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Origen y naturaleza de la Iglesia 1. Consideraciones metodolégicas preliminares Los problemas sobre los que acostumbramos a hablar hoy a propésito de la Iglesia son en su mayoria de ca- racter practico: cual es la responsabilidad del obispo; cual es el significado de las Iglesias particulares en la Iglesia de Jesucristo en su totalidad; por qué el papado; de qué modo obispos y papa, Iglesia particular e Iglesia universal deben colaborar entre sf; cual es la posicién del laico en la Iglesia!. Pero, para poder dar una res- puesta apropiada a estos problemas practicos, debemos anteponer el interrogante fundamental: (Qué es la Iglesia? (Para qué existe? (De dénde viene? {La quiso efectivamente Cristo? Y, si la quiso, icémo es la Iglesia que él pens6? Sdlo respondiendo de modo pertinente a estas preguntas fundamentales tendremos la posibilidad de encontrar una respuesta adecuada a cada uno de los problemas practicos. cciones, ha bieron los ‘La i i ee La eleccién de estos problemas, que podfa ampliarse en mas direc estado condicionada por la temética asignada al curso para el que se € tres primeros capftulos. 2 Joseph Ratzinge, Mas, precisamente el problema de 7 telaci6n entre sey la Iglesias Y sobre todo el problema de la forma Jessy Pe a Iglesia en el Nuevo Testamento, ests ra cubierto por la marafia de las hipstesis aparece practicamente excluida la espe. ‘a de poder conseguir de algtin modo una respuesta adecuada, existiendo el peligro de escoger las soluciones que parecen més simpaticas 9 de eludir el problema para pasar en seguida a las cuestiones practicas. Pero una pastoral semejante estara basada en el es- cepticismo; con ello no intentarfamos tampoco seguir la voluntad del Sefior, sino que correrfamos a ciegas detrds de lo que parece alcanzable; nos convertirfamos en cie- gos que guian a otros ciegos (cf Mt 15,14). Es posible encontrar un camino a través de la selva de las hipotesis exegéticas, a condicién de que no nos conformemos con penetrar en ella por un punto cual- quiera armados de machete. En ese caso nos verfamos envueltos en una lucha ininterrumpida con las diferen- tes teorfas y terminarfamos quedando prisioneros de sus contradicciones. Lo que procede ante todo es echar una especie de mirada general desde arriba; si la mirada abarca un 4rea més vasta, es posible distinguir también las diversas direcciones. Hay que seguir, por tanto, el a por la exégesis en el espacio mis 0 = 0 ntonces se distinguen los grandes de los cuales discurten. Por asf decir, los valles a través discernir los caminos viabl * de los se Se aprende Al intentar trazar ost on is sendleros conrad a panordmica podemos dis- originaria de tal mane exegéticas que ranz La Iglesia 5 raciones de exegetas y, por tanto, tres grandes gitos en la historia exegética de nuestro siglo. En sus comienzos tenemos la exégesis liberal, que, de acuerdo con la vision liberal del mundo, ve en Jesds al gran individualista, que libra a la religién de las insti- tuciones cultuales, reduciéndola a pura ética, la cual, a su vez, se funda enteramente en la responsabilidad de la conciencia individual. Un Jestis de este tipo, que rechaza el culto, trasforma la religion en moral y expli- ca esta Ultima como asunto privado del individuo, no puede naturalmente ser el fundador de ninguna Iglesia. Como adversario de todas las instituciones, no seré él quien cree una. La primera guerra mundial provocé el hundimiento del mundo liberal, y con ello también el alejamiento de su individualismo y de su moral subjetiva. Las grandes corporaciones politicas que se habfan apoyado entera- mente en la ciencia y en la técnica como portadoras del progreso de la humanidad habfan fracasado como autoridad moral del ordenamiento social. Se suscité asi una fuerte exigencia de comunidad en la esfera de lo sagrado. Hubo un redescubrimiento de la Iglesia también en el mismo 4mbito protestante. En la teologia escandinava se desarrollé una exégesis cultual que, en estricta oposicién al pensamiento liberal, no vefa ya a Jestis como critico del culto, sino que entendfa el culto como espacio vital interior de la Biblia, tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento, e intentaba interpretar también el pensamiento y la voluntad de Jestis a partir de la gran corriente de la liturgia viva. Andlogas ten- tinguir tres gene 14 Joseph Ratzinge dencias se manifestaron en el area de lengua inl Pero también en el protestantismo alemén haba « 8 Ca un nuevo significado de Iglesia; se dio cuenta dg Mesfas no es concebible sin su pueblo?, Con e favorable a los sacramentos se le reconocié a cena de Jestis un significado fundante Tespecto a la g munidad y se formulé la tesis de que, a través de la cen, misma, Jestis habfa dado vida a una nueva comunidad, de modo que la cena constitufa el origen de la Iglesia y su criterio permanente’. Los tedlogos rusos exiliados en Francia desarrollaron, basdndose en la tradicién Orto- doxa, este mismo concepto en una eclesiologia eucaris- tica, que después del Vaticano II ha ejercido una gran influencia en el mundo catdlico*. Después de la segunda guerra mundial, la humanidad se dividié cada vez més rietamente en dos campos: por una parte, el mundo de los pueblos ricos, inspirado de nuevo ampliamente en el modelo liberal, y por otra el bloque marxista, que se erigié en portavoz de los pueblos pobres de Sudamérica, de Africa y de Asia, y a la vez en modelo de su futuro. Con esto se perfilé también una doble divisién en las tendencias teolégicas. En el mundo a 7 * Al final de este movimiento, F M. Braun resumfa sus Iineas esenciales en st toro, que merece leerse, Nuovi aspetti del problema della Chiesa, Morcelliana, Bres!