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Alicia y la lógica del espejo

Jun 16, 2019 | 3 Comentarios

Juan Antonio Rosado Z.


La materia prima de cualquier obra literaria no es sólo el lenguaje, al que un artista
otorga la forma adecuada para pretender su supervivencia a lo largo del tiempo,
sino también la realidad que le rodea. De allí surge la motivación, el impulso
creativo acompañado casi siempre por una o varias intenciones. No importa qué
tan fantástica o imaginativa sea una narración: habrá siempre elementos reales
que, mediante la función lúdica, el autor seleccione y combine de modo pertinente
a fin de producir los efectos y mensajes deseados. El matemático, fotógrafo,
escritor y diácono anglicano Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898) acaso lo
sabía y por ello se reinventa con el pseudónimo de Lewis Carroll, pero asimismo
—en sus obras más conocidas— reinventa la realidad que le rodea al
presentarnos una aparente antilógica, o más bien, la lógica que, al mirarse en el
espejo, se mira al revés.
Algo similar hizo antes con su nombre: a través de la lengua inglesa contemplada
en el espejo del latín, el profesor Dodgson latinizó el apellido de su madre
(Lutwidge) como Ludovicus, y su nombre Charles (Carlos) como Carolus; de allí
surgió Ludovicus Carolus. Era muy común en la Edad Media que los intelectuales
latinizaran sus nombres y apellidos, puesto que el latín fue durante varios siglos la
lengua culta, en la que se redactaban los grandes tratados filosóficos y teológicos,
pero el autor inglés, después de imponerse el Ludovicus Carolus, volvió a su
lengua materna y de nuevo transformó el nombre, pero ahora como Lewis Carroll:
todo un procedimiento especular aplicado a las lenguas. El futuro escritor empezó
a utilizar este pseudónimo en 1856. Lo haría también al incorporar a la literatura
inglesa un sinnúmero de juegos de palabras, neologismos, «disparates»,
paradojas lógicas, combinaciones fónicas, parodias y demás recursos que
denotan inmensa imaginación y capacidad lingüística.
El profesor Dodgson fue una persona enigmática por su profunda timidez. Se
ordenó clérigo, pero casi indiferente hacia dicho cargo, muy rara vez predicó; en
cambio, su afición por los niños —en especial por las niñas— se volvió notoria. Se
ha escrito mucho sobre su incapacidad para relacionarse de modo sano con el
mundo adulto, en parte por su terrible experiencia como alumno en la escuela
pública Rugby —él se refiere a dicha experiencia traumática—, lo que quizá lo
imposibilitó para adaptarse de forma saludable al mundo adulto y preferir así el
mundo infantil, con su inocencia, imaginación y seguridad.
En 1856, Carroll entabló relaciones con el deán de la Christ Church, Henry Liddell,
padre de varios niños, entre los que se encuentran las tres hermanas Liddell, con
quienes el profesor de matemáticas y aficionado a la literatura empezó a convivir,
y a quienes a menudo llevaba de paseo. Entre los elementos de la realidad de los
que emerge la motivación para concebir el célebre personaje Alicia, el más
significativo fue un viaje de ida y vuelta por el Támesis. El 4 de julio de 1862, el
tímido y tartamudo profesor Dodgson navegó por este río en compañía de su
colega Robinson Duckworth y de las hermanas Liddell (Lorina, Alice y Edith). Para
matar el tiempo, y ante la insistencia de las niñas de que se les contara un cuento,
Carroll empezó a narrar las aventuras de la niña Alicia en un mundo subterráneo.
Es evidente que la niña de la historia tomó su nombre de una de las hermanas, la
más entusiasmada por el relato, ya que a su regreso le pidió a Dodgson que
escribiera tales aventuras. El profesor cumplió el capricho y meses después le
obsequió a Alice el manuscrito Las aventuras de Alicia bajo tierra (Alice’s
Adventures Underground), ilustrado con sus propios dibujos.
Mucho después, el escritor afirmaría que en aquel 4 de julio no encontraba una
ruta novedosa para iniciar un cuento de hadas y de ahí que haya hecho caer a su
heroína por un agujero de conejo. Lo que ocurrió luego fue producto de la
imaginación desbordada y de sus antecedentes como autor de tratados de lógica y
matemáticas. En 1865, ya con modificaciones, se publicaría aquel manuscrito,
pero con el título de Alicia en el país de las maravillas (Alice’s Adventures in
Wonderland), ahora ilustrado con los famosos dibujos de John Tenniel. El éxito fue
tan inmediato como inesperado por su autor, y ello lo motivó a publicar —en 1872
— la segunda parte: A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (Through the
Looking-Glass, and what Alice found there).
En la segunda parte no hay agujero de conejo ni sombrerero ni oruga con narguile
ni sonrisa del gato de Cheshire. Un elemento común en ambas narraciones —
como bien subraya Martin Gardner— es el juego: si en la primera parte aparecen
las cartas, en la secuela un juego de ajedrez organiza los sucesos, y cada capítulo
es como una jugada, aunque a menudo se transgreden las reglas. El autor de
hecho fue inventor de juegos: desde simples variaciones de croquet y juegos de
mesa hasta lo que él llamó doublets: cambiar una palabra por otra alterando una
letra por turno en el menor tiempo.
En A través del espejo, el aspecto lúdico va más allá de los juegos de palabras y
de conceptos, de las imágenes de seres zoomorfos, de las flores que hablan y del
asombro de Alicia, pues el intelecto y la racionalidad, la lógica y la argumentación
son puestos en jaque por los seres que rebaten a Alicia, que contrargumentan o la
contradicen. La acumulación de situaciones «absurdas», a las que más bien
habría que interpretar como surgidas de una lógica «al revés», nos lleva a los
lectores de lo racional a lo onírico y a lo fantástico. Si hay una lógica, ¿por qué no
podría invertirse? Es justo lo que ocurre cuando nos vemos en el espejo: allí
estamos, pero invertidos, al revés.
Tal vez el espejo sea uno de los símbolos más desconcertantes que haya
concebido ese animal simbólico llamado ser humano. Lector: ¿te has puesto a
pensar en que jamás podrás verte tal como eres? Tendrías que desdoblarte y
contemplarte desde afuera. ¿Qué ocurre si te miras en un espejo, o si observas tu
reflejo en las aguas de un arroyo límpido? Tan sólo te ves invertido, al revés, y
nunca tal y como eres de verdad. De tan cotidiana que resulta la actividad de
mirarse en el espejo, acaso lo anterior te haya pasado desapercibido, pero con
seguridad no a Lewis Carroll.
Hace rato yo comentaba que cada capítulo de A través del espejo es como una
inmensa jugada. Alicia empieza como peón y se traslada en tren hacia la cuarta
fila. Se trata de su primer movimiento. El tren se descarrila y la niña se agarra de
la barba de una cabra sentada a su lado. Luego conoce a un mosquito. La entrada
en un bosque la hace olvidar que se llama Alicia, aunque más tarde re

