí
misma.
« —¡Tengo muchas ganas de llegar a la Tercera Casilla! —De modo que, con esta
excusa, echó a correr cuesta abajo, y saltó el primero de los seis arroyuelos»
« —De todos modos, el tren nos va a llevar a la Cuarta Casilla; ¡lo cual es un consuelo!
—, se dijo. Un momento después sintió que el vagón saltaba directamente en el aire; y,
con el susto, se agarró a lo que tenía más a mano, que resultó ser la barba del Chivo»
2. d4
Ahora, tras 2.d4, Alicia se ha situado al lado del rey negro, quien en estos momentos se
encuentra profundamente dormido:
«—Ahora está soñando —dijo Patachún—; ¿Con quién dirías tú que está soñando?
—Eso no se puede saber —dijo Alicia.
—¡Pues contigo! —exclamó Patachún palmoteando triunfalmente—. Si dejase de soñar
contigo, ¿dónde crees que estarías tú?
—Donde estoy ahora, naturalmente —dijo Alicia.
—¡Ni mucho menos! —replicó Patachún con desprecio—. No estarías en ninguna parte.
¡Vamos, tú no eres más que un objeto soñado por él!
—Si ese Rey se despertase —añadió Patachunta—, ¡paf!, te apagarías como una vela »
Una sugerente observación, puesto que al final del cuento, la partida de ajedrez resultará
ser un sueño de Alicia.
«Un instante después apareció la Reina Blanca corriendo alocadamente por el bosque,
con los brazos abiertos, como si volara»
La Reina Blanca acude a c4, situándose justo al lado de Alicia.
3.Dc4
La despreocupada Reina Blanca hubiera podido dar mate en una con la evidente
2.De3#, en vez de ir a c4. Una vez más, Carroll ignora un movimiento que concluía la
partida. Desde c4 La Reina Blanca conversa con Alicia mientras ésta le arregla el pelo.
Durante la charla con Alicia el viento se lleva el chal de la Reina a c5, y ésta corre tras
él, con lo que las blancas repiten movimiento otra vez.
«Se le había soltado el prendedor mientras hablaba, y una ráfaga repentina se había
llevado el chal al otro lado de un arroyuelo. La Reina abrió nuevamente los brazos, y
voló tras él; esta vez consiguió atraparlo ella. —¡Ya lo tengo! —, gritó triunfalmente —
¡Verás ahora cómo me lo sujeto yo sola!»
4.Dc5
La Reina Blanca, ahora podría dar mate con 5.Dc2#. En vez de ello, es Alicia quien
avanza a la siguiente casilla.
«Entonces, supongo que tendréis el dedo mejor, ¿no? —dijo Alicia muy cortésmente,
cruzando el arroyuelo detrás de la Reina»
5. d5
Tras entrar en una tienda Alicia vuelve a tratar con la Reina Blanca, quien ahora ha
tomado forma de oveja.
«La Oveja cogió el dinero, y lo metió en una caja; luego dijo: —Yo nunca pongo las
cosas en la mano de la gente…, no conviene; tienes que cogerlo tú misma —. Dicho
esto, fue al otro extremo de la tienda»
6.Df8
La Reina Blanca no da una. Esta vez daba mate con 6.Dd4#.
« —¡Qué extraño, encontrar árboles aquí! ¡Y además, hay un arroyuelo! ¡Pues sí, es la
tienda más extraña que he visto en mi vida!»
7.d6
Alicia cruza el riachuelo en barca, avanzando a d6. Ahora está en la casilla de la
derecha del Rey Blanco con quien intercambia unas palabras.
«¿Te has cruzado con soldados por casualidad, pequeña, cuando venías por el bosque?
—Sí —dijo Alicia—; eran varios miles, creo.
—Cuatro mil doscientos siete; ése es su número exacto —dijo el Rey, consultando su
cuaderno—. No he podido mandar todos los caballos porque hacen falta dos en la
partida».
Desde d6, Alicia ve a lo lejos a la Reina Blanca desplazándose por la octava fila.
8.Dc8
La Reina Blanca ha huido del Caballero Rojo cuando podía haberlo capturado
amenazando 9.Dd5 mate.
9.d7
Por fin han jugado las negras. El caballo negro ha movido a e7, justo al lado de Alicia,
dando jaque.