# 1943 (edici6n original francesa de 1942), ! dad noe eee este Pensamiento fue desarrollado por primera vez con absolut® claridad por B Karrenpusc, Der Quellort der Kirchenidee mn la Harnack-Festgabe 1921, 143-172, , “CEP. Evpoximov, Lorthodoxi ia, Edicions 62 : h ie, Parfs 1959 (trad. esp.: Ortodoxia, Edicions °: Nenataal NGAPANASEEY crac, La prinauté de Poe dans [se oti Vala es i 60. Del lado catdlico: O, SAteR, «Communios in der Lehre des Zwei? pee Koes, Munich 1973; J. M. R. TiLLARD, Eglise d’Eglises. Lecclésiologie » Paris 198 . lesia de Iglesias, Sigueme, Salamanca 1991’)- —_ a La Iglesia 15 neoliberal de Occidente se afirmé en formas nuevas una variante de la antigua teologfa liberal: la interpretacién a del mensaje de Jestis. Es verdad que no se a Jestis como un puro moralista, pero su figura sigue siendo la de un antagonista del culto y de las instituciones histdricas del Antiguo Testamento. Se volvia asf al viejo esquema que reduce el Antiguo Testamento a sacerdote y profeta, a culto, instituciones y derecho por una parte, y profecia, carisma y libertad creadora por otra. En esta 6ptica, sacerdote, culto, ins- titucién y derecho aparecen como algo negativo, que es preciso superar, mientras que Jestis se colocarfa en la linea de los profetas, a la que pone término, frente al sa- cerdocio visto como responsable de la muerte de Jestis y de los profetas. Con ello se desarrolla una nueva varian- te del individualismo liberal: Jestis proclama el fin de las instituciones. Su mensaje escatolégico pudo concebirse en el condicionamiento histérico como anuncio del fin del mundo; sin embargo es asimilado como ruptura y paso de lo institucional a lo carismatico, como fin de las religiones 0, en todo caso, como fe «no mundana» que crea y renueva de continuo sus propias formas. Una vez més no se puede hablar de fundacién de la Iglesia, pues contrastarfa con la radicalidad escatoldgica’. Pero este nuevo tipo de impostacién liberal podia muy facilmente trasformarse en una interpretacion bi- blica de orientacién marxista. La contraposicion entre escatoldgic: concibid ya et 5 : ca elorigen de esta interpretacién de miltiples variantes estuvo la obra de R. cans cf, por ejemplo, su Theologie des Neuen Testaments Tubinga 1958 (trad. -: Teologéa del Nuevo Testamento, Sigueme, Salamanca 1997). 16 JOsebh Ratzingg, sacerdotes y profetas se convierte a anticipaci6n de la lucha de clases como ley de la historia. Por consigui Jestis murié en la lucha contra las fuerzas de la Opresién, Se convirtié asf en el simbolo del proletariado que sufte y lucha, del «pueblo», como hoy se prefiere decip EI cardcter escatolégico del mensaje se refiere entonces al fin de la sociedad de clases; en la dialéctica Profe. ta-sacerdote se expresa la dialéctica de la historia, que Gltimamente se cierra con la victoria de los Optimidos y con el advenimiento de la sociedad sin clases. En seme. jante perspectiva resulta muy facil integrar el hecho de que Jestis hablé muy poco de Iglesia, y muy a menudo del reino de Dios; por eso el «reino» es la sociedad sin clases y se convierte en la meta a la que tiende la lucha del pueblo oprimido; meta que se considera alcanzada donde el proletariado, o su partido, el socialismo, consi- gue la victoria. La eclesiologia tecobra, pues, significado en el sentido del modelo dialéctico, constituido por la escisin de la Biblia en sacerdotes y profetas, a la que corresponde una distincién entre institucién y pueblo. Conforme a este modelo dialéctico, se opone a la Iglesia institucional, 0 sea, a la «lglesia oficial», la «Iglesia del pueblo», que nace de continuo del pueblo y desarrolla asi las intenciones de Jestis, a saber, su lucha contra la instituci6n y contra su fuerza opresora para lograr una Sociedad nueva y libre, que ser4 «el reino». aturalmente, he €xpuesto aqui una presentacid? eet be wes pune peras monio bibl; eel exegética més reciente del testi © sobre Jestis y sobre su Iglesia. En detalle, eNte, La Iglesia 7 Jas variantes son muy numcrosas; pero ahora puede verse el movimiento en sus Ifneas generales, (Qué nos muestra esta panordmica de las hipétesis exegéticas de un siglo? Sobre todo pone de manifiesto el hecho de que los grandes modelos interpretativos provienen de la orientaci6n de pensamiento de las respectivas épocas. Por consiguiente, nos acercaremos a la verdad despo- jando a cada una de las teorfas de su talante ideolégico contempordneo. Tal es, por asf decir, el criterio her- menéutico que nos ofrece la toma aérea del panorama exegético. Esto significa, al mismo tiempo, que adqui- rimos una nueva confianza en la continuidad interior de la memoria de la Iglesia. En su vida sacramental, lo mismo que en su anuncio de la palabra, constituye un sujeto determinado, cuya memoria mantiene pre- sente la ensefianza y la accién de Jests aparentemente pertenecientes al pasado. Ello no significa que la Iglesia no tenga nada que aprender de las corrientes teoldgicas desarrolladas histéricamente. Cada nueva situacién de la humanidad revela aspectos nuevos del espiritu humano y abre nuevos acercamientos a lo real. Por eso la Iglesia, en el contacto con las experiencias hist6ricas de la humanidad, puede encontrar un gufa que la lleve a penetrar m4s profundamente cada vez en la verdad y a reconocer en ella nuevas dimensiones que sin tales experiencias no hubiera sido posible comprender. Pero el escepticismo es siempre oportuno donde despuntan Nuevas interpretaciones que atacan la identidad de la memoria eclesial, la sustituyen con otro pensamiento y quieren asf destruirla en cuanto memoria. Hemos ad- 18 2h Rating, quirido asf un segundo criterio de distincién, Sj ANtes decfamos que hay que eliminar de cada una de las di. versas interpretaciones lo que proviene de la ideologg, moderna, ahora podemos afirmar, por el contrario, que la conciliacién con la memoria fundamental de |g Iglesia es el criterio para establecer lo que, desde un Punto de vista histérico, hay que considerar fiel respecto a Io que proviene no de la palabra de la Biblia, sino del pensa. miento personal propio. Ambos criterios: el negatiyo de la ideologia y el positivo de la memoria fundamental de la Iglesia, se integran y pueden ayudarse a permanecer lo més cerca posible de la palabra bfblica, sin descuidar la contribucién de las disputas contempordneas a nues- tro conocimiento. 