cobra su identidad. Ya en la cuarta casilla,


conoce a Tweedledum y Tweedledee. Prosiguen sus aventuras y también la
poesía (y lo poético de un mundo al revés).
Por cierto, hay una secuencia que ofrece mucho material para reflexionar. Me
refiero a la parte en que se alude al castigo sin crimen (un crimen que aún no se
comete). Sostiene la reina que el mensajero del rey «Ahora está en prisión,
cumpliendo su condena, y el juicio no empieza hasta el próximo miércoles, y por
supuesto, el crimen se cometerá hasta el final». No sin razón, se ha afirmado que
esta secuencia es anticipación de Franz Kafka (sobre todo el Kafka de la novela El
proceso) y de la llamada literatura de lo «absurdo», que a menudo refleja el
mundo burocratizado de la modernidad y el complejo entramado de jerarquías que
reflejan un entorno invertido, en que no se sabe por qué ni cómo ocurren las
cosas. En la misma parte, la reina se venda un dedo que aún no se ha picado,
pero que se picará con un broche. Antes de que eso ocurra, ella incluso grita de
dolor, pero cuando ocurre en «realidad», ya no tiene por qué gritar, puesto que ya
lo hizo. ¿Para qué hacerlo de nuevo?
Críticos como Jaime de Ojeda han resaltado en este libro la crítica contra las
convenciones victorianas de la Inglaterra de aquella época, aspecto que también
puede apreciarse en las asociaciones entre las figuras de animales y ciertos
rasgos del ser humano en la sociedad convencional. Por supuesto, Carroll tuvo
intenciones humorísticas al representar la secuencia del castigo sin crimen y esas
figuras zoomórficas, pero tras el buen humor se aprecia la crítica social y la
intención satírica.
Tal vez una de las aventuras más célebres de Alicia en este libro sea su encuentro
con Humpty-Dumpty (Zanco Panco, o persona torpe y pequeña en la jerga de
inicios del siglo XIX), basado en una vieja canción infantil retomada por Carroll, y
cuyo origen es la siguiente adivinanza «¿Qué tiene joroba en la espalda y piernas
zancas?». Respuesta: ¡el huevo! Humpty-Dumpty le explica a Alicia el poema sin
sentido titulado «Jabberwocky», que contiene muchas palabras inventadas por
Carroll. Afirma el citado Gardner que en este episodio hay un elemento que sólo
comprendemos si tomamos en cuenta el contexto de la era victoriana. Zanco
Panco saluda de mano a Alicia, pero sólo extiende un dedo. En la era victoriana,
cuando alguien saludaba a una persona de condición social inferior, era costumbre
extender sólo dos dedos. Humpty extiende sólo uno, lo que acentúa su petulancia
y clasismo.
Otro capítulo muy comentado es el de «El león y el unicornio», ya que nos lleva a
los símbolos del escudo de Gran Bretaña: uno representa a Inglaterra; el otro, a
Escocia, reinos que en la antigüedad no estuvieron en buenos términos. El león y
el unicornio pelean por la corona del reino. La protagonista conoce a Hatta, otro
mensajero, cuyo nombre parodia al Hatter (el sombrerero de Alicia en el país de
las maravillas). Aparece el pastel del espejo, que se reparte primero y se corta
después. Luego Alicia llega a la séptima casilla. Falta ya poco para que se
convierta en reina, pero el caballero rojo la captura. No por mucho tiempo, pues
llega el caballero blanco, la salva y la acompaña hasta la última casilla. Alicia se
despide del caballero. Un aspecto en que podría profundizarse es la autoironía y
ciertas referencias auténticas. El caballero blanco no es sino una caricatura del
propio Carroll, mientras que la escena en que se despide de Alicia para que ella se
convierta en reina alude al momento en que la madre (real) de la niña Alice Liddell
ya no le permite a Carroll ver a sus hijas, tal vez —especula Morton Cohen—
porque Carroll sugirió que algún día le gustaría casarse con Alice, pero lo anterior
no ha sido comprobado.
Alicia se da cuenta de que tenía una corona de oro en la cabeza. En realidad es
ya una reina. ¿De verdad? Vendrá la discusión con la reina roja. Y después el
despertar… ¿Fue todo un sueño? Esta ambigüedad me recuerda al célebre texto
del filósofo chino Chuang-Tzú. Lo cito: «Hace mucho, Tzú soñó que era una
mariposa y estaba feliz de serlo, satisfecho, contento con sus propósitos. No sabía
nada de Tzú, pero más tarde despertó y se encontró con que en realidad era Tzú,
y no la mariposa. Una incógnita no lo dejó: ¿Tzú soñó que era mariposa o la
mariposa sueña que es Tzú?». ¿Quién es sueño de quién? ¿Es todo en la vida un
sueño soñado por alguien, o somos nosotros quienes soñamos lo que nos rodea?
Tal es quizá uno de los planteamientos filosóficos más importantes de A través del
espejo.
Dos ingredientes que han transformado
el mundo son nuestra capacidad de razonar y nuestra imaginación (esa otra
capacidad de representarnos o volver a presentar las cosas de manera distinta).
Lo anterior ocurre en el libro, cuando Alicia observa el espejo y decide:
«Juguemos a que hay manera de atravesarlo, Kitty. Juguemos a que el espejo se
ablanda como gasa y que podemos cruzarlo. Pero, ¿qué pasa? ¡Parece que se
empaña con una especie de niebla! Sería muy sencillo pasar a través de él». Alicia
cruza el umbral, atraviesa el espejo y allí se inician sus nuevas aventuras.
El estilo de Carroll es llano, directo, sencillo. No anda con rodeos ni padece de
glotonería verbal. Se trata de un autor de pocos trazos, pero cada uno es
relevante: nada sobra ni falta: nos ofrece un mundo de imágenes e intrigas sin
tantas palabras, a un ritmo veloz en que resalta la imaginación optimista y llena de
vitalidad, más que de complacencia formal; de ahí la frescura perenne de estas
clásicas narraciones.
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ARTÍCULO