9…Ce7+
«En cuanto se acomodó en la silla, empezó de nuevo: —Eres mi… —, pero aquí le
interrumpió otra voz, clamando: —¡Eh! ¡Ahí! ¡Jaque! —, y Alicia se volvió un poco
sorprendida hacia el nuevo enemigo. Esta vez se trataba de un Caballero Blanco. Llegó
junto a Alicia y se cayó del caballo exactamente como se había caído el Caballero Rojo;
luego montó otra vez, y los dos Caballeros se quedaron mirándose mutuamente durante
un rato sin decir nada»
Resulta curiosa la llegada del Caballero Blanco a e7, anunciando «¡Jaque!», puesto que
un jaque al propio rey carece de sentido. Pero así son las cosas en el mundo del espejo.
10.Cxe7
«Así siguió hablando consigo misma, mientras observaba cómo el caballo caminaba
sosegadamente por el sendero, y se caía el caballero, primero por un lado y luego por el
otro. Después de la cuarta o quinta caída llegó al recodo; entonces agitó ella el pañuelo,
y aguardó a que se perdiera de vista».
Tras vencer al Caballero Rojo, el Caballero Blanco se despide y regresa a f5, la casilla
que ocupaba antes de capturar el caballo.
11.Cf5
«—… y ahora, al último arroyo, ¡y a ser Reina! ¡Qué solemne suena eso! —unos
cuantos pasos la llevaron al borde del arroyo —.¡Al fin la Octava Casilla!, ¡Ay, qué
contenta estoy de haber llegado aquí! ¿Qué es esto que tengo en la cabeza? —, exclamó
consternada, llevándose las manos a algo pesadísimo que tenía ajustado alrededor de la
cabeza. Era una corona de oro»
Tras saltar el último riachuelo, Alicia alcanza d8 y se convierte en Reina.
12. d8=D
«Todo estaba ocurriendo de una forma tan extraña que no le sorprendió lo más mínimo
descubrir sentadas junto a ella a la Reina Roja y a la Reina Blanca, una a cada lado»
Esto indica que la Reina Roja acaba de ocupar la casilla e8.
12…De8+
El Rey Blanco se encuentra en jaque con esta jugada, aunque ninguno de los dos bandos
parece darse cuenta.
Esta jugada transgrede las reglas del ajedrez. La dama negra está dando jaque desde e8.
Las blancas hubieran debido apartar su rey, cubrir el jaque en d7 con una de sus damas,
o bien capturar la dama negra. ¿Cabía esperar otra cosa de las insensatas criaturas de
atrás del espejo?
Las negras no efectúan ningún movimiento (en la siguiente jugada, moverán otra vez las
blancas). Dicho de otra forma, tras Da6 (movimiento ilegal) las negras ganarían
capturando al rey blanco, con lo que, más que un sueño, el relato hubiera resultado ser
una pesadilla. Sin embargo resulta notorio que con este movimiento a a6, la dama
blanca controla la casilla de escape del rey: d3 lo que permitirá un mate a la siguiente.
«—En cuanto a vos —prosiguió, volviéndose furiosa hacia la Reina Roja a la que
consideraba causante de todo el alboroto…, pero la Reina ya no estaba a su lado: se
había reducido súbitamente al tamaño de una muñeca, y estaba ahora sobre la mesa,
dando vueltas y vueltas alegremente, persiguiendo su chal, que arrastraba tras de sí. En
cualquier otro momento, Alicia se habría sorprendido del cambio; pero ahora estaba
demasiado excitada para que la sorprendiese nada. —En cuanto a ti —, repitió,
cogiendo al pequeño ser en el mismísimo instante en que saltaba sobre una botella que
acababa de posarse en la mesa, —¡te voy a sacudir hasta convertirte en gatita, ahora
verás!»
Esta es la captura de la Reina Roja por parte de Alicia. En consecuencia, es un jaque
mate al Rey Rojo, que ha estado durmiendo durante todo el problema de ajedrez sin
moverse.
La joven Reina Alicia ha detenido el jaque latente de las negras, capturando a la Reina
Roja y dando un definitivo jaque mate. Esto la despertará del sueño: las piezas dejaran
de tener vida propia para convertirse de nuevo en pequeños objetos de madera. Aunque
el jaque mate pone fin al sueño, deja sin respuesta la cuestión de si el sueño era de
Alicia o el del Rey Rojo.
