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Resumen: Wolfgang Iser propone que un texto literario debe concebirse de modo de que el
receptor se comprometa con lo que se le está mostrando, y en caso de ser necesario, sea el
mismo quien las imagine. Por ello, Iser propone en la Teoría de la Recepción los espacios
vacíos, en donde el receptor realice una serie de posibles interpretaciones o significados de
una obra artística, tanto literaria como cinematográfica. En este trabajo, se expone un
análisis de los espacios vacíos (principalmente espacios vacíos de lenguaje), en donde el
receptor a través de la ficción y la ficcionalización llena esos espacios en la película de La
La Land.
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Los espacios vacíos de la teoría de Wolfgang Iser en La La Land
Varios autores han propuesto diferentes teorías respecto a la Teoría de la recepción, como
Robert Jauss, quien habla de la necesidad de reescribir la historia a partir del sentido del
texto por sí mismo, es decir, que en este caso el lector se limite a recibir el significado de la
obra. O como Gadamer, quien propone el horizonte de expectativas, del cual Jauss define
como los presupuestos en los que el lector recibe una obra, pues no es lo mismo que un
lector del pasado reciba una obra a como lo hace un lector actual.
Uno de los mayores exponentes de Teoría literaria es Wolfgang Iser, quien rechaza
que un texto tenga un solo significado, puesto que los textos juegan con los intérpretes y las
significaciones, por lo que las letras, palabras o frases del texto que permanecen en la obra
siguen siendo las mismas, porque a pesar de que el texto es condicionado por sí mismo, el
significado solo se produce entre el texto y el lector.
Para esto, Iser propone los espacios vacíos dentro de la Teoría de la recepción, en
donde estos espacios vacíos son aquellos espacios (valga la redundancia) en las que el texto
deja sin resolver. Espacios que solo se pueden solucionar o modificar a través del lector. Y
muchas veces, es necesaria una relectura del texto para comprender y analizar las posibles
interpretaciones de la obra.
Dentro del mundo cinematográfico, la figura del receptor (al igual que el lector) se
conoce como un sujeto pasivo que recorre la película conforme avanza la historia, o más
bien, lo que se presenta. Este receptor (la mayoría de las veces) es considerado el sujeto a
quien está dirigido el mensaje o la película, sin embargo, hasta cierto punto, no se tenía en
cuenta cómo es que el receptor procesaba la información que se le transmitía a través de
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una pantalla, pues en el proceso de uso, consumo o recepción, hay que tener presente al
sujeto a quien va dirigida la obra artística, según el arte del que se trate y el uso que se le
dé, ya sea espectador, oyente o lector (Sánchez 13), pero en este trabajo pasaré de lector a
receptor. Para el análisis también es necesario del proceso mental del receptor (espectador)
a través de la atención, la memoria, la imaginación, las emociones y los sentimientos que se
producen mientras el receptor observa y escucha la película.
Wolfgang Iser propone que un texto literario debe concebirse de modo de que el
receptor se comprometa con lo que se le está mostrando, y no solo realice las posibles
interpretaciones, sino, que en caso de ser necesario, sea el mismo quien las imagine. Sin
embargo, sigue sin haber una estructura o una sola interpretación o significado para la obra
artística, tanto literaria como cinematográfica.
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Por ejemplo, al principio de la película, el primer espacio vacío es el cielo, pero en
cuanto avanza la cámara, comienza un musical en la carretera en el que los participantes
son las automovilistas. Una vez que termina el musical, vemos a Sebastián y Mia, cada uno
en su auto. En primera instancia, el receptor sabe que se trata de un musical y que los
únicos personajes en tener “algún acercamiento” son Sebastián y Mia, como se muestra en
la Figura 1. Hasta ese momento, el receptor no sabe quiénes son los personajes que la
película nos acaba de presentar, considerando que el receptor no conoce el contexto de La
La Land.
Entonces, para Iser la relevancia de los espacios vacíos son las representaciones
estéticamente relevantes, puesto que radican principalmente en el receptor al momento de
observar la obra, en donde el receptor logra representar aquello que le había quedado
oculto. Así pues, en cuanto la película avanza, el receptor va llenando los primeros espacios
vacíos que se produjeron al principio, que son como quiénes son los personajes y que
hacen. En este sentido, la obra cinematográfica es la que hace aparecer en sí misma los
espacios vacíos para que después sean rellenados por el receptor.
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limita. Como en la escena del minuto 26, en el que aparece nuevamente la focalización en
el cielo y a continuación “spring”, por lo que a primera vista del receptor, la película limita
al receptor a saber el tiempo en el que se encuentran ahora los personajes y él mismo, al
mismo tiempo que llena el espacio vacío de tiempo, puesto que en la escena anterior era
Navidad, y por consiguiente deja espacios vacíos sobre lo que pasó en esos meses de
transición entre Invierno y Primavera.
Para Iser los espacios vacíos son condiciones de comunicación porque activan la
interacción entre receptor y obra, y la regulan hasta cierto grado. En este sentido, los
espacios vacíos condicionan a que el receptor ocupe un espacio de la película por medio de
sus representaciones en las escenas que se han dejado en blanco, es decir, que no dicen
nada y quedan a interpretación del receptor, como se ha tratado de explicar anteriormente
(168).