La (i)lógica ciencia de Alicia


A propósito de algunos aspectos científicos de la obra creativa de Lewis Carrol
25/07/2011

Josep Ballester

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Las dos aventuras de Alicia son dos viajes, pero en el fondo constituyen dos
sueños de los que la protagonista se puede despertar cuando lo estime
oportuno. Estas peripecias en más de un momento bordean la pesadilla. Las
ilustraciones de John Tenniel así nos lo sugieren. La segunda travesía es
mucho más complicada. Alicia sueña al rey Rojo, que a su vez la sueña a ella, y
alguien le advierte que si el rey despierta, ella desaparecerá, porque no es más
que un sueño del monarca.
«El dodo ha aparecido en diferentes obras literarias, aunque quizá la
imagen más conocida, sin ninguna duda, sea la de Alicia en el país de las
maravillas»
Lewis Carroll nos propone, tanto a jóvenes como a adultos, un itinerario
alucinante hacia el conocimiento en el sentido más amplio de la palabra. La
curiosidad como motor hacia el aprendizaje. Esta cualidad de Alicia acentúa su
ingenio y, de paso, incorpora el método del ensayo y el error. En este escrito
tan solo haremos unas breves anotaciones en torno a algunos de los aspectos
científicos que plantea la obra de este excéntrico y original creador.

Ángeles Serna, 2010. Dodo: la extinción de las especies. Fotomontaje (dibujo a lápiz, acuarela y
collage), 14 x 17 cm.

EL Dodo o el pájaro torpe

El dodo ha aparecido en diferentes obras literarias, aunque quizá la imagen


más conocida, sin ninguna duda, sea la de Alicia en el país de las maravillas. Al
final del segundo capítulo y durante todo el tercero, cuando los animales
huyen del mar de lágrimas, la protagonista distingue un Pato, un Dodo, un
Aguilucho y un Loro de las Bermudas1. En el capítulo: «Una carrera política y un
cuento que trae cola», el Dodo organiza una carrera completamente absurda
para secarse. La competición no tiene reglas ni duración definida, salvo correr
en círculos, instrucción que todos los jugadores obedecen formando una
plástica imagen. Este pájaro bobo decide declarar ganadores a cada uno de los
participantes y, por lo tanto, todos deben recibir un premio:
Sin embargo, cuando ya llevaban corriendo una media hora o así, y estaban
completamente secos otra vez, el Dodo dijo de repente en voz alta: «¡La carrera ha
terminado!», y se agruparon todos a su alrededor, jadeando y preguntando: «Pero, ¿quién
ha ganado?».
El Dodo no podía contestar a esta pregunta sin meditarlo mucho antes, y permaneció
largo rato con un dedo apretado en la frente (en la postura en que normalmente veis a
Shakespeare en los retratos), mientras el resto esperaba en silencio. Por último dijo el
Dodo: «Todo el mundo ha ganado, y todos deben recibir premio».
Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas
El dodo (Raphus cucullatus), llamado también Didus ineptus por el científico
sueco Carl von Linné, era una especie de ave voladora de 70 centímetros de
altura y un peso de 13 a 25 kilos. Los dodos habitaban en la isla Mauricio y se
alimentaban de frutos. El pico, gracias a su forma, les permitía romper los
cocos. Hacían el nido en el suelo. Se cree que su origen evolutivo se remonta a
las palomas que migraban entre África y el sudeste asiático, por eso, se trataba
de un peculiar ovíparo vertebrado relativamente áptero, ya que la falta de
predadores impidió que desarrollara el sistema muscular para el vuelo. Era un
pariente próximo del solitario de Rodríguez, otro pájaro de la región próxima a
la isla Mauricio que también se extinguió, un siglo más tarde. El hombre llegó a
su hábitat en el siglo xvi. Las primeras noticias que en Occidente se tuvieron de
este animal parecen datar de 1574; en 1581 un conquistador español llevó un
ejemplar a Europa. Se cree que los descubridores portugueses lo
llamaron dodo (de doudo, forma arcaica de doido, “estúpido”, en el habla
coloquial portuguesa) por lo torpe que se mostraba y la facilidad con la que
podía ser cazado. En algunos idiomas se llama también dront o dronte,
posiblemente un nombre nativo. La llegada del hombre conllevó la
propagación de nuevas especies por la isla, como el cerdo y las ratas, la
aparición de nuevas enfermedades y la destrucción del bosque, del que
dependía la subsistencia del dodo. Como consecuencia se produjo la completa
extinción de este animal un siglo después de la llegada del hombre a su
entorno.

Ángeles Serna, 2010. Viaje al conocimiento. Fotomontaje (dibujo a lápiz, acuarela y collage),
21 x 28 cm.

La imagen tradicional del dodo es la de un pájaro grande y desmañado, pero


esta visión se ha puesto en duda recientemente. Hoy en día la opinión general
de los científicos es que los viejos dibujos del dodo retrataban ejemplares
cautivos que habían sido sobrealimentados. El último ejemplar fue visto en
1662, aunque un esclavo fugitivo identificó uno años después, en 1674, y se
estima que debió existir hasta 1690. En octubre de 2005 se encontraron
muchos restos, incluyendo osamentas de diferentes edades y gran número de
fragmentos procedentes de un único individuo. Anteriormente, se disponía de
muy pocos vestigios orgánicos de esta especie y la mayor parte eran piezas
aisladas del esqueleto. Faltaba, pues, un armazón óseo completo
correspondiente a un único espécimen, las existentes eran montajes a partir
de huesos de diversa procedencia. En junio de 2007, unos aventureros que
exploraban una cueva en las Mauricio encontraron la estructura ósea de dodo
más completa y mejor conservada hasta el momento.
El escudo de Mauricio incorpora un dodo rampante. La historia de su
descubrimiento y su desaparición, su aspecto extraño y la idea de que se
trataba de un ovíparo tonto lo han convertido en un referente cultural y
muchos artistas de diferentes disciplinas lo han mencionado. Varios grupos y
cantantes han compuesto canciones con el nombre de Dodo, como David
Bowie, Genesis o Dave Matthews. En la actualidad, este pájaro se ha
convertido en el símbolo del moderno ocaso de las especies provocado por el
ser humano. Existe una reconstrucción tanto del esqueleto como del ave
completa en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford, de
visita obligada. En cualquier caso, resulta evidente que tanto el reverendo
Dodgson como John Tenniel tenían un buen conocimiento de este animal, las
diversas ilustraciones que aparecen en la primera edición de Alicia lo
certifican.

