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¿CÓMO PREVENIR LA VIOLENCIA DE GÉNERO?

La clave de la prevención de la violencia de género, se encuentra en una socialización y una educación basada


en la igualdad con tal de desempeñar una labor de prevención. La socialización es el proceso en el cual
asumimos las reglas y normas de comportamiento según la familia, la escuela, los amigos, etc. Somos
educados de forma diferente y por este motivo nos comportamos de forma diferente.
Por ello la prevención debe de comenzar en las primeras etapas de la vida, mediante la educación de los
niños y niñas en un ambiente de respeto e igualdad, y que trabaje de una forma inclusiva, de manera que
tiene en cuenta a cada uno de los sujetos sin discriminar ni marginar a nadie por razones de cultura, lengua,
sexo o discapacidades.
Además, debemos de plantearnos una relación basada en la comunicación, con tal de que se dé
la interacción entre los sujetos de forma igualitaria. Así, entraremos en el proceso de colaboración social
incluyendo la integración social y el desarrollo de la identidad y la personalidad.
Las causas de la violencia contra las mujeres se encuentran en la discriminación de género, las normas
sociales y los estereotipos de género que la perpetúan. Dados los efectos devastadores que la violencia
tiene en las mujeres, los esfuerzos se han concentrado principalmente en las respuestas y servicios para las
sobrevivientes. Sin embargo, la mejor manera de contrarrestar la violencia de género es prevenirla tratando
sus orígenes y causas estructurales.
Los jóvenes son un sector de la población en el cual la violencia de género está presente, por lo que resulta
importante enfocarse en la prevención como:
 Reforzar la autoestima, Tanto de hombres como mujeres para que más adelante no se sientan
menos ante nadie.
 Fomentar e inculcar la educación de las relaciones de respeto ya que debemos de respetar
nuestras diferencias en lo cultural, lingüístico, razas, “etc”.
 Inculcar la igualdad de género, en edades tempranas, ya que es mejor inculcar la igualdad,
reforzar su autoestima desde pequeños y así poder formarlos y guiarlos por el buen
camino.
 Enseñar a identificar las señales de las relaciones abusivas, esto nos servirá para darnos cuenta si
es que somos víctimas de violencia de género recordando que la violencia no solo es un golpe,
también gritos e insultos.
 Enseñar que las relaciones de pareja deben basarse en el respeto mutuo y no permitiendo abusos
de parte de uno de ellos.
 No es aceptable la agresión de ningún tipo ya que hay varios tipos de agresiones y violencia de
parte de ambos géneros.

Una intervención en jóvenes es prioritaria, ya que la evidencia demuestra que, una vez aprendidos y
establecidos un tipo de comportamientos disfuncionales a edades tempranas, hace que en el futuro
permanezcan, o incluso se agraven estas agresiones. Lo que puede llegar a establecer relaciones de pareja
disfuncionales y poco saludables durante la vida adulta.
Podemos ver que la violencia en las relaciones afectivas o íntimas se presenta una incidencia dos a tres
veces superior en los jóvenes a la registrada en adultos. Además, la propensión a analizar solo la violencia
como agresiones físicas no teniendo en cuenta otras violencias, como las psicoemocionales, dificultan su
detección y denuncia.
A la hora de conceptuar y organizar las intervenciones preventivas, es necesario distinguir tres niveles de
actuación en función de la etapa en que se encuentra el fenómeno que se quiere evitar y la población a la que
se dirige:

 La prevención primaria (actuaciones implementadas antes de que se pueda identificar cualquier


proceso prodromal).
 La prevención secundaria (intervenciones llevadas a cabo después de que se han identificado la
presencia de marcadores de riesgo en la población).
 La prevención terciaria (intervenciones dirigidas a detener la propagación y evaluación del problema y
sus consecuencias).
En el caso de la prevención de la violencia de género en parejas jóvenes, sabemos que aparecen
generalmente durante la adolescencia, momento en el que comienzan a adquirir mayor relevancia las
interacciones con el otro sexo y cuando se establecen las primeras relaciones de noviazgo. Por lo tanto,
las intervenciones preventivas deberían realizarse, tanto para hombres como para mujeres,
preferiblemente durante la adolescencia temprana (alrededor de los 13-14 años).
Una herramienta para destacar es el Programa PREVIO (Programa de Prevención de la Violencia en las
Relaciones de Noviazgo de Jóvenes y Adolescentes). Y está dirigido a jóvenes de ambos sexos con
edades comprendidas entre los 14 y 16 años. Y pretende:

