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El llamado a ver
La Iglesia, en su relación con el mundo, no puede permanecer ajena a las problemáticas que
acontecen en la realidad; vimos cómo, mediante la encarnación de la Iglesia en las culturas (por
medio del Pueblo de Dios y de su acción en los pueblos), está llamada a transformarlo, a construir el
Reino de Dios. Esta es la vocación de los cristianos…, de la Iglesia toda.
Esa construcción del Reino de Dios no es fácil. Podríamos afirmar que, al igual que el cultivo de las
virtudes que nos llevan a la plenitud humana a la que nos invita Dios, la acción que ejercemos en el
mundo para conseguir un cambio social (cultural, económico, político y ecológico) se presenta como
un bien arduo de alcanzar. Sin embargo, esa es la invitación que nos hace Jesús en el Evangelio: la
liberación del ser humano de sus ataduras, de la injusticia, la enfermedad, el pecado, el hambre y la
muerte. Y dentro de ese llamado, lo primero que nos invita a hacer la Doctrina Social es ver la
realidad.
El llamado a juzgar
No debemos entender el juicio sobre la realidad como una condena, aunque tenga su parte profética.
Sin lugar a dudas, la Iglesia y el Pueblo de Dios debe gritar ante las desigualdades e injusticias. Pero
más importante será (como veremos más adelante) proclamar las Buenas Nuevas del Reino que son
también los principios de la Doctrina Social, a saber: la solidaridad, la subsidiaridad, el bien común,
la justicia, los derechos humanos, etc.
Por eso, es importante tener en cuenta que el método de la Doctrina Social de la Iglesia comienza
por el ver la situación social, económica y política de la realidad, pero esa visión debe conducir a un
juicio razonado desde la fe, para ver la forma de acción. Un trabajador social, por ejemplo, ve una
situación problemática y actúa con el poder que deriva del Estado o de instituciones que trabajan por
el bien común, respaldadas por el mismo. Nosotros, como miembros del Pueblo de Dios, tenemos
que tener una visión de la realidad que no desdeña las posibilidades de mejorar las desigualdades
desde el Estado o las instituciones (¡para eso están!), pero debemos sobre todo tener una actuación
impulsada desde la Buena Noticia.
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Clase 5
Didáctica del diálogo de la Iglesia en el mundo
Pbro. Lic. Hernán Antonio Acosta
El llamado a actuar
Cuando la Iglesia juzga una situación, eleva la voz en el mundo como los profetas lo hicieron antaño.
Ahora bien, como dijimos anteriormente, su visión, juicio y actuación deberán pasar por el Evangelio.
Eso es lo característico de quién construye el Reino de Dios: lo que se hace, más allá de que se busque
el bien, se construye desde la Buena Noticia que Jesús trajo al mundo y continúa actuando. En este
sentido, los valores evangélicos serán los móviles de actuación para cambiar la realidad. En definitiva,
lo que hacemos es el consejo/mandato de nuestra Madre: “Hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2,5).
En nuestra historia, sobre todo a partir del desarrollo capitalista, vemos diversas reacciones ante las
desigualdades en el mundo. La Iglesia, con el surgimiento de la Doctrina Social de la Iglesia, ha
sumado su voz en ese coro, y podemos afirmar que ha sido una voz particular y única, diferente a las
demás.
Particularmente, el anarquismo y el comunismo han elevado voces contradictorias, poniendo las
esperanzas del cambio en la libertad absoluta del individuo ante la sociedad y la lucha de clases. El
capitalismo, por su parte, ha tenido la esquizofrenia de bogar por las libertades humanas y el
desarrollo de la persona humana sumiéndola en una explotación desigual cada vez mayor.
La Iglesia, por el contrario, apuntó a los cambios de estructuras de pecado, es decir, de las
desigualdades e injusticias que sufren los más pobres, pero sobre todo ha remarcado la necesidad de
transformar el corazón del hombre. Y allí actúa la gracia/amor de Dios, el único que puede llevar a
cabo tan difícil tarea. Asimismo, veremos que ese cambio en el interior del hombre se expresará
también en una unidad social más grande, que es la familia. Como venimos diciendo, el papel del
laico en esta tarea es superlativo: es el fermento en la masa del mundo que transforma las estructuras
desde dentro, lentamente, pero con eficacia.
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Clase 5
Didáctica del diálogo de la Iglesia en el mundo
Pbro. Lic. Hernán Antonio Acosta
Los invito a completar esta primera parte de la Unidad 2 con la introducción del libro de José M. de
Torre. Asimismo, dejo aquí abajo el cuestionario guía con las preguntas que podrían llegar a ser tema
de final, intentando darles una herramienta de estudio.
¡Buen estudio!