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HISTORIA DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

Cursada virtual – año 2015

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Clase Nº 4: “Origen y desarrollo histórico del mundo clásico griego. Estructura
económica y configuración social. Concepciones políticas, derecho y marcos
institucionales”
La evolución de las ciudades-estado arcaicas y sus diferentes trayectorias en cuanto al
procesamiento del fenómeno de las tiranías y la aplicación de las reformas políticas y sociales, sufrió
una interrupción abrupta a principios del siglo V a.C. a raíz de su enfrentamiento con el Imperio Persa
en las denominadas Guerras Médicas. En efecto, tras derrotar una revuelta de las ciudades griegas de
la costa de Asia Menor, el rey persa Darío I decidió invadir Grecia continental en represalia por el
apoyo que algunas polis habían brindado a los rebeldes jonios. Pese a la deficiente estructura logística
y a las dificultades que le privaron de un adecuado apoyo marítimo, los ejércitos persas tenían una
magnitud tal que la resistencia de las ciudades griegas parecía destinada al fracaso. Sin embargo –y
contra todo pronóstico- las fuerzas hoplíticas griegas (mayoritariamente atenienses) rechazaron la
invasión: la victoria de Maratón en 490 a.C. definió esta primera etapa de la guerra y marcó el inicio de
la hegemonía de Atenas.

Diez años más tarde, el nuevo rey persa Jerjes I inició la segunda guerra médica, invadiendo
Grecia con un ejército mucho mayor que el anterior, apoyado esta vez por una poderosa fuerza naval y
una planificada organización estratégica y logística. En esas condiciones, las tropas de Jerjes derrotaron
a un pequeño destacamento en el desfiladero de las Termópilas, marchando luego sobre Atenas,
ciudad a la que incendió al encontrarla abandonada por su población. Sin embargo, la contundente
victoria naval ateniense en Salamina frenó el avance persa, dando a las polis griegas la oportunidad de
pasar a la ofensiva. De esta forma, un ejército coaligado griego consiguió vencer a los persas en la
devastadora batalla de Platea (que por la magnitud de las pérdidas humanas y materiales es
considerada una de las batallas más sangrientas de la antigüedad), en tanto que la flota helena
destruyó los restos de la fuerza marítima persa en Micala. Si bien estos hechos tradicionalmente
marcan el final de la segunda guerra médica, el conflicto greco-persa estaba aún lejos de terminar. Los
posteriores monarcas persas dejaron de lado la intervención militar directa, para recurrir a las intrigas
políticas, promoviendo la desunión y los conflictos entre las polis. Tal situación se prolongó hasta la
definitiva paz de Calías (449/8 a.C.).

El triunfo en el conflicto contra los persas promovió una serie de importantes


transformaciones en el conjunto de las poblaciones y estados griegos: generó una suerte de conciencia
nacional panhelénica con el liderazgo moral de Atenas; aceleró el crecimiento económico de base
comercial en Atenas y otras ciudades marítimas como Corinto, y estimuló las extraordinarias
realizaciones culturales y políticas del mundo jonio (el “siglo de Pericles”), verdadero basamento del
período clásico. Sin embargo, el predominio ateniense despertó la animadversión de Esparta y sus
aliados; dando origen a la formación de bloques opuestos, uno organizado en torno a Atenas (Liga
Ático-Délica, vinculada a sistemas democráticos) y el otro alrededor de Esparta (Liga del Peloponeso,
defensora de sistemas aristocráticos). Durante la Pentecontecia (periodo comprendido entre el final de
la segunda Guerra Médica, 479 a.C., y el inicio de la Guerra del Peloponeso, 431 a.C.) se fue
incrementando el antagonismo entre ambas ligas, en un proceso que culminó con el enfrentamiento
panhelénico del último tercio del siglo V a.C.