2. El testimonio neotestamentario sobre el origen y la naturaleza de la Iglesia 2.1. Jestis y la Iglesia Partiamos del hecho d que el anuncio de Jestis se refe- tia directamente no a la Iglesia, sino al reino de Dios (° “teino de los cielos»), Lo demuestra una circunstanci@ Puramente estadistica: el teino de Dios aparece en ¢ Nuevo Testamento 122 veces; de ellas, 99 en los eva” 8elios sindpticos, de las que 90 se encuentran en pal bras de Jestis. Ast Podemos comprender la afirmacion e Loisy, que se ha hecho popular con el tiempo: Jes" La Iglesia 19 anuncié el reino y vino la Iglesia’. Pero una lectura his- torica de los textos demuestra que esta contraposicién entre reino ¢ Iglesia no es objetiva. En efecto, segan la concepcidn judfa, lo especifico del reino de Dios con- siste en reunir y purificar a los hombres para este reino. «Precisamente porque consideraba préximo el fin, Jess debia querer congregar al pueblo de Dios del tiempo de la salvacién»’. En la profecia posexilica, la llegada del reino est precedida por el profeta Elfas 0 por el «éngel» que ha permanecido anénimo, el cual prepara al pueblo para ese reino. Juan Bautista, precisamente por ser el anunciador del Mesfas, retine a la comunidad del fin de los tiempos y la purifica. Asf también la comunidad de Qumrén, en virtud precisamente de su fe escatolégica, se habfa reunido como comunidad de la nueva alian- za. Por eso J. Jeremias concluye con esta formulacién: «Hay que asentar esto enérgicamente: toda la obra de Jess mira tinicamente a reunir al pueblo escatolégico de Dios»®. De este pueblo habla Jestis con muchas imgenes, particularmente en las pardbolas del crecimiento, en las cuales el «pronto» de la escatologfa préxima, ca- Esta tesis fue recogida e interpretada en un primer tiempo en sentido catélico, e i 29, por E, Peterson en su célebre tratado Die Kirche (reimpreso en Theol. Trakta- te Munich 1951, 409-429). Yo mismo, en realidad, he contrbuido a su difusién al mi a tly mis lecciones y recogerla, en la reinterpretaci6n de Peterson y Schlier, en Tariculo Iglesia en el Lexikon fir Theologi und Kirche. Por desgraci, en la divulga- insostenible ator las reinterpretaciones, y a la frase citada se le atribuyé un sentido Fpoustible ni siguiera a partic de Lois; ast, por ejemplo, en L. Bort, Ielesia, "Jin de eclesiologéa militante, Sal Terrae, Santander 2002", Bros, REMAS,Teologa del Nuowo TstamentoE: La predicazione di Ges Pade rescia 1972, 197 (trad. esp.: Teologia del Nuevo Testamento: la predicacién de Jest ara Salamanca 20017), carisma ON 20 Joseph Rating, racteristica de Juan Bautista y de Qumran, desembo, en el ahora de la cristologia. Jestis mismo es la g “ Dios, su venida, su dominio. «Reino de Dios» en de Jestis no significa alguna cosa o algdin lugar, sino g| obrar actual de Dios. Por eso no es erréneo traducir | afirmacién programatica de Mc 1,15 «El reino de Ding ha Ilegado» por: Dios ha llegado. Por aqui se ve una ver més la conexién con Jestis, con su persona; é] Mismo es la proximidad de Dios. Donde esta Jestis, allf est al reino. A este respecto, hay que modificar asf la frase de Loisy: Se prometié el reino, y vino Jestis. Sélo de este modo se comprende rectamente la paradoja de promesa y cumplimiento. Pero Jestis no est4 nunca solo. Al contrario; él ha venido a reunir a los que estaban dispersos (cf Jn 11,52; Mt 12,30). Por eso toda su obra se cifta en reunir al nuevo pueblo. Asf pues, tenemos ya dos elementos esenciales para la futura nocién de Iglesia: en el nuevo pueblo de Dios, en el sentido de Jestis, est4 inherente la dinamica por la que todos se hacen una sola cosa, el ir los unos hacia los otros yendo hacia Dios. Ademés, el punto de reunién interior del nuevo pueblo es Cristo; por otra parte, se convierte en un solo pueblo a través de la llamada de Cristo y de la respuesta a la llamada, a la persona de Cristo. Antes de dar un paso més, deseo hacer atin dos pequefias adiciones. Entre las muchas imgenes utilizadas por Jestis para iniciar el nuevo puc blo: rebafio, invitados a las bodas, plantacién, casa de Dios, ciudad de Dios, destaca como imagen preferida la de la familia de Dios. Dios es el padre de familia, Jests a bra de labiog — — La Iglesia 21 el duefio de la casa, por lo cual es muy comprensible que se dirija a los miembros de este pueblo, aunque sean adultos, como a nifios. Estos tiltimos, finalmente, se han comprendido realmente a sf mismos cuando, abandonando su autonomfa, se reconocen delante de Dios como ninos (cf Mc 10,13-16)%. La otra observacién nos introduce ya en el préximo tema: los discfpulos piden a Jess una oracién comin. «Entre los grupos religiosos del ambiente circunstante, un orden propio de oracién constituye en realidad un signo distintivo esencial de la comunidad>”. Por eso la peticién de una oracién expresa la conciencia por parte de los discfpulos de haberse convertido en una nueva comunidad que tiene como cabeza a Jestis. Aqui ellos son como la célula primitiva de la Iglesia y nos muestran al mismo tiempo que la Iglesia es una comunidad uni- ficada esencialmente a partir de la oracin. La oracién con Jestis nos da la apertura comtn a Dios. De aquf se siguen automaticamente otros dos pasos. Ante todo debemos tener en cuenta el hecho de que la comunidad de los discfpulos de Jestis no es un grupo amorfo. En medio de ellos est el nticleo compacto de los doce, a cuyo lado, segtin Lucas (10,1-20), se en- cuentra también el circulo de los setenta o setenta y dos discfpulos. Hay que tener presente que sélo después de la resurreccién reciben los doce el titulo de «apésto- les». Antes son Ilamados simplemente «los doce». Este *Tb, 196s, Tb, 197, » Joseph Ratzinge, mimero, que hace de ellos una comunidad clarament, ; rita eg tan importante que, después de la trai. ae completado de nuevo (He 1,15-26) - cos describe expresamente su veaeson con las palabras: «y Jestis designé a los oo (3,14). Su Primer cometido es formar juntos los doce; a esto se Afiaden luego dos funciones: «para que estuvieran con aly para enviarlos.a predicar» (Ib). Por eso el simbolismo de los doce tiene una importancia decisiva; es el nGmero de los hijos de Jacob, el ntimero de las tribus de