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propósito por el que la verdad debe quedar oculta; las ficciones literarias
incorporan una realidad identificable, y la someten a una remodelación
imprevisible. Y así cuando describimos la ficcionalización como un acto de
transgresión, debemos tener en cuenta que la realidad que se ha visto
sobrepasada no se deja atrás, permanece presente, y con ello dota a la ficción
de una dualidad que puede ser explotada con propósitos distintos. (Iser 44)
También, en esta misma escena hay ficción, pues como se ve en la figura 3, los
personajes comienzan a elevarse sobre un escenario en el que se puede observar el espacio.
Cabe mencionar que tampoco hay diálogos, y lo único que se ha dicho son las palabras de
Mia antes de introducirse en la película.
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Retomando esta escena, por medio de la ficción, se indica al receptor que su
lenguaje no es discurso, sino “discurso representado” (Iser 47) es decir, que como no hay
un dialogo entre los personajes, la única ficción que se conoce es por medio de la secuencia
de imágenes, en las que el receptor imagina y recrea por sí mismo lo que se está tratando de
decir, pues el cambio de escenario solo sirve como guía para el lenguaje imaginado.
Por un lado, La La Land nos muestra varios espacios vacíos en los que el receptor, a
través de la secuencia de imagen tras imagen va entendiendo la historia, puesto que ya no
se cuenta todo lo que pasa durante cierto tiempo. Por ejemplo, solo se avisa al receptor que
hay un cambio temporal, ahora de Primavera a Verano, en donde vemos transcurrir la vida
de Sebastián y Mia. Sin embargo, no todo es continúo, sino que también hay escenas con
diálogos en las que la película se detiene para dar a conocer información al receptor y no se
pierda por todos las escenas que no se han explicado. Lo mismo que ocurre de verano a
otoño, y otoño a invierno, como se ve en la figura 4.
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pueda ser sobrepasado, al menos pueda ser postpuesto de manera ilusoria.
(Iser 65)
Henry James dijo en cierta ocasión que ‘El éxito de una obra de arte… puede
medirse por el grado en que produce una cierta ilusión: esa ilusión hace que
por un instante creamos haber vivido otra vida; haber tenido una milagrosa
ampliación de la experiencia’ (Iser 65)
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El momento ilusorio del que se habla y se presenta en la última escena ocurre de la
siguiente manera. Al principio, Mia entra al club Seb´s, (nombre que el receptor recuerda
dado que Mia es quien le da la idea del nombre del club a Sebastián) y una vez ahí, toma
asiento entre el público mientras escucha a Sebastián tocar el piano. La canción que toca
Sebastián produce una ilusión en Mia, en la que ésta crea una ilusión sobre lo que pudo
haber sido su vida a lado de Sebastián, teniendo como consecuente, que ninguno de los dos
personajes cumplieran sus sueños,
“Iser afirma que el lenguaje nunca indica explícitamente el sentido; solo puede
hacerse sentir por medio de las deformaciones aparentes y las distorsiones que el texto
formulado revela” (Tornero, Negaciones 45), por lo que conlleva una causa y remedio,
puesto que para Iser, la comunicación es innecesaria cuando la ficción revela algo que no
está ahí, es decir, la ficción termina por ser la comunicación misma de lo que se está
presentando. Tal como se muestra en las escenas con espacios vacíos, escenas en los que el
receptor recrea a través de una secuencia de imágenes los espacios vacíos de lenguaje.
Tanto en la literatura como el cine, traen al receptor solo lo que puede ser revelado
como negatividad, puesto que no hace más que marcar la relación con la que disputa,
creando así un acoplamiento entre el receptor y la obra, es decir, el receptor debe
transcender del mundo que se le presenta para ser capaz de observarlo desde afuera.
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obra, y por último, el receptor. Aunque a lo largo de toda la película, el receptor es quien va
construyendo la historia de los personajes por medio de los espacios vacíos que se han
dejado, pero que también la historia tenga coherencia por sí misma y para el receptor.
Los espacios vacíos terminan por ser un recurso literario y cinematográfico en el que el
autor-director de la obra crean en el lector-receptor, provocando en la mente del receptor
las ideas que no han sido llenadas por la obra y que necesitan ser llenadas por él mismo, lo
cual crea que el receptor perciba con mayor precisión lo que se le está mostrando en la
historia, como los lugares en los que se desarrolla la historia de los personajes, y los
cambios que ocurren y aceleran el tiempo de la vida de los personajes, pues esto no solo
ocurre porque sí o por casualidad, sino que son dejados a la interpretación del receptor, y
que éste pueda sentirse parte de la historia
Figura 1. Figura 3.
Figura 4.
Figura 2.
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Figura 5.
Figura 9.
Figura 6.
Figura 10.
Figura 12.
Figura 8.
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Figura 13.
Figura 16.
Figura 14.
Figura 17.
Figura 15.
Bibliografía
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Marzán Trujillo, Carlos. “El significado de la poesía en la hermenéutica filosófica”.
Laguna, Revista de Filosofía, núm. 11. pp. 137-152. 2002. PDF. Disponible en:
http://publica.webs.ull.es/upload/REV%20LAGUNA/11%20-
%202002/08%20(Carlos%20Marz%C3%A1n%20Trujillo).pdf
---. Tercera conferencia. “La Estética de la Recepción (II). La estructura apelativa del texto.
Ideas fundamentales de la Estética de la recepción”. pp 49-62. PDF
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