Hipótesis de la Reina Roja

«Lewis Carroll nos propone, tanto a jóvenes como a adultos, un itinerario


alucinante hacia el conocimiento en el sentido más amplio de la
palabra.La curiosidad como motor hacia el aprendizaje»
La hipótesis de la Reina Roja es también conocida como el efecto de la Reina
Roja o la carrera de la Reina Roja. Se trata de una teoría sobre la evolución que
describe la necesaria mejora continua de las especies, con el único fin de
mantener el statu quo con su entorno. El concepto se toma de A través del
espejo, porque, en el segundo capítulo, la protagonista, cogida de la mano de la
Reina para poder correr juntas a través de las casillas de ajedrez, ve que,
aunque van muy veloces, prácticamente no se han movido de donde estaban:
—¡Venga! ¡Venga! —gritaba la Reina—. ¡Más deprisa! ¡Más!
Y corrían a tal velocidad que finalmente fue como si volaran por el aire, sin tocar apenas el
suelo con los pies; hasta que, de repente, cuando ya Alicia se estaba quedando
completamente exhausta, se detuvieron, y se encontró con que estaba sentada en el
suelo, mareada y sin aliento.
La Reina la apoyó contra un árbol, y le dijo con amabilidad: «Puedes descansar un poco,
ahora».
Alicia miró en torno suyo, muy sorprendida.
—¡Vaya, para mí que todo el tiempo he estado debajo de este árbol! ¡Todo es igual que
antes!
—¡Naturalmente! —dijo la Reina— ¿Qué pretendías tú?
—Mira, en mi casa —dijo Alicia jadeando todavía un poco— habríamos llegado a algún
sitio… si hubiésemos estado corriendo deprisísima tanto tiempo, como hemos corrido
aquí.
—¡Pues sí que es lento ese país! —dijo la Reina—. Aquí, como ves, necesitas correr con
todas tus fuerzas para permanecer en el mismo sitio. Si quieres ir a otra parte, tienes que
correr lo menos el doble de deprisa.
Lewis Carroll, A través del espejo

Il·lustración original de John Tenniel

La analogía de la Reina Roja se emplea para explicar dos fenómenos, por una
parte la ventaja de la reproducción sexual entre individuos, y la constante
carrera armamentista entre las especies. En la primera versión, microevolutiva,
en la fecundación, cada sujeto constituye un experimento de la mezcla de los
genes de los progenitores, que permite a las especies evolucionar con rapidez.
En la otra versión, la macroevolutiva, la probabilidad de extinción para un
conjunto de organismos, normalmente una familia, se hipotetiza dentro del
citado colectivo, y como aleatoria entre grupos.
El paradigma de la Reina Roja constituye la carrera de armamentos entre
predador y presa: las liebres corren cada vez más para escapar del zorro, lo
que fuerza al zorro a correr cada vez más para conseguir la misma comida que
antes; las corazas de las presas se hacen cada vez más duras y las pinzas de
los predadores cada vez más fuertes, con lo cual todos corren. Esta hipótesis
fue propuesta por Leigh Van Valen (1973) a un nivel macroevolutivo. Casi una
década después Graham Bell (1982) presentó una versión microevolutiva, en
este caso, referida al sexo y a la procreación.
«La analogía de la Reina Roja se emplea para explicar dos fenómenos: la
ventaja de la reproducción sexual entre individuos y la constante carrera
armamentista entre las especies»
Según algunos estudios recientes realizados sobre miles de especies y árboles
evolutivos, las nuevas categorías podrían surgir como resultado de
acontecimientos singulares y no por una acumulación de pequeñas
transformaciones a lo largo del tiempo. Y eso, en principio, estaría en contra
de la teoría de la Reina Roja. Mark Pagel y su equipo de la Universidad de
Reading desafían este efecto. Estudiaron qué hipótesis podrían explicar el
ritmo de especiación en más de cien categorías diferentes del reino animal y
vegetal. Cuando los investigadores compararon cómo encajaban los modelos
con la historia evolutiva de estas especies descubrieron que el efecto de la
Reina Roja tan solo podía explicar un 10% de los sucesos. Por otra parte, el
80% de los casos encajaba con un modelo que dice que las nuevas categorías
emergen de raras circunstancias únicas. Según eso los diferentes conjuntos de
organismos no sufrirán cambios graduales para estar en el «mismo sitio», sino
que experimentan «saltos» y después se quedan en «reposo» evolutivo
durante un tiempo. Obviamente, los nuevos órdenes no aparecen de repente
de manera mágica, es necesario un tiempo geológico para que puedan surgir.
Il·lustración original de John Tenniel