Israel. Con la formacién del grupo de los doce, Jestis se presenta como el cabeza de un nuevo Israel; como su origen y fundamento se escogen doce discipulos. No se podia expresar con mayor claridad el nacimiento de un pue- blo, que ahora no se forma ya por descendencia fisica, sino a través del don de «estar con» Jestis, recibido de los doce, que son enviados por él a trasmitirlo. Aqui es ya posible reconocer también el tema de unidad y multiplicidad donde, en la indivisible comunidad de los doce, que sdlo en cuanto tales realizan su simbolismo ~su misi6n-, domina ciertamente el punto de vista del nuevo pueblo en su unidad. El grupo de los setenta o setenta y dos, del que habla Lucas, integra este simbolismo: setenta (setenta y dos) era, segin la tradicion judia (Gén 10; Ex 1,5; Dt 32,8), el némero de los pueblos del mundo!!. El hecho de que a Antiguo Testamento griego, nacido en Alejandria uera atribuido a setenta (0 setenta y dos) traductores "CEK. H. RENosTorr, Das Evangelium nach Lukas, Gotinga 1968", 132s. La Iglesia 2B debfa significar que con aquel texto en lengua griega el libro sagrado de Israel se habfa convertido en la Biblia de todos los pueblos, como luego ocurrié, de hecho, al adoptar los cristianos aquella versién!?. El némero de getenta discfpulos manifiesta la pretensin de Jestis res- pecto a la humanidad entera, que como tal debfa formar el ejército de sus discipulos; quiere indicar que el nuevo Israel abarcaré a todos los pueblos de la tierra. La oracién comtin que los discfpulos recibieron de Jestis nos pone sobre otra pista. Durante su vida terre- na Jestis tomé parte, junto con los doce, en el culto del templo de Israel. El padrenuestro era el comienzo de una comunidad especial de oracién con la partida de Jestis. Ademés, en la noche que precedié a la pasién, Jestis da un paso més en esa direccién trasformando la pascua de Israel en un culto tan nuevo que légicamente debja llevar fuera de la comunidad del templo, fundan- do asf definitivamente un pueblo de la «nueva alianza». Las palabras de la institucién de la eucaristfa, tanto en la versi6n de Marcos como en la paulina, se refieren siempre a la alianza; remiten al Sinaf y a la nueva alian- 2a anunciada por Jeremfas. Los sinépticos y el evangelio de Juan establecen ademas, si bien de modos diversos, el nexo con el acontecimiento pascual, y recuerdan también finalmente las palabras del siervo paciente de Isafas®, Con la pascua y el rito de la alianza sinaitica se nes 14 il seicado de los Setenta ver H. Gese, Vom Sinai zum Zion, Munich Cries Pe (in eps hss deo Ep Ban 19D. " Cf J. Jere ltr pap ae ? . Bi " MIAS, La tiltima cena. Palabras de Jesiis, Cristiandad, Madrid 1980; J. ET, Die Eucharistie en der Zeit der Griechischen Vater II, 1, Die Realpriisenz... nach dem 24 Joseph Rating, aceptan los dos hechos funclantes de Tere 8 través de cuales se convirtid, y sigue haciendo’ “EVO, en los cua El nexo de este trasfondo cultual originario a a asa y vivia Israel con las palabras clave te i tradicién profética, funde pasado, presente y fu- turo en la perspectiva de una nueva alianza. Esta claro el sentido de todo ello: «Como en el pasado el antiguo Israel veneraba en el templo su propio centro y la ga. rantia de su unidad, y en la celebraci6n comunitaria de la pascua realizaba de manera viva esa unidad, asf ahora este nuevo banquete debe ser el vinculo de unidad de un nuevo pueblo de Dios. Ya no hay necesidad de un lugar central constituido por el Gnico templo exterior... El cuerpo de Cristo, que es el centro del banquete del Sefior, es el Ginico nuevo templo que congrega en uni- dad a los cristianos mucho més realmente de cuanto pueda hacerlo un templo de piedras», Al mismo orden de ideas pertenece otra serie de textos de la tradicién evangélica. Tanto Mateo y Mar- cos como «también Juan trasmiten (naturalmente en contextos diversos) la expresién de Jestis, segtin la cual arse elm ede 15,29 y Mt 27,40; Jn 2.19, of Me ie pepe 12,6). Tanto e 1 sbingpelens conn, 115-19 par; Me que el nuevo tet oh smROPtcos como en Juan esté claro emplo, “no hecho por mano de hombres”, J. Ratzwcer, I 4 - nuevo pueblo de De! mete bobola di Dip, Queriniana, Brescia 1971, 87 (trad. esp.:£l "Sedteras para una eclesologia, Herder Barcelona 1939) La Iglesia 25 es el cuerpo glorioso de Jestis mismo...». Esto significa: aJestis anuncia el hundimiento del culto antiguo, y con él del pueblo antiguo y de su ordenamiento salvifico, y promete un nuevo culto mas elevado, en cuyo centro estard su mismo cuerpo glorioso»'5, De ahf se sigue que la institucién de la santfsima eu- caristfa en la noche que precedié a la pasion no puede ser vista como una accién cualquiera ms o menos ais- lada. Es la estipulacién de un pacto y, como tal, la fun- dacién concreta de un pueblo nuevo, que se convierte en tal a través de su relacién con la alianza con Dios. Podrfamos decir: en virtud del acontecimiento eucaris- tico, Jestis encierra a sus discfpulos en su relacién con Dios, y por tanto también en su misién, que tiene como punto de mira a «los muchos», o sea, a la humanidad de todos los lugares y de todos los tiempos. Estos discfpulos se convierten en «pueblo» a través de la comunién con el cuerpo y con la sangre de Jestis, que es al mismo tiem- po comunidn con Dios. La idea veterotestamentaria de la alianza aceptada por Jestis en su predicacién recibe un nuevo centro: la comunién con el cuerpo de Cristo. Podrfamos decir que el pueblo de la nueva alianza se Convierte en pueblo a partir del cuerpo y de la sangre de Cristo, y sdlo a partir de este centro es pueblo. Se lo Puede llamar «pueblo de Dios» porque por la comunién con Cristo se abre la relacién con Dios, que el hombre No estd en condiciones de establecer por si mismo. Anticipando nuestro tema principal: Iglesia particular “Tb, 88. os 26 Jose Ratan ¢ Iglesia universal, podemos decir: la euc cuanto centro y origen permanente de la Iglesia aa a todos los «muchos», que ahora se convierten - “nc blo, con el Gnico Sefior y con su Gnico Cuerpo; de ak, pues, le viene a la Iglesia su unicidad lo mismo que " unidad. Pero