 Incrementar los conocimientos de los jóvenes sobre la violencia en las relaciones interpersonales
y de pareja.
 Evitar el desarrollo de comportamientos agresivos en sus relaciones o reducir su
presencia en aquellos jóvenes que ya han comenzado a desarrollarlos.
 Dotar a los jóvenes de recursos, habilidades y competencias que les ayuden a la
construcción de relaciones respetuosas e igualitarias.
La prevención de la violencia de género nace de la necesidad de erradicar con
la violencia de género, un problema social a nivel mundial, y busca las medidas más
adecuadas para prevenir y adelantarse a cualquier situación que implica violencia de
género, ya sea violencia psíquica, física o sexual.

Para poder evitar la violencia de género es necesario fomentar e inculcar la educación de las relaciones
de respeto, así como la igualdad de género, en edades tempranas.  El trabajo con jóvenes es la mejor
opción para conseguir un progreso rápido y sostenido en lo que respecta a la prevención y erradicación
de la violencia de género. Sin embargo, las políticas públicas no inciden de manera notable en esta etapa
de la vida, donde debería de ser una acción crucial para fomentar los distintos valores en la igualdad de
género con los más pequeños.
Por ello, una de las principales formas de prevenir la violencia de género es la EDUCACIÓN. Son
muchas las entidades que elaboran programas relacionados con la prevención de violencia de género
en la que tratan de implicar a la sociedad juvenil para que realicen mayores esfuerzos en poner fin a la
violencia de género contra mujeres y niñas.
Por lo tanto, es necesario fomentar la empatía y el desarrollo de una autoestima equilibrada para evitar
la aparición de estereotipos de género desde la escuela, es decir, hay que fomentar ‘ser persona’ y no
ser mujer u hombre.
Otra forma de prevenir la violencia de género puede ser llevando a cabo programas regionales
trabajando con hombres y niños con la intención de prevenir la violencia de género. El objetivo
fundamental de fomentar la cultura de Igualdad de género es reducir la prevalencia de la violencia de
género a largo plaza a través de cambios de mentalidad entre niños y hombres potenciando
considerables las capacidades institucionales, así como mejorar las políticas a nivel regional y
nacional.
Además, cabe añadir que la ONU a nivel nacional apoya una gran diversidad de actividades de
prevención como puede ser investigaciones para lograr información sobre actitudes y percepciones de
la conducta del hombre en distintas formas de manifestar la violencia.

Todo ello se lleva a cabo mediante el estímulo de la incidencia, concienciación, movilización