Hongos psicoactivos

Hay un hongo de los duendes del bosque que encontramos en muchos


cuentos e historias de hadas, se trata de una seta roja con motitas blancas,
la Amanita muscaria o también conocida como Agaricus muscarius, que los
ingleses denominan fly agaric. En castellano se llama matamoscas, en catalán
se conoce con los nombres de matamosques, reig vermell, oriol foll, reig de
folguera y ou de reig bord; en gallego como reventabois o brincabois y en vasco
como kuleto falsoa y kulato palstoa. Este hongo, si lo comemos en pequeñas
dosis, a nivel psíquico genera una sensación de ebriedad y fortaleza física
seguida de efectos sinestésicos referidos a la altura del consumidor y de lo que
este observa: macropsia, la tendencia a ver los objetos más grandes de como
son, y micropsia, el efecto contrario. Recordemos en especial el quinto capítulo
de Alicia en el país de las maravillas, donde la Oruga le ofrece unos pedazos de
una seta para agrandarse o hacerse pequeña según de qué parte coma. En las
ilustraciones originales de la obra, encargadas a Tenniel y supervisadas por el
mismo Carroll, la protagonista se encuentra con un ejemplar gigante
de Amanita muscaria sobre el que aparece la particular larva ataviada con una
pipa para fumar. (¿Opio quizá?) Y después de sentir las quejas de Alicia sobre
su anormal altura, la Oruga le dice con una voz adormecida y extraña:
Al cabo de un minuto o dos la Oruga se quitó el narguile de la boca, bostezó una o dos
veces y se desperezó. Luego bajó de la seta y se internó en la yerba, comentando
simplemente: «Un lado te hará crecer, y el otro te hará menguar». «¿Un lado de qué? ¿Y el
otro de qué?», pensó Alicia para sí.
—De la seta —dijo la Oruga, como si Alicia hubiese formulado la pregunta en voz alta; un
instante después había desaparecido.
Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas
«A nivel psíquico, el hongo Amanita muscaria genera una sensación de
ebriedad y fortaleza física seguida de efectos sinestésicos referidos a la
altura del consumidor y de lo que este observa»
Lo apunta muy bien Fericgla (2001) cuando nos explica los descubrimientos de
R. Gordon Wasson y V. Pavlova, explicando la relación del ser humano con
estos vegetales: «Entre otros descubrimientos establecieron la evidencia de
que el Soma, profusamente mencionado en el texto sagrado del Rig-Veda
como extática ambrosía de los dioses hindúes, no era una metáfora como se
había afirmado durante siglos, sino que era una bebida embriagadora
elaborada con el hongo Amanita muscaria. Estas setas crecen en las laderas del
Himalaya, del Pirineo, de los Alpes y en otras cadenas montañosas cuyos
habitantes las consumen desde hace milenios buscando la ebriedad que,
según dicen, abre la puerta del mundo de los dioses o de la diversión.»
Ángeles Serna, 2010. La falsa tortuga. Fotomontaje (dibujo a lápiz, acuarela y collage),
12 x 13 cm.

La lógica simbólica y la lengua ilógica

El profesor Dogdson, muy anodino cuando explica matemáticas, cuando coge


la pluma para escribir historias —en principio, para un público menos
académico— se transforma y se libera de la rigidez congénita tanto personal
como social que arrastra como una losa. La metamorfosis es radical. No
olvidemos que Stevenson en 1886 había sacado a la luz El extraño caso del
doctor Jeckyll y míster Hyde. A él le pasa igual. La mutación que se produce
parece la cara y la cruz de una moneda. Cuando publica bajo el seudónimo de
Carroll, en sus escritos domina el gusto por lo absurdo y el lenguaje se
transmuta en un juego con muchas más posibilidades que las puramente
comunicativas y donde el humor se inunda de ironía. Nos muestra otras caras
de la realidad. Y no solo me refiero a los divertidos poemas o narraciones sino
a algunos escritos de lógica.
«Si fuera así, podría ser, y si así fuera, sería: pero como no es, no lo es. Eso es
lógica», dicen los gemelos Pataplim y Pataplam en cierta ocasión.
Recordemos Un cuento enredado, la paradoja de los tres peluqueros, los dos
relojes o el diálogo entre Aquiles y la tortuga, a partir de la paradoja de Zenón
de Elea, en la que el guerrero Aquiles, símbolo de la rapidez, nunca podrá
ganar la carrera al parsimonioso galápago. El guerrero corre diez veces más
ligero que la tortuga y le da diez metros de ventaja. Entonces Aquiles corre
estos diez metros, mientras que la tortuga corre un centímetro; Aquiles corre
este centímetro, la tortuga un milímetro; Aquiles el milímetro, la tortuga una
décima de milímetro, y de esta manera hasta el infinito, el guerrero corre por
siempre sin poder atrapar al animal. Se trata de una idea basada en la infinita
divisibilidad del espacio y del tiempo.
«Cuando publica bajo el seudónimo de Carroll, el lenguaje se transmuta
en un juego con muchas más posibilidades que las puramente
comunicativas y donde el humor se inunda de ironía»
Después han venido las refutaciones. Más de dos mil años de
argumentaciones en contra. Pensemos en excelsos ejemplos como Aristóteles,
Mill, Bergson, Hobbes o Russell. Nuestro diácono juega y reformula este
problema en un momento determinado cuando Aquiles cree haber ganado y
se sienta encima de la tortuga: «—¿Así que usted ha llegado al final de la
carrera? —dijo la tortuga. Y eso a pesar de que la carrera consistía en una serie
infinita de distancias. Tenía entendido que un sabelotodo había probado que
eso era imposible. —He ganado —dijo Aquiles—. Puede no ser verdad, pero es
un hecho. Solvitur ambulando. ¿No ve que las distancias menguan
constantemente? —Sin embargo, y si hubiesen aumentado constantemente?
—interrumpió la tortuga—¿Qué habría pasado? —Entonces yo no estaría aquí
—dijo Aquiles con modestia—. Y usted a estas alturas habría dado varias
vueltas al mundo».
Al final del surrealista diálogo encontramos una maniobra con la semejanza
fonética entre Tortoise y Taught-Us, por una parte, y entre Achilles y A Kill-Ease,
por otra. La tortuga tiene la pretensión de rebautizar a Aquiles con un nombre
que parece igual a tortuga, y Aquiles persigue el mismo objetivo con un
sustantivo que suena igual a Aquiles. Además, la otra tortuga que el profesor
hace aparecer, la Falsa Tortuga, no es otra que el llorón quelonio que sale en el
capítulo ix del libro, gracias al que ha obtenido fama universal. La falsa tortuga
apunta, al mismo tiempo, a un guiso (mock turtle soup), una imitación
normalmente confeccionada con ternera y novillo, muy popular en la
Inglaterra victoriana. Carroll consigue introducir el nonsense en la lógica. Crea
una lógica demente para mostrarnos otra realidad.
Notas:
1. Aparte del famoso paseo en barca que realizó Charles Lutwitdge Dodgson,
el hombre que se ocultaba tras el seudónimo de Lewis Carroll, y las niñas
Liddell y que originó la célebre historia, también hubo otro el 17 de junio de
1862, como se especifica en su diario, con el mismo grupo, el cual sufrió las
consecuencias de la tormenta y todos sus componentes acabaron mojados.
Carroll efectúa un guiño a esta experiencia retratando a los integrantes de la
excursión con forma de animales. El reverendo Duckworth es el Pato, Lorina y
Edith Liddell son el Loro y el Aguilucho, Carroll es el Dodo, por su apellido
Dodgson (recordemos que tartamudeaba a menudo: «Do-Do-Dodgson» y las
niñas le llamaban de esta manera afectuosamente). Además, cuando se
publicó una edición facsímil de Alicia en el país de las maravillas en 1886,
Duckworth recibió un ejemplar con la dedicatoria siguiente: «The Duck from the
Dodo». Esta interpretación la confirmó el reverendo Duckworth en una carta
dirigida a Stuard Dodgson Collingwood publicada en 1899. (Volver al texto)
Ballester, J., 2005. «El diaca, Aquil·les i la tortuga». Mètode, 46: 134-135.
Bell, G., 1982. The Masterpiece of Nature: The Evolution and Genetics of Sexuality.
University of California Press. Berkeley.
Carroll, L., 1865. Alice’s Adventures in Wonderland. (Tr. cat.: 1996. Alícia al país de
les meravelles. Traducción de Salvador Oliva. Empúries. Barcelona). (Tr.
cast.: 1992. Alicia en el país de las maravillas. A través del espejo. Introducción de
Manuel Garrido y traducción de Ramón Buckley. Cátedra. Madrid).
Carroll, L., 1872. Through the Looking-Glass and what Alice Found There. (Tr. cat.:
1985. A través de l’espill. Traducción de Amadeu Viana. Crema. Barcelona).
Fericgla, J. M., 2001. «Cultures i fongs psicoactius». Mètode, 31: 24-27.
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Van Valen, L., 1973. «A new evolutionary law». Evolutionary Theory, 1: 1-30.
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© Mètode 2011 - 66. Onda verde - Número 66. Verano 2010
Lewis Carroll en el país de
las matemáticas
El 26 de noviembre se cumplen 150 años de la publicación
de Alicia en el país de las maravillas, un cuento infantil alabado
por su profundidad. Su autor, Charles Dodgson, que se ocultaba
bajo el pseudónimo de Lewis Carroll, fue también un matemático
que destacó por sus trabajos de geometría, álgebra y lógica. Y,
sobre todo, por una colección de juegos y paradojas que lo
convierten en un pionero de la divulgación.