la multitud de celebraciones, en las a. se hace presente la tnica eucaristia, muestran tam ° la multiformidad del dnico cuerpo. Con todo, ciertamente, que estas miltiples celebracion den situarse la una junto a la otra como algo auténomo e independiente la una de la otra, sino que son sélo y siempre presencia del nico e idéntico misterio, aristig , bién esta claro, €S NO pue- 2.2. La autodesignacién de la Iglesia como éxkAnota Después de esta breve mirada a los hechos fundantes de la Iglesia por parte de Jestis, hemos de dirigir nuestra atenci6n a la formacién de la Iglesia apostdlica. Para ello quiero seguir dos pistas textuales que, procediendo de la estructura que hemos observado en la accién de Jestis, conducen al centro del testimonio apostdlico: la expresion «pueblo de Dios» y la idea paulina del «cuer- po de Cristo». De suyo, la expresién «pueblo de Dios» designa en el Nuevo Testamento casi exclusivamente al pueblo de Israel, no a la Iglesia. Para esta tiltima se empleé el término ekklesia, que luego paso a todas las lenguas neolatinas, convirtiéndose en la denominacion especifica de la nueva comunidad nacida de la obra de vali 27 esis sPor qué se cligid este término? (Qué se afirma i‘ ae comunidad con semejante expresién? Del rico material que la investigacion mas reciente ha reunido cobre la cuestion deseo tomar una sola observacién. El vocablo griego que subyace en el latino ecclesia se geriva de la raf veterotestamentaria qahal, traducida habitualmente pot la expresion «asamblea de pueblo». Tales «asambleas», en las cuales el pueblo se constitufa dad cultual y, a partir del culto, como entidad como enti juridica y politica, existfan tanto en el mundo griego como en el semita!®, Sin embargo, la qahal veterotestamentaria se dife- rencia de la asamblea plenaria griega, constituida por ciudadanos con derecho de voto, en un doble sentido: en la qahal participaban también las mujeres y los nifios, gue en Grecia no podfan ser sujetos activos de la vida politica. Ello se debe a que en Grecia son los hombres quienes con sus decisiones establecen lo que se debe hacer, mientras que la asamblea de Israel se retine para «escuchar el anuncio de Dios y darle su asentimiento»"”. Esta concepcién tipicamente biblica de la asamblea del pueblo se deriva del hecho de que la reunién del Sinai era vista como modelo y norma de todas las sucesivas reuniones; después del destierro fue repetida solemne- CFL. Rosr, Die Vorstufen von Kirche und Synagoge im Alten Testament Horgeshicliche Untersuchungen, 1938, ey 1968; K. L. SCHMIDT, R Serna KKAnofa,, en Grande Lessico del Nuovo Testamento (GENT) V, 1453-1580; Ecclesolaia del Na Die Kirche im Newen Testament, QD 14, Friburgo 1961; H. ScHUER, lesilogia del Nuovo Testamento, en Mysterium Salus IV/1, 1973, 107-223 (biblio- grafia en pp. 224-229). 907 a Linton, Ekklesia, en Reallexikon fir Antike and Christentum IV, 905-921, Joseph Retzinge 28 ; mo acto de refundaci6n del Publ 6n de la dispersion y el Tetom sclavitud se convirtid cada vez mas en Niicleg de la esclavi Ce anza de Israel un qahal PtOveniente central de la Sites nueva convocaci6n y fundaciéy del mar en por esta convocacién —por ¢| os de la Iglesia pertenece al patrimonio fuert de la oracién del judafsmo tardio™. Destaca, por tanto, el significado del hecho de que la Iglesia naciente escoja precisamente el nombre de Iglesia. De ese modo declara que esta oracién se ha cumplido en nosotros. Cristo, muerto y resucitado, es el Sinaf vivo; quienes se acercan a él forman la asamblea elegida y definitiva del pueblo de Dios (cf Heb 12,18- 24). Se comprende asf por qué no se usé la comin de- finicién de «pueblo de Dios» para designar a la nueva comunidad, sino que se eligid la que indicaba el centro espiritual y escatolégico del concepto de pueblo. Esta nueva comunidad se forma slo en la dindmica de la an originada por Cristo y sostenida por el Espiritu aute ye one de esa dindmica es el Sefior mismo, designacién como veel ia def paar oak continuidad historico-sa a ine al nuevo pueblo en bién, a Partir de aquy th Milica de la alianza, Sa oad el misterio de Cristo nent en la clara novedad “4 Origen comprende ¢ May que decir que «alianza» en we nde esencialmente el concepto de ley fica entonces que la «nueva ley»: mente por Esdras come Pero por la continuact “esto signi La Iglesia 29 el amor, s¢ convierte en el centro decisivo, cuya medida suprema fue establecida por Cristo con su entrega hasta la muerte en la cruz. A partir de aqui podemos comprender la amplitud de significado del término ecclesia en el Nuevo Testa- mento. El indica tanto la asamblea cultual, como la comunidad local, como la Iglesia de un Ambito geogra- fico ms vasto, como, en fin, la Iglesia idéntica y tnica de Jesucristo. Por eso estos significados se integran sin residuos el uno en el otro, ya que todo esta pendiente del centro cristolégico, que se concreta en la asamblea de los creyentes en la mesa del Sefior. El Sefior con su Ginico sacrificio es el que reGne siempre en sf a su tinico pueblo. En todos los lugares se verifica la asamblea del nico pueblo. Esta consideraci6n la subraya Pablo con extrema claridad en la Carta a los gélatas. Remitién- dose a la promesa hecha a Abrahan, observa él con métodos interpretativos tipicamente rabinicos que aquella promesa, en los cuatro puntos en que se Nos comunica, se dirige a una persona singular: «a tu des- cendencia». En consecuencia, Pablo concluye que hay un portador Gnico y no varios titulares de la promesa. Pero, icémo se concilia esto con la yoluntad divina de salvacién universal? A través del bautismo, responde Pablo, hemos sido insertados en Cristo, constituidos en un nico sujeto con él; no ya muchos, uno junto a ee la aveuid solo en Cristo Jestis» (Gal 3,16.26-29). al fundisnne. entificaci6n de Cristo con nosotros, SO s con él nos hace portadores de la promesa; 1 ate : fa meta ciltima de la asamblea es la de la completa uni- Joseph R ating 30 «uno» con el Hijo, que permite a la ye, ad viva de Dios mismo, para que Dio, (1Cor 15,28). dad; es hacerse entrar en la unid sea todo