La secuencia completa:
Un estudio del ajedrecista Christophe Leroy atribuye a cada pieza del cuento un
personaje real de la época. El peón Blanco es Alicie Liddell, la niña “musa” de Carroll
también protagonista de “Alicia en el país de las Maravillas”. El caballero blanco
representa al propio Lewis Carroll así como el Caballero Rojo, su lado oscuro. El Rey
Blanco y la Reina Blanca representan al matrimonio Liddell, padres de Alicia en la vida
real. La Reina Roja simboliza a la reina Victoria, contemporánea de Lewis Carroll. La
torre blanca corresponde a la White Tower (una prisión infame de Londres), que
simboliza la conservadora sociedad victoriana del siglo XIX. El Rey Rojo es el misterio,
la parte de los sueños que todos tenemos. Lewis Carroll sueña con la niña Alicia en todo
el cuento y utilitza a los dos caballeros para expresar su mensaje.
Postal y con la edición de sellos conmemorativa de la coronación de Alicia enviada a
Charles Lutwidge Dodgson (Lewis Carroll) al Christ Church College de Oxford, donde
impartía clase de matemáticas.
Tras haber recorrido paso a paso toda la secuencia de jugadas del cuento, hay algo que
no logro explicarme. ¿Cómo es posible que Carroll no aprovechara para incluir un
estudio real de ajedrez? Un problema imaginativo y hermoso hubiera puesto la guinda
a su relato. Una secuencia de jugadas por turnos, con posiciones legales, y con un
desenlace impactante. Sin embargo, más allá de su carga simbólica, el problema de
ajedrez de Carroll tiene muy poco interés ajedrecísticamente hablando. Se sabe que
Carroll era un buen aficionado al ajedrez. Asistió a torneos de la época (ver segunda
parte de este artículo), llegó a conocer a problemistas y tras su muerte se encontraron
diversos tratados de ajedrez en su biblioteca. Carroll hubiera podido componer un
problema o inspirarse en algún problema existente y, sin embargo, no lo hizo.
Aún siendo un jugador discreto, Pau Pascual es, desde niño, un amante apasionado del
ajedrez. Un juego que nutre y es nutrido por la matemática, la lógica, la pintura, la
literatura, el cine, la historia, la música, la psicología… Viaje al ajedrez presenta, los
días 10 de cada mes, gotas de ese universo, curiosidades e historias tan atractivas para
legos como para quien conoce y disfruta ya de este mundo lleno de emociones.
La primera entrega de este artículo concluía con la cuestión de porqué Lewis Carroll,
dado el admirable encaje que hizo entre la fantasía del relato y la partida de ajedrez, no
aprovechó para incorporar una secuencia de ajedrez real y significativa. La secuencia de
ajedrez de Carroll es muy imperfecta: no alterna las jugadas de blancas y negras, obvía
varias veces un jaque mate e incluso realiza un movimiento ilegal. Y sin embargo, tal
como se deduce de las notas que nos dejó, Lewis Carroll fue un apasionado del ajedrez.
No se han conservado partidas suyas y no sabemos cómo era su juego. Pero sabemos
que resolvía mentalmente problemas de ajedrez como cura para el insomnio.
Este problema tiene su historia. Un amigo de Loyd, Denis Julien, también compositor
de problemas, aseguró en una ocasión que en cualquier problema de ajedrez podía ver
al instante qué pieza no daría el mate. Loyd se tomó esta afirmación como un reto y
compuso el siguiente problema:
Las blancas juegan y dan mate en cinco jugadas con la “pieza menos probable”
Observando la posición, parece que la pieza que dará el mate será la torre de b5. (1…
Td5 o 1…Tf5 amenazan mate en d1 o en f1). Sin embargo, desafiando a la chulesca
afirmación de Denis Julien, resulta que la pieza que da el mate, es nada menos que peón
de b2!
Y aquí surge el paralelismo entre el problema de ajedrez de Alicia y el problema de
Loyd. Alicia (en este caso el peón de b2) hará un recorrido hasta llegar a la última fila,
para convertirse en Reina y dar el mate, tal como ocurre en el cuento del espejo. Sin
embargo, el recorrido de Loyd es extraordinariamente creativo y hermoso, a diferencia
del recorrido de Carroll que no tiene ningún interés ajedrecístico.
Y es que, además, Loyd también tenía su lado romántico. Sam Loyd puso nombre a este
problema y le llamó Excelsior, después de haber leído un poema de Henry Wadsworth
cuyo último verso dice:
Pero volvamos al mundo de Alicia. Una conexión entre la verdadera Alicia y el ajedrez,
proviene de su propia familia. Alice era sobrina del ajedrecista Henry Thomas Liddell,
también conocido como Lord Ravensworth, quien aparece en la Enciclopedia Oxford de
juegos de ajedrez, perdiendo una partida contra Howard Staunton en 1854.