También durante la Pentecontecia Atenas culminó el proceso de construcción de la


democracia. Efialtes promovió la radicalización de la democracia (462-461 a.C.) potenciando las
funciones de la Boule; fortaleciendo los órganos colectivos; aumentando el poder de los demos;
acentuando las tendencias imperialistas, y permitió el acceso de los zeugitai (las clases medias) al
arcontado (magistraturas que, en muchos casos sólo conservaron un valor simbólico). Finalmente, con
Pericles (459-429 a. C.) se alcanzó el modelo clásico de la democracia ateniense: potenció el papel de
la asamblea (la Eklesia); convirtió en remunerativos los cargos públicos, permitiendo el acceso de las
clases medias al poder ejecutivo; creó un estado protector basado en políticas de beneficencia, sólo
para los ciudadanos atenienses, e inició un proceso de importantes inversiones públicas, orientadas
especialmente a la reforma urbanística, uno de cuyos principales efectos fue el de mantener elevados
niveles de ocupación y crecimiento económico. La financiación de todas estas políticas se obtuvo de los
beneficios tributarios y comerciales generados por la fuerte presión imperialista de Atenas, que en más
de una ocasión provocó fuertes disidencias en el seno de la Liga Ático-Délica. Por otra parte, el
gobierno ateniense llevó adelante una fuerte política propagandística, tendiente a exaltar un
patriotismo fundado en la ciudadanía restringida: en efecto, tanto las mujeres, como los extranjeros y
los numerosos esclavos carecían de derechos cívicos. Incluso las otras polis integrantes de la Liga
estaban privadas de los beneficios que proporcionaba la ciudadanía ateniense, situación que también
generó rebeldías, corrientemente castigadas mediante la intervención militar o las sanciones
económicas.
Por su parte, Esparta se fundaba en una ideología y un sistema político aristocráticos,
totalmente opuestos a la democracia ateniense. El estado espartano estaba integrado por Esparta y
Laconia, junto a los territorios conquistados de Mesenia; en conjunto, la mayor parte de la península
del Peloponeso. Los espartanos o espartiatas monopolizaban el poder político, dejando de lado a los
extranjeros o periecos, que forman comunidades mercantiles y artesanales; y sometiendo a los ilotas
(que constituían la mayor parte de la población y eran de origen mayoritariamente mesenio) a una
relación de servidumbre y control de carácter estatal, es decir, francamente distinta de la esclavitud
privada. La minoritaria comunidad de espartiatas desarrolló una sociedad cerrada y organizada para
mantener el control absoluto de los resortes del estado. El estado espartano presentaba una peculiar
organización política de carácter aristocrático, dirigida por una diarquía (dos reyes) y apoyada en el
consejo legislativo (Gerousia) y la asamblea (Apella).
Después de las Guerras Médicas, Esparta acaparó la dirección estratégica de la Liga del
Peloponeso, fomentando el antagonismo hacia el bloque Ático-Délico, aunque diversos conflictos
sociopolíticos internos (ante todo, las rebeliones en Mesenia) dificultaron su crecimiento militar.
Finalmente, las dos ligas se enfrentaron en la Guerra del Peloponeso entre el 431 y el 404 a.C.,
enfrentamiento panhelénico que más allá de los eventuales vencedores y vencidos, provocó el
debilitamiento de la estructura de polis griegas.

Situación de las
alianzas en la Guerra
del Peloponeso. Atenas
y sus aliados formaban
la Liga Ático-Délica; en
tanto que Esparta y sus
aliados organizaron la
Liga del Peloponeso
Durante la primera mitad del siglo IV a.C., los estados griegos sufrieron una profunda
recesión económica, caracterizada por la caída en la productividad de las tierras, la crisis de las redes
comerciales y los sistemas monetarios, y el aumento de la piratería. Asimismo, se radicalizaron las
diferencias sociales y se originaron nuevas formas de trabajo dependiente. Aumentaron los
movimientos migratorios de poblaciones empobrecidas, y -ante la crisis de generalizada- se
desarrollaron los ejércitos de mercenarios, ya que los campesinos perdieron su capacidad de armarse
como soldados.

Pese a su triunfo en la Guerra del Peloponeso, Esparta quedó casi tan debilitada como sus
vencidos, situación que abrió paso al breve período de hegemonía de la ciudad beocia de Tebas, que se
había mantenido relativamente al margen del conflicto. Las nuevas tácticas militares tebanas
rompieron con la supuesta invencibilidad de los espartanos en batallas a campo abierto, propinándoles
dos derrotas decisivas: Leuctra y Mantinea. Sin embargo, Tebas carecía de los recursos económicos e
incluso demográficos como para sostener su predominio. El nuevo poder dominante llegaría desde el
norte…
El reino de Macedonia, paradójicamente liberado de la dominación persa por las tropas
griegas, era considerado por éstos como un estado casi bárbaro. Macedonia se había mantenido al
margen del desarrollo histórico helénico y sus conflictos, lo cual le permitió escapar al clima de
generalizada decadencia arriba descripto. Con la llegada al trono de Filipo II, Macedonia inició un ciclo
expansionista que la llevó a anexar los territorios de Tracia e Iliria, para –finalmente- alcanzar el control
de la Liga Panhelénica, con la firma del Tratado de Corinto en el 338 a.C. Tras la misteriosa muerte de
Filipo, su hijo Alejandro ratificó la supremacía macedonia sobre la mayoría de las polis (con excepción
de Esparta y sus dependencias directas) e inició los preparativos para la conquista del imperio Persa. La
Grecia Clásica llegaba a su fin…

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