en todos 2.3. La doctrina paulina de la Iglesia como cuerpo de Cristo Asf pues, la nocidn neotestamentaria de pueblo de Dios no ha de pensarse en modo alguno separada de la cris. tologfa. Esta, por otra parte, no es una teoria abstracta, sino un acontecimiento que se concreta en los sacramen- tos del bautismo y de la eucaristfa. En ellos la cristologia se abre a la dimensi6n trinitaria. Esta infinita amplitud y apertura s6lo puede ser de Cristo resucitado, del que dice san Pablo: «El Sefior es el Espiritu» (2Cor 3,17). Y enel Espiritu decimos nosotros con Cristo: Abba, porque nos hemos convertido en hijos (cf Rom 8,15; Gal 4,5). Pablo, por tanto, no ha introducido en concreto nada nuevo al llamar a la Iglesia «cuerpo de Cristo»; Gnicamente nos oftece una formula concisa para indicar lo que desde el Es totlinene See del crecimiento de la Ides® 80, de que Pablo no} sana repetida i ala Iglesia una alee ha ria hecho otra cosa ae ®P net le su tiempo? ae difundida en la filosofia esto ; con un organise | alegoria estoica compara el ties Cooperar. La idea di ‘ el que todos los miembros 4° . lel Estado como organismo es una ™ ” Cal respecte | 610.799," “SPEcto el esmerado articulo o@pa, de E. SCHWEITZER, € GLNT xih ae La Iglesia 31 tafora para indicar la dependencia en que estén todos de todos, y por tanto la importancia de las diversas funcio- nes que son el origen de la vida de una colectividad. Esta comparacion se utilizaba para calmar la agitacién de las masas ¢ inducirlas a volver a sus funciones: cada 6rgano tiene su importancia peculiar; es insensato que todos pretendan ser una misma cosa, porque entonces, en vez de convertirse en algo mas elevado, todos se tebajan y destruyen mutuamente. Es indiscutible que Pablo tomé también estos pen- samientos; por ejemplo, cuando dice a los corintios, enfrentados entre sf, que serfa insensato que de repente el pie quisiera ser mano o el ofdo ser ojo: «Si todo el cuerpo fuese ojo, idénde estaria el oido? Si todo ofdo, id6nde estaria el olfato? Pero Dios ha dispuesto cada uno de los miembros del cuerpo como ha querido... Hay muchos miembros, pero un solo cuerpo» (1Cor 12,16ss). La idea del cuerpo de Cristo en san Pablo no se agota, sin embargo, en tales reflexiones sociolégicas y filoséfico-morales; en ese caso no seria mas que una glosa marginal del concepto originario de Iglesia. Ya en el mundo precristiano griego y latino la metéfora del cuerpo iba més alla. La idea platénica de que todo el mundo constituye un tinico cuerpo, un ser vivo, la desarroll6 la filosoffa estoica vinculéndola al concepto de la divinidad del mundo. Pero esto se sale de lo que €stamos tratando. En efecto, las raices verdaderas de la idea Paulina del cuerpo de Cristo son sin lugar a dudas intrabiblicas. Tres son los origenes que se pueden com- Probar de esta idea en la tradicién biblica. 32 Joseph Ratzinger En el fondo esta ante todo la nocién Semita de porativa», expresada por ejemplo en el pensamiento: todos somos Adan, un Gnico hombre en grande. En la época moderna, oa exaltacion del sujeto, esta idea resulta del todo incomprensible. El yo es ahora una fortaleza de la que ya no se sale. Es tipicg el hecho de que Descartes intente deducir toda la filo- sofia del «yo pienso», porque sdélo el yo parecfa todavia disponible. Hoy la nocién de sujeto se va disolviendo de nuevo poco a poco; vuelve a ser evidente que no exista un yo rigidamente cerrado en si mismo, puesto que miiltiples fuerzas penetran en nosotros y de noso- tros brotan”®. A la vez se vuelve a comprender que el yo se forma a partir del tii y que ambos se compenetran Teciprocamente. Por eso pudiera resultar aceptable de huevo aquella visién semita de la personalidad corpo- rativa, sin la cual dificilmente se puede penetrar en la idea de cuerpo de Cristo. Existen ademas dos raices més concretas de la for mila paulina. Una esta Presente en la eucaristfa, con i ne Schor ha determinado formalmente la comunign ees a lea. «El pan que partimos, — hay un Pan, todos formar’ peice “dos Participamos de] mist han - solo ee - en la misma carts nm ™ Pan», dice Pablo a los corin - a cual desarrolla por primera Ve? apersonalidad cor, veg CE BAUR, Eins ietividad Io exponen asic und Glaube, Gotinga 1978, 43. Este diluirse de last lana £8 us obras Teh nau re pticulatmente enérgica el filécofo de Tubing, Quy Ethik, 1989, 15 elt, 1979; Metaphysik des Schwebens, 1985; Grund? thik, . ’ ; Mer won We Schut,Pfllinge ano al respecto en T. J. Werz, Tiibinger Tra! ie. tbe La Iglesia 33 la doctrina del cuerpo de Cristo (1Cor 10,16s). Aqui encontramos su verdadero fundamento: el Sefior ‘ hace nuestro pan, nuestro alimento. El nos da su cuer- po, palabra que, sin embargo, hay que pensarla a partir de la resurreccién y sobre el fondo lingitistico semita del que arranca Pablo. El cuerpo es el yo de un hombre que no se agota en lo corpéreo, sino que comprende también lo corpéreo; Cristo se da a sf mismo; él que, en cuanto resucitado, ha seguido siendo cuerpo. Aunque de modo nuevo, el hecho exterior del comer se hace expresi6n de la compenetraci6n de dos sujetos que poco antes hemos tomado ya brevemente en consideracién. Comunién significa que la barrera aparentemente insu- perable de mi yo es salvada y puede ser salvada porque Jestis ha sido el primero en querer abrirse todo él, nos ha acogido a todos dentro de él y se ha dado totalmen- te a nosotros. Comunién significa, pues, fusién de las existencias; como en la alimentacién puede el cuerpo asimilar una sustancia extrafia y asf vivir, también mi yo es «asimilado» al mismo Jestis, hecho semejante a él en un intercambio que rompe cada vez més la linea de separacién. Es lo que ocurre a los que comulgan; todos son asimilados a este «pan», haciéndose asi mu- tuamente una sola cosa, un solo cuerpo. De este modo la eucaristfa edifica la Iglesia, abriendo los muros de la subjetividad y agrupéndonos en una profunda comu- ni6n existencial. Por ella tiene lugar la «agrupaci6n» mediante la cual nos retine el Sefior. Por tanto, la for- mula «la Iglesia es el cuerpo de Cristo» afirma que la eucaristfa, en