Sergio Ferrer

24/11/2015 06:00 CEST


Autorretrato de Charles Dodgson, verdadero nombre de Lewis Carroll, el matemático conocido
por haber escrito ‘Alicia en el país de las maravillas’.
Cuentan que a la reina Victoria le gustó tanto Alicia en el país de las maravillas (1865) que
ordenó que le enviaran el siguiente libro que escribiera su autor. No podía imaginar que dos
años después recibiría en sus aposentos una copia del Tratado elemental de los
determinantes que, por supuesto, no le divirtió en absoluto. Esta anécdota, tan popular
como improbable, sirve para recordar que tras el pseudónimo de Lewis Carroll se ocultaba
tímidamente Charles Dodgson, un brillante matemático y divulgador.
Nacido en 1832, el niño Charles mostró una gran precocidad para las matemáticas. Bien
pequeño se acercó a su padre con un libro de logaritmos en la mano para que se lo
explicara. Con doce años ya era capaz de resolver problemas complejos de geometría y con
catorce era alabado como “brillante” por sus profesores. Con 18 ingresaba en la
Universidad de Oxford, en la que viviría –primero como estudiante, más tarde como
profesor– hasta su muerte en 1898.

En su libro Lewis Carroll en el país de los números, el profesor Robin Wilson defiende el
legado matemático de Charles Dodgson quien, en su opinión, habría sido recordado por sus
aportaciones aunque nunca hubiera escrito un cuento para Alice Liddell, la hija del decano
del college Christ Church de Oxford a la que tanto quería. Son destacables sus trabajos
sobre geometría, álgebra y lógica, pero sobre todo, su figura como divulgador a través de
juegos, problemas y paradojas para niños y adultos.

¿Recordaríamos a Dodgson si no hubiera existido Carroll?

Pero ¿tiene razón Wilson? ¿Recordaríamos a Dodgson si no hubiera existido Carroll? La


matemática de la Universidad del País Vasco (UPV), Marta Macho, considera que sí, y
compara su figura con la del filósofo y divulgador Martin Gardner, muy recordado por sus
acertijos matemáticos y autor de Alicia anotada, la edición más completa del clásico de
Carroll.
Cédric Villani, ganador en 2010 de la medalla Fields –máximo galardón para los
matemáticos menores de 40 años– cree que “probablemente el libro de Carroll El juego de
la lógica sería conocido entre los aficionados, porque está bien escrito y es muy divertido”,
según asegura a Sinc por email. “Fue pionero a la hora de combinar matemáticas, lógica y
juegos de palabras”, opina el físico Juan Manuel Rodríguez Parrondo, que durante doce
años escribió la página de matemáticas recreativas de la edición española de Scientific
American. Muchos de los divertimentos de Carroll aún perduran.
Uno de los más llamativos, en opinión de la colaboradora del programa de televisión Órbita
Laika y profesora de Matemática Aplicada de la Universidad de Sevilla, Clara Grima, es el
método para averiguar el día de la semana en el que cae cualquier fecha. “John Conway,
uno de los matemáticos más brillantes del siglo XX, propuso un algoritmo similar... cuando
Carroll había hecho lo mismo cien años antes”.
En 'El juego de la lógica', Dogson iniciaba a los más pequeños en este campo. El libro llegó a las manos del joven Alan
Turing.

El poeta Leopoldo María Panero reunió una selección de los mejores juegos carrollianos en
el recopilatorio Matemática demente. De todos ellos, la paradoja del reloj es uno de los más
conocidos:
“¿Cuál de estos dos relojes funciona mejor, el que da la hora exacta una vez al año, o el que
nos indica la hora correcta dos veces al día? ‘El segundo’, dirían ustedes, ‘sin ninguna
duda’. Pues bien, queridos lectores, presten atención”, escribe Carroll con su característica
prosa.
Tras esto, el matemático explica que un reloj parado acierta cada doce horas, mientras que
uno que retrase un minuto al día tarda dos años en volver a acertar. “De modo que no tiene
ningún sentido su elección”. Un ejemplo absurdo que parece demostrar que un reloj
averiado es mejor.