En 1862, Lord Ravensworth se enfrentó también a Joseph Henry Blackburne, otro gran
ajedrecista de la época, con quien consiguió unas tablas. (Ver partida Lord Ravensworth
vs. Blackburne)
Es oportuno resaltar que Alice Liddell nació casi un año antes de La inmortal, la
histórica y célebre partida entre Anderssen y Kieseritzky.
Por su parte, el polifacético Lewis Carroll, más allá de sus fantasiosos cuentos, fue un
destacado matemático, dominó la lógica simbólica y demostró sentido artístico para el
teatro, el dibujo y la fotografía. Publicó libros de lógica y matemáticas, e incluso una
edición de obras de Shakespeare adaptada para niñas.
Y hablando de tableros, hace muy poco se descubrió un tablero de ajedrez muy especial.
Los dibujos de las primeras ediciones de los libros de Alicia fueron realizados por Sir
John Tenniel (1820-1914), famoso ilustrador del siglo XIX (ver las ilustraciones del
artículo anterior). Según informó el diario británico The Telegraph en verano de 2012,
un comerciante de libros raros descubrió un tablero de ajedrez que más tarde se
confirmó que había sido pintado por Jonh Tenniel en persona. (Ver artículo del The
Telegraph). El tablero está ilustrado con dibujos de los personajes de “Alicia a través
del espejo”, con 16 tintas y acuarelas que podrían datar de 1875, cuatro años después de
la publicación del libro.
El tablero de ajedrez de John Tenniel. A la derecha, detalle del marco bajo la casilla e1.
Poco se parece Alice Liddell a la Alicia representada en los dibujos originales de John
Tenniel. Se ha dicho que Tenniel tomó como modelo a Beatrice Henley, otra amiguita
de Carroll.
Las fotografías de Lewis Carroll se incluyen entre las más relevantes del siglo XIX.
Entre ellas encontramos composiciones fotográficas con el ajedrez como motivo.
Destaco aquí “Las señoritas Lutwidge”, tomada en 1859, donde aparecen Margaret y
Henrietta Lutwidge (tías maternas de Carroll) jugando al ajedrez. La fotografía resulta
interesante por su juego de contrastes. Los colores del fondo y el ropaje sugieren una
dama blanca y una dama negra en las casillas de su color.
Las señoritas Lutwidge. Dos solteronas jugando una partida.
Una fotografía histórica, Group of Chess Players, podría haber sido tomada por Carroll.
Pertenece a una colección fotográfica de la universidad de Princeton que fue mantenida
por él mismo. En un diario personal, aparece una nota del el 10 de agosto de 1866:
«Pasé gran parte del día viendo el torneo de Ajedrez». La fecha coincide con un torneo
de ajedrez jugado en Redcar (Yorkshire).
Participantes del torneo de ajedrez al que Carroll asistió. El ganador del torneo, Cecil de
Vere, es el joven al centro izquierda, de pie con los brazos cruzados. Al frente, sentado
y sosteniendo sobre las rodillas su sombrero de copa, vemos a Howard Staunton.
El señor que sostiene sombrero de copa se haría un sitio en la historia del ajedrez por
diversos motivos. Situémonos un poco en el contexto ajedrecístico que rodeó a Lewis
Carroll. Howard Staunton, con quien Carroll bien pudo intercambiar unas palabras
aquel día, fue un fuerte jugador que dominó el ajedrez británico. En 1843 perdió ante
Saint-Amand, considerado el mejor jugador de Francia, pero el mismo año le ganó en
una revancha en el Café “La Regence” de París. En este Match se jugó por primera vez
la llamada apertura Inglesa (1.c4) sistema que sigue siendo utilizado hoy día en el
ajedrez de alto nivel.
En 1859 Paul Morphy, viendo que en América no había rival capaz de ganarle, viajó a
Europa para enfrentarse a los mejores jugadores del mundo. Pasó como el viento y los
derribó a todos. A todos excepto a Staunton, quien supuestamente presa del miedo,
eludió el enfrentamiento alegando que estaba ocupado en su edición de las obras
completas de Shakespeare. Este hecho fue muy criticado por el público. Resultaría
interesante saber qué opinó Carroll al respecto, quien también realizó unas adaptaciones
de Shakespeare para niñas en aquella época.
Staunton fue un personaje muy activo en el ajedrez del siglo XIX. Además de jugador,
organizó torneos internacionales fundó y editó revistas de ajedrez y escribió varios
libros. Su obra El manual del jugador de ajedrez se convirtió en el estándar de
introducción al juego.