la que el Sefior nos da su cuerpo y hace a Ratzinge, 34 in solo CUCTPO es el lugar del nacimien, lo de la Iglesia, en la cual é1 la fund, en la eucaristia la Iglesia ¢, de nosotros | yinterrumpic to ininte ru ° emente de nuevos * | modo més intenso- en todos los lugares y sin embargo una sola, lo mismo que él es uno solo, Con estas reflexiones hemos llegado a la ae tafz del «cuerpo de Cristo» en la concepci6n paulina: la ide de la relacién esponsal 0, dicho en términos neutrales, la filosofia biblica del amor, que es inseparable de la teologfa eucarfstica. Esta filosofia del amor aparece en seguida al comienzo de la sagrada Escritura, al final del relato de la creacién, al atribuirle a Adan las palabras proféticas: «Por eso el hombre abandonaré a su padre y a su madre y se unir4 a su mujer, y los dos serén una sola carne» (Gén 2,24). Una carne, o sea, una Gnica nueva existencia. También esta idea de hacerse una sola carne en la unin de alma y cuerpo del hombre y la mujer ¢s recogida por Pablo en la primera Carta a los corintios, donde precisa que se hace realidad en la comuni6n: «El que se une al Sefior forma con él un solo espirit (1Cor 6,17). También aquf la palabra espiritu ha de set aed la sensibilidad lingiifstica modems tonces no se . es en la acepcion paulinas 40 Quien indian 8 del ecuerpon en en la resurre a sola existencia espiritual con ‘ ‘ ; Ear Sanaen o ha convertido en «Espiritu» F ae del Espiritu Sant ; si siendo cuerpo en Ia ape aimagen del sh to © expuesto hace poco, - comprensible a resulta ahora mas trasP i e la del amor; en el sacrament constant ella misma de a partil “ nite 0 La Iglesia 35 acto del amor se produce esta fusién de dos sujetos que superan su division y se hacen una sola cosa, El misterio eucaristico, justamente en la aplicacién metaférica de la idea esponsal, constituye el nucleo del concepto de Iglesia y de su definicién mediante la formula «cuerpo de Cristo». Pero ahora aparece en primer plano un aspecto nue- vo y mas importante, que podria olvidarse en una teolo- gfa sacramentaria de poco vuelo: que la Iglesia es cuerpo de Cristo a la manera en que la mujer con el marido es un solo cuerpo y una sola carne. En otras palabras: es cuerpo no segtin una identidad indiferenciada, sino en virtud del acto pneumdtico-real del amor que une a los esposos. Dicho en otros términos: Cristo y la Iglesia son un cuerpo en el sentido en que marido y mujer son una sola carne; de modo que, dentro de su inseparable unién fisico-espiritual, permanecen sin mezclarse ni confun- dirse. La Iglesia no se hace simplemente Cristo; sigue siendo la esclava que él en su amor eleva a la condicién de esposa que busca su rostro en este fin de los tiempos. Pero entonces, sobre el fundamento del indicativo que se anuncia en las palabras «esposa» y «carne», aparece también el imperativo de la existencia cristiana. Por eso €s evidente el caracter dindmico del sacramento, que no €s una realidad fisica predeterminada, sino algo que se tealiza a nivel personal. Justamente el misterio de amor omo misterio esponsal manifiesta la inmensidad de Questro cometido y la posibilidad de caer de la Iglesia. ‘empre de nuevo, a través del amor unificante, ha de Acerse lo que es, eludiendo la tentacién de rehusar a Joseph Ravi a er en la infidelidad de una Auton, c ¢ to, voractO” T Resulta evidente el cardcter relaciony , arbitrarla- s ela idea de cuerpo de Crist i" ; sponsal, asf como la en por la que lk i ca a . i < re ha Hegado nunca a la perfeccién, sino gy Iglesia no necesidad de renovarse. Est siemp, . —_ la unién con Cristo; lo cual implic, dad interior que, al contrario, e, ié opia unidal también su Ph ads frdgil cuanto més se aleja de esta relacién tanto ™ fundamental. 3, La vision de la Iglesia en los Hechos de los Apéstoles Con estas reflexiones hemos considerado una parte pe- quefia, pero me parece que importante, del testimonio neotestamentario sobre el origen y la naturaleza de la Iglesia. Slo teniendo presentes estas lineas fundamen- tales podemos encontrar las respuestas justas a los pro- blemas concretos que hoy nos apremian en todas partes. Mi Section be estado dictada por el criterio de que “ lo posible a € trasmitir dentro de los limites e eso he intentade ie {s mismo quiso para la Iglesia. Por monio pospascual entificar el punto central del test” con que la nets sobre la Iglesia siguiendo la palabra naba a sf misma: enunidad nacida de Jestis se desig’ ©xPresién de ung decisi 5 “ elecci6n de esta palabra e™ Mntenciones fundamental teoldgica que respondia a las tales del anuncio de Jestis. Pat La Iglesia 37 completar la imagen, serfa dtil ahora seguir otras pistas de la tradici6n neotestamentaria sobre la Iglesia. Sera particularmente fecundo un andlisis de los Hechos de los Apéstoles, obra que se podria definir en su conjunto como una eclesiologia narrativa?!, Pero esto rebasarfa con mucho los limites asignados. Por eso, para concluir y sin entrar en los detalles, me limitaré a recordar breve- mente que en este libro fundamental sobre la formacién y la naturaleza de la Iglesia, ya al principio Lucas ilustra su naturaleza en tres grandes cuadros que dicen mas que cuanto se pudiera expresar mediante conceptos. El primer cuadro es la permanencia de los discfpulos en Ia sala de la cena, la reunion de los apéstoles y de la pequefia compafifa de los fieles de Jestis junto con Ma- ria, asi como su undnime perseverar en la oracién. Aqui todos los detalles son importantes: la sala de la cena, el «piso superior» como lugar de la futura Iglesia; los once, que son designados por su nombre; Maria, las mujeres y los hermanos, todo lo que constituye un verdadero qahal, una asamblea constitutiva de la alianza con sus distintos érdenes, pero al mismo tiempo un espejo del nuevo pue- blo en su totalidad. Esta asamblea persevera unanime en la oracién, recibiendo asf su unidad del Sefior. Sustan- eee su actividad estriba en dirigirse al Dios vivo, cree a su querer. El ntimero 120 permite recono- los doce, su cardcter sacral y de promesa, a la JS_— au Al bresentatio og slementos del testimonio