Aunque en algunos acertijos no está clara la autoría de Dodgson, el matemático sí


consiguió extenderlos. Es el caso del problema del mono y la pesa, que llegó a quitarle el
sueño:

“Imaginemos una cuerda que pende de una polea. De uno de sus extremos cuelga una pesa
que se mantiene en perfecto equilibrio gracias a un mono que cuelga del otro extremo.
Supongamos que el mono empieza a trepar por la cuerda. ¿Qué pasaría?”.

Carroll planteaba este tipo de cuestiones en sus epístolas. “En aquella época la ciencia se
comunicaba planteando problemas a través de cartas y reuniones, que el resto de la gente
debía responder”, comenta Macho. “Como genio no le bastaría su faceta como matemático,
así que jugaba y hacía un mestizaje, porque era buen escritor y buen científico”, añade la
investigadora de la UPV.

-Querida, ¿no querrías un poco más de té? –la instó, apremiante, la Liebre Marcera.
-Si todavía no he tomado nada –exclamó Alicia, en un tono ofendido–, no puedo tomar
más.
-Querrás decir que no puedes tomar 'menos' -le corrigió el Sombrerero-: es difícil tomar
menos que nada... ¡pero es tan fácil tomar más!
Cartel de la celebración de los 150 años de Alicia, por Dominic Murphy.

Este fragmento de Alicia en el país de las maravillas demuestra hasta qué punto abundan
las alusiones a la lógica en los cuentos de Carroll.

El gigante de la lógica Bertrand Russell reconoce las


aportaciones de Dodgson a su campo

Lo cierto es que la lógica tenía más que ver en el siglo XIX con la filosofía que con las
matemáticas. Dodgson se perdió los avances de mediados del siglo XX en este campo; sin
embargo, su papel en esta revolución, encarnada en la figura del padre de la informática
Alan Turing, puede haber sido clave. El juego de la lógica, libro publicado por Carroll para
iniciar a los más pequeños en este campo, llegó a las manos de Turing. Hasta qué punto le
influyó en su carrera es algo que solo podemos conjeturar.
Sí afectó a la carrera de Parrondo: “El juego de la lógica es un gran libro de divulgación y,
en mi caso, hizo que me aficionara a la lógica y comenzara a estudiarla”. “Yo he
comprobado que a los niños les encanta el estilo de ese libro”, dice el francés Cédric
Villani, padre de dos hijos y divulgador activo. Curiosamente, el texto fue criticado en su
época por ser demasiado difícil para el público infantil.
El libro, que explica conceptos lógicos básicos, estaba repleto de silogismos recreativos,
por los que Dodgson sentía predilección. Sirva el siguiente de ejemplo:
“Ningún fósil sufre un desengaño amoroso

Una ostra puede sufrir un desengaño amoroso

Conclusión: las ostras no son fósiles”

Un gigante de la lógica de la talla de Bertrand Russell reconocía dos grandes aportaciones


del autor de Alicia a este campo: la paradoja del barbero y la de Aquiles y la tortuga.
Pasión por la geometría
“Te recomiendo que llames a uno de los seis conejitos ‘Parallelopipedon’[paralelepípedo],
que es un nombre fácil de recordar y el animalito lo aprenderá en seguida”, decía Dodgson
en una carta a su hermana Elizabeth.

Fue muy productivo en geometría y álgebra pero, sobre todo, en


silogismos recreativos

Dodgson fue productivo en geometría y álgebra; por ejemplo, es curioso su estudio de la


cuadratura del círculo. Algunos de esos trabajos resultan farragosos incluso para los
expertos actuales porque, como explica Macho, “en aquella época las matemáticas eran
complejas y muy difíciles de leer”, debido al estilo narrativo con el que se explicaban.
“Hoy no se cuentan, sino que se escriben de manera formal y son más fáciles de seguir”,
añade Macho.

Una madriguera de conejo sin fondo

Nada farragosas son las aventuras de Alicia, que pueden leerse como un cuento infantil y,
sin embargo, poseen una profundidad científica que da para llenar páginas. Tomemos, por
ejemplo, la caída de Alicia por la madriguera del conejo, en la que se pregunta qué
sucedería si atravesara la Tierra: “¡A lo mejor salgo por el otro lado!”. Con esto, Carroll
intenta resolver una pregunta sobre la gravedad: qué ocurriría si se lanzara una piedra por
un agujero que atravesara el planeta.

Volvería sobre esa cuestión en el cuento Silvia y Bruno, donde describe la dificultad de
tomar el té en una casa que cae al vacío mientras la empujan hacia abajo con una
aceleración mayor. Una historia que, según Gardner, se anticipa a ciertos aspectos de la
teoría de la relatividad propuesta hace cien años por Albert Einstein.
A pesar de los determinantes, la geometría euclidiana y los silogismos, puede que el texto
más complejo de este tímido matemático inglés siga siendo el que dedicó a la niña Alice
Liddell. Desde que Carroll escribiera Alicia en el país de las maravillas, hace ya 150 años,
mentes de la talla de Gardner han intentado profundizar en la madriguera del conejo.

Alicia, musa científica


El fervor que desata Alicia en el país de las maravillas ha provocado que muchos
investigadores se inspiren en los personajes y situaciones ‘carrollianas’ para explicar
teorías y bautizar descubrimientos.
-En mi país –dijo Alicia, que todavía jadeaba un poco al hablar–, cuando se corre
durante algún tiempo en una determinada dirección, se suele llegar a alguna parte.
-Tu país debe de ser algo lento –comentó la Reina–. Aquí tienes que correr a toda
velocidad para poder permanecer en el mismo lugar y, si quieres desplazarte a
otro... ¡entonces debes correr el doble de deprisa!
Alicia y la reina roja, porJohn Tenniel.