Por aquellos tiempos había una fuerte demanda de juegos de ajedrez y convivían
muchos estilos de piezas distintos. Frecuentemente se producían confusiones de una
pieza por otra según el diseño de las piezas con que se jugaba y la costumbre que tenía
cada jugador. En general, estos patrones eran bastante complicados y caros de
reproducir.
Conjuntos de piezas de diversas tallas comunes en el siglo XIX: Inglesa, Washington,
Windsor, Regency, Calvert y St. George.
En el dibujo de Tenniel, vemos al del rey blanco con los característicos anillos
sucesivos de la talla Saint George.
Nathaniel Cook, editor del The Illustrated London News donde Staunton escribía
regularmente una columna de ajedrez, diseñó y patentó una talla de piezas innovadora.
Su diseño era muy equilibrado. Las piezas, bien diferenciadas y fáciles de reconocer,
resultaban muy estables debido a una base más amplia que la de los diseños anteriores.
Howard Staunton anunció y recomendó en sus artículos este juego de piezas que
acabaría tomando su nombre. (Los primeros 500 juegos fueron firmados y numerados
por el propio Staunton).
El diseño original de Nathaniel Cook creado en 1849. Este diseño ha dado lugar a
pequeñas variantes de la llamada talla Staunton hasta nuestros días.
La talla Staunton se fue imponiendo hasta que en que en 1924 fue seleccionada por la
Federación Internacional de Ajedrez como el estándar de las piezas del juego.
Este encuentro fue considerado más tarde como la primera disputa del título mundial de
la época contemporánea, aunque el primero que tuvo caracter “oficial” fue el siguiente
match en el mismo año, en el que Steinitz se enfrentó a Johannes Zuckertort y volvió a
ganar. (Ver List of chess world championship matches).
En la quinta partida del match (Anderssen jugaba con blancas) se llegó a esta posición
después de la jugada de Stenitz 16…h6.
Posición después de 16…h6
Anderssen jugó 17.Ce6 y acabó perdiendo en 44 jugadas. Tal como nos descubre
Antonio Guide en su artículo “Brillanteces que Anderssen no vio”, aquí el blanco tenía
una jugada extraordinaria que ganaba con una combinación púramente romántica que
habría pasado a la historia. Paradójicamente, el mejor jugador romántico no la vió y
permitió que se impusiera el ajedrez posicional de Steinitz.
Veamos cómo hubiera podido ganar brillantemente Anderssen con su juego romántico.
Resulta como mínimo curioso que un hombre como Stenitz, que destacó en el ajedrez
por tocar de pies en el suelo, asegurara también estar en comunicación eléctrica con
Dios y que podía vencerle dándole un peón de ventaja. (Ver artículo anterior Ajedrez
demencial)
«El peón es la causa más frecuente de la derrota» dijo una vez Steinitz. Una afirmación
que tomaría mucho sentido en el ajedrez que se avecinaba y que metafóricamente encaja
de maravilla con la aventura de Alicia.
En definitiva, Lewis Carroll utilizó el ajedrez como base para crear una fantasía literaria
que poco tiene que ver con el ajedrez. Y al mismo tiempo vivió muy de cerca momentos
históricos, desde el cambio profundo de la concepción del juego hasta el origen de la
forma de las piezas que día tras día millones de ajedrecistas tocamos con las manos.
Comentarios
1. GKA
2013-02-12 19:02
Bueno, mañana a las 19:30 Carmen. No hay como venir cada tanto a esta ciudad
para zanbullirte en esplendor de culturas.
Te dejo, que vine sin traje y me toca ir a probarme uno para mañana.
Saludos.
2. Pau Pascual
2013-02-12 21:27
Estimado GKA,
Me alegro de que por fin hayas dejado atràs las llanuras Siberianas y como culo
inquieto que siempre has sido, te encuentres ahora en tierras más civilizadas.
Tengo que decir que esta reincidente intrusión en MI columna, aprovechando sin
pudor alguno este espacio para tus particulares diserciones, me parece una
auténtica maravilla.
4. Miguel A. Román
2013-02-15 22:05
Aprendí a jugar con un set Sant George de buena madera, haya para las blancas
y caoba para las negras. Era una variante donde la dama, el álfil y el peón eran
casi idénticos salvo el tamaño. Pero en los torneos jugábamos con piezas
staunton de plástico y a mí me desagradaba aquel tacto frío y aquellas piezas
chatas de espigas lisas.