de los Hechos de los Apéstoles he intentado fl demés, fos come ibro Schauen auf den Durchbohrten, Einsiedeln 1984, 60ss. Cf, por I 1982; entarios, especialmente G. SCHNEIDER, Die Apostelgeschichte 1, 1980; - Pesci, Die Apostelgeschichte, EKK V 1 y V 2, 1986. JOseDh Rang, 38 1 ; sarrollarse. Fina! ue [a Hamada a crecet ¥ de Iment, vez q + en su funcién de portavoz y de py; aparece Pedro, que ¢ 4: » el Sen a, ap sotica la res onsabilidad que el Sefior |e }, ne en practica a resp po a los hermanos (Le 22,32), 1, confiado de confirmar a [0 Ff lack 94). La rer, loce con la elecci¢ remodelacidn del grupo de los fe accion pers i, de Matias indica el entrelazamiento ene r pi onaly de : : : .La obediencia a Dios, el primero qué obra Sc1siON por suerte manifiesta como nicamente prepatatoria toda accién de la comunidad reunida. La decision altima y verdadera se deja a la voluntad de Dios. También aqui la comunidad permanece «en oracién»; también aqui no se trasforma en un parlamento, sino que nos hace comprender lo que es la qahal, lo que es la Iglesia. El segundo cuadro se encuentra al final del segundo capitulo, donde la que es ya la Iglesia primitiva se nos presenta en cuatro conceptos: asiduidad en la ense- fianza de los apéstoles, que constituye ya una apertura a la sucesién apostdlica y la funcidn de testigos de los sucesores de los apéstoles; perseverancia en la vida de comunidad, en la fraccién del pan y en la oracién. Po- drfamos decir que palabra y sacramento se presentan aqui como las dos columnas fundamentales del edificio vivo de la Iglesia. Pero hay que afiadir que esta palabra esté ligada a la forma institucional y a la responsabilidad personal del testigo; como hay que afiadir también que la designacién del sacramento como fraccién del pan expresa la dimensi6n social de la eucaristia, que no es un acto aislado de culto, sino una forma de existencia: la vida en el compartir, en la comunién con Cristo, que | se da a sf mismo. La Iglesia 39 En el centro, entre estos dos cuadros, esta la repre- tacion lucana de pentecostés: viento y fuego del fundan la Iglesia. Esta no nace de una decision aut6noma, ni es producto de una voluntad hu- creacion del Espiritu Santo. Este Espiritu es del espfritu babilénico del mundo. La vo- de poder como se expresa en Babilonia tiende a la uniformidad, pues se trata de dominar y de someter, y por €sO precisamente suscita odio y divisién. En cambio, el Espiritu de Dios es amor, y por ello suscita reconocimi idad, en la aceptacién de la ento y crea uni diversidad y la multiplicidad de lenguas se comprenden rec{procamente. Debemos subrayar ahora dos aspectos importantes para nuestro tema global. La escena de pentecostés en los Hechos de los Apéstoles presenta el entramado de unidad y multiplicidad, ensefidndonos a ver en ello la peculiaridad del Espiritu Santo. El espfritu del mundo significa sumisi6n; el Espiritu Santo apertura. A la Iglesia pertenece la multiplicidad de lenguas, 0 sea, la multiplicidad de culturas que en la fe se comprenden y fecundan mutuamente. En este sentido podemos decir que aqui se perfila el proyecto de una Iglesia que vive en muchas y multiformes Iglesias particulares, pero que asi Justamente es la Iglesia Gnica. Al mismo tiempo Lucas iments afirmar con esta representaci6n que, en el mo- Ielesis “eeu nacimiento, la Iglesia era ya catdélica, era ya que sarintits . Por lo tanto, baséndonos en Lucas hay Terusaien ; concepcién de que primero habria surgido ana Jolecia narticular, a partir de la cual se sen Espiritu Santo mana, sino la superaci6n luntad humana h Rare. 40 Joseph Ratzing, habrian formado poco a poce ora Lee Particulates, an asociado gradualmente. Ocurris | que luego se habrian é nya: primero existi la Iglesia 7 contrario, nos dice aie ‘enguas: la ecclesia a" “a 7 tale oo iglesias en los lugares mas divers, Ine cuales con todas y siempre realizaciones de la sol, y tinica Iglesia. La prioridad cronolégica y ontoldgica pertenece a la Iglesia universal, que, de no ser Catélica, no seria simplemente Iglesia... Lucas ha tejido de modo muy sutil la dindmica hists. rica de esta catolicidad en el relato de pentecostés, anti. cipando al mismo tiempo la extensién de toda la narra. cion. Para expresar la catolicidad de la Iglesia generada por el Espiritu Santo se ha servido de un viejo esquema de los doce pueblos, probablemente helenistico, afin a las listas de pueblos de los Estados que sucedieron al imperio de Alejandro. Lucas enumera estos doce pueblos y sus lenguas como destinatarios de la palabra apostélica, pero luego supera el esquema afiadiendo un decimotercer pueblo: los romanos”2, Sin embargo, el li bro de los Hechos en su totalidad no esta construido de acuerdo con puntos de vista puramente historiogrdficos, Ay 4 partir de una idea teolégica. Presenta el camin® eee is udfos a los paganos, y oe discfpulos al des di dene a “ hast! los confines ' i dirse de ellos: ser sus testigos en general del libro ce (1,8). Pero en la constru 7 Ste camino teolégico es nuevam¢ CFG, ScuNetper, 0.0, 1, 2538s R. Pescu, o.c., V 1, p. 105s. La Iglesia AL recogido y sintetizado en el camino de los testigos —par- ticularmente de san Pablo— desde Jerusalén a Roma. Para Lucas, Roma representa el mundo pagano en ge- neral. «Con la llegada a Roma, el camino comenzado en Jerusalén alcanz6 su meta; se ha realizado la Iglesia universal, la Iglesia catélica, que es la prosecucién del pueblo elegido y que hace suya la historia y la misi6n de este pueblo. En este sentido Roma, recapitulacién de los pueblos del mundo, tiene una funcién teoldégica en los Hechos de los Apéstoles; no se la puede excluir de la idea lucana de la catolicidad»?3, Podemos, pues, e Lucas anticipa todas las cuestiones decisivas decir qu lazamiento del tiempo posapostélico y que con su entre de multiplicidad y de unidad, de universalidad y parti- cularidad nos ofrece un hilo conductor que nos ayuda a comprender nuestros problemas partiendo del testimo- nio de los origenes. B J. Rare, Schauen auf den Durchbohrten,o.c, 615.

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