Este fragmento de A través del espejo ha inspirado la ‘hipótesis de la reina roja’, una idea
evolutiva según la cual las especies deben mejorar continuamente solo para mantener
el statu quo con el entorno.
No es el único ejemplo. El gato de Cheshire ha sido utilizado para describir fenómenos
cuánticos y la reproducción de las algas. Un trastorno visual llamado micropsia, que hace
percibir los objetos mucho más pequeños y lejanos de lo que son, también se conoce como
'síndrome de Alicia en el país de las maravillas'.
Fuente: SINC

3 claves que te ayudarán


a entender la realidad de
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En 1865 ocurrió un hecho peculiar que trastocó los cimientos del


mundo litarario. Tras su publicación, Las aventuras de Alicia en el
país de las maravillas, de Lewis Carroll, puso en juego los límites
de la fantasía y la realidad. Charles Lutwige Dodgson, mejor
conocido como Lewis Carroll, realizó una labor introspectiva para
concebir su más célebre obra literaria. En ese sentido, se
autoanalizó y dividió su personalidad en dos: por un lado el
matemático lógico guiado por la razón, por el otro su pseudónimo
cobró vida propia como el soñador absurdo alimentado por la
imaginación y los impulsos inconscientes de su niño interior, el
verdadero creador de una realidad alterna sin las imposiciones
adultas. El mundo mágico que creó hizo que la obra se convirtiera
en todo un clásico, ya que sus historias están llenas de las
constantes preguntas del Yo.

En lasegunda entrega de Las aventuras de Alicia en el país de las


maravillas, titulada A través del espejo y lo que Alicia encontró
allí, adaptada en 2016 al cine por James Bobin, bajo la producción
de Tim Burton, como Alicia a través del espejo, se nos transporta
a un mundo fantasioso que permite cuestionar diversos elementos
de la realidad, hablando desde los sueños y, ¿por qué no?, hasta la
realidad virtual y la locura. Es por ello que para entender mejor lo
que se presenta en este filme es preciso tener claros algunos
elementos que han sido analizados a lo largo de la historia como
un reflejo del ser y de la existencia: el tiempo, el espacio, la
consciencia y lo otro.
El tiempo dentro de Alicia

La sucesión de momentos se entiende en la película como un


“océano del tiempo” (literal), en el que puede encontrarse cada
uno de los episodios vividos. Y gracias a la cronósfera, Alicia
puede moverse de manera lineal sobre la dimensión histórica,
pudiendo entrar por episodios, con el fin de modificar o aclarar
ciertos aspectos del presente. Dicha problemática se desarrolla,
ya que el Sombrerero Loco está en depresión y encuentra un
detalle que le permite intuir que su familia sigue con vida. Pero al
no confiar en alguien que le crea, comienza a agonizar, por lo que
Alicia se desplaza por el tiempo a fin de salvar a su amigo con
dicha situación, buscando modificar ciertos episodios. En la
realidad compartida con la mamá de Alicia el tiempo es entendido
como “un amo muy cruel” y desde ese momento podemos
remontarnos a la figura griega de Cronos, personaje que existe
antropomórficamente, siendo encarnado por el actor Sasha Baron
Cohen, el “Señor del Tiempo” dentro de la fantasía de Alicia. Esto
ya presenta diversas formas de interpretación dentro de la
realidad que se va alcanzando al encontrar dichos elementos que
sólo habitan en el mundo platónico.

No es lo que pensó Carroll del espacio

Para poder entrar al mundo de Alicia quizá tengamos de referencia


la secuela de la novela de Lewiss Carroll, A través del espejo y lo
que Alicia encontró allí; sin embargo, es importante saber que no
corresponde con la novela de 1871 y por tanto la narrativa fílmica
difiere del escrito original. En este caso cinematográfico el espejo
por el cual atraviesa Alicia es el telón sobre el que se fantasea en
una problemática del tiempo. Es importante remarcar que Alicia, a
pesar de atravesar el reflejo, sigue habitando su corporeidad en la
que termina en un manicomio, escena que aparece avanzada la
película, ya que al huir del Señor del Tiempo atraviesa otro espejo
que le permite tomar consciencia de su cuerpo en el manicomio y
de donde su madre le ayudará a escapar. Podría compararse este
estado mental con las nuevas tecnologías que permiten habitar en
nuevos mundos, tomando posesión de nuestra consciencia y a
pesar de ello nuestro cuerpo sigue reaccionando frente a dichos
estímulos. No puede despreciarse la realidad en la que habita
Alicia para ayudar al Sombrerero, ya que es parte subjetiva
existente en el mundo de las ideas y en la individualidad del
sujeto, y es ahí donde el espacio que ocupa lo hace posible
gracias a su estado de “consciencia”, cuyos niveles lógicos le
permiten comunicarse teniendo breves lapsos de confusión debido
a ciertas situaciones que no responden al nivel lógico racional.
Lo que crees te define

Resulta importante el estado de consciencia en el que habita


Alicia, ya que esto da un primer nivel de conocimiento, que es la
creencia, elevándola al nivel supremo del conocimiento. Sin creer
en el otro quedas imposibilitado de responder a la identidad propia
que te hace ser de determinada manera. “No eres porque no
confías en mí”, será la frase del Sombrerero para Alicia, sentencia
que marca a la protagonista para ayudar en la misión que se le ha
encomendado a fin de salvar a su amigo, pues se ve comprometida
su identidad al no creer en su amigo. Será esa paradoja que
determine la realidad cuestionando al espectador sobre la realidad
de los sueños: “Un sueño no es la realidad… y ¿quién te dice cuál
es cuál?”. Serán estas imaginaciones las que se vean
determinadas por el pensamiento discursivo y resultan
“impensables”, demeritando así su papel dentro de una realidad
marcada por la lógica y el raciocinio discursivo determinando el
problema psiquiátrico de las personas que no ven asociadas la
realidad con su pensamiento, realidad a la cual se enfrenta Alicia
al regresar al mundo donde habita su madre. Será la realización
encontrada en la imaginación la que le permita enfrentar y ver la
realidad de otro modo, poco común, para así contagiar a algunos
de seguirla en las nuevas aventuras en las que debe “hacer seis
imposibilidades antes de iniciar el día”.

***

Lewis Carroll es uno de los escritores más conocidos y leídos


desde hace 150 años, sus historias han logrado seguir vigentes a
través de muchas décadas, por ello es que si aún no conoces la
historia de la niña en la que se basó el autor para escribir
Alicia, descúbrelo aquí. También debes aprender los acertijos de
la psicología que encierra Las aventuras de Alicia en el país de
las maravillas.

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