comunitaria y programas educativos, así como reformas jurídicas y de políticas.
En síntesis, se trata de que la Sociedad tome conciencia de la importancia que supone la
violencia de género en todos los países e incentivar la premisa de igualdad desde edades
tempranas.
La intervención psicosocial desarrolla maneras de entender y actuar sobre algunas problemáticas sociales,
que se enmarcan en un conjunto de definiciones donde están involucrados instituciones y agentes
sociales, conocimientos y formas de acción que afectan directamente las trayectorias de los sujetos que
considera como centro de su actuación (Galaz and Montenegro, 2015 citado en Galaz & Guarderas, 2016).
Al respecto a ello A. Sánchez and Morales (2002) plantean que la intervención psicosocial es una de las
fórmulas más recientes y eficaces diseñadas para que la acción psicológica pueda enraizarse socialmente.
Uno de sus rasgos definitorios es el intento de integrar al psicólogo en el contexto en el que va a
desarrollar su trabajo. El supuesto de partida es que dicho trabajo será más eficaz si hay un compromiso
del profesional, lo que exige, a su vez, que este no sea ajeno al contexto. La Psicología Social, vista como
una ciencia que busca la comprensión científica de los fenómenos humanos, la investigación/intervención
con comunidades, siguiendo los criterios de J. Álvarez and Juárez (2013), plantea una serie de exigencias
metodológicas que van más allá de las dificultades propias de cualquier trabajo en entornos naturales o de
laboratorio. Para el científico abocado a la intervención comunitaria, el conocimiento y empleo de una
adecuada metodología y técnicas de investigación es el instrumento de análisis y reflexión que le permite
identificar lo que está en juego en su práctica, y a través de ambas: la reflexión y la práctica, desarrollar
una ética y eficaz intervención. Así, en el diseño de una investigación psicosocial, el científico a cargo debe
poseer una fundamentada y continua asesoría metodológica que le guíe tanto en su jornada de
investigación como en su práctica comunitaria (Singelis, 1994). De modo que la intervención en
comunidades debe concebirse como un proceso continuo de intervención/evaluación, donde cada fase se
convierte en una intervención en sí misma, destinada a alcanzar cada uno de los objetivos intermedios que
preceden a la consecución del objetivo global que anima la elaboración de los proyectos. En términos
generales, a criterio de Velásquez (2014) una intervención psicosocial demanda el desarrollo de un
conjunto de acciones que están encaminadas a atenuar o a desaparecer los riesgos y procesos sociales
problemáticos para un individuo y su grupo social, a través de programas que buscan mejorar la calidad de
vida y el bienestar, tanto individual como colectivo.
Esta debe enfatizar su proceder en la aplicación de procesos participativos que, mediante la reflexión,
amplíen niveles de concientización y generen nuevas praxis organizativas, que faciliten la viabilidad de
las acciones, potencien los derechos y deberes de la población y la construcción de articulaciones
sociales que faciliten procesos de transformación social. Desde donde el rol del profesional de la
intervención psicosocial en el campo comunitario está orientado a diseñar, ejecutar, y evaluar programas
que favorezcan cambios de actitud en la sociedad con respecto a los factores que dificultan su
integración y desarrollo, en gran medida mediante el incremento de la sensibilización, concienciación y
tolerancia social. Para realizar una intervención psicosocial, primero se debe reconocer el hombre como
ser social, que crea y recrea la sociedad a la cual pertenece, la cual lo regula a través de sus diferentes
normas. Al analizar la problemática social de la violencia de género, Bonino Méndez (2000) refiere que
las relaciones sociales suponen dominación, y esta puede sostenerse por medio de la coerción y el
castigo (violencia visible) o comportamientos de subordinación entramados en la cotidianidad de los
sujetos como formas “naturales” de organización de la vida diaria, según los cuales sus propios
protagonistas no tienen conciencia o, si la tienen, le otorgan consenso precisamente porque son
“naturales” ( violencia invisible). La violencia invisible está implícita en los roles adscriptos asignados a la
mujer en razón de concepciones “naturalistas” y “esencialistas” de su condición de género,
desconociendo así el carácter de construcción cultural que este reviste. Agrega que el proceso de
invisibilización se da en los individuos desde la familia, porque es en esta donde se inicia la socialización
del género, donde se les enseña la diferencia entre el ser hombre y mujer, además se da legitimidad al
dominio de los hombres sobre la mujer; es por eso que la invisibilización de la violencia de género está
estrechamente relacionada con la normalización de la violencia de género, ya que en la familia se
normalizan conductas dominantes de los hombres hacia las mujeres lo que causa que la violencia pase
invisible ante los ojos de la sociedad por ser un hecho natural. Explica, además, que la socialización de
los géneros es un proceso mediante el cual las personas aprenden a comportarse de determinadas
maneras, acordes con las creencias, valores, actitudes y ejemplos de las sociedades en que viven. La
dinámica de la sociedad sigue favoreciendo la violencia de género, y las actitudes comunitarias
tradicionales y contemporáneas que protegen a los agresores son un aspecto clave al respecto, citado en
Condega, Martínez, Vivas, and Obregón (2017). En esta lógica se incluye la perspectiva de Proveyer
(2014a) para quien comprender que la violencia que se ejerce contra las mujeres es un problema social
del que no podemos desentendernos, constituye una necesidad insoslayable, y su prevención y atención
deben convertirse en objetivo básico del quehacer de todas las instituciones y actores sociales
implicados. Desmontar los valores de la cultura patriarcal y cambiar las prácticas sociales que los
caracterizan, es un proceso que requiere sabiduría y voluntad de cambios. En relación con ello, Suárez
(2017) plantea cómo hace más de dos décadas ya se evidenciaba la preocupación desde el ámbito
internacional por el fenómeno de la violencia de género; de ahí que las Naciones Unidas declararon en
1991, que la violencia sobre la mujer era producto de la organización social, estructurada sobre la base
de la desigualdad, y años más tarde la Organización Mundial de la Salud, en 2003, reconoce que la
violencia es una violencia histórica y social que está influenciada por la cultura, mediada por valores y
normas sociales. En este sentido, Garzón (2015) expone que el tema de la violencia de género es uno de
los más analizados en la actualidad, debido a su gran reconocimiento como problema social, su
visibilización reciente y por su fuerte componente de desigualdad basada en una construcción de géneros
que responde a una estructura social patriarcal. Aunque ha habido un acercamiento de la investigación
psicológica a este asunto mediante el intento de describir la violencia y qué proceso sigue, como por
ejemplo Walker (1979, 2006) con su explicación del ciclo de la violencia y del síndrome de la mujer
maltratada, la principal preocupación de la psicología ha sido la búsqueda de intervenciones adecuadas
con las mujeres maltratadas o con los maltratadores. A su vez, es importante agregar que, en este tema,
la psicología ha tenido un fuerte acercamiento a la política, a través de la promoción de programas de
prevención desde las políticas públicas y el ámbito jurídico. También se ha buscado diagnosticar las
repercusiones que el maltrato produce en la mujer.

Casos:
#1 .-
Laura y Juan son hermanos, sus padres difícilmente se mantienen en casa, Alfredo el padre
trabaja de las 6:00 am hasta las 8:00 pm al igual que su madre María, familia nuclear formada
por 4 personas. Laura y Juan en casa siempre esperando a sus padres, Sin embargo, cuando
llegan sus padres constantemente riñen en presencia de Laura y Juan. Alfredo el padre siempre
le reclama a María sobre las cosas que debería cumplir cuando no mantienen en casa, Por lo
general Alfredo golpea a la madre en presencia de ellos, los niños se tapan los oídos, evitando
escuchar más las constantes reclamaciones de sus padres. En la escuela el niño Juan mantiene
en riña con los demás compañeritos, mientras que Catalina se mantiene retraída y con bajo
rendimiento académico

#2 .-
En Afganistan, los talibanes aprovecharon la salida de las tropas Estadounidenses concretando
así la toma del poder generando miedo mayormente en las mujeres, ya que les van a prohibir de
muchas cosas como:
 Prohibición total de cualquier tipo de actividad fuera de casa, a menos que este
acompañada con un pariente masculino. Los brutales castigos como el ahorcamiento, las
imputaciones, la lapidación, y los latigazos, fueron sanciones comunes durante el
gobierno de los talibanes.
 Prohibición para cerrar tratos con comerciantes masculinos.
 Prohibición de usos de cosméticos
 No pueden hablar o estrecharle la mano a los varones que no sean maham.
 Está prohibido reir en voz alta, debido a que ningún extraño debía de oír la voz de una
mujer.
 Prohibición de pintarse las uñas, como castigo será cortarle el dedo.
 No tienen acceso a los baños públicos.
Así como estos hay muchos más los maltratos y limitaciones para las mujeres en este país que
no quiere